Jakob Lorber

El Gobierno de Dios

La Historia de la Humanidad

Tomo 1

Índice

PRÓLOGO

1. Una advertencia del Padre celestial a sus hijos

2. Los mandamientos del Señor para los hombres

3. El Señor como Padre de sus hijos

4. La verdadera Iglesia

5. El secreto de la Creación

6. La correspondencia de las estrellas

7. Los tiempos primarios de la Tierra y de la Luna.

8. La caída del primer hombre

9. El juicio del Señor

10. La reconciliación del Señor

11. El nacimiento de Caín y Abel

12. La Promisión del Señor

13. La expulsión del paraíso

14. La comprensión y el arrepentimiento de Adán

15. La confesión de Caín

16. El encargo del Señor a Abel

17. El nuevo orden del servicio a Dios y el nuevo orden de la organización de la vida

18. Las ofrendas de Caín y de Abel

19. Caín asesina a Abel

20. La maldición de Caín y su huida

21. El convenio del Señor con Caín

22. Hanoc, el hijo de Caín, como legislador

23. Las órdenes de Hanoc como tirano

24. La huida de Caín hacia la mar

25. La evolución del linaje de Caín

26. El gobierno ateo de Hanoc

27. La política de los concejales de Hanoc

28. La deliberación de los diez soberanos

29. Los sucesores de Hanoc

30. Lamek se vuelve rey

31. La emigración con Meduhed como guía

32. El Cantar de los Cantares de Meduhed

33. La salida de los meduheditas

34. La llegada de los meduheditas en el Japón

35. Una exhortación a la penitencia por parte de los animales

36. Recuerdo de la desobediencia de Adán y la Gracia de Dios

37. La historia de la China primitiva

38. La familia de Lamek

39. El principio y la causa de la decaída de los hijos de lo Alto

40. Adán habla sobre su caída

41. La convocación de Enoc como predicador

42. El cantar de las diez columnas

43. Enoc explica las pláticas de Adán y de Cainán

44. Adán explica su debilidad

45. La bendición de Adán sobre sus hijos

46. La venida del Señor

47. La grandeza y la profundidad de la Palabra de Dios

48. La Bendición divina sobre la Tierra

49. La oración matutina de Adán y Enoc

50. Enoc observa al cielo estrellado

51. Entusiasmo de Jared por su hijo Enoc

52. Cántico matutino de Enoc

53. Sorpresa de Adán por la sabiduría de Enoc

54. Plática de Enoc sobre la verdadera forma de pensar y alabar

55. Profesión de Cainán

56. En la gruta de Adán

57. Confesión voluntaria de Adán

58. El forastero Asmahael

59. Sobre la humildad

60. El silencio justo de Enoc

61. Sobre la Palabra divina en el corazón del hombre

62. El discurso de Enoc y la comprensión de los patriarcas

63. Plática de Asmahael sobre la Palabra divina

64. Plática de Enoc sobre la naturaleza de la Palabra

65. Mirada retrospectiva de Adán a su vida

66. Asmahael y el tigre

67. Visita de los padres a los hijos del mediodía

68. El discurso de Adán a los suyos y a los hijos del mediodía

69. Discurso de consuelo de Set

70. Prédica de Enoc sobre el Amor

71. Las ganas de Setlahem de más sabiduría

72. La sabiduría de Setlahem y de Asmahael

73. El tigre hambriento

74. La naturaleza de la Verdad y del Amor

75. La causa del miedo

76. La alegría de los patriarcas a causa del Señor

77. La salida de los patriarcas para visitar a los hijos de la tarde

78. La plática de gratitud de Asmahael

79. La flojedad de Adán

80. La regla áurea de las escuelas de profetas

81. Los patriarcas visitando a los hijos de la tarde

82. Set reprende a Enoc la Palabra de la Verdad

83. La plática de Enoc sobre el error de Set

84. Las palabras sabias de Adán a Set

85. La plática de Asmahael sobre la ley

86. Los pensamientos de los patriarcas sobre la plática de Asmahael

87. Eva reprime a Set

88. Enoc explica la plática de Asmahael

89. Obras de la sabiduría y obras del amor

90. El poder redentor del amor

91. Set reconoce al forastero Asmahael

92. El testimonio de Asmahael

93. La curiosidad de Adán

94. Los ruegos de Adán a Enoc

95. Enoc reprende a Adán

96. Plática de Asmahael sobre la Palabra de Dios

97. Confesión de Adán

98. El silencio del amor

99. Leyes divinas y leyes humanas

100. Los pensamientos de Jared sobre la naturaleza de Asmahael

101. Conversación de Enoc y Jared sobre Asmahael

102. Diferencias entre Dios y los hombres

103. Aviso de Asmahael para continuar el viaje

104. Asmahael designa a Abedam como compañero de viaje

105. Las preguntas de Jared sobre la naturaleza de Asmahael

106. La relación entre Cainán y Malaleel

107. Sobre la astucia

108. Situación embarazosa de Set a causa de que Enós le ha devuelto la pregunta

109. El descanso de los padres debajo del árbol del pan

110. El Poder milagroso de Asmahael

111. Asmahael trae a Matusalén y Lamec a la asamblea

112. Discusión entre Lamec y Matusalén sobre el forastero

113. La plática de Enoc a Matusalén y Lamec

114. La impaciencia de Lamec. La respuesta de Matusalén

115. La serpiente en el árbol

116. La plática de Asmahael sobre el Poder de Dios en el hombre

117. La pregunta de Adán a Asmahael

118. La vida en la Tierra y su objetivo

119. Jared está preocupado por los alimentos que convienen a Asmahael

120. Conversación entre los patriarcas sobre Asmahael

121. Lamec y Matusalén discuten sobre el forastero Asmahael

122. Asmahael cuenta una parábola

123. Delante “la mano atrofiada de la Tierra”

124. La pregunta de Adán por los hijos de la medianoche

125. Adán hace que busquen a los hijos de la medianoche

126. Asmahael envía a Enoc

127. Tres hijos de Adán hacen caso a la llamada de Enoc

128. La alegría de Adán por sus hijos Yura, Bhusín y Ohorión

129. Palestra de Asmahael sobre la identidad de Jehová

130. La llamada eficaz de Asmahael por los hijos de la medianoche

131. La alegría y gratitud de Adán. La pregunta de Yura curioso a Asmahael.

132. La comida. Los cuatro que ayunan por profundo respeto y modestia. El amor de Enoc a Asmahael. La verdadera oración.

133. Asmahael anuncia a Enoc la Promisión

134. Asmahael presenta una parábola sobre el amor

135. Réplica insensata de Adán

136. Asmahael reprende a Adán

137. La conversión de Adán y su plática de confesión

138. La plática de Emanuel sobre su Venida a los hombres

139. El amor rebosante de Lamec a Emanuel

140. Emanuel critica la gratitud fingida de Matusalén

141. Enoc anima a los padres al amor a Emanuel

142. Sobre la libertad del hombre

143. El proceso del sacrificio. El discurso de advertencia de Lamec

144. Las palabras de despedida de Emanuel. La predicción referente el Gólgota

145. Disposiciones de Adán en vista del sábado próximo

146. El encuentro de Abedam con el forastero

147. La conversación de Abedam (hermano de Enós) con Abedam el forastero

148. La llegada de Abedam el forastero a los padres

149. La pregunta de Abedam el Forastero

150. Un evangelio del amor

151. Set busca la Luz en la luz

152. Sobre la ingenuidad. El milagro del Amor de Dios

153. La verdadera fraternidad entre Enoc y Abedam hermano de Enós

154. El verdadero amor al prójimo

155. La pregunta de Lamec por la personalidad de Abedam el Forastero

156. Sobre el amor

157. La tormenta

158. El temor a Dios y el amor a Dios

159. Adán y Set se encuentran en un aprieto.

160. La Ayuda de Dios y la preocupación del hombre

161. La plática de gratitud de Set

162. El sublime Abedam entre sus hijos bienaventurados. El fin de la tormenta

163. El poder milagroso de Set para la tormenta.

164. El consuelo de Kaeam

165. Abedam el Sublime y los cinco buscadores de Luz.

166. Las características del verdadero amor a Dios

167. La verdadera oración. La Divinidad que juzga y el Padre lleno de Amor en el Señor

168. Una mirada retrospectiva a la noche de tormenta. El amor dispersa al miedo

169. El desayuno de los patriarcas el día de sábado

170. Un evangelio para el sacrificio

171. Enoc prepara el sacrificio

172. La cualidad de la intercesión

173. Los siete refunfuñadores del mediodía se burlan de Setlahem

174. Un evangelio para ofendidos

175. Setlahem y los siete refunfuñadores

176. La impertinencia de Kisehel y su humillación

177. La confesión de Kisehel

178. La oración de arrepentimiento de Kisehel

179. La naturaleza del pecado y su superación

180. Las cinco hijas de Zuriel

181. La preocupación de Zuriel devoto

182. El Señor y Yemila

183. Una ojeada a las profundidades de la Creación

184. Las características del tiempo y de la eternidad

185. La naturaleza de la vida. Las promesas del Señor a Yemila

186. Inocencia y pudor. Vuelta y recibimiento de los mensajeros

187. Apéndice

Índice global

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PRÓLOGO

dado por el Señor mismo como introducción para el relato de la historia de la humanidad, revelado a través del mismo medio que Él eligió para la recepción de esta obra.

El escribiente de esta obra buscaba seriamente y encontró lo que buscaba. Él rogó, y se le dio. Como llamó a la puerta correcta, se le abrió y mediante él también a todos aquellos que tienen un buen corazón y una buena voluntad. Pero a los que no buscan con su corazón sino exclusivamente con su intelecto mundano imaginario y que examinan y critican –– los que sólo llaman a la cáscara dura y muerta de la materia en vez de dirigirse al nombre vivo del Dador eterno de todas las buenas dádivas, a ellos no se les abrirá.

Porque el Espíritu del Señor nunca se revela a través del intelecto de los sabios del mundo sino únicamente mediante la sencillez del corazón de aquellos que ante el mundo de los sabihondos son considerados como necios. Pero no tardará mucho y la sabiduría de los sabios del mundo colapsará ante la sinceridad de estos “necios”.

Al que lee esta obra con la fe de un corazón humilde, le resultará de una gran bendición... y no le pasará desapercibido Quién es el verdadero autor.

Para la casta intelectual de todos modos resulta lo mismo si lee a un Daniel, un Sir Walter Scott, un Rousseau o un Hegel, porque el intelecto mundano comprende todo de la manera mundana, mientras que a una revelación más sublime la considera como una fantasmagoría hueca de gente inculta que, por sus mistificaciones, quiere inventar algo para adquirir un renombre.

¡Que con esto nadie se deje engañar! ¡Cuántas veces ya se ha sospechado de los cuatro Evangelios! ¿Pero por esto, acaso, representan menos en los corazones de los verdaderos confesores de Dios? A Mí (el Señor y Dador de la Vida y de toda Dádiva que de ella surge) ya en mi cualidad de ser humano los sabios del mundo me declararon como un hipnotizador y estafador, o un personaje de fábulas, ¡y continúan haciéndolo aún hoy en día!

Aun así hay millones de los que no se dejan equivocar. Ellos, los que no se limitan a oír mi Palabra sino que la ponen en práctica, en su corazón sencillo reconocen que Jesús de Nazaret es más de lo que los sabios del mundo aceptan.

Al profundizar en esta obra, que nadie se atenga al juicio mundano que sólo ensalza aquello que es afín al mundo, sino que se atenga únicamente a la voz de su corazón sencillo. Porque los sencillos darán a cada uno un juicio correcto ante los ojos del buen Dador.

Ahí el intelecto de los sabios mundanos encontrará aún muchas ocasiones para meter la pata; suerte, si no fracasa del todo.

Si aquel que lee esta obra reconociendo que se trata de una comunicación desde la esfera espiritual tiene duda de si procede de un espíritu de mala o de buena índole, entonces es todavía muy ciego; pues, la corteza del intelecto humano todavía le encubre demasiado la visión de su corazón.

El que tiene una fe viva en Mí, seguro que es consciente de mi Fuerza, mi Bondad y mi Sabiduría, y reconocerá que tengo Fuerza y Sabiduría más que suficientes para apartar al enemigo eternamente de allí donde Yo me pongo a labrar un campo. Os digo que Yo y Satanás nunca hemos arado en el mismo surco... esto existe sólo en el intelecto del mundo materialista porque en éste no reina sino la oscuridad, con lo que a tal intelecto todo le parece oscuro. Pero a una visión cultivada por el Padre todo parece distinto porque a los verdaderamente puros e iluminados todo les parece puro y bien iluminado.

Pero a los que dicen que esta obra para que se pudiera asumir que viene desde lo Alto carece de sencillez, de calma, de circunspección y de una cosmología suficientemente profunda, a ellos les sea dicho: ¡Que sometan sus propios corazones a un examen, a ver si no son ellos mismos quienes carecen de todo aquello que echan en falta en esta Palabra!

Por lo demás ellos emitieron un juicio para, como sabios europeos, dar su parecer sobre esta obra; pero esto sin haber profundizado en ella... Porque para eso hace falta más que una lectura superficial de algunos de sus capítulos.

¿Qué es lo que, además, entienden esos lectores sobre el termino de “sencillez”? Cuando una obra está presentada de tal manera que incluso los niños la pueden comprender (mientras que sepan leer bien y puedan pensar un poco más allá del abecedario) a pesar de la inevitable cantidad y profundidad de los asuntos que para la visión humana limitada pueden resultar misteriosos, Yo diría que esta obra no carece ni mucho menos de una bien lograda sencillez.

De todos modos las imágenes y la lengua hablada que también son expresivas, no precisan de una obra escrita con sencillez, sino únicamente de la comprensión de un corazón sencillo.

En cuanto al intelecto humano más le parece que la sencillez, la calma y la cosmología suficientemente profunda faltan, tanto mayor, en realidad, es la intensidad de estas características. Porque lo que al corazón le da calma y paz, esto mismo tiene que poseer la calma y paz en abundancia; pero al intelecto, por supuesto, no le puede dar calma porque este no es receptivo para ella, con lo que en una obra escrita el intelecto no podrá encontrar calma alguna, al igual que un río que no encontrará calma antes de haber llegado a la profundidad del mar.

Si el intelecto de los sabios del mundo pudiera humillase y desde su altura imaginaria rebajarse al fuero vital de un corazón sencillo, ya desde allí, en su ambiente de calma y paz, se enteraría de la calma intrínseca de la obra actual y de su gran circunspección, echadas en falta.

Pero mientras el intelecto humano revolotee en la altura de castillos haciéndose sabiduría mundana, parecido a un gallo del campanario montado en la aguja de una torre, y esté continuamente expuesto a toda clase de vientos de dudas que soplan desde todos lados, girándole de acá para allá... muy poco encontrará de calma ni tampoco la circunspección acostumbrado a esas alturas de viento.

Y si alguien en esta obra echa en falta “cierta profundidad de cosmología”, que le conste que el Dador de esta obra no tenía ni mucho menos la intención de enseñarnos sobre una cosmología que ahora, por desgracia, ya está muy extendida entre la humanidad... sino que en todos aquellos que lean esta obra dentro de la verdadera paz y sencillez de su corazón y la tomen por lo que realmente es, el Dador quiere despertar unos buenos principios, para que a partir de estos se alimenten de una fe viva y verdadero amor hacia Dios y el prójimo.

Además, todos aquellos que lean esta obra con el debido esmero, también llegarán a un concepto de cosmogonía bastante noble... y esto sin apoyo por parte de los sabihondos del mundo que, mediante sus vanas investigaciones intelectuales y su concepto de cosmología, no conseguirán a las verdaderas profundidades de la constitución del mundo y del universo como esta obra les explica a sus lectores... Y esto sin hablar de las comunicaciones posteriores en las que aún será revelada incluso la constitución material y espiritual de los diversos soles, sistemas planetarios y sistemas de soles centrales2...

Esta obra explica con claridad la evolución material y más aún el desarrollo espiritual desde el origen primario de todas las cosas creadas, es decir, que abarca una cadena infinita de épocas de evolución... y, de por ahí, sale un investigador al que parece que a esta revelación le falta profundidad... y realmente, para él ni en todos los Cielos habrá un ungüento para sus ojos que pueda curar semejante miopía.

Los buenos lectores de esta obra podrían decir con todo derecho: «Nosotros que somos unos amantes de Dios muy simples y poco lúcidos, aparte de frecuentar su universidad en nuestros corazones, nunca hemos asistido a la de París, Jena o Göttingen, pero no queríamos cambiarla por toda esa sabiduría tan célebre. Porque la continua visión en las profundidades de las grandes Creaciones de nuestro Padre tan sumamente sabio nos entusiasma más que todo aquello que vosotros en los últimos mil años de investigaciones produjisteis con vuestra ceguera.

El alcance de vuestros telescopios y de vuestros vectores matemáticos lo podemos apreciar a base de vuestros calendarios, y las medidas que tomáis no nos son desconocidas. Pero para definir el alcance de la visión clara de nuestros corazones que habitan en Dios, todos vuestros telescopios y vuestros vectores matemáticos de poco os servirán.

De modo que aquel que quiera leer esta obra y sacar un verdadero provecho para su alma, que la lea con toda sencillez de un corazón devoto a Dios –– sin figurar de censor como acostumbra el intelecto mundano. Si es un buen administrador del corazón, en la obra presente encontrará en abundancia todo lo que un lector hondamente intelectual no encontrará».

Y ahora mi Bendición y Gracia para los lectores conscientes que tienen un corazón puro y una buena voluntad. Amén.


Capítulo 1. Una advertencia del Padre celestial a sus hijos

Así habló el Señor en mi interior (Jakob Lorber) para cada uno, verdadera y ciertamente:

1. Quien quiera hablar conmigo, que venga a Mí, y le pondré la respuesta en su corazón... pero únicamente los puros cuyos corazones están llenos de humildad percibirán el sonido de mi voz.

2. Y quien me prefiere ante el mundo... quien me ama como una novia delicada ama a su novio, con él andaré cogido de su brazo. Él siempre me verá como un hermano al otro y como Yo ya le veía hace eternidades, antes de que él existiera.

3. A los enfermos diles que no se aflijan por su enfermedad, sino que en su interior se dirijan a Mí y que tengan fe. Los consolaré y un flujo de bálsamo delicioso se derramará en sus corazones, y se les abrirá la fuente inagotable de la Vida eterna... Se curarán y se reanimarán como la hierba después de un chaparrón.

4. A los que me buscan, diles que estoy en todas partes o en ninguna. Estoy en todas partes donde me aman y cumplen mis mandamientos, y no estoy donde sólo me rezan y me adoran.

¿Acaso el amor no es más que la oración, y el cumplimento con mis mandamientos no es más que una mera veneración?

De cierto te digo: Aquel que me ama me adora en espíritu; y aquel que cumple con mis mandamientos me honra verdaderamente. Sólo el que me ama puede cumplir con mis mandamientos... Y si me ama, ya no le afecta otro mandamiento que éste: que me ame a Mí y a mi Palabra viva que implica la verdadera Vida eterna.

5. A los débiles diles de mi parte que Yo soy un Dios poderoso. Que todos se dirijan a Mí y Yo los perfeccionaré. De aquel que caza mosquitos haré un domador de leones... pero el tímido destruirá el mundo... y los fuertes de la Tierra serán dispersados como la paja.

6. A los bailarines y bailarinas diles sin escrúpulos que todos son víctimas de Satanás. Porque él los coge a todos por los pies y gira con ellos como un torbellino para que se mareen al máximo y ya no puedan estar de pie, andar, estar sentados, dormir, descansar, ver, oír, oler ni tampoco sentir; pues, resultan como muertos... por lo que tampoco pueden ser socorridos...

Y si a pesar de todo quisieran dirigirse a Mí, les pasaría lo mismo que a uno a quien uno muy fuerte le coge por los pies y le gira alrededor de él... y aunque él procurase mirar al cielo, en vez del Sol sólo vería una raya luminosa –– una raya que le cegaría, con lo que cerraría los ojos y ya no vería nada.

7. A aquel cuyos ojos físicos son ciegos, todavía le queda la visión del espíritu; pero aquel que se ha vuelto ciego en el espíritu seguirá siendo ciego eternamente.

8. A los jugadores diles que ante todo se están jugando la Vida y a la vez todo lo que les estaba dado para fomentarla. Porque el juego es un pozo lleno de inmundicias dañinas, mientras que los jugadores se imaginan que es una fuente de oro. Por esto hozan continuamente en él, intoxicándose con el aire pestífero que respiran, y en vez del oro imaginado sólo encuentran la eterna muerte espiritual.

9. Los que poseen la Escritura y no la leen son como unos sedientos al lado de un pozo de agua muy pura, que no quieren beber porque en el sentido espiritual son unos hidrófobos, o es por una pereza innata; porque prefieren que ciertos siervos indiferentes les traigan el caldo asqueroso del charco más cercano, aunque este finalmente causará la muerte de todos ellos.

10. A los fornicadores diles: El que se entrega a los vicios de la carne, esta pronto se volverá alimento para los gusanos; porque únicamente aquel que anda en el espíritu llegará a la Luz que es la fuente primaria de la Vida, y este patrimonio durará eternamente y prosperará.

11. A los ataviados diles en serio que ante su juez se encuentran desnudos. Su esplendor se desvanecerá como la espuma y su despotismo se transformará en una esclavitud más humillante, y tendrán que pasar eternamente vergüenza por su insensatez. ¿Acaso no es un insensato todo aquel que se pone a dorar un montón de excrementos, mientras que unta las joyas en el lodo más asqueroso?

¡Ay de esos insensatos de los cuales rebosa el mundo! A la Luz la toman por oscuridad y a las tinieblas las toman por luz...

12. En el levante ya figura la estrella que atravesará la constelación del Orión, y el fuego del Can mayor3 los devorará a todos. Y, desde el cielo, Yo lanzaré estrellas en gran cantidad a la Tierra, para que todos los malhechores perezcan y para que mi Luz luzca por toda parte.

13. Yo, Jehová, Dios de eternidad, el Verdadero y Leal... que esto os sirva de última advertencia... Amén.

14. Tú, que copiaste esto de mala manera, sé consciente de que esta advertencia se dirige principalmente a ti, pero en segundo lugar se dirige también a todos los demás...


Capítulo 2. Los mandamientos del Señor para los hombres

Así habló el Señor en mi interior para cada uno, verdadera y ciertamente:

1. Tú eres el Lot de Sodoma; por esto cuida de no ahogarte en la inmoralidad y no heredes el patrimonio de la prostituta4. Porque uno como tú no lo había antes ni lo habrá después de ti: Como hombre vives totalmente en la carne con los placeres que ella te ofrece, y como espíritu estás totalmente despejado y tienes la visión y el oído bien atentos... Estás manchando tu cuerpo con inmundicias, mientras que sobre tu espíritu se derraman flujos de Luz... Tu cuerpo come con los cerdos, mientras que tu espíritu está rodeado de mil ángeles... Tu corazón físico está lleno de porquería, pero en tu corazón espiritual Yo me he establecido una morada... Tu conversas con mujeres indecentes, y Yo te hablo como un hermano al otro. Desprendes un olor a inmundicias, mientras que tu espíritu respira las esencias del Cielo supremo... Eres una bestia, pero tu ojo resplandece sobre los Soles.

Por esto, ¡purifica tu carne y vuélvete uno conmigo, para que Yo me vuelva Uno contigo!

2. A las madres tímidas diles que no eduquen a sus hijas con un aire de pánico ante los hombres y el mundo; porque a lo que se teme, en el momento de la tentación se le hace caso ciegamente, con lo que a los temidos la victoria les resultará fácil. Vale más que las eduquen en el temor y amor para conmigo... para que Yo sea el victorioso... para que ellas desprecien al mundo y puedan deleitarse en mi Amor ilimitado...

Para conseguir un marido para sus hijas, que nos las lleven a sitios públicos, sino que me las traigan a Mí, y te digo que ni una sola de sus inclinaciones quedará sin mi Bendición y sin satisfacerla; porque Yo soy un Dios rico que tiene todo en abundancia... Yo puedo dar y quiero dar...

3. Y a los pobres diles que no pidan limosnas delante de las puertas de los ricos donde sufren los ataques de los perros... donde sus corazones se llenarán de tristeza y de amargura... sino que con plena fe vengan a Mí, porque Yo los voy a fortificar a todos. Al hambriento le daré de comer. Al sediento le daré de beber. Al desnudo le voy a vestir. Al enfermo le curaré. Al leproso le purificaré. El ciego va a ver y el sordo va a oír.

Al débil le haré más fuerte que un león. El tímido cobrará más valor que un potro macho. Y el viejo tendrá su placidez.

El pobre es mi hermano más prójimo, y Yo cuido de él. Por esto, que no exponga su dignidad a los perros de los ricos, porque los ricos son hermanos de Satanás e hijos del infierno.

4. ¡A mis amigos y amigas diles que no amen a mis siervos más que a Mí! En vez de confiarles su salvación a esos siervos, que la pongan en mis manos, confiando plenamente en Mí. El siervo, si no quiere caer en descrédito, tiene que actuar conforme al reglamento, porque únicamente el legislador está encima de la ley y, como administrador, puede designar a quien quiera. Pero quien viene a Mí, a él le puedo eximir de la ley.

5. Mi Iglesia en la Tierra es un baño para la purificación. El que se ha lavado que venga a Mí para que Yo le seque con el calor de mi Amor y para que se quede conmigo. Pero quien se complace en chapotear le pasará lo mismo que a la rueda del molino que nunca saldrá del agua.

6. El que ha cumplido con su cometido de la verdadera penitencia, que venga a Mí para que Yo le acoja como a un hijo perdido. Porque el siervo puede aconsejar, pero Yo puedo actuar. El siervo puede instruir, pero la Redención es asunto mío. El siervo puede rezar, pero únicamente Yo puedo bendecir. El siervo tiene que respetar la reglamentación, pero la Gracia es derecho exclusivo del Señor. Por esto, ¡que ante los siervos no se olviden del Señor!

7. Todo esto díselo palabra por palabra, sin escrúpulos... porque si me quieres amar a Mí, no debes temer al mundo... ¡Porque Yo soy más que todo el mundo!

8. Ante el mundo figuro como poca cosa. Los sabios me miran apenas por encima del hombro y a lo sumo me consienten todavía el crédito de un hombre honesto. Otros ya me han despedido del todo, de modo que para ellos ni siquiera existo. Otros que tal vez aún me atribuyen algún rasgo divino, se dejan instruir por los sabios... De una manera vil me rechazan, consintiéndome apenas el derecho de representar a un Dios de viejas cotorras...

Existen “siervos” míos a los cuales en su grandeza imaginaria les sirvo solamente de sello oficial público y para dar un nimbo “divino” a sus absurdidades negras. También existen los que todavía consienten en mi Divinidad, pero en cambio, para sus ventajas mundanas, tengo que admitir que hagan de Mí lo que les da la gana.

Y, para colmo, hacen de Mí un auténtico absurdo: debo profesar Amor y Misericordia hasta cuando les complace, pero a continuación debo presentarme más duro que una piedra y consentir en que me transformen en el tirano más vil. Tengo que saltar de un tribunal a otro y dictar una sentencia de perdición tras otra. De modo que mi Amor debe ser algo temporal, mientras que mi tiranía y mis funciones de juez asociadas debieran perdurar eternamente...

¡Oh, increíbles insensatos!

Es más que evidente que mi Longanimidad, Bondad y Humildad, y mi eterno Amor a mis criaturas no se prestan para sus manejos codiciosos. ¡Pero pronto sus proyectos les serán desbaratados! Yo tengo sus cuentas delante de Mí... La medida de sus hechos ya se ha colmado y no falta más que uno solo; de modo que su merecido ya los está esperando.

9. Para aquel que no me conoce y no sabe Quién soy y cómo soy, para él sería mejor que no supiera nada de Mí, porque entonces aún le podría vivificar allá en el reino de los espíritus... Pero si ellos mismos se abstraen de mi ayuda porque matándome a Mí en su interior matan la Vida en ellos, esto resulta como una parra cortada de la viña...

10. Por esto ahora os digo que Yo soy el Dios Uno y eterno dentro de mi Naturaleza trina –– como Padre conforme a mi Divinidad, como Hijo conforme a lo perfectamente humano y como Espíritu conforme a toda Vida, todo Efecto y todo Conocimiento.

Yo mismo soy el Amor y la Sabiduría, desde la eternidad. Nunca recibí nada de nadie. Todo lo que existe procede de Mí, y aquel que tiene algo, lo tiene de Mí. ¿Cómo, entonces, podría Yo ser un tirano y uno que dicta sentencias de perdición? –– ¡Insensatos!

Yo os amo –– y vosotros me desdeñáis...

Yo soy vuestro Padre –– y vosotros hacéis un verdugo de Mí...

Donde Yo bendigo, vosotros maldecís...

Donde Yo construyo, vosotros destruís...

Donde Yo levanto, vosotros tumbáis...

Donde Yo siembro, vosotros ahogáis...

De modo que en todo lo que hacéis estáis en oposición conmigo...

Si realmente fuera así como me pintáis, os digo que hace tiempo que la Tierra ya no existiría –– es decir, ¡que nunca habría sido ni siquiera creada! Pero ante el hecho de que soy como soy, todo sigue existiendo como entonces y como siempre seguirá existiendo; e incluso vosotros seguiréis siendo lo que vosotros habréis hecho de vosotros mismos –– y esto sin sentencia de perdición alguna por mi parte...

Pero aquellos que me toman por El que soy y que me aman como Yo los amo, de ellos Yo haré lo que ellos quieren, para que sus delicias y su libertad perfecta perduren eternamente.

11. Y a mis siervos diles:

¡Mis cargos no son oficinas de cambio! Porque aquel que me sirve a causa del dinero no me sirve por amor a Mí... Y el que no me sirve motivado por el amor, su servicio me es tan desconocido como Yo soy desconocido para él; con lo que entre nosotros las cuentas ya están claras...

¿Cómo podría ser un siervo fiel aquel que con descaro sin autorización del Amo vende los tesoros de Él?

Iscariote me vendió al menos por treinta monedas de plata, sin saber qué era lo que iba a suceder, porque estaba en la oscuridad y andaba perdido.

Pero ahora ––ya martirizado, matado y resucitado–– me podéis conseguir en todas partes y en cada momento a un precio tirado. Oh, ladrones asesinos, ¿con qué os voy a comparar? ¡Sois el engendro de dragones y culebras! ¿Así me servís? Ya por mi querido Pablo hice comunicar que aquel que sirve al altar también viva de él –– pero, por supuesto, solamente tras las obras del amor que produce todo lo que es bueno... Pero vosotros no producís obras de amor... ¡Por esto sois unos ladrones y asesinos alevosos del Evangelio y de toda la Verdad!

Sabed: ¡Tal obra tal pago! El Amor no se consigue por dinero, sino únicamente por amor. Yo soy el Amor en sí –– y no se me consigue sino mediante el amor... A todos vosotros os “compré” mediante el Amor, con lo que de todos vosotros no exijo otra cosa sino amor... De modo que el que me quiera servir, que me sirva en el amor –– porque en el Amor morí por él en la cruz... Y quien quiera venir a Mí, que venga en el amor –– porque mi Amor sangraba por él en la cruz...

12. A los funcionarios y señores del mundo diles con toda claridad: Sus cargos no son ni mucho menos de un rango más alto que los de mi Reino. Pero cada función que es contraria a la mía, dentro de poco la voy a destruir, y ¡ay de sus siervos!

Porque Yo soy el Supremo; mi Ley es eterna como Yo y seguirá siéndolo como Yo. La polilla que quiere carcomer mi Ley y que de sus excrementos quiere preparar leyes de las suyas para acabar con la Mía, será aplastada por ella con todo su peso y su rigidez, y será destruida como si nunca hubiera existido.

Cada uno de los que pecan contra mi Ley puede encontrar perdón –– si reconoce su falta, se arrepiente de ella y mejora, y si luego se dirige a Mí y permanece en Mí como Yo permanezco en él. Pero el que quiere socavar mi Ley, a este le aplastará y acabará con él para siempre.

Todas las leyes mundanas socavan mi Mandamiento, a no ser que estén legislados en el ámbito de mi Amor por hombres que están penetrados de mi Espíritu. ¡Pero ay de los tiranos y déspotas que reinan para aprovecharse del mismo trono, del poder y de la estima!, porque su medida ya se está colmando, y no falta más que uno solo y experimentarán el poder de los débiles. El suelo es mío y el campo es mío...

Esto os dice el Verdadero, el eterno Dios del Amor y de la Sabiduría, y lo comunica a través de uno al que los sabios del mundo consideran un necio...

Amén. Yo, Jehová. Amén.


Capítulo 3. El Señor como Padre de sus hijos

Así habló el Señor en mi interior para cada uno, verdadera y ciertamente:

1. Yo soy un buen Hospedero... No se pierde ni una sola miga... Quien invierte su capital en Mí, a él le producirá grandes intereses, porque figurará registrado en mi Corazón y los intereses crecerán eternamente. Mira arriba, necio, ¡mira el cielo estrellado! ¿Quién, jamás, contó los Soles cuyo número no tiene fin –– y las Tierras, todas, que he creado y colocado alrededor de ellos?

Y Yo, que soy verídico en cada una de mis palabras, te digo: Por un céntimo de tu capital doy una Tierra, y por un trago de agua fresca un Sol... En verdad, te digo: ¡El menor servicio del amor al prójimo prestado tendrá su recompensa inimaginable!

2. Me preguntas si en todas partes hay hombres como en la Tierra que tú habitas, y te digo que sí... En todas partes hay hombres que surgen de mis entrañas y que me reconocen conforme a la naturaleza de mis entrañas... Están los que surgen de mis manos me reconocen en mis manos, y los que surgen de mis pies me reconocen conforme a mis pies... Los que surgen de mi cabeza me reconocen conforme a mi cabeza, y los que surgen de mis cabellos me reconocen conforme a mis cabellos... Los que surgen de mi región lumbar me reconocen conforme a ésta... En resumidas cuentas, todos me reconocen conforme a la parte Mía de la cual surgen. Y su vida y su bienaventuranza corresponden a la parte de la cual surgieron... Todos son mis criaturas que amo, porque Yo soy puro Amor y por toda parte soy el Amor mismo.

3. Pero a los hombres de esta Tierra los llamé desde el centro de mi Corazón y los creé perfectamente conforme a mi Imagen, y no quiero solamente que sean mis criaturas sino mis hijos queridos... Los que no sólo me reconocen como Dios y Creador sino como su buen Padre que después de un período de prueba quiere volver a acogerlos, para que allí tengan todo lo que Él mismo tiene y para que vivan eternamente con Él, y junto con Él reinen y juzguen el universo.

Pero ya veis: mientras todas mis criaturas me aman como a su Creador, llenas de gratitud por su existencia, únicamente mis hijos no quieren a su Padre y desprecian su Amor...

4. Te digo que me entristezco al ver como cada hora miles y miles se mustian y mueren... ¡Si tan sólo les pudiera ayudar! ¿No es una pena si el Todopoderoso no puede ayudar?

5. Y de nuevo me preguntas cómo es esto posible... Te digo que así es, porque todas mis criaturas están sujetas a mi Poder, mientras que mis hijos están sujetos a mi Amor... Mi Poder ordena y sanciona, pero mi Amor no hace sino desear e incitar a los hijos libres con toda dulzura; pero los hijos libres se tapan los oídos y no quieren ver el semblante de su Padre.

Si ellos que son tan libres como Yo no quieren, entonces no les puedo ayudar... Mi Poder está sobre todo; pero mi Voluntad está sumisa a mis hijos. Que cada uno sea consciente: Yo soy vuestro Padre, pero también soy vuestro Dios y fuera de Mí no hay otro... ¿Cómo me queréis, como Padre o como Dios? Vuestros hechos me darán la respuesta decisiva...

6. Por esto recordad: El Amor no mora sino en el Padre y se llama el Hijo. El que desprecia al Amor recae a la poderosa Divinidad y perderá su libertad para siempre, con lo que le tocará la muerte eterna; porque la Divinidad reside también en el infierno, pero el Padre mora únicamente en el Cielo...

Dios juzga todo conforme a su Poder; pero la Gracia y la Vida eterna residen únicamente en el Padre y se llaman el Hijo. La Divinidad mata todo; pero el Hijo o el Amor en Mí tiene Vida, da Vida y vivifica...

7. Todo esto dice el buen Hospedero y Padre prudente a todos sus hijos para que se mejoren, para que un buen día puedan tomar posesión de la herencia que Yo desde la eternidad les he preparado y guardado tan fielmente.

8. A tus amigos y hermanos, diles con todo amor: Yo, su Padre amoroso, ya tengo los brazos abiertos para ir al encuentro de ellos y estrecharlos a todos contra mi pecho, eternamente. Que ya no se aparten de Mí, sino que continuamente miren mi semblante, y mi mirada les comunicará cuánto los amo y las buenas intenciones que tengo con ellos.

9. Diles: He apartado sus pecados de mi vista y a ellos mismos los he lavado dejándolos blancos como la nieve, de modo que ya no hay obstáculo alguno. Ya no quiero ser un Padre invisible para ellos sino que quiero que me vean siempre, que bromeen conmigo y que estén contentos. Y que ahora todas sus preocupaciones me las carguen a Mí.

10. En adelante, ¡con qué suma alegría me preocuparé de ellos! ¡Qué significan todas las alegrías y delicias de mis Cielos para Mí ante las de ser amado por mis queridos hijos como el único y verdadero Padre!

11. Mira, os doy todas las bienaventuranzas a cambio de esta única que me he reservado para Mí. Por esto mis hijos deberían llamarme únicamente a Mí su Padre, pues, lo soy con todo derecho. Y nadie me puede disputar este derecho porque Yo soy el Único y fuera de Mí no hay otro...

12. Voy a nombrarte a todos tus amigos y hermanos: Son I1, P, R1, T, E, A, V, A, S, P... Que todos reciban mi saludo paternal. Y si quieren, hoy mismo les serán abiertas las puertas de los Cielos que son los ojos de su espíritu, y aún hoy habitaré en sus corazones. Pero aun así, que todavía continúen lavando su carne en la fuente del agua viva... que tomen una vara medio blanca y medio negra... que la rompan por el medio y tiren la parte negra a los pies del mundo... y que guarden la parte blanca como señal de que han cortado con su carne y con el mundo, de una vez para siempre...

13. Esto significa que deberían hacer introspección concienzuda y, en su corazón, descubrirme los defectos que han encontrado. Yo haré limpieza en sus corazones y los llenaré con el fuego de mi Amor divino paternal. Así purificados, que se presenten al cura y se confiesen; y vendré Yo para tomar con ellos la cena en el altar.

14. ¡Diles aún que de ninguna manera se escandalicen con la Iglesia! Porque cada alimento que Yo recomiendo, para todo aquel que lo quiere tomar en el espíritu y en la Verdad, se lo purifico, de modo que puede fortificarse con él sin temer nada. Todo lo que Yo doy a mis hijos es puro; y para quienes lo he bendecido, su forma exterior no lo profana.

Voy a bendecir el templo en que se encuentren y el lugar será santo, porque Yo, su Padre santo, estaré en su medio, vayan a donde vayan, y nadie les tocará un pelo.

15. Y diles con toda claridad: Mi Amor los está esperando. Y no cerraré mis brazos ya abiertos antes de que los pueda estrechar a todos contra mi pecho. Entonces verán a su Padre santo cara a cara y sus delicias no tendrán fin. ¡Amén!

16. A todos que me buscan, diles que siempre estoy en casa, que nunca salgo y que para encontrarme no he determinado un horario de atención como los reyes y los grandes del mundo.

No sólo los domingos y días festivos, sino en cada momento un corazón amoroso es bienvenido... Incluso por la noche nunca he echado el cerrojo. De modo que en cualquier momento que llaméis, responderé: ¡Adelante!...

17. Les puedes decir francamente si alguna vez te he obligado a cierta hora a que hagas algo... ¿No dependía siempre de tu propia voluntad cuando te dirigiste a Mí para preguntarme algo? ¿Acaso alguna vez no te he respondido?

Me preguntaste desde el infierno y te respondí, y también cuando me hablaste desde la Tierra te respondí. Y también en los Cielos hablé contigo. Día y noche mi oído te oye. Lo que aquí estás escribiendo, lo escribes conforme a tu tiempo y disposición; a Mí todo me va bien mientras tú quieras y cuando quieras. Por esto diles claramente: A Mí me da igual cuándo uno viene, ¡siempre será aceptado y escuchado!

18. Diles que no se burlen de Mí sino que me tomen en serio... Diles que no voy de broma... Yo tomo a todos en serio –– a grandes y pequeños, jóvenes y viejos, hombres y mujeres; ahí no existen excepciones...

19. Porque mira: A las criaturas que no sirven las destruyo inmediatamente para siempre; pero para mis hijos también tengo castigos en cantidad, y a los desobedientes los castigo hasta la última gota de su sangre... Aunque no quieran reconocerme como Padre lleno de Amor, así por lo menos les quedará claro Quién es el Amo en la casa.

20. Pero ¡ay de aquellos que interpretan mal mis castigos paternales!, ¡ay de ellos! Porque el Padre los expulsará, entregándolos a la Divinidad eternamente implacable. Esto te lo digo a ti, siervo malo y perezoso... Amén. Yo, Jehová. Amén.


Capítulo 4. La verdadera Iglesia

Así habló el Señor en mi interior para cada uno, verdadera y ciertamente:

1. Mi Gracia es un tesoro incalculable, y a quién le es dispensada, él jamás ya tendrá escasez en lo que sea, temporal y eternamente. Por esto, que cada uno procure ganársela lo antes posible, porque la concedo a todo el que la quiera tener.

2. Mira, si buscáis la remisión de vuestros pecados, estos os serán perdonados, si realmente hacéis penitencia a través de Jesucristo que es mi Palabra viva y el Amor en Mí; y las puertas del Cielo os serán abiertas si tan sólo queréis entrar y ver el semblante de vuestro Padre santo que soy Yo, Jehová, el Dios eterno.

3. Esto lo podéis hacer mediante la Palabra viva que es Jesucristo o el Amor y la Sabiduría eternos en Mí, Fuente de todo lo Bueno y Verdadero. El Amor se os da desde el principio, porque es la misma Vida en vosotros, tal como el Poder es la vida en mis criaturas. El Poder también surge de mi Amor, pero no es mi Amor mismo, porque en el Poder no existe libertad sino únicamente el efecto que produce el Amor –– un efecto que como tal carece de vida...

Por esta razón todo lo que surge del Poder es materia muerta cuya vida no es sino aparente –– con lo que en realidad ya es la muerte en sí...

4. Por esto, si alguien se apega al mundo material, el poder de la muerte lo aplastará, y como consecuencia le tocará la integración en la materia o la muerte.

5. Pero aquel que dirige su amor hacia Mí, él vuelve a reunir su amor con el Amor, es decir, con la Vida de toda vida que le vivificará del todo.

6. Pero ahora te digo: El Amor como tal es ciego y carece de luz propia; razón por la cual está expuesto al gran peligro de perderse y de perecer.

7. Por esta razón a todo amor dirigido a Mí, conforme a sus dimensiones, le añado una parte adecuada de Luz –– un regalo que se llama Gracia, mediante la cual Yo mismo fluyo en cada hombre conforme a la dimensión de su amor...

8. Aquel que íntimamente vivifica mi Ley ––lo que es la suma expresión del Amor–– sobre él se derramarán corrientes de Luz, y su visión penetrará la Tierra y llegará a las profundidades de los Cielos.

9. Díselo a todos, aunque sean católicos, protestantes, judíos, turcos, budistas o paganos ciegos: En la Tierra no hay sino una sola verdadera Iglesia: El amor a Mí en mi Hijo que es el Espíritu santo en vosotros que se os comunica por mi Palabra viva... Y esta Palabra es el Hijo, y el Hijo es mi Amor que está en Mí y Yo le penetro del todo, porque somos Uno... De modo que estoy en vosotros... Y vuestra alma cuyo corazón es mi morada es la única verdadera Iglesia en la Tierra. Únicamente en ella está la Vida eterna, porque es la única verdadera dispensadora de bienaventuranza...

10. Porque mira, ¡Yo soy el Señor sobre todo lo que existe! Yo soy Dios, el Eterno y el Poderoso, y como tal también soy vuestro Padre santo, lleno de Amor. Todo esto lo soy en la Palabra... La Palabra está en el Hijo, y el Hijo está en el Amor... El Amor está en la Ley, y la Ley os ha sido dada...

Si la tenéis en cuenta y actuáis conforme a ella, entonces ya la habéis asimilado. Y sólo entonces vuestro interior se vuelve vivo, os alza y os libera, con lo que ya no estaréis debajo la Ley sino encima de ella –– en la Gracia y en la Luz que son mi Sabiduría.

11. He aquí la bienaventuranza, o sea, el Reino de Dios en vosotros, o sea, la única Iglesia dispensadora de bienaventuranza en la Tierra fuera de la cual no existe la Vida eterna.

12. ¿No os imaginaréis, acaso, que Yo habito entre muros, entre ceremonias, entre oraciones o veneración? –– ¡Nada de eso! –– Yo no me encuentro sino allí donde está el amor, porque Yo soy el Amor mismo y la Vida misma. Yo os doy Amor y Vida y me junto únicamente con el amor y la vida, pero nunca con la materia o la muerte...

13. Por esto superé la muerte e hice que la Divinidad me estuviera sometida, para Yo tener el Poder sobre todo lo que existe y para que mi Amor reine eternamente y vivifique a todo aquel que le es súbdito.

14. Ante el hecho que Yo soy la Vida misma, ¿cómo vais a imaginaros que Yo os iba a esperar en el ámbito de la muerte? Por esto, ante todo, dirigíos a la verdadera Iglesia en la que mora la Vida –– y sólo después a la muerta ¡para que también ésta, por vosotros, se vuelva viva del todo!


Capítulo 5. El secreto de la Creación

1. Quien tiene oídos que oiga, y quien tiene ojos que vea; voy a descubriros un gran secreto para que veáis cómo vuestro Padre santo tan lleno de Amor se os manifiesta fraternalmente. Porque los hijos tienen que estar al corriente del gran Gobierno de su Padre desde la eternidad.

2. Desde la eternidad, la Divinidad fue la Fuerza que penetra las infinitudes de toda infinitud, con lo que era, es y siempre será la Infinitud misma. En el centro de su profundidad, desde la eternidad, fui Yo el Amor y la Vida misma en ella. Pero fíjate: Estuve ciego como un embrión en el seno de su madre...

Pero la Divinidad se complació en su Amor y se arrimó cada vez más a él... A eso el Amor ahí en el centro se calentó más y más... y hubo cantidades y más cantidades de la Divinidad que allí acudieron, y todos los Poderes y Fuerzas se lanzaron a la Divinidad.

3. Se levantó un gran bramido y el Amor fue inquietado y empujado por todos lados, de modo que el Amor temblaba hasta en su interior más íntimo. El Amor estaba consciente de ello y el bramido se volvió sonido. Y en el Amor el sonido se volvió Palabra, y la Palabra dijo: “¡Hágase la Luz!”. A eso en el Corazón ardió la llama del Amor encendido, y hubo Luz en todos los espacios de la infinitud.

4. Y Dios vio en Sí la gran Magnificencia de su Amor, y el Amor fue fortificado con la Fuerza de la Divinidad... De esta manera la Divinidad se unió con el Amor eternamente, y la Luz surgió del Calor.

5. Y mira: El Amor vio todas las Magnificencias en la Divinidad (cuyo número no tiene fin) y la Divinidad vio que todo esto le llegó del Amor. Y el Amor vio sus propios Pensamientos en la Divinidad, lo que le causó una gran alegría. Entonces el Amor se encendió de nuevo y las Fuerzas de la Divinidad lo rodearon bramando. Y mira: Incluso los mismos Pensamientos del Amor fueron Amor –– y hubo un sinnúmero de ellos...

6. La Divinidad vio su Magnificencia, y el Amor sintió su Poder. Y el Amor dijo a la Divinidad: “¡Consolidemos los Pensamientos acerca de la Magnificencia y proyectémolos fuera de nosotros para que se vuelvan libres y para que nos puedan percibir y ver como nosotros los vemos y percibimos, y como los vimos y percibimos aún antes de que la Luz iluminara sus formas!”.

7. La Palabra se transmitió a la Divinidad, y la Divinidad se volvió puro Amor. Y mira: La Divinidad pronunció su primer “¡Hágase!”... Y se creó un gran ejército de Espíritus afuera de Dios –– un número sin fin... y el Amor se vio infinitamente multiplicado y vio su hermosura infinita.

8. Pero todos estos seres aún no tenían vida, ni percepción ni visión, porque no fueron sino formas concebidas en la Divinidad, todavía fuera del Amor.

9. Esto al Amor le dio pena y se conmovió... y esta Conmoción ascendió a la Divinidad, y la Divinidad entregó sus prisioneros al Amor; y el Amor penetró todo. Y mira: Las formas se animaron y se llenaron de admiración, y se calentaron en las corrientes llameantes del Amor divino, con lo que obtuvieron un dinamismo propio. Pero aún no se reconocieron...

10. Y otra vez el Amor dijo: “¡Hagamos que se vuelvan conscientes, para que entonces me reconozcan a Mí y a través de Mí también a Ti!”.

11. Entonces la Palabra remontó hacia la Divinidad, resonando en ella. La Palabra se volvió Ley, y la Ley fue el Amor y los penetró a todos.

12. Y ves, así se formaron los tres, y de estos surgieron siete. Los tres correspondían al Amor, a la Luz y a la Divinidad; y los siete correspondían a los siete Espíritus de Dios que eran, son y siempre serán los siguientes:

  1. Amad al Amor.

  2. Temed a la Divinidad que mata –– para que no se apodere de vosotros.

  3. El Amor en vosotros es santo. Por esto respetaos mútuamente, como también el Amor en la Divinidad os respeta y se alegra.

  4. Cada uno es propietario de sí mismo y es propiedad del Amor de Dios; por eso, que nadie se vuelva presa del otro.

  5. Que nadie cubra su semblante ante el otro con la intención que este no sepa cómo es el Amor... porque debéis ser como el Amor que os dio la existencia.

  6. Que vuestro interior sea a la vez vuestro exterior, para que no se os introduzcan conceptos que puedan causar vuestra perdición.

  7. Vuestro exterior debe ser el retrato fiel de vuestro espejo interior en el que se contempla el Amor de la Divinidad. De lo contrario el espejo interior se estropeará y vuestro aspecto se volverá horrible...

13. Y en los espacios infinitos, con voz de trueno, la Divinidad amenazó a los infractores con un juicio horrendo, exigiéndoles la adoración de Dios en sumo temor, y les fue dada la Ley de amar al Amor. Y fueron proyectados en un ámbito de plena libertad donde podrían hacer lo que quisieran sin que nada los inoportunara hasta que, dentro de su libertad y humildad, ellos mismos se reconocieran, para que la Ley se volviera un concepto de ellos y de esta manera fueran perfectamente libres.

14. Autónomos, estaban conscientes de su gran Poder y de su Magnificencia y Majestad que resplandecía sobre todo. El mayor de los tres, par a la Luz de la Divinidad, se encendió en su avidez de apoderarse del todo lo de la Divinidad, y también se encendieron una gran parte de los Espíritus que habían surgido de él. La Divinidad, en su ira, se encendió igual que los otros dos de los tres Espíritus y arrojó a la cuadrilla malvada a la profundidad más profunda de su indignación.

15. Y los dos, (más aquellos que habían surgido de ellos) y los siete que permanecieron justos, fueron encontrados en la fidelidad de su humildad, y fueron recibidos en los ámbitos del Poder de Dios. El Amor comprobó que estaban puros y se alegró de la pureza de ellos.

Y ve: La Fuerza de la Divinidad en el Amor ascendió; la Divinidad se movió y los creados percibieron el movimiento de la Divinidad. La Divinidad se dirigió a su Amor y a los creados se les abrió la visión, con lo que por primera vez vieron al eterno Amor.

16. Los incontables ejércitos se maravillaron y hubo gran júbilo y alegría entre ellos, porque vieron el Poder de Dios en el Amor y vieron el Amor en sí mismos, y vieron también la Fuerza que les había dado su existencia; con lo que reconocieron a Dios, al Amor y a sí mismos.

17. Entonces la Divinidad se movió, y los creados la temieron. Y el Amor vio su temor y lo justificó. El temor se volvió obediencia y la obediencia era su humildad. El Amor se volvió Ley y la Ley se volvió su eterna libertad. Y en la libertad hubo Vida y la Vida fue su Bienaventuranza, eternamente.

18. El eterno Amor les habló, y ellos comprendieron la Palabra. Se les soltó la lengua y la primera palabra que les salió fue Amor. Y a la Divinidad le complació el tono de su hablar y estaba conmovida por el Amor. La conmoción tomó forma en los creados; la forma se volvió sonido y el sonido se volvió la segunda Palabra: Dios.

19. Sólo entonces los creados estuvieron perfeccionados. Y el Amor les habló: “El primero de entre vosotros cayó en la perdición; por esto Yo me presento en el lugar de él y permaneceré eternamente entre vosotros”.

20. De nuevo se les soltó la lengua, doblaron las rodillas y adoraron al Amor.

21. Ahora observa lo que hizo el Amor, y lo que hicieron Dios en el Amor y el Amor en Dios: Todos los que habían caído en la perdición apenaron al Amor; pero la Divinidad se excitó en su ira y en todos los espacios de la infinitud de Dios se produjo un estruendo que llegó hasta al interior más profundo del eterno Amor, y únicamente el Amor lo comprendió. Y el trueno dentro del Amor se volvió Palabra y dijo: “¡Todo el Poder te sea sumiso a Ti, de modo que haz conforme desees! Pronuncia el ‘¡Hágase!’ y se hará...”.

22. El Amor estaba conmovido hasta en su interior más profundo, y se formó la primera lágrima en el Ojo del eterno Amor –– una lágrima que emanó del Corazón de la Divinidad y que se llama, se llamó y siempre se llamará Misericordia...

23. Esta lágrima se volvió un enorme mar, y este mar se derramó en todos los espacios de la infinitud; y se derramó en las profundidades de la ira de la Divinidad y apaciguó el fuego de la ira de Dios.

24. Y ve: El Espíritu de Dios, pese a su gran Fuerza, flotó suavemente sobre las Aguas de la Misericordia, y estas se separaron. Y Dios habló llevado por su Amor... Su Amor fue la Palabra... Y la Palabra descendió a las profundidades donde flotó sobre las aguas.

Estas aguas fueron esparcidas en todos los espacios de la infinitud, como gotas de rocío, grandes y pequeñas, y repartidas entre los perdidos conforme a su número sin fin.

25. Y ve: La última gota que quedó y que era la más interior de todas las aguas fue la Misericordia más profunda, destinada a ser el centro del escenario de la Obra más sublime de todas obras del eterno Amor.

26. De esta última gota fue creada la Tierra que tú habitas, y de las demás gotas han sido creado Soles, Tierras y Lunas en un número sin fin. Ya ves: Así surgió el cielo visible con todas sus estrellas, el Sol, la Luna y la Tierra como tú los ves.

27. ¡Ahora alza tu vista y percibirás los milagros del eterno Amor! Siempre ves el brillo del Sol, la luz de la Luna y el resplandor de las estrellas en sus muchas constelaciones. También ves las muy diversas formaciones en los tres reinos de la naturaleza de la Tierra; sólo que hasta ahora nadie ha averiguado ni comprendido qué es y de dónde viene el brillo del Sol. Nadie sabe de dónde viene la luz de todos los astros y cómo se explican sus distintas posiciones y fases.

28. Ves, mis hijos tienen que estar iniciados en todas las bonitas cosas que su Padre santo tiene para regalar a todos aquellos que le reconocen y que le aman sobre todo, y que por amor a su Padre también se aman mútuamente.

29. Ahora ve: Cuando tras el Poder del Amor misericordioso del eterno Dios infinito todos los Soles con sus Tierras obtuvieron su existencia, entonces aún no tenían su luz y su brillo, porque todavía reinaba la noche profunda en los astros surgidos.

Pero el eterno Amor colocó una pequeña Chispa de su Gracia en el centro de los Soles y, más rápido que el rayo, esta Chispa hizo que todas esas masas oscuras brillasen y dieran luz a las Tierras, como aún actualmente lo hacen y seguirán haciéndolo, mientras la Chispa de la Gracia no les sea quitada.

30. Y ves, así las Tierras y Lunas obtuvieron su brillo y fueron repartidos entre los Soles en cantidad justa. Tras la Fuerza y el Poder de la Divinidad, el Amor les echó un vaho, y la luz en los Soles empezó a vibrar, los mares en las Tierras empezaron a ondular vehemente y los aires y vientos soplaron sobre los campos de las Tierras igual que el Espíritu de Dios sobre las aguas de la Misericordia.

Las Lunas se alzaron encima de las Tierras a las cuales fueron dadas como un fruto al árbol y, como acompañantes continuos, empezaron a girar alrededor de las Tierras en órbitas muy amplias. Y donde había muchas Lunas, todas estas fueron ordenadas en órbitas fijas, como señal del amor de los hijos que miran fijamente el semblante de su Padre –– como las Lunas a sus Tierras, para que a causa de su consistencia muy delicada no sean desviadas de su órbita, lo que sería su destrucción...

31. Te digo que las Lunas no son sólidas sino son de materia muy suelta (parecida a la espuma de vuestros mares cuando está seca) y están peladas y no tienen agua. La finalidad de las Lunas es la de dar acogida a los espíritus de la materia (los que tienen una orientación totalmente material) y de poner a prueba su consistencia, y para prepararlos para el recibimiento de la Gracia.

32. En la solidez de las Tierras se manifiesta la parte moderada de la ira de la Divinidad –– moderada por la Misericordia; es necesaria para mantener férreamente encerrados a los espíritus errantes hasta cuando llegue la hora cuando, uno por uno, pueden ser trasladados a una materia más fina pero todavía suficientemente sólida para ellos. De allí, en su momento oportuno, los liberará el eterno Amor...

Que sepas que los mares están repletos de ellos... para que allí se humillen... y el aire está repleto de ellos... para que se purifiquen...

En todas partes el eterno Amor se manifiesta por la forma; pero la ira de la Divinidad moderada se encuentra únicamente en la Tierra... Aunque en la Tierra esté amortiguada, no es ni mucho menos extinguida...

33. Recuérdalo sobre todo: En el centro del Sol mora la Chispa de la Gracia que, tras el fuego de la ira de la Divinidad, da al mundo la Luz. Pero en el centro de la Tierra se encuentra una Chispa de la ira de Dios que, parecido a un dragón ignívomo, mantiene a las cuadrillas malvadas como petrificadas –– en piedras que únicamente pueden ser ablandecidas por el agua de la Misericordia... cuando en el plan de una segunda prueba de libertad para alcanzar la Vida eterna un alma sea encarnada en la Tierra...

Ahora percibe el secreto de tu naturaleza y asómbrate del gran Amor de los Poderes eternos: ¡Cuántas veces ya el Amor hizo que nacieras de nuevo para recuperarte para la Vida eterna, para la libertad, la Ley, el Amor y la Luz, y para que puedas volver a ver el semblante del Amor! Ves, ¡ya estuviste perdido!

Ves, todo esto te lo quiero revelar y con tu ayuda también a muchos otros para que, de una vez, reconozcáis la suma Bondad del Amor que a vosotros, que sois unos desobedientes, continuamente os colma de tantos bienes... ¡Y lo que el Amor tiene que aguantar de vosotros!...

34. De modo que así, por medio de un hálito del Amor, fue determinado el movimiento de las Tierras alrededor de sus Soles, en señal de que los hijos organicen sus actividades conforme el movimiento de las Tierras alrededor de sus Soles y de las Lunas alrededor de sus Tierras... y que los débiles sean como las Lunas, los fuertes como la Tierra, y los renacidos como el Sol.

Que los débiles vean la Fuerza del Amor que nunca los abandonará si, igual que las Lunas, constantemente se orientan hacia el semblante del Amor y lo circundan en sus pequeños círculos –– y además de estos pequeños círculos, simultáneamente, la Fuerza del Amor también los lleva por el gran trayecto que la Tierra describe alrededor del Sol...

Que los fuertes sean como la Tierra que, tras su propia rotación, continuamente se mantiene preparada para la recepción de la Luz y del Calor irradiados por la Gracia del Amor que ilumina y calienta por la Fuerza inherente del Amor... para que la Luz y el Calor produzcan toda clase de frutos de las obras del Amor, y los débiles puedan saciarse con ellos...

Y que los renacidos de las aguas del Amor misericordioso que están en la Gracia perfecta sean como el Sol, y que su luz brille por todas partes y su calor reanime a los débiles y anime a los fuertes para que estos alimenten a los débiles, y formen una comunidad entre los hijos del mismo Padre.

35. Para que veas aún mejor por qué he preparado todo de esta manera...

Observa: La Luna tiene muchas manchas oscuras, y la Tierra tiene polos fríos pero fijos; tiene montañas altas y valles profundos, tiene fuentes, ríos y mares pequeños y grandes. También el Sol tiene manchas, pequeñas y grandes. Y mira, todo esto son efectos surtidos por el Amor y la Gracia, o sea, del Calor y de la Luz correspondientes –– todo son manifestaciones del eterno Amor y del Poder de la Divinidad.

Por esto compara a los débiles con la Luna: ¡cómo se parecen! Y la naturaleza de la Luna te será manifiesta... Ahora observa a los fuertes en todo lo que hacen, y verás la Tierra manifiesta delante de ti... Desde un polo al otro tiene que haber un sosiego preciso del espíritu dentro del amor al Amor, para que todo lo que envuelve al espíritu pueda actuar dentro de un orden preciso y de esta manera ser activo para el objetivo común: la conservación eterna.

Porque ves, todo depende del sosiego; y sin él no se consigue nada. Y quien no es como los polos de la Tierra, él no penetra su interior profundo como la línea recta entre los polos penetra el centro de la Tierra. Y vuestro amor tiene que ser frío como el hielo de los polos, para que seáis aptos para absorber todo el Calor del Amor divino. Porque mira, todo lo que es caliente no se presta bien para recibir el Calor; pero aquello que dentro de su sosiego está frío, es capaz de admitir el Calor y conducirlo a todas partes del ámbito de la Vida.

Pero aquel que recibe el Calor que es el Amor de Dios y lo acumula, él es un avaro y se disolverá como el hielo cerca del fuego. Sólo aquel que recibe el Calor como los polos y lo conduce inmediatamente a todos los que estén en su ámbito cercano y lejano, con él el Amor divino está en buen lugar y corresponde perfectamente a la Voluntad del gran y santo Dador.

Este amor producirá mucho fruto y se alzará a la Luz de la Gracia, y divisará continuamente las profundidades insondables de la Divinidad –– igual que los polos de la Tierra que continuamente miran hacia los espacios infinitos de las Creaciones del Amor de Dios, y que con su visión sutil absorben ansiosamente las radiaciones suaves de los espacios en los que hay una infinitud de seres de la Misericordia que en ellos toman su curso, cada uno conforme a su especie... Los polos que en su amor para con Amor absorben estas radiaciones, se encienden por encanto y delicias y producen luz, semejante a un Sol y a la aurora boreal.

37. Por esto, aquel que siempre se mantiene dentro del justo medio del amor al conocimiento, él se encenderá por amor a Dios como el ecuador de la Tierra, y sus ojos relumbrarán por la comprensión como los polos; sus brazos estarán continuamente en función como las fuentes y los ríos, y sus actividades tomarán rumbo a los mares de la Misericordia divina que están condimentados con la Gracia y los conocimientos del eterno Amor y de la Vida eterna.

38. He aquí la llave para examinar la Tierra que os porta...


Capítulo 6. La correspondencia de las estrellas

1. Ahora alza tu vista desde la Tierra hacia el Sol, ¡que es un fiel retrato de los renacidos!...

Si te fijas bien, verás que de vez en cuando se presentan manchas en su cinturón. “Conforme a la naturaleza”, decís, “se trata de erupciones desde su interior, parecidas a las de los volcanes en nuestra Tierra”.

Os digo que son arrebatos de ira de la Divinidad y pequeñas manifestaciones de su gran Poder destructor que en el ámbito de la naturaleza de la Tierra frecuentemente se muestran en forma de temporales. Pero en el Sol, en estas ocasiones, el Amor se vuelve tanto más activo y apacigua todo con mareas vivas del mar ilimitado de su Gracia misericordiosa.

Y ves, todo vuelve a entrar en su mejor Orden. Porque fuera de este Orden dentro del cual fue hecho todo lo que existe y en el que Yo desde eternidades soy el eterno Amor mismo, nada puede existir ni originarse. El que hace mal uso de su libertad y viola este Orden, él actúa en contra del Amor y de la Vida y perecerá eternamente.

2. Ahora acabas de ver el Sol y de enterarte de su naturaleza –– una naturaleza que es simple y que tiene que ser así, para poder conservarse para la finalidad para la cual el Orden del Amor la ha previsto.

3. Ahora dirige tu visión hacia el renacimiento del espíritu... al pueblo de Dios, a la Ley del Amor, y a la Vida en toda libertad en la Luz de la Gracia que emana de las aguas de la Misericordia –– y el Sol se descubre ante tu vista, sin que nada te quede oculto...

4. También el Sol tiene sus polos, desde los cuales toda su luz y su calor (que emanan del centro del sosiego de la Gracia) se derraman sobre toda su superficie; y si sus polos no se encontraran en ese sosiego, entonces el Sol no tendría luz... Porque mira: El sosiego es un parámetro imprescindible para la absorción de la luz y del calor, y tiene que ser igual que el sosiego del Amor en Dios, porque únicamente en el sosiego mora la receptividad para la Vida y la Luz.

5. Cuando el cielo está sereno, también el suelo lo agradece; pero cuando empiezan fuertes vientos, pronto también se presentarán nubarrones y empezará a oscurecer.

6. Vuestras avideces son como los vientos violentos que os colman de toda clase de preocupaciones que en vosotros cortan el flujo de la Luz de la Gracia, al igual que el viento que empuja las nubes que cortan a los rayos de la luz el paso a la tierra.

7. Por esto os digo que no os preocupéis, sino cargadme de todas vuestras preocupaciones a Mí, para que permanezcáis en sosiego y Yo pueda continuamente fluir en vosotros.

8. Para que ningún lado de la Tierra quede sin luz, ella está continuamente en rotación alrededor de su eje, pero sus polos se encuentran en absoluto sosiego. Todo esto es conforme a mi Orden y es realizado por el Poder de mi Amor...

De la misma manera también todas vuestras acciones deben surgir de mi Amor que, ya desde el principio, está en vosotros y que, conforme a vuestra facultad de percepción, también os llega por la Palabra del eterno Amor de la Ley de la Gracia y de la Misericordia.

Al igual que la noche da alivio a la misma Tierra, el Amor os aliviará a vosotros... e igual que la Tierra es iluminada por la luz del día, vosotros seréis iluminados por la Luz del Sol de la Gracia.

9. Debéis ser como el invierno que dentro de su sosiego es frío... pero precisamente por ello tiene la mayor receptividad para el calor hasta en las entrañas más profundas de la Tierra. Y allí donde ha llegado el invierno, pronto también llegará la primavera que se parece a los primeros indicios del amor en vosotros... Y llegará el verano con su máxima actividad vital del amor que, por la Gracia, se volvió fuerte en vosotros... Y llegará el otoño con los frutos de las obras del amor y de la Gracia. Y en la Gracia entraréis como renacidos en la Vida del Sol donde veréis el semblante de vuestro Padre santo... y donde mediante la gran Fuerza de la Gracia, del Amor y de la Misericordia de Él alumbrar todo el mundo, parecido al Sol...

10. Pero aquel que no es como la Luna ni como la Tierra, tampoco puede volverse como el Sol, sino más bien sólo como un cometa que no tiene consistencia: toda su composición no es sino algo robado de las emanaciones de la Gracia de los Soles, su trayecto es desordenado como los caminos de los ladrones y, por el miedo de la Luz, es empujado de un universo a otro... No encontrará sosiego alguno, pero la Luz le perseguirá en todos sus caminos, iluminando su nulidad.

11. Finalmente le tocará la suerte de las estrellas fugaces que, expulsadas de la Gracia por su nulidad, serán destruidas por el robo de la Gracia: la misma Luz robada las aniquilará... Con lo que dejarán de existir, igual que los frutos de los árboles que surgieron demasiado pronto ante la luz, antes de que el Amor los hubiera consolidado... Porque por la falta de una relación suficientemente intensa con el Amor, se volverán cada vez más flojos y caerán del árbol al suelo, aplastados.

12. De modo que ahí tienes a los Soles, las Tierras, las Lunas, los cometas y las estrellas fugaces conforme a su importancia.

13. El Espíritu del Amor y de la Gracia mora en vosotros y en toda verdadera Sabiduría. Quien lo percibe averiguará todo hasta en las profundidades más profundas... examinará a los muertos y ellos le contestarán... descubrirá el interior de los vivos y su Amor y su Luz le encantarán... pondrá su oído en el suelo y la hierba le descubrirá los secretos del Amor, y la tierra le descubrirá sus profundidades... las montañas escucharán su voz, y el tono de su plática penetrará en las entrañas de la Tierra... y cuando él vea la mar, los rayos de su visión alumbrarán todas sus gotas y penetrarán en cada grano de arena... y las espiritualidades todavía presas en la materia, acudirán a la luz de sus ojos, igual que los peces y los gusanos del mar lo hacen cuando en la noche hay una antorcha encendida sobre la superficie... Así se dejarán pescar para ser liberados de su cautividad de la noche eterna, reconocerán el Amor y apagarán su sed con las aguas de la Misericordia.

14. Y ves, todo esto y mucho más os enseñará mi Espíritu –– si percibís su voz... Pero su voz no es alta sino muy baja... Y precisamente por ello penetra en todo como el Calor del Amor y la Luz de la Gracia y como la Fuerza del Amor misericordioso de vuestro Padre santo.


Capítulo 7. Los tiempos primarios de la Tierra y de la Luna.

La Creación de Adán y Eva

1. Mira, os voy a mostrar toda la Creación orgánica desde lo primero hasta lo último y desde lo menor hasta lo mayor, tal como lo hice mediante mi Amor, mi Sabiduría, y mi eterno Orden que reina en los dos y que es la Palabra del eterno Poder y de la eterna Fuerza en la profundidad de Dios... y en todos los espacios de la infinitud no hay nada, ni pequeño ni grande, que no fuera hecho por ella.

2. Ve y oye: De modo que ya estaban la Tierra, la Luna, el Sol y las estrellas, cuando la Tierra se encontraba todavía desnuda y su superficie era todo mar. Encima del mar había nubes densas que penetraban incluso profundamente en el espacio muerto, con lo que la luz del Sol no podía iluminar la gota de la Misericordia.

La Luna estaba cubierta del vaho de la gota, alimentándose de él. Y sólo en este vaho la Tierra terminó de nacer del todo. Y el Sol, con sus rayos de luz procedentes del Calor del Amor de Dios, estaba encima de los dos como una gallina que incuba a sus polluelos, hizo que la Tierra madurase y separó la Luna del pecho de su madre.

3. Después de eso se abrieron las nubes densas y se retiraron hacia los polos, de modo que el ecuador de la Tierra quedó sereno... y el Sol se vio en las aguas...

Con gratitud la Tierra reflejó la luz recibida en el seno amplio del Sol y vio asombrada cómo la Luna se bañaba en las irradiaciones de la Gracia del eterno Amor del Sol.

4. Y oye lo que te digo: La Tierra estaba a gusto, porque fue colmada del Amor y de la Misericordia, y vio que su querida Luna estaba dando vueltas graciosas alrededor de ella. El Amor, con su hálito de Misericordia, dejó a la Tierra un pecho turgente, como si de nuevo fuera a dar a la recién nacida el pecho repleto de la Leche de la Gracia...

Pero ve, por el Calor del Amor misericordioso la Leche cuajó y se solidificó en forma de tierra firme que sobresalió de las aguas; y los mares se retiraron a las profundidades como el agua que la leche suelta al cuajarse.

5. Entonces hubo sosiego en toda la Tierra y en todos los espacios de la infinitud de Dios. Y el eterno Amor se inclinó por primera vez al ras del suelo de la Tierra y, en su Omnipotencia y Fuerza, sopló su Vaho sobre toda ella –– un Vaho que consistía en una plenitud infinita de pensamientos en formas animadas de toda especie, con el objetivo de la futura Redención de todos los que estaban en la perdición.

6. Y ves, del suelo de la Tierra brotaron hierbas, plantas, zarzas y árboles de toda clase, los mares y ríos se llenaron de peces y otros animales y en el aire hubo una gran cantidad de pájaros de toda clase. Y el número específico de cada especie de la tierra, en el agua o en el aire era igual a aquel del hombre que fue creado a base de este número... y fue igual al número de la Gracia del Amor... y fue igual al número de la futura Redención... e igual al número del renacimiento como consecuencia de esta.

7. Ahora comprende lo que hasta ahora nadie vio ni comprendió:

El eterno Amor tomó el número de su propia identidad, y el número fue el Orden y la eterna Ley dentro del Amor. El Orden siempre fue característica eterna del Amor, lo es y siempre lo será, al basarse sobre todo en el Poder y la Fuerza de la Santidad de Dios.

El Amor tomó arcilla y, con la mano de su Poder y con la de su Fuerza, formó al primer hombre conforme el número de su Orden, y le sopló Vaho vivo... Y este Vaho se volvió un alma viva que llenó al hombre del todo –– un hombre creado conforme al mismo número del Orden con el cual habían sido hechos los espíritus y después los mundos en los espacios... como la Tierra más todo lo que hay en ella, y la Luna y el Sol.

8. Y ve, este primer hombre en la Tierra que fue una obra de las manos del Poder y de la Fuerza del eterno Amor, de la misma boca de la Gracia misericordiosa recibió el nombre de Adán, es decir, “el hijo de la Misericordia y de la Gracia”.

9. Y ahora presta atención: Este Adán ocupó el lugar del primero de los espíritus caídos, sólo que no le estaba dado conocer quién era...

Pero con el tiempo Adán empezó a aburrirse porque no se reconocía a sí mismo ni encontraba nada parecido a él.

10. Entonces, invisible para los ojos de su alma todavía ciegos, el eterno Amor le sopló Vaho y por primera vez se durmió en el ámbito del Amor misericordioso. Y, como si se tratara de un sueño dulce, el Amor misericordioso formó en el corazón de Adán una figura parecida a la de él, de gran garbo y hermosura.

11. Como el eterno Amor vio que Adán sentía una gran alegría en la contemplación interior de su segundo yo, le tocó en aquel lado en que le estaba dado un corazón parecido al Corazón de la Divinidad... un corazón receptivo para el Amor y para la Vida que se origina en el Amor de Dios... y le quitó de esta manera su amor propio, para preparar allí una morada para Sí mismo mediante la futura Ley de la Gracia misericordiosa... Y al amor propio5 en cuya contemplación interior Adán había encontrado tanto placer, lo proyectó fuera de él y lo llamó Eva, cuyo significado es “el inicio de la liberación del amor propio y del renacimiento espiritual que de ella resulta”.

12. Luego el Amor misericordioso le despertó para que contemplara su amor propio fuera de él, y vio que él estaba encantado... Y el amor fuera de él que desde entonces se llamó Eva se deleitó al ver al hombre Adán, se inclinó hacia él y siguió cada uno de sus movimientos.

13. Por primera vez el Amor dijo a Adán: «¡Adán!».

Y él habló por primera vez: «¡Aquí estoy, Señor de la Gloria, del Poder y de la Fuerza!».

14. El eterno Amor continuó: «¡Ve, tu asistenta!».

Y Eva le respondió: «¡Ve, Señor, la criada está a los pies de tu hijo, esperando sus disposiciones!».

15. El Amor misericordioso se complació mucho en las obras de su Poder y Fuerza mediante la Gracia de su Misericordia. Y enseñó a los dos todas las cosas, y cómo tenían que servirse de ellas.

Cuando todo estuvo comprendido, el Amor aún les dijo: «Ahora habéis aprendido todo y podéis hacer uso sabio de ello –– sólo queda un último detalle en el que os voy a introducir ahora mismo y os voy a proporcionar la capacidad para tanto: la procreación de vuestro género... Pero hacer el uso de ello sólo os será permitido después de que Yo haya vuelto y os encuentre vestidos con el vestido de la obediencia, de la humildad, de la fidelidad y de la inocencia justa. Pero ¡ay de vosotros si en este sentido os encuentre desnudos!, ¡porque os expulsaré y la consecuencia será vuestra muerte!».


Capítulo 8. La caída del primer hombre

1. Acto seguido, el eterno Amor cubrió su faz y, conforme el número del Orden, se apartó durante un tiempo definido, ciego desde la profundidad de su Misericordia porque no quería ni debía saber qué iban a hacer los recién creados en el juicio6 de la Divinidad para aprobar la prueba de su libertad en el tiempo limitado de su estancia en la Tierra.

El lugar que les estaba dado para vivir en la tierra firme fue un jardín en un valle, llamado paraíso, el país que más tarde manaba leche y miel... Fue precisamente aquel lugar que en el tiempo de los tiempos de la Obra más sublime del eterno Amor se llamaba y siempre se llamará Belén... Porque se trata exactamente del mismo lugar donde la eterna Palabra encarnada por primera vez iba a ver cómo la Luz de su Gracia desde el Sol, desde la Luna y desde todas las estrellas luce para la gota de la Misericordia.

2. Y ve, en el juicio de la Divinidad que en su ira los puso a prueba, la avidez de Eva7 fue aumentando...

Había en su jardín un árbol con las manzanas más preciosas y Eva tenía muchas ganas de probarlas.

Por esto dijo: «Adán, tengo muchas ganas de probar esta fruta. Si tú quieres, voy a coger una y probarla, y luego te la pasaré a ti como mi primera ofrenda».

3. De momento Adán se calló porque estaba reflexionando sobre las palabras de Eva. Entonces una voz interior que era santa porque venía de la Divinidad que estaba en él le dijo: «¡Si coméis del fruto de este árbol, moriréis!».

Adán estaba tan asustado, que no pudo ni dar una respuesta a su querida Eva.

4. En ella, mientras tanto, la avidez por el fruto aumentó, la atrajo al árbol e hizo que cogiera una manzana. Adán vio que Eva se volvió infiel al corazón de él, se entristeció y le dijo:

5. «Pero Eva, ¿qué estás haciendo? Aún no estamos bendecidos por el Señor del Poder, de la Fuerza y de la Vida... Sabe que tienes el fruto de la muerte en la mano... ¡Tíralo, para que no muramos en la desnudez8 ante el Señor de la Justicia!».

6. Eva se asustó tanto de la seriedad de Adán que, a pesar de toda su avidez, soltó el fruto de la muerte que cayó al suelo.

Adán, viendo que la avidez de Eva se había perdido, tuvo una gran alegría con la liberación de los lazos de la avidez mortal de Eva.

7. Pero la avidez que Eva había rechazado de su corazón también se encontraba ahí en el suelo... y mediante el Poder de la ira condenadora de la Divinidad se volvió una gran serpiente. Esta tomó el fruto de la muerte en sus fauces y subió al árbol, enroscándose en todas las ramas, rodeándole desde la raíz hasta la cima y clavando su vista fija en Eva que la miraba.

Adán observó el comportamiento de Eva, pero aún no vio a la serpiente.

8. Eva se acercó a la serpiente y, estimulada, siguió los movimientos enredadores fascinantes de su cuerpo con los colores irisados de su fría coraza de escamas.

9. Luego la serpiente puso la manzana en el regazo de Eva que mientras tanto se había sentado, volvió a levantar la cabeza y dijo:

10. «Eva, mira aquí tu hija, expulsada por ti, que serpentea en el árbol de tus avideces... ¡No desprecies su fruto que como pequeña dádiva puse en tu regazo, sino goza de él, que es el fruto de tu amor! Disfruta de él tranquilamente, porque no sólo no morirás, sino que te saciarás con el conocimiento de toda clase de vida inherente a Dios –– al que tú temes, a pesar de que es más débil que tú».

Y mira, entonces la lengua de la serpiente se rajó y sus puntas quedaron más agudas que la punta de una flecha.

Luego la serpiente inclinó su cabeza hacia los pechos de Eva a la manera de los pequeños niños cuando quieren dar un beso, sin embargo, clavó sus dos dientes venenosos en ellos... Y a continuación la serpiente, que representaba las avideces de Eva, se presentó en forma de una reproducción de Eva misma...

11. Entonces también Adán se dio cuenta de lo que pasaba allí debajo del árbol, y la segunda Eva le fascinó sobremanera; pero no se enteró de que no era sino la fantasmagoría de una serpiente...

Seguidamente también en él se excitó la avidez –– provocado por la Eva seductora... Buscó el fruto en el regazo de su Eva, se volvió infiel al Amor y se entregó con sensualidad al fruto prohibido en el regazo de ella...

Tras el consumo de este fruto Adán se reconoció a sí mismo como el primero... aquel que en el Reino de la Luz del eterno Amor llegó a la perdición por la gran vanidad de su ciego amor propio... aquel que cayó en el mar de la ira de la Divinidad eternamente implacable.

12. Al reconocerse Adán, y Eva deslumbrada a través de él, subió en él un gran arrepentimiento desde el fondo de su corazón; y Eva tuvo vergüenza al enterarse de la desnudez9 de los dos. Atónita de pies a cabeza, ella cubrió su desnudez con hojas de una higuera y también Adán se sirvió de las mismas hojas para cubrir la suya. Acto seguido Adán, llorando lágrimas vivas de dolor, se escondió en una cueva; y Eva se ocultó detrás de un zarzal, llena de tristeza por ser la culpable de haber sido la seductora.


Capítulo 9. El juicio del Señor

1. Y ve: El eterno Amor, mediante el Poder y la Fuerza de su Misericordia, quitó las manos del Poder y de la Fuerza de delante de sus ojos de la Gracia que ilumina todo, y la Luz de la Gracia penetró en la cueva donde Adán lloraba y llegó detrás del zarzal donde Eva sufría en su gran tristeza.

2. Las lágrimas de Adán cristalizaron en el regazo de la tierra –– conocidas por “tummim”; se volvieron piedras de los que en el sentido figurado irradia la Luz de los siete Espíritus de Dios10... Lágrimas que cristalizaron por la Luz de la Gracia conforme al profundo arrepentimiento de Adán... Lágrimas cristalizadas que dan testimonio de la Sabiduría divina iluminadora, y que fueron dispersadas por toda la Tierra como recuerdos consoladores para el renacimiento venidero –– un renacimiento que debe ser como estas lágrimas de Adán:

apto para la recepción de la gran Luz del mar de la Gracia de la Misericordia del eterno Amor,

apto para la repartición, o sea, reflexión hermosa de una gran parte de la Luz recibida, y

apto para la resistencia a cualquier tentación por parte del mundo...

3. Y las lágrimas de Eva desconsolada fueron guardadas en la tierra detrás del zarzal, y obtuvieron el color del rubor de ella por su vergüenza justa de haber traicionado el amor sagrado de Adán.

4. El eterno Amor vio que cada una de las lágrimas era justa ante Adán, el hijo del Amor misericordioso; y el Calor del eterno Amor las cristalizó en piedras llamadas “urim11”, como símbolo de la aflicción justa de Eva.

Una lágrima cayó en el mismo zarzal que la cubrió, y como fue una de las que estaban derramadas por haber perdido la inocencia, la flor originalmente blanca de este zarzal cambió en rojiza.

Y ve, aunque hoy en día los hombres ya conozcan todas las plantas que existen en la Tierra, su verdadero significado en el sentido espiritual y en la Verdad no lo conocen ni lo conocerán antes de su renacimiento que es la Misericordia del eterno Amor que implica la Gracia de la Redención.

5. Aún hay otro secreto que hay que descubrir a causa de la soberbia sacrílega de los hijos del mundo:

Dos flores del zarzal fueron fructificadas con la lágrima que correspondía a la Eva inocente y conservaron su bendición fielmente para el eterno Amor... incluso durante todas tempestades de las épocas... y durante las grandes guerras de Jehová con los pueblos de la Tierra...

Y, en la época de la dispensa de la Gracia desde lo Alto, estas dos gotas hicieron que en preparación y para la realización de la gran Obra del Amor misericordioso del eterno Dios, la mujer de Abraham y también la de Zacarías fueran profundamente vivificadas.

6. Y ahora vuelve a fijar tu atención en Adán y Eva... Ven conmigo a su encuentro y fíjate cómo Yo, el eterno Amor, los encontré: desnudos, abandonados, llorando y afligidos por su arrepentimiento justo y su vergüenza justa; y cómo saqué a Adán y a Eva de sus escondites.

7. Los dos no se atrevían ni siquiera a mirar el semblante de su Padre, porque estaban intimidados por un enorme trueno del juicio nefasto desde la profundidad de la ira de la Divinidad.

8. Y las llamaradas de la ira del Dios infinito se volteaban por todos los espacios infinitos, amenazando a la Tierra allí abajo en la que en aquellas fechas el gran Amor se encontraba al lado de sus hijos caídos y arrepentidos, creados por su Gracia misericordiosa.

9. Y fíjate: Estalló una lucha violenta entre el eterno Amor (que por el arrepentimiento y la contrición de los creados de nuevo tuvo Misericordia con ellos) y la Divinidad llena de ira por la profanación de su Santidad intocable que clamaba expiación.

10. Porque las llamaradas de la ira de la Divinidad cayeron con más ímpetu en la Tierra que el rayo, penetraron hasta el centro de ella y la encendieron en todas partes... Y las llamaradas devoradoras alcanzaron a la Luna y también al Sol, ¡e incluso a todas las estrellas!

Con lo que ves: toda la infinitud inconmensurable se volvió un mar de llamaradas devoradoras, y horrendos truenos resonaron por los espacios infinitos... Gimió la Tierra... se embraveció el mar... lloró la Luna y se lamentó el Sol...

Y todas las estrellas gritaron más fuerte que todos los truenos, por su miedo a la eterna aniquilación, y sus voces resonaron desde las profundidades insondables de la ira de la Divinidad, clamando:

11. “¡Gran Dios sumamente excelso! ¡Apacigua tu gran ira y apaga las llamaradas devoradoras de tu ira más que justificada, y sé indulgente con los inocentes; porque este fuego destruirá a los justos y aniquilará al eterno Amor inherente en Ti!... ¡Y te aislará a Ti mismo dentro del enorme Poder y la gran Fuerza de tu Santidad!”.

12. Durante el tiempo del acceso de ira de la Divinidad, en la Tierra que gemía, el Amor mantuvo protegida a la pareja arrepentida recién creada y, con el gran Poder y la Fuerza de su Misericordia, negó a la llamarada de la ira el acceso al lugar sagrado en el que se encontraban Adán arrepentido y Eva afligida.

13. Ahora oye las palabras terribles con las que respondió la Divinidad en su gran ira, en un lenguaje únicamente comprensible para el eterno Amor, pues dijo:

14. “¿De qué me sirven los gemidos de la Tierra?... ¿De qué las lágrimas de la Luna y de qué los lamentos de los Soles?... Y ¿de qué las lamentaciones de las estrellas? Porque me he quedado solo, abandonado por mi Amor que se me ha vuelto infiel y que se alejó de Mí para meterse ahí abajo con esa escoria de maldad... ¿Qué voy a hacer Yo sin el Amor?

¡Por esto voy a destruir todas sus obras desde la base, para que en todas las eternidades ya no haya nada que pueda abstraer mi Amor de Mí!... Y seguiré siendo Dios, el Único en todas las eternidades, y como lo fui desde todas las eternidades... Y tú, Creación quebradiza de mi Amor que se ha vuelto débil, ¡derrúmbate en escombros, para que Yo vuelva a encontrar a mi Amor y para que pueda fortificarlo mediante el Poder y la Fuerza de mi eterna Santidad! –– ¡Amén!”.

15. Acto seguido en todos los espacios de la infinitud de Dios se soltaron todos los lazos de la Creación y, con ruidos tremendos, los escombros se precipitaron a las profundidades de los espacios hacia la Tierra que también estaba destruida, pero todavía en el regazo amplio del Amor misericordioso.

16. Y la pareja recién creada temblaba de miedo ante semejante espectáculo de devastación cuyas dimensiones ningún espíritu creado jamás podrá percibir en su totalidad; porque fueros dimensiones infinitas...

17. Ahora oye lo que dijo el eterno Amor... Escucha las palabras del Amor con su Poder y mira las grandes obras de la Misericordia con su Fuerza:

18. “Gran Dios de todo Poder, de toda Fuerza y de toda Santidad, ¡retira tu gran ira, apaga su fuego destructor y, en la serenidad de tu Santidad, escucha las palabras de tu eterno Amor que es tu propia Vida... escucha a tu Amor que es eterno, poderoso y fuerte como Tú en él y él en Ti... No intentes destruir la Vida del Amor y, en consecuencia, a Ti mismo, ¡sino opta por la clemencia...!

Permite que el Amor te proporcione satisfacción, exigiendo penitencia por tu Santidad profanada, ¡y ningún sacrificio que exijas a tu Amor por la reconciliación eterna de tu Santidad le resultará demasiado grande!”.

19. Y ahora ve y fíjate en lo que entonces ocurrió: El fuego se apaciguó y en todos los espacios hubo un soplo suave, todavía acompañado por truenos causados por los fragmentos de los astros aniquilados que centellaban desde una infinitud a otra como rayos.

20. Pero el Amor entendió los truenos de Dios que resonaron: “Te cargo con toda la culpa, como a la Tierra la cargo con los cascotes de los mundos de todos los espacio, y Tú vas a reconciliar la deshonra que sufrió mi Santidad... Vas a reconciliar mi Santidad que es el eterno vínculo entre Tú y Yo.

¡Y ahora maldigo la Tierra, para que ya no haya mancha que pueda ensuciar mi Santidad y para que no, como Tú, me vuelva una Divinidad profanada! ¡Y con esta maldición caerá a la carga de tu culpa que Tú tendrás que aceptar para reconciliar mi Santidad y lavar, con tu sangre, la Tierra de la maldición y la vergüenza causadas por el pecado de Adán!”.

21. Y ahora oye lo que el Amor respondió...

Dijo: “Gran Dios sumamente santo de todo Poder y toda Fuerza, ¡Hágase tu Voluntad!”.

22. Nada más pronunciar estas palabras, se apagó todo el fuego en la Tierra y en todos los espacios de la Creación. Y, por el Poder y la Fuerza del Amor atendido por la Divinidad, los escombros de los Soles, de las Tierras y las Lunas volvieron a reunirse y volvieron a entrar en el mismo orden en que se encontraban en el origen de su existencia.

Pero como eterna señal de su destrucción total en aquellos tiempos aún quedaron huellas indestructibles –– indestructibles como los estigmas del eterno Amor que más tarde en el más sublime de los tiempos sangraba en la cruz por todos...

23. De modo que aquí y allá en la superficie y en los mares de la Tierra quedaron fragmentos de otros astros, como señal del Poder y de la Fuerza de Dios, que al mismo tiempo daban testimonio palpable de las obras grandiosas del Amor misericordioso.

24. Y ahora entérate de lo que ocurrió después:

Como el eterno Amor aceptó el desafío y de esta manera, de antemano, ya se reconcilió con la gran Santidad de la Divinidad, esta comunicó su santa Voluntad en un susurro ya más delicado y, otra vez únicamente comprensible para el Amor, dijo con benevolencia:

25. “Tu gran Misericordia se ha revelado en Mí ante mis ojos omnividentes. Y en todo el sosiego de mi Santidad he reconocido tu gran Sinceridad y eterna Fidelidad... He contado las lágrimas de arrepentimiento de Adán y las de la tristeza de Eva, y ante tu gran Misericordia me he vuelto compasivo del todo.

26. Por esto voy a revocar mis sentencias. Y ahora mismo, conforme a tu petición, voy a aplicar Clemencia en gran plenitud y voy a reparar el daño causado por mis juicios. Nadie sino únicamente Yo puedo arreglar algo, porque solamente Yo soy bueno –– Yo, que soy el Padre santo... Lo que será mi nombre eternamente. Y Tú, mi Amor, eres mi Hijo... Y la Santidad que es el eterno vínculo todopoderoso de la Fuerza entre Tú y Yo y todo lo que ha surgido de nosotros, que sea el Espíritu santo que va a llenar todos los espacios y todas infinitudes en todas las eternidades. ¡Amén! –– Y esto os lo dice ahora vuestro Padre santo, lleno de Bondad. ¡Amén!

27. Y ahora, mi Hijo amado, dile a la pareja contrita y triste ––y grábalo profundamente en sus corazones–– que en adelante y hasta el fin de su vida terrenal cumplan sin faltar con los mandamientos del Amor y de la Misericordia. Y Yo, para cuando lo tengo dispuesto, les mandaré un Mediador entre ellos y Yo, para redimir la gran culpa y para disminuir el gran peso de su desobediencia.

28. Que hasta entonces perseveren con toda paciencia y afabilidad. Y el pan que les daré con escasez, se lo tendrán que ganar con el sudor de su frente... con lo que no se saciarán antes de la Venida del Mediador al que despertaré de entre ellos, bueno y perfecto como Tú y Yo somos buenos y perfectos, eternamente.

29. Diles también que he cancelado mis juicios únicamente para todos aquellos que cumplan puntualmente con mis severos mandamientos. Pero en el caso del menor incumplimiento, ¡que para todas eternidades todos los infractores estén advertidos con toda severidad que les espera una sanción meticulosa!

30. Esto es lo que el Padre santo bondadoso comunica mediante su Hijo que es el eterno Amor en Él... y lo comunica mediante el Espíritu santo que es la Gracia efectiva procedente de los dos...

Lo comunica para la remisión del pecado en su día venidero... del pecado que, en adelante, hará que los cuerpos se vuelvan pesados hasta tener que morir físicamente, para que tras esa muerte corporal puedan alcanzar la Vida –– pero esto a partir de la era del Mediador prometido.

31. Esto dice el Padre, el Unico que es Santo y Bueno... ¡Amen!, ¡amén!, ¡amén!”.


Capítulo 10. La reconciliación del Señor

1. Ahora oye y comprende lo que el eterno Amor dijo e hizo...

Cuando el Padre santo hubo terminado este discurso tan sumamente serio en el que anunciaba la Clemencia (todavía amenazando a los infractores de la Ley de la gran Gracia con el juicio y que el pecado acarrearía la muerte), de nuevo el eterno Amor estuvo conmovido hasta la profundidad más íntima de su Corazón misericordioso, y por segunda vez lloraba lágrimas de compasión y de alegría más íntimas y de sumas delicias por la gran Gracia clemente del Padre tan sumamente santo y bueno... De modo que con la más profunda conmoción el Amor dijo a Adán y Eva:

2. “Ahora, Adán, viste los horribles juicios de Dios que se manifestaron ante ti, y Eva los vio y los experimento a través de ti. Pero ahora voy a abrirle también a ella la visión y el oído ––como también a todos los que surgirán de ella en número de las estrellas en el cielo, en número de las hierbas sobre la tierra y en número de los granos de arena en el mar que es infinito–– para que también ella en adelante pueda enterarse con sus propios sentidos de lo que hizo la Divinidad dentro de su ira castigadora y de lo que luego hizo el eterno Amor en su Misericordia ilimitada.

3. Grabé la Ley en tu corazón, tal como también tú debes grabarla en el corazón de Eva; y, como señal que siempre os advertirá de los juicios de Dios como consecuencia de vuestro pecado, para vosotros y todos los que os seguirán, voy a hacer que aquí y allá se formen volcanes que ––hasta el fin de los tiempos–– de vez en cuando vomiten fuego... y os dejaré en herencia el rayo que os recordará a la devastación en aquellos tiempos... y os dejaré el trueno que sigue al rayo, para que os recuerde el nombre del Dios todopoderoso, en caso de que alguna vez os olvidéis de él...

4. Y las lágrimas de compasión y las de la alegría más íntima por la gran Gracia del Padre santo Yo las coloqué en el amplio espacio del cielo, como una nueva Creación y como señal eterna... Que os iluminen en la noche de la Tierra, que os alivien en el crepúsculo de la vida y que os anuncien el día venidero...

5. Y ahora alzad vuestra vista al cielo donde las estrellas lucen en un orden y esplendor diversos: las rojizas en señal de mi Misericordia y las blancas en señal de mi Alegría por la gran Gracia del Padre tan sumamente santo y bueno. Y, más allá de las estrellas de las lágrimas de la Misericordia y de la Alegría, ved aquel cinturón ancho12 muy claro que también está compuesto de estrellas... Se trata de estrellas de los tiempos primarios, como resultado de la lágrima del Amor que en aquella época ya tuvo Misericordia con los espíritus entonces caídos...

Este cinturón que está trazado a lo largo de toda la anchura del cielo os sirva como señal de la alianza eterna y santa entre el eterno Amor ––que hizo que existierais vosotros y todo lo demás que existe–– y la Divinidad que juzga todo conforme su eterna Santidad.

6. Y ahora, Adán y Eva, mirad a mi ojo izquierdo que ––encima de mi Corazón y enfrente de vuestro ojo derecho–– brilla benignamente... Ved, todavía hay una lágrima prendida en las pestañas... la lágrima mayor ya de todas que estos ojos han derramado por vuestra causa...

7. Allí donde en el amplio cielo parece que este cinturón está cortado, allí siempre mirad con gusto, emoción y llenos de agradecimiento; para que a vosotros y toda la Creación este lugar os sirva de recuerdo eterno el que vosotros por vuestra infidelidad rompisteis conmigo y Yo entonces por compadecerme de vosotros rompí con la Santidad de Dios... Y que la parte en la que parece que el cinturón prosigue, os sirva de señal de la gran intercesión del eterno Amor ––que soy Yo desde las eternidades–– entre la Santidad sagrada de Dios y vosotros que, infieles, pecasteis ante el semblante de su ilimitada Santidad.

8. Ved, ¡de allí resulta esta lágrima y allí está el lugar de su causa!

9. Y vendrá el día en el que esta lágrima saldrá como lucero de la mañana, precioso, que iluminará a todos los pueblos de la Tierra que, tras los tiempos de los tiempos, os seguirán en vuestras huellas de arrepentimiento y de tristeza... Pero antes esta lágrima aún va a lavar la Tierra del lodo maloliente del pecado y purificará vuestras lágrimas del arrepentimiento y de la tristeza de la inmundicia de la serpiente.

10. Haré que esta lágrima caiga sobre una flor todavía blanca de este zarzal, entre las dos que tú, Eva, ya fructificaste; y vendrá el día en el que de ella surgirá una mujer pura que a la serpiente le aplastará la cabeza. Aunque esta serpiente aún llegará a morderle el talón, el veneno no le hará mal.

De modo que de esta lágrima ––y ya estáis ante la época–– saldrá un lucero de la mañana muy hermoso para todos aquellos pueblos de la Tierra que son de buena índole, y sólo para los hijos rebeldes de la serpiente saldrá el juicio eterno.

11. Y los espíritus que surgieron del seno de la Santidad del Padre descenderán a la Tierra y, allí encarnados, anunciarán a vuestros descendientes la gran época y las circunstancias de la Venida de Aquel que ahora está delante de vosotros, al que ahora todavía podéis ver y oír, pero en adelante ya no... Sólo a la hora de su Venida prometida volveréis a verle, conforme a la promesa del Padre santo que Yo os transmito por ser eterno Amor en Él.

12. ¡Ahora habéis oído todo lo que os hace falta para recibir mi Bendición!

13. De modo que sed bendecidos por la mano del Poder y de la Fuerza del eterno Amor del Padre santo, y también por la Fuerza del Espíritu que es santa por surgir de Nosotros dos...

¡Fecundaos y reproducíos, y repoblad la Tierra con el fruto vivo de esta Bendición!

14. Y cada vez que os unáis por la causa de esta Bendición, ¡antes sacrificadme vuestros corazones! Porque si esto lo omitís, la serpiente ––que todavía vive y continuará viviendo eternamente en la ira de la Divinidad–– echará a perder vuestro fruto en vosotros... Y tú, Eva, más todas las demás de tu sexo, en vez de frutos bendecidos alumbraréis frutos de perdición.

Estos, en gran número, van a estropear a los hijos de la Bendición y de la Luz, y sus estragos no tendrán fin... Y vosotros, en herencia, dejaréis el pecado a todos; con lo que vuestra culpa será manifiesta hasta en los tiempos de los tiempos y después.

15. Y este pequeño sacrificio de vuestros corazones ––a cambio de mi Bendición con mi Gracia–– os será impuesto como un servicio sagrado con el que tenéis que cumplir cada vez que os unáis en el ámbito de esta Bendición.

Que este nuevo mandamiento fácil de cumplir que acabáis de recibir de mi boca sea la primera Iglesia que Yo, ante vosotros, fundo en memoria Mía. ¡Que ella os recuerde agradecidos a las obras del Amor misericordioso y os ayude para volver al temor sagrado de Dios!

16. Desde lo Alto os mandaré un espíritu puro como mensajero con una espada llameante en la mano, para que os muestre toda la Tierra de un lado a otro. Él os llamará la atención sobre las absurdidades del mundo, pero también os castigará en caso de que os apartéis de mis caminos.

17. Esto os dice el eterno Amor en el nombre del Padre santo. ¡Amén!”


Capítulo 11. El nacimiento de Caín y Abel

1. Ve, en este momento el Amor desapareció de la vista de los dos creados, para volver al santo seno del Padre.

2. Y ahora, mi escribiente malo, perezoso y duro de oído, óyeme: Tengo que decirte palabra tras palabra como a un párvulo, y aun así no me comprendes y frecuentemente me preguntas dos o tres veces a pesar de que te repito cada palabra claramente... Por esto escucha con más atención, ¡para que adelantemos más rápidamente que hasta ahora! ¡Porque dentro de poco el mundo necesitaría que esta obra de mi gran Gracia esté terminada!

Deja que esto te lo diga Yo, vuestro Padre santo, cuya Naturaleza es mero Amor... ¡Y ahora continúa!...

3. Entonces la pareja recién creada se quedó sola en toda la amplia Tierra; y apareció el ángel prometido con la espada llameante en su diestra. Al verle, los dos se asustaron sobremanera y huyeron de él, temblando de miedo hasta sus entrañas.

4. El gran miedo de Eva aceleró el nacimiento del fruto prohibido y, con dolores, fue liberada de él –– el fruto que la serpiente mediante Adán encandilado había puesto en su regazo.

5. Adán examinó el fruto desnudo y al ver que era parecido a él, se alegró mucho. Eva fue feliz por la alegría de Adán y apretó el fruto de su amor con fervor contra su pecho repleto.

6. Entonces ella sintió un pinchazo en el pecho, parecido a aquel del mordisco de la serpiente... y por miedo dejó al fruto en el suelo, toda convencida de haber pecado de nuevo.

7. Pero enseguida se presentó el ángel ante la pareja atemorizada y, con semblante amigable, dijo en voz clara:

8. «¡No temáis al siervo de Jehová que os fue mandado desde lo Alto para que os muestre toda la Tierra y para que os llame la atención sobre las absurdidades del mundo, pero que también os castigará a vosotros y a vuestros descendientes, en caso de que os apartéis de los caminos del eterno Amor y de la infinita Santidad de Dios!

9. Os digo que este fruto ya no consta como pecado para vosotros; pero aun así sigue siendo la consecuencia de la triple desobediencia ante Dios, y es la señal de la muerte de vuestra carne que habéis provocado por vuestra avidez en vuestro egoísmo carnal. No debéis desentenderos de este fruto, sino conforme a la Voluntad de lo Alto lo debéis mantener como testimonio sobre vosotros mismos y para vuestra humillación, para que siempre seáis conscientes de que a través de vosotros se introdujo el pecado y a través del pecado se introdujo la muerte en el mundo...

Y al fruto mismo lo llamaréis Caín, lo que significa “el que trae la muerte”».

10. Las palabras del ángel tranquilizaron a la pareja asustada. Y con las manos que todavía le temblaban, Eva levantó el fruto del suelo y, animada por Adán, dio al pequeño el pecho para que mamara de él la vida terrena.

11. El ángel se puso al lado izquierdo de Adán, y Eva con el fruto en su brazo derecho se puso al lado derecho de él, para que su corazón quedara liberado de cualquier carga y siempre fuera dirigido hacia el hombre en cualquiera de los caminos.

12. Y así pasaron por toda la Tierra, de manera ejemplar, para inspeccionar todos los lugares y para preparar viviendas y campos para sus futuros descendientes, mediante el Poder y la Fuerza que les habían sido concedidos por el Amor y la gran Gracia de la Misericordia.

13. Porque la tierra y todo lo que había sobre ella fue sometido a la voluntad de Adán... el mar y las demás aguas obedecieron fielmente a la menor señal de él y se prestaron respetuosamente para que su señor pudiese andar sobre ellos a voluntad... y desde su superficie hasta en los fondos más profundos, el mar le obedecía... todos los vientos le eran sumisos... y todos los animales en las aguas, sobre la tierra firme y en el aire obedecían a su voz.

14. Adán estaba sorprendido por el Poder inherente a él y estaba consciente de la Fuerza que el eterno Amor le había otorgado. Por esto estaba sobremanera contento ante semejante Gracia de lo Alto y dijo a Eva:

15. «Eva, mi querida mujer, ve que el Señor del Poder y de la Fuerza nos ha bendecido... ¡Dediquémosle nuestros corazones, para que su Bendición prospere en la Tierra conforme a su gran promesa y para que a través de ti pueda ver la Luz de la Gracia como nuevo habitante de este lugar!».

16. Y Eva, llena de humildad y suma alegría, le respondió: «Adán, vea a tu sierva aquí a tus pies, a la espera de la señal de su señor de la Tierra, ¡que se cumpla conmigo tu voluntad!... ¡Toma mi corazón culpable y ofréceselo al Señor!».

17. Y Adán se juntó con Eva con toda entrega al Señor, tal como Él lo había dispuesto.

18. Y ve, la Bendición venidera se volvió evidente en Eva, y ella y Adán eran muy felices.

Entonces el ángel de Jehová se dirigió a la pareja feliz con palabras bien medidas... palabras sobre lo Alto y sobre las profundidades... Y fue el eterno Amor mismo el que habló las palabras siguientes por boca del ángel:

19. «Adán, en este gran viaje por la Tierra has tenido muchas experiencias... Has visto sus montañas y sus aguas, y has visto todo lo que existe, crece y se mueve sobre y dentro de ellas... Has visto el gran mamut y todos los animales más pequeños que él, hasta incluso el gusano más pequeño... Has visto al fuerte tiburón y a todos los animales más pequeños que él, hasta incluso a aquellos que habitan en una gota de agua...

Has visto a todos los pájaros en los aires entre el águila y el colibrí, y entre este y el mosquito más pequeño... De todos examinaste su fuerza, su utilidad y su aptitud... Y de todo ello puedes deducir la gran medida en que el eterno Amor ha cuidado de ti y de Eva.

20. Hablaste a las montañas y los mares, y te respondieron... Dirigiste tu voz al interior de la Tierra y no te faltó la respuesta... Dirigiste tus palabras a los árboles, los arbustos y las plantas, y todos te comunicaron su nombre y su utilidad... Del mismo modo también todos los animales a los que te dirigiste con tu voz propia a ti, te respondieron todos en su manera audible, indicándote hasta qué punto han sido destinados para servirte incondicionalmente... Y los vientos te enseñaron cómo puedes servirte de ellos, conforme a tu voluntad...

Y también Eva lo entendió todo.

21. Ahora, Adán, sé consciente de que todo esto no es una dádiva como tu vida y como la de la misma Eva, sino de la gran Gracia del Amor que te lo dio como regalo... un regalo que solamente mantendrás mientras conforme a la Voluntad del Padre santo hagas uso sabio de ello... Pero si ante el semblante de Jehová no mantienes tu mente totalmente pura, una tras otra de estas Gracias se disipará del ámbito de tu gran Poder.

Por lo tanto sé sabio como lo es el Padre santo más allá de toda Creación.

22. Así como tú ahora eres ––y como conforme a la Voluntad del Padre santo y tu propia voluntad también en adelante debes de ser–– así también deben salir todos tus descendientes... y también los descendientes de Eva deben salir tal como ella ahora es ante tus ojos.

23. Si alguien no es como tú ahora, todavía mantendrá la dádiva durante cierto tiempo; pero el regalo de la Gracia le será quitado en cuanto ya no sea como tú ahora eres. Incluso los descendientes que salgan como Eva se levantarán sobre los que salen como tú y les serán infieles hasta en las últimas fibras de su existencia... seguirán a los perros, se alimentarán de las inmundicias de las serpientes y amamantarán a sus lactantes con pechos de víboras... Y tus descendientes serán envenenados por ellos y morirán con una muerte física y espiritual amarga en vergüenza eterna.

24. Adán y Eva, ¡oíd! Todavía os encontráis en el paraíso, allí, donde el eterno Amor os colocó antes y después de vuestro pecado y antes y después de la destrucción... Pero no olvidéis jamás os olvidarais de cumplir fielmente con las Leyes del Amor y los Mandamientos de la Sabiduría del Padre santo, porque si no seréis despachados de este jardín tan hermoso con esta misma espada llameante, y ya no podréis entrar en él antes del fin de vuestra vida temporal... ni nadie de vuestros descendientes antes de que haya llegado la época de Promisión... Y únicamente después de esta y de la Nueva Creación del Amor que de ella resulte, los hijos de la Redención podrán entrar en el Paraíso.

25. Adán y Eva, ¡fijaos en mis palabras!...

El fruto vivo al que tú, Eva, darás a luz, lo llamaréis Abel, o sea, “el hijo de la Bendición”. Por esto habrás de consagrarle siempre al Señor de la Magnificencia.

Él será un primer precursor de Aquel que en el tiempo de los tiempos vendrá desde lo Alto, del Seno del Poder y de la Fuerza de la Santidad de Dios.

26. Y ahora, ya que conforme a la Voluntad del eterno Amor os he mostrado y explicado todo, he cumplido con la obra de mi misión y tengo que irme –– en lo que se refiere a la apariencia. Pero invisible para vosotros, seguiré todos vuestros pasos, contándolos todos conforme la Voluntad inalterable de Jehová.

27. Volveréis a verme cada vez que en la profundidad más íntima de vuestros corazones os entreguéis al Señor de la Magnificencia... porque recolectaré vuestros sacrificios en un recipiente para presentarlos a Dios... y ante el semblante del Hijo voy a vaciar el recipiente porque vuestras obras serán al agrado del Padre santo.

28. Pero también me presentaré visiblemente ante vosotros en cuanto os apartéis de la Ley del Amor y de los Mandamientos del Padre santo... entonces me veréis como ahora, con la espada llameante en la diestra, para despacharos de este jardín... Y a ti, Adán, te quitaré una gran parte de los regalos de la Gracia del gran Amor, con lo que te quedarás débil y tímido ante el menor ruido que pueda producir la hierba».

29. Y ve, escribiente ciego de mi nueva Palabra viva en ti como también en todos vosotros... ve y observa a Adán, como él en el paraíso fue un hombre perfecto –– menos en algo muy preciso...

Ve, ¡las facultades con las que estaba dotado –– un señor perfecto de la Tierra!... Pero todas estas perfecciones suyas no fueron sino un regalo Mío, y los conservó hasta el día en que por una sola vez se olvidó de Mí –– dado que el ángel ya no le resultaba visible...

30. Ve, ¡todo lo que Adán tuvo como regalo, todo esto quiero dároslo a vosotros, como dádiva perpetua, e incontablemente más y infinitamente mayor... lo que soy Yo mismo y todo lo que es Mío... todo esto será vuestro si tan sólo me amáis!... ¡Y por nada más que por amarme!...

31. Pero, ¿dónde está vuestro amor el que os “compré” tan caro y que quisiera considerar eternamente “Mío”? Oh, ¡cuánta escasez de él hay en la Tierra! Con lo suave que resulta, ¡y vosotros no lo queréis!... ¡Él es tan liviano y suave, y vosotros no lo queréis y tampoco lo buscáis a pesar de que os espera, y despreciáis en gran precio dentro de él!


Capítulo 12. La Promisión del Señor

1. ¡Oh, hijos de Adán! ¿Por qué no preferís volveros hijos Míos? ¡El trabajo que os cuesta el ganaros el pan de Adán con el sudor de vuestra frente!... un pan que, además, está empapado del veneno de la serpiente... un pan que al consumirlo en vuestra irreflexión os traerá la muerte física y la eterna...

2. Pero mi Pan fue untado con la miel de mi Amor y está empapado con la leche de la Vida eternamente libre surgida de Mí... y lo podéis tomar en toda abundancia sin que jamás os pueda causar el menor daño... Al contrario, ¡os fortificará y os dotará con todo mi Poder y mi Fuerza, eternamente e incluso ya durante vuestra vida temporal!

Sólo hace falta que lo aceptéis...

Ved, después de mi acción más sublime que es la gran Obra de la Redención para vosotros, este mi Pan resultaba todavía muy caro. Y los hombres no lo consiguieron sino en cantidades muy pequeñas, “pagándolo” con su propia sangre e incluso con su vida... Entonces este mi Pan sabía amargo a los que se lo procuraron, porque aún no estaba untado con la miel de mi Amor ni empapado con la leche de la Vida libre... porque a los “compradores” tristes la miel y la leche sólo les fueron añadido después, copiosamente, en el reino de los espíritus.

Pero aun así había “compradores” en gran número...

3. Sin embargo ahora, que lo doy con miel y leche totalmente gratuito a cada uno que lo pida –– sólo por la pequeña recompensa de su amor, ve, ahora lo desprecian junto con el gran Dador que está tan lleno de Amor para con vosotros todos...

4. Sabed: Hice que se abrieran las puertas de mis Cielos de par en par. ¡Quien quiera que venga! Y que venga lo antes posible, porque ya ha llegado el gran tiempo de la Gracia: la Nueva Jerusalén desciende a la Tierra por todos vosotros, para que todos los que me amen tomen morada en ella... y que en ella se fortifiquen con el Pan con miel y leche, y beban a grandes tragos la pura agua de la Vida... y que la saquen en abundancia del eterno pozo de Jacob.

5. Pero a pesar de la Gracia inconmensurable que el descenso a la Tierra de esta mi gran Ciudad significa para todos mis hijos, todavía aplastará con sus fuertes murallas a todos los ciegos y a todos los sordos, porque va a cubrir toda la superficie de la Tierra13...

Y aquel que no la vea llegar ni oiga su zumbido por los aires puros de la Tierra, él jamás ya encontrará un lugar en el planeta donde ocultarse y escaparse del peso de ella...

6. Porque ve: El peso de sus palacios aplastará las montañas que se nivelarán con los valles, y colocaré sus viviendas encima de charcos y lodazales, para que toda la escoria que en ellos se anida sea aplastada por los fundamentos de la gran Ciudad de Dios, de vuestro Padre santo en el Cielo y la Tierra.

7. Y el verdadero Pastor llamará a sus ovejas que oirán su voz y la reconocerán en todas partes de la Tierra... y acudirán para pastar felices en los pastos amplios del eterno Amor del Padre santo, que son los grandes jardines de la nueva Ciudad santa del gran Rey de todos los pueblos que existían, existen y existirán eternamente.

8. Estos jardines serán el paraíso perdido por Adán que Yo recuperé y guardé fielmente para que allí estas ovejas tomen morada, eternamente.

9. Por esta razón ya os expliqué detalladamente mi gran Gobierno desde la eternidad... Os mostré la Creación desde lo primero hasta lo último, y os mostré al primer hombre en el comienzo de su formación... Y aún os mostraré a la gran ramera y la Babilonia destruida, y después os llevaré a mi santa Ciudad donde os daré una morada eterna –– si me amáis como Yo os amo: sobre todo...

10. Vendrá el día en que los cielos y la Tierra perecerán –– materialmente. Porque sólo continuarán espiritualmente. Pero cada una de mis palabras dirigidas a vosotros perdurará tal como la digo: corporalmente y espiritualmente, con todo Poder y toda Fuerza de la Santidad, eternamente... ¡Amén, eternamente amén!


Capítulo 13. La expulsión del paraíso

1. Pero ahora vuelve a Adán y Eva y fíjate en el modo de vida mundana que ellos y sus descendientes, en lo sucesivo, llevaron ante los ojos omnividentes de la Santidad de Jehová...

Durante treinta años terrenales la pareja vivió en el seno de la familia con los descendientes benditos cuyo número era el mismo de los años que habían pasado... y Caín fue el único entre ellos que no fue bendecido.

2. Hubo un día en el que el eterno Amor mismo habló a Adán en su corazón ––y después el ángel se lo repitió frecuentemente–– que le estaba mandado respetar un día de descanso para la conmemoración de las grandes obras del Amor misericordioso y para la contemplación reverente de la inconmensurable Santidad de Dios, el buen Padre.

Y ahora ve lo que pasó:

Ocurrió en tal día del Señor que Adán, solo, dio un paseo por un paisaje para admirar la belleza de su panorama. Y el mundo le fascinó de tal manera que, absorto en sus pensamientos, se olvidó del todo de Dios.

3. De esta manera absorto, llegó a la orilla de un río caudaloso de nombre “Eheura”, es decir, “¡respeta el día de Jehová!”... porque así lo zumbó el río... Pero Adán absorto en sus pensamientos mundanos no se enteró de esta advertencia ni comprendió el sentido del zumbido del oleaje.

4. Continuando su paseo a lo largo de la orilla del río, de repente se enganchó con el pie izquierdo en una planta trepadora que serpenteaba alrededor de un enorme árbol; se cayó y sintió un gran dolor –– una experiencia totalmente nueva para él.

Entonces se enfadó con la planta, e irritado la preguntó: «¿Acaso no reconoces a tu señor?».

5. Y el vegetal le respondió: «No, ¡no te conozco!».

6. Adán miró la planta desde más cerca, pero no la reconoció.

Por esto la preguntó de nuevo: «¿Cuál es tu nombre y cuál tu utilidad?».

7. Y ve, a eso se levantó un viento que pasó por el follaje cuyo zumbido Adán comprendió: «¡Recoge mis moras, exprime su zumo y bébelo, y mi nombre y mi utilidad te serán manifiestos!».

8. En la ceguera de sus pensamientos mundanos Adán hizo caso a lo que el vegetal serpenteante le propuso en su olvido del día del Señor; tomó algunas moras y las probó. Como le parecían muy dulces, se alegró de haber dado con ellas. Por esto se lo tomó a mal con el ángel que nunca le había mostrado esta planta con estas frutas tan sabrosas.

9. Cogió una gran cantidad de moras y las llevó a su casa, donde llegó justamente al ponerse el Sol.

10. Eva y Caín salieron a su encuentro, porque eran los únicos que durante todo el día se habían preocupado por él, dado que no sabían a dónde se había dirigido. Todos los demás lo sabían pero, siendo el día del Señor, no se preocuparon por él –– el padre de su cuerpo... Porque eran hijos de la Bendición que en tal día estaban profundamente absortos en sus pensamientos en Dios y su eterno Amor.

Eva y Caín le libraron de su carga y Adán les contó la historia de este nuevo descubrimiento. Eva se alegró mucho y, con la ayuda de Caín, prensó las frutas conforme Adán les dijo.

11. Luego Adán dijo: «Y ahora, ¡descubramos el nombre de este zumo y su utilidad!».

12. Entonces lo bebió a grandes tragos. Luego pasó el recipiente a Eva, a Caín y después a todos los demás –– menos a Abel que aún no estaba presente, porque todavía ardía el fuego en el altar que había erigido para sacrificar allí a la Santidad y al Amor de Jehová –– lo que era del agrado del Señor.

13. En seguida Adán y Eva, y todos que habían probado del zumo se embriagaron; y en este estado de embriaguez todos empezaron a arder en las avideces de la carne... Adán y Eva, y todos sus descendientes presentes, desencadenaron en vil lascivia y fornicación –– mientras Abel estaba todavía rezando al lado del altar de Jehová.

14. Al final de la orgía en la embriaguez del olvido de Dios y del sacrificio ordenado ––el pequeño sacrificio que cada vez antes de unirse tenían que encomendarse en sus corazones a Dios–– apareció el ángel con la espada llameante en la diestra.

15. Primero se dirigió a Abel y le dijo con toda amabilidad: «Jehová ve tu sacrificio con gran agrado, hasta tal punto que te ha elegido como salvador de tus padres y hermanos... porque sin ti, hoy, en el día del Señor, habrían perecido porque se olvidaron de Él y rebajaron su mente al mundo, con lo que no podían participar en la Bendición que en este día ––conforme el Orden fijado–– se derrama desde lo Alto a todos los espacios de las infinitudes.

16. Por este motivo he vuelto, visiblemente, para recoger tu sacrificio en este recipiente de la Gracia misericordiosa que es el eterno Hijo en el Padre, y para llevarlo ante su semblante sumamente santo que es el ojo del Padre eterno... pero antes aún voy a castigar a los infractores de la Ley del Amor y del Mandamiento de la santa Gracia, y quitarles una gran parte de los regalos, castigándolos con ceguera y echándolos del paraíso.

17. Ahora deja tu altar y ponte a mi izquierda, para que la diestra castigadora quede libre ante los infractores. Y sígueme a la morada del pecado. En cuanto haya despertado a los pecadores del delirio de su lascivia y ellos huyan apoderados por el miedo ante la espada de la Justicia, entonces sígueles como “compañero de huida”, llevando contigo una pequeña parte de los regalos perdidos... Y donde fatigados y agobiados caigan llorando al suelo ––en un país muy lejano que se llama “Ehuehil”, es decir, “país del refugio”–– allí entrégaselos para su alivio...

Erige también allí un altar como este de aquí –– un altar cuyas llamas siempre arderán, incluso debajo de las aguas que en cierta época cubrirán toda la Tierra... Y este altar se volverá una montaña, inaccesible para cualquier pie humano, hasta que en el tiempo de los tiempos inclinará su cúspide ante el plano que se llamará “Belén”, la pequeña ciudad del gran Rey... la que algún día será la ciudad mayor de la Tierra14... Y su Luz brillará más que la luz de los Soles de los mayores espíritus.

Y en este nuevo altar en el país del refugio, con tu gratitud sacrificarás al Señor de todos los comestibles, para que se vuelvan saludables para estos pecadores y para que fortifiquen a los arrepentidos y consuelen a los tristes».

18. Cuando el ángel hubo terminado su sermón, los dos se pusieron en camino al hogar de Adán –– un hogar que Adán mediante su poder y fuerza había preparado haciendo crecer cedros muy altos, uno tocando el otro, en un círculo muy extendido... un hogar que se encontraba cerca de la cueva del arrepentimiento de Adán y de la zarza de la tristeza de Eva.

El hogar tenía dos entradas, la una dirigida hacia la mañana y la otra hacia la tarde.

19. Llegaron a la hora de medianoche, y no podía ser antes por causa del día del Señor.

20. Cuando el ángel y Abel pisaron el umbral del hogar, este empezó a llorar por la gran desgracia que iba a alcanzar a los suyos.

21. Pero el ángel le dijo con palabras suaves: «¡No llores, Abel, que eres un hijo lleno de la Gracia, sino haz lo que te dije llevado por el eterno Amor que habla por mi boca!... ¡Y no te asustes de mis palabras de trueno que fulminará a los pecadores todavía dormidos!».

22. Abel hizo caso a las palabras del ángel, y cuando los dos estaban delante de los suyos, el ángel los fulminó con las palabras que causaron horror y miedo entre los pecadores despertados:

23. «¡Adán!, ¡levántate consciente de tu culpa y huye, porque no puedes morar más aquí! Te jugaste el paraíso por ti y todos tus descendientes hasta que llegue el gran tiempo de los tiempos, y te jugaste una gran parte de los regalos... por tu culpa, por haberte olvidado del día del Señor... por haberte embriagado con el zumo de un vegetal que era una obra maestra de la serpiente; discurrida para capturar tu libertad, enredar tus pies, turbar tus sentidos... para que te olvidases de Dios y te entregases al vil pecado.

24. Por lo tanto, ¡huye del semblante del Amor, adonde quieras!... Y por donde llegues, en toda parte darás con la ira de Dios, en toda plenitud. ¡Pues la parte del Amor que te llegará será medida con escasez!».

25. Adán se levantó del suelo, y con él también Eva y todos los demás que habían dormido a causa de la bebida embriagadora del vegetal de la serpiente –– menos Abel que había respetado el día del Señor... como también vosotros como verdaderos hijos de un Padre tan santo y bueno como Yo, continuamente debierais respetar el sosiego santo del sábado de los judíos que es vuestro domingo, tal como os fue prescrito...

26. Cuando Adán se enteró de la presencia del ángel, se asustó tanto ––y junto con él también todos sus parientes–– que no pudo pronunciar ni una sola palabra para presentar disculpas. Paralizado por el pavor, empezó a percibir lo que él y sus parientes habían hecho ante el semblante de Jehová.

27. Enseguida se echó a los pies del ángel, llorando a lágrima viva suplicando clemencia, porque la espada llameante le había abierto la visión... una visión en cuya luz horrorosa de la justicia castigadora se dio cuenta del alcance de la desgracia que él, por su imprudencia, había provocado para él mismo y todos los suyos...

28. Pero el ángel parecía tener los ojos vendados y los oídos tapados como se lo había mandado el Amor del Padre, y pronunció con una voz más fuerte que los truenos:

29. «¡En la Justicia no hay Gracia y en el juicio no hay libertad! –– ¡Por esto huye, empujado por la Justicia castigadora, para que con tu paso indolente no te alcancen los juicios de Jehová!

Porque el castigo es la recompensa de la Justicia. Quien lo acepta tal como lo ha merecido, aún puede contar con clemencia. Pero aquel que se opone a la Justicia y sus consecuencias, él es un traidor de la sagrada Santidad de Dios y será víctima de los juicios de Aquel que no consiente en la libertad sino que únicamente aplica la eterna cautividad en la ira de la Divinidad.

30. Por esto, ¡Huye! Y llora e implora allí adonde te lleven tus pies. Donde ya no puedas mantenerte de pie, ¡allí quédate, llora, implora y reza, para que no perezcáis, tú y Eva, y todos los demás por culpa tuya!».

31. Acto seguido Adán se levantó para marcharse, conforme a la orden del ángel de Dios; pero sus pies estaban como paralizados... Por esto empezó a temblarle todo el cuerpo porque tenía miedo de que le iba a alcanzar el juicio de Dios con el que el ángel del Señor le había amenazado.

32. Y de nuevo Adán se echó al suelo, y lloró y clamó en voz alta: «¡Señor, gran Dios todopoderoso! En la gran Gloria de tu Santidad, ¡no cierres del todo el Corazón de tu Amor y tu Misericordia ilimitados, y concédeme tan sólo la fuerza necesaria para que yo ––el más indigno–– pueda huir ante tus juicios conforme a tu santa Voluntad!... Porque todas tus criaturas te están subordinadas –– igual que yo, de pies a cabeza. Señor, ¡atiende mis ruegos!».

33. Y ve, el eterno Amor habló a Abel por la boca del ángel, de la misma manera que Yo ahora estoy hablando a tu corazón15:

34. «Abel, ¡ve hacia el padre de tu cuerpo y échale una mano! Mira también a su mujer Eva que es la madre de tu cuerpo... mira como ella y los demás están sufriendo en el suelo... Levántalos a todos y confórtalos para que puedan seguir su camino y para que el Padre santo tenga alegría viendo que manifiestas amor a tus padres, hermanos y hermanas que están muy flojos; y tu fuerza los fortificará y la plenitud de la Bendición en ti los animará.

De esta manera, con paciencia y amor, llévalos con la mano del amor infantil y con la de la fidelidad fraternal a aquel lugar que te señalaré donde van a caer al suelo, totalmente fatigados.

35. Allí quedaos, y déjales que descansen. Y tú mismo, concéntrate allí ante Mí, para que te conceda fuerzas en abundancia para la confortación de tus padres, hermanos y hermanas, conforme la necesiten y sean receptivos a ella.

Y ahora haz lo que te dije por amor a ellos y por obediencia a Mí».

36. En ese mismo momento el devoto Abel quedó penetrado de un gran amor misericordioso, se puso de rodillas; y llorando a lágrima viva, desde el fondo más íntimo de su corazón dio gracias a Dios. Fortificado desde lo Alto, apretó las manos de sus padres débiles y con gran amor, hizo lo que el Señor le había ordenado.

37. Y cuando Adán vio como su hijo les estaba ayudando a todos, le dijo con el corazón conmovido: «Oh, querido hijo mío, como viniste para ayudarnos en nuestra gran miseria, ¡recibe toda mi bendición con gratitud, por el consuelo de tu padre y tu madre tan débiles!

38. Y en nuestro lugar, agradéceselo tú al Señor, porque nosotros nos hemos vuelto eternamente indignos de pronunciar su santo nombre... y porque solamente tú eres todavía digno ante el Amor del Padre santo.

39. Y ahora, conforme a la Voluntad del Señor, ¡huyamos, pues!».

40. Acto seguido el ángel agitó la espada de la Justicia, y todos huyeron deprisa... una huida durante días y noches, sin descanso alguno.

41. De esta manera llegaron al país ya nombrado, donde por ninguna parte se veía una sola hierba, una sola zarza o un solo árbol. Y con el Sol en el cenit que quemaba, Adán, Eva y todos los demás cayeron totalmente agotados en el polvo ardiente. A todos se les cerraron los ojos porque el sueño retrasado las obligó a hacerlo. De esta manera se durmieron, inconscientes, como cautivos en los lazos de la debilidad por la ira de la Divinidad.

42. En seguida el ángel que les había seguido visiblemente se acercó a Abel que ahí rebosaba de viveza alimentada por el Poder y la Fuerza desde lo Alto, y le dijo:

43. «Ve, Abel, de todos los sacrificios que en la pureza de tu ánimo consagraste al Señor de toda Santidad no hubo ninguno que le agradara tanto como éste.

Por este motivo, conforme a la Voluntad de lo Alto, recibe esta espada de la Justicia de la mano de tu hermano de lo Alto, y ve que somos hijos del mismo Padre santo... Rige con él en el bien de los tuyos, conforme el Poder de la Sabiduría y la Fuerza del Amor... Estimula en ellos la Fuerza de la Vida que se ha vuelto muy débil, haz que en ellos de nuevo se encienda el amor para con el Amor del Padre santo, y haz que en sus corazones se encienda la llama del temor justo de Dios.

Yo mismo no te abandonaré, aunque esté invisible. Pero cuando quieras, también estaré a tu lado fraterno muy querido, visiblemente, siempre preparado a ayudarte conforme a la Voluntad del Señor.

44. Porque ve: La entrega de la espada significa tu plena libertad –– una libertad igual a la mía. De modo que la Voluntad del Señor se ha vuelto tuya, te ha puesto encima de toda Ley y te ha dado los Mandamientos como propiedad tuya... Con lo que ahora ––igual que yo–– eres un hijo inmortal del Amor del Padre santo en el verdadero Reino de la Luz de los espíritus libres.

45. Y ahora procede con tus padres y tus hermanos terrenales conforme tu amor y tu sabiduría...».


Capítulo 14. La comprensión y el arrepentimiento de Adán

1. Enseguida Abel se puso de rodillas, compenetrado de suma alegría por tanta Gracia de lo Alto, y dijo: «¡Oh gran Padre querido, sumamente santo y bueno, ve a tu siervo insignificante, aquí ante Ti en el polvo y consciente de su profunda indignidad!... Y ve como desde su profunda bajeza te mira a Ti, el Todopoderoso lleno de Misericordia, en tu suma altura...

Oye al hijo que implora tu Gracia por sus padres débiles y por todos sus hermanos y hermanas... Y no me prives de tu Fuerza, este gran regalo que emana de Ti... ¡Consiente en que esta tu gran Fuerza se derrame sobre ellos para el perdón del pecado y la recuperación de la Vida que emana de Ti!

2. Ten Misericordia y cambia esta región conforme a tu parecer, para que se vuelva fértil y los débiles encuentren alimento suficiente y una fuente de agua fresca para calmar su sed... y haz que vengan animales útiles que les puedan servir, obedeciendo a su voluntad.

3. Oh, Padre santo sumamente bueno, ¡atiende mis ruegos, para que tu santo nombre sea glorificado en los corazones de los tuyos profundamente arrepentidos!».

4. Y ahora fíjate lo que ocurrió después de que Abel hubiera terminado su oración que era muy de mi agrado: Hubo un aire refrescante que pasó por el desierto impasible, y nubes claras se formaron por todo el cielo –– y empezó a llover en todo el desierto. Con la misma lluvia cayeron semillas de toda clase en los pequeños surcos formados por la lluvia, y al cabo de un rato todo el desierto se había vuelto verde. Hubo hierbas, plantas, zarzas y árboles de gran variedad. Y el lugar donde el devoto Abel, de rodillas, me había rezado en el espíritu y en la Verdad, surgió un árbol gigantesco con ramas extendidas y hojas muy anchas, lleno de frutos deliciosos. Su nombre era “Bahahania” que quiere decir “confortación para los débiles”, hoy en día conocido por el árbol del pan.

5. Y desde las nubes claras que derramaron tanta bendición hablo una voz suave al devoto Abel: «Abel, querido hijo Mío que ahora eres libre, agita la espada sobre los que duermen, con la mano izquierda, y despiértalos para el arrepentimiento y la mejora de su modo de vida ante Mí, para todo el futuro... Y sé para ellos un verdadero modelo –– un precursor de Aquel que vendrá en el tiempo de los tiempos para la Salvación, y diles que hasta entonces nadie podrá liberarse de la Ley... y que a continuación los Mandamientos mantendrán cautivos a todos aquellos que no participan en el renacimiento espiritual mediante el Hijo que será el Camino, la Luz, la Verdad y la Vida eterna –– Él será el único vencedor de la muerte.

6. Pero tú que eres un ángel de la Luz, tú serás libre y serás acogido cuando la Misión de aquel Grande se haya cumplido... pero aún tendrás que volverte apto para ello mediante tu humildad, tu amor y tu devoción que aún tienen que aumentar; y esto a pesar de las persecuciones y los malos tratos que te tocarán por parte de tus hermanos y hermanas –– todo por causa de la Gloria de mi nombre...».

7. Y ve, fortificado en todo su ser, Abel se levantó de la tierra y, como señal de su verdadera libertad, flotó en el aire y cumplió con las órdenes.

8. Enseguida nuevas fuerzas vitales penetraron en los que estaban durmiendo, con lo que todos inmediatamente se despertaron y enderezaron. Admirados sobremanera por semejante transformación del desierto, miraron a todos lados; e iban a gritar de entusiasmo, cuando Adán se levantó y los detuvo:

9. «Hijos, ¡no deis gritos de júbilo antes de la hora debida, porque nos corresponde llorar y arrepentirnos por nuestra gran culpa y debemos de tener en cuenta lo que por ella hemos perdido!

El paraíso terrenal con todos su patrimonio no tiene importancia alguna. Vosotros veis tanto como yo que el Señor en su Misericordia ilimitada nos ha devuelto tanto que con ello ––ante estas nuevas riquezas de su gran Amor que nuestra vista no abarca–– fácilmente podemos olvidar la pérdida de los bienes exuberantes del paraíso terrenal.

Pero ahora observad a los animales que acuden ––los del aire y los de la tierra firme–– y fijaos en las plantas, en los árboles y en el viento que pasa por su follaje... Y ahora preguntad a todos y escuchad, a ver si por alguna parte os llega una respuesta.

10. Yo por lo menos lo hice, nada más despertarme, pero me tenía que convencer de que todas cosas se habían vuelto mudas y ellas tampoco comprendían lo que les decía yo. El gorjeo de los pájaros, el gimoteo de los animales, el borboteo de la fuente y todos los ruidos que produce la flora, enseguida los percibí, ¡pero menudo susto al quedarme claro que ya no comprendía nada de lo que ellos me decían!

11. No es que me haya asustado por no poder tener ya esta comunicación... pero lo que sí me ha asustado profundamente ha sido la pérdida incomparablemente mayor de la Gracia del Padre santo de toda criatura...

12. Ved, todo lo que perdí, también vosotros lo perdisteis por mi culpa –– menos uno, al cual no merezco llamarle hijo mío... El cual continúa en la plenitud de la Gracia y en la de la Bendición y el que ante los ojos omnividentes del Padre, ante su Amor y su Espíritu continúa puro y justo, en todo Poder y Fuerza.

13. Y éste es mi querido Abel al que el Señor tan sumamente justo también nos ha quitado, dado que ya no le veo por ninguna parte... y esto seguramente será para que todos nosotros nos volvamos conscientes de lo que significa el haber caído de la Gracia del eterno Amor a la Justicia severa del Señor –– por el pecado de la desobediencia despreocupada con sus Leyes del Amor tan sumamente suaves y los Mandamientos de la Gracia tan fáciles.

14. Hijos, todo lo que acabo de deciros, ¡tenedlo siempre en cuenta! Comprobad en vosotros mismos cómo están las cosas... comprobad si os he dicho la verdad o no... y comprobad si deberíamos continuar profundamente arrepentidos o, acaso, encontrar algo que pudiera alegrar nuestros corazones.

15. Hijos, os digo: no hay más que un solo regalo que la gran Gracia del eterno Amor del Padre santo nos ha dejado. Y de este regalo nos deberíamos alegrar: la Gracia grande del arrepentimiento y de las lágrimas mismas...

16. Ved, esto es lo único que el Señor nos ha dejado: las lágrimas del arrepentimiento y las de la tristeza... Por ellas, ¡démosle las gracias desde la profundidad de nuestros corazones!

17. Aún podemos considerarnos afortunados por haber recibido tanta Gracia del Señor. ¿Qué sería de nosotros sin ella?

18. Por este motivo, conscientes de nuestra gran vileza, ¡echémonos en la tierra para llorar desconsolados hasta que ya no haya lágrimas en nuestros ojos... hasta que hayamos devuelto al Señor lo que es suyo y que no merecemos!... Y que luego proceda con nosotros conforme a su santa Justicia, según su Voluntad desde la eternidad».

19. Acto seguido Adán se echó al suelo, junto con todos los suyos, y actuó conforme había percibido mediante los pocos residuos de la Gracia que le habían quedado, llevado por la secreta intuición del eterno Amor del Padre.

De modo que todos lloraron amargamente, menos Caín. Él también se había echado al suelo, como los demás, pero sus ojos no derramaron lágrimas y esto le fastidió. Por esto se levantó y se fue.

Caminando, con la vista en dirección al suelo verde, de repente vio una serpiente. Lleno de rabia la cogió, la descuartizó y se la comió, con lo que la carne de la serpiente se volvió carne de él.


Capítulo 15. La confesión de Caín

1. Entonces se le presentó Abel, su devoto hermano, que le había seguido. Y en nombre del eterno Amor le dijo:

2. «Hermano, ¿cómo es posible que comas la carne de la serpiente, habiendo frutos más que suficientes para calmar tu hambre? Ve, nuestro padre bebió de una planta que él no conocía, porque así la serpiente lo había preparado astutamente todo con su maldad ilimitada, en perjuicio de él y de todos sus descendientes. Y de esta manera pecó ante el Señor de toda Justicia, y vosotros por él...

También yo fui cargado con esta culpa ante Dios y tuve que expiar igual que vosotros que habíais bebido de la bebida de la perdición... e igual que vosotros tuve que abandonar el paraíso y cargar con vuestro peso físicamente y vuestra Bendición espiritualmente, con lo que por vuestra causa cargué en los dos sentidos.

3. Y ahora veo que comes hasta la carne de la serpiente viva, incluso su sangre... Caín, ¿por qué has hecho esto?».

4. En seguida Caín se recuperó de su arrebato de rabia, miró a Abel y le respondió: «Lo hice por vengarme de la serpiente, para la perdición de su género y de mí mismo, dado que nunca fui considerado digno de la Bendición del Señor... puesto que lo que soy, lo fui sin culpa mía sino únicamente por la culpa de mis padres que fueron culpables antes que yo... con lo que ante el semblante de Jehová surgí como consecuencia del pecado de ellos...

5. ¿Por qué, entonces, tengo yo que expiar una culpa a la cual nunca pude contribuir, dado que no soy la causa sino el fruto del pecado?... ¡Y por esto tuve que prescindir de la Bendición que os fue dispensada a vosotros en toda plenitud!... Con lo que yo tuve que arrastrarme con grandes dificultades, cargado con la maldición de Jehová inmerecida, mientras que vosotros podíais brincar como los ciervos.

6. Y ahora te voy a decir la causa de mi acción: la serpiente en la hierba me habló y me dijo: “¡Cómeme, sáciate de mi carne y calma tu sed con mi sangre, y serás un señor de la Tierra! Todos tus descendientes reinarán en ella, y su fuerza y su poder serán mayores que los de todos los bendecidos. ¡Yo no te doy mandamiento alguno, sino te doy el poder para reinar y la fuerza para subyugar todo!”.

7. Ves, así me habló la serpiente, y ella continuó: “¡Mi carne acabará con tu naturaleza injustamente inculpada ante Dios, y mi sangre te dará una nueva personalidad sin culpa alguna, provista de todo poder y toda fuerza!”.

A continuación la serpiente se calló y yo la cogí y me la comí, tal como lo viste».

8. En ese momento Abel sintió un impulso y, con su diestra, agitó la espada de la Justicia sobre la cabeza de Caín. Con este gesto a Caín se le abrió la vista y reconoció su gran injusticia al haber inculpado a sus padres... y vio que toda la culpa estaba en él mismo... Vio los caminos insondables del eterno Amor en su gran Sabiduría ilimitada... y vio que en realidad él mismo era la serpiente seductora que, por la Misericordia ilimitada del eterno Amor, se había vuelto hombre en Caín... para que como tal ––tras pruebas aún mayores–– se volviera consciente de su actual debilidad falta de Bendición... y para que consciente de toda la libertad de su ser, finalmente, pudiera dirigirse al Señor de todo el Poder y de toda la Fuerza, porque sólo de esta manera ––parecido a los benditos–– le tocaría la Bendición y con esta la readmisión por parte de la gran Gracia y del Amor misericordioso.

9. Y Caín vio que la serpiente que acababa de comerse era él mismo –– en lo que se refería a su componente maligno... y vio que él mismo era quien a través de su ira había hecho que la serpiente se formara entre las hierbas, y que las palabras de la serpiente procedían de él mismo... palabras que habían salido todavía del fundamento más íntimo de su ente primario, de los tiempos de antes de toda creación del mundo visible de toda materia.

10. Luego aún vio que al comerse la serpiente la había reintegrado a su propio ser, es decir, que una vez más había confirmado su propia maldad y la falsedad que de ella resultaba... y vio lo profundamente que por esto había caído en la muerte.

11. Sacudido por un gran arrepentimiento, se echó al suelo y gritó llorando: «¡Gran Dios, sumamente poderoso, fuerte y santo!, ¡sólo ahora reconozco mi culpa infinita y mi debilidad ante Ti –– ante tu Justicia pero también ante tu Amor ilimitado!

12. Ve, ¡no merezco la existencia! ¡Por esto aniquílame desde mis raíces, eternamente, para que no exista y para que de esta manera, junto conmigo, también mi gran culpa sea abolida por el bien de todos los descendientes benditos de Adán y Eva!».

13. Acto seguido su hermano Abel tomó la espada en la mano izquierda, pero esta vez la agitó sobre el pecho de Caín.

14. Y una corriente de nueva vida penetró en Caín, con lo que las ganas de morirse se le convirtieron en un hambre de vida tanto mayor. Pero no pudo encontrar nada que la calmara.

15. Como no encontró nada, se dirigió de nuevo a Abel: «Hermano, tengo mucha hambre de un alimento que da la vida y que no, como la carne y la sangre de la serpiente, acarrea la muerte. Hermano, como desde el fondo de mi ser me volví consciente de lo que fui entones y de lo que soy ahora, siento un gran arrepentimiento y junto con este una gran hambre y una sed ardiente del Amor divino y su gran Misericordia.

Porque ve, cuando lloro no tengo voz y mi arrepentimiento no produce lágrimas... Por esto, ¡sáciame con la voz del Amor y calma mi gran sed con las lágrimas del arrepentimiento!

16. Yo te digo: Yo, el más grande, me reduje a polvo... yo, el más fuerte, me volví más débil que un mosquito... y yo, el más resplandeciente, me quedé más oscuro que el centro de la Tierra...

17. Así me encuentro ahora ante Ti... ante uno que surgió de mí en forma de un pequeño espíritu y que ahora, en todo, ya es mayor de lo que yo era cuando aún no existía el mundo... Porque yo mismo me encerré en el entorno de mi fuerza exuberante, con lo que me volví el más débil de todos... porque los que tenían mucho perdieron mucho... los que tenían poco perdieron poco... Y como yo tenía mucho, lo perdí todo, y esto por mi propia culpa... y los demás ––aunque hayan tenido o mucho o poco–– también perdieron todo, y esto también por mi culpa ardiente.

18. Oh Abel, ¡no tardes en darme un alimento vital para que recupere la voz para llorar y, dado que soy un desgraciado, dame una bebida para que no me consuma de arrepentimiento sin tener lágrimas!».

19. A estas palabras de Caín, Abel volvió a pisar el suelo, se acercó a su hermano y le respondió: «Caín, débil hermano terrenal mío e hijo de Adán y Eva, ¡levántate y sígueme! Porque volveré a llevarte con tus padres y con todos tus hermanos, donde encontrarás en plenitud todo de lo que careces aquí.

20. Pero una vez que hayas calmado tu hambre y tu sed, dirige tus pensamientos al Señor en su gran Amor y su Gracia misericordiosa, y acuérdate que lo primero es lo último, y lo último es lo primero.

21. Ahora sígueme con toda paciencia y toda afabilidad, y que de ahora en adelante toda tu potencia sea paciencia y toda tu fuerza sea afabilidad; porque de esta manera incluso tú encontrarás la Gracia de Aquel cuyo Amor es infinito en todas las eternidades».


Capítulo 16. El encargo del Señor a Abel

1. Desde el lugar donde se encontraba Caín, un lugar entre la tarde y la medianoche16, los dos se dirigieron allí donde estaba el árbol enorme que se encontraba entre la mañana y el mediodía. Allí encontraron a los suyos que todavía estaban echados en el suelo, afligidos y llorando.

2. Delante de ellos Abel dijo a Caín: «Aquí ves frutos en abundancia, que son los verdaderos frutos del arrepentimiento y de la tristeza. Por esto, ¡agáchate junto a ellos, sáciate y calma tu sed!».

3. Y como Caín, voluntario, hizo caso a lo que su hermano por mi intuición le había indicado, empezó a lamentarse en voz alta y sus ojos lloraron a lágrima viva por su gran arrepentimiento.

4. Su arrepentimiento y tristeza eran al agrado del eterno Amor, con lo que por la boca del ángel habló a Abel que también estaba hecho un mar de lágrimas, lo que también era del gran agrado de Él:

5. «Abel, hijo lleno de la Bendición del Amor, dirígete a Adán y Eva, tus padres terrenales, enderézalos y muéstrales el árbol de la Vida al que he bendecido para vosotros todos –– para que os alimente el cuerpo y fortifique vuestro amor.

6. Dile a Adán fortificado que enderece a sus hijos y que les dé el pan del árbol de la Vida para que fortifiquen su cuerpo y también su amor, y dile a Eva que enderece a Caín y que le lleve a Adán... y que Adán extienda la mano izquierda para apretar la mano derecha de Caín... Que Adán ponga su diestra en la cabeza de Caín... Que sople tres veces sobre él y le levante siete veces del suelo...

De esta manera Caín ––si corresponde en su fidelidad–– estará preparado para recibir mi Bendición, sucesivamente.

7. Y tú, Abel, toma la espada en tu diestra y sígueme a un lugar muy lejos de aquí, a una montaña alta en medio de un desierto extenso. Allí encontrarás una abertura. En esta mete la espada de tal manera que su punta apunte al cielo y que de los dos filos llameantes el uno esté dirigido hacia el mediodía y el otro hacia la medianoche.

8. Después arrodíllate y da gracias a Dios hasta que la llama de la espada se apague y la espada misma se haya convertido en una zarza espinosa con moras rojas y blancas. De estas moras recoge tres de las blancas y siete de las rojas, y vuelve con los tuyos.

Cuando hayas vuelto después de cuarenta días, erígeme un altar como ya lo hiciste en el paraíso, por tu propia iniciativa. Allí pon paja y las moras. Luego enciende la paja con el Fuego del Amor que Yo te voy a mandar desde lo Alto mediante un rayo poderoso.

9. Luego coge arcilla del suelo, amásala bien y forma con ella un recipiente que por arriba sea ancho y por abajo estrecho, parecido a la forma de tu corazón.

Llena este recipiente con agua pura y colócalo sobre el fogón de Jehová, encima de la llama del Amor. Y cuando el agua entre en ebullición, toma primero las moras blancas y échalas en el recipiente, y poco después haz lo mismo con las siete rojas. Cuando veas que las moras se han vuelto blandas, quita el recipiente del fuego.

Después saca las moras con la mano derecha en el mismo orden en que las pusiste en el agua, es decir, primero las blancas y un poco después las rojas, y en seguida póntelas en la mano izquierda para que en esta se enfríen. Luego cómetelas en el mismo orden.

Acto seguido toma el agua del recipiente en el que hayan cocido las moras de la espada y échalo sobre el fogón de Jehová... y el recipiente vacío dáselo a tu padre terrenal.

10. Estas moras fortificarán tu sabiduría y tu amor, y el agua apaciguará el fuego del Amor. Y para Adán y sus descendientes el recipiente será un signo palpable de cómo deberían de ser sus corazones:

...cocidos en el agua de la Misericordia en la cual hayan hervido los frutos de la Justicia17 mediante el Fuego del Amor para servir de alimento a los hijos de la Bendición del Amor,

...y luego volverse libres para dar morada al Espíritu de la Santidad de Dios.

11. Ahora, ¡ve y cumple minuciosamente con lo que Yo, el eterno Amor, te he mandado! Y una vez que hayas cumplido con todo, volveré a hablarte a ti y a los tuyos por boca de mi Ángel, que es un querubín.

Y ahora, ¡ve y actúa!».

12. Conforme a mi Voluntad secreta le insinué a Abel en su corazón que diera la Bendición a su padre terrenal, y enseguida él lo cumplió.

13. Adán le abrazó llorando y Eva le estrechó con tristeza contra su corazón. Y también todos sus hermanos le estrecharon cordialmente la mano ante el hecho de que se iba para cumplir con un encargo de Jehová. También Caín se acercó, le estrechó la mano y le hizo una gran reverencia.

De modo que Abel se fue con las bendiciones de unos y otros y con la Bendición de lo Alto, acompañado por el ángel del Señor.


Capítulo 17. El nuevo orden del servicio a Dios y el nuevo orden de la organización de la vida

1. Tras haber cumplido minuciosamente con la Palabra de Dios, Abel volvió a los suyos que ya le estaban esperando con toda ansiedad. Y como ya había hecho el sacrificio conforme al orden del eterno Amor y había entregado el recipiente vacío a Adán, de nuevo el eterno Amor abrió la boca del ángel y dijo:

2. «Abel, el hijo más obediente de mi Amor misericordioso, ahora Yo te nombro pastor y preceptor de todos tus hermanos, y consolador de tus padres.

Por este motivo, cada día del Señor por la mañana cuando se levanta el Sol, vas a hacer un sacrificio con los frutos más puros y limpios que te señalaré. Y por la tarde, cuando se ponga el Sol, los enciendes con el Fuego del Amor que te mostraré, dado que mora oculto en una piedra natural... y te mostraré cómo sacarlo cada vez cuando lo necesites.

Y, el día del Señor, no cubras tu cabeza entre la medianoche y la medianoche siguiente, para que sea libre de recibir mi Gracia... Que todos tus hermanos se la descubran por la mañana y que vuelvan a cubrirla por la tarde... y que tus hermanas no descubran su semblante durante todo el santo día del Señor... Sólo Eva, cerca de mediodía, podrá mirar tres veces hacia el altar de Dios.

3. Que únicamente Adán no se cubra la cabeza durante toda su vida, en señal de que él es el padre de vuestra carne, y para que siempre le podáis reconocer por su cabeza descubierta y rendirle respeto y amor, donde sea.

4. Y ¡ay de aquel que ose enfrentarse con su padre! A él le miraré con ojos de ira, porque la cabeza del padre es como la Santidad de Dios.

Cada uno que en su corazón esté arrepentido puede ser atendido; sin embargo, a todo aquel que profane el menor indicio de mi Santidad, el fuego inextinguible de ella le agarrará y consumirá cada lágrima de arrepentimiento en él, con lo que perecerá para siempre.

5. Y aquel que con mal genio se enfrentara con su madre en contra del amor de ella, a él ya no le miraré ni en su mayor miseria. Porque la madre es como el Amor en Mí, y el que los desprecia pasará grandes apuros en los caminos ardientes de Jehová.

6. Del mismo modo, cuando un hermano se enfrente con el otro, él perderá mi Gracia, y mi Misericordia le resultará muy lejana; y para aquel que desprecie a su hermana, mi Corazón quedará cerrado.

7. Porque vuestros hermanos también son hermanos de mi Amor, y vuestras hermanas son el deleite para los ojos de mi Amor.

8. Por esto, honrad al padre, amad a la madre y sed sumisos los unos a los otros, mútuamente, en todo amor... para que podáis ser temerosos de mi nombre Jehová... para que podáis amar a mi Amor... y para que os podáis dejar llevar por la gran Santidad de mi Espíritu, triple en el día de mi gran Santidad para que podáis adquirir la sabiduría y septuple en los seis días del Amor, para que actuéis de manera justa ante mis ojos.

9. En adelante, Abel, enseñarás a todos tus hermanos los trabajos más diversos, a cada uno un trabajo distinto, para que entre ellos puedan servirse mutuamente con amor y dar consejos sabios.

10. A tus hermanas, enséñales hacer hilos de las briznas de diversas plantas, a trenzarlas en cintas y de estas preparar ropa para sus hermanos y para ellas mismas, para mantener el amor conforme al Orden.

11. A Adán, a Eva y a ti os voy a dar vestidos desde lo Alto, cada uno de un color distinto: blanco para Adán, rojo para Eva, y para ti azul con ribetes amarillos. Que nadie más se sirva de estos colores, sino que todos los demás tiñan sus vestidos de multicolor –– pero que no haya topos negros ni rajas. Sólo aquel que ha pecado, que en su arrepentimiento rasgue su vestido, lo frote con carbón, y cubra su cabeza con ceniza, como señal de que ha pecado ante Mí y que ha rasgado el vestido de la Gracia, porque se ha manchado con el color de la desobediencia y se encuentra en las garras de la muerte.

12. Que Caín desee a la hermana mas bonita que se llama “Ahar”, lo que significa “la belleza de Eva”, que con ella salga a los campos y allí, con una herramienta ya preparada para este fin, abra surcos en la tierra; y que en estos surcos siembre semillas que allí encontrará en abundancia. Al fruto lo llamará trigo.

Cuando este fruto haya madurado, cuando su grano se haya vuelto duro y las espigas sean de color marrón, que quite los granos cuidadosamente de las espigas y que las pulverice entre piedras. La harina así obtenida la debe humedecer con agua y luego debe amasar la masa convenientemente. Después debe ponerla sobre una piedra plana que se haya calentado al sol, donde tendrá que dejar la tercera parte de un día. Que al producto obtenido lo llame pan.

Que parta el pan, dé gracias a Dios y lo coma, junto con su mujer Ahar.

13. Y cada vez que salga una cosecha, que me ofrende las tres primeras gavillas.

14. Si me sigue fielmente, siempre aceptaré su ofrenda; pero en cuanto se olvide de Mí, su ofrenda no será aceptada ni ascenderá a los Cielos, sino que se quedará ahí a sus pies.

15. Que también tenga descendencia, pero cada vez antes de unirse con Ahar, debe ofrendarme tres veces su corazón, y Ahar siete veces. El día en que lo omitiera, su infidelidad sería manifiesta porque él se volvería malvado... La serpiente se fortificará tras suya y continuará viviendo en todas sus hijas que exteriormente tendrán una gran belleza pero interiormente serán tanto más feas... y ellas pervertirán a todos los hijos descendientes de Caín, infectando con su veneno a los hijos de mi Amor y quitándomelos a Mí.

16. ¡Con lo que vendrá el día en que Yo tenga que erradicar toda su estirpe de la Tierra!...

¡Y todo esto díselo con firmeza y recuérdale de mi santo nombre Jehová y del día del Señor!

17. A ti, Abel, te señalaré un rebaño de animales muy mansos para que lo apacientes. El nombre que darás a cada uno será el nombre justo. Y cuando los llames con su nombre, te reconocerán como a su pastor y te seguirán a donde vayas.

18. De modo que de aquí en adelante ya no me ofrendarás frutos ––como cuando volviste de la montaña de Jehová–– sino sacrifica los primeros nacidos de tu rebaño que son los frutos más puros y bonitos de los cuales ya te hablé antes.

19. Primero pon ramas secas sobre el fogón y encima pones la víctima sangrienta, luego me das las gracias y enciendes las ramas con el fuego que ya te he mostrado... el fuego que mora en una piedra natural y el cual enciendes conforme te he indicado.

20. Como señal de que tu sacrificio me agrada, el humo siempre subirá como si tuviera gran prisa. La ceniza, a la cual debes cubrir con una piedra, la dejas durante tres días sobre el altar.

El tercer día, en cuanto quites la piedra, saldrá un pájaro con plumaje brillante que volará hacia los Cielos. Luego se levantará un viento que llevará las cenizas a todos lados de la Tierra... en señal de las obras del verdadero Amor mediante la Sabiduría del Espíritu santo que en el gran tiempo de los tiempos será dada a los hijos para el venidero renacimiento espiritual de toda la carne –– y que también será dada a todos los ajenos si sienten sed de ella.

21. Comed todos conjuntamente, por la mañana, al mediodía y por la tarde –– pero siempre frugalmente y con gran temor del Señor... siempre después de haberle dado las gracias antes y después, para que el alimento sea bendecido, quitándole de esta manera la muerte.

22. Aquel que lo omita, pronto se enterará de las consecuencias; y a aquel que se olvide tres veces de ello, le castigaré con un sueño largo. Pero el que lo omita por su pereza, ¡que engorde como un cerdo y que se vuelva estúpido como un burro, con lo que los niños se reirán de él por la asquerosidad de su aspecto! En caso de que él quiera volverse como los hijos obedientes, entonces tendrá que ayunar mucho y no comer sino pan seco.

23. Pero el que lo omita por mera desobediencia o mero menosprecio de mi Mandamiento de Amor para con vosotros, a él le sobrevendrá la avidez de la lascivia y toda clase de fornicación, y fácilmente caerá en el pecado y por éste en la muerte... de modo que tendrá que sostener una gran lucha contra la serpiente de la seducción de Eva, y Yo no le miraré antes de que en su gran arrepentimiento haya dominado su carne.

24. Por la mañana comed las frutas de los árboles, al mediodía el fruto del árbol de la Vida, y por la tarde comed leche y miel. Para que consigáis esta miel os mandaré pequeños insectos que la recogerán en las ramas de los árboles. A estos insectos llamadlos “Celie”, lo que significa “el cuidado del Cielo”.

Y tres días antes del día del Señor matad una oveja, limpiadla de su sangre y asadla durante el día con el fuego de la piedra para comérosla por la tarde, alegremente.

25. Que también Caín y su mujer Ahar vayan a comer junto con vosotros de la carne de este animal manso; pero que por lo demás se queden en el campo y coman su pan con los frutos de allí.

26. Ahora sabéis todo lo que de momento os hace falta. Y cuando venga una temporada fría sobre la Tierra para que esta se pueda reponer, entonces, desde lo Alto, os mandaré ropa de pieles de ovejas para Adán, Eva y para ti. Que vuestros hermanos también guarden las pieles de las ovejas matadas para la cena... que las sequen al el sol y las guarden para la temporada fría... y cuando estén secas, que las laven siete veces en agua fresca, con lo que se volverán más blandas y les podrán servir conforme el ejemplo de lo Alto».


Capítulo 18. Las ofrendas de Caín y de Abel

1. Acto seguido el ángel se acercó a Abel y le besó fraternalmente. Y a todos, sobre todo a Caín, les aconsejó la obediencia estricta para que algún día pudieran alcanzar la plena libertad, la Fuerza y Potencia que resultan de ella ––lo cual es el gran Poder de la Gracia que resulta de la Misericordia del Amor–– y para que, en su interior, pueda convertir a la serpiente en la imagen del Amor... y de esta manera producir frutos de Bendición y jamás ya de la ira de la Divinidad.

2. Y ahora, mi escribiente todavía ignorante y perezoso, oye atentamente lo que después sucedió:

Todos se pusieron a cumplir con lo que mi gran Amor les había mandado, y así vivieron en un buen orden durante diez años.

3. Pero una vez hubo un día con mucho calor y el Sol quemaba más que nunca las cabezas de los hijos y el cuerpo de Caín, de modo que este se puso de mal humor y maldijo al Sol. Pero los hijos de la Bendición tenían paciencia y se lavaron con agua fresca que los fortificó y bebieron del agua que les apagó la sed. Y alabaron a Dios por la gran Gracia de haberles dejado la fuente para tiempos de pruebas duras mandados por su eterno Amor.

4. Y mira, no muy lejos de la choza que Caín se había construido de las ramas de los árboles y cubierto con la paja del trigo, había un río caudaloso que Yo había hecho surgir desde la profundidad de las montañas que se encuentran en medio del gran país “Ahalas” que quiere decir “cuna de los hijos de los débiles y los descendientes de Adán” (el continente que hoy en día llamáis Africa).

5. Pero Caín que no quería servirse del agua y se volvió perezoso y apático por el gran calor que hacía, ni se dirigió a Mí por pedirme consejo y menos aún a su hermano Abel.

6. A eso llegó el día del Señor –– de modo que también la hora de los sacrificios. Y Caín, perezoso por el gran calor, cogió diez gavillas en las cuales ya no había granos porque las llenas le pesaban demasiado para llevarlas hasta el altar y, además, sentía el desperdicio de los frutos que en el altar se quemarían inútilmente... porque de ellos habría podido preparar tres veces pan para él...

De modo que se volvió malo, puso las gavillas vacías en el altar y las encendió. Pero el humo no subió sino que bajó al suelo, con lo que Caín, en su corazón, se enfadó aún más.

7. Al mismo tiempo Abel encendió su sacrificio ante los ojos del Señor y dijo penetrado de gratitud: «Santo Padre, que con el gran ojo de tu Sol nos estás mirando benignamente con toda la Fuerza de tu Amor ardiente... aunque este calor de tu Amor inconmensurable para con nosotros ––que somos pecadores–– queme nuestra piel, ¡tanto más fervorosamente late mi corazón para Ti!

8. Hubo una vez una temporada en la que la Tierra ardía en tu ira, oh Jehová, ¡pero ahora arde el Amor que surge de Ti, oh santo Padre!

9. ¡Qué dulzura, el poder sentir cómo arde este Fuego puro de la Vida que surge de Ti!... ¡Es una escuela preparatoria sagrada que tiene que prepararme para que en lo venidero sea apto para recibir la Vida más pura de Ti!

¡Qué Bondad debe ser la Tuya, oh Padre santo, para que aquí ya en esta Tierra nos dejes experimentar la grandeza inconmensurable de tu gran Gracia!

10. Este fuego que acabo de encender para Ti a base de mi pobre amor, ¡qué frío y oscuro resulta en comparación con el Tuyo que irradia sobre nosotros indignos desde tu Sol tan lejano que no es sino una gota del mar inconmensurable de tu Misericordia ilimitada!

11. Por esto, acepta mi pequeño sacrificio en el nombre de todos nosotros, como muestra de nuestro amor para contigo que Tú estás recalentando, y manténnos siempre en el Amor ardiente que ahora nos haces llegar desde tu Sol. ¡Amén!».


Capítulo 19. Caín asesina a Abel

1. Resulta que la distancia de los dos altares de Caín y de Abel no estaba a más de setenta pasos, él de Abel en dirección a la mañana y él de Caín en dirección a la tarde.

2. Cuando Caín observó que el humo de Abel subía al cielo, mientras que el suyo bajaba al suelo, empezó a enfurecerse en su corazón; sin embargo, exteriormente puso una cara normal, para que nadie se enterase de que estaba rabiando. Abel, mientras tanto, rezaba por Caín porque se había dado cuenta de su infamia.

3. El Señor atendió los ruegos de Abel y, conforme a su devoto deseo, se dirigió en voz alta a Caín que estaba rabiando:

4. «Caín, ¿por qué te volviste infiel a Mí y por qué permitiste que tu corazón se llenara de cólera? ¿Por qué finges en tu comportamiento y mientes con tus ojos? –– ¡Estás tramando algo contra Abel! De no ser así, ¡niégalo –– si puedes!

5. Oí como maldijiste a mi Sol y vi las gavillas vacías con las que querías contentarme dentro de tu pereza y avaricia... y vi que con tu gran holgazanería unas cuantas veces te aprovechaste de tu mujer, omitiendo lo que te había sido mandado hacer antes de cohabitar con ella.

Dime, ¿acaso no es así?

6. Mira, te he observado con paciencia y no he dejado caer mi diestra castigadora sobre ti, ni te guardé ira en mi Santidad...

Por esto, ¡considera mis palabras, y vuélvete devoto en tu corazón! Entonces me resultarás agradable y volveré a aceptar tus sacrificios. Pero si secretamente persistes en la maldad de tu corazón, entonces el pecado se habrá preparado un cobijo en él y reinará en ti... y tú y todos tus descendientes se volverán esclavos de él, con lo que a todos os alcanzará la muerte.

7. Por este motivo, no permitas al pecado que su voluntad reine sobre ti sino rompe con ella categóricamente... haz que tú domines su voluntad, para que te vuelvas libre... para que tú mismo te vuelvas un señor de tu propia voluntad que es mala desde su principio, porque surge de ti y no de Mí».

8. Al oír estas palabras, Caín se inclinó hacia el suelo como si quisiera arrepentirse de su culpa. Pero en este momento se fijó en una serpiente delante de sus pies. Profundamente asustado, se levantó para huir corriendo hacia Abel. Pero la serpiente le rodeó los pies, de modo que Caín no podía abandonar el lugar.

9. A continuación la serpiente levantó su cabeza, agitó su lengua bífida y dijo a Caín: «¿Por qué quieres huir de mí? –– ¿Qué te he hecho yo? Mira, yo soy una criatura como tú pero tengo que arrastrarme por el suelo en esta mi figura miserable... ¡Sálvame y seré igual que tú pero aún más hermosa que tu mujer Ahar... y te volverás como Dios, fuerte y poderoso sobre todo lo que existe sobre la Tierra!».

10. Pero Caín respondió a la serpiente: «¡Mientes!, ¡porque cuando te encontré en la hierba y después te descuarticé y te comí, me engañaste! ¿Cómo me voy ahora a fiar de tus palabras?

Entonces tuve que sufrir mucho por tu culpa. Por esto conozco tu manera de mentir y nunca ya podré fiarme de tus palabras. ¿Acaso no acabas de oír las palabras de Jehová desde lo Alto?

11. Si incubas el menor conocimiento de la Verdad, entonces interpreta todo a tu manera. ¡Si puedes convencerme de lo contrario, te creeré y te haré caso!».

12. «Ve, ¡todo esto es la culpa de Abel!», le respondió la serpiente. «¡Porque él quiere usurpar todo el poder para reinar! Él quiere privarte de tu derecho del primogénito y lo ha urdido de una manera tan astuta que ha cegado incluso al Amor de la Divinidad, fingiendo ser devoto, para que le deje reinar sobre todo lo que existe en la Tierra, permitiéndole que te pise con los pies, burlándose de ti.

Porque entonces cuando me encontraste entre la hierba e hiciste lo que te había aconsejado, te habrías vuelto un señor sobre todo –– si la astucia tramposa de tu hermano no hubiera descubierto lo que ibas a ser... Por esto Abel acudió con cariño fraternal, fingido como si te quisiera ayudar... En fin, también te ayudó, pero no para el trono que te corresponde únicamente a ti, sino para la miseria, una discriminación total de tu dignidad –– de lo cual hace tiempo ya habrías debido darte cuenta...

13. Incluso por este pequeño detalle te tenía celos: pues, el Señor había aceptado tu sacrificio como aquel de él... Y sabía cómo lisonjear la Voluntad de Jehová de por sí muy quebradiza para que rechazara tu sacrificio... y para colmo que aún te echara un sermón de padre y muy señor mío.

14. De por sí no le gustaba que el Señor no te hubiera aniquilado a la primera. Fíjate como él todavía quiere persuadir al Señor, rezando con astucia, para que cumpla con aquello que hasta ahora, por clemencia, aún no ha cumplido.

15. Ahí ves la gran astucia de Abel que por su gran hipocresía quiere incitar al Señor a que, en su gran ceguera, finalmente le entregue todo su Poder a él... con la intención de que después pueda echarle de su trono...

Con lo que después Dios se consumirá en la Tierra, mientras que Abel será un Dios soberano en el trono de Jehová, eternamente.

16. Por esto, ¡apresúrate!, porque es la última vez que todavía puedo proveerte de la fuerza necesaria para salvar a Dios y a ti. Pero con este motivo date prisa, ve a Abel y convéncele con palabras lisonjeras para que voluntariamente te siga hasta aquí. Entonces yo le ataré de manos y de pies, y tú tomas una piedra y le das un fuerte golpe en la cabeza, ¡con lo que tú le darás la muerte con la que él ––mediante Jehová–– te amenazó a ti!

De esta manera te librarás de tu muerte segura, y abrirás los ojos al Amor cegado de Dios engañado que por su parte te nombrará señor de la Tierra y hará que la muerte del pecado sea sumisa a ti».

17. Persuadido en la maldad de su corazón, Caín se fue directamente a Abel; y le dijo con dulzura: «¡Hermano, ven y líbrame de la serpiente que de nuevo quiere destruirme!».

18. Pero Abel le respondió: «Lo que tú crees que pueda ocurrir, ¡esto ya ha ocurrido! Aun así, lo que tú me pides dentro de tu depravación, esto te lo voy a consentir por mi amor...

La muerte que tú piensas darme caerá sobre ti, y mi sangre con la que vas a manchar la tierra clamará a Dios y caerá sobre ti y todos tus hijos; y la piedra con la que vas a matarme a golpes será una piedra del escándalo en la que tropezarán todos tus hijos. La serpiente estropeará toda la sangre de la Tierra, y los hijos de la Bendición clamarán venganza sobre tu sangre.

Vendrán unas grandes tinieblas sobre vosotros y nadie comprenderá el lenguaje de su hermano –– como tú que ahora ya no comprendes el mío, porque has permitido que te deslumbre tu propia maldad manifiesta en la forma de la serpiente dentro y fuera de ti –– que era, es y siempre será la maldición manifiesta del juicio justo de Dios.

19. Ve, como el Señor me ha descubierto el concepto de tu maldad disimulada y tu gran furia; también sé lo que intentas hacer conmigo y sé el porqué.

20. Oh, tú, cuya ceguera durará hasta el final de todos los tiempos, llévame pues de víctima inocente, y procede conforme a tu maldad fuera y dentro de ti, para que quede manifiesto que tu serpiente es una eterna embustera mentirosa... De modo que después ya experimentarás en ti mismo quién de entre tú y yo es el engañado...

21. La infamia que hiciste al Señor te tomará preso, y después de tu crimen se te abrirán los ojos y los oídos para que veas que el Señor me acoge como último sacrificio de tu mano, bien recibido.

En adelante ya no habrá miramientos para ti sino únicamente la muerte con la que sacrificaste a tu hermano.

22. Y para que veas que tengo todo poder sobre ti y que me resultaría muy fácil aniquilarte, te voy a dar una muestra de ello: mira aquella montaña de allí, hacia medianoche, al otro lado del río...

23. Ahora ve que la llamo:

“¡Soy Abel, el bendito del Señor, lleno del Poder y de la Fuerza del Espíritu santo!, ¡te mando que te derrumbes y desaparezcas, para que Caín se entere del tamaño de su mentira!”.

24. Ya ves, Caín, que la montaña ha dejado de existir a causa del Espíritu del Amor cuya Fuerza es inherente en mí... e igual de fácil me resultaría aniquilarte a ti...

Pero para que veas que la Fuerza en Dios no es nada “quebradiza” y que en tu hermano no hay la menor tendencia de tiranía, voy a seguirte como un cordero al lugar donde le van a degollar».

25. A eso, Caín cogió a Abel amablemente del brazo y le dijo: «Pero Abel, ¿qué piensas de mí? ¡Yo vengo para pedirte ayuda y tú, de antemano, me inculpas de tu muerte! Ven, pues, al lugar donde la serpiente te está esperando y destrúyela como la montaña –– y libra a los dos de los reproches de ella».

26. Abel todavía le contestó: «¿Cuál es la diferencia entre tú y la serpiente? –– ¡Qué ciego eres! ¿Acaso te imaginas que también yo soy un asesino fratricida como tú?

Por esta causa te sigo y moriré para la Vida, mientras que tú continuarás viviendo para la muerte».

27. Estas fueron las últimas palabras de Abel dirigidas a Caín y le siguió adonde este le llevaba.

28. Nada más llegar al lugar donde la serpiente estaba esperando, la malicia de Caín quedó manifiesta y enredó los pies y las manos de Abel, le tiró al suelo, tomó una gran piedra y destrozó la cabeza de Abel de modo que la sangre salpicó alrededor sobre el suelo.

29. La serpiente se soltó de los pies de Abel, tomó la piedra en sus fauces y se fue para depositarla delante la puerta de Caín, mientras que ella misma se ocultó en la arena debajo del zarzal.


Capítulo 20. La maldición de Caín y su huida

1. De todos lados se acercaron nubes negras encima de Caín y enormes rayos destellaron en todas direcciones, acompañados por fuertes truenos; y empezaron a desencadenarse borrascas que arrojaron granizo sobre los campos fértiles, destruyéndolos por completo.

Fue el primer granizo que había caído, una reacción del Amor sin Misericordia, porque de nuevo la Divinidad misma fue provocada por el crimen de Caín en su hermano Abel.

2. El maligno Caín huyó a su choza donde encontró a su mujer temblando en el suelo y al lado de ella algunos de sus niños ––la mayoría no bendecida–– que parecían medio muertos. Con esta escena que le sobrecogió maldijo a la serpiente y salió de la choza, donde tropezó con la piedra que la serpiente había depositado allí; con lo que se cayó de mala manera al suelo. Entonces maldijo de nuevo la maldad de la serpiente y también la piedra mortífera.

3. Nada más levantarse con su cuerpo dolido, se dirigió a la orilla del río para buscar a la serpiente maldita y destruirla.

4. Al llegar allí, vio un monstruo de 666 varas18 de largo y de 7 varas de ancho y de gordo, provisto de diez cabezas, cada una con diez cuernos en forma de una corona. Este monstruo se estaba acercando a Caín, nadando contra la corriente.

5. Cuando esta serpiente gigantesca estuvo cerca de él, le habló con las diez cabezas a la vez: «Bueno, Caín poderoso, y asesino de tu hermano Abel... si acaso tienes ganas de medirte conmigo, ¿por qué no lo intentas?

6. Aquella vez, cuando yo todavía era débil, no te costó mucho el despedazarme y comerme. Ahora, sin embargo, semejante empresa ya no te resultará tan fácil... porque el buen alimento que me preparaste con la sangre de tu hermano me ha hecho grande y poderosa. Si aun así estás decidido a destruirme, ¡entonces empieza a saciar tu venganza con mi sangre!

Pero dado que no tienes diez manos sino solamente dos, no podrás coger todas mis diez cabezas a la vez. ¡De modo que las ocho que me quedarán, con sus cuernos te harán pedazos y con sus ocho bocas se te tragarán!».

7. A eso Caín se asustó profundamente y huyó de la serpiente, maldiciéndola otra vez. Y vio lo mucho que ella le había engañado.

Por esto se dijo para sus adentros: «¿Quién va ahora reconciliarme con el Dios eternamente justo, dado que mi hermano Abel ya no vive? –– ¡Oh, serpiente, tres veces maldita!, ¡tú eres la asesina de mi hermano y ahora querías también ser la mía!... Ay, si supiera que también tú perecerías si pereciera yo, ¡entonces vengaría la muerte de Abel en mí mismo!».

8. De repente la serpiente se presentó detrás de él, en forma de una doncella encantadora. Y le dijo: «¡Hazlo, Caín!, ¡y comeré tu carne y beberé tu sangre, y de esta manera nos aunaremos del todo y reinaremos sobre todo el mundo!».

9. Caín miró a la joven encantadora y le dijo: «Pues sí, ¡ésta es tu auténtica forma que a la vez es la más temible! Porque aquel que te ve con tus diez cabezas, te huirá como a un juicio de la Divinidad; pero aquel a quien te acerques con este aspecto, irá detrás de ti... te amará más que a Dios y se considerará el ser más feliz cuando tú le agarras con tus manos eternamente mortíferas... y los hombres te erigirán templos y altares, y besarán tu detritus.

10. Si no te hubiera visto con tus diez cabezas, seguro que también yo me habría vuelto esclavo tuyo; pero ahora te conozco y en esta figura te desprecio más que en la anterior de diez cabezas».

11. «Pero Caín, ¿qué es lo que puedes temer de mis miembros tan delicados y de mi pecho tan suave?».

12. «¡Calla!», le contestó Caín. «Porque también tus miembros delicados no son sino serpientes venenosas, y debajo de la piel de tu pecho hinchado se oculta una armadura con la cual aplastarás a toda mi pobre y débil descendencia cuando con tus brazos de serpiente la aplastes contra ella...».

13. A estas palabras de Caín la doncella serpiente se encendió tanto en su ira interior que empezó a irradiar una luz fuerte como la del Sol, e instantáneamente adaptó la figura de Abel. Poniendo una cara más que amable dijo a Caín:

14. «¡Insensato! Mira Caín, malvado hermano mío, aquel al que has matado con una piedra, él está ahora delante de ti, transfigurado, y te extiende su mano para la reconciliación... Y no temas la serpiente, ¡porque esa eres tú mismo!

¿Quién fue el que se volvió infiel al Señor, ¿la serpiente o tú? –– ¿Quién cohabitó con tu mujer ––igual que los perros–– sin el sacrificio exigido cada vez antes y después?... ¿Quién maldijo el calor, y quién, en su pereza, sacrificó al Señor la paja vacía?... ¿Fue la serpiente o fuiste tú mismo quien se enfureció por celos contra tu hermano?

¿No fue la serpiente más bien una manifestación exterior de tu propia maldad interior, con la cual tu mismo en tu gran chaladura te persuadiste a ti mismo para asesinar a tu hermano?

15. ¿Cómo es que ahora maldices a la serpiente, la cual eres tú mismo? –– ¿Igual aún vas a tomar a tu propio hermano por la serpiente personificada?

Cuando tu hermano todavía vivía y tú fuiste a buscarle para darle la muerte física –– pidiéndole con tu gran astucia que te liberase de la serpiente, ¿acaso no te preguntó si tú pensabas que él también pudiera ser un fratricida?

16. ¡Contesta si es así o no! Y sólo si no es así, ¡entonces maldice a la serpiente! ¡A mí ––que vengo de lo Alto para ayudarte como hermano transfigurado–– no me tomes por la serpiente porque esa eres tú mismo, sino tiéndeme la mano todavía manchada de sangre para que mi amor fraternal la pueda limpiar de su gran culpa, y para que tú puedas volver a encontrar Gracia ante los ojos del Señor».

17. En su ceguera Caín se dejó impresionar por Satanás; y ya pensaba tenderle la mano al seductor, cuando cayó un poderoso rayo del cielo entre el mentiroso y Caín. El Abel pretendido se quedó como serpiente en el suelo y a Caín le temblaron las carnes, convencido de que el juicio de lo Alto estaba a punto de llegar.

18. En seguida Jehová habló desde las nubes: «¡Caín!, ¿dónde está tu hermano?, ¿dónde le dejaste?».

19. Viendo la serpiente en el suelo, Caín cobró valor para contestar: «¿Por qué me preguntas por él? –– ¿Acaso soy su celador?».

20. La voz de Jehová aumentó de vehemencia: «¡La sangre de tu hermano con la que empapaste la tierra me está clamando a Mí, que vi tu crimen! –– ¿Dónde, pues, está Abel, tu hermano?».

21. «Señor, ¡mi pecado es tan grande que jamás me podrá ya ser perdonado!».

22. «¡Así es!», continuó Jehová. «¡Por esto sé maldito en la Tierra cuyo suelo se tragó la sangre de Abel! Y en adelante, aunque labres un campo, ya no te dará fruto... y tendrás que ir errando como un animal salvaje, inquieto, y sin tener un techo... y te alimentarás de cardos y de espinas».

23. Caín estaba profundamente asustado y respondió con voz trémula: «Señor, sumamente justo, ahora me estás echando de estas tierras y tengo que huir de tu semblante; con lo que sucederá ––pobre de mí–– que los que me encuentren me matarán... ¡Por esto, ya por los míos, sé indulgente conmigo!».

24. «¡Nadie va a matar a Caín!», dijo Jehová. «porque aquel que se atreviera, sería matado siete veces. Y para que nadie te ataque, te marcaré con una mancha negra en la frente, para que nadie te reconozca».

25. Acto seguido Caín salió huyendo con los suyos y llegó a un país lejano “Heden” que era una región con colinas donde había muy buenos frutos. Por esto Caín quiso quedarse allí; pero fijándose bien en las colinas, vio en cada una un hombre de cara furiosa y armado con una piedra en la mano, como si esperara a Caín, para vengar su crimen –– una manifestación de su temor de persecución. Con lo que comprendió que no podía quedarse allí.

26. De modo que continuó huyendo en dirección de la mañana y llegó a otra tierra baja que se llamaba “Nod” lo que significa “fondo seco del mar”. Nada más llegar allí, agotado, durmió tres días y tres noches. Entonces, cuando sopló un fuerte viento desde las montañas, este despertó a los que estaban durmiendo y continuó circulando por las llanuras bajas hasta que empezó a calmarse.

27. De nuevo Caín miró a las cumbres de las montañas, pero ya no vio a ningún hombre y no sabía qué hacer.

Después de un rato extendió los brazos y exclamó: «¡Señor sumamente justo!, ¡si desde esta gran distancia todavía te llegan mis gritos, entonces, a causa de mis hijos y de mi mujer, mira con clemencia al refugiado que tuvo que huir ante la Santidad de tus ojos!... ¡Mira a aquel al que marcaste la frente con la señal de la noche del pecado para que en una frente destocada no se reconociera el crimen que ha marcado la frente, las manos y el pecho del gran pecador!... ¡Mira a aquel cuyo pecado es demasiado grande para que jamás le pueda ser perdonado!».

28. Entonces descendió una nube de las montañas que se paró encima del refugiado, a una altura de 77 veces la estatura de un hombre, y una voz fuerte habló desde ella: «Caín, ¿reconoces mi voz?».

29. «¡Oh, hermano Abel!», respondió Caín. «Si has venido para vengarte de mí, tu asesino, ¡entonces, con todo derecho, administra justicia! –– ¡Pero sé benévolo con tu hermana bendita y con sus hijos!».

30. Y la voz continuó: «Caín, aquel que hace el mal es un pecador... Aquel que paga el mal con el mal es un siervo del pecado... El que hace el bien por el bien, él ha compensado su deuda... El que paga el bien doble o más, él merece a sus hermanos... Pero lo único que cuenta ante Dios es: Pagar el mal con el bien, bendecir a los que maldicen a los bienhechores, y dar la vida a aquel que ha dado la muerte...

31. Y es por el último de estos conceptos por lo que he venido a ti. Por eso no tengas miedo de mí porque soy enviado desde lo Alto; primero, para demostrarte que el Señor es verídico y fiel en todas sus promesas y, segundo, para señalarte que junto con los tuyos debes quedarte en este país... que debes alimentarte con los frutos que encuentres por aquí. Y, tercero, que tu hermano te ha perdonado tu delito por el gran Amor del Padre que mora en él.

32. Debes expiar mi sangre con tus lágrimas de arrepentimiento hasta que de esta manera la mancha de tu frente quede limpia. Y a tus hijos y a tu mujer los debes educar en todo temor ante Dios.

Si cumples con ello libremente dentro de tu temor de Dios, entonces continuarás viviendo conforme lo que eres: conforme un desterrado... Porque únicamente en el amor puedes tocar el Corazón duro de la Justicia».


Capítulo 21. El convenio del Señor con Caín

1. A eso el gran miedo de Caín empezó a calmarse. La nube desapareció y él fue para buscar alimento para los suyos, llorando lágrimas de arrepentimiento de lo mucho que se había alejado del paraíso, consciente de haber perdido el Amor del Señor que le había expulsado entregándole a las manos de Justicia severa, con lo que se encontraba ante el umbral del juicio de Dios.

Absorto en sus reflexiones, sus lágrimas de arrepentimiento aumentaron y, cada vez más, se volvió consciente de las dimensiones de su culpa ante Dios; y al mismo tiempo caviló si no pudiese haber la menor esperanza para alcanzar la más mínima parte del Amor.

2. Y continuó cavilando.

A eso llegó con los suyos a una zarza llena de moras, y como todos tenían hambre, en seguida quisieron saquearla con gran entusiasmo.

3. Pero en ese mismo instante Caín tuvo una ocurrencia sabia y dijo a los suyos: «Mujer e hijos míos, ¡reteneos y no toquéis estos frutos abundantes, porque aún no sabemos si incuban la vida o la muerte!

Por lo tanto, echémonos al suelo para reconocer nuestra gran culpa ante Dios y, en el polvo de nuestra nulidad, ¡roguémosle que nos bendiga este fruto! Y si lo hace por su gran Clemencia, antes aún tendremos que darle las gracias... y sólo después, con gran respeto, podremos alimentarnos con ellos sobriamente».

4. Ante esta advertencia todos dieron algunos pasos hacia atrás e hicieron caso a la voluntad y la buena comprensión de Caín que, llorando, recitó: «Oh, santo Dios sumamente justo, míranos con indulgencia a nosotros que en el polvo de nuestra nulidad somos unos gusanos ante Ti y que por su gran culpa no se atreven ni a levantar la vista hacia Ti... Acuérdate de nuestra debilidad y no permitas que nosotros, que somos unos pobres pecadores arrepentidos, perezcamos...

5. Esta zarza de aquí, de delante de nosotros parece tener unos frutos buenos, pero no nos atrevemos a probarlos porque por nuestra gran maldad nos hemos vuelto ciegos y ya no podemos ver si incuban la vida o la muerte.

6. Por este motivo te rogamos que nos indiques de qué índole es este fruto, para que luego podamos pedirte que le quites el veneno de la serpiente y que, en cambió, le dejes caer una pequeña gota de tu Bendición, para que comiéndolo no perezcamos. Oh Señor, ¡atiende nuestros pobres ruegos!».

7. A eso se acercó una nube encendida desde las montañas, se detuvo encima del zarzal y, acompañado de un fuerte trueno, cayó un poderoso rayo en él. Enseguida salió silbando una serpiente muy grande que, con sus fauces abiertas, se dirigió hacia Caín que se asustó profundamente. Pero los rayos continuaron persiguiéndola, de modo que tuvo que huir a toda prisa hacia las arenas ardientes del extenso desierto.

Una vez que la serpiente se hubo perdido de vista, Caín dio silenciosamente las gracias a Dios por la salvación de este gran peligro.

8. Entonces, desde la nube encendida, empezaron a caer unas gruesas gotas sobre el zarzal, de manera que también todo lo del alrededor quedó humedecido.

9. Viendo la gran Generosidad del Señor, de nuevo Caín cayó al suelo y, con lo suyos, le agradeció con todo fervor del corazón: «Oh, Señor, ya que tu Justicia es tan grande e insondable, ¡qué de grande tiene que ser tu Amor, dado que te acuerdas incluso del mayor pecador concediéndole tu Gracia! –– Oh, eterno Amor, ¡qué inmensa debe ser la malicia que jamás podría subestimarte!».

10. A eso desde la nube que todavía chorreaba gotas de Bendición se hizo oír una voz: «¡Oye, Caín! –– He convertido mi Justicia en Amor... Pero en adelante este Amor se derramará únicamente sobre aquellos que no lo busquen en su estado de miseria o aflicción sino en su bienestar y su gran libertad...

11. Mira, te voy a dar un término de dos mil años, y durante este plazo a nadie ya le alcanzará mi Justicia; sino que voy a preparar con ella un gran recipiente y ponerlo por encima de las estrellas... Y con mi Amor voy a preparar un segundo recipiente y lo pondré debajo del suelo de la Tierra... Y lo que entonces haréis será cosa vuestra...

Si hacéis el mal, entonces vuestras acciones llenarán el recipiente de la Justicia; y en cuanto este esté lleno, reventará por todas partes y su contenido se precipitará sobre los autores del mal, con lo que su peso los aplastará a todos.

Y si el recipiente del Amor debajo del suelo queda vacío, entonces servirá para acoger a los muertos para un suplicio extenso, pero purificador. Aquellos que permitan ser sometidos a este proceso de purificación, serán expatriados a las estrellas donde les espera una larga lucha. Pero aquellos que por su maldad interior se endurezcan, en lo venidero serán echados al fondo de este recipiente donde bajo la ira de Dios habrá un llanto y crujir de dientes eterno.

12. Ahora acudid al zarzal que está chorreando Bendición, y comed para saciar vuestra hambre –– pero siempre considerando de Quién viene esta dádiva.

13. Extendeos en las llanuras de la tierra baja, pero que nadie se atreva a poner el pie en las montañas porque son sagradas y reservadas para mis hijos. Aquel de vosotros que jamás ose ignorar este mandamiento, se volverá víctima de los animales salvajes que allí viven, porque hay osos, lobos, hienas, leones, tigres y también serpientes; y lo mismo les pasaría también a vuestros animales mansos que tendréis.

14. Sólo si alguno de vosotros se volviera sumamente devoto, y pasara la prueba de fuego de mi Amor, a él el acceso le sería permitido, incluso para entrar en las entrañas de las montañas para recoger minerales y hierro para preparar herramientas, tal como vuestras necesidades os enseñaran.

15. Y ahora comed.

Fecundaos y reproducíos, y rechazad el semen de la serpiente mediante vuestro temor justo. Yo, que soy Dios el Eterno, el Justo y el Santo, ¡amén!».


Capítulo 22. Hanoc, el hijo de Caín, como legislador

1. Así continuaron cierto tiempo, tal como les estaba mandado.

Caín volvió a conocer a su mujer y engendró con ella un hijo al que dieron el nombre de “Hanoc19”, es decir, “el honor de Caín”.

Un día Caín reunió a todos sus hijos y les dijo: «Hijos míos, ved aquí a vuestro nuevo hermano al que el Señor me ha dado para que sea un señor sobre vosotros ––lo que le nombraré–– para que por una vez haya orden entre vosotros y se acaben vuestras riñas.

Él os dará mandamientos, alabará a los fieles y castigará a los infractores, para que también nosotros nos volvamos un pueblo grande y de buena reputación como los hijos de Dios que no precisan de leyes, porque tienen el Amor que los hace libres.

Pero a nosotros, a causa de mis pecados, el Amor nos ha colocado a los pies de ellos que nos aplastarán si nosotros, que somos unos sin leyes y sin orden, no tenemos a nadie que nos represente y justifique ante su gran poder.

2. Ved, su Dios también es el nuestro, pero para ellos es un buen Padre, mientras que para nosotros es un juez. El Padre conoce su amor y tiene ojos y oídos para ellos. Pero nuestro caso es distinto: Nosotros somos entregados a nosotros mismos y podemos actuar conforme nos dé la gana. Sin embargo, si queremos subsistir, precisamos de leyes y de un orden.

De no ser así, en una pelea, cualquiera podría matar a otro a golpes por pura arbitrariedad, de modo que el recipiente de la Justicia se llenaría antes del tiempo... y todos pereceríamos por el gran peso de nuestras atrocidades que recaerían sobre nosotros...

Ante esta situación, con fuerzas unidas, vamos a buscar una gran cantidad de piedras para construir una vivienda grande y sólida para él y, conforme nuestro número, para cada uno de nosotros una más pequeña, todas en un círculo alrededor de la suya, para que él alcance todos con la vista y pueda observar vuestras actividades. Él estará exento de todo trabajo y como soberano en vuestro medio comerá del trabajo de vuestras manos.

3. Hasta entonces, en el nombre de la Justicia de Dios, yo ––por el hecho de ser vuestro padre–– sigo siendo el legislador de todos vosotros. Y ¡ay de aquel que ose volverse desobediente a mis mandamientos, porque mi maldición le alcanzará con vehemencia!... ¡Entonces ya no habría compasión para él porque en mi corazón ya no morará el amor sino únicamente la justicia!

4. Ved, donde mora el Amor, allí también hay Misericordia y el amor prevalece a la justicia. Pero donde no mora sino la justicia, allí ante la justicia sólo vale la justicia, ante el juicio sólo vale el juicio, mérito por mérito, fidelidad por fidelidad, obediencia ante la ley, juicio por la desobediencia, castigo por la infracción, maldición por la traición, y muerte por dar la muerte.

5. Y para la consagración de este mi enunciado, juro en el nombre del Cielo y toda su Justicia implacable y en el nombre de esta Tierra que es la morada cruel de la maldición de Dios: A cada infractor le alcanzará, puntualmente y con todo rigor, lo que acabo de comunicaros como padre y soberano.

6. Después de mí vendrá vuestro hermano como verdadero señor y legislador conforme a su comprensión y arbitrariedad... De modo que él mismo será exento de toda ley y para vosotros cada una de sus acciones arbitrarias se volverán una ley –– hasta que a él le parezca bien abolirla.

7. Ahora conocéis mi voluntad.

Si dentro de la severidad de la justicia queréis subsistir observando las leyes del orden para evitar el juicio que os alcanzaría a todos si en el entorno de la justicia no constase “juicio por juicio”, ¡entonces actuad conforme a mi voluntad!».

8. Acto seguido todos se fueron para poner manos a la obra para construir una ciudad. De esta manera estuvieron trabajando durante sesenta años, y como las construcciones frecuentemente se derrumbaban, necesitaban mucho tiempo para erigir el edificio para el nuevo soberano; y sólo lo pudieron terminar después de que Yo, en un sueño, le hube mostrado a Hanoc cómo debían proceder en sus construcciones. Porque Yo tenía compasión de los pobres hijos que sufrieron muchos malos tratos por parte de Caín extremadamente rígido, ordenado y legal. Porque reinaba sobre los suyos como un tirano, oprimiéndolos y manteniéndolos en terror y gran miedo de los castigos sin perdón ni compasión ––porque en él mismo no había amor sino únicamente obediencia ante toda ley–– sin tener en cuenta que una obediencia por mero miedo al castigo, en realidad, no es ni mucho menos una obediencia sino es mero amor propio...

Sólo aquel que se ama a sí mismo respeta la ley por mero miedo del castigo, porque cuando experimenta el dolor del castigo se compadece a sí mismo en su debilidad irremediable. Sin embargo, a la mínima ocasión cuando nade le mira, maldecirá la ley y al legislador y, en cuanto pueda, pisará la ley con los pies.

9. Si en tales condiciones un hombre ha podido acumular cierta fuerza, entonces se lanzará con doble crueldad contra las leyes ––ya sean buenas o malas–– y las destruirá junto con el legislador que carece de todo amor. (Nota bene: Todo esto también debieran tenerlo en cuenta todos los soberanos y legisladores de la época actual; de lo contrario también a ellos les esperará la misma suerte... si se imaginan que el miedo es el único medio para mantener el orden y las ventajas que les resultan por la obediencia muda por parte de los esclavos; con lo que más pronto o más tarde, o sea aquí o en el Más Allá, experimentarán sensiblemente qué clase de frutos producirán las leyes que no tienen su origen en el amor más puro y desinteresado.)

10. Pues mira: Caín, dentro de toda justicia, actuaba con tanta crueldad porque ––tras las lágrimas del arrepentimiento de una mala acción–– frecuentemente no obtuvo mi plena Gracia ni mi disposición que tampoco le podía consentir, porque su arrepentimiento se orientaba únicamente hacia la pérdida de mi Gracia, pero nunca en la pérdida de mi Amor...

11. Aquel que está entristecido de esta manera, en realidad no siente la pérdida de la Vida sino más bien la de la vida holgada; con lo que su arrepentimiento no es real porque no busca la reunificación conmigo.

E incluso si le diera lo que no pide ni quiere, tal intercambio finalmente sólo le causaría la muerte, porque precisamente en la libre voluntad de hombre se manifiesta lo que es la vida.

12. Ve, así fue en el caso de Caín, porque él había proscrito al amor para atenerse a la justicia... sin haber considerado que sin amor no hay justicia... y que, en realidad, la Justicia es sumo Amor sin el cual todo tendría que perecer...


Capítulo 23. Las órdenes de Hanoc como tirano

1. Cuando la ciudad estuvo terminada del todo, Caín introdujo a Hanoc en el edificio erigido para él, y en presencia de todos sus hijos y nietos dijo:

2. «Ve, Hanoc, en este edificio construido únicamente para ti, te entrego todos mis derechos paternales con todo poder para que reines sobre nuestros hijos y todos sus descendientes, mediante leyes sagradas para ellos. Poco importa si una ley es así o asá, porque la importancia mora en su observación estricta, con lo que constará: “Actuar conforme la ley es actuar correctamente –– mientras que actuar en contra de ella es un fallo acabado”... un fallo que acarrea la sanción irremediable conforme a la importancia de la infracción.

3. De modo que nos volveremos libres por la observancia de la ley –– y no por su contenido que carece de importancia...

4. Pero tú como legislador estás exento de toda observancia, porque tu libertad tiene que ser total y sagrada para todos, porque si tú también fueras atado a la ley, ella te estorbaría en tu esfera necesariamente libre. Por esta razón tienes que encontrarte fuera de ella, libre como alguien que no conoce leyes... pero a todos ellos que están sujetos a tu ley, cada una de tus acciones tiene que resultar una ley; de modo que hagas lo que hicieres, ¡cada gesto de ellos tiene que ser una realización de tu voluntad!».

5. Acto seguido el nuevo soberano abrió la boca y dijo: «¡Oíd, todos vosotros que sois súbditos míos, hombres y mujeres!, ¡que nadie jamás considere algo como propiedad suya sino únicamente como mía, para que finalmente se terminen las peleas entre vosotros!

Por lo tanto, en adelante, vais a trabajar para mis despensas; y en cambio yo os daré de comer, a cada uno conforme su aplicación... Los más fieles podrán estar más cerca de mí que los menos fieles... Los observadores de los reglamentos y los ejecutores de los castigos tendrán una comida más opulenta... Pero ¡ay de los desobedientes, porque a ellos los despacharé a las montañas donde las bestias salvajes los despedazarán!

Aquellos que infringen mis leyes por pereza, falta de atención o descuido, ellos serán castigados con látigos hasta que sangren... A los que se atrevan a contradecirme en lo que fuera, se les arrancará la lengua y luego se les echará a las serpientes... Y aquel que osara mirarme de reojo, a él se le vaciarán los ojos para que en adelante ya no pueda ver a su soberano.

El perezoso servirá de bestia de carga y será tratado como tal, con palos, para que sus manos y pies se vuelvan más ágiles.

6. Por lo demás no os doy otra ley sino la de la observancia estricta de todos mis deseos y disposiciones que os haré llegar a cualquier hora del día o de la noche».

7. Ante esta evolución hasta Caín quedó consternado, con lo que todos, profundamente asustados, salieron de la vivienda de Hanoc, maldiciendo en sus corazones a su cruel padre Caín que les había causado semejante destino.

8. Y cuando declinó el día, todos tenían hambre. Como no se atrevían a comer nada, se fueron a Hanoc y le dijeron: «Señor, hemos trabajado todo el día, ¡ahora danos de comer como nos prometiste!».

9. Pero Hanoc se levantó y les dijo: «¿Dónde están los frutos de vuestro trabajo? ¡Traedlos aquí, depositadlos en mis despensas y a cada uno le daré lo que le corresponde!».

10. De modo que se fueron y trajeron lo exigido, los unos más y los otros menos, y depositaron todo a los pies de Hanoc. Sólo Caín y su mujer no trajeron nada, convencidos de que estaban exentos.

11. Pero, al distribuir los frutos, Hanoc dijo: «¡El que ha trabajado, que también coma, pero aquel que no ha trabajado, que tampoco coma!».

12. De modo que por esta vez Caín y su mujer tuvieron que ayunar y se fueron de la casa de Hanoc sin encontrar alma misericordiosa alguna entre sus descendientes que les diera de comer. Ante esta situación salieron a los campos para alimentarse de los frutos que habían quedado; y como no tenían vivienda construida, los dos durmieron a cielo raso.

13. Cuando el día siguiente los hijos de Caín salieron para trabajar, ya le encontraron recogiendo frutos.

«Vaya», dijeron, «¡por primera vez trabaja en este país! –– ¡Bien merecido lo tiene! Porque siempre lo quiso así: ¡Ley en vez de amor!».

14. Cuando de nuevo habían trabajado una jornada intensiva –– los unos recogiendo frutos, los otros en la construcción de nuevas casas, viviendas y despensas, y otros para la comodidad de su soberano, su mujer y sus hijos, entonces de nuevo todos se presentaron en la gran casa de Hanoc y le trajeron frutos u otros justificativos de su actividad, pidiéndole comida conforme a lo reglamentado –– incluso Caín con su mujer.

15. Pero Hanoc se levantó furioso y dijo: «¿Cuántas veces aún queréis comer al día? –– ¿Acaso os imagináis que os mando recoger frutos para que podáis hartaros aquí sin más preocupaciones?

¿De qué, entonces, viviría yo y mi servidumbre que no trabaja como vosotros sino que tiene que portarme en los brazos –– siendo su señor? Por esto, ¡apartaos de mí y que de todos vosotros nadie ya se atreva pisar el umbral de esta mi vivienda señorial!

En adelante mi servidumbre recibirá de vosotros los frutos que son para mi casa. Y vosotros mismos podréis comer frugalmente de los frutos que de por sí han caído de los árboles y de las zarzas... ¡Y esto se aplica tanto a los que recogen frutos como a aquellos que trabajan en la construcción! –– Con lo que tenéis un nuevo mandamiento que tenéis que cumplir... ¡Y ay del infractor!».

16. Sólo Caín tomó la palabra, consternado, y preguntó tristemente: «Oh Hanoc, gran soberano y anteriormente hijo mío, dime con justicia conforme a tu corazón: ¿Acaso tu padre y tu madre no están exentos de todo lo que mandaste sabiamente a tus súbditos, conforme a tu parecer? Ya que me tratas como a mis hijos, entonces dispón por lo menos que ellos alimenten a su padre y su madre. Porque ya somos ancianos y nos hemos vuelto débiles.

O permite que podamos irnos de aquí hasta al fin del mundo, para que ya no tengamos que ver la gran aflicción de nuestros hijos que viven en la miseria bajo el yugo pesado de una justicia arbitraria».

17. «¿Qué me estás preguntando? –– ¿Acaso no soy justo cuando actúo según me instruiste y me diste el poder? Fuiste tú mismo el que únicamente a mí me declaraste exento de la ley, sin excepción tuya...

¿Cómo, entonces, exiges ilegítimamente algo tal de mí, cuando me obligaste a que contigo ––el primer legislador–– cumpliera con las severas consecuencias legales de la desobediencia, estableciendo de esta manera un ejemplo sin piedad para que sirviera de escarmiento para todos los demás?

De modo que si actúo así, ¿acaso no es justo? Porque donde no hay amor sino únicamente mera justicia, ¿cómo puedes tú enfrentarte a mis leyes arbitrarias para conseguir una excepción en forma de una gracia que nunca puede ser compatible con la justicia de las leyes de tu soberano?

El hecho de que seas mi padre, ¿qué me importa? Lo que soy, ¿acaso no lo fui por ti, sin que hubiera puesto la menor condición para tanto? Tú me engendraste ajeno a mi voluntad y me hiciste soberano, también ajeno a ella.

Dime, pues: ¿Qué clase de compromiso legal pudiera yo tener ante ti, ante el hecho de que me trajeron a este mundo y me hicieron lo que soy sin que jamás nadie hubiera consultado con mi voluntad ––ni tuve voluntad ni puse condición alguna–– sino que fui un producto de tu lascivia y fui soberano a causa de tu ambición...

18. ¡De modo que huye de mi vista, adonde quieras, para que no te alcancen las consecuencias severas de la justicia! He aquí la única gracia que te concedo debido a mi libre voluntad de poder hacer lo que quiero. Y ahora, ¡ve y huye!».


Capítulo 24. La huida de Caín hacia la mar

1. De modo que Caín se puso en camino, con su mujer, dos niños y dos niñas; y después de cuarenta días llegaron a la orilla de la mar. Al ver este panorama, Caín se asustó profundamente porque estaba convencido de haber llegado al fin del mundo, y se preguntó adónde podría huir si Hanoc le persiguiera:

2. «Delante de mí se encuentra el fin del mundo y a la derecha y a la izquierda hay montañas altas a las que no me está permitido pisar... Y el ojo y el oído misericordiosos del Señor están cerrados para mí.

Aunque aquí vea muchos frutos no bendecidos, ¿quién se va a atrever a comerlos? Porque las provisiones que trajimos con nosotros ya se han acabado. ¿Qué voy a hacer?

3. Tal vez, una vez más, procuro dirigir un gran clamor al Señor... o sea que me atiende o deja que perezcamos –– con lo que finalmente se hará su Voluntad, la cual en nuestra gran ceguera durante tanto tiempo no hemos respetado».

4. De modo que Caín después de un espacio de 77 años volvió a rezarme durante tres días y tres noches, sin cesar, clamando: «¡Oh Señor, el más justo y lleno de Amor!, ¡mira con Clemencia al mayor deudor tuyo y haz de mí conforme a tu Voluntad!». –– Y estas palabras las repitió miles y miles de veces...

5. Como gritaba tan desesperadamente, Caín me dio lástima. Por esto mandé a Abel, en una columna de fuego, para que Yo pudiera hablar por la boca de él, y dije: «Caín, ¡levántate del suelo, mírame a la cara y dime si todavía me reconoces o no!».

6. Caín se levantó y miró tímidamente la columna de fuego, pero no reconoció ninguna forma ni la voz. De modo que preguntó: «¿Qué ser extraño eres, en esta columna de fuego?».

7. «Soy tu hermano Abel en la Llama del Amor divino. ¿Qué quieres que haga contigo?».

«Oh hermano, ¡tú!... Mira, hermano, ¡te digo que ya no tengo voluntad!

Porque mi hijo Hanoc me ha quitado todo, ¡incluso mi voluntad! Todos nosotros, tal como nos ves aquí, estamos totalmente abúlicos... ¡Por eso, lo único que te puedo decir es que en mí y los míos se cumpla la santa Voluntad del Señor!».

8. «Entonces oye», dijo Abel. «Es la Voluntad del Señor que comáis de todos los frutos que encontréis aquí –– sin miedo, porque la serpiente te ha desterrado aquí y ella misma se ha quedado con tus hijos en la ciudad de Hanoc, con todo su veneno, y ya no tendrá que ver con vosotros.

Porque en el momento en que el hombre haya cedido toda su voluntad, entonces el engendro malvado de la serpiente ya no tendrá campo. Pero el que ha subordinado su voluntad a la de la serpiente, él es un cautivo de ella; con lo que está en el camino de la perdición.

9. Pero aquel que ha logrado huir de los lazos de la serpiente que mientras tanto se han vuelto muy poderosos... el que de esta manera ha salvado la última gota de su voluntad... si él cede esta última gota ante el semblante de Jehová, a él el Señor le dará una nueva voluntad procedente de Él mismo, para que en adelante actúe como herramienta del Señor.

Con lo que es la Voluntad del Señor que en adelante actúes conforme esta su Voluntad.

Y aunque algún día te encontraran los descendientes de Hanoc, no te reconocerían ni a ti ni a los tuyos, porque el Amor del Señor os quemará negro, para siempre.

10. Y ya no llevarás el nombre Caín sino “Atheope” lo que quiere decir “el que no tiene voluntad conforme a la Voluntad de Dios”.

Junto con los tuyos vas a hacer un cesto muy grande de caña y junco, de largo siete veces la altura de un hombre, de ancho tres y de alto una altura de hombre; bien robusto. Y después lo tenéis que calafatear con diversas resinas. Una vez que con toda aplicación hayáis hecho esto, acercáis el cesto a la orilla de la gran mar, recogéis frutos suficientes para cuarenta días y, finalmente, os montáis todos en él.

11. Y el Señor hará venir una marea alta que levantará el cesto y os llevará a unas tierras lejanas en medio de estos enormes mares, donde estaréis totalmente a salvo de toda persecución de Hanoc.

12. Por allí habrá muchas islas, y el día que la vuestra os resulte demasiado pequeña, ocuparéis también la próxima, etcétera. De esta manera conforme a la Voluntad del Señor, poco a poco vais a repoblar todas esas islas de las grandes mares.

13. Y si no os olvidáis del Señor, algún día también os dejará habitar una gran tierra firme donde os quedaréis hasta al fin del mundo –– pero esto después de que esa tierra haya sido limpiada de la maldición mediante un gran diluvio que ahogará a los descendiente de Hanoc, pero también a muchos hijos de Dios que se dejarán seducir por las bellas hijas de Hanoc.

14. Pero a vosotros ––los que no tenéis voluntad–– no os alcanzará el diluvio porque el Señor os colocó sobre las aguas de su gran Compasión.

Y cuando vosotros mismos preciséis de algo, ya sabéis dónde se encuentra el gran Dador que nunca os abandonará si vosotros no le abandonáis en vuestros corazones.

15. Y ahora, Caín, ¡acércate!».

Caín se acercó a su hermano Abel ––a la columna de fuego–– que le abrazó, con lo que se volvió negro como el carbón y su pelo se quedó totalmente rizado. Lo mismo pasó con los otros cinco.

16. Abel todavía le dijo: «Bien, hermano Atheope, ahora eres libre de toda culpa que se ha quedado con Hanoc... En adelante actúa pues conforme a la voluntad del Señor. ¡Amén!».


Capítulo 25. La evolución del linaje de Caín

1. Acto seguido Abel desapareció y Atheope, por primera vez en su vida perfecto, comió felizmente de los frutos y cumplió concienzudamente con lo que le había sido mandado.

2. De esta manera, hasta la época actual, su último linaje repobló todas las islas en las grandes mares. Y, después del exterminio de la ralea de la serpiente mediante el diluvio, repobló también los continentes a los que hoy en día llamáis Africa, América y Australia.

De modo que su linaje no fue exterminado por el diluvio, sino que continúa en la época actual como testimonio de las crueldades de aquellos tiempos.

3. Atheope vive todavía, actualmente, en una isla en medio de las grandes mares ––una isla que jamás el pie de un mortal va pisar–– y desde allí observa vuestro desarrollo.

4. Y Atheope comió y bebió, aprovechando de los frutos de toda clase y, durante mil años, engendró aún setecientos hijos.

Después le renové, convirtiéndole... y ya no comía ni bebía porque fue saturado eternamente por mi Amor que es el mejor alimento. El que esté saciado con este alimento ya no palpará la muerte eternamente y nunca tendrá ya sed de una bebida o hambre de una comida. Y el proceso de dejar su cuerpo físico atrás será una salida consciente desde la vida terrenal para entrar en la Vida de los verdaderamente vivos mediante Aquel que es el verdaderamente Vivo –– el que soy Yo mismo.

5. Saciado de esta manera, Atheope continúa viviendo físicamente como el primer hijo del hombre en todo el contorno amplio de la Tierra, desde donde puede observar las actividades de todos los hombres, con lo que es un antiguo testigo de todas mis actividades, hasta la época actual.

6. Él conoció a Noé, a Abraham, a Moisés y a todos los profetas, y también a Melquisedec el sumo sacerdote.

7. También fue testigo de mi Nacimiento y de mi nueva Creación mediante la mayor de mis Obras –– la Obra de la Redención. De esta manera también será conservado hasta la descendencia de mi Ciudad Santa a la Tierra ––proceso que ya está poniéndose en marcha–– donde será bien recibido como fiel portero porque, aparte de Mí, nadie conoce a la serpiente tan íntegramente como él, al que ha hecho faenas como a nadie más.

8. Veis, he aquí la historia de Caín que os es presentada para que reflexionéis detenidamente sobre vosotros mismos... y os descubráis mejor a vosotros mismos y más fácilmente reconozcáis vuestras maldades y podáis exterminarlas en sus raíces... para que después en el ámbito de mi Amor podáis volver a encontrar el paraíso desde hace tanto tiempo ya perdido... y finalmente volveros verdaderos ciudadanos fieles de mi nueva gran Ciudad Santa y Yo vuestro Padre santo sumamente fiel y bueno en todas eternidades. ¡Amén!


Capítulo 26. El gobierno ateo de Hanoc

1. Ahora vamos a volver un poco más a Hanoc porque, de pasada, aún os quiero mostrar lo que pasó en Hanoc en los primeros treinta años:

2. Hanoc había elegido a la mujer más guapa de todas y aún mantuvo dos concubinas; y se entregó sobre todo a la sensualidad. De esta manera empezó a perder la razón hasta que se olvidó de los asuntos de gobierno. Con lo que el poco raciocinio que le quedaba lo dedicó a la vida regalada, al esplendor, a la ropa fina y suave, y a la sensualidad.

3. Mientras sus súbditos tan sólo le traían muy buenas comidas de frutos de toda clase, y le preparaban ropa suave tejida de las hierbas más finas que crecían a los pies de las montañas, entonces estaba ya más que contento y los asuntos de gobierno y de la ley le dejaban indiferente.

4. Por supuesto, su servidumbre se dio cuenta de que él en su ceguera se había vuelto tibio. Listos y astutos como la serpiente misma, sus siervos empezaron a aquietar y distraer a su señor... y al mismo tiempo, pro forma como suplemento consentido por el soberano ––aunque fuera mentira–– consintieron a los súbditos toda clase de diversiones, mientras siguiesen trayéndoles más y más productos.

5. Cuando estos siervos vieron que, impunes, podían hacer lo que querían, ellos mismos empezaron a gobernar, promulgando nuevas leyes a los súbditos...

Primero: Rendir al soberano un homenaje divino mediante diversas ofrendas.

Segundo: Un súbdito que tiene una hija de belleza exorbitante debe concederla al soberano. El súbdito afortunado cuya hija sea aceptada, en adelante será exento de toda clase de impuestos, se volverá libre y propietario de su casa, y tendrá acceso libre a la casa del soberano donde podrá hablar con los siervos y una vez por año le será permitido ver al soberano y agradecerle esta gran gracia...

6. He aquí una artimaña de categoría por parte de la serpiente... Porque los padres empezaron a mantener a sus hijas categóricamente en casa, aplicando toda atención a que se volvieran lo más tiernas y guapas posible, con la esperanza de que tal vez también a ellos les tocara la suerte de que un buen día pudieran entrar en el estado de libertad.

Una belleza de estas, por supuesto, ya no miraba a un hombre corriente porque se sentía predestinada para el soberano.

7. Pero, ¿cuál fue el resultado de todos estos engaños y fraudes? –– Lo peor que os podéis imaginar: Finalmente los siervos consiguieron usurpar el gobierno convenciendo a Hanoc de que ya no era soberano sino dios, y que sería indigno para él si ante su propia alteza y majestuosidad indecible todavía diera leyes a los gusanos terrestres... y que ellos, sus siervos, por sumo respeto ante su sublime santidad ya se encargarían de este negocio tan indigno para él; con lo que sólo tenía que hacer un gesto con la mano para indicarles su conformidad o disconformidad, y aceptar con condescendencia los tesoros que ellos acumulaban para él.

8. Por lo demás, que sólo se muestre una vez por año al pueblo que entonces se echará en el polvo ante él para adorarle. Y si a alguno de estos gusanos empolvados le quisiera demostrar una gracia excepcional, que le dé un puntapié con su pie tan sumamente santo.

9. Y si alguno de entre ellos entra en la gracia ––por haberle consagrado su hija extraordinariamente bonita–– que a él le levanten enseguida del suelo para que pueda contemplar el semblante de la dignidad divina del señor de todo poder y toda fuerza que le concede volverse un ciudadano de la ciudad santa del sublime dios Hanoc.

10. Estas adulaciones por parte de sus siervos lisonjearon a Hanoc de tal manera que enseguida estuvo de acuerdo. –– Ay, ¡necio de él!

11. De esta manera la servidumbre había conseguido lo que desde hace mucho tiempo ya anhelaba: La legislación y la sanción de todo el gobierno...

De esta manera en vez de uno solo, de repente hubo diez soberanos que no hicieron la mínima diferenciación entre seres humanos, hermanos y animales –– a no ser que distinguieran entre bestias racionales y no racionales... Y sólo cuando uno de estos animales racionales supo hacer algo favorable para los soberanos, entonces tuvo el derecho de considerarse hombre.

12. Como los diez soberanos vieron que los “animales racionales” les obedecían incondicionalmente ––por supuesto por el gran miedo de los malos tratos extremadamente brutales que les daban–– uno tras otro eligió diez siervos entre los ciudadanos libres para ennoblecerlos junto con los suyos. Estos, a cambio, tenían que concederles a sus hijas como concubinas ––si les parecían suficientemente guapas–– y engendraron con ellas miles de niños a los que entregaban a los “animales racionales” para que los alimentasen. Una vez adultos, los masculinos formaron parte de los “animales racionales”, mientras que las femeninas sirvieron de concubinas, y esto ya desde la edad de doce años, con lo que de esta manera muchas se volvieron estériles... y más tarde cuando habían perdido sus encantos, las mandaban a cuidar animales.

13. De esta manera pasaron treinta años. Y como en este plan obsceno el pueblo había aumentado a varios cientos miles de personas que la servidumbre ya no podía abarcar con la vista, esta decidió ––con el consentimiento indiferente de Hanoc, su dios inerte–– que había que construir diez ciudades nuevas, a las que dieron los nombres de los diez soberanos:

14. Kad, Kahrak, Nohad, Huid, Hlad, Uvrak, Farak, Molakim, Uvrahim y Thahirak.

15. Cada una de estas ciudades fue construida conforme al modelo de la ciudad de Hanoc; de modo que en su centro había un gran castillo idéntico a aquel de Hanoc pero rodeado de una muralla y un foso –– y esto teniendo en cuenta que los hombres en aquellos tiempos aún no tenían palas ni azadas o zapapicos; de modo que tenían que hacer todo con las manos parecido a los campañoles... Sin hablar de los malos tratos que sufrían...


Capítulo 27. La política de los concejales de Hanoc

1. Una vez que las diez ciudades estuvieron terminadas, los diez soberanos se presentaron a Hanoc y le dijeron: «Hanoc, ¡gran dios de todo poder y toda fuerza! (Nota bene: ...una fuerza que, en realidad, no fue sino ratería, sensualidad, engaño, toda clase de maldad, frialdad, engendro de la serpiente, brutalidad, mentira, lisonja y sacrilegio de toda clase...) Ve, tu pueblo guiado por tu justicia sabia insondable e ilimitada se ha vuelto muy grande y se ha extendido en todo este gran país de tu magnificencia divina, de modo que ya no se puede abarcarlo con la vista desde tu residencia... y si lo perdiéramos de vista, harían lo que les diera la gana.

Incluso cabe dentro de lo posible que se despisten hasta tal extremo que vuelvan a evocar y adorar al antiguo Dios de Caín, a pesar de que tú ahora eres el único al que corresponde toda adoración... y que a este antiguo Dios se le pudiera ocurrir atender a uno de ellos y proveerle con un poder invencible... y este pudiera reunir mucho pueblo para luego atacarte y finalmente acabar con todos nosotros.

2. Luego tampoco tendríamos suficientes servidores fieles para que recogieran los frutos de los campos y para traer aquí lo que la tierra ha producido para ti, oh gran dios...».

3. A eso Hanoc quedó perplejo y no sabía qué medidas tomar, porque no se había enterado de lo mucho que su pueblo había aumentado. Después de un rato lleno de sobresalto y, con voz de miedo, gritó: «¿Y si a todos esos que sobran, poco a poco, los diezmáramos al número de entonces cuando eran débiles y desanimados del todo? –– ¿Qué decís vosotros, mis fieles?».

4. «Oh dios, sumamente justo, ¡considera lo que es posible y lo que no! Porque si sólo a uno de ellos le matáramos a palos, ¡en seguida todos te asaltarían y nos matarían a todos! Además, acuérdate del recipiente por encima de las estrellas del cual Caín nos habló tantas veces... y qué pasará si empezamos a cometer semejantes crueldades».

5. Con lo que Hanoc tomó una decisión: «¡Ahora oíd mi voluntad! –– ¡Que cada uno de vosotros ––mis diez siervos más fieles–– ocupe una de las diez ciudades y reine en mi nombre!... Y que haga justicia conforme a su comprensión y sancione las leyes con vigor. Pero si uno de vosotros se volviera tibio, ¡encima de él pondría aquel de vosotros que siempre fue el más fiel y aplicado!

¡Y en los frutos que aportéis os reconoceré!

El primero que me traiga las ofrendas que corresponden a mi santa majestad, será el primero en recibir el elogio de la justicia, y aceptaré un tributo menos abundante como si fuera el mayor; mientras que aquellos cuyo tributo llegue más tarde, aunque sea mucho, lo consideraré como poco... porque de ello puedo evaluar su pereza... Y el último será sometido al primero para que mejore en su celo por todo lo que sea justo. Porque la justicia implacable es el único fundamento para un imperio como nosotros lo tenemos de propiedad.

6. He aquí mi voluntad que es severa y justa... porque yo soy vuestro dios y señor... y no podéis ni debéis tener a otro –– ni vosotros, ni todos los súbditos libres, ni los que están a nuestro servicio.

Es evidente que antaño hubo un Dios antiguo que también fue muy poderoso –– mientras ejercía la justicia. Pero parece que más tarde la proscribió y, tanto a los malhechores como a los justos les hizo el bien, por una inclinación que llamaban “amor”... algo parecido a la emoción que nosotros sentimos ante las bonitas mujeres... y de esta manera finalmente se hundió, con lo que ahora ya no existe.

7. Por lo tanto, ahora yo ocupo su lugar, tal como me veis. De modo que tampoco serviría de nada el evocar a ese dios antiguo, puesto que ya no existe... Con lo que en todos los asuntos tenéis que dirigiros a mí, dado que ahora todo poder es inherente a mí...».

8. (Nota bene: Disparates como estos y aún peores acerca de mi personalidad las tengo que oír de cientos de miles, aún hoy en día, que en su insensatez por su razonamiento lóbrego se sientan en mi Trono en el que se adoran a sí mismo... aunque ya no se llamen “dioses” porque este término les parece demasiado ordinario o ridículo, sino que se llaman “filósofos”, “sabios” y “doctores” de toda clase.

Esta especie aún querrá obligarme a que Yo aprenda con ellos, si, en esta época tan ilustrada, quería ser un Dios incluso de ellos –– de los sumos sabios...

Pero Yo os digo que una lombriz es más razonable que esta especie, aunque no tenga más que un solo sentido. Y os digo que estos sumos sabios pronto van a poner ojos como platos sin ver más que los campañoles dentro de la tierra y, aguzando el oído, no oirán más que un pez en el agua que no tiene voz y por lo tanto tampoco oído).

9. Esta reacción de Hanoc, con los diez soberanos, era como llevar el agua inagotable a su molino, dado que Hanoc se había anticipado a su deseo más íntimo... Además, les había dado el mandamiento de gobernar con toda severidad, lo que les iba de maravilla –– con lo que estaban legítimamente autorizados a hacer todas las tonterías imaginables... y podían engañar al pueblo y a su dios tan estúpido.

10. Cuando el dios Hanoc había terminado, despidió a los diez soberanos. Estos, aparentemente, estaban profundamente impresionados por este discurso; pero en sus corazones estaban más que contentos por la insensatez de Hanoc que, por miedo y diversas preocupaciones, de la voluntad de ellos había hecho ley severa, y creían que él realmente pensaba que era dios...

Pero en este punto estaban completamente equivocados, porque íntimamente Hanoc sabía muy bien que no era dios, dado que su debilidad y su agotamiento total se lo manifestaron con toda claridad.

11. Sólo quería mantener a los otros en su ceguera y confirmarla ––por la causa del tributo–– y se dijo: «¡Es fácil predicar a los ciegos porque no distinguen entre negro y blanco, y entre el día y la noche!». Aunque en esto también él estaba equivocado... De modo que entre todos ellos había una relación como entre chiflados... donde, además, cada uno tomaba al otro por menos listo.

12. Cuando luego los diez se juntaron en una sala, Kad empezó a dirigir un discurso a todos: «Ved, hermanos míos que todos tenemos el mismo padre que es Caín, y todos hemos visto al patriarca Adán y a la patriarca Eva, mientras que Hanoc nunca los ha visto... Ved, Caín, nuestro padre, fue un malhechor como ninguno de nosotros; y aun así, cuando se dirigió al Dios de Adán, Este le dio lo que quería.

13. ¿Qué más necesitamos nosotros? Todos somos testigos de las grandes acciones del Dios de Adán, con lo que sabemos dónde mora el Todopoderoso.

Lo que Caín hizo en su gran miseria, nosotros también lo podremos hacer en nuestro bienestar. Y sed seguros de que pronto se manifestará Quién es el verdadero Señor en el país bajo. Por este motivo, que cada uno de nosotros erija un altar para este Dios y que le sacrifique los frutos de este país, ¡y el resultado será evidente! Después, Hanoc el necio podrá esperar mucho hasta que le llegue el tributo para su majestad imaginaria –– de nosotros que hemos visto a Adán y a Eva...».

14. Nada más Kad terminar su discurso, Kahrak se levantó y tomó la palabra: «Hermanos, si es así, ¡entonces ya hemos ganado! Porque en lo que a mí se refiere, soy totalmente de la opinión de Kad; porque seríamos aún más insensatos que Hanoc, si nosotros que somos los más poderosos, de buenas a primeras cuidásemos de él, fomentando su sensualidad para que cohabite con nuestras mujeres más bonitas... y sólo cuando estas ya no le complacen nos las deje a nosotros, haciendo como si con esto nos concediera una gracia especial... Por esto, digo yo, ¡que las más guapas las vamos a guardar bien para nosotros!

Las menos guapas las dejaremos a nuestros siervos y que el resto se vuelva propiedad de nuestros súbditos. ¡De modo que Hanoc tendrá que servirse de sus propias hijas!... Ya era hora de que experimente la vergüenza por experiencia propia, que se vuelva flaco hasta los huesos y que coma con los terneros y beba con los pájaros.

¿Acaso esto no es exactamente lo mismo que hizo con nuestros padres? –– ¿Por qué no vamos a hacer lo mismo con él? Él aún se reservó derechos que el padre Caín olvidó reservárselos, ¡con lo que tuvo que huir, a pesar de que era tanto padre de él como de nosotros! Para nosotros, sin embargo, no es más que un hermano degenerado. ¿Qué, entonces, nos puede impedir el hacerle pagar la huida de Caín?

Ved, este es mi parecer que también es en favor de todos vosotros... Y yo, por mi parte, voy a hacer ante el antiguo Dios lo que a Kad le parece conveniente, sabio y eficaz».

15. Todos estuvieron de acuerdo con estas palabras, y Nohad se levantó para hablar: «Todos conocéis el cargo con el que yo, conforme a la voluntad de Hanoc, tenía que cumplir con toda fidelidad y todo esmero. Pero ¿qué he ganado en todo este tiempo? Cada uno de vosotros me contestará: “Nada, ¡absolutamente nada!”.

Tenía que ayudar al gran estafador en sus estafas ––por las buenas––, volviéndome yo mismo un estafador engañado. Porque por causa de su hipocresía, yo como celador estricto de la justicia, ante el público tenía que vivir una vida más que frugal, privándome de cualquier placer. Aun así, en vez de recibir un elogio y una compensación secreta, sólo me llegaron reproches severos y amenazas de toda clase.

Vosotros todos teníais más suerte y teníais muchas posibilidades para haceros la vida más agradable, lo que para mí fue imposible porque siempre estaba colocado como primer blanco ante las extravagancias de su sentido de justicia. Con lo que siempre fui yo el que tenía que velar por la ejecución minuciosa de sus increíbles caprichos detestables, y me tocaba a mí el dar a las cosas cualquier aire de justicia mediante mi propia hipocresía impuesta; con lo que al fin de cuentas siempre fui yo el verdadero estafador pero al mismo tiempo también el verdadero engañado –– y esto en tres aspectos:

Primero: por parte de Hanoc por causa de la ley.

Segundo: por mi mismo ante la causa del pueblo.

Tercero: por parte del pueblo y todos vosotros, por culpa de Hanoc.

Supongo que os he descubierto con suficiente claridad el porqué de mi frustración y de mi función ficticia. Ahora juzgad vosotros mismos si soy injusto si por gratitud por semejante “reconocimiento” me quito este triple engaño de encima y lo lanzo con toda fuerza sobre la cabeza de Hanoc, ¡porque todo esto lo voy a descubrir al pueblo! Y que él después se fije bien adónde se escapará su “divinidad”, para que pueda ir detrás de ella como un cojo detrás de un ciervo...

Con lo que también yo voy a hacer lo que Kad y Kahrak nos recomendaron. De modo que la trápala de mis camellos no molestará a sus oídos ni mis tributos insultarán los ojos de él.

¡Y voy a tomar posesión de la ciudad que lleva mi nombre!».

16. Todos estuvieron de acuerdo y dijeron: «Lo que Nohad ha dicho es correcto y justo; de modo que actúe conformemente».

17. Después se levantó Huid cuyo tono de voz sacudió a la asamblea malvada como un rayo: «¡Oídme hermanos e hijos de Caín desterrado, y entended mis palabras de gran importancia!

18. ¿Quién podría contar las gotas de sangre que ––tras las sentencias de Nohad el engañado–– por mis fuertes manos han brotado de las espaldas del pobre pueblo débil que tanto como Hanoc y nosotros desciende de Caín?... y esto no por haber infringido cualquier ley o por el delito de pereza, ni tampoco por la menor causa aparentemente punible, sino como todos sabéis, únicamente por el sadismo de Hanoc o como pasatiempo para él... y esto sin hablar de los malos tratos tan brutales durante las obras de la construcción de las ciudades... De modo que me resulta inexplicable cómo estos pobres han podido sobrevivir en esta larga época de martirios.

En cada ocasión en que queríamos llamarle la atención sobre ello, siempre nos nombraba la fragilidad de aquel recipiente encima de las estrellas, ¡mientras que siempre se olvidaba de aquel de debajo del suelo de la Tierra!

19. Pero os pregunto a todos si no os parece que el pueblo debajo de los cascotes del recipiente reventado se encontraría en mejores condiciones que debajo de nuestros látigos y palos...

Decidme, ¿qué ha hecho Hanoc para el recipiente de debajo de nosotros? Supongo que aparte de las incontables gotas de sangre de nuestros hermanos habrá poca cosa en él. Y si nosotros no nos hubiéramos hecho cargo del gobierno, con astucia, ¿no habría él empezado ––como dios de toda crueldad–– a aniquilarnos uno tras otro?

20. Mientras todavía éramos sus siervos, también teníamos que ser crueles para no despertar sus sospechas. Aun así, las ciudades están construidas, el pueblo está repartido, el poder es nuestro. Y también hay acuerdo acerca del nuevo reconocimiento del antiguo Dios y el sacrificio para Él. ¿Qué más necesitamos?

Si el pueblo nos obedeció cuando sufrió nuestros malos tratos, tampoco se nos volverá infiel si queremos curar sus antiguas heridas mediante leyes más llevaderas.

A mí me llaman “el malo”, pero aun así pregunto: Quién, en realidad es peor, ¿yo, Hanoc o la serpiente de Caín? A mí me parece que Hanoc es el maestro de toda maldad porque debe ser que la serpiente ha depositado todo su engendro en el corazón de él –– de lo contrario sería imposible el imaginarse semejantes crueldades de un hermano ante sus propios hermanos, y de sus hermanos ante los demás.

21. Por estas razones opino que deberíamos hacerle súbdito nuestro, sujeto al servicio nuestro, para que de esta manera poco a poco pague al pueblo su crueldad».

22. «Hablaste justo y sabiamente, hermano Huid», dijo toda la asamblea. «Y que de Hanoc se haga conforme tus palabras que han dado realmente en el blanco, con lo que confirmaste todas sus grandes crueldades que hemos visto con nuestros propios ojos».

23. Acto seguido se levantó Hlad y dijo: «Hermanos, todos sabéis lo cruel que yo tenía que ser contra todos para representar la ley severa, es decir, para presentar la crueldad arbitraria de Hanoc como ley implacable y que yo a todas sus malas jugadas tenía que hacer buena cara.

Aunque yo no fui aquel que daba los golpes, pero sí fui el celador que tenía que contar los azotes que Huid y sus esbirros tenían que dar, y tenía que rendir cuentas a Hanoc sobre cada golpe dado, aun teniendo que demostrarle gratitud... Nunca fui insensible aunque por apariencia tuve que serlo; y como veis, ahora quiero hacer lo contrario: voy a ser para Hanoc lo que yo tenía que ser para el pueblo –– nuestros hermanos. Para el pueblo quiero ser caluroso, pero seré un vengador frío de las iniquidades que el pueblo ha sufrido de Hanoc, vengando el pueblo en Hanoc mismo...

Mi fidelidad ante él se convertirá en venganza implacable y mi aplicación hará que sea el primero de entre vosotros que convertirá sus elogios en lloros y en gritos al cielo –– un regalo para los oídos de aquellos que estaban continuamente maltratados... y con las gotas de sangre que brotará de la espalda de Hanoc se enrojecerán las mejillas pálidas del pueblo maltratado.

24. Por lo demás estoy totalmente de acuerdo con vosotros, con lo que actuaré conforme mis sentimientos que durante demasiado tiempo ya tuvieron que hacer la vista gorda ante las crueldades y los sacrilegios de Hanoc.

Porque aquel que es sensible ante dolor y las penas, seguro que también tiene un sentido para hacer el bien; de esto ya me he dado cuenta en incontables ocasiones. Por eso, en adelante, ¡gobernemos haciendo el bien!

Aquel que hace el mal, que expire conforme lo que ha hecho, pero todavía con indulgencia –– porque también él es hermano nuestro.

Pero al obediente y bienhechor se considera diez veces más –– porque sólo de esta manera se ofrende dignamente al Dios antiguo... una ofrenda que seguramente será del agrado de Él... si volvemos a traer lo que Caín y Hanoc perdieron tan descuidadamente».

25. Ante estas palabras de Hlad todos se levantaron y se inclinaron ante él diciendo: «De todos nuestros juicios el tuyo es el más acertado. ¡Tú eres el que está lo más cerca de los hijos de Adán, por esto sé un valioso modelo para nosotros, conforme al cual vamos a orientar y arreglar nuestras disposiciones!

26. La sangre todavía caliente de nuestros pobres hermanos ha derretido el hielo alrededor de tu corazón, y ahora emana un gran calor de él... Por esto, ¡actúa en este calor y a nosotros caliéntanos con su abundancia!».

27. Acto seguido Uvrak se levantó y dijo: «Todos vuestros juicios son correctos y justos. Y según mi entendimiento agudo él de Hlad es el más acertado y más convincente. Pero aún hay un detalle de suma importancia: En todo que hagamos, tenemos que aplicar la máxima astucia...

Porque ved: ser justo, hacer el bien, juzgar justamente y correctamente, aplicar revancha justa, seguir un orden seguro –– todos estos son factores de suma importancia tanto para el pueblo como para todos nosotros... un conjunto de factores que abarca suficientemente todos los compromisos entre nosotros y el pueblo.

Pero ahora también todos los ciudadanos libres saben que nosotros somos soberanos, y para estos insensatos Hanoc es un verdadero Dios, una convicción que ya no se les podrá quitar de la cabeza ni con azotes... y aún más que estos liberados, todo nuestro pueblo de súbditos está poseído de esta ilusión.

28. Si ahora, de manera brusca, empezáramos a maltratar a Hanoc, provocaríamos la reacción del pueblo. Y una vez que Hanoc se encontrase entre el pueblo y explicara que le habíamos atado las manos para que no pudiera evitar los azotes que le aplicamos, entonces el pueblo se levantaría contra nosotros y sus masas nos aplastarían.

29. Por este motivo y si queremos llevar a acabo nuestro propósito, entonces tenemos que proceder con gran astucia. Como yo fui su concejal más confidente, sé mejor que nadie cómo andan las cosas.

Por esto mi opinión que no me engaña es la siguiente: Por lo menos durante tres años, pro forma, habrá que continuar entregándole el tributo... habrá que mantener el pueblo en buenas condiciones para que empiece a apreciarnos... habrá que informar a los más razonables sobre la vanidad del individuo Hanoc y sobre todas sus estafas, y llamarles la atención sobre las huellas del Dios antiguo... habrá que hacerles comprender que todos nosotros sólo intentamos encontrar una manera para sacarlos del yugo cruel de Hanoc... y que tendremos que empezar a actuar, ahora, porque de lo contrario a una gran parte de ellos les habría alcanzado la muerte.

30. Os aseguro que si tratamos e informamos al pueblo de esta manera y conforme el concepto de Hlad, entonces llevaremos gran ventaja. Y supongo que tampoco el Dios antiguo nos va a disputar nuestra soberanía si, además, le ofrecemos sacrificios. Sólo entonces estoy seguro de que Hanoc ––ya mediante el pueblo–– se enterará de lo que dijeron Huid y Hlad, mis oradores anteriores muy experimentados.

¡Tomad mis palabras a pecho, hermanos míos e hijos nobles de Caín!».

31. Todos se inclinaron y dijeron: «¡Amen! –– Así sea, para que las palabras de cada uno de nosotros entren en vigor ante Hanoc, el infame que proscribió a nuestro padre y blasfemo vil del antiguo Dios poderoso».

32. A eso todos volvieron a sentarse, menos uno: Farak. Este miró alrededor de él como si quisiera averiguar si detrás de alguno de los oradores todavía se ocultaba algo que no había llegado a la luz del día. Y lo que Farak buscaba con la vista, su mente pronto lo descubrió. De modo que empezó a hablar con ímpetu, y sus palabras no ahorraban nada a nadie, parecido a una espada en el campo de la batalla:

33. «¡Hermanos ––si todavía merecéis este título de honor–– he oído todas vuestras pláticas!... He oído lo que pronunciasteis en voz alta con palabras audibles, mientras que con astucia ocultasteis todas vuestras avideces ante los demás y, con vuestros propósitos fingidos, os mentisteis mutuamente, ¡con lo que os volvisteis amotinadores mutuos! Porque cada uno de vosotros está llevado por la idea de largarse de aquí lo antes posible para chivarse a Hanoc, aseverándole que antes de entrar en las funciones de su gobierno había conseguido convocar una reunión con los diez soberanos, para que cada uno de ellos diera su opinión sobre él ––tal como esta reunión se ha desarrollado aquí mismo delante de nosotros–– para que Hanoc se entere de la índole de los otros nueve soberanos... con lo que Hanoc seguramente le proveería con todo el poder y le nombraría soberano único sobre todos nosotros... Y consta que a los demás nos tocaría al menos la suerte de Caín...

34. ¡Oh, canallas!... ¡Oh, escoria de toda maldad!... ¡Preguntaos a vosotros mismos si fue una acción honesta lo que os hizo subir en lo que fuera!

Porque todo lo que vosotros sois, lo lograsteis mediante artificios, astucia, fraude, lisonja e hipocresía. ¿Acaso el pueblo aún no ha sufrido suficientemente? –– Los pobres, tan miserables como son, ya no parecen hombres... ¿Es posible que tras vuestros azotes todavía les quede alguna gota de sangre?

Y de nuestra parte, ¿acaso les hemos hecho el menor bien por habernos alimentado obedientemente durante tanto tiempo, sólo aplicándoles malos tratos de toda clase?

Aquellos pobres a los que llamasteis “bestias racionales”, ¿acaso no tienen el mismo derecho sobre lo que la tierra produce? ¡Pero no les estaba permitido comer de los frutos maduros sino únicamente de los medio podridos! ¿Y con esto aún no os conformáis, sino queréis hacerlos aún mil veces más infelices de lo que ya son?

35. Ante todo esto os digo francamente: Si queréis gobernar al pobre pueblo del cual ni siquiera merecéis que sean vuestros hermanos, entonces absteneos de toda maldad y perfidia, y guiadlo ante el semblante de Dios, el Verdadero... y también para Hanoc sed verdaderos hermanos y no estafadores por la causa de vuestro bienestar... y, mediante verdadera fidelidad, volveos verdaderos merecedores de vuestra función, la que habéis obtenido por vuestra astucia y vuestras estafas...

Porque de lo contrario el Dios antiguo no aceptará vuestro sacrificio, sino que os hará esclavos de aquellos a quienes disteis el nombre de “bestias racionales”, un término que es un engendro de vuestra maldad más íntima.

¡Reflexionad bien sobre lo que os dijo el “Terrible”!».

36. Terminado el discurso de Farak, todos quedaron estupefactos, y no supieron presentar ni una sola palabra en su defensa.

La mayoría de ellos se dijo: «¡Éste, secretamente, se nos ha adelantado ante el Dios antiguo! Porque si no, ¿cómo habría podido descubrir el juego tan rotundamente, con todos los detalles? Dado que las cosas andan así, ¿quién va a subsistir a su lado? Si hubiera manera de aniquilarle... Pero ahora, ¿quién podrá oponerse a su poder? Antes de que tan sólo llegáramos a levantar una mano contra él, la suya ya nos fulminaría.

Por esto conviene esperar con calma y ya veremos qué camino tomarán las cosas y qué podemos hacer».

37. Como nadie se atrevía ya a tomar la palabra, de nuevo Farak se levantó y preguntó: «¡Vamos!, ¿qué os pasa? –– ¿Acaso nadie tiene valor suficiente para tomar la palabra y contradecirme? –– ¿Qué ha pasado con vuestras mentiras, vuestra astucia, lisonja, hipocresía y vuestro engaño?, y ¿dónde se han quedado vuestro poder y vuestra soberanía?... ¿Y qué pasa con vuestro dios Hanoc engañado?

38. ¡Os digo que no se me ha escapado el lenguaje mudo de vuestros pensamientos!

Sea como fuere que las cosas se desarrollen, siempre será correcto si actuáis conforme a la ley y la conveniencia. Y aquel de vosotros que no actúe conformemente, él será proscrito como Caín, del que decís que es vuestro padre y que actuó conforme la justicia... sólo que exageró en su ceguera y severidad, de manera que él mismo se ató las manos y tuvo que huir ante su propia obra.

¿Adónde? –– Esto no lo sabe nadie sino únicamente el Dios antiguo y aquel a quien Él se lo comunicase –– si así fuera su Voluntad. Caín fue justo por miedo del juicio de Dios, pero en todo lo que hizo falló porque nunca había nada que él hubiera hecho por amor... a pesar de que fue precisamente esto lo que el Dios antiguo le había mandado, explícitamente.

39. Pero vosotros socavasteis incluso la justicia y la reemplazasteis por astucia, engaño y mentira, e introdujisteis aún más barbaridades incontables cuya infamia no tiene nombre... ¿Y aún os imagináis que el Dios antiguo corriendo os va a apoyar por tan sólo prender fuego al simulacro de un sacrificio? –– ¡Menudo disparate! Como este Dios tiene una vista muy aguda y conoce vuestra índole en todos sus elementos mantiene su oído muy lejos de vosotros, y dentro de vuestra perversidad ilimitada jamás ya os atenderá, aunque incendiarais toda la Tierra en plan de sacrificio; a no ser que antes purifiquéis vuestros corazones con el fuego de un amor ilimitado a vuestros pobres hermanos y hermanas a los que hundisteis en la desgracia... y si os abstenéis de toda clase de lascivia que a hombres de doscientos años ante su función de soberano no les queda nada bien.

40. Y ahora, si podéis y si os atrevéis, ¡responded a mis preguntas o decidme lo que pensáis hacer!... ¡Y decídmelo directamente a la cara tal como yo lo hice sin vergüenza alguna!

Porque yo no aspiro al poder como vosotros, ni a una soberanía, ni tampoco a un imperio, sino únicamente al cumplimiento minucioso con las obligaciones de mi encargo, procurando en todo actuar al agrado del Dios antiguo... por cuyo motivo nunca cometí una injusticia, nunca abusé de una mujer, menos aún de una virgen y mucho menos aún de una doncella como vosotros acostumbráis... por lo que me llamáis “el Terrible”, dado que no quería ser un canalla como vosotros.

41. Estas son mis últimas palabras, para que sepáis quién está aquí delante de vosotros al que llamáis “el Terrible”... Pero a éste nunca le conoceréis más de lo que requiere la extrema necesidad ––como ahora mismo se ha dado el caso–– para que no se derrumbe todo eternamente... y repito mis palabras: ¡Para que no se derrumbe todo eternamente bajo la ira nuevamente despertada del eterno Dios antiguo!

¡Y no me preguntéis sobre más detalles, ni por el porqué ni tampoco de qué manera!».


Capítulo 28. La deliberación de los diez soberanos

1. Como de todos los que ya habían hablado nadie se atrevía a presentar una réplica, finalmente se levantó Molakim y se dirigió a Farak, clavando sus ojos directamente en él: «Hermano, tu discurso fue mordaz pero dio en el blanco de cada uno de nosotros. No obstante, en lo que se refiere a nuestros discursos, también el sentido de estos es bueno y justo –– menos el rechazo de Hanoc... sólo que estaban infamados por viles avideces íntimas que se despertaron en nosotros ante la evidencia de las soberanías que nos habían sido confiadas tan repentinamente.

2. Pero si exterminamos estas avideces desvergonzadas en nosotros para volvernos verdaderos hermanos ––también del pueblo como también de Hanoc, en la medida justa–– entonces, acaso, ¿continuaremos siendo canallas?».

3. «La avidez es la vida de la voluntad. Si extermináis toda clase de avideces en vosotros, después, ¿a base de qué vais a actuar como soberanos? Por esto, ¡que nadie de vosotros ahogue sus avideces que son una chispa del Amor de Dios, sino que cuide de que ellas no se despisten!

4. Nuestras avideces tienen una tendencia correcta si procuran ganarse a Dios en el ámbito de su Amor, y si conforme ello influyen en todas nuestras acciones según la comprensión de la más noble voluntad en nosotros... voluntad que mantendrá nuestro amor propio en toda humildad, transmitiéndole la noción de su pequeñez y extrema debilidad.

5. Tendencias incorrectas de las avideces son el egoísmo y la ceguera y sordera de nuestra voluntad ante el prójimo –– avideces que se orientan únicamente en las propias necesidades.

6. Estas avideces se hinchan en nosotros porque aumentan cada vez más y, por su peso, aplastan la humildad, engendrando la soberbia... un estado del que el hombre quiere liberarse de semejante carga. Pero dado que como ciego no ve y como sordo no oye ni se entera de lo que le pudiera ayudar, en su avidez despistada se agarra a todos los medios imaginables que su egoísmo puede discurrir.

De esta manera los hombres nos llenamos cada vez más con cargas cuyo exceso aplasta la Vida de Dios en nosotros y nos reduce a animales –– mera materia de la tierra en la que mora la muerte, tanto como en el fuego y en el agua, en el aire y en la tierra, siendo la Tierra una madre de la carne o de la muerte... porque donde haya carne, también hay muerte. De modo que todos moriremos –– en lo que se refiere a nuestra carne.

7. Aquel que es llevado por su amor propio, él vive en el ámbito de su carne... con lo que tiene avidez por aquello que le acarrea la muerte que se instalará en sus avideces y le capturará en todas las fibras de su vida, de modo que le consumirá y matará. De esta manera, lo que quedará de él, no serán sino las inmundicias de la muerte que abonarán los campos en los que está sembrado el fruto de la perdición.

Ahora lo sabéis todo. Actuad con conformidad y vivid, o haced lo que queráis y morid».

8. De nuevo, Molakim tomó la palabra: «Hermanos, me conocéis a mí y mi función, y sabéis que no fui elegido por Hanoc ni tampoco por el pueblo, sino que con excepción de Farak todos vosotros me indujisteis para que mintiera a Hanoc, con lo que también al pueblo. Siendo así, tenía que descubrir mi maña únicamente ante vosotros. Pero ahora echo todos estos artificios a los pies de Farak y os digo francamente: El día que descendiere un Dios de los Cielos, ¡su plática no podrá ser más sabia que la de Farak!

9. Reconozco francamente que si él no fuera nuestro hermano, ¡me echaría a sus pies para adorarle! Pero él es un hombre de carne y hueso como nosotros... ¿De dónde, pues, le viene semejante sabiduría?

10. Ved, yo soy tan ciego y sordo como vosotros. Pero oigo un susurro dentro de mí que me dice: “¡He aquí que Dios habla por la boca de Farak, invisiblemente! –– ¡A esta voz debemos escuchar, hacerle caso y actuar conforme, para que tengamos la Vida! Porque de lo contrario las lágrimas de nuestros hermanos se acumularán en una avenida de las aguas y nos ahogarán a todos en nuestra gran sensualidad, nuestros engaños y nuestra astucia”».

11. Estas palabras inspiraron también a Uvrahim que se levantó y dijo: «¡Amén! –– ¡Gracias al Dios antiguo por haber abierto la boca de Farak, nuestro hermano, sin el cual todos habríamos perecido! Porque ya estabamos presos en nuestras avideces fatales donde el uno quería ser el traidor del otro, con lo que de una manera u otra, de todos modos nos habría alcanzado la muerte –– el juicio justo desde las alturas de la Santidad o desde la profundidad de la ira del Dios antiguo.

12. Yo fui un gran lisonjeador, con lo que hice más mal que vosotros y a Hanoc a la fuerza. Porque sin mí, hace tiempos que Hanoc ya habría abandonado la idea de su divinidad que yo le había metido en la cabeza ––discurrida por Uvrak con la ayuda de Nohad y de Thahirak–– dado que él repetidas veces ya me había indicado secretamente que, íntimamente, todo esto de la divinidad le causaba mucho miedo y que de día y de noche, cuando se encontraba solo, le ocasionaba un continuo desasosiego. Por esto muchas veces ya había maldecido esta idea desafortunada de Uvrak, porque ante el pueblo ya no podía deshacer lo hecho... a pesar de que esa idea acerca de la divinidad en su pecho le quemaba más que el fuego...

13. Por esto ved: Ahora mismo me quito todas mis lisonjas de encima, convencido de que la sabiduría de Farak poco a poco podrá curar esta gran herida de nuestro hermano, al igual que su sabiduría a todos nosotros nos ha abierto los ojos para que podamos ver el gran abismo a cuyo borde quebradizo nos encontrábamos todos los nueve, sin sospechar del gran peligro en que nos encontrábamos...

14. Y tú, apreciado hermano Farak, sé para nosotros un fiel indicador del camino hacia la Luz de las Alturas del Dios verdadero que para nosotros se nos había vuelto un extraño al igual que el patriarca Adán, y guíanos conforme a la Voluntad del único Dios verdadero que te es conocida... guíanos a nosotros y a todo el pueblo –– a nuestros pobres hermanos inocentes que tuvieron que sufrir tanto a causa de nuestra maldad ilimitada...

Hermano, únicamente tú conoces la Voluntad de lo Alto. Por esto, con la Gracia de Dios, todos vamos a cumplir minuciosamente con todo lo que a ti te parezca bien.

15. Por este motivo deposito mi soberanía a los pies del amigo del Dios verdadero, y seré feliz si tan sólo puedo considerarme un servidor fiel de aquel único en este país que entre tantos miles ha encontrado la Gracia ante Dios, el único verdadero, sin igual.

16. Ahora oíd mi voluntad bien ponderada: Que la ciudad de Farak para todos nosotros sea una ciudad santa... Allí siempre vamos a pedir un consejo sabio para que luego podamos actuar sabiamente. Que nuestro hermano Farak sea nuestro soberano y guía ––conforme a la sabiduría de Dios inherente a él–– y que sea el centro de contacto entre nosotros, Hanoc y el pueblo... de ninguna manera para que nos consideren como soberanos... porque una vez habiendo conocido la Sabiduría de Dios, todo esto carece de importancia... sino únicamente para que nos volvamos dignos de ser considerados como unos siervos fieles y devotos que se alegran del bien de los pueblos... que se alegran de la Sabiduría de Dios en nuestro hermano Farak... y que se alegran de la plena convalecencia de Hanoc y de todo el pueblo.

17. Y tú, hermano Farak, mírame con tu sabiduría; ¡y para todos nosotros sé un hermano, un soberano, un guía, un consejero y un amigo sabio!».

18. Estas palabras de Uvrahim animaron de nuevo a Thahirak y a los otros que antes de que hablara Farak habían hablado palabras hipócritas llenas de interés personal.

Thahirak era un portador modelo de toda clase de mal que incluso se arrogó derechos divinos y se atribuyó mi Santidad eternamente sagrada, mi Justicia, mi Amor y mi Omnipotencia –– incluso toda la Creación y pretendía poderla destruir con un solo dedo... porque, como dijo, consiguió conocer mis “manejos”; de modo que incluso se atrevería medirse con mi Fuerza y desafiar mi Omnipotencia.

Pero como Yo por causa de mi Amor no quería sacar la espada de mi ira contra un gusano terrestre ––Yo, el Infinito contra la nada––, él le dijo a cada uno que mi “debilidad” temía la fuerza de él...

19. Y tú, escribiente mío, ¿qué dices tú ante semejante desafío?

20. ¡Pero te digo que este disparate no fue ni mucho menos tan absurdo como todos los que vosotros me soltáis hoy en día, y que son mil veces más viles!

21. Fíjate tan sólo en los fundamentos de vuestro sacerdocio: Cuando habla el “Padre Santísimo” mundano desde su trono, Yo tengo que callarme... porque si él se enterara de que Yo hablo con mi escribiente, este tendría que temer por su vida natural.

22. No hará falta definir más detalladamente qué es con todo esto con lo que me provocan –– por muy poco tiempo todavía...

¡Pero volvamos sobre el particular!

23. De modo que Thahirak empezó a dirigir un discurso poderoso a la asamblea, y en pocas palabras dijo: «Hermanos, que todos habéis hablado tan sabiamente que me he sobresaltado hasta en el fondo más íntimo de mi maldad... he visto mi nulidad y mi debilidad absolutas, y he percibido la gran injusticia de todas mis acciones...

Me consta, hermano Farak, que ante tu sabiduría no hace falta que exponga todas las barbaridades que cometí, porque incluso los menos sabios saben más que de sobra cuáles eran mis funciones y mi especialidad en toda clase de sacrilegios.

24. Ved, yo soy demasiado malo para que en vuestra asamblea presente cualquier excusa. Por esto sólo os digo que soy la base de todo el mal entre vosotros, el pueblo y Hanoc; y también por esto no reivindico soberanía alguna, ni tampoco servidumbre, porque lo único que me corresponde es que me deis la misma suerte que le ha tocado al padre Caín.

Sólo de esta manera se podrá extraer las bases de toda maldad del edificio flojo de todo sacrilegio, para que este se derrumbe y en su lugar, para siempre, se pueda erigir un edificio de la sabiduría justa de Farak –– la sabiduría que surge de Dios el Verdadero y el Poderoso.

25. Ved, hermanos, éste es el único premio que merezco más que nadie de todos vosotros... un premio más que justo, sobre todo ante el hecho de que ahora sé que el Dios antiguo ya no puede concederme su Gracia ni su Misericordia por la manera vil que he blasfemado contra Él.

26. Ahora he terminado y espero en toda humildad el juicio bien merecido, emitido por la sabiduría divina y justa de Farak.

27. De vuestra compasión depende si en mi huida puedo llevar a mi mujer y a mis niños, siguiendo las huellas de Caín. ¡De modo que se cumpla en mí la voluntad de Farak!».


Capítulo 29. Los sucesores de Hanoc

1. «Mira, hermano Thahirak», le respondió Farak. «En todas las eternidades ni Dios ni todos los espíritus libres pueden deshacer lo hecho, y menos aún nosotros, los seres humanos. Si en un hombre existe la menor chispa de la Sabiduría divina, piensa tú mismo si esta no tendría que razonar de la siguiente manera:

2. “Este hombre ha faltado profundamente por su comprensión malvada, porque carecía de toda Gracia de lo Alto, con lo que dentro de su egoísmo era ciego –– en su propio perjuicio y en él de todo su ámbito. Pero ahora el Amor misericordioso de Dios mandó un rayo claro, acompañado por fuertes truenos, y este hombre pudo ver toda su perversidad y oír el sinnúmero de sus atrocidades”.

Si este hombre ahora, en su corazón, empezara a inquietarse y arrepentirse profundamente de sus actividades malvadas, si de esta manera se desentendiera de toda su maldad y entregara su voluntad a la Gracia de Dios... dime, ¿qué harías tú mismo con este hombre?

Seguro que me vas a decir: ‘¡Le perdono y le miro como si nunca hubiera faltado! Y tengo una gran alegría al ver que uno que andaba tan perdido ha vuelto a reconocerse a sí mismo y ha encontrado una salida de las cárceles de la locura tenebrosa hacia la Luz de la Gracia divina’.

Y yo digo: ¡Buena respuesta! –– Y esto teniendo en cuenta que no eres sino un ser humano... ¡Cuánto más, entonces, Dios tan sumamente sabio ––que es el origen de toda Verdad y de todo Amor–– aprobaría la pertinencia de tu concepto, dado que Él sabe mejor que nadie por qué, cómo y cuántas veces hemos faltado!

3. Sabe: Nosotros humanos faltos de amor juzgamos a nuestros hermanos errantes según el número de infracciones –– sin consideración de si hubo arrepentimiento o no. Pero Dios, a base de su Amor y Sabiduría, no juzga ningún delito pasado del que se esté arrepentido, sino únicamente los actuales no arrepentidos.

Lo hecho nunca podrá ser deshecho y en la eterna memoria imperecedera de Dios figurará como mancha oscura en la línea de nuestra vida; aun así, el día que se juzgue esta línea, no será juzgada según el empiece ni según la mitad, sino según el fin de ella... puesto que esta línea continuamente se alarga, ya sea de forma recta conforme el amor y la justicia inherente a él, u ondulada, conforme a la maldad y toda injusticia que esta produce.

4. Ve, ahora la Fuerza de la Sabiduría divina rectificó tu concepto. Por lo tanto, no te juzgues tú mismo sino, desde ahora, alarga la línea de tu vida en línea recta hacia el Dios verdadero, en toda fidelidad y justicia... y mira frecuentemente hacia detrás, porque entonces fácilmente te enterarás de cualquier desvío de la línea rectificada por Dios, para que enseguida la puedas corregir con la Gracia de lo Alto... y esta Gracia iluminará el gran rumbo de tu vida en el Reino del eterno Amor y de toda Vida que de él surge.

5. Ahora ve y encárgate, en toda fidelidad, de lo que Hanoc te ha mandado ––consciente de mis palabras–– y todos los demás, haced lo mismo, incluso yo, Farak “el Terrible”... Y sed todos hermanos de Hanoc, hermanos entre vosotros, y hermanos del pueblo conforme la Voluntad del Dios todopoderoso, el Fuerte, el sumo Sabio y sumamente lleno de Amor».

6. Después de este discurso final, todos se levantaron y se inclinaron ante Farak y observaron: «Farak, gran sabio de la Sabiduría del Dios antiguo, ¡todos reconocemos tu comprensión increíble de todas las cosas! Aunque nos resulte incomprensible cómo la has adquirido, vamos a hacer conforme tú lo veas bien, porque vemos que tu sabiduría se basa en el amor que no discrimina a nadie... más aún si uno está dispuesto a andar sus caminos suaves –– lo que todos nosotros queremos hacer conforme tu sabiduría.

7. ¡Pero ahora ve y procura rectificar a Hanoc, en el mismo sentido en que lo hiciste con nosotros!».

8. Todos se fueron a sus ciudades y actuaron conforme a los consejos de Farak, y todo el pueblo estaba lleno de entusiasmo.

9. Cuando Farak de manera parecida hubo convertido a Hanoc, este se levantó y estrechó la fuerte mano de Farak y le dijo: «Oh hermano, hablaste la verdad e hiciste bien; porque donde vive una criatura, allí todavía se puede esperar Amor y Gracia desde lo Alto –– como en mi caso. Sólo en la muerte todo se acabó...

Ahora todavía vive todo, con lo que aún se podrá enmendar mucho. Por esto quiero curar todas las heridas de mi pueblo –– a tu lado fraternal tan sumamente sabio que tras tanta comprensión has podido evitar una gran desgracia a mí y al pobre pueblo, profundamente engañados».

10. De esta manera este gobierno algo mejor continuó más de quinientos años ––aunque fuera en línea algo ondulante–– incluso en las manos de los hijos y nietos de Hanoc. El Hijo menor de Hanoc, Irad (el impetuoso, un alumno de Farak), gobernó cien años. Su hijo menor, Maviael (el fatalista o predicador del hado), también gobernó cien años. El hijo menor de este, Matusael (el entendido de la naturaleza y sus fuerzas), gobernó ciento diez años. Y el hijo de éste, Lamek (el inventor de la pena de muerte entonces practicada corrientemente), que casi ya me había olvidado del todo, gobernó doscientos años.

11. Ante Lamek tendré que detenerme un poco más, porque con él la época de los gobiernos algo más prudentes se acabó. Y él introdujo la idolatría, el lucro como también la filosofía sobre la naturaleza –– una obra maestra de la maldad ilimitada de la serpiente.

12. En realidad, Lamek ni siquiera tenía el derecho de gobernar, porque según la tradición este derecho correspondía al hijo menor... Y sólo en el caso de la muerte de este o de otra incapacidad, el derecho caía sobre el primogénito; y únicamente tras el fallecimiento de éste, el hijo mediano era autorizado para tomar posesión del gobierno.

13. Pero en aquellos días vivían todavía el hijo mayor de Matusael, Johred, (en secreto un sabio del género de Farak que ya había muerto hace mucho tiempo) y su hermano menor, Hail, al que correspondía la sucesión al gobierno y que era un alumno devoto de Johred.

14. Lamek, un tipo brutal, lóbrego, ambicioso y perjuro que conforme su propia filosofía tenía muy bien el derecho de gobernar–– se enfureció ante esta antigua costumbre.

Como estaba rodeado de un grupo de compinches, convocó una reunión con ellos para ver qué se podía hacer para lograr sus fines –– y esto precisamente a la ocasión de la muerte de Matusael cuando había llegado el momento en el que para Hail había llegado la hora de asumir el gobierno.

15. En esta reunión macabra uno que se llamaba Tatahar le dijo: «Nosotros somos setenta y siete, fuertes como los árboles, audaces como los tigres y crueles como las hienas, y tú eres un maestro de nosotros todos... Con lo que estamos convencidos de que allí en el bosque al lado de las montañas ––donde últimamente dimos caza a los tigres–– no te costará mucho el acabar con la sabiduría de Johred, mediante un palo adecuado... Y una vez que una hiena voraz con sus dientes afilados haya acabado con sus huesos, por gratitud aún podrás ofrecer a las bestias hambrientas al mocoso de Hail que les será bienvenido.

Y al pueblo le diremos que los dos ––en su audacia por ser demasiado confiados en su secreta sabiduría–– en una caza de hienas en las montañas han sido despedazados por estas bestias.

Y una vez que tú seas el único descendiente legítimo de Caín, Hanoc, Irad, Maviael y Matusael, ¿quién te podrá disputar la soberanía y el gobierno?

16. ¿No te parece, Lamek, que este consejo te llevará infaliblemente a la meta? Anda y actúa, ¡nosotros te apoyamos y el éxito está asegurado!».

17. Este consejo fue agua al molino de Lamek, de modo que ya el día siguiente empezó a buscar una oportunidad –– y la encontró con la ayuda de la serpiente.

Como se enteró de que Johred y Hail darían un paseo por el bosque, enseguida Lamek y su banda se acercaron por el otro lado al bosque donde se ocultaron, esperando a los dos hermanos. Y cuando estos ya se encontraban en medio del bosque, de repente Lamek se lanzó sobre Johred y le mató de un solo golpe. Momentos después y conforme Tatahar le había aconsejado, a Hail le alcanzó la misma suerte.

18. A ti, mi escribiente, te digo que a estos dos les alcanzó semejante suerte porque se habían vuelto orgullosos de su sabiduría... porque, como hijos del soberano, se habían olvidado de que la verdadera sabiduría sólo perdura en el ámbito de la suma humildad y que, al desvanecerse la humildad, también la sabiduría queda profanada.

Como este fue el caso de estos dos hermanos, tampoco ya había manera para darles consejo ni ayudarles sin intervención en su libertad absoluta. Ni tampoco Yo habría podido hacerlo porque el elemento más mínimo de la libertad absoluta vale más que toda clase de vida natural y física de todos los seres vivos en la Tierra.

Por esta misma razón están toleradas incluso las atrocidades en las guerras –– aunque fuera tan sólo por la libertad de la voluntad y actividad intangibles de un sólo hombre.

19. Que también a ti, mi escribiente, que eres una buena herramienta, esto te sirva de advertencia ante el hecho de que te he dado la sabiduría, por si acaso se te ocurriera volverte presuntuoso ante tus hermanos...

Mira: Si te volvieras impúdico, o si en la miseria te salieras a robar y más cosas de este género, entonces poco a poco este don actual se te iría debilitando; pero si te volvieras orgulloso de este don, entonces te lo quitaría instantáneamente y te dejaría desnudo, y vendrían las bestias feroces que se te comerían... con lo que no quedaría más de ti que un nombre nimio...

Te digo que en la humildad lo recibiste... ahora manténlo en la humildad y pásalo a tus hermanos, también en toda humildad.

¡Pero ahora continuemos!...


Capítulo 30. Lamek se vuelve rey

1. Tras el crimen que Lamek ––como cabecilla de la banda de Tatahar–– en aquel bosque había cometido con sus hermanos, volvió contento a Hanoc e hizo comunicar a todo el pueblo lo que les había pasado a los hermanos audaces, Johred y su discípulo Hail. A estas noticias todo Hanoc, las demás diez ciudades y todo el pueblo que vivía fuera de las ciudades, se asustaron profundamente. Se juntaron los más justicieros de todas las ciudades y del pueblo que contaban unos tres mil, sin contar a las mujeres y los niños que se habían quedado en casa.

2. De modo que este pequeño ejército se dirigió a Hanoc para hablar con Lamek, y su portavoz le dijo: «¿Dónde está la selva en la que ha pasado esto al joven rey y a su sabio hermano Johred? ¡Queremos inspeccionar el lugar macabro para ver si tal vez encontramos algunos restos tristes u otros indicios para que podamos convencernos de la certeza de estas noticias y llorar esta desdicha!... ¡Y luego vamos a buscar a la hiena cuyas fauces seguramente todavía estarán manchadas de sangre!... ¡Porque la estrangularemos y con nuestros palos y nuestras hondas mataremos a toda su especie para vengar a Johred y a Hail!».

3. Y Lamek respondió: «¡Habéis tomado una decisión muy acertada! Yo mismo que ahora soy vuestro rey legal, en vuestro medio voy a hacer lo mismo, y el primero de mis siervos será nuestro indicador de camino, ¡junto con su brigada bien armada!».

4. El pueblo se alegró de esta respuesta espontánea y complaciente, de modo que gritó: «Ved, ¡todavía vive un rey legal que también es sabio! –– ¡Que él sea nuestro rey!».

5. Acto seguido todos se dirigieron al bosque, guiados por Lamek, donde realmente encontraron el lugar macabro manchado de sangre, y con tristeza recogieron los restos de ropa para su veneración.

6. Una vez que habían recogido las reliquias de Johred y de Hail, abandonaron el lugar macabro y, llenos de rabia contenida, en grupos de cien penetraron aún más profundamente en el bosque para buscar a la hiena maldita. Pero no encontraron ni un solo animal, y menos aún una hiena...

Por esto dijeron: «¡Seguro que esta bestia maldita ha huido a las montañas! Aunque después de Caín hasta ahora jamás un mortal haya pisado una montaña, ¡nosotros lo haremos, porque tenemos motivos fundados para ello! Ningún Dios nos lo puede tomar a mal, puesto que tenemos una causa justa contra estas bestias voraces. De modo que: ¡Valor, aunque perezcamos todos!».

7. «Vuestras palabras son conforme a mi voluntad; por esto id y cumplid con ella», respondió Lamek. «Yo, mientras tanto, me quedaré aquí, junto con Tatahar y su brigada, todos atentos por si se presenta alguna otra bestia que se haya escapado de vuestros fuertes golpes».

8. Todos estuvieron de acuerdo y, totalmente desacostumbrados del terreno empinado, los tres mil continuaron buscando la hiena durante tres días y tres noches. Pero como no tuvieron éxito, empezaron a cansarse y a pegar con sus palos contra una pared muy alta que les estaba cerrando el paso. Parados, empezaron a maldecir a los bosques y a las montañas... y maldijeron al Sol por haber prestado su luz a semejante crueldad.

9. Pero el más fuerte que se llamaba Meduhed, en voz alta, se dirigió a la multitud furiosa: «¡Insensatos! –– ¿Cómo es posible que rompáis vuestros palos en una pared tan dura e invencible como esta? Cuando ahora vamos a dar la vuelta y si en el camino se nos presentan hienas, tigres leones, osos o grandes serpientes, ¿cómo os vais a defender?

Si el Dios antiguo aquí delante de nosotros ya ha puesto un fin invencible a nuestra sed de venganza ciega e inútil, ¿quién sabe si en nuestro camino de vuelta nos ha puesto una contrariedad aún más fatal?

Tened en cuenta que no conviene pelear con el Dios antiguo. Porque si Él viera que aquí no hay bestias suficientes para que estas nos puedan despedazar, entonces podría vivificar incluso árboles y piedras para que acaben con nosotros y nuestra estupidez por haber desobedecido, porque hemos pisado las montañas a pesar de su prohibición por parte de Caín, Hanoc y Farak el sumo sabio y justo.

¿Quién sabe si más arriba de esta pared viven seres más sublimes? Porque la tradición, aunque sea vagamente, todavía nombra algo así... Y si tal ser nos descubriera, ¿qué podríamos hacer nosotros ––unos mosquitos–– en contra de tal gigante de Dios?

Por esta razón recomiendo que con toda humildad demos la vuelta, aún de día; porque desde siempre la noche fue nuestro mayor enemigo. ¡Amen!».

10. Estas palabras hicieron que todos volvieron en sí y ya querían ponerse en el camino, cuando Meduhed se apercibió de un hombre muy grande, de pie, sobre un saliente de la pared. Se trataba de Set, un hijo de Adán y sustituto de Abel por cuya boca Yo había dado la orden a Set de que más tarde, junto con Adán y Eva, se fueran a la “Tierra de Promisión” para que allí habitasen las montañas ante las puertas del Paraíso venidero, del cual aún os hablaré más tarde, detalladamente.

11. Este Set, como era uno de los pocos que no habían perdido la facultad de entender la lengua de todos los seres, se dirigió a la muchedumbre y dijo en voz alta: «¡Hijos ásperos de Caín el fratricida que os habéis olvidado del todo de Dios –– el Padre mío y de Adán que todavía vive, como también de sus hijos que todavía viven en estas montañas! ¿Cuál será el castigo justo de Dios que os espera por vuestra osadía de haber venido aquí a vuestra extinción segura?

Oh, ralea de sierpes y comida de hienas, ¡decidme lo que queréis aquí en este lugar sagrado! ¿Qué buscáis en este lugar totalmente prohibido para vosotros? –– ¡Apartaos de aquí y volveos todos presa de las fauces del castigo que os está esperando y del que no escaparéis, a no ser que antes os enterrará esta pared, eternamente!».

12. A eso Meduhed cayó de rodillas y, en voz alta, pidió compasión y gracia.

Como Set sólo habló palabras de Mí, en seguida se llenó de mi Amor. Se dejó ablandar por los ruegos lastimeros de Meduhed y dijo:

13. «En la cercanía del gran Dios, únicamente a ti, Meduhed, te está permitido mirar aquí arriba a mí, porque fuiste tú quien ante los ojos todovidentes de Dios impidió al pueblo su propósito malintencionado. Por eso solamente a ti te digo quién es la hiena voraz y dónde se encuentra: ¡esta bestia mil veces más sangrienta que una hiena se ha quedado en la llanura y está a la cabeza de Tatahar y su banda, y se llama Lamek!

14. ¡Pero que nadie de vosotros se atreva a atentar contra la vida de él! –– ¡Setenta y siete veces ay del que se atreviera a adelantarse a la hora prevista de Dios! Porque semejante intervención rompería con el lazo del Amor divino y provocaría el juicio severo de la Divinidad... Con lo que caerían columnas de fuego sobre toda la Tierra que acabarían con todo el mundo...

Ahora vuelve con toda esta muchedumbre e id en paz. Y no miréis la ciudad de Hanoc sino fijaos en vosotros mismos y en Dios que es un Salvador fiel de todos aquellos que le miran –– en buenos tiempos tanto como en la miseria. ¡Amén!».

15. Acto seguido Set se volvió todo luz. Ante este fenómeno todos se espantaron de tal manera que su huida fue más bien saltando que corriendo. De esta manera llegaron a la llanura incluso antes de caer la noche.


Capítulo 31. La emigración con Meduhed como guía

1. Ya en territorio conocido por ellos, Meduhed les dijo: «Hermanos, escuchadme bien, porque aún os voy a decir algo de gran importancia:

Todos habéis visto aquel hombre encima del saliente de aquella pared en las altas montañas. Oísteis su voz de trueno y visteis que al final se convirtió en mera luz; por lo que todos huimos profundamente asustados.

2. Vosotros mismos habéis oído lo que nos dijo sobre la bestia mil veces peor que una hiena bien conocida por nosotros, y también oísteis sus advertencias de que una desobediencia por nuestra parte sería vengada setenta y siete veces...

3. Ahora ponderad vosotros mismos, qué se puede hacer en semejante dilema. Si le dejamos vivo, entonces pronto hará de nosotros lo mismo que hizo con sus hermanos, sin los menores escrúpulos. Pero si le matamos, nos alcanzarán las setenta y siete venganzas desde lo Alto. De modo que nos encontramos entre la espada y la pared y nuestra muerte es segura.

Ante esta situación propongo:

4. Que este secreto macabro lo enterramos en el fondo más profundo de nuestras mentes; y todos vayamos a buscar a nuestras mujeres y nuestros hijos para abandonar estas tierras tan crueles, aprovechando de la noche, para dirigirnos hacia el levante donde siempre hemos observado una montaña bastante baja. A esta vamos a pasar y ya veremos si allí detrás hay más tierras que no sean crueles como éstas.

Aunque allí se encontrara el fin del mundo, me parece mejor que allí algún día nos muramos por viejos en vez de quedarnos aquí en continua preocupación de que un día nuestra sangre pudiera empapar el suelo o que pudiéramos volvernos pasto de las llamas.

5. Recordemos lo que dijo el gigante: “No miréis la ciudad de Hanoc sino fijaos en vosotros mismos y en Dios que es un Salvador fiel de todos aquellos que le miran –– en buenos tiempos tanto como en la miseria”... y a mí me parece que nuestra miseria ahora mismo acaba de llegar al colmo.

6. Por esto, hermanos defensores de la justicia como yo, ¡tened fe en el Dios que nos nombró el gigante en la montaña! Y vale más hacerlo ahora mismo, porque mañana tal vez ya será demasiado tarde. De modo que os digo: ¡Valor!

Daos prisa para buscar a los vuestros y lo vuestro, como frutos y animales, sin olvidaros de los palos, y lo antes posible volvamos a encontrarnos aquí mismo, ¡amén!».

7. También la muchedumbre dijo amén y dos horas después todos habían vuelto, listos para el viaje. Ya era le segunda hora después de medianoche. Meduhed contó los padres y cuando verificó que todos habían llegado, dio gracias a Dios y se puso a la cabeza de una muchedumbre de diez mil varones y veinte mil femeninas, con la misma cantidad de camellos que burros muy grandes.

8. Al salir el Sol, ya habían llegado a aquella montaña más bien baja, lo cual, por supuesto, no habría sido posible sin mi ayuda. Porque este camino normalmente habría costado treinta horas.

9. Durante dos horas dejaron a sus animales que pastasen y ellos mismos se sirvieron de los frutos que habían traído con ellos. Y animados por Meduhed, todos dieron gracias a Dios por esta salvación tan milagrosa. Meduhed mismo, acompañado por diez hombres, se apartó un poco. Ahí se echó al suelo y su corazón se encendió para Dios, y en la luz de su amor descubrió mucha maldad en su corazón... Por esto empezó a llorar y a lamentarse, arrepintiéndose de sus grandes culpas.

10. Como vi que él se dirigía a Mí con toda seriedad, le escribí con letras de fuego en su corazón: «Meduhed, ¡levántate ante el semblante de mi gran Misericordia! –– ¡Tú estás salvado, junto con todos aquellos que te han seguido hasta aquí, llevados por el gran cuidado de tu amor!

Sin embargo, no podéis deteneros y menos aún quedaros aquí... sino mira allí el pequeño río que en un valle se dirige hacia el levante. Junto con esta multitud, sigue a este río durante setenta días; y en cuanto llegues a un mar inmenso, allí detente también durante setenta días.

Entonces dirígete de nuevo a Mí, en tu corazón, como hoy, y te mostraré la manera de cruzar estas aguas para llegar a una otra tierra enorme, donde estaréis al seguro ante las crueldades de Lamek, el fratricida. Cuando tengáis hambre, podéis comer de todos frutos que encontráis en el camino y también podréis beber agua de este río que es muy bueno. De modo que este río os sirva de indicador de vuestro camino. Y como hoy, siempre acordaos de vuestro Dios que está por encima de todos los seres... ¡y sed conscientes de que en esta Tierra tengo un pueblo para el cual Yo soy un Padre santo, lleno de Amor!

11. Imagínate los tiempos en que esta Tierra salió de mi gran Corazón paternal en forma de una gota de rocío, y el Sol en forma de una lágrima de la Misericordia de mis ojos todovidentes... oh, ¡entonces fuisteis todavía mis hijos! Por esto, pequeño grupo, procurad volver mediante el amor a lo que fuisteis antaño, allá donde el gran Sol quemaba por mi Gracia –– antes de que la Tierra incubara un género perverso...

Pero ahora, en mi nombre, ¡seguid vuestro camino! –– ¡Amén!».

12. Meduhed estaba profundamente emocionado y cuando repitió estas palabras ante la muchedumbre, esta se emocionó igual de profundamente. Y todos se levantaron para cumplir con mi Voluntad que les estaba siendo revelada.

13. Cuando Meduhed después de setenta días llegó al gran mar que hoy en día llamáis “el Pacífico”, entonces acampó con la muchedumbre a lo largo de sus orillas, en una región donde había frutos en abundancia –– precisamente la región donde Yo quería que llegara.

14. Como Meduhed y todos los que le habían seguido vieron que Yo era un buen guía, él se echó al suelo y me dio gracias desde el fondo de su corazón; y, de manera más o menos pronunciada, toda la muchedumbre siguió su ejemplo –– al gran agrado Mío.

15. Cuando Meduhed se levantó y vio a la muchedumbre agradecida todavía echada en el suelo, le brotaron lágrimas de alegría ante mi gran Misericordia que después de tanto tiempo de esclavitud a todos ellos les había salvado la vida... que a tantos les había devuelto la fabulosa libertad... y que bajo mi suma protección los había llevado a un lugar de descanso tan seguro y rico en frutos.

16. Poco después el pueblo se levantó muy entusiasmado. Y Meduhed subió a una roca que sobresalía en la llanura por unas siete brazas20 desde donde pronunció un gran discurso a la muchedumbre... un discurso que le fue puesto en su corazón desde lo Alto, y él mismo no añadió ni quitó una sola palabra, con lo que era un predicador justo... un predicador en mi nombre para las masas necesitadas de Luz y Amor.

17. De modo que dijo: «Hermanos, miradme aquí arriba y, con los oídos y los corazones abiertos, recibid las palabras que os dirigiré por orden de Dios... palabras que recibí en mi interior y que son de suma importancia.

18. Oíd: Dios, el Supremo, nos ha salvado de manera milagrosa de las manos de Lamek el asesino, y en su gran Fidelidad nos ha guiado hasta aquí al fin del mundo, sanos y salvos; pues, todos veis que aquí se acaba toda tierra firme y empiezan las grandes aguas.

Este paisaje es tan bonito y maravilloso que se diría que tal como está habrá bajado de los Cielos... y daría ganas el instalarse aquí... Pero os digo que ésta no es la Voluntad de Dios, porque no nos está permitido quedarnos aquí más que setenta días, dado que dentro de este espacio un ejército cruel de Lamek ya habrá averiguado nuestro paradero... y ¡ay de aquel al que alcance, porque le despedazará como un tigre a un cordero!

19. Ante esta situación, en su gran Gracia, el Señor me ha indicado este lugar, para que vengamos aquí y encontremos herramientas como ya les han sido dadas a sus hijos grandes que viven en las alturas, para que veamos que Él quiere ser también Padre nuestro... lo que también será si nos sometemos a su gran Amor que tanto ha cuidado de nosotros como nunca el mejor corazón de padre ha podido cuidar de sus hijos –– aun dentro de la mayor abundancia.

20. Que luego nos sirvamos de las herramientas para cortar árboles largos y delgados, quitarles todas las ramas y la corteza, y tallarlos por cuatro lados de manera muy lisa. De esta manera hay que preparar diez mil troncos, de los cuales cada uno debe tener diez veces la estatura de un hombre y un paso de anchura.

Luego hay que unir cada vez treinta de estos troncos mediante “clavos” que también encontraremos juntos con las herramientas. Una vez terminadas estas bases de manera bien robusta, hay que montar las cuatro paredes laterales: a lo largo tres troncos uno encima del otro y a lo ancho dos troncos. Después hay que calafatear el interior con diversas resinas de los árboles, sustancias que mientras tanto las mujeres y los niños pueden recoger en gran cantidad.

21. Debemos montar en estas balsas a lo largo de las orillas. Y el último día fijáis en cada esquina de ellas una larga rama con hojas verdes, como señal de la victoria conseguida mediante la gran Gracia de lo Alto.

Lo que conforme a la promesa tendremos que hacer después, esto lo aprenderemos en el último día. Esta promesa que me llegó cuando, llenos de miedo, todavía mirábamos hacia la ciudad de Hanoc.

De modo que esto es lo que vamos a hacer, unidos como hermanos, dado que no tenemos soberano alguno en quien depositar tributo alguno que clama al Cielo... a no ser cierto tributo a nuestro gran Dios que es un Señor de todo Poder y Fuerza, infinito desde la eternidad... y que también es un Señor poderoso y justo encima de todos los que son señores ilegales en toda la Tierra, malhechores y asesinos de sus hermanos, estén donde estuvieren, ahora y en todos los tiempos venideros.

A nuestro Dios, El que quiere ser nuestro Padre, le debemos amor y obediencia incondicional. Caso que alguien se le opusiera, este no será castigado por sus hermanos con palos ni látigos, sino que Dios le va a castigar privándole de su Gracia.

22. Ahora sabéis todo lo que de momento os hace falta. Por esto, ¡reponeos y fortificaos con comida y bebida, dad las gracias al Señor y luego, sin perder tiempo, poned manos a la obra! –– ¡Amén!».


Capítulo 32. El Cantar de los Cantares de Meduhed

1. Cuando Meduhed había terminado su discurso, todos se echaron al suelo ante Dios, y durante una hora le agradecieron todo desde la profundidad de sus corazones. Luego, dirigiéndose un poco hacia el interior del terreno y guiados por el Espíritu de la Gracia, pronto encontraron una gruta con una gran cantidad de toda clase de herramientas como azadas, hachas, cepillos, cuchillos, sierras, martillos, taladros, goniómetros, cinceles y clavos grapas.

Todos se quedaron entusiasmados, brincaban y lanzaron gritos de júbilo por mi gran Gracia que les resultaba inconcebible.

(Nota bene: Lo que os estoy dando aquí es mucho más que aquellas herramientas; no obstante, aún no se ha presentado nadie que en el arrebato de alegría me lo hubiera agradecido correspondientemente, desde el fondo de su corazón... Vosotros que sois unos admiradores impasibles de mi nombre y de mi Palabra, ¡abrid de par en par las puertas de vuestro amor que es la nueva y santa Ciudad en vuestro corazón!... ¡Y mandaré mis ángeles para que en ella puedan limpiar todas las plazas, los callejones y escondites, como también todas las moradas, y para que Yo pueda entrar y tomar morada en ella y vosotros podáis venir a mi encuentro!... y para que vosotros podáis cantar con suma alegría:

“¡Hosanna en las Alturas y paz a todos los pueblos que son de buena voluntad! –– ¡Alabado sea el Señor que vendrá sentado en una burra! –– ¡Aleluya al Hijo de David! –– ¡Aleluya al Monarca de la Paz! –– ¡Aleluya a Aquel que vendrá en el nombre del Señor Dios Sebaot! –– ¡Únicamente Él merece toda alabanza y todo loor de nuestra parte! –– ¡Él es el único Padre santo de nuestros corazones! –– ¡Amén!”).

2. Pero continuemos...

Todos recogieron las herramientas y los clavos y los llevaron a las orillas. Después descansaron, comieron y bebieron para cobrar fuerzas. Y el día siguiente empezaron a poner manos a la obra, con los corazones llenos de gratitud, alabándome incluso cuando dieron golpes errados –– por cuyo motivo el trabajo progresó tan rápida y perfectamente que en realidad había que tomarlo más bien por un milagro que por un trabajo manual. De manera que después de quince días todas las doscientas cincuenta balsas estaban ya terminadas, todavía bien amarradas en las orillas para que las mareas que poco a poco estaban subiendo no se las llevaran.

3. De modo que después de haber terminado concienzudamente el trabajo, todavía les quedaban más de cincuenta días para su descanso, un lapso en el que mediante Meduhed les hice llegar conocimientos más claros sobre Mí. También introduje el sosiego santo del sábado de los judíos que es vuestro domingo, el día del Señor en el cual debían evitar todo trabajo, para que descansados pudieran entregarse todo el día a mi Amor. Y que, si así continuaran, finalmente se volverían todos tan sabios como Meduhed y como antes lo fue Farak... Más aún: No sólo si querían volverse devotos en el sentido de tener un gran respeto ante mi nombre y un buen concepto de él, sino que si en toda humildad de sus corazones empezaran a amarme y a crecer en este amor, entonces incluso me volvería un buen Padre para ellos, con lo que la muerte que ya incubaban finalmente les sería quitada; porque entonces serían admitidos como hijos en el amplio regazo del Amor divino hasta cuando, todavía en la Tierra, llegue cierto tiempo de los tiempos en el cual todos llegarán al gran Padre... donde siempre verán su semblante, fortificándose en los derrames inconmensurables de mi Amor.

4. Y ve, todo esto es lo que oía la muchedumbre por la boca de Meduhed, y todos lo celebraron con júbilo, y en grandes grupos acudieron a Meduhed, ávidos de aprender cada día más sobre Mí –– lo que a Mí y todos los ángeles de la Creación original nos dio una gran alegría.

5. Al mismo tiempo, mediante Meduhed, les enseñé a conservar palabras en forma de signos... imágenes detrás de cuyos trazos naturales se ocultaba un sentido espiritual, con lo que dentro de estos pocos días incluso aprendieron a escribir y leer.

6. Ve, de esta manera en poco tiempo me preparé un pueblo cuyo género vive todavía, hoy en día –– pero de esto aún vamos a hablar más tarde...

Una vez que este pueblo estuvo preparado de esta manera, hice que a través de Meduhed sonara en el fondo un Cantar de los Cantares que luego fue copiado, de modo que todavía existe en la época actual –– pero también de esto hablaremos más tarde. He aquí este Cantar de los Cantares:

6.1. «Escuchad, hijos tardíos de mi Gracia,

oíd como por primera vez os invito a todos.

Venid a Mí con vuestro fiel corazón,

alabad todos mi nombre conforme a la tradición

que Meduhed os enseñó dentro de su fidelidad.

Porque fue el primero cuyo corazón suspiró por Mí.

6.2. Ved el buen ejemplo que dan sus buenos criterios,

ved sus ojos, su boca, sus orejas y la blanca barba suave,

señal de pláticas devotas y sabias;

ved, en todo esto le tendréis que parecer,

si algún día queréis volveros amados hijos Míos,

totalmente liberados de todos los males de raleas de serpientes malvadas.

6.3. Ved, pronto limpiaré la Tierra de todas las crueldades.

En vano los pecadores procurarán captar mi Amor.

Pero si en los corazones os mantenéis devotos y fieles,

el día en que suelte mi ira de sus ataduras férreas

os llevaré a regiones muy altas de la Tierra,

donde las aguas pasarán, dejándoos ilesos.

6.4. Entonces habrá gran llanto en todas las estirpes de la Tierra

y las risas de escarnio de los grandes enmudecerán.

Las aguas que pasarán por las montañas

pocos hijos de mi Amor se llevarán,

los que se han vuelto enanos como mosquitos en mi Amor,

porque su amor iba a rastras.

6.5. Alzad vuestra vista a los espacios de mis cielos llenos de luz.

Ved mis estrellas y las aureolas de los rayos de mi Gracia.

Ved cómo el Sol silenciosamente ilumina los campos de esta Tierra.

Ved cómo la Luna acompaña a la Tierra sin refunfuñar.

Ved, cómo los mundos silenciosamente obedecen a mi Voluntad...

Y vosotros: ¡Actuad de la misma manera, siempre sumisos y también silenciosamente!

6.6. ¿Queréis saber qué son estas estrellas?

Oíd, ¡os digo que vuestro amor os resolverá esta pregunta!

El día en que el amor en vuestro corazón se haya vuelto puro

os daré una Luz que es la lumbrera de mi Gracia,

y en trazos llameantes cada uno podrá leer

en grandes letras el nombre de Dios.

6.7. Oh, pequeño corazón encerrado en el pecho ceñido,

si conocieras la Fuente de la cual surgiste,

nunca preguntarías por aquellas masas muertas,

sino que dejarías que flotasen allí arriba sin preocuparte por ellas.

Porque todas estas cosas carecen de importancia ante un corazón

al que al mismo Creador tan lleno de Amor le gustaría arrimarse.

6.8. Lo que los seres humanos frecuentemente tomáis por algo grande,

oh, ¡qué pequeño resulta ante mi Amor!

¡Y qué fútiles son las cosas en los grandes espacios!,

fútiles como los hombres en cuyos corazones no brota el amor.

Por esto, no consideréis nada por grande, sino únicamente la Fidelidad de mi Amor

y lo más parecido a ella: lo que es el verdadero arrepentimiento del pecador...

6.9. Únicamente Yo soy grande por las Obras de mi Amor,

y soy un Espíritu libre bien unido con Él.

Pero los trayectos de mis Soles inimaginables para vosotros

que como todo lo demás sólo os demuestran vuestra debilidad,

¡qué fútiles resultan ante la plenitud infinita de mi Divinidad!,

ante la cual figuran menos que una escama perdida de un ácaro.

6.10. Si os alzarais al centro de todos los mundos

para allí sondear las vibraciones de todas las esferas

y ponderar la intensidad de la luz más clara de todos los Soles

para comprender las grandes Obras de mi Omnipotencia,

¿acaso os estuvierais acercando a mi gran Amor?

¡Os digo que no haríais sino enredaros desesperadamente en más dudas!

6.11. Aunque pudierais controlar el trayecto de los astros,

y como espíritus sublimes saltar de una estrella a la otra...

y aunque de vuestra boca pudierais exhalar Soles lucientes

que como el mío en el horizonte se hunde en las aguas de los mares,

aun así vuestra fuerza comparada con la Mía

no sería más que arena hecha polvo.

6.12. Mirad la extensión del cielo tan azul,

mirad el horizonte por encima de las olas del mar,

y os digo que no hay límites

donde en el día brilla el Sol y en la noche lucen las estrellas...

Y la abundancia del mar no es nada en comparación

con una sola componente de los más pequeños dominios de aquellas estrellas.

6.13. Pequeñas multitudes de hombres, ¡miradme a Mí, al Grande!

¡Olvidaos del afán de saber que ya os haré llegar!

¡Buscad mi Amor en todas partes!

Adónde dirijáis la vista

encontraréis la señal de mi nombre,

¡pero no os dejéis capturar sino por mi Amor!

6.14. Incluso las hierbas os dan testimonio de Mí,

si os abstenéis de toda clase de pecados como los de Hanoc.

Y si os amáis fielmente como verdaderos hermanos

y actuáis en bien de todos,

os llegará una gran Gracia desde lo Alto

que os enseñará cómo debéis alabar al Padre.

6.15. Ahora echaos a tierra

y sacudid las malas tendencias que son alimento para la serpiente...

En vuestros corazones dadme las gracias, a Mí, que soy vuestro Salvador,

y nunca os arrepintáis del tiempo que me dedicasteis a Mí,

sino siempre permitid que el Poder de mi Amor actúe en el corazón...

¡Y llegará el día en que la Luz de mi Gracia os renovará la vida!».

7. Ve: Cuando Meduhed anotó este Cantar de los Cantares tan significativo (un Cantar de mi Gracia que es una pequeña chispa de mi Amor infinito y de mi Misericordia que de él surge) entonces volvió a leérselo al pueblo.

Y todo el pueblo prorrumpió en un júbilo rebosante que sólo podía reducirse mediante una lluvia repentina... por supuesto, una lluvia del Amor procedente de Mí –– porque su alegría fue más que justificada... fue justificada porque se alegraban por haber conocido mi nombre y más aún mi Amor... pero más que todo se alegraron porque el santo Dios, en su sumo Amor, les había hablado como Padre (a ellos que eran hijos de la miseria) instruyéndolos tan misericordiosamente por medio de Meduhed.

8. De modo que la lluvia repentina hizo que se separaran y se retiraran a sus tiendas fabricadas de ramas, hierbas y barro. Y allí, en grupos muy reducidos, continuaron alabándome calurosamente hasta en medianoche –– y aún habrían continuado, si Yo no les hubiera mandado un sueño bien merecido.

(Nota bene: Yo como vuestro Padre, ya os he dado instrucciones mucho más sublimes que estas, pero después de un comandante de los romanos y de aquella mujer de Canán del Evangelio, con excepción de algunos apóstoles y algunos testigos presenciales, nunca he observado una alegría parecida –– y menos aún por parte de vosotros...

Tampoco os lo exijo, pero aun así os digo que empecéis a amarme cada vez más –– y esta es la única condición que os pongo... Y por eso también os digo que no tengáis el corazón dolorido; porque lo que actualmente aún no hay, en un futuro lo habrá... en cuanto me conozcáis más de cerca y por ello ensanchéis vuestros corazones, para que Yo con la plenitud de mi Gracia pueda tomar morada en ellos... una Gracia a la que debéis anhelar y ni mucho menos temer como es el caso de algunos pocos de entre vosotros... ¡Amén!)


Capítulo 33. La salida de los meduheditas

1. Al final de los cincuenta días que les habían quedado, Meduhed se dirigió a la muchedumbre: «Amigos y hermanos con vuestras mujeres e hijos, y con todos vuestros criados y criadas que conforme a la Voluntad de lo Alto ahora también son hermanos y hermanas vuestros, ¡venid todos aquí alrededor de esta roca, en el orden acostumbrado, para que os pueda comunicar la Voluntad del gran Dios que me fue comunicada nuevamente!

2. Porque así lo quiere el Señor: que recojáis todas las herramientas y las repartáis entre todas las balsas a partes iguales, poniéndolas sobre la paja que hasta ahora os ha servido de lechos. Una vez que lo hayáis hecho y después de haber fijado los copiosos ramos verdes en las esquinas mediante los clavos que todavía os sobran, entonces traed frutos suficientes para treinta días, depositadlos cuidadosamente debajo de las ramas, pero encima de las hojas de higuera.

Los camellos y los burros los dejaremos atrás, como señal para los Lamequitas de que hemos pasado por aquí... y también como señal de que todo lo animal se lo dejamos a ellos, pero salvando lo humano y con ello también lo divino...

Cubrid las herramientas con pieles, y alrededor de ellas poned pequeñas ramas hasta la altura de un pie, y las cubrís con vuestras mantas de paja. Y cuando hayáis cumplido con todo esto, volved aquí para que os comunique más prescripciones desde lo Alto.

Y después vamos a alabar a Dios por su Gracia y Misericordia ilimitadas.

3. Ahora cumplid con todo esto que os ha sido mandado desde lo Alto, sin perder el tiempo».

4. Todos se inclinaron ante Meduhed, agradecieron en sus corazones a Dios por esta enseñanza y pusieron manos a la obra, de modo que siete días después todo estaba arreglado.

5. Y de nuevo acudieron a la roca como Meduhed les había indicado.

6. Acto seguido Meduhed pronunció otro discurso: «Hombres, amigos, hermanos, mujeres y hermanas, ¡oíd! El Señor, nuestro gran Dios todopoderoso, ha dispuesto lo siguiente:

7. Que a cada balsa suban cuarenta hombres y ochenta mujeres... que los niños se tumben o sienten en las pieles que cubren las herramientas, y las mujeres se sienten en las ramas que están cubiertas con las mantas... Los hombres os apostáis alrededor de las mujeres orientados en dirección del viaje y del viento que os lleva... Comed sólo una vez por día, en el mediodía. Vuestras necesidades las haréis en la parte posterior de la balsa, directamente al agua, pero siempre apoyados en otra persona para que nadie se caiga al agua.

Que los hombres durante todo el viaje no duerman, ni se sienten, y menos aún se tumben; porque durante todo el tiempo que conforme la santa Voluntad del Señor pasaremos sobre las aguas, Él mantendrá vuestros miembros fuertes y vuestra vista despierta... Que las mujeres y los niños no se sirvan directamente de los frutos sino que con humildad se los pidan a los hombres o padres... para que nos volvamos un pueblo conforme a la Voluntad y el Orden eterno de Dios todopoderoso –– digno del agrado de Él y, finalmente, también de su Amor y Gracia infinitos... ¡Porque no deberíamos tocar ni un solo pelo de nuestra cabeza sin su santa Voluntad!

8. Una vez que en el nombre del Señor estemos todos en las balsas, que el mayor de cada una esté preparado para que, en el momento en que en el cielo fulgure un rayo, con un cuchillo agudo corte la soga que amarra la balsa. En seguida se levantará un viento muy fuerte que nos llevará, precisamente cuando las bandas de asesinos de Tatahar lleguen a la orilla... Pero entonces ya estaremos a una distancia de la orilla de mil veces la estatura de un hombre.

9. Aún veréis como lanzan piedras al agua, pero ninguna nos alcanzará ya; porque la diestra de Dios nos alejará rápidamente de sus semblantes de hiena, para llevarnos a una tierra muy lejos de aquí... una tierra que se encuentra a una distancia de al menos treinta días y treinta noches de cualquier otra tierra firme. Esta tierra se llama “Ihypon”, lo que significa “un jardín seguro”; y conforme a la Voluntad de lo Alto y mientras la Tierra exista, quedará a nuestra disposición.

La reconoceremos ya desde lejos porque veremos una montaña21 muy alta que arde en llamas del Amor de Dios. No habrá más que un solo acceso que aún pasará entre otras dos montañas más hacia el interior del país. En el contorno de las costas siempre habrá una mar muy agitada. El interior de nuestro país futuro aún está rodeado de montañas altas en las que no existen tigres, hienas, leones, osos, lobos ni serpientes –– montañas que parecen más bien murallas muy altas que no pueden ser escaladas tan fácilmente.

10. Pero en el interior de este país hay grandes llanuras que rebosan de frutos muy sabrosos, y también hay muchos animales mansos, bonitos y muy útiles que nos darán una leche muy sana. Veréis que el suelo no será de arena ni de piedra, sino que incluso lo podréis comer como un buen pan y os gustará como miel y leche... Por eso el Señor os dice que en toda la Tierra no hay países parecidos a éste, además, nunca hace demasiado calor ni demasiado frío, porque allí hace más bien una primavera eterna.

11. Los hombres que allí vivan conforme a la Voluntad de Dios, nunca palparán la muerte, sino que entrarán en un sueño dulce; y después vendrán seres invisibles que los vivificarán y los ascenderán al Reino de Dios –– y no quedará atrás ni un solo grano de polvo que se haya pegado a los pies de tales hombres revivificados...

12. Pero aquel que empiece a ignorar la Voluntad de Dios manifestada en su corazón, aunque también muera, nunca resucitará corporalmente... Y vendrán gusanos de la tierra que se lo comerán del todo... y su alma y su espíritu, presos en la materia, de nuevo tendrán que servir a las montañas como materia prima, durante miles de años... vagamente conscientes de su miseria y de su nulidad total... hasta que finalmente por la Gracia de lo Alto algún animal se lo coma y de esta manera vuelva a entrar en la cadena infinita de la evolución en etapas pasando por todo el reino de la fauna... progresando de manera miserable, hasta que finalmente pueda volver a acceder a la dignidad de un ser humano.

Esto, ¡tomadlo a pecho! –– ¡Porque en tal caso tendréis que pasar muchas miles de veces por la muerte, hasta que podáis volver a adquirir la vida en el ámbito del Amor y la Gracia de Dios! –– ¡Tened en cuenta lo que el Señor os lo comunica a través de mí!

13. En adelante, nunca cohabitéis con vuestras mujeres antes de que tengáis cuarenta años, y entonces no más de lo necesario para engendrar un nuevo ser humano dentro de la Bendición de Dios.

Y que nadie tenga más de dos o tres mujeres, porque todo lo que fuera de más, Dios os lo consideraría como pecado... y vuestra vida en la Tierra se volvería más corta y más penosa, vuestro amor a Dios se debilitaría y, este plan de vida, finalmente os robaría toda sabiduría que no es sino un “extra” voluntario por parte de Dios a todos aquellos que cumplen con sus mandamientos, minuciosamente.

14. Y finalmente: Tanto allí como aquí, ¡que nadie considere nada como propiedad suya sino únicamente como propiedad de Dios! Y a aquel que dijera: “Esta brizna de hierba es mía”, enseguida Dios le castigaría de ceguera, para que en adelante jamás ya pudiera coger un fruto de la tierra sino que tendría que aprender a vivir del Amor de Dios y del amor de sus hermanos.

15. Que lo pecadores no coman sino las hierbas y las hojas amargas de los árboles, como el animal a cuyo nivel se han denigrado tras el pecado... y mientras aún no hayan desagraviado su pecado queriendo mantener la Vida, ¡que no se atrevan comer otra cosa!

Esto incumbe esencialmente a los impúdicos, y sobre todo a aquellas mujeres jóvenes que por causa del placer se dejarían cohabitar frecuentemente... porque a tales cuerpos el Señor los castigaría con una peste y habría que expulsarlos a las periferias más remotas del país donde para comer no crecen sino hierbas y hojas.

Finalmente el Señor, nuestro gran Dios todopoderoso, dice que os debéis amar mútuamente y que nadie se haga juez del otro, que el más débil se dirija al más fuerte para que le apoye; pero que el más sabio sirva a todos y sea un consejero para los hermanos.

16. Ahora que estáis al tanto de la Voluntad de Dios, dadle las gracias y decid junto conmigo: “Señor, Dios todopoderoso, te damos gracias con todo el fervor de nuestros corazones todavía muy débiles, y te rogamos que nos fortifiques para que algún día seamos más dignos de tu Santidad infinita que ahora en nuestra debilidad, y para que de esta manera por lo menos en una mínima parte podamos parecer a tus hijos –– lo cual nos prometiste en tu gran Gracia. Y ahora, gran Dios, que se cumpla tu Voluntad y montemos en las balsas, para que nos guíes conforme a tu parecer. ¡Amén!”».

17. Nada más terminar esta corta oración, juntos con Meduhed y muy animados, todos montaron en las balsas.

18. Y tal como Meduhed lo había profetizado, así ocurrió: Como si fueran traídos por una tormenta, llegaron puntualmente las bandas de Lamek que parecían más bien manadas de hienas y de tigres empujadas por la serpiente, y persiguieron a los pobres meduheditas. Pero igual de rápido Yo empujé las balsas con mi pequeño pueblo, y estas se alejaron rápidamente de las orillas en dirección a su nueva patria.

19. Pero a los Lamequitas consentí que les persiguiera la marea cada vez más alta que los arrastró hasta las montañas donde las bestias salvajes se los comieron por miles, pues, en total fueron siete mil hombres y también siete mil mujeres. Y de estos se salvaron solamente siete hombres y siete mujeres, todos muy jóvenes. Estos se llevaron con ellos los treinticinco camellos y treinticinco burros que los Meduheditas habían dejado atrás. Nada más volver, los entregaron a Lamek y le contaron todo lo que habían visto.

Le informaron que desde el cielo totalmente sereno había caído un rayo poderoso exactamente entre ellos y los perseguidos a los que arrastró con gran rapidez más allá del fin del mundo donde ya no había sino aguas. Pero que al mismo tiempo las aguas empezaron a subir y los empujó hacia las montañas donde los esperaban incontables manadas de toda clase de bestias de las más salvajes... y que ellos mismos sólo se pudieron salvar por haberse mezclado entre los camellos y los burros.

Le dijeron que tuviera en cuenta todos estos acontecimientos, porque les parecía que más allá de las estrellas debía de vivir un gran Rey al que los hombres nunca debieran provocar sino más bien adorar y venerarle por su Poder inconmensurable, porque era evidente que incluso el mar, los vientos, los rayos y las bestias voraces le obedecían... Pues, a ellos mismos les había parecido oír una voz de trueno que mandó a los animales y que también habló con los elementos como una tormenta que cayó desde las alturas de las estrellas...

20. Al oír estas palabras, Lamek se enfureció sobremanera y decidió vengarse de Mí –– señal de que la serpiente ya había tomado posesión total de su corazón. Por eso dijo a los siete jóvenes: «Oíd, vosotros que sois inocentes, ¡yo exijo satisfacción de este rey de las estrellas y, además, que me indemnice mil veces el daño que me ha hecho!

Como sólo vosotros sabéis dónde vive él, id allí y mandadle en mi nombre todo lo que exijo. Y si acaso se opone, decidle que le maldigo; y a pesar del poder que tenga, tal como sus animales despedazaron a mi pueblo, tal su pueblo en esta Tierra le destrozará a Él y yo me reiré de ello. Porque aun con todo su poder ficticio él no es sino un cordero indefenso ante mí –– ante el rey de los leones. En todos los bosques y las montañas prended fuego para asar a todas sus bestias, y luego él podrá sentarse en la mesa bien preparada para comer sus propias bestias. Si no le gusta que sus bestias sean víctimas de las llamas, todavía le queda la alternativa de apagar el fuego con las mareas altas, ¡con lo que las bestias se ahogarán y con ellas el poder de él!

21. Oh, ¡cómo conozco a este rey de las estrellas! ¡Todo lo que hace, lo hace por miedo hacia mí, porque es consciente de mi grandeza, de mi poder y de mi fuerza que son una contrariedad para él y que serán su perdición en caso de que no cumpla con mis exigencias más que justificadas!

22. Ahora id y cumplid con lo que os ordené; y llevaos suficientes hombres con antorchas para prender fuego a las montañas –– caso que dicho rey se oponga».

23. Con estas palabras despidió a los jóvenes. Pero estos, entre ellos, deliberaron lo que debían de hacer: «Si él es tan poderoso como pretende, ¿por qué no va él mismo? Porque soltar disparates y amenazas, ciegos de ira, resulta más fácil que cumplir con ellos y luchar. Todo lo que él dijo, también cualquiera de nosotros habría podido pronunciarlo, inútilmente. Porque el alcance corto de sus manos y de las nuestras es evidente; pero jamás alguien ha visto ni tan sólo un dedo del Rey de por encima de las estrellas, para que de este modo se pueda ponderar el Poder y la Fuerza de Él. Ante Tatahar y su banda, Lamek no es sino un mosquito. ¿Pero dónde se han quedado ese Tatahar con su ralea?

Nosotros siete somos los únicos que le quedan, con lo que todo el poder de Lamek se concentra en nosotros. Sin embargo, nosotros hemos visto el Poder inconcebible del gran Rey invisible, y hemos oído su voz que hizo temblar toda la región.

24. De modo que vamos a actuar conforme a nuestro propio criterio, y en vez de amenazarle vamos a alabar y honrar su gran Poder y Fuerza. Tal vez así nos acoja como acogió a Meduhed, ¡y que entonces Lamek con su rabia mida sus fuerzas mordiendo las piedras!

25. Nosotros, por nuestra parte, serviremos al gran Rey que nos podrá mantener encima de las aguas como lo hizo con las multitudes de Meduhed».

26. Y mira, en seguida cumplieron con su sabia decisión que era mucho más del agrado Mío; buscaron a sus mujeres y a sus camellos y burros y, bien cargados con frutos, volvieron a las orillas de las grandes aguas.

27. Allí descansaron un poco, hasta que el portavoz de antes volvió a tomar la palabra: «Bueno, ya hemos llegado pero no tenemos idea alguna de cómo continuar. Por esto roguemos al gran Rey para que nos acepte al servicio de Él, y para que nos indique el lugar de nuestro nuevo destino... pues, se supone que fue una sugerencia suya la que hizo que nos apartásemos de Lamek y que voluntariamente nos dirigiéramos aquí.

28. Por esto, como todos estamos convencidos de la misma idea, con toda devoción me dirijo a Ti, oh gran Rey invisible de todo Poder y de toda Fuerza: Ante todo acepta nuestra gratitud por habernos salvado de los dientes de las hienas y de las garras de Lamek. Y al mismo tiempo te rogamos que también a nosotros, si así fuera tu Voluntad, nos lleves a un lugar seguro donde te podamos servir sin que nos molesten... Porque sabemos que eres un Señor sumamente poderoso, dado que experimentamos tu gran Poder y tu Magnificencia y sabemos de la nulidad de Lamek que quería que le apoyásemos en contra de nuestra voluntad.

29. Por esto todos te rogamos que o nos comuniques tu Voluntad o nos aniquiles, ¡porque vale más que Tú nos aniquiles a tener que servir a Lamek!».

30. Cuando los siete jóvenes con sus siete mujeres hubieron terminado su oración corta pero muy sincera, empezó a levantarse un aire muy ligero que soplaba desde las montañas. Y a la vez se acercó una enorme hiena en grandes saltos, poniendo una cara muy feroz, y se paró justamente delante del pequeño grupo, examinando a todos de arriba abajo y de izquierda a derecha, como para apreciar por dónde clavar el primer mordisco. Ante este peligro todos quisieron refugiarse en el agua, pero en voz muy alta el portavoz los armó de valor: «¡Oídme!, ¡quedémonos todos donde estamos, rodeados del Poder del Rey invencible, y creedme que aunque nos aniquilara, dentro de esta aniquilación aún nos mantendría de la mejor manera! De modo que no temáis a esta pequeña hiena ante el hecho de que hemos escapado sanos y salvos de las garras de una hiena mucho mayor... sobre todo aquí en estas llanuras donde ya no hay hiena que tenga el poder de atacar a hombre alguno.

Como el gran Rey de encima de las estrellas aquí en las montañas nos ha salvado de tantos miles de las bestias más voraces, teniendo en cuenta que fuimos en contra de Él, ¿cómo va a querer aniquilarnos ahora que estamos a favor de Él?

31. Creedme, ¡Él nos mantendrá sanos y salvos! Y ahora fijaos todos en mí, porque lleno de fe me acercaré a la hiena y meteré mi cabeza en sus fauces. Si ella me hace el menor daño, entonces huid al agua o adónde sea, pero en cuanto veáis que saco mi cabeza sana de sus fauces, ¡entonces echaos al suelo dando las gracias al gran Rey, porque debe de estar ya muy cerca de nosotros!».

32. Dicho y hecho... Lleno de confianza se dirigió a la hiena que estaba rabiando con sus fauces tan abiertas que la cabeza del joven tenia sitio más que suficiente en ella.

33. Pero igual de sana que la había metido, igual de sana volvió a sacarla de las fauces, sin la menor herida. A todo esto el grupo quedó sobremanera sorprendido, cayó al suelo y me lo agradeció de todo corazón, a pesar de que no me conocía.

34. Cuando todavía estaban dándome las gracias, de repente, para gran sorpresa de ellos, la hiena empezó a hablarles en palabras bien comprensibles:

35. «¡Oh, descendientes tardos de Caín y de Hanoc, ¡levantaos y miradme! –– ¡Ved mi aspecto furioso! No soy más que un animal feroz, destinado para vigilar fielmente las montañas y los grandes hijos de Dios que viven en ellas, y al que vosotros en vuestra gran ceguera le llamáis de Rey... Decidme si yo, como animal, jamás he infringido la Voluntad de Dios... Mi vida es muy corta y no he de esperar nada. Lo que mi sed de sangre me aporta es todo lo que el Creador me consiente. Y aquel de vosotros que jamás me haya visto infringir los límites que me están impuestos, a no ser que hubiera sido la Voluntad de Dios, ¡que él tome una piedra y me mate!

36. Veo que vaciláis... ¡Pero no por no atreveros sino porque os admiráis de mi obediencia ante la Voluntad de Dios! ¡Y ahora ved, cómo a vosotros que sois seres humanos a los que espera una Vida eterna, por ser así la Voluntad de Dios, una fiera voraz tiene que enseñaros sobre vuestro olvido de Él y de vuestro destino!

No hay ni una bestia feroz que aun en la hambruna ataque a sus semejantes para despedazar y comérselos para calmar su hambre.

Vosotros, sin embargo, los que estáis predestinados para una Vida eterna, vosotros hacéis campañas de caza de vuestros semejantes, y eso no por causa de miseria alguna sino únicamente para matarlos y satisfacer vuestro despotismo infernal... sólo por eso mancháis la tierra con su sangre, enterrando su carne en ella.

37. Oh, ¡deberíais avergonzaros, vosotros que habéis sido predestinados para ser los señores del mundo!... ¿Dónde está vuestra magnificencia? Vosotros sois catorce y yo estoy sola, y aun así, al verme, habéis sufrido una angustia mortal... de un animal que conforme la Voluntad de Dios desde el origen fue destinado para serviros...

38. Entrad en los bosques y aseguraos vosotros mismos si hay animal alguno que esclavice al otro. Y si alguno se volviera pendenciero, pronto lo echarían de su comunidad, dado que no se comportaba conforme la Voluntad de Dios que reina en nuestro interior. Nunca veréis que un animal perezoso obligue a otro a ir a cazar para él y que le traiga la presa... Y la fiera tampoco va a despedazar la presa antes de que esta se haya enfriado, porque así lo enseña la Voluntad de Dios en nuestro interior... Y os aseguro que no hay animal que tan sólo levante la cabeza sin que así sea la Voluntad de Dios.

39. Entre nosotros no conocemos ni ponemos límites de propiedad, a no ser en lo que se refiere a nuestra naturaleza y nuestro cuerpo físico. Sin embargo vosotros, los seres humanos que os habéis olvidado del todo de Dios, vosotros dividís las tierras y un soberano os dice: “Esto te lo doy contra pago de un tributo, y aquello lo doy a un favorecido porque el trabajo de sus fuertes siervos me resulta muy útil. Del resto del pueblo podéis serviros como animales de carga, y no tendréis que darles más de lo que necesiten para ir tirando”.

Y en caso de que se opongan a hacer todo para que el soberano tenga una vida regalada, primero les tocarán malos tratos y segundo la muerte... Y si algún esclavo se imaginara ser hermano del rey y que por ello también tuviera derechos parecidos, ¿acaso no le asesinarían inmediatamente? Decidme, ¿dónde en toda la Tierra hay algo más cruel de lo que sois vosotros, los hombres? Una serpiente, yo, un león, un tigre, un lobo feroz o un oso furioso, ¿acaso no somos ángeles santos en comparación con vosotros, los seres humanos?

Oh si nos fuera dada la facultad de amar, ¡cómo amaríamos a Dios! Pero incluso faltos de amor ya le amamos por nuestra obediencia infinitamente más que vosotros que no sólo os olvidasteis de su Amor a base del cual os ha creado, sino que os olvidasteis incluso de Él mismo –– El que os ha creado...

40. Preguntadles a las piedras, las hierbas, el aire y el agua... preguntad a todo lo que se os presente –– ¡menos a un hombre!, y todo os dará testimonio del gran Dios y os demostrará los milagros infinitos de su gran Amor. Únicamente vosotros los hombres, predestinados para una Vida eternamente bienaventurada y absolutamente libre, podíais olvidaros de vuestro Creador y Bienhechor eterno...

No me extraña que aún no tengáis nombres. ¿Qué nombres se os podría dar? Los diablos conocen a Dios y le rehuyen; los satanás también conocen a Dios y le odian porque es el Dios y Señor de su existencia... ¿Pero quienes sois vosotros que desde el origen sois diablos y satanás, a los que el infinito Amor de Dios volvió en hombres totalmente libres, y que como tales se olvidaron totalmente de Él?... Y dentro de vuestra debilidad de mosquito vosotros mismos os tomáis por dioses, sólo porque os entendéis dándoos mútuamente con palos y construyendo con montones de piedras huecos que llamáis “ciudades”...

Ved, tal como sois, no sois nada; porque una brizna de hierba es más que vosotros. Y una garra de hiena es más sagrada que una ralea de hombres que como vosotros salieron de Hanoc y de los cuales hasta ahora formasteis parte.

41. He aquí la Voluntad de Dios: Antes de que os sea asignado otro destino, vais a pasar durante setenta días por la escuela de las hienas, para que antes de todo aprendáis humanidad y amor al prójimo, y para que luego también lleguéis a conocer a Dios. Y una vez que de nosotros, las bestias voraces, hayáis reconocido vuestra igualdad, y mediante nuestra obediencia ciega y muda ante Dios también le hayáis reconocido a Él, sólo entonces el Señor de todas las criaturas hará que os indiquemos un nuevo destino pacífico.

42. Ahora seguidme conforme a la Voluntad de Dios, sin tener miedo –– a no ser el temor justo de Dios. Al obediente nada le pasará. Pero tampoco el desobediente merece el mordisco de la hiena, sino que tendrá que esperar aquí hasta que le toque la misma suerte de Lamek, el rey de los satanás».

43. De modo que todos ellos, los catorce, siguieron a la hiena feroz para entrar con ella en una gruta oscura, donde por mi indulgencia aprendieron de la naturaleza de las bestias... pues, aprendieron del derecho de igualdad entre los hombres, del amor al prójimo y de la obediencia... y en este plan también me reconocieron a Mí y empezaron a tener fe en Mí. De esta manera a todos les quedaba clara la gran diferencia entre la verdadera humanidad y los animales; pero al mismo tiempo les quedó claro lo terriblemente que antes se habían encontrado debajo del nivel de los animales... Y todo esto por mi Gracia que hizo que ellos pudieran ver y experimentar mi Voluntad en los animales salvajes, en toda su Plenitud.

44. (Nota bene: Más que entonces, hoy en día os haría falta una enseñanza como esta. Porque si en aquellos tiempos los hombres fueron malvados, era por las tinieblas en las que vivían; pero ahora son malvados aun estando en la Luz... De modo que incluso el rey de las tinieblas tiene que reconocer que se ha quedado como un poco chapucero ante la maldad y astucia de los hijos del mundo de hoy día –– pues, le está pasando lo mismo que a muchos padres débiles cuyos hijos ya los superan en astucias de toda clase).


Capítulo 34. La llegada de los meduheditas en el Japón

1. Dejemos a este pequeño grupo en la escuela de las criaturas donde durante cierto tiempo se alimentaron de moras, hierbas y raíces.

Nosotros, mientras tanto, nos dirigiremos a Japón para esperar allí la llegada de los meduheditas y para quedarnos algún tiempo con ellos.

2. Llevados por un viento favorable, después de un viaje de treinta días y treinta noches y tras ciertos rodeos por aguas calmas, los meduheditas llegaron sanos y salvos a la gran isla; precisamente donde desembocaba un río caudaloso en el mar. Y todavía empujados por un viento favorable llegaron con sus balsas al interior del país.

3. Llegados allí, Meduhed se puso de rodillas y, absorto con la belleza del paisaje, durante una hora me dio las gracias desde lo más profundo de su corazón; y los ojos de todos los suyos le fueron siguiendo.

4. Nada más terminar su oración que fue de mi agrado, y tras haber aprendido mi Voluntad acerca del pueblo salvado, se levantó y esperó hasta que todas las balsas fueran llegando, juntándose una a otra en una línea a lo largo de la ribera vadeable.

5. Acto seguido, conforme Yo le había indicado, pasó por todas las balsas para advertir a la muchedumbre que de ninguna manera bajasen a tierra antes de haber agradecido al Señor durante tres horas esta Gracia inconmensurable... y sólo en cuanto el Señor hubiera bendecido estas tierras, de una manera manifiesta para todos, entonces primero él solo iba a pisar la tierra... Que luego primero bajasen a todos los niños y que al final los hombres bajasen con sus mujeres. Y una vez que todos estuvieran en tierra firme, que de nuevo se echasen al suelo ante Dios, para adorar a su Santidad y alabar su Bondad ilimitada y su Amor infinito.

6. Cuando todos hubieron rezado durante tres horas con los corazones llenos de alegría, Meduhed les indicó que alzasen su vista. Y vieron como una nube muy clara estaba cubriendo toda la región... y durante una hora cayó una gran cantidad de gotas de agua muy gordas. Después esta nube de Bendición se abrió y apareció un arco iris en colores muy vivos, y se levantó un ligero viento procedente desde la mañana que a través de la boca de Meduhed les comunicó que el país ya estaba bendecido.

En seguida bajaron de las balsas en el orden previsto y cumplieron con lo que Meduhed lleno de amor les había indicado.

7. Y luego pronunció otro discurso, por esta vez muy extenso: «Hermanos y hermanas, ¡tomad siempre a pecho lo que ahora os voy a comunicar mediante la gran Gracia de Dios!:

Que el principio de nuestros pensamientos y de nuestras actividades sea siempre que nuestros corazones nunca pierdan de vista la santa Voluntad de Dios y que siempre cumplamos con ella minuciosamente, agradeciéndola y alabándole. Porque todo lo que viene de Él siempre es de suma importancia, aunque a nuestros ojos mundanos parezca insignificante... pues, es de Dios, que ahora es nuestro Señor... y si somos obedientes, aún podremos volvernos iguales a sus grandes hijos, aquellos que llegasteis a conocer sobre aquel saliente de la pared de montaña cerca de Hanoc –– tal como nos ha sido prometido.

8. El Señor, nuestro gran Dios, también quiere ser nuestro Padre santo; y es su Voluntad que nos amemos mútuamente, de manera que cada uno ame a su prójimo como hermano o hermana siete veces más que a sí mismo... que cada uno sea severo consigo mismo pero benigno, suave y lleno de amor con sus hermanos y hermanas. Que nunca piense nadie que es más que su hermano más débil, porque ante Dios no cuenta sino un corazón puro y humilde. Aquel a quien el Señor regala su Gracia, como en mi caso, ¡que él se considere el más ínfimo, que siempre esté dispuesto a servir a todos, y que siempre predique con el buen ejemplo!

Únicamente los niños, por su debilidad y por la causa de su educación, deben a sus padres una obediencia estricta. Pero en cuanto se hayan vuelto conscientes de la Voluntad de Dios, entonces deben canjear la obediencia a los padres por el amor infantil y el sumo respeto a ellos –– porque en adelante toda su obediencia le corresponde a Dios únicamente.

También es Voluntad de Dios que al más sabio de vosotros siempre le prestéis atención, para que mediante él os enteréis de las disposiciones de Dios para el bien de todos como también para él el individuo. Pero ni se os ocurra rendirle más homenaje o a amarle más que a cualquier hermano menos sabio pero también devoto.

9. De modo que vuestro estimo para tal sabio se manifieste únicamente en vuestro amor a Dios y al prójimo, y a la obediencia voluntaria a las disposiciones de Dios comunicadas por el corazón humilde de un hermano sabio.

10. Que nunca salga ni una mentira de vuestros labios, porque la mentira es la base de toda maldad. Absteneos de cualquier alegría del mal ajeno, sobre todo cuando se trata de la penitencia de un pecador, sino que vuestro amor ayude al hermano caído para que mejore.

11. Las tierras son propiedad de todos juntos, sin excepciones. Que todo lo que el suelo produce esté a la disposición de aquel que necesite algo para saciarse; y que el fuerte voluntariamente recoja frutos para los débiles.

12. Sed amables con los animales para que estos os admitan y no os nieguen su leche.

13. Que cada uno sea sumiso a su hermano y siempre esté preparado para ayudarle. Que nunca nadie mande a su hermano, sino trataos siempre con amor... para que un buen día os volváis hijos de un Padre en el ámbito del Amor.

14. Aunque el Señor siempre da más de lo que el hombre necesita para mantener su vida, por eso no os volváis intemperantes en cualquier disfrute, sino a causa de vuestra salud sed frugales en todo que comáis o bebáis; pues, el Señor dice: “Benditas sean las medidas y finalidades justas; pero en toda clase de exceso como también en caminos sin propósito fijo, ¡en estos sólo andan la sensualidad y la lascivia para que en ellos encuentren la noche de la perdición y la muerte eterna!”.

Recoged la abundancia de la Bendición y por todas partes preparad almacenes pero no de la manera como en Hanoc con piedras, sino de madera. Para este fin clavad cuatro troncos en el suelo, de la manera que formen un rectángulo, que desde el suelo tienen una altura de dos veces la estatura de un hombre. Y encima poned cuatro travesaños de la manera que ya conocéis, y cubrid todo con un tejado a simple vertiente, hecho de caña y de hierba. Entre los cuatro pilares erigid paredes, también preparadas de caña trenzada, y en cada pared dejad una abertura de cuatro veces el tamaño de una cabeza. Y en la pared que esté dirigida hacia la mañana dejad una puerta, pero sin rejas, para que en el caso de necesidad cada uno pueda entrar y servirse. En el interior tal almacén, en la mitad, claváis unos cuantos troncos algo más finos en el suelo, de modo que sobre el suelo tengan una altura de media estatura de un hombre. En estos fijáis unos travesaños robustos para esteras de caña, para almacenar allí arriba la abundancia de la Bendición para vuestros hermanos y vosotros mismos. La otra mitad de estas casas la llenáis con hierbas secas hasta a la altura de la rodilla, para que allí podáis dormir durante la noche.

15. Vuestras herramientas las podéis guardar debajo de las esteras encima de las cuales guardáis vuestras provisiones. Repito que nadie considere tal casa como propiedad suya, sino que cada uno trabaje para todos y todos para cada uno, para que entre vosotros jamás nadie pase miseria, ni tampoco ninguno de los de vuestra descendencia.

16. Cerca de las montañas que no sean volcánicas podéis cavar grutas de una profundidad de la altura de un hombre, y allí encontraréis aquella especie de tierra comestible que ya conocéis; pero no os sirváis diariamente de este alimento, sino sobre todo cuando vuestras deposiciones se hayan vuelto demasiado blandas.

17. En adelante también podréis subir a las montañas, mientras no escupen fuego, donde vais a encontrar piedras lisas muy duras. Llevad piedras de estas para colocarlas delante de vuestros hogares, para que sobre ellas podáis hacer harina de los granos de ciertas hierbas. Mezclando esta harina con agua, en una clase de recipientes como los encontraréis en abundancia en las orillas del río, conseguiréis una masa para hacer un pan muy saludable.

Luego también hay placas de piedra menos dura que encontraréis en las montañas no volcánicas. Servíos de estas para anotar todo esto, para que también nuestros descendientes posteriores aprendan la Voluntad de Dios que ahora os está siendo comunicada.

18. Oídme, porque así habla el Señor: “Mientras vosotros y vuestros descendientes en estas tierras permanezcáis en este orden, nunca un pueblo ajeno se os podrá acercar y molestaros en vuestra paz; y Yo mismo os enseñaré a descubrir y preparar miles de las cosas más bonitas y útiles. Pero si alguna vez abandonaseis mi Orden y os olvidaseis de Mí, entonces despertaré otro pueblo y lo traeré aquí. Y este pueblo os subyugará, convirtiéndoos en esclavos.

Habrá un emperador que acabará con vuestro santuario, os maltratará y a muchos los matará; y os enganchará ante los arados como si fuerais unos burros.

Este se apropiará de todo, os hará pasar hambre y no os permitirá beber el zumo de las frutas, sino hará que os lleven al río para beber el agua como el ganado. Y como antes en Hanoc, le tendréis que erigir ciudades y tendréis que trabajar para su bienestar, para que junto con sus siervos se vuelva muy fuerte y estos os puedan azotar tanto más fuertemente.

19. Vuestro trabajo ya no será recompensado mediante frutos o pan, sino que os darán ciertos vales conforme al trabajo con el que cumplisteis, y luego os canjearán estos vales por alguna mísera comida.

Y si esto aún no es suficiente para que volváis al Orden Mío, entonces el emperador aún os exigirá una quinta parte de los vales tan duramente ganados, a título de impuestos en el trabajo y sin recompensa alguna, pero a condición de conseguir otro trabajo.

20. En todo el país no habrá ni un solo terreno del que el emperador no se apropie para entregarlo como feudo a sus favoritos, y vosotros seréis sus esclavos. Vuestra vida o muerte dependerá de su arbitrariedad, y para comer no os darán sino hierbas y malas raíces cocidas, porque los buenos frutos los guardarán para ellos. Y aquel que osara llevarse un fruto, en seguida será castigado con la muerte.

21. El emperador y sus favoritos se servirán de vuestras mujeres e hijas más bonitas para satisfacer su lascivia. Vosotros tendréis que tirar a vuestros hijos en el río para alimentarlos de él, para que estos luego os puedan maltratar tanto más.

Pero Yo mantendré mis oídos tapados hasta el fin de los tiempos, para que no tenga que oír vuestras lamentaciones; pues, lo pasaréis mil veces peor que en Hanoc.

22. Todo esto tomadlo muy a pecho y escribidlo en las piedras blandas”.

23. He aquí, queridos hermanos, la Voluntad de Dios. Por esto haced lo que os es aconsejado, porque así, mil veces más fácil para vosotros, podréis permanecer como un pueblo independiente, sin la menor pérdida de cualquier de vuestros derechos. Volveos llenos de amor y rehuid el egoísmo –– y continuaréis siendo lo que sois: un pueblo de Dios...

Finalmente aún es la Voluntad de Dios que unáis las balsas una con otra, de manera que haya un puente hacia el otro lado del río, para que podamos cruzarlo y aprovechar también aquellas tierras, conforme a nuestras necesidades.

24. Ahora echaos al suelo para agradecer al Señor la gran Gracia de esta enseñanza y la comunicación de su Voluntad para el bien de todos nosotros, y decid junto conmigo: “Oh gran Dios todopoderoso, sumamente santo y bueno, aquí en el polvo de nuestra nulidad te damos las gracias. Permite que la voz débil de nuestra gratitud desde la profundidad de nuestra maldad llegue a tus santos oídos y mira con indulgencia nuestros corazones tímidos. Oh Señor, no conocemos las dimensiones del vacío de nuestro ánimo... Por ello te rogamos que nos llenes con el calor de tu Amor, y nunca quites tu Gracia de nosotros que somos unos hijos pobres del pecado...

25. Y si faltáramos contra tu santa Voluntad, ¡no permitas que seamos castigados por hombres, sino castíganos Tú mismo conforme a tu Justicia y tu gran Clemencia!... ¡Y reforma nuestros corazones conforme a tu gran Misericordia, para que algún día seamos más dignos de parecernos en una mínima parte a tus hijos! Por esto, sigue siendo nuestro gran Dios y nuestro santo Señor, y vuélvete algún día nuestro querido Padre sumamente santo.

Oh Señor, ¡atiende nuestros ruegos! –– ¡Amén!”.

26. Ahora id y actuad conforme os ha sido aconsejado. ¡Y convenceos vosotros mismos de todo, para que veáis la sinceridad y la fidelidad del Señor! Si habéis cumplido con todo y nunca os habéis olvidado del Señor

... antes y después de cualquier trabajo,

... antes y después de cada comida,

... antes y después de dormir,

... antes y después de la salida del sol,

... antes y después de la puesta del sol,

... y sobre todo cuando cohabitáis, antes y después del acto, debéis pedir la Bendición del Señor –– y siempre engendraréis hijos de la Vida y de la Luz... De lo contrario sólo serán hijos de la muerte y de las tinieblas.

27. Yo mismo, durante toda mi vida, permaneceré en la cercanía del río donde por primera vez pisamos esta tierra firme. Allí al otro lado del río, la gruta ancha de este bonito monte, será el hogar en el que viviré con mis hijos. Cualquiera que tenga un deseo, allí me encontrará. Por su gran Amor para con vosotros, el Señor me dio esta gruta con el monte de propiedad, para que allí siempre me podáis localizar fácilmente.

28. Pero todo este bonito país es vuestro. Conforme a la Voluntad de Dios me volveré muy viejo, con lo que aún seré testimonio de todas vuestras acciones buenas o malas. De todos los que aquí estáis vivos, yo seré el último que os seguirá a todos para aparecer ante el semblante del Señor.

29. Vosotros, mis diez acompañantes que mientras tanto también os habéis vuelto sabios, llevaos el pueblo para distribuirlo en todo el país. Enseñad a todos lo que les hace falta, y cada vez que haya luna llena venís a mí para organizarnos y por causa de la enseñanza. Amén».

30. Nada más terminar Meduhed su discurso, todo el pueblo se inclinó ante él y, sin que él lo hubiera recomendado, se postró en el suelo para darme las gracias por esta enseñanza tan sana. Después de levantarse, el pueblo empezó a alimentarse respetuosamente, y pasó los tres días siguientes rezando y descansando.

El día siguiente, sirviéndose de las herramientas, el pueblo preparó el puente; y después, con la bendición de Meduhed, todos comenzaron su camino en todas direcciones hacia su nuevo destino, alabándome por todas partes.

Consta que muchos de ellos se volvieron sabios parecido a Meduhed. Y de esta manera este pueblo feliz continuó aproximadamente mil novecientos años, casi hasta la época de Abraham, y no fue perjudicado por el diluvio de Noé.

31. Aun así, poco a poco, se olvidaron de Mí –– Yo que había hecho de ellos el pueblo más culto y más rico de toda la Tierra; pues, se volvieron artistas en escultura en madera, lo que finalmente los indujo a una idolatría perversa y, además, se abandonaron a toda clase de lascivia.

32. Aún los observé de reojo durante seiscientos años, pero como ninguno de ellos mostró la menor intención de arrepentirse o mejorarse y regresar, conforme mi advertencia por la boca de Meduhed desperté a un pueblo de la Mongolia para fungir de azote, y un ángel invisible lo llevó a Ihypon (Japón). Este mismo ángel hizo que en el mar, entre Sina (China) y Ihypon, se levantara una cadena de islas que se comunicaban (y aún actualmente quedan algunos restos como testimonio) de modo que los conquistadores llegaron sin mojarse los pies. En la misma ocasión hice que alrededor de Ihypon por la actividad volcánica se levantara una gran cantidad de islas de diversos tamaños, como refugio oportuno para algunos pocos sabios que luego vivieron allí en grutas y que en toda paz me consagraron su vida hasta que los reclamé de este mundo.

33. En aquellas grutas aún hoy en día se encuentran tales placas como testimonio de mi Amor aunque, por supuesto, nadie ya las podrá leer –– menos aún que los jeroglíficos egipcios a los que únicamente un espiritualmente renacido podrá leer perfectamente, a no ser también algún sabio a pesar del letargo de su alma por haberse despertado durante algunos momentos su espíritu infantil...

34. Lo mismo pasa con la gruta de Meduhed en la que aún hoy en día se encuentra el Cantar de los Cantares que os es conocido, como también algunas herramientas de aquellos tiempos... Sólo que esta gruta está inaccesible, porque ahora se encuentra en una montaña muy alta, lo que Yo más tarde hice que ocurriera por la acción volcánica y los terremotos.

35. De modo que este país aún hoy en día tiene una constitución imperial medio mongola medio ihyponea. Que el incrédulo viaje allí para convencerse de ello, aunque poco le servirá mientras aún no esté espiritualmente renacido. Pero aquel que haya alcanzado el renacimiento espiritual, con su vista clara transfigurada no verá solamente toda la superficie de la Tierra, sino también su interior hasta en toda su profundidad...

36. (Nota bene: Todo lo que os doy de esta manera, para mis hijos es verídico y fiel, porque no lo doy al mundo sino a mis hijos débiles; por eso, que no midan mi Amor, mi Sabiduría, mis palabras y mi Gracia con una medida mundana... Os digo que Yo no quiero brillar ante el mundo; lo único que quiero es que me améis... Porque Yo tengo Soles más que suficientes para brillar ante el mundo... Si vosotros criticáis mis escritos a base de vuestra erudición mundana, ¿qué creéis que algún día haré con vuestras absurdidades mundanas?

Por eso aprended de Mí, y una vez que hayáis aprendido de Mí, ya os resultará evidente cuáles son las reglas más sublimes, las Mías o las del mundo... Porque para el mundo lo que cuenta es la misma palabra, mientras que en lo Mío lo que cuenta es el sentido de la palabra... Por esta razón el que no los acumula conmigo las dispersa increíblemente).

37. Antes de que continúe llevándoos por mi Gobierno doméstico, aún os quiero decir algo referente a la presentación de estas comunicaciones –– sobre todo para aquellos que en casi cada línea encuentran un error gramatical u ortográfico inadmisible según los conceptos mundanos... pero como su corazón es de buena índole, que los corrijan conforme les parezca correcto; pues, el escribiente débil de mi Palabra actual está todavía apegado a algunas costumbres ortográficas anticuadas.

Pero aquel que osara quitar o añadir alguna palabra, a él le miraré disgustado. Por esto, si queréis llegar a la Verdad, no busquéis la palabra que satisface vuestro intelecto, sino buscad el sentido intrínseco de la palabra... Porque la Verdad está en el Espíritu, pero nunca el Espíritu puede estar en la Verdad, dado que el Espíritu es libre y prevalece ante cualquier regla, continuamente permitiendo que de él se obtenga la Verdad.

Si este ya es el concepto que tenéis de vuestros genios, ¿por qué, entonces, examináis mi Espíritu con ojos tan críticos, como si un párvulo os hubiera presentado una redacción mal hecha que requiere una corrección?

Por esto, si alguien cree que con mi ropa no sirvo para presentarme al mundo, pues, ¡que me guarde en casa! Sin embargo, siempre será más meritorio para cada uno si añade a mis escritos una regla ortográfica mundana que añadirle una critica mundana. ¡Amén!


Capítulo 35. Una exhortación a la penitencia por parte de los animales

1. Pero volvamos a la escuela de la hiena para hacer una visita a los catorce estudiantes y para fijarnos de la mejora de ánimo que este pequeño pueblo ha hecho en esta academia tan extraordinaria y en este poco de tiempo.

2. Que nadie tenga los oídos tamponados ni los ojos cerrados para aceptar aún alguna palabra recia por boca de la hiena ya conocida, luego también por boca de un tigre, un león, un lobo y un oso. Porque los hombres están llenos de mentira, y ni uno solo puede decir al otro algo verdadero; pues, la experiencia ya os ha demostrado frecuentemente lo equivocados que están los científicos... porque muchas veces una definición errónea ha sido reemplazada por otra peor que la refutada.

Por eso no deja de ser por vuestro propio bien si oís algunas palabras recias desde la esfera no hipócrita de la naturaleza y os las anotáis como nota bene en vuestros corazones... palabras que dan testimonio de que vuestro Padre santo es sumamente verídico, justo y fiel.

3. Cuando el tiempo previsto para su curso hubo terminado con éxito, de nuevo la hiena se presentó con cara de rabia ante el grupo profundamente asustado –– porque el miedo hace que el ánimo se vuelva más atento; y con la lengua suelta empezó a hablar:

4. «¡Salvados de la muerte! –– Así es como lo quiere el gran Dios todopoderoso y Señor de todas sus criaturas incontables... El tiempo pasó rápidamente...

Entonces, cuando yo como hiena conforme a la Voluntad de Dios os busqué y guié, la luna llena os iluminaba los caminos escarpados hacia la gruta que yo y mi cría habitábamos y que, sumisos, os cedimos para que estuvieseis a gusto en su agradable frescor.

Ved, ahora de nuevo hay luna llena. Después de haberse perdido su luz del todo volvió como niño, luego como adolescente y ahora de nuevo como un hombre lleno de fuerza y majestad.

5. Lo que la Luna en sus fases regulares os enseña continuamente, esto lo debéis imitar fielmente una sola vez durante vuestra vida: vuestra luz mundana debe menguar igual que la luz lunar, para que tras vuestra renuncia total a la antigua luz mundana (que es vuestro intelecto soberbio) os volváis aptos para recibir una nueva Luz desde los Cielos que se manifestará en un amor puro sin interés personal y, en consecuencia, en la Gracia de Dios.

6. Ved, de la misma manera como yo ahora hablo con vosotros, con el consentimiento de lo Alto también cualquier otra cosa podría obtener la capacidad de comunicarse con vosotros. Pero si vuestros corazones continúan porfiados y despóticos, ¡entonces vale más que os echéis al suelo ante nosotros, recordando estas palabras y conscientes de lo terriblemente hondo que estáis debajo de nosotros, y de lo alto que los hijos de Dios se encuentran encima de todos nosotros!

7. ¿Dónde habéis visto que un animal haya esclavizado a otro? ¿Dónde habéis visto que un animal haya robado algo de otro? ¿Acaso habéis visto alguna vez que nosotros hubiéramos asesinado a nuestro semejante o mintiéramos o nos engañaríamos mútuamente? ¿O acaso habéis visto alguna vez que nos apareásemos sólo para satisfacción de nuestra voluptuosidad?

8. Decidnos, ¿cuándo habéis visto alguna vez una acción nuestra que no haya correspondido perfectamente con nuestra naturaleza?

9. ¿Acaso no hubiera sido más acertado que los animales hubieran podido aprender de vosotros cómo aprovechar sus fuerzas?

Pero como es evidente, ¡nosotros las bestias feroces os tenemos que enseñar la mansedumbre y la cara seria de la vida! Vosotros que sois los señores del mundo deberíais avergonzaros de que un mosquito que revolotea alrededor de mis oídos tenga más sabiduría que vosotros junto con Hanoc y sus diez ciudades...

Aunque la vida de los mosquitos se limite a pocos días y se note poco efecto de su actividad, pero en su vida tan corta han hecho infinitamente más que vosotros desde los tiempos de Caín con todas ciudades que habéis construido y los hermanos que habéis martirizado... Porque el mosquito cumple con la Voluntad de Dios que le es inherente y es feliz así, y le es agradecido por el corto tiempo de su existencia.

Pero vosotros que estáis predestinados a vivir eternamente, podíais olvidaros de vuestros valores intrínsecos y más aún: os olvidasteis del valor del Amor sumamente santo de Dios en vuestro espíritu...

10. Nosotros, los seres “muertos” somos agradecidos por nuestra corta vida muda, mientras que vosotros, los “vivos” sois capaces de complaceros en lamer las inmundicias de la muerte con lengua ávida...

11. Oh, gran Dios sumamente santo, ¿por qué, mejor, no creaste únicamente hienas, tigres, leones, lobos y osos que siempre cumplen con tu santa Voluntad? ¡Porque más habría valido no crear ni un solo hombre que no sólo se olvidó de tu santa Voluntad sino que incluso se olvidó de Ti mismo!

12. Oh, vosotros hombres que con vuestra piel tan lisa sois tan bellos, ¡mirad mi miserable aspecto hirsuto tan intimatorio! ¿Acaso no parezco como envuelta en la noche de la maldición de Dios, mientras que vosotros parecéis estar envueltos en la suprema Bendición del Amor eterno?

13. ¿Pero cómo puede ser posible que al Creador desde el interior de la envoltura de la muerte le llegue gratitud, mientras que desde el interior de vuestra piel de la Bendición le lleguen burla, menosprecio y finalmente incluso el olvido total?

14. De ahí viene que, por vuestra desobediencia, os convertisteis en la escoria del infierno, mientras que mi genero bajo toda esclavitud del Poder divino ya desde hace miles de milenios antes de vosotros repoblando los campos de esta Tierra, a pesar de su ferocidad innata nunca fue tan ingrato como para infringir el orden que le ha sido impuesto de Dios.

15. Oh, ¡tened en cuenta estas palabras de una bestia feroz y alzaos a la dignidad de sólo merecer el término de “criaturas”, y a ver si algún día os volváis dignos de ser llamado “hombres”... Y entonces sed conscientes de a qué altura encima de vosotros se encuentran los hijos de Dios... para que por lo menos pudierais volveros parecidos a ellos...

Mi discurso ha terminado. ¡Pero vosotros quedaos todavía y escuchad a otra especie!».

16. Y ved, cuando la hiena hubo terminado su discurso insistente, con un salto inquietante se plantó un tigre delante del grupo intimidado, examinando a todos exhaustivamente. Finalmente se detuvo delante del portavoz y, agitando su cola y abriendo sus fauces mortíferas, empezó a hablar:

17. «¡Sihín!, porque este será tu nombre... Un nombre que te dice que eres un hijo del cielo mundano... un cielo que es de los animales cuya alma procede del fuego del Sol y que se ha vuelto comunicativo con vuestras almas que proceden de Dios... lo que para mí y todas las demás bestias sanguinarias de los bosques es una vergüenza porque vuestras almas se han olvidado del todo del gran Donador, mientras que las nuestras nunca se apartaron ni un palmo de su Orden.

Y esto a pesar de que estamos dotados de los mismos cinco sentidos que vosotros. Pues, tenemos una memoria y sentimos ansias; distinguimos entre tierra y agua, fuego y aire, húmedo y seco; distinguimos entre día y noche, alto y bajo, escarpado y llano, y entre caliente y frío. Luego tenemos una vista tan aguda que ante ella ningún espíritu pervertido se podría ocultar, con lo que se estremece ante ella porque ve delante de sí un juez poderoso, valiente e inexorable que ha venido para acabar con su envoltura exterior... para despedazar este montón de basura y tragarse su sangre impura para que esta no profane las montañas sagradas.

18. Vosotros mismos presenciasteis lo que le sucedió al ejército de Tatahar, no lejos de aquí. ¿Acaso os imagináis que los burros y los camellos os han protegido ante nuestra ira justa? ¡Entonces estáis muy equivocados, porque fue Dios quien nos mandó que os perdonáramos la vida, y como veis ¡no hubo ni uno entre nosotros que no hubiera respetado la Voluntad del Creador todopoderoso!

19. Y vosotros, los hombres, que no solamente disponéis de los cinco sentidos más nobles sino que, además, también tenéis un alma inmortal y dentro de la misma un espíritu divino, ¿vosotros podíais olvidaros de Dios e ignorar del todo su santo nombre y su Voluntad?

20. Oh, ¡qué genero más miserable, qué seres humanos más infames y escorias putrefactas de esta gran Tierra! –– Oh, genero malvado, ¡dime lo que eres o lo que quieres ser el día en que Dios, tu Creador lleno de Amor al que tú debes todo, para ti ya no exista! Tu Creador que, además, por su gran Amor aun te regaló la plena libertad para que algún día pudiera atraerte más y más a su Corazón paternal tan lleno de Amor –– a ti que no eres sino una escoria del infierno... ¡Y en compensación el Padre santo tiene que tolerar que le desprecies y olvides del todo!

Oh, gran Dios, ¡apoye mi fuerza de voluntad que al ver estos monstruos me quiere abandonar, para que pueda cumplir con tu santa Voluntad!

21. Ved las hierbas que en su mudez alaban a Dios, mientras que vosotros dentro de vuestra libertad vital no sabéis nada de Él. Y ved las montañas, las rocas, las aguas; vednos a nosotros y todo que se presenta ante vuestros ojos, oídos y demás sentidos, ¡todo honra y alaba a Dios! Y todos los Cielos están penetrados de su gran Gracia, su Gloria y su Honra infinita.

¿De qué, pues, estáis llenos vosotros para que vuestros corazones hayan podido olvidarse completamente de Él?

22. Bueno... mi discurso llegó a su fin. Además, tampoco aguanto ya vuestra presencia y tener que contener mi ira justa. Por esto, conforme a la Voluntad del Altísimo, ahora os abandono. Sólo os digo aún: Si a pesar de vuestras manos todavía manchadas de la sangre de vuestros hermanos el eterno Amor os lleva de nuestras garras mansas al aire libre para hacer de vosotros un pueblo de la Tierra, entonces acordaos de lo que aquí un tigre cruel que, comparado con vosotros es más bien como un cordero, os ha dicho y mostrado conforme a la Voluntad de Dios.

23. Si vuestro corazón se ha vuelto insensible ante la voz tan poderosa de Dios, ¡entonces aprended de la naturaleza!».

24. Después del tigre le tocaba al león. Este se había ocultado detrás del follaje y también se presentó con un gran salto, y se paró directamente ante Sihín que ya había cobrado algo más de valor.

De modo que el león empezó a hablar: «Oídme, los que estáis sordos, y vedme, los que sois ciegos –– los que dentro de vuestra debilidad de mosquitos queréis ser los reyes poderosos de la Tierra...

¿Qué os parece cuál podría ser la primera obligación de un ser totalmente libre que se puede servir arbitrariamente de las fuerzas que le son concedidas por Dios –– un ser que por el gran Amor del Creador todopoderoso no está refrenado por nada ni en el proceso de pensar?

25. Me estáis mirando con la boca abierta... ¿Acaso no sería la primera obligación anhelar la santa Voluntad de Aquel que a vosotros tanto como a mí nos ha dado la vida, a vosotros una inmortal pero a mí una mortal, y cumplir con ella voluntariamente para recuperar de esta manera la Gracia perdida por vuestra desobediencia inaudita?

26. ¿Acaso lo hicisteis alguna vez o lo hacéis ahora? Pues no, porque nunca reconocisteis a Dios... y ante algo que no se conoce uno está exento de toda obligación... ¡Menudo consuelo para vosotros!

No me puedo imaginar cómo es posible el olvidarse de Aquel al que cada día y cada noche os debiera recordar de nuevo, al ver la majestad de la salida del Sol, de la Luna y de las estrellas.

27. Ved, yo soy un habitante fuerte y feroz de esta región inhospitalaria que está llena de piedras y zarzales, y conforme a mi naturaleza tengo que buscarme cruelmente mi alimento miserable y aceptar con gratitud lo que los juicios de Dios me facilitan con escasez. Y después frecuentemente tengo que sufrir un hambre feroz durante muchos días.

Por eso os digo: Si en mi gran miseria cuando la sed me abrasa alguien viniera con algunas gotas de agua para calmarme la sed, después le seguiría como un ángel de la guarda, lleno de gratitud... y, lleno de amor a mi bienhechor, compartiría con él mi último mordisco de comida.

28. Pero vosotros los hombres no sólo pegáis, maltratáis y matáis a vuestros hermanos que trabajan para vosotros, sino incluso sois ingratos con Dios, maldecís su Bendición y su Gracia, y convertís su gran Amor en inmundicias venenosas de la serpiente.

29. Oh Lamek, oh Lamek... Tú querías prender fuego a los bosques para aniquilarnos –– ¡a nosotros que no hicimos sino cumplir con la Voluntad del gran Dios! Tú que te olvidaste de Dios y que asesinaste a tus hermanos, y que ahora quieres vengarte en nosotros que somos inocentes –– ¿qué vamos a hacer de ti?

30. Pero ved, ¡nosotros no buscamos venganza, a pesar de que los planes de Lamek nos estén manifiestos!... ¡Sólo vosotros, los hombres ingratos, queréis vengaros en los inocentes! Por eso aprended de mí ser agradecidos y obedientes a Dios, y sólo después salid y volveos aquello a lo que el gran Amor de Dios os ha predestinado».

31. Cuando el león hubo terminado su discurso, el lobo se acercó sigilosamente para hablar al grupo ya bastante bien formado:

32. «Ved, aquí estoy delante de vosotros –– un lobo feroz temido pero convocado por el Amor misericordioso del Dios santo y todopoderoso, para que os comunique su santa Voluntad que vosotros, como fratricidas, olvidasteis vilmente por vuestro egoísmo y despotismo, despreciando todo lo que tan sólo pudiera recordaros la existencia del gran Dios y su Santidad intangible.

33. Por esto y para vuestra mayor vergüenza y humillación, el eterno Amor nos despertó precisamente a nosotros, a las bestias más despreciadas y temidas, para que os predicásemos la obediencia en toda humildad y para que mediante nuestro comportamiento y las palabras de nuestras lenguas sueltas os comunicásemos con insistencia la Voluntad de Dios acerca de vosotros que estáis predestinados a volveros inmortales.

34. Y esta santa Voluntad que está eternamente penetrada de toda Fuerza y de todo Poder, de la Vida eterna y de la libertad más bienaventurada, es la siguiente: “Ante Dios todos sois absolutamente iguales, es decir, hermanos y hermanas; por lo tanto, ¡que jamás nadie se imagine cualquier distintivo que él pudiera tener ante los demás, y ahí no cuentan ni la fuerza, la belleza, la juventud ni la sabiduría!

Porque considerando todos estos preceptos, debéis acudir atentamente en ayuda de los menos dotados, entregados con todo amor a la Voluntad divina, para que así tengáis la oportunidad de practicar la virtud divina del eterno Amor que os ha sido implantado por el Creador tan sumamente bueno.

Únicamente por su sumo Amor la Santidad todopoderosa de Dios consintió en crearos de ella misma –– a vosotros, los malos hombres ingratos, que se han olvidado de la Honra y del Amor de Dios... y, además, por vuestra causa aún creó un sinnúmero de seres de especies incontables, para que estos os sirvieran en lo que fuera”.

35. Pero vosotros que sufrís de una triple ceguera y sordera no percibisteis nada de todo aquello que desde siempre habría debido resultar en vuestro bien, sino que vuestra vil sensualidad y vuestro apego a la carne os oscureció en todo, con lo que os habéis entregado en las garras de la muerte merecida.

36. Por eso tened en cuenta lo que podríais ser –– y lo que ahora sois: pues, ¡no sois sino unas larvas de la serpiente, una escoria del infierno!

37. Por esto os digo: ¡Ordenad vuestros sentidos y vuestras avideces!... ¡Purificaos con el amor, volveos iguales en la humildad y en la obediencia, y cuidad de una disciplina bien ordenada de vuestros hijos!... ¡Desistid de la lascivia y engendrad a vuestros hijos con la Bendición de Dios, sed para ellos unos padres y madres verdaderos en el ámbito del Amor y de la Gracia de Dios!... ¡Enseñadles primero a obedecer a vuestro amor sabio, y luego a encontrar en él el gran Amor, la santa Voluntad y la inconmensurable Gracia de Dios!... Sólo entonces os volveréis conscientes de que no nosotros, los malos animales, hemos dirigido estas palabras sagradas a vuestros oídos, sino que fue el Amor de Dios el que se sirvió de nuestras leguas sueltas para este fin.

38. Y si algún día os volvéis tal como ahora os ha enseñado el Amor del eterno Creador, entonces veréis que no sólo los animales podrán hablar con vosotros (como aquí lo estáis presenciando) sino todo lo creado obtendrá la capacidad de comunicarse con vosotros, y la muerte se alejará de vuestros corazones... y con ojos y oídos muy sensibles, con toda claridad, os enteraréis de las profundidades de los milagros divinos.

Y ahora tened en cuenta lo que un lobo os ha predicado, cierto y de manera milagrosa... y con el corazón contrito sed conscientes de que para el eterno Amor y la Santidad de Dios todas las cosas son posibles –– y, por la Gracia de Dios, aún se os manifestarán más cosas sorprendentes en vuestro interior».


Capítulo 36. Recuerdo de la desobediencia de Adán y la Gracia de Dios

1. Cuando el lobo hubo terminado su discurso lleno de sabiduría surgida de Mí, dando algunos saltos salió al aire libre, y de repente se presentó un oso enorme delante de los catorce contritos. Conforme a mi Voluntad, también él abrió sus fauces para dirigirles unas palabras serias y dignas:

2. «¿Qué es Dios, qué sois vosotros y qué soy yo?

Después de que Dios el Eterno, Santo y Todopoderoso por su Palabra sustancial todopoderosa había creado de sí mismo todo el infinito universo visible con todos sus Soles, Tierras y Lunas, con sus mares, montañas, valles y llanuras... después de que los había repoblado con vegetales de toda clase como hierbas, zarzas y árboles –– todo conforme a su sabio Orden, uno después del otro... y después de que un poco más tarde, en el mismo orden los había repoblado con animales de toda especie –– también uno después del otro... cuando vio confirmado que todo esto era completamente perfecto y conforme a su Santidad, entonces el Amor divino habló en sí mismo a Dios en el centro de su Santidad todopoderosa:

3. “Todo está bien preparado; de modo que ya podemos hacer al hombre... Sirviéndonos de la arcilla más fina de la Tierra, le haremos a mi fiel imagen conforme a mi Amor y mi Gracia, para que podamos ser reconocidos y alabados por una vida independiente fuera de nosotros, y para que algún día todos los seres creados puedan ser redimidos a través de él, volviendo a llegar a una consciencia libre de su existencia útil surgida de Mí”.

4. Y ved, dicho y hecho: Después de pocos instantes hubo un hombre libre y eterno en plena majestad, dotado de toda clase de perfecciones y privilegios, y de facultades extraordinarias para alcanzar perfecciones aún infinitamente mayores en lo que se refiere la semejanza con su origen tan sumamente santo... para que pudiera volverse semejante a su gran Dios.

5. Este hombre tenía el poder de hablar con toda la Creación, y no hubo ni un solo Sol colocado demasiado lejos de él para que este no hubiera podido entender sus preguntas... ni tampoco el espíritu angélico más sublime se habría atrevido a desatender una pregunta del gran demandante.

6. Y Dios mismo, visible a su querido, habló con él como un hermano con el otro: “Mira, mi querido Adán, no para ponerte a prueba, sino para hacerte totalmente libre y por lo tanto igual de poderoso que Yo, durante poco tiempo te daré un mandamiento muy fácil de cumplir, hasta que pronto vuelva a ti. Si has cumplido con él, entonces me quedaré contigo y, a mi lado, tendrás todo de Mí como si todo fuera de los dos.

7. Mira, todo tiene que ceder a tu poder; pero no muy lejos de aquí ves un árbol lleno de frutos preciosos –– pero éste aún no te lo he bendecido por una razón muy precisa. ¡Por esto no pruebes su dulce jugo, porque el día en que lo pruebes antes de mi vuelta pecarás y caerás en la perdición!... Te volverás débil, ciego, sordo y mortal... Oh, mi querido Adán, estas palabras de tu Creador cariñoso, ¡tómalos muy a pecho y no me estropees la mayor Obra de mi Amor y mi Sabiduría hasta aquí ya prosperada!

8. Porque ahora ya no depende de Mí y mi Omnipotencia, sino exclusivamente de ti –– tras la libertad de tu voluntad que te he consentido.

9. ¡De modo que ahora es cosa tuya si prosperas o si caes en la perdición! Por eso, ¡cumple con este mandamiento tan fácil y vuélvete un segundo Dios surgido de Mí y dentro de Mí!”.

10. Pero ved, apenas habían pasado siete días cuando este primer hombre por Dios colocado tan sumamente alto y libre, por el aspecto seductor de su segundo yo se volvió débil, sordo y ciego, y aun así –– indignado pero consciente de que era en perjuicio de él mismo, se volvió desobediente ante el mandamiento de su santo Creador tan sumamente bueno, olvidándose de Él.

11. Acto seguido, ante los ojos del sacrílego arrepentido, el Eterno y Santo destruyó toda la Creación visible; y ni una piedra mayor que una manzana se libró de su destrucción, ni tampoco animal alguno aunque hace milenios antes del hombre ingrato hubiera ya habitado con gratitud las campiñas todavía áridas de la Tierra. De modo que todo fue destruido por el fuego de la ira divina.

12. Dios ya no consideraba nada como sagrado... aunque fuera culpable o no; porque a su gran ira todo esto le daba igual. Y en los espacios infinitos a toda criatura su voz horriblemente poderosa tronaba su exterminio eterno. Los mundos temblaron derrumbándose en sus fundamentos y, ante el semblante irritado de Dios, los fragmentos volaron de una infinidad a otra.

13. Aun así estaba ocurriendo algo que ni un ángel comprenderá en toda la eternidad: Mientras que Él, el Santo, en su ira a causa de la profanación por el pecado del gran sacrílego con su diestra estaba destruyendo todo, ¡su mano izquierda igual de santa protegió al pecador que lloraba a lágrima viva!

Y solamente una pequeña lágrima del pecador cayó en el ojo de la Divinidad que estaba echando chispas de ira –– y ved, toda ira desapareció...

Desde los espacios infinitos ya sonreía una nueva Creación al hombre desobediente, y en la Tierra y todos los mundos de nuevo hubo incontables criaturas felices al servicio de él.

14. Tras la remisión de su pecado continuó como antes, todavía durante treinta años, dotado de todo poder y toda fuerza. Pero luego volvió a caer porque en su orgullo y el delirio de su lascivia se olvidó de su Creador tan lleno de Amor.

El Creador le desterró del paraíso, más bien llevándole en brazos, y en otra parte el desierto tuvo que brotar cuando el gran pecador tan sólo lo pisaba con los pies.

15. Al fratricida Caín le “castigó” con unas tierras sumamente fértiles porque había llorado su crimen. Además, le liberó de las garras de su hijo Hanoc y le regaló parte del mar con sus tierras... Como también a Meduhed y su gran pueblo... Y recientemente su infinito Amor vuelve a manifestarse en vosotros... ¡Y su corazón no está cerrado ni siquiera ante Lamek, el mayor de los sacrílegos!

16. Oh, seres humanos indignos, sed conscientes del gran Amor que Dios siempre os guardaba –– y todavía os guarda a pesar de vuestros pecados indecibles.

17. ¡Oíd su voz por mi boca que os anuncia su Gracia y mirad allí en dirección de mediodía donde veis una gran tierra ya bien preparada para vosotros, y sed conscientes de que su Corazón lleno de Amor os protegió invisiblemente ante nuestra ira justa!

18. Y escuchadme: En el mismo momento en que habré terminado mi discurso y vosotros os echéis al suelo ante su Amor, Él os mandará un ángel visible que os acompañará cariñosamente a esas hermosas tierras ya nombradas.

19. Oh hombres, ¡tened en cuenta lo que es Dios, lo que sois vosotros y lo que podríais y deberíais ser en el ámbito de su Amor infinito...

Pero vosotros que sois los agraciados de Dios, considerad también qué y quiénes somos nosotros, los pobres animales despreciados; e igual que Él abraza con su Amor a todas las criaturas de manera desinteresada, ¡hacedlo vosotros también, porque también nosotros los seres mudos nos alegramos de la vida!

Por esto, en el ámbito de vuestro amor que surge de Dios, haced que al gran día venidero también a nosotros nos brille una nueva Luz de la Vida libre de Dios, en la que toda criatura va a vivir eternamente.

20. Y ahora echaos al suelo ante Dios, vuestro Padre santo y, arrepentidos, llorad lágrimas del verdadero amor... y luego permitid que la suave mano del Creador todopoderoso, que ahora también es vuestro Padre cariñoso, os levante y con su diestra os lleve a esas tierras nombradas; para que allí os volváis un pueblo conforme las explicaciones que Él aún os dará por su propia santa boca mediante un gran ángel fraterno».

21. Nada más terminar su discurso, el oso se fue a toda prisa; y en el mismo lugar apareció un ángel cuya vestimenta emitía una luz muy clara: Abel el devoto... Éste, en realidad, ya había hablado invisiblemente por el alma de estos animales (lo que en realidad siempre es el caso cuando objetos de la naturaleza empiezan a hablar por la boca de un médium, porque algún ángel desde los objetos habla al alma del médium y éste luego lo escribe con palabras correspondientes o, lo que resulta más fácil, lo emite en frases bien formadas –– donde solamente el médium mismo puede apreciar por qué lo uno resulta más difícil y lo otro más fácil, por cuyo motivo también los apóstoles hablaron más de lo que escribieron –– como todos los demás antiguos videntes y profetas).

22. De modo que cuando el ángel se encontraba delante de las catorce personas, llevado por Mí, empezó a dirigirles unas palabras muy suaves:

23. «Oídme, hijos de Caín que en aquellos tiempos fue malvado pero que ––aunque sea intangible a todos los mortales–– todavía vive y aún vivirá corporalmente hasta el fin de todos los tiempos que exista el mundo, es decir, hasta cuando próximamente llegue el fin de toda maldad:

Cuando el Todopoderoso a los descendientes posteriores de la época del gran tiempo de los tiempos mediante un pequeño vidente22 comunicará grandes cosas, también nombrando explícitamente a vuestro patriarca malvado, entonces considerad lo que aquí os comunicaré conforme la Voluntad de Dios sumamente santo, el eterno Creador todopoderoso y Padre sumamente cariñoso de todos los ángeles, de los patriarcas y todos los hombres...

Oísteis las palabras maravillosas por la boca de los animales más feroces que Dios hizo mansos y aptos para que os pudieran hablar... a vosotros que fuisteis más malvados que estos animales a causa de la maldad de la serpiente Hanoc y sobre todo de Lamek que se volvió un gran autor de la crueldad que ahora provoca repugnancia a toda la Creación, y encima del cual ya pesan juicios de Dios del peso de la Tierra, con lo que el recipiente de la justicia por encima de las estrellas casi ya está colmado de maldades.

24. Como vosotros sois los más jóvenes que, en contra de vuestra voluntad, os tuvisteis que integrar en el ejercito de serpientes de Tatahar, el Amor inconmensurable de Dios se compadeció de vosotros e hizo que reconocierais la gran atrocidad de los hechos de Lamek, el profano, en su afán inmoderado de imperar.

A continuación, después haberos salvado de las garras mortíferas de las bestias que aplicaron un juicio justo a Tatahar, el Amor de Dios os trajo aquí de una manera milagrosa –– un camino para el cual un hombre bajo condiciones normales habría necesitado más de ciento veinte días, y me mandó a mí ––que desde hace mucho tiempo ya estoy penetrado de la Vida–– para que os despierte del sueño de la muerte y os señale una vida en humildad y en continua obediencia voluntaria ante la Voluntad de Dios tan sumamente santa, y para llevaros a una tierra que el eterno Amor de Dios ya os ha preparado.

Y cuando en el amor a Él os hayáis reconocido en toda humildad, entonces, mediante la Gracia concedida, reconoceréis el sagrado valor intrínseco de la vida que os ha sido dada y, en consecuencia, también reconoceréis el valor sumamente santo y incomparablemente mayor del eterno Amor del santo Creador todopoderoso de todas las cosas y Padre cariñoso de todos los ángeles y hombres –– no solamente de esta Tierra sino también de incontables otros mundos de los cuales hasta ahora no teníais ni la menor vislumbre; porque estos conocimientos son un privilegio de los hijos y ángeles de Dios.

25. Pero vendrá el día en que mundos enteros se inclinarán ante esta Tierra, porque su Luz será más potente que aquella de todos los Cielos... porque vendrá el día en que desde ella la Santidad de Dios lucirá a todos los pueblos que tengan una buena índole. Y si os mantenéis en la humildad y la obediencia voluntaria ante la santa Voluntad del eterno Padre, entonces esta Luz también llegará a vosotros y os vivificará del todo; pero si jamás os impusierais el uno sobre el otro, entonces esta Luz tan sumamente clara y santa que emana de la profundidad más íntima de Dios no os llegará con más intensidad que la luz del Sol más lejano de la Creación en la noche más oscura de la Tierra.

26. Ved, en su vil ofuscación pronto los descendientes de Lamek penetrarán con su orgullo el firmamento precisamente allí donde se encuentra el gran recipiente tan frágil que ahora ya está casi repleto de atrocidades de toda clase, con lo que este gran recipiente caerá a la Tierra, lleno de pecados y los más horribles juicios de Dios...

Entonces, en las altas aguas de lodo de lascivia y de infamias, todos los malhechores se ahogarán y sofocarán, todavía arrastrando con ellos un enorme número de hijos de Dios cuyos corazones aún se dejarán capturar por las hijas de la serpiente que con ellos practicarán una vil fornicación, engendrando hijos de la ira de la maldición de Dios... hijos que serán cría del dragón o del infierno... Y no habrá más que ocho personas que quedarán salvas.

27. Pero antes de que ocurra esto, durante trescientos años el Señor aún despertará doctrinadores y profetas que los advertirán de los juicios de Dios y que les predicarán la penitencia y la necesidad de un cambio total de su vida ficticia de la noche infernal y mortal... Les señalarán el camino para la verdadera Vida en el ámbito del infinito Amor misericordioso y de la Gracia de Dios... y de manera milagrosa les mostrarán en detalle el proceso de los grandes juicios venideros de Dios.

28. Entonces sucederá que la vil ralea cogerá a los doctrinadores y profetas y matará a una parte de ellos. A los demás los enredará con sus brazos de serpiente y los arrastrará al abismo de su lodazal del vicio donde los pervertirá y matará en lo que se refiere a su espíritu, con la condición de que aún se volverán asesinos de sus propios hijos.

29. Entonces, a petición propia, Dios aún permitirá al último doctrinador Mahal (hermano del único hijo justo que se llamará Noé “el hijo justo”) que viaje por las ciudades del horror para predicar allí mismo; con lo que este verá mucha maldad, pero él mismo se volverá malo, finalmente abandonará a Dios y perecerá en el lodazal del vicio.

30. Sólo entonces el recipiente nombrado se colmará del pecado y del juicio y, cargado de toda maldición, caerá reventado a la Tierra a la que encenderá en todos los focos malvados... y sólo por la causa de los pocos justos, el Amor misericordioso de Dios abrirá las esclusas poderosas del cielo para que las altas aguas que pasarán incluso por encima de las montañas más altas, se precipiten sobre los fuegos infernales para su apaciguamiento y para la conservación y purificación de los hijos como también para la Tierra misma para que esta pueda incubar un genero humano mejor, conforme la Voluntad de Dios.

31. Pero si vosotros cumplís con devoción la Voluntad de Dios que ahora os seré manifiesta, a vosotros no os alcanzarán ni el fuego ni las altas aguas; he aquí la Voluntad de Dios:

32. Que vuestro pensamiento principal sea Dios, su Voluntad, su Amor y su Gracia; y cuando el día se inclina hacia la noche con sus estrellas centelleantes, y el último hermoso rayo del Sol de Dios se pierde en las campiñas amplias de la Tierra, entonces podréis entregaros al descanso bendito de vuestro cuerpo, bien absortos en estos pensamientos lúcidos de vuestro espíritu inmortal.

33. No os preocupéis por el alimento para vuestro cuerpo, porque donde el Señor ha bendecido alguna tierra, allí sus habitantes nunca sufrirán de hambre –– siempre que tengan la tendencia de considerar en sus corazones la santa Voluntad del gran Padre eterno... porque los hombres están creados para que reconozcan a Dios y su santa Voluntad y para que vivan conforme a ella, practicándola.

34. Y si esto lo hacéis en toda humildad y en obediencia voluntaria por puro amor no interesado hacia Dios, entonces Él siempre estará dispuesto a comunicaros su santa Voluntad –– ya sea mediante objetos de la naturaleza capacitados para hablaros o también directamente por su propia Palabra viva, hablando en voz alta en vuestros corazones.

35. Si esto lo omitís un sólo día por sentiros autosuficientes (una sensación que no es sino ficticia y, además, se trata de un estado de prueba) entonces, como advertencia, el corazón que ha podido olvidarse de Dios será oprimido por una gran tristeza, y durante siete días la voz que habla en el corazón será totalmente muda. Y como el suelo bajo los pasos del obediente producirá los frutos más nobles, bajo los pasos del desobediente se volverá un desierto y no producirá sino polvo, piedras, pinchos y moras venenosas.

36. Porque el Amor y la Sabiduría de Dios dan a cada uno lo que le corresponde. A los hijos obedientes les da pan, miel, leche y frutos dulces ––tanto en el sentido natural como en el espiritual–– y al engendro desobediente y soberbio de la serpiente sólo le da piedras, polvo, pinchos y moras venenosas ––tambien tanto en el sentido natural como en el espiritual–– para que el engendro malvado se estropee y, tal vez, el espíritu muerto se conserve y poco a poco pueda reanimarse en el ámbito del eterno Amor misericordioso del Padre tan sumamente santo.

37. Ved, todos sois iguales –– todos los hombres os parecéis y también todas las mujeres os parecéis...

Pero vosotras, las femeninas, cubríos bien todo el cuerpo y sobre todo las partes pudendas, y preferentemente también vuestra cabeza, para que por vuestra naturaleza seductora el hombre no sea seducido a la lascivia –– parecido a la serpiente que por su gran lascivia secreta con sus ojos seductores atrae los pájaros hacia sus fauces mortíferas... porque vosotras, las mujeres, ante todo sois hijas de la serpiente y llenas de su veneno.

Por eso sed castas como las abejas obreras que no se atreven salir a la luz solar sino que día y noche cuidan de los panales de la cría inofensiva. También vosotras debierais actuar así... en todo obedientes a vuestros maridos –– mientras así lo requiera la santa Voluntad del Señor. Pero si el marido en contra de la santa Voluntad de Dios os quisiera obligar a algo (lo que es inadmisible), entonces también a vosotras os será consentido el descubrir vuestra cabeza ante él y, encantadoras, recordarle su cometido ante Dios. Y si cumplís con todo esto, el Señor os colmará de Gracia y os volveréis un gran deleite para los ojos del eterno Padre santo.

38. Para vosotros, los hombres, no hay más que una sola ley: la santa Voluntad de Dios que siempre os será manifiesta. Pero ante aquel de vosotros que en su corazón la desatendiera, la santa boca de Dios como también la de la naturaleza poco a poco se le cerrará.

A este, dado que se apartó de Dios para entregarse a lo exterior, también le será impuesta una ley exterior... una ley que hará de él un esclavo del pecado y un siervo del infierno –– a no ser que corte con todo ello y, largamente rezando y suplicando, en temor y amor para con Dios le ofrezca su corazón para que Él vuelva a bendecirlo y santificarlo con su santa Voluntad. (Nota bene: esto sea también para vosotros un aviso cómo y de que manera debierais anhelar por el renacimiento espiritual).

39. Ahora levantaos y poneos estos vestidos que los hijos de Dios han preparado para vosotros –– éstos de aquí para los hombres y los otros para las mujeres, para que también vestidos os distingáis. Absteneos de todo esplendor y de toda soberbia, porque los vestidos no están pensados sino para que os cubráis, para que en las noches frías podáis protegeros del frío, y para que en el calor del amor, en la humildad y la obediencia os acerquéis a Dios.

40. Y ahora, que cada uno de vosotros tome una de estas vendas para vendar sus ojos, para que nadie tenga vértigo por los abismos encima de los cuales os guiaré; y en cuanto nos encontremos en un lugar definido, podréis volver a quitároslas para apreciar con entusiasmo la región preliminar de vuestra nueva patria, deliciosamente arreglada por el gran Amor del Padre santo tan sumamente bueno.

En vuestro destino tendréis comida bendita de la tierra, ofrecida por dos de los grandes hijos de Dios que allí ya os estarán esperando, un hombre y una mujer, para la eterna fortificación de vuestro espíritu...

¡Y ahora seguidme conforme a la santa Voluntad de Dios! –– ¡Amén!».

41. Acto seguido, durante siete días y siete noches sin descanso ni alimento, mi querido Abel los llevó rápidamente al lugar determinado –– un trayecto que normalmente habría costado treinta días... pues, eran mis invitados... Entonces Yo los alimenté espiritualmente, con lo que el Espíritu fortificó su alma y esta fortificó el cuerpo físico; de modo que con este alimento de los Cielos ya pudieron aguantar durante todo ese viaje.

42. Cuando llegaron en el lugar previsto, sanos y salvos, los dos hijos de Dios Ahujel y su mujer Aza (“hijo del Cielo” y “ansia justa”) como nietos de los hijos de Adán de antes de Set, vinieron a su encuentro y con cariño les quitaron las vendas de los ojos, dándoles una bienvenida cordial.

Los catorce no se asombraron poco cuando vieron a los dos grandes hijos de mi Amor que tenían la medida justa de un ser humano: seiscientas sesenta y seis pulgadas el hombre, y la mujer sesenta y seis menos que el hombre... mientras que los salvados apenas tenían vuestra medida de sesenta pulgadas.

43. Cuando de nuevo estaban en plena posesión de su vista y de sus oídos, el ángel les dijo: «Este es el lugar de vuestro destino. A estos dos grandes hijos de Dios consideradlos como vuestros padres dados por Dios, y hacedles caso en todo; porque así es la Voluntad de Dios –– lo que en mi primera plática aún os tenía que ocultar.

44. Ellos siempre os confirmarán lo que Dios hablará en vuestros corazones. Y si alguna vez vuestro espíritu empezara a cansarse, ellos siempre os despertarán y os enseñarán muchas cosas útiles –– en el sentido material tanto como en el espiritual.

De ninguna manera entréis en relación sexual antes de que estos vuestros padres conforme la santa Voluntad de Dios os hayan dado la bendición. Pero aun cuando estéis bendecidos, absteneos de toda lascivia y que la castidad sea siempre vuestro mayor distintivo... Que nunca la impudicia profane la sagrada procreación de vuestros hijos, ni tampoco la ira, la envidia y avaricia... sino sed moderados en todo... Que esto y sobre todo el amor para con Dios sean vuestros principios...

Si procedéis de esta manera, entonces tendréis una larga vida en esta Tierra; y vuestra despedida de ella se hará en la gran Luz de la infinita Gracia del eterno Padre santo, con lo que sólo después os esperará la verdadera recompensa en forma de Vida eterna en el amplio regazo del Padre lleno de Amor –– en el Cielo allá encima de las estrellas y, ¡Dios mío!, ¡algún día venidero en su mismo amoroso Corazón!

45. Pero de esto ya os hablarán vuestros padres más detalladamente, pues, ellos están bien iniciados por Dios y no precisan de mi enseñanza.

¡Que el Amor de Dios os bendiga y su Gracia os ilumine y santifique, y os lleve hacia la verdadera Vida! –– ¡Amén!».

46. Ved, así se dio la fundación de la China... un país que quedó dispensado del gran diluvio y que aun hoy en día en muchos sentidos está todavía mejor que otros países de la Tierra –– salvo unos empeoramientos estúpidos allí arrastrados por gente del mundo malo tras haber tenido contacto con ellos.

¡Vale más que un no renacido en el espíritu nunca se atreva predicar allí mi Evangelio! –– ¡Amén!


Capítulo 37. La historia de la China primitiva

1. Antes de volver a Hanoc, aún os voy a dar algunas aclaraciones sobre los habitantes de la China.

Sobre todo en lo que se refiere a las medidas de los grandes hijos de mi Amor, descendientes de Adán, estáis equivocados si bajo las medidas indicadas os figuráis su estatura física, porque ahí las seiscientas sesenta y seis pulgadas representan la culminación de mi Amor en el hombre, y pulgadas representan la medida de lo bueno que resulta del amor para Conmigo, donde seiscientas están dirigidas hacia Mí, sesenta al prójimo y, finalmente, seis a sí mismo.

Y la medida de la mujer es igual a la medida divina en el hombre –– con lo que el amor al prójimo y el amor propio de la mujer representan una diferencia de sesenta y seis... pues, en todo lo que está relacionado con esta diferencia la mujer tiene que obedecer incondicionalmente al hombre...

Como la mujer está formada del hombre, constituyendo precisamente su amor propio23, con los seis que corresponden al amor propio sólo se puede amar en el hombre –– suponiendo que quiera que su amor sea justo. Y como es la más cercana a él, también las sesenta del amor al prójimo se orientan ante todo al hombre... Y de ahí resulta la diferencia de las sesenta y seis...

2. A pesar de todo, como todos los hijos de Adán, también estos dos eran físicamente más grandes y fuertes que los hijos muy debilitados de Caín.

3. (Nota bene: El parecido del número del hombre con él de mi adversario24 es que su caso también es extremo aunque opuesto, para representar el ser más repugnante ante mi semblante).

4. Y ahora ved: Como Sihín fue el primero que había dirigido su ánimo hacia Mí, también fue el hijo más obediente de estos padres, incitando también a los demás a la obediencia.

Por esto, en presencia de Aza y todos los demás, un día Ahujel le dijo:

5. «Sihín, ¡te bendigo en el nombre mío y en él de tu Dios!

¡Que este país lleve tu nombre!

¡Ahora recibe a tu hermana más hermosa como esposa y engendra con ella en toda castidad bendita hijos iguales a los hijos de Dios, y llámalos “hijos del Cielo” y “hijas de la Tierra”!

Y el día en el que el Amor de Dios retire mi género grande de esta Tierra, ¡que tus descendientes sean guías sabios y cariñosos de los descendientes de tus hermanos!

6. Anhela el amor, y la sabiduría te será dada de suplemento; y tu estirpe no se extinguirá porque el Señor le dará muchas líneas, para que tu nombre viva hasta el fin de todos los tiempos.

7. Ahora te ha sido dada una sola mujer; pero en lo sucesivo los hombres podrán también tener más mujeres por la causa de la procreación –– siempre dentro de toda castidad, absteniéndose de toda lascivia y de engendramientos no bendecidos.

Si consideráis todo esto, entonces dentro de mil años vuestro pueblo será numeroso como la hierba en la Tierra o las estrellas en el firmamento.

8. Con los pocos descendientes que aún tendré, todavía os bendiciré durante quinientos años, pero después será tu turno hasta el fin de los tiempos.

Medid el tiempo observando un fruto que madura cinco veces al año.

Cada vez que hayáis reconocido una cosa, haced una introversión, y encontraréis un símbolo con el que designar esta cosa. Para simbolizar vuestras actividades, servíos de líneas diferentes, y para señalar su ejecución, servíos de puntos. De esta manera podréis anotar lo que en adelante aún aprenderéis de nosotros –– para que hasta el fin de los tiempos podáis mostrar lo más preciso de todo ello a vuestros hijos... para que algún día venidero pueda servir de testimonio sobre la mala ralea de la serpiente».

9. Pero también para este pueblo la libertad del espíritu siguió siendo ilimitada, con lo que no siguió siempre siendo el mismo...

Unos ciento veinte años después del diluvio los descendientes de Sihín formaron ya un pueblo considerable. Pero empezó a haber discordias y se formaron partidos con diferentes costumbres y también se distinguieron en sus conceptos religiosos.

Los unos afirmaron que únicamente los primogénitos tenían el derecho de tener el mando.

Otros dijeron que la condición de un primogénito no implicaba el menor distintivo; además, frecuentemente eran femeninas las que nacían primeras... Por eso, el derecho de tener el mando, siempre tenía que ser otorgado al corazón más comprensivo...

Y otros del pueblo afirmaron: «Si sólo fuera cuestión del corazón, ¿por qué no va a ser apto para el mando el corazón más comprensivo de un hermano menor?».

Otros rechazaron todo e insistieron: «¡Así como fue al principio, así habrá que continuar hasta el fin de los tiempos!».

Algunos aconsejaron que en cada situación habría que consultar a Dios, porque no se debiera razonar y actuar conforme propios criterios.

A eso se oía decir: «Si fuera así, entonces cada uno lo podría hacer, ¿para qué, entonces, uno o varios que tengan el mando?».

Otros observaron que Dios no se manifestaría a cada uno, para que los hombres no se volvieran indispensables los unos a los otros...

«Entonces», dijeron algunos, «que cada vidente enseñe lo que percibió y que Dios reine sobre todo, y ya no hará falta nadie que mande».

Y otros observaron: «¿Pero quién nos garantiza que el presunto vidente o doctrinador realmente siempre comunicará la Palabra de Dios?».

A lo que otros contestaron: «Bueno –– si uno ya no se puede fiar de los educadores, ¡entonces nuestros guías y educadores resultan ilusorios!».

Como hubo toda clase de discrepancias, se formaron cantidades de sectas, por cuyo motivo el gran imperio se desintegró en muchas distintas ramas de autoridades y enseñanzas. De esta manera escindido, continuó 3700 años después de la creación de Adán, cuando se presentó Shih––Huang––ti “sabio regente único del pueblo” de la dinastía Ts'in, y empezó a predicar poderosamente al pueblo, profetizándole que otro pueblo muy grande cerca de los confines de su país los había descubierto... Y si no se agrupasen todos para levantar una muralla alta y gruesa a lo largo de todo su imperio, entonces aquel pueblo los invadiría y mataría a todos, sin escrúpulos...

10. Él mismo afirmó que Yo le había concedido el poder de retener esta invasión hasta que la muralla estuviera terminada –– pero a lo sumo por diez años... De modo que habría que aplicar toda diligencia para terminar esa obra sagrada conforme a mi Voluntad que, según él, le había sido manifiesta. De lo contrario iba a haber una gran carnicería.

11. De modo que todas las manos disponibles se pusieron a la obra y en ocho años y medio la muralla estuvo terminada, con una longitud de ochocientas setenta mil veces la altura de un hombre, una anchura de nueve y una altura de diecinueve alturas de un hombre, provista de atalayas en una distancia de cada vez cien alturas de un hombre. En estas atalayas, por turnos, siempre estaban cien hombres de guardia –– lo que no duro verdaderamente mucho, porque este profeta falso pronto se delato ante el pueblo; pues, hizo que se recogiese toda clase de escrituras religiosas y que se quemase todo lo que en ellas no servía para los fines de su despotismo.

12. Aunque fuera sólo a base de la fuerza, de esta manera consiguió unir el gran imperio, dominándolo durante sesenta años como un verdadero usurpador. Su hijo, que llevaba el mismo nombre, era más blando y condescendiente; en cambio, el hijo de éste persiguió a los religiosos con violencia aún más sangrienta que su abuelo... De modo que tras tres generaciones de usurpación, a la ocasión de una formidable insurrección del pueblo, él tuvo que pagar el gran sacrilegio con su vida.

13. De modo que el imperio de nuevo se desintegró en muchas partes, hasta cuando finalmente en el año 3786 de la humanidad25 el bandolero Liu––Pang formó un ejército de gente de la misma índole que él y como genio guerrero subyugó todo, y se proclamó emperador e “hijo del Cielo”. Él coleccionó toda clase de leyendas y escrituras todavía disponibles, hizo cierto orden en la religión e introdujo sacerdotes que tenían que vigilar el santuario. Luego introdujo un sistema de castas que entonces, bajo pena de muerte, nadie debía violar.

14. De esta manera fundó el así llamado “Imperio Celeste”, o sea, la gran dinastía Han, y la extendió aún considerablemente por el lado oeste de la muralla.

Esta dinastía duró casi hasta el siglo IV, cuando de nuevo sufrió una gran división, perdiendo una gran parte de la Tartaria y de la Mongolia, y se formaron los tres reinos “San––kuo” que luchaban entre sí. Más tarde, todavía en el siglo IV, la dinastía se extinguió. Y aún más tarde el pueblo tuvo un soberano mongol––tártaro que se había levantado en la región del lago Baikal –– un soberano que fue algo más aguantable...

15. He aquí la historia de China, en pocas palabras. Aquel que tenga dudas, que vaya allí para convencerse; pero no tendrá mucha más suerte que si viajara a Japón. Porque para un ciego también durante el día una linterna le sirve de poco; mientras que a aquel que ve se conforma con la luz del sol.

16. Bueno... Como nuestros catorce “alumnos” están bien atendidos, podremos aún volver un rato a Hanoc, para observar los tejes y manejes inauditos de Lamek; y una vez que hasta los tiempos de Noé nos hayamos cansado de indignación, vamos aún a hacer una pequeña visita al patriarca Adán y ya podremos abrir las esclusas de los cielos. –– Amén.


Capítulo 38. La familia de Lamek

1. Os podréis imaginar que con los importantes éxodos que hubo en el mismo año, Hanoc igual que las demás diez ciudades se habían quedado casi despobladas. Y como Lamek había perdido su tropa despiadada, también su poder que le había parecido tan importante, se había vuelto prácticamente nulo.

2. Ante esta situación queda claro que Lamek en su gobierno, queriendo o no, por lo menos durante treinta años tuvo que soltar las riendas considerablemente, para que el pueblo volviera a sometérsele y trabajar para él; pues, quería continuar comiendo con los suyos sin preocupaciones –– como un cerdo o un buey perezoso.

3. Los suyos eran: dos mujeres Ada y Sela; y Ada tenía dos hijos Jabel (que era como un padre para los habitantes de las chozas al pie de las montañas) y Yubal (músico e inventor de la flauta pastoril y una especie de violín, preparada de una sola pieza de madera, utilizando herramientas de piedra).

4. Sela tenía un hijo Tubalcaín y una hija Noema. A Tubalcaín le consentí que se volviera maestro en el arte de trabajar los metales. Noema domaba animales salvajes, y de esta manera facilitaba a su hermano y sus ayudantes la entrada a las montañas llenas de minerales.

Ella tenía un tipo precioso y un alma sumamente humilde pero tanto más valiente; y sus ojos poseían una fuerza extraordinaria, de modo que cuando los dirigía firmemente hacia las piedras, estas se volvían blandas como la cera y los duros dientes de las bestias se volvían blandos como las plumas de una paloma.

5. Con lo que esta era la familia de Lamek, más algunos pocos sirvientes que le habían quedado, y algunas criadas y concubinas desgastadas –– en total unas treinta personas, y todas tenían que trabajar con empeño para conseguir algo de comer y cubrir las partes más precisas... y eso durante treinta años, hasta cuando el pueblo volvió a acudir a Hanoc –– menos por Lamek, sino más bien por los nuevos inventos que se podía encontrar allí.

De modo que el pueblo vino para comprar objetos de metal, o sea, intercambiarlos por otras cosas.

También había muchos que, de las ciudades, acudieron para escuchar la música de Yubal que conmovió sus corazones de tal manera que volvieron a reconciliarse con Lamek. También la gran belleza de Noema atrajo mucho todos los corazones, y los que durante mucho tiempo no la podían ver, lloraban durante días enteros.

6. Y para que veáis que esto realmente ha sido posible, os voy a dar una breve descripción de su aspecto. Y os digo que en Noema se trata del mismo personaje que en el antiguo paganismo enraizado dejó rastros como esposa de un herrero y diosa de la belleza que se llamaba “Venus”. Después de Noema nunca hubo en la Tierra una mujer con un aspecto tan precioso como ella...

Su estatura era de cinco pies según vuestra medida. Su pelo era más negro que el carbón. Su frente era blanca como la nieve recién caída, con una ligera tendencia rojiza en comparación con el blanco de sus ojos muy grandes. Tenía los iris azules como el cielo, y las pupilas negras centelleantes. Los párpados vivos estaban adornados por unas cejas oscuras preciosas. La nariz era muy recta, y con sus agujeros y aletas graciosas terminaba de una forma suave que encantaba. La boca tenía justamente el tamaño de un ojo y sus labios suavemente levantados hicieron que cada rosa enmudeciera ante ella.

Ambas mejillas encantadoras alegremente sonrientes de la manera más simpática llevaban el vaho rosado más suave de todas las rosas más finas –– un color como él de una rosa ligeramente cubierta de nieve que todavía permitía que el carisma de esta flor real penetrase la superficie blanca brillante.

Así como las mejillas, también su barbilla no tuvo par en la Tierra.

Su cuello no era largo ni corto sino muy equilibrado, fino y redondo, sin el menor defecto. El principio del pecho se marcaba en una elevación bien desarrollada, y también los hombros y la espalda en su proporción justa. Los pechos parecían más bien un aumento etéreo de vitalidad en vez de algo hecho de carne y, donde su curvatura sana estaba más pronunciada, parecían brotar dos divertidos capullos de rosas.

Los brazos los tenía tan redondos, suaves y dulces que no os podéis hacer la menor idea, porque brazos como estos sólo existen en los Cielos...

Y en las mismas proporciones bien equilibradas también todo su cuerpo estaba como cubierto del blanco brillante de la nieve, en suavidad y finura etérea...

7. Esta Noema llegó a ser la mujer de su hermano que con ella engendró siete hijos que todos resultaron torpes y se parecían mucho a los que vosotros llamáis idiotas.

La causa fue que Noema conforme a la voluntad de su padre frecuentemente tuvo que prestarse para abusos impúdicos, por causa de la tiranía; porque de esta manera todo el pueblo masculino volvió a someterse a Lamek... Con lo que finalmente todas las miradas estaban dirigidas a Noema y todos los oídos a Lamek; porque Noema, hasta cuando llegó a la edad de ochenta años, siguió siendo objeto de admiración humana –– un lapso de tiempo en que el pueblo había aumentado considerablemente y seguía a Lamek en todo lo que fuera.

Este, viendo que de nuevo se había vuelto muy poderoso, también se volvió cada vez más riguroso; con lo que para los rebeldes pronto volvió a introducir la cruel pena de muerte.

8. En aquella época de Noema, conforme a mi Voluntad, los hijos de Adán mandaron un buen mensajero desde las montañas a las llanuras profundas de Hanoc, para que allí predicase en mi nombre, y eso precisamente en la corte de Lamek mismo.

El mensajero era un nieto de Adán, de su descendencia antes de Set, y se llamaba Hored, “el horrible”. Era grande, sabio y no tenía mujer ni hijos.

Lamek le recibió con toda amabilidad y se impresionó mucho con la doctrina de Hored. Para honrarle convenientemente, hizo que se presentara toda la corte femenina, instando al mensajero a que eligiese a la mujer más bella para llevársela.

Entonces, en contra de mi Voluntad, Hored miró a la mujer de Tubalcaín que, a vida o muerte, tuvo que obedecer ante la orden de Lamek.

9. Porque entonces, a pesar de su edad de casi ochenta años, Noema era todavía tan bonita que hoy en día una joven de dieciocho años muy bien desarrollada tendría que esconderse ante ella.

Como Tubalcaín desde siempre estaba ya acostumbrado a la infidelidad de Noema, no tomó este acontecimiento muy a pecho; y menos aún cuando Hored le aseguró que, primeramente, los animales salvajes ya no le podrían perjudicar gracias a las armas y sus vestimentas metálicas y, segundo, que iba a mandarle varios ayudantes muy fuertes desde las montañas que le protegerían de todo y que, además, iban a enseñarle el verdadero arte de trabajar los metales.

10. Con esto Tubalcaín estuvo más que contento, con lo que este asunto tuvo su solución vergonzosa.

11. Sólo en lo que se refiere a los ayudantes desde lo alto, del dicho al hecho hubo gran trecho... Porque Hored no volvió con su mujer a los suyos, sino que se buscó un lugar apartado, para que su gran suerte no pudiera causar envidia a nadie.

12. A causa de esta estafa Tubalcaín se vio obligado a convencer a su hermano Jabel, hijo de Ada, a juntarse con él para construir chozas al pie de las montañas y habitarlas.

13. De esta manera establecieron allí unas verdaderas plantas metalúrgicas en las que fabricaron una gran variedad de objetos útiles, tanto como también piezas de artesanía –– todo productos que tenían muy buena salida, intercambiándolos contra frutos de toda clase. De todas las ciudades como también de las demás regiones la gente acudía a las chozas para comprar lo que fuera. Todos tenían a Tubalcaín en gran aprecio y le trajeron a sus hijos e hijas para el aprendizaje. De esta manera el pueblo de las chozas aumentó de tal manera que Lamek empezó a inquietarse.

14. De modo que se dijo para sus adentros: «¿Qué puedo hacer? El hecho de haber asesinado a mis dos hermanos pesa enormemente sobre mí. Hored, el horrible de las montañas que se ha vuelto mi segundo cuñado, ya me ha echado mi crimen en la cara. Además, me ha insistido en que confesara todo ante el pueblo... Pero si realmente lo hiciera, me jugaría la vida... Y si no lo hago, entonces Dios y sus grandes hijos de las montañas estarán en contra de mí y, como desobediente, acabarán conmigo...».

15. A eso una voz muy fuerte le habló en su pecho: «Revélalo a tus mujeres y diles las siguientes palabras: “Mujeres de Lamek, escuchadme, y sed conscientes de lo que os digo: ¡Vergüenza sobre mí, porque he matado a golpes a un hombre! ¡Y más vergüenza sobre mí, porque maté también a un joven! –– Hay que vengarse de Caín siete veces, ¡pero de Lamek setenta y siete veces!”».

16. Lamek estuvo conforme y en seguida cumplió con lo que la voz le había mandado. Pero cuando sus mujeres lo oyeron, se espantaron de una manera que se quedaban mudas; con lo que no podían comunicárselo a nadie.

Poco después, secretamente, las dos le abandonaron para quedarse con sus hijos en las chozas. Pero antes de llegar allí, dos habitantes de las montañas las pararon. Volvieron a recuperar su voz y los dos las llevaron con ellos a las alturas sagradas de las montañas.

17. Nada más llegar arriba, las dos preguntaron por Noema. Pero sus guías tuvieron que informarles que Hored, por infidelidad y celos, había desaparecido de su contorno y que no les estaba dada la visión para que pudieran averiguar su paradero; pues, Hored se habían escondido con su mujer como unos gusanos en la tierra.

Luego los dos guías les ofrecieron que las podrían bendecir si aceptaban volverse sus mujeres; pues, Ada con sus ciento diez años y Sela con solamente cien mantenían todavía una belleza como hoy en día con veinticuatro años.

18. De modo que las dos se dejaron bendecir y se volvieron mujeres de los dos guías. Luego los cuatro se pusieron en el camino para hacer una visita a Adán, que ya tenía novecientos veinte años, para que también él los bendijera.

19. Pero cuando Adán los vio, dijo con sobresalto: «Oíd, hijos de mis hijos, yo conozco a todos mis descendientes que tienen mi bendición y la de Abel, todos los del eterno Amor, pero a estas dos mujeres no las conozco. ¿De dónde vienen?».

Y los dos le respondieron: «Son mujeres proscritas de Lamek –– proscritas por el crimen que él cometió».

20. «¿Qué estáis diciendo? ¡Conozco a Lamec26 que es hijo de Matusalén, que no tiene más que ciento veintiséis años y que nunca tuvo una mujer!27 –– ¿Qué, entonces, me estáis diciendo?

¡Maldita sea la mentira y la boca que la ha pronunciado ante el semblante de Dios! –– ¡Por eso hablad!, ¿de dónde vienen estas mujeres?».

21. «¡No te enojes, padre Adán! Porque también del regazo de Caín en las profundidades de las llanuras malditas ha surgido un Lamek; este ha asesinado a dos hermanos. Y estas mujeres suyas continuaron devotas, aun dentro del ámbito de la maldición. ¡Por esto el Señor nos eligió para salvar lo perdido!

De modo que no hicimos sino cumplir con la Voluntad de lo Alto; por eso, padre, ¡no te irrites por nosotros sino bendice lo que el Señor ha salvado!».

22. A eso Adán se conmovió y dijo: «Lo que el Señor ha salvado ya lleva su Bendición; con lo que mi bendición no sería sino una profanación... Porque lo que complace a Dios, ¿a mí, cómo iba a disgustarme? Por tanto, ¡guardad los tesoros del eterno Amor y de la Misericordia e id en paz! –– ¡Amén!».


Capítulo 39. El principio y la causa de la decaída de los hijos de lo Alto

1. Acto seguido se despidieron del patriarca y cuidaron estos tesoros en sus corazones –– pero en demasía, de manera que para Mí casi ya no había sitio en ellos... lo que, por supuesto, era totalmente contrario a mi Orden.

De esta manera, poco a poco, sus corazones iban oscureciéndose y se volvieron cada vez más sensuales. Lo mismo les pasó a sus hijos, con lo que pronto ya no había diferencia entre ellos y los Hanoquitas.

2. Cuando los hijos de Adán se enteraron de la belleza extraordinaria de estas mujeres, preguntaron a los dos guías de dónde las tenían.

3. «De las profundidades de Hanoc», les respondieron, «¡y todavía hay miles de ellas –– todas descendientes de la sangre de Caín!

¡Id allí para predicar en el nombre del Señor, y os tocará la misma recompensa! Hored se fue y volvió recompensado. Nosotros nos fuimos y ahora la recompensa forma parte de nuestros corazones».

Pero cuando preguntaron por Hored, los dos les explicaron: «Hermanos, ante semejante dulzura bendita nuestro amor se ha vuelto ciego; por eso no sabemos a dónde él se ha dirigido. Suponemos que se ha dirigido a Ahujel y Aza, y sabéis bien que el camino hacia allí cuesta al menos ochenta días y noches... Pero poco sirve tenerle envidia por su felicidad... Lo que importa es que cumpláis con la Voluntad de Jehová y os vayáis a Hanoc para predicar allí, en voz alta, en su santo nombre. ¡Y seguro que no seréis privados de vuestra recompensa!».

4. Eran siete los que habían oído esta nueva, y todos ellos empezaron a bajar a las llanuras. De modo que se dirigieron a Hanoc para actuar allí en mi nombre sin ser enviados míos, y sólo por intereses mundanos.

Pero antes de que lleguen allí, vamos aún a echar una mirada a Hanoc para luego esperarlos allí mismo...

5. De modo que Lamek ya no tenía a nadie quien le consolara y ya no había nada que le gustara. La música le removía la conciencia porque en las vibraciones suaves de los sonidos siempre entendía los últimos suspiros de sus hermanos asesinados... y el sonido de la flauta le partía su corazón endurecido.

Por eso maldijo a Yubal que producía semejantes calamidades donde cada uno de los sonidos no le mataba solamente setentisiete veces sino siempre le causaba mil muertes...

Por la misma causa que atormentaba tanto la conciencia de Lamek, Yubal tuvo que abandonar la corte, con la advertencia de que nunca más diera la cara si no quería poner su vida en peligro.

6. Incluso sus concubinas más bonitas, a pesar de lo atractivas que se presentaran, ya no eran capaces de complacerle. A eso estas se rasgaron sus vestidos y se lamentaron y lloraron.

Pero Lamek, al verlo, les dijo: «Mi Ada se fue y mi Sela ya no está... ¿Qué me importáis vosotras? Id a cultivar los campos para que en Hanoc no paséis hambre, porque aquí en mi corte ya no os necesito...

Si todavía tuviera plenos poderes, entonces ¡que se inclinasen el Sol la Luna y todas las estrellas ante mi ira! Pero desde que Tatahar se volvió fuerte, ya no tengo poder alguno –– ni tampoco las muchas ejecuciones sancionadas a base de mis leyes justas pueden restaurar mi poder perdido...

Por estos motivos echaré todo menos a algunos siervos y consejeros y limitaré mi gobierno a mi ciudad. Todo lo demás constará como anárquico y proscrito. ¡Y cualquiera que se acerque a mi corte sufrirá la muerte!

7. Por eso, ¡largaos ahora mismo si no queréis ser las primeras que sufran esta sentencia, y que ninguna se atreva a replicar una sola palabra si no quiere que calme mi ira en su sangre!».

8. A eso se apartó bruscamente. Y las mujeres abandonaron la corte –– unas treinta de belleza extrema, que tenían entre veinte y cuarenta años.

Una vez al aire libre, se sentaron en el suelo para deliberar sobre qué debían hacer, sin encontrar una solución conveniente.

Todavía absortas en sus reflexiones, de repente se vieron rodeadas por siete hombres grandes y sanos, con lo que se llevaron un gran susto. Pero los hombres, al darse cuenta de que las mujeres evidentemente se encontraban en un apuro, les dijeron:

9. «¡No tengáis miedo, hijas bonitas! Nosotros no venimos de Hanoc para condenaros, sino que venimos de arriba de las montañas y queremos salvaros. Y si queréis que os bendigamos en el nombre divino de Jehová, entonces ––poderosos por el Amor de Dios, el Padre todopoderoso de Adán–– vamos a aceptaros como nuestras queridas mujeres.

Pero entonces nos tendréis que seguir a las montañas, allí adonde Noema siguió al gran Hored... allí donde están Aholín y Jolliel, dos hermanos en cuyos brazos seguros ahora se encuentran Ada y Sela que antes eran mujeres de Lamek, el cruel fratricida».

10. Enseguida las mujeres se levantaron y preguntaron: «Pero nosotros somos treinta, mientras que vosotros sólo sois siete; y si cada uno de vosotros no puede tomar sino una sola mujer, como una vez hemos oído, entonces se plantea la cuestión: ¿qué vamos a hacer las demás veintitrés a vuestro lado?».

11. «Ahí no estáis suficientemente orientadas», respondieron los siete. «Aunque a principios, según nuestro patriarca Adán que todavía vive nos había enseñado, el Amor todopoderoso de Jehová sólo había creado a un solo hombre y a una sola mujer, pero con el consentimiento de Dios a los hijos nos está permitido tener cuatro o cinco, o aún más por la causa de la procreación. ¡Por eso no tengáis dudas al respecto sino permitidnos que os bendigamos y seguidnos!».

12. A eso las mujeres quedaron sumamente contentas y, paso por paso, siguieron a los hombres.

Una vez que todos hubieron llegado arriba, los siete no sabían cómo repartir entre ellos estos tesoros “de amor”. Por esto se echaron en el polvo y me imploraron que les aconsejara qué hacer.

A eso se les acercó Set y les dijo: «¡Levantaos y no procuréis tentar a Dios con vuestros corazones perjuros preguntando al Santo cómo repartir esta redada desleal, sino dirigíos a Adán y arrepentíos ante él de vuestro gran paso en falso! En cuanto él las haya bendecido, dejad a las mujeres a vuestros hermanos, para que ante Dios seáis rehabilitados. Pues, ¡sabéis muy bien que Dios es santo y que de ninguna manera sus tierras deben ser profanadas por la desobediencia y la lascivia de vuestros corazones frívolos!».

13. Ante semejante reprimenda los siete, acompañados por Set, se fueron con las mujeres a la morada de Adán y Eva que estaban rezando y suspirando. A su lado se encontraron con Enós (el predicador en mi nombre) que era un hijo de Set, y Enoc28 (la Voluntad de Jehová) que era el hijo sobremanera devoto de Jared.

En seguida Set explicó al padre Adán lo que había pasado y le rogó que tuviera compasión de la sangre de Caín29, para restablecer el orden que los siete habían alterado.

14. «Oh, mi querido hijo Set», le respondió Adán, «Sí, tú eres realmente una imagen auténtica de devoto Abel; porque tanto como él, también tú estás penetrado del Amor, muy del agrado mío... ¡Porque Abel, por amor, bendijo al asesino –– y tú solicitas la bendición de la sangre de mi enemigo!

15. Oh, hijo lúcido de Dios, ¡sé mil veces bendecido! Y con esta bendición bendice la sangre tan profundamente profanada30 –– ¡y repártela entre los hijos! Conforme la Voluntad del Señor, que cada uno de los siete tome a una de estas mujeres, y ni una sola más, pero que luego no se quede en estas tierras de Jehová, sino que se aleje durante treinta días en dirección del poniente para establecerse allí en la profundidad de los valles... Y que no vuelva aquí a los padres antes de que hayan pasado cien días.

Pues, mi querido Set, tú mismo sabes lo sagrado que es este lugar. Por eso, actúa en el santo nombre de Jehová y también en el mío que es sagrado porque yo, el primer hombre no nacido sino creado por la santa mano de Dios, lo recibí de su misma santa boca...

16. ¡Que el Amor y la Gracia te acompañen eternamente! –– ¡Amén!».

17. Y ve, Enós y Enoc acompañaban a Set que salió de la choza de Adán.

Al ver a Adán tan feliz, Eva lloraba de alegría y dijo: «Adán, ¡siempre me alegro cuando te veo tan feliz! Sólo cuando vuelvo en mí, de nuevo me pongo triste –– consciente de mi gran culpa y del mal que ya ha producido, ¡sobre todo entre los descendientes de Caín! –– ¡Ay de mí, que soy una gran pecadora!».

18. Pero Adán la consoló: «Querida mujer, mi segundo yo, tu tristeza siempre es muy justa y es del agrado del Señor. Por eso tranquiliza tu corazón y ten en cuenta que no podemos hacer nada sin la ayuda de Dios. Pero conforme Enoc nos enseña, con Dios podemos todo...

Por eso, sin Dios, tampoco podemos encontrar nuestra paz interior... Con lo que debiéramos poner todo en sus manos... Ve, Él es poderoso, sabio y lleno de Amor, y siempre tendrá los medios adecuados para rectificar lo que por nuestra culpa ha quedado torcido. ¡De modo que no te preocupes, porque el Amor del Señor ya lo arreglará!».

19. La matriarca estaba agradecida a Adán que por última vez la bendijo en mi nombre. Entonces Adán vivió todavía diez años y Eva treinta.

20. Set cumplió con lo que Adán le había recomendado; pero los siete empezaron a llorar porque debían de emigrar.

Como Set sentía lástima por ellos, se echó al suelo y me rogó: «¡Oh Jehová, mira las lágrimas de estos siete que me están quemando, a pesar de que mi amor no es sino una calamidad comparado con tu Amor y tu Misericordia infinita! Te ruego que por la boca de Enoc me indiques lo que debo hacer... ¡o haz que me muera como Abel, para que no tenga que ver las lágrimas de los hijos a los que debo desterrar! Oh Jehová que siempre atendiste mis ruegos, ¡atiéndelos también esta vez! –– ¡Amén!».

21. Enoc alzó su vista al cielo y Yo le abrí la boca, con lo que empezó a hablar: «Fui todo oídos y escuché muy bien las palabras de Set tan llenas de Amor. Si los siete están dispuestos a ceder las mujeres a sus treinta hermanos, que son solteros, y a vivir después aún durante diez años en toda castidad, pues, ¡que se queden! De lo contrario, ¡que se alejen de mi Semblante, tal como Adán lo indicó!».

22. Los siete se quedaron sumamente contentos, y en sus corazones alabaron a Dios por esta gran Gracia. De modo que con mucha alegría, acompañados por Set, Enoc y Enós, llevaron las mujeres a sus hermanos.

23. Pero estos, al ver las jóvenes, se asustaron sobremanera y no sabían en qué quedar con ellas, con lo que se opusieron a admitirlas.

24. Como Yo ya había visto la disposición de los siete, finalmente hablé por la boca de Enoc: «He visto que los siete tenéis corazones desinteresados que se alegraban de poder dar una alegría a vuestros hermanos. Por eso quedaos con estas mujeres que todas están bendecidas para vuestros corazones; y que cada uno se lleve cuatro y sólo los dos mayores se lleven dos de ellas. ¡Pero aun así debéis cumplir con lo de la castidad que os impuse! –– Amén».

25. Acto seguido Set, Enoc y Enós los bendijeron y se fueron alabando mi nombre, y se dirigieron a Adán para informarle sobre lo sucedido.


Capítulo 40. Adán habla sobre su caída

1. Adán, al enterarse, se alegró sobremanera porque vio lo mucho que mi Amor era por encima del amor de todos los hombres. Sobre todo estaba sorprendido porque de esta manera le quedó claro que mi Amor incluso había penetrado en las profundidades de la maldición, del ámbito de la ralea de la serpiente. Sobremanera conmovido, pronunció un discurso que se mantuvo famoso hasta el diluvio, de boca en boca, sin haber sido anotado:

2. «Hijos míos, ¡abrid vuestros ojos para abarcar los campos extensos de la Tierra que, hasta dónde llega la vista, en todas partes ya esta habitada con mis hijos bendecidos!

¡Mirad también todas estas oscuras llanuras extensas en las profundidades y, en dirección del levante, mirad aquella montaña que continuamente está escupiendo fuego!... ¡Abarcad toda la Tierra, si podéis hacerlo, y miradme a mí –– al primer hombre en esta Tierra... Y os digo más: Miradme a mí, el que debía ser el primero... el que como criatura en el espíritu31 precedió a toda criatura física... el que brillaba más que todos los Soles –– ¡y yo quise ser mayor que Dios!...

Y Dios me mostró el Poder de su Santidad, me arrojó en las profundidades insondables del mar de su cólera donde me lanzó de una ira a la otra. Habrán pasado eternidades y más eternidades pero, dentro de mi nulidad, en toda la infinitud insondable no pude encontrar lugar alguno como punto de apoyo.

3. Cuando de esta manera caí de una infinidad a otra, durante eternidades y más eternidades, empecé a darme cuenta de la Grandeza de Dios y de su infinito y eterno Poder –– y vi la vanidad de mi pretensión.

4. Entonces pensé: “¿De qué me sirve ahora mi comprensión? Ahora me encuentro demasiado lejano de Dios para que Él todavía pudiera tener la más mínima noción de mí... porque en esta nada infinita no puede reinar sino el eterno olvido de Dios... Durante eternidades he caído de un foco de su ira a otro, donde continuamente me asaltaban oleajes de fuego infinitos, y llamaradas vastas chupaban de mis entrañas que me quemaban más que unas placas de mineral candentes al blanco... Ahora ya he caído infinitamente lejos incluso de las corrientes de la ira de Dios... ¿Dónde, pues, se ha quedado el Dios enojado y dónde me he quedado yo? –– ¡No hay sino la noche eterna e insensible!”.

5. Cuando estaba penetrado de tales pensamientos de arrepentimiento, de repente observé a un ser parecido a mí que se me estaba acercando con la rapidez del rayo, bajando flotando de las alturas eternas.

Este ser me cogió firmemente de la mano, me miró con gran amabilidad y me dijo: “Lucifer, pobre espíritu caído, ¿me conoces?”.

6. Y yo le respondí: “¿Cómo podría reconocerte en esta nada vacía y oscura? Pero si pudieras aniquilarme como algo que nunca existió ni nunca existirá, ¡entonces hazlo y te lo agradeceré de antemano para que después de mi exterminación no tengas que volver a tus alturas desconocidas para mí, sin la expresión de mi gran gratitud!”.

7. Pero el ser me respondió: “No he venido para aniquilarte sino para rescatarte y volver a llevarte allí desde donde te alejaste por tu soberbia pecaminosa”.

8. Y le respondí: “Haz lo que puedas, ¡pero ten en cuenta las dimensiones de la ira de Dios! Porque yo fui grande y me quede reducido a nada. Por eso, y aunque tu origen fuera aún más sublime que el mío, sé consciente de que Dios es eterno e infinito, y lleno de ira llameante”.

9. A eso el ser me respondió: “¿Es que nunca has aplicado una medida al Amor de Dios? Ve: Aunque las dimensiones de las corrientes de la ira sean enormes, pero su Amor llega incluso allí donde las mayores corrientes de la ira ya se han agotado para siempre en los eternos confines de la infinidad donde le sigue una segunda infinidad”...

10. “Mira”, le respondí, “cuando todavía fui un príncipe de toda Luz, se me había mostrado una llama bastante mate, señalándome que la adorase porque se trataba del eterno Amor de Dios. Pero yo, dentro del brillo de mi irradiación, no lo podía creer y me vi muy por encima de esta llama tan floja.

A eso me asedió la ira de mi ente luminoso y me encendí aún más y, con mi brillo, quise ahogar esa llama del todo... Pero entonces me alcanzó la ira divina y fui arrojado aquí a este oscuro vacío eterno donde llegué después de eternidades”.

11. De repente vi aquella pequeña llama flotar encima de la cabeza de este ser que me dijo: “Lucifer, ¿me reconoces ahora?”.

Y le respondí: “Sí, Señor, ¡te reconozco! Tú eres el Amor de Dios y abarcas más que las corrientes infinitas de su ira. ¡Mírame dentro de tu gran Gracia y consiénteme un punto de apoyo, para que pueda encontrar paz en este vacío eterno!”.

12. Entonces salió una lágrima del ojo claro del eterno Amor –– una lágrima que cayó en los oscuros espacios de la eternidad donde se volvió un gran mar. Y el Amor echó vaho sobre las aguas en la profundidad y estas se partieron en infinitamente muchas gotas.

Después, la pequeña llama encima de la cabeza del eterno Amor se extendió y, en un solo instante, encendió todas las gotas y las convirtió en un sinnúmero de Soles... y en el calor del eterno Amor los Soles chisporrotearon Tierras, y estas sus Lunas.

13. Y desde el centro de la lágrima de Dios subió flotando esta Tierra, hacia mí, y el Amor la bendijo y le echó vaho... Y la Tierra florecía como un jardín, pero aún no había seres vivos. Luego el Amor miró a la Tierra y en seguida rebosó de toda clase de animales, en las aguas, en la tierra firme y en el aire.

14. Todo esto lo vi, y ahora, por la Gracia del Señor, soy consciente de ello.

Cuando la Tierra conforme a la Voluntad del Amor de Dios y el eterno Orden estuvo arreglada de esta manera, entonces el Amor alzó su vista a las alturas de Dios y dijo:

15. “Poderes santos del Padre, creemos juntos al hombre y démosle un alma viva, para que aquello que cayó encuentre un punto de apoyo y se humille ante Ti, ante Mí y ante el Poder de nuestra Santidad”.

16. A eso sonaron truenos de los eternos espacios, y los truenos eran la voz de Dios que solamente el Amor podía comprender...

Acto seguido, de arcilla más fina, el Amor formó estos pies que ya me están portando durante más de novecientos años y formó estas manos y, ¡heme aquí!, el Amor me formó tal como ahora estoy delante de vosotros.

17. Ahí estaba yo, pero muerto, y no había ni la menor reacción ni el menor movimiento en mí. Después el eterno Amor se inclinó sobre esta forma muerta y, mediante su vaho vital, me insufló un alma animada en mis entrañas... De esta manera tuve vida como la tengo ahora –– yo, el primer hombre en la extensa Tierra, ante la gran Creación... pero esta no me dio el menor estímulo porque me cansaba de mi existencia milagrosa; pues, no podía entender por qué, cómo, cuándo y de dónde había venido, porque mi forma a pesar de ser animada no podía ver al eterno Amor creador.

18. A continuación el eterno Amor hizo que la forma se tumbara y entrara en un primer sueño profundo en el que me habló: “He aquí tu morada. Habita el corazón de este hogar vivo que Yo he preparado para ti. En él encontrarás un gran tablero32 bien preparado en el que con trazos llameantes siempre te será indicada la Voluntad de Dios. ¡Hazle caso, pero desatendiendo tu propia voluntad y, sobre todo, aceptando la Voluntad de Dios!

19. Este es el camino en el que quiero guiarte para tu regreso. Nunca mires por ti, sino mira siempre el tablero de Dios; entonces vivirás eternamente conmigo para reinar desde mi mismo trono sobre la infinitud.

Pero, ¡ay de ti si caes otra vez, porque entonces incluso el Amor te resultará una maldición! Entonces daré al hombre otro espíritu que, por ahora, surgirá de Mí; mientras que tú tendrás que abandonar este punto de apoyo durante eternidades y no tendrás otra alternativa que aquella del fuego eterno en la ira de Dios y en la maldición del Amor.

20. ¡Sé consciente de lo que esto significa! Pues, hay medios para calmar la ira de Dios mediante la intervención del Amor. Pero una vez que incluso el Amor empiece a maldecirte, ¿quién, entonces, va a protegerte contra la eterna ira de la Divinidad? ¿Y cuál podrá todavía ser el enlace entre la ira de Dios y tú? –– ¡Te digo que no habrá otro sino el juicio y la condenación!

Tú eres una obra de Dios surgida de Mí. Pero ¿dónde podría haber un ser que se atreviera profanar la Magnificencia de Dios? Una obra debe realizarse conforme a la Voluntad del Poder libre de la eterna Santidad de Dios; y para que en tu interior puedas reconocer su Voluntad y luego atenerte a ella, te ha sido consentido un libre albedrío. Pero si tú no lo quieres así, entonces sobras y, en cuanto el infinito Poder de Dios te arroje a la eterna nada, vas a conocerlo.

21. Porque ante Dios no hay ser alguno que esté considerado, ni aunque se tratara de muchos millones de espíritus como tú; porque Él en cada momento puede crear incontables millones de espíritus aun mucho mayores que tú –– para luego exterminarlos para siempre, caso que no correspondan a su eterna Magnificencia.

22. Por eso, ten en cuenta quién es Dios y lo que quiere, y quien eres tú y lo que debes querer con la libre voluntad que te ha sido concedida, para que en ti se manifieste la gran Magnificencia de Dios –– como también en todos aquellos33 que surgieron de ti y que cayeron junto contigo.

23. Mira la extensa tumba de la Tierra y las de los demás mundos astrales... Ahora voy a quitarte la gran carga de aquellos que cayeron junto contigo y la deposito en la Tierra y todas las estrellas... Y no habrá ni una mota de polvo que en ellas flote en vano... y la materia hospedará seres como tú”.

24. Y ved, el Amor tomó al espíritu y le introdujo en la forma durmiente; y el espíritu se encontraba a gusto en mí, viendo que estaba bien acogido y liberado de aquel gran peso que tenía que portar durante tanto tiempo, mientras que ahora se encontraba portado en la morada viva que el eterno Amor le había preparado.

25. Cuando de esta manera me había vuelto uno con el espíritu, el eterno Amor me despertó y me encontré como hombre único frente a toda la Creación inconmensurable. Pero, no vi a nadie sino a mí mismo, a las hierbas, los arbustos y los árboles, más el Sol en el amplio firmamento azul. Viendo esto, empecé a inquietarme, y en la búsqueda de compañía abandoné el lugar en el que me hallaba –– pero sin encontrar ni un solo ser que se pareciera a mí...

26. Cuando me cansé de buscar, de nuevo me tumbé en el suelo y me dormí, y tuve un sueño encantador; pues, en el centro de mi corazón vi a un ser maravilloso que me dijo:

27. “Mírame, soy bonito y encantador y tengo una forma igual que la tuya a la que puedo abarcar fácilmente con la vista. Aunque antes mi apariencia fue mera luz que en su exuberancia emitía sus rayos a lo largo de los espacios infinitos donde finalmente se consumía, nunca pude percibir mi forma; pero sí, en mi luz, podía revelar infinitamente muchas formas.

Ahora las formas en las cuales me veía multiplicado infinitamente y en las que me reconocía se me han quitado; pero en cambio, ahora a mí mismo se me ha dado una forma que, además, es mucho más bonita que toda mi antigua luz. Me complazco tanto en esta forma que tengo un gran placer en mí mismo; pues, me amo a mí mismo y también tú me amas... Dentro de mí siento una gran avidez por mí, y te puedo atraer hacia mí cuando quiera, y siempre tendrás que seguir al impulso de mi avidez”.

28. De modo que veis, yo mismo me complacía mucho. Y como dentro de esta complacencia me dormí más y más profundamente, vi una mano luminiscente que penetró hasta el centro de mi corazón donde agarró a mi segundo yo.

Al principio mi segundo yo se opuso, pero pronto se rindió a los dedos poderosos del Amor de Jehová; pues, la mano luminiscente era la mano del eterno Amor.

29. Luego el poderoso dedo de Dios rompió una costilla de mi segundo yo, se introdujo en su interior y rápidamente sacó un gusano de sus entrañas. Acto seguido volvió a cerrar el lugar donde el poderoso dedo había abierto el camino para la extracción de la avidez egoísta.

Después de esta intervención el aspecto de este mi segundo yo ya no era tan fascinante como antes, su forma era igual a la mía y yo ya no me sentí seducido por él, sino que los dos fuimos atraídos por el eterno Amor.

En esto vi que el espíritu entró en un sueño en que se repartió para introducirse en todas las partes de mi cuerpo, con lo que nos volvimos perfectamente uno.

30. De repente me despertó una voz muy suave que era la del Señor: “Adán, hijo de la Tierra, ¡despierta y ve a tu compañera!”.

Y, viendo a Eva delante de mí, me quedé feliz sobremanera. Pues, vi a mi segundo yo salido de mí que se complacía en mí... y esta su alegría fue el primer amor que experimenté –– yo, el primer hombre, no nacido... pues, vi por primera vez a mi mujer amada, y la amaba con un amor puro en el ámbito del eterno Amor de Dios, en toda plenitud de la primera vida.

31. Ved, en tal emoción sumamente dulce permanecí durante tres días y tres noches, hasta que repentinamente sentí cierto vacío dentro de mí, sin tener la menor idea cómo interpretarlo.

32. Mi corazón parecía encontrarse en un desierto y la boca se me había quedado seca.

Entonces de repente se presentó el eterno Amor ante mí y, con cariño, me fortificó.

Y tras haberme echado vaho, me dijo: “Adán, veo que tienes hambre y sed, y a tu mujer que se llamará Eva le pasa lo mismo. Por eso, ve los árboles que ahora voy a bendecir; porque los frutos de estos árboles los podréis comer para el bien de vuestro cuerpo y de vuestra alma. Únicamente de aquel árbol de allí del centro del jardín no debéis comer antes de que Yo haya vuelto para bendecíroslo; porque el día en el que comas de este árbol incubarás la muerte.

Seguro que serás tentado, pero mantente firme hasta incluso en la tercera tentación, porque de esta manera destruirás al gusano de la muerte que está royendo el mismo árbol, y purificarás a Eva... y junto a ti, con ella y con todos los demás que surgieron y aún surgirán de ti, les prepararás una vida eterna en Dios, totalmente libre y sumamente bienaventurada.

33. Ve, por eso hice lo que es el tiempo, para que tu tiempo de prueba te resulte corto y la Vida obtenida luchando resulte eterna...

34. Y ve: ¡No tendrás que luchar contra un poder ajeno, sino únicamente contra ti mismo! Yo he hecho que todo te sea sometido a ti –– menos lo tuyo interior, porque ahí Yo no podía ni debía interferir, para que tu vida pudiera volverse propiedad tuya. Siendo así, ¡no desacates este mandamiento fácil de cumplir, sino álzate por encima de ti mismo para poder vivir eternamente!

35. Ve, ese gusano es tu maldad desde sus raíces que lleva en sí el aguijón de la muerte... Por eso, ¡no muerdes en el aguijón del gusano al que extraje de tu corazón antes de Eva ––mientras estabas durmiendo–– y del cual formé a la Eva que amas porque ella surgió de tu amor y su carne de tu avidez! De modo que el gusano, que es tu maldad, sigue siendo en Eva la raíz de la muerte a la que tú debes vivificar mediante tu obediencia...

36. Querido Adán, ve, Yo que soy el eterno Amor de Dios del cual emana toda Vida, te lo digo rogándote: ¡No me eches a perder la gran obra que eres tú mismo!

¡Tú mismo sabes de los tiempos que han pasado desde que te acogí al vuelo en tu caída eterna de la vida a la muerte! Mientras tanto habrían pasado millones de millones de años terrenales, si entonces ya hubiera existido lo que es el tiempo, y no retrocedí ante cualquier cuidado para salvarte... para salvar a mi querido hermano creado... Ante el hecho de que Yo hice tanto, ahora, tú, haz lo poco que queda para hacer: ¡devuélveme a mi querido hermano ––quien eres tú mismo––, para que en Dios, nuestro Padre santo, volvamos a ser un solo Amor! Amén”.

37. Ved, a eso el Amor me dejó solo. Y yo comí, bebí y me fortifiqué –– pero todo esto ya incubando mi desobediencia...

¿Me oís, hijos? –– ¡Me volví desobediente al eterno Amor!

38. La misma Tierra os podría contar de las dimensiones de mi hecho atroz, ¡porque no quedó ni una sola piedra encima de la otra, y la eternidad estaba sufriendo el enorme Poder de la ira de Dios!

39. A eso me oculté llorando lágrimas de arrepentimiento, y el eterno Amor no las ignoró, y también las lágrimas de Eva eran del agrado de Él.

Oh hijos, oíd, ¡el Amor lo arregla todo!

Pero otra vez fallé –– en un día del Señor... y después lloré mucho por mi vileza.

Entonces el Amor me mandó un ángel que me sacó del jardín de la tentación a un país todavía conocido por Set... aunque era un país para la mejora, pero también era para la tristeza tanto como para la alegría.

Porque cuando quité la maldición de la cabeza de Caín ––quien por culpa de mi aguijón de la muerte se había corrompido porque fue un producto del jugo de la manzana manchada de baba del gusano de la muerte–– entonces el Amor del Señor me dio a mi querido Set; y ahora ya hace cien años que este nuevo ángel del eterno Amor de Dios nos trajo a todos aquí a la tierra del conocimiento de Dios y de su eterna Verdad, donde Abel plantó la espada y recogió las moras rojas y blancas de la zarza espinosa.

40. Ahora, hijos, ved el inconmensurable Amor de Dios y lo que ha hecho en mí y en todos vosotros... y lo que aún hará, eternamente...

Por eso sed felices, aunque el eterno Amor afecte a los hijos de Caín. Pero que nadie de nosotros vaya allí para visitarlos, a no ser que el Señor le haya bendecido para tanto y se lo haya mandado explícitamente. Porque todo el terreno de ahí consiste en las inmundicias de los gusanos; de modo que ahora todo el mal está en las mujeres que viven en las llanuras profundas... Por tanto, ¡no os manchéis con ellas! –– Amen».


Capítulo 41. La convocación de Enoc como predicador

1. Después de que Adán hubo terminado este discurso pronunciado con mi apoyo, su interior de nuevo fue cerrado por la causa de su salvación. Pero Set, Enós y Enoc se admiraron sobremanera porque no podían captar el sentido sublime de estas palabras. De modo que preguntaron a Adán qué era lo que quería decirles con todo aquello.

2. Pero Adán los miró admirado porque el mismo no sabía apenas de lo que había hablado y los preguntó por su parte qué, en realidad, había dicho.

3. Set le respondió: «Oh padre, ve, ¡nos explicaste la manera maravillosa del proceso de tu creación desde el origen de toda esencia, y nos mostraste el Gobierno del eterno Amor, enigmática para todos nosotros!

Como no te comprendimos queríamos pedirte una explicación más detallada, ¡por eso perdónanos el traspié de nuestra curiosidad! ¡Cualquiera no se sorprendería ante estas palabras que salieron de tu boca y llegaron a nuestros oídos!».

4. Pero Adán se levantó y dijo agitado: «Si ahora habéis oído algo de maravilloso, ¡entonces sed conscientes de que resultan del Señor y no de mí! –– ¡De modo que también sabéis a Quién corresponden toda gratitud y todo loor!

5. Por tanto, alabad al Señor porque Él es el sumo Amor y la suma Sabiduría en toda Santidad. Y sed conscientes de que el hombre no puede dar nada al hombre, a no ser que antes lo haya recibido del Amor del Señor que es el único Dador de todas las buenas Dádivas.

Si os he dado algo de bueno, esto no viene de mí sino de que el Señor os lo ha dado. Si os falta Luz, entonces alzad vuestra vista a la Luz del Cielo y de esta manera fácilmente os quedará claro de dónde emana continuamente la Luz de todas luces. Porque donde alguien ha recibido una Dádiva, el gran Dador no está lejos. Por tanto, buscadle y le encontraréis, ¡con lo que también os llegará la comprensión de esta Gracia!

6. Todo esto, ¡tomadlo a pecho! Porque antes como ahora Adán, el padre de todos vosotros, os habla del génesis34 realizada por la Gracia sumamente condescendiente del eterno Padre santo tan sumamente bueno. Con lo que el Santo tan lleno de Amor cumplió con todo lo suyo... Ahora cumplid también con lo vuestro, obedeciendo en todas las cosas».

7. Ved, acto seguido todos se inclinaron ante Adán y se despidieron de él, y en el camino conversaron sobre lo que deberían de hacer.

8. Enoc, el menor de todos que ya por su devoción enseñaba en mi nombre, tomó la palabra y dijo: «Adán, nuestro patriarca, nos dijo palabras llenas de sabiduría y de un sentido muy profundo. Nosotros no las comprendimos, porque él nos habló algo de lo cual él mismo no estaba consciente.

Siendo así, se comprende fácilmente que haya hablado con tanta emoción. Porque si hubiera hablado como hombre, ¿cómo no le habríamos comprendido? Pero como en el nombre de Dios habló con la lengua del Espíritu que fue un testigo del Amor, por supuesto, nuestra naturaleza terrenal no podía comprender nada de todo lo que es de Dios y del Espíritu del Amor.

9. Si todo esto, conforme el eterno parecer de la Santidad de Jehová, ahora fue hablado por el Espíritu del Amor, entonces habrá sido revelado para la glorificación de su nombre sumamente santo. Nosotros, en nuestra ceguera, no lo comprendemos. Pero hay Uno que lo comprende, y este Uno es el eterno Amor del Señor... Todo lo que existe ha surgido de este Amor, de modo que también nuestro amor a Él.

Conforme a mi noción estoy convencido de que si alguien dejara penetrar su amor en todas partes de su personalidad para esta se incline ante el eterno Amor de Dios en Dios, entonces también comprenderíamos la sabiduría de tal discurso; porque el amor es la raíz de toda sabiduría, y no hay sabiduría sino en el amor del Amor a Dios.

10. He aquí el principio de los vínculos que nos han sido dados de Dios. Hagamos que se extiendan a todos los elementos de nuestra vida, y tengo la sensación de que aún nos será ofrecido mucho del gran Mar de la Gracia del eterno Amor –– muchas cosas mayores, aún más profundas y sublimes que las que Adán nos ha presentado.

Nacimos de Adán y Eva, y por eso tenemos mucha carne pero un corazón con poco entendimiento. Pero en cuanto algún día los hombres puedan nacer del puro Amor de Dios, para ellos nuestro entendimiento resultará como un juego de niños».

11. Esta breve enseñanza gustó mucho a Set y a Enós, con lo que Enós se dirigió a Set y le comentó: «Padre, estas palabras de Enoc están tan llenas de un sentido misterioso que me llegaron hasta la médula, y mi corazón se emocionó ante la sabiduría secreta del Amor divino de él.

12. Oye, padre, lo que Enoc siente es verídico, porque todo su ser se expresa en el amor más puro y lleno de humildad. Ante esta realidad, ¡que él de ahora en adelante sea el educador de todos nuestros hermanos e hijos en la sabiduría secreta del eterno Amor!

Aunque el Señor de su parte dio a cada uno el amor y la comprensión del corazón, por otra parte es rigurosa realidad que cada uno de nosotros no puede con el mismo peso, porque el uno tiene más fuerza en los pies, el otro en sus manos, y el otro en sus entrañas. De manera análoga cada uno tiene una cara, pero todas tienen un aspecto distinto...

Por esta razón yo diría: Enoc tiene un gran poder en su corazón, y nadie se le parece en ello. Pues, uno no puede tener tanto amor cuanto quiere, sino lo que el Señor le ha concedido. Aunque Él haya dado amor a cada uno, en cada uno se manifiesta de diferente manera. Y por la misma razón también el entendimiento tiene que ser diferente, para que un hermano precise del otro, y para que podamos establecer un equilibrio donde el Señor sabiamente hizo que hubiera desigualdad.

13. Y tú, mi querido Enoc, que también has oído mis conclusiones, dime si tengo razón o si debiese ver las cosas de diferente manera. Tu corazón es fuerte y tu entendimiento da mil vueltas al mío. Por eso: habla y enséñanos los verdaderos caminos del Señor... haz que todos entendamos sus huellas inexplicables, y enséñanos cómo alabar debidamente el nombre del Señor tan sumamente santo, tal como a los hijos de su eterno Amor nos corresponde».

14. Al oír estas palabras sublimes de la boca de Enós, el devoto Enoc preguntó a sus padres: «¿Acaso puede ser decente por parte de un niño débil predicar a aquellos de quienes aún tiene que aprender mucho?».

15. Pero Set y Enós le contestaron: «Querido Enoc, tú sabes muy bien lo que Adán frecuentemente nos ha enseñado: Los padres cuando engendraron los hijos lo hacían únicamente con la Bendición del Señor, de modo que los cuerpos engendrados eran moradas bendecidas para nuestros hermanos menores. Como no somos sino engendradores de los cuerpos y no del amor que procede del Amor de Dios, ante el Amor no somos sino hermanos y hermanas, o más bien hijos del mismo Padre sumamente santo de los Cielos.

Por eso, tú, sigue predicando llevado por tu amor, y seguro que sabremos distinguir entre la lengua de un hermano y la de un hijo que tiene la Gracia de Dios. Porque cuando alguien predica el amor, él habla como hijo desde el Corazón del eterno Amor, y sus palabras serán como un sol naciente cuya luz calienta y disipa las nieblas de los rincones oscuros de la Tierra.

Pero aquel que predica a base de la sabiduría que le es concedida, su enseñanza será como la luz del sol del mediodía –– una luz que es insoportable porque quema, de modo que cada uno la rehuye para buscar la sombra aliviadora.

16. Pero tú, querido Enoc, posees una gran fuente de amor y no de mera sabiduría... Por eso, ¡haz que salga tu divino Sol matutino para nosotros que somos tus hermanos en Dios!».

17. «Queridos padres, si es así, y la noción de Dios me confirma que así es, entonces tenéis toda la razón», les respondió Enoc. «Sólo que os habéis olvidado de un factor de gran importancia:

Cada uno, conforme a su parecer, puede hablar y actuar en honor de Dios, cómo y cuándo quiera. Pero predicar en su nombre, esto sólo puede hacerlo uno al que le es dado de lo Alto.

A mí me ha sido dado sólo de vosotros y no de lo Alto; por eso sólo predicaré ante vosotros. Pero si un día también me lo es dado de lo Alto, entonces podré predicar a todos los hermanos la gran Fuerza del nombre del eterno Amor. Y en lo que se refiere a la manera debida de cómo alabar el gran nombre, vosotros mismos ya sabéis cómo tiene que ser el loor para que agrade al Señor; pues, nada de palabras, de gestos y de costumbres vanas, sino únicamente el amor y la obediencia le resultarían sacrificios agradables que los hombres seamos capaces de ofrecerle.

Él, nuestro Dios y Padre, sabe muy bien lo que intenta con nosotros; por eso que siempre se haga su santa Voluntad. Amén».

18. «Sí», le respondió Set. «También esta plática, querido Enoc, estuvo llena de Sabiduría del infinito Amor de Dios y se parece a una preciosa salida del Sol en tu interior que ahora con su Luz suave ilumina nuestros caminos.

Pues sí, Enoc, toda Verdad es una Luz que surge de la suave Llama del eterno Amor –– y esta magnífica Luz es el verdadero Sol matutino de tu corazón... Sí, ¡es la única Luz aparte de la cual no hay otra! Incluso la luz del Sol no es sino un reflejo mate de esta Luz maravillosa del eterno Amor.

Ve, ¡ésta es la Luz que brilla tan suavemente en tu corazón! Es una Luz que siempre nos fortifica y calienta nuestros corazones con pensamientos sublimes dignos del Padre santo. Sí, cuando tú hablas tengo la sensación de como si oyera sonidos de un mundo que algún día les saldrá a nuestros descendientes lejanos –– como una enorme concentración de Luz desde la eterna mañana de Dios...

¡Ahí ves lo mucho que nos reaniman las palabras que surgen de tu corazón! Por eso, ¡no te calles sino da rienda suelta a corazón, e indícanos lo que Enós y yo estamos deseando!».

19. Al oír esto, Enoc alzó su vista al cielo y, en su corazón, me dijo: «Padre santo, ¡mira con clemencia a tu hijo débil! Ve, me piden que les dé, pero no tengo nada más que mi amor para contigo... Pues, ante Ti, oh eterno Padre todopoderoso, no somos sino gusanos cubiertos de polvo...

No hay nada de bueno dentro de nosotros, a no ser nuestro amor para contigo que, además, antes lo recibimos de Ti... Ahora, Padre santo tan sumamente bueno, ¡permítenos que con este tu amor en nosotros te amemos con todas nuestras fuerzas!

Yo, en mi debilidad, ¿cómo voy a hablar ante el hecho de que mi amor para contigo siempre me paraliza la lengua? ¡Y bien lo sabes que por la misma razón no me sale siquiera la alabanza que te debo!

20. Oh Padre, ¡mírame a mí que soy un gusano lleno de polvo y suéltame la lengua, si así fuera tu Voluntad, para que pueda hablar y glorificar tu nombre ante mis padres, hermanos e hijos!

Tu sabes que Enós, Cainán, Malaleel y mi padre Jared siempre predicaron la gran Magnificencia de tu santo nombre... Oh, ¡permíteme que tampoco yo sea un hijo indigno de mis devotos padres!».

21. Y ved, cuando Enoc en su corazón amoroso hubo dicho silenciosamente esta oración, que era una oración de mi agrado, hice que bajara un ángel a la Tierra para que allí fortificara al hermano Enoc y para que le soltara su lengua del todo.

22. Una vez que esto fue realizado, Enoc se armó de valor y, llevado por su amor, dijo: «Oh, queridos amados de Dios, ved, durante un rato mi amor a Dios me ha hecho ciego, sordo y mudo. Pero el Señor me miró y su Amor ilimitado me fortificó y me soltó mi lengua débil. Ved, ¡todo esto acaba de realizar el eterno Amor!... Con lo que ahora puedo hablar...

23. Ved: El Señor, lleno de Amor, quiere que el hombre le ame con todas las fuerzas. No existen poder ni fuerza cualquiera fuera de Dios; de modo que toda fuerza en el hombre es una fuerza del Amor de Dios... una fuerza que está puesta en nuestro corazón: el amor mismo.

Una vez que tengamos amor, no lo debemos guardar para nosotros, sino que lo debemos ofrecer a Aquel que por su Gracia de una manera tan milagrosa lo ha puesto en abundancia en nuestros corazones.

24. Ved, no tenemos nada que podamos dar al Señor, a no ser que antes lo hubiéramos recibido de Él... Además, ¿qué alegría podríamos darle aunque si le regalásemos la Tierra entera?

Nos diría: “Hijos, no necesito nada parecido ni nunca lo necesitaré; porque si los mundos como tales me proporcionaran alegría, entonces podría continuamente crear incontables millones de ellos y durante eternidades no me faltaría espacio para ello. Ni tampoco me alegran los sacrificios que preparáis de la materia que es una morada de la muerte, sino lo único que me da alegría es un corazón arrepentido que me ama –– un corazón totalmente contrito.

Esto es lo único que es verdadera propiedad vuestra porque es una Dádiva mía sin compromiso alguno. Pero si estáis dispuestos a dedicármelo a Mí, entonces junto con mi Amor tomaré morada en él... y viviréis eternamente en el ámbito de mi Gracia y de mi Amor, donde todas las cosas os resultarán claras como el agua.

Pero si vosotros mismos ocupáis vuestros corazones y los cerráis con cerrojo ante Mí para que Yo no pueda entrar cuando quiera, entonces pronto consumiréis vuestro pan de Vida. Y si a Mí, al único Dador del pan de Vida, ya no me dejáis entrar con mi Dádiva vital, entonces pronto la muerte eterna será la consecuencia inevitable de vuestro egoísmo y amor propio.

25. Porque ved”, dice el Señor, “Yo no tengo alegría en tomar, sino que para Mí la mayor bienaventuranza es cuando puedo dar continuamente...

Aquel que quiere recibir, que siempre lo acepte voluntariamente cuando Yo se lo doy... cuando Yo le lleno el corazón con mi Gracia, para que algún día venidero mi Amor pueda tomar morada en él, en toda plenitud. Porque aquel cuyo corazón no está colmado del todo de mi Amor, él nunca podrá experimentar la Vida dentro de sí, sino la muerte le tomará preso del todo.

Ya ha llegado la hora en que a cada uno primero le doy la Gracia... y sólo después el Amor –– y esto hasta cuando lleguen los tiempos de los tiempos... Entonces el Amor será lo principal, y a todo aquel que no lo tenga, nunca se le dispensará la Luz de la Gracia, sino que a él le destruirá la luz mundana”.

26. Ved, queridos padres, oíd bien mi plática porque el Señor va a continuar.

He aquí lo que sigue diciéndome: “¡Oíd, hijos de mi Misericordia! Mi Gracia es un gran tesoro, y la Tierra no tiene nada que se le parezca. Mi Gracia es una Luz justa de las Alturas de mi Santidad, algo parecido a mi Amor que es un alimento adecuado para la Vida.

Aquel que no ha recibido mi Gracia, difícilmente podrá creer que toda clase de Vida emana eternamente de Mí. Y aquel que no tiene fe es como un animal y será juzgado dónde le toque. De lo contrario, si alguien dentro de su amor me reconoce, sobre él se derramarán corrientes de Gracia, con lo que él ya de antemano participará en lo que algún día en el gran tiempo de los tiempos se realizará con los hombres de la Tierra que sean de buena voluntad.

27. Por eso tened fe, para que algún día lleguéis al Amor y por él a la Vida... por eso amadme en vuestro espíritu... y que todas las obras de vuestras manos y de vuestra voluntad sean testigos de la Vida en vosotros, y que vuestra lengua os diga que sois hijos de Dios.

Juzgaré a los hombres conforme a su fe; pero a mis hijos los guiaré con mi Amor, y la Luz de mi Sabiduría les será una eterna lumbrera de la Vida sumamente bienaventurada en Mí, su Padre santo tan lleno de Amor –– ahora y en todas las eternidades. Amén”.

28. Oh queridos padres, ¿habéis oído lo que el Padre ha dicho?».

«Sí, querido Enoc, lo hemos oído muy bien; no obstante, no hemos tenido más suerte que con la plática de Adán –– pues, a todos nos ha sido dada la Gracia, ¡pero tenemos demasiado poco amor!».


Capítulo 42. El cantar de las diez columnas

1. Apenas Set hubo pronunciado su observación sobre la falta de amor, Cainán, Malaleel y Jared vinieron al encuentro de los tres, los saludaron cordialmente y me agradecieron la Gracia de este reencuentro. Set los bendijo a todos en mi nombre para que pudiesen hablar ante el semblante de mi Amor y ante Set, el segundo patriarca del linaje altamente bendecido por Adán... un linaje que en el gran tiempo de los tiempos Yo mismo finalicé con mi Encarnación.

2. Después de que los tres hubieron recibido la bendición, Cainán fue el primero que tomó la palabra: «Queridos padres e hijos, escuchadme bien porque os voy a comunicar fielmente lo que recibí en una visión nocturna. Pues, vi diez columnas que sobresalían de la superficie de unas enormes aguas cuyas olas frecuentemente se rompían violentamente en ellas.

Sobre la primera columna se encontraba Adán que dijo a las mareas: “¡Oídme, hijos! ¡Dios, el Señor Sebaot, el Padre santo de todos los hijos engendrados por mí es un Dios único! Tal como yo soy el único hombre de la Tierra al que Él ha creado del barro, Él, desde eternidades, es un Dios único y aparte de Él no hay otro. Porque desde todas eternidades la infinitud está colmada de su Honra, de su Santidad y su Amor.

Por esto, mareas, sed conscientes de que el Señor es un Dios uno y único, grande, eterno, todopoderoso, santo y justo; es sumamente sabio, lleno de Amor y de Gracia y Misericordia –– un Dios sumamente bueno que es el Padre de todos nosotros. Por eso, mareas animadas, ¡calmaos para que la Luz de este Dios único pueda penetrar hasta el fondo de vuestra vida!”.

3. Y ved, acto seguido las mareas alrededor de la columna de Adán se calmaron del todo, y desde las Alturas de Dios cayó una Luz tan poderosa sobre la superficie del agua lisa como un espejo que brillaba como un Sol. Y desde el fondo de las aguas se oía cánticos de alabanza que empezaron a soltarse del agua como una nube muy clara que, con una irradiación cada vez más intensa, subió a las santas Alturas eternas del Padre todopoderoso, el Dios uno único.

4. Continuad escuchándome, padres e hijos, lo que vi –– no con los ojos físicos sino transfigurado, con la visión espiritual...

5. No muy lejos de la columna de Adán había otra igual de excelsa. Pero las olas animadas apenas se atrevían levantar sus crestas centelleantes, con lo que columpiándose giraron alrededor de la columna como si quisieran decir: “Ve, hombre mortal, ve el nombre del Supremo que es santo y lleno de Amor –– ¡El que se llama Jehová!... Que este nombre nunca sea profanado porque es el nombre del Padre que es santo –– ¡más que santo!

¡Oh hombres, oh hijos!”, exclamaron las olas dando vueltas, “¡tened en cuenta Quién es Aquel que lleva este nombre! –– ¡Sed conscientes en vuestros corazones de que El que lleva este nombre es Dios!”.

6. Y ved, sólo después de que las olas con su vaivén tan suave me hubieran dicho todo esto, pude levantar tímidamente la visión del espíritu a la altura de la columna brillante y, con suma alegría, ¡te vi a ti, querido padre Set –– con el semblante muy serio! Y eras tú el que estaba hablando con las olas que giraban alrededor de tu columna sagrada, mientras que yo había tenido la impresión de que éstas me habían dicho lo que acabo de comunicaros...

7. Y hay más: No muy lejos de la columna de Set, vi la tercera de ellas, más magna que las anteriores, rodeada de olas resplandecientes y bañada en una luz algo rojiza. Mientras las olas alrededor de las demás columnas giraban cada vez más rápidamente, alrededor de ésta se pararon del todo, y de sus surcos intranquilos salieron nubes claras de veneración y amor, subiendo hacia el Señor, el Padre santo, y cantando fervorosamente himnos de alabanza.

8. Yo tenía curiosidad de saber a dónde se dirigían estos vapores centelleantes. Y ved, en la altura de la tercera columna rodeada de nubes relucientes, mis ojos casi deslumbrados por el brillo de los vapores que salían de las aguas puras descubrieron al tercero de vosotros, queridos padres –– ¡a Enós!

9. Pues sí, padre Enós, fuiste tú quien estaba encima de la tercera de las columnas y que con palabras poderosas hablaste a las olas paradas: “Oíd, todas las aguas de la Tierra, ¡recibid las palabras de lo Alto y escuchad al son de la plática sagrada! Podéis agitaros en vuestro vaivén durante seis días y noches; pero en cuanto haya llegado el séptimo día, el día del sosiego sagrado que es el sábado bendecido del Señor, ¡éste siempre le tenéis que celebrar para alabar al Padre santo!

Porque conforme el eterno Orden, todo lo que respira el vaho vivo de Dios y que con un corazón capaz de pensar y amar experimenta el Amor del Padre santo, debe consagrar el sosiego y celebrar ese día tan sumamente sagrado.

Porque así es la Voluntad del Padre santo:

Durante seis días todas estas aguas pueden afanarse con toda animación; pero el día del sábado sagrado debe reinar un sosiego sagrado sobre las mareas calladas y dispuestas a escuchar”.

10. Esto y más, queridos padres y niños obedientes, lo percibí tal como acabo de comunicároslo.

11. Y vais a ver aún más milagros del Amor divino y de la Gracia luminosa que he visto con los ojos del espíritu profundamente sorprendidos...

Oh, padres e hijos, tal como me veis y oís contándoos esta visión con voz trémula, os digo que sobre la cuarta columna no mucho menos magna que las primeras me vi a mí mismo... Una columna que como las tres primeras también estaba bañada en olas luminosas muy animadas que la rodeaban, pero también extendiéndose en todas direcciones.

Sumamente sorprendido por verme repentinamente en una magna posición como la de los padres, me quedé triste al darme cuenta que a lo largo de las columnas las olas eran cada vez más oscuras y violentas; pues, por todas partes levantaban sus crestas en un celo ardiente hasta muy por encima de la columna en que yo me encontraba entristecido y profundamente preocupado.

Estas olas parecían niños que, rechazando toda obediencia en sus corazones, con malas intenciones procuraban volcar la columna del padre y de la madre... para que cuando estos se cayeran, reírse de ellos, y pisarlos con sus pies manchados del lodo de la ingratitud que sofoca todo.

12. Cuando durante un rato estaba observando todo esto con el corazón desgarrado, de repente se levantó una tormenta impetuosa que salió de mi columna y que en poco tiempo amortiguó las crestas espumantes de las olas que antes eran altas como montañas.

Cuando las olas obligadas por el poder castigador de la tormenta entraron en una calma beneficiosa, solamente aquí y allá se produjo todavía un ligero gorgoteo por los surcos que se estaban cerrando voluntariamente –– un gorgoteo que armonizaba bien con el vaho brillante que emanaba de la boca divina.

Y cuando el poderoso Amor del Padre santo con estos medios sorprendentes hubo establecido esta perfecta calma beneficiosa, oí como de mi boca estaba emanando un son delicioso... un son que sonaba como palabras sagradas... un son que emanaba del Corazón amoroso del Padre santo y que llegaba de las esferas luminosas desde la altura de todas alturas de la eterna Luz de todas luces... un son que se derramaba en corrientes caudalosas extendiéndose ampliamente por encima de esa superficie infinita de las grandes aguas dispuestas a escuchar. Y tal como lo oí, os comunico fielmente lo que esta voz divina estaba pronunciando:

13. “¡Escuchad, olas, que os estáis alzando!: ¡Vosotras debéis obediencia y amor a la columna de Cainán –– puesto que aún durante mucho tiempo queréis humedecer los terrenos escabrosos y muertos de la Tierra que está sufriendo!

¡Y ay de aquellas olas espumantes que quieran alzarse a la altura de montañas encima de la columna luminosa de Cainán!

14. Porque a la altura que se levanten, mediante la fuerza eterna de mi ira, las consolidaré bruscamente en montañas escarpadas, para su suplicio en el cenagal de mi eterna maldición, tanto temporalmente como espiritualmente...

15. Sin embargo, a las mareas tranquilas y obedientes pronto mi Misericordia les facilitará un vaivén tanto temporal como eternamente: como mareas felices y animadas, bendecidas en la Luz del eterno Amor del Padre santo, que se dirigen hacia la mar de la Vida eterna.

16. ¡Entonces sí, levantaos siempre por encima de la sagrada columna luminosa de Cainán! Porque así es como lo quiere el Padre santo de los padres y juez de las mareas revoltosas de los mares de la Vida en sus corrientes infinitas que emanan de Dios”.

Ved, queridos padres y también hijos llenos de amor, así como fielmente os lo conté, exactamente así lo vi con mi visión interior, lleno de milagros y llevado por la gobernación suprema del Amor eterno en Dios y de Dios...

17. Oíd pues, lo que después aún vi de una manera tan clara como si todas estas cosas extrañas se hubiesen manifestado en realidad ante los ojos de mi visión física...

18. Luego, todavía sobre mi columna brillante, de reojo miré hacia la quinta columna, y de nuevo me quedé sorprendido:

19. Esta columna era oscura desde arriba hasta abajo y se tenía la impresión de que los golpes impetuosos del oleaje ––que parecía a un mineral incandescente–– en su ira la iban a destruir; pero luego silbó y rugió la muerte por las profundidades incandescentes de las aguas encolerizadas, con lo que ola tras ola se fueron endureciendo.

20. Vi la noche de las profundidades agitadas de la muerte, y vi cosas donde más fácilmente se paralizaría la lengua humana antes de que pudiera contar las atrocidades causadas por las olas llenas de ira mortífera.

21. Pues, todo esto lo vi con los ojos del espíritu en el corazón del alma de mi carne... Harto de lo visto y con el corazón oprimido levanté mis ojos hacia la columna tan oscura y te vi a ti, Jared, nieto mío e hijo del primer amor bendecido de Malaleel... Y vi que estabas implorando al Amor del Padre santo por las olas enfurecidas que entre ellas se empujaban, sofocaban y asesinaban.

22. Y cuando tú, Jared, todavía estabas implorando con tanto fervor, de repente, desde lo largo de los Cielos abiertos, se precipitó una gran avalancha de Amor misericordioso a las olas endurecidas por las brasas de la ira mortífera.

De nuevo hubo un silbido y rugido en las aguas que por su muerte y su obstinación ya estaban endurecidas, y estas volvieron a disolverse... de modo que penetrando en su oleaje grácil y ayudándose mútuamente, fluyeron como hermanos y hermanas en los brazos y corazones reanimados por el eterno Amor.

23. Acto seguido, unas manos poderosas lanzaron una espada llameante a las manos de Jared que le temblaban, pero él la ciñó firmemente y la agitó conforme a la Voluntad de Dios.

24. Luego oí claramente las palabras siguientes: “Revoltijo de olas mundanas infieles, ¡que nunca te atrevas a matar seres creados que son hijos del eterno Amor, porque Yo soy el Señor tanto de la Vida como de la muerte!

Quien con el corazón lleno de ira se atreva a matar a hermanos o a hermanas, ¡pronto le alcanzará el castigo de la muerte eterna de su espíritu y de su alma! Por lo tanto, que nadie empuje, pegue, maldiga ni mate a nadie, porque Yo soy el Señor y Dios todopoderoso de la Vida como también de la muerte temporal y eterna”.

25. Así es, queridos padres e hijos, como todo esto se desarrolló ante mi visión, señal por señal y palabra por palabra.

26. Después dirigí mis ojos a la sexta columna; pero ante vuestros ojos llenos de expectación me da escalofríos el contaros las atrocidades que allí se desarrollaron y que yo, vuestro Cainán, tuve que experimentar...

27. La sexta columna estaba rodeada de sangre y de un lodo asqueroso; y, en vez de las olas que giraban divertidamente alrededor de las primeras columnas, aquí reptaban gusanos repugnantes que daban más que asco.

28. Incluso la misma columna de por sí preciosa como ninguna de las demás, desde arriba hasta abajo estaba cubierta de la sangre de la vergüenza de estos gusanos asquerosos. Estos gusanos subían en grandes cantidades por la columna y frecuentemente también llegaban a la cima de ella, de modo que no se podía apreciar el distintivo noble de la Voluntad divina.

29. Adonde llegaba la visión espiritual, sólo se podía ver montones y más montones de gusanos que en su ira aplastaban los unos a los otros... y que luego uniéndose, formaban gusanos cada vez más gordos... Y se podía ver cómo después reptaban encima de los demás para arrastrarse hacia la columna de Malaleel, retorciéndose alrededor de ella hasta la cima, con la intención de taparle su cualidad divina –– cualidad mediante la cual la columna debía manifestar la santa Voluntad del eterno Padre a las olas pacíficas de las grandes aguas de la Vida en el mar infinito del santo Amor en el Corazón del Padre santo.

30. ¡Pero seguid escuchándome lo que pasó después!

De repente retumbaron los cielos incandescentes, y el Sol y la Luna se apagaron. También las estrellas se apagaron, y en grandes cantidades cayeron del cielo incandescente en color púrpura.

31. A eso, desde todas las profundidades del lodo maloliente, una gran cantidad de muertos empezó a llorar y lamentarse: “Oh, ¡cubridnos, estrellas rotas, para que nunca nos toque ver el semblante de Malaleel, porque él vino en el nombre del eterno Dios lleno de ira, para castigarnos a nosotros que somos unos gusanos miserables porque hemos profanado la alta columna tan sumamente majestuosa!”.

32. Cuando todo esto había surgido de las profundidades oscuras de la muerte, entonces reventaron los Cielos y por sus rajas abiertas se vertieron corrientes poderosas del Fuego divino sobre la columna de Malaleel.

33. Pero Malaleel, penetrado del Espíritu del Señor, dijo: “Oíd, olas pestíferas en forma de gusanos, ¡el Amor del Señor es eterno, santo y puro, con lo que no debierais actuar egoístamente!

34. Ha llegado la hora: vino un Fuego santo desde el Cielo para lavaros en el fuego eterno de la ira –– a no ser que antes vosotros mismos os lavéis para volveros olas alegres y pacíficas, penetradas del Amor y de la Gracia”.

35. Cuando todo esto había surgido de la boca de Malaleel con vehemencia y acompañado por rayos y truenos continuos, los montones de gusanos empezaron a nivelarse. Y cuando ya se había formado una superficie lisa, las formas asquerosas de ellos empezaron a derretirse como los minerales en el horno de la forja, y empezaron a tomar forma de olas pacíficas –– al comienzo todavía turbias, pero poco a poco iban aclarándose.

36. De esta manera el Orden maravilloso fue restablecido... Y yo, clavando mi vista en todas las lejanías infinitas de la superficie clara de las aguas ahora purificadas, vi que ya no había montones ni aglomeraciones que se empujaban... y vi que sólo aquí y allá quedaban algunas olas algo más oscuras que se acercaban a las más claras... pero que en la cercanía de las claras también se volvieron claras e incluso brillantes...

Como después de haber examinado las lejanías volví a dirigir mi vista hacia la columna de Malaleel... vi que estaba lavada de toda clase de vergüenza sangrienta, y que ahora incluso resplandecía con una luz blanca muy agradable... Y vi que la columna estaba bañada de olas muy finas y animadas.

37. Después vi que tú, Malaleel, estuviste de rodillas para dar las gracias al Padre santo de las olas brillantes. Y ve, cada palabra de gratitud que dirigiste al Amor del Padre, nada más pasar por tus labios trémulos, enseguida se dirigió hacia las eternas Alturas del Padre santo, como si se tratara de Soles brillantes...

38. Y voy a continuar fielmente cómo yo, Cainán, lo vi y lo oí:

39. Todavía absorto en todo ello, de repente me fijé en una séptima columna, incandescente en rojo.

40. Y casi flotando encima de ella se encontraba Enoc, el devoto, el honesto...

41. Las olas circulaban en actividad tramposa alrededor de la columna de Enoc, y la misma columna se estaba alzando a las alturas con aires llameantes. Todavía impresionado por estas extrañas imágenes que me facilitaba la visión espiritual, pronto me di cuenta de que debajo de las mareas tramposas se encontraban aguas ajenas, robadas y brutalmente sujetadas, parcialmente cubiertas del lodo del fondo.

42. Allí había aguas del Amor y aguas de la Gracia, de la Vida y de la Luz, y otras... y todas estas aguas estaban paralizadas como si se tratara de piedras totalmente transparentes –– paralizadas por las ataduras vergonzosas del amor egoísta...

43. Y ahora, padres e hijos, os voy a revelar cómo se llevó a cabo este acto de ladronesca –– tal como lo vi:

Había masas que, llevadas por su afán, se levantaron como nubes finas de esta superficie tramposa de las grandes aguas que rodeaban la columna de Enoc en todas direcciones imaginables. Estas nubes finas se extendieron mucho más allá de los confines del territorio que correspondía a su columna; y cuando en los territorios ajenos descubrieron áreas totalmente lisas, se lanzaron sobre ellas más rápidas que el rayo, las cogieron con avidez y las vaporizaron en nieblas.

A estas nieblas se las llevaron a toda prisa y, como vientos muy fuertes, las arrastraron hasta las profundidades lúgubres de su húmeda chusma. Allí sumergieron las aguas pacíficas robadas y, con su gran poder usurpado, las solidificaron como las piedras más duras. Y, por su egoísmo más infame, aun los cubrieron de la manera más vil con el lodo y las inmundicias de la mentira.

44. Pero todo este tejemaneje tramposo no duró mucho tiempo, porque vi que Enoc pronto empezó a lucir con más intensidad que el Sol; y hubo rayos encendidos que surgieron de su cabeza... rayos cuyas corrientes poderosas en un solo momento removieron todas las profundidades lodosas y rateras de las grandes aguas encendidas por su afán de codicia.

45. Y ved, cuando los rayos encendidos que surgieron de la cabeza de Enoc apenas ya tocaron la superficie de las aguas tramposas, entonces las olas empezaron a bramar y a silbar, formando mucha espuma... Y toda la superficie infinita empezó a soltar humos y vapores y, obligada por el calor de los rayos, tuvo que soltar las aguas ajenas con su amor egoísta y su codicia ladinamente robadas... las que había solidificado en el fondo lodoso.

En forma de nubes encendidos, en cantidades incontables, las aguas ajenas liberadas subieron de las profundidades de la muerte para entrar en los aires luminosos más puros. A eso se levantaron vientos vivaces que surgieron de la columna de Enoc y que, pasando por encima de los vapores embravecidos de las aguas tramposas, con cariño volvieron a llevar a los hijos liberados a los brazos de las aguas que, tras los mandamientos dados de la Gracia de Dios, se habían vuelto nobles.

46. Cuando todo esto se hubo realizado mediante los milagros del santo Amor de lo Alto, Enoc extendió sus brazos y exclamó con voz de trueno: “Mareas tramposas ladronas hasta allá abajo en las profundidades lodosas y oscuras, ¡oíd la santa Voluntad del eterno Dios todopoderoso!...

¡Tranquilizad vuestras superficies y oíd las palabras de la Salvación que dicen: ‘En el Corazón del eterno Amor cada gota ha sido contada muchas veces... y cada ser humano corresponde únicamente a sí mismo y al eterno Amor, ¡por eso que nunca nadie haga al otro presa suya! ¡Ay del ladrón tramposo y usurpador de la propiedad de otras aguas más puras o de otros seres más puros! Porque su malicia nunca podrá complacerse en un oleaje alegremente animado sino que será solidificada en la muerte yerta en forma de piedras candentes –– a causa de su propia maldición eterna... y por el poder mortífero del mandamiento será arrojada hacia las profundidades más bajas de la tierra’. Porque la Voluntad del santo Dios es: ‘¡No robarás!’.

Esto, mareas tramposas, ¡tenedlo en cuenta!”.

47. Con lo que, queridos padres e hijos, estas fueron las últimas palabras que Enoc lanzó desde su columna radiante que era el símbolo eterno de la Voluntad de Dios.

Y cuando estas palabras maravillosas fueron apagándose en las lejanías en regiones de las superficies oscuras excitadas que resultaban extrañas incluso para el ojo del espíritu, se pudo oír con gran claridad las siguientes palabras que, dirigidas hacia la columna, subieron desde las profundidades: “Entonces, heraldo esplendoroso de la Voluntad poderosa del santo Dios, ¡purifícanos, para que también nosotros, como otras aguas, nos volvamos agradables al santo ojo del eterno Amor!”.

48. En seguida empezaron a salir vientos turbulentos de la columna luminosa que mezclaron el Fuego del eterno Amor perfectamente con las mareas agitadas de la superficie infinita.

Tras semejante Clemencia luminosa las olas y mareas quedaron purificadas, con lo que su brillo se volvió fuerte como él del Sol. Dando vueltas alrededor de la columna, alabaron al Señor de la Gracia. Y por todos los espacios los ecos de estas alabanzas resonaron con gran armonía.

Así lo vi y lo oí, tal como acabo de comunicároslo...

49. Queridos padres e hijos, ya que me escucháis con tanta paciencia y atención a mí, que soy vuestro orador espiritual Cainán, os voy a contar aún más de lo que percibí de las maravillas del Amor y de la Gracia divinos:

50. Luego, no muy lejos de mí, vi una columna totalmente lisa que parecía ser de un mineral algo brillante, alrededor de la cual había un oleaje lleno de arena.

Tuve la impresión de que más lejos veía un oleaje de aguas realmente puras, pero cuanto más se me acercó, tanto más claramente vi que no eran aguas que se movían alrededor de la columna sino que se trataba de arenas secas levantadas por los vientos que revoloteaban por el aire, y que tramposamente querían engañar la vista escudriñadora de Cainán, simulando que se trataba de un oleaje de agua...

51. Cuando vi todo esto con sorpresa e indignación, y aun buscando minuciosamente sin descubrir ni una sola gota de agua, levanté mi vista al Cielo rogando al Padre santo del Amor por su Misericordia y ayuda, como también por su sabio consejo.

Pero los Cielos quedaron silenciosos y se oscurecieron cada vez más, y no llegó ni el más mínimo sonido desde la Altura eterna de la morada del Padre santo que normalmente con el Amor y la Gracia tan complacientes penetraba todo.

52. De esta manera el vaivén de las engañosas olas de arena fue aumentando, y cuanto más se levantaron tanto más densas se volvieron, de modo que ni siquiera los rayos de luz más deslumbrantes las podían penetrar.

53. Sin embargo, esta escena del oscurecimiento no duró mucho tiempo porque poco después, con gran entusiasmo, sobre la columna sitiada de las arenas oscuras vi a Matusalén que estaba armado con una espada llameante de dos filos; pero tenía los ojos vendados con una venda de algodón empolvada de esa arena centelleante, y los oídos los tenía taponados con una cera pegajosa.

Pero ved, de repente y con gran prisa, se acercó una águila de un brillo celestial deslumbrante que dio vueltas cada vez más pequeñas alrededor de su cabeza privada de toda noción y que finalmente le quitó la venda y picó en la cera de sus oídos.

Acto seguido el águila brillante se fue a toda prisa para volver a las santas alturas de los Cielos de donde había venido. Cuando ya estaba lejos, siguió irradiando una luz como cualquiera de las demás estrellas.

A eso Matusalén, el fiel y verdadero, ciñó la espada llameante con la diestra amenazando con ella, y la agitó en todas las direcciones imaginables.

54. Al agitar la espada de esta manera, salían de ella llamaradas que echaban chispas como un tronco de madera encendido cuando contiene mucha resina.

55. Estas incontables llamaradas que en todas direcciones se dispersaron con gran rapidez sobre la superficie infinita, se mezclaron con las arenas tramposas de manera que uno no podía imaginarse que de semejante caos aún podría sacarse algo útil.

56. Lleno de gran esperanza seguí observando esta escena extraña aún durante bastante tiempo, pero aparte de las arenas que mientras tanto se habían vuelto incandescentes nada de nuevo quería presentarse.

57. A eso Matusalén se irguió y con palabras severas empezó a predicar a las arenas incandescentes la santa Voluntad del eterno Padre. Y estas palabras emanaron de la boca de Matusalén como grandes corrientes de agua embravecidas que arrastraron con ellas las arenas en todas direcciones, como antes las llamaradas.

58. Y el gran bramido formuló claramente las palabras: “Polvos nulos, ¡oíd la Voluntad de la Santidad de Dios! ¡Nunca ya simuléis un oleaje falso y tramposo, sino convertíos en unas aguas puras y líquidas, y como tales ondulad en olas eternas y resplandecientes, porque vendrá el día en el cual la mentira será exterminada del todo!”.

59. Y cuando la superficie infinita oyó estas palabras, uno tras otro los granos de arena se convirtieron en gotas de agua que en su nuevo ámbito de la Verdad resplandeciente se fundieron en una superficie infinita de aguas más puras, alabando el nombre sumamente santo de Dios con gran animación.

Estas aguas puras limpiaron la columna de Matusalén de la arena que todavía había quedado pegada a ella y que todavía daba testimonio en contra de ellas; y después de haber adornado ávidamente sus crestas con la luz que irradiaba en abundancia de la columna, la alabaron dando vueltas alrededor de ella...

60. Queridos padres e hijos, ¡únicamente la Verdad es la naturaleza cariñosa del Amor! Y por esta razón la mentira será exterminada más rigurosamente que cualquier otro vicio; pues, únicamente ella es diametralmente opuesta a la eterna Verdad del Amor del Padre.

61. Os digo, queridos padres e hijos, que tuve la impresión de que junto con la columna sobre la que me encontraba era empujado a regiones de columnas cada vez más remotas... De modo que de nuevo llegué a un nuevo lugar. Y allí, desde mi posición elevada, pude ver la novena columna en un entorno muy extraño.

62. Vi que desde una profundidad infinita de la noche eterna se levantaba una columna tremenda, ensuciada con muchas manchas de todos los colores, que subía hasta una altura ya no alcanzable para la vista. Alrededor de esta columna ya no hubo oleaje de aguas ni de arenas, ni tampoco una actividad de lo que fuera, sino únicamente había noche silenciosa y eterna.

Ante este horrible desierto infinito e inanimado me pregunté, qué podía significar todo esto, y para quién estaba preparada esta columna...

63. Absorto en mis reflexiones vanas no hubo ni la menor chispa de luz que hubiera podido iluminar esta noche tan densa en el entorno de esta columna infinita. De modo que empecé a tener miedo, porque incluso la luz de mi columna disminuyó cada vez más, con lo que apenas ya podía distinguir mis pies encima de ella.

64. Entonces empecé a rogar de todo corazón al Padre santo para que no me dejara perecer allí, y percibí una voz que me advirtió: “Cainán, ¡profundiza tus pensamientos con amor hacia Mí, y pronto verás las cosas de distinta manera!”.

65. Enseguida hice caso a esta santa voz, sin reflexionar mucho sobre su naturaleza amorosa, y de repente vi que aquella columna que me parecía eternamente alta empezó a bajar al abismo de la noche eterna. Al mismo tiempo percibí el bramido muy lejano de unas aguas enormes.

Y antes de lo que esperaba, ya aparecieron masas de agua bravas enormes como el mundo que con gran ímpetu se precipitaron a los infinitos espacios oscuros de la antigua noche alrededor de la columna manchada.

No tardó mucho y podía distinguir el antiguo lugar de la noche eterna que ya estaba lleno de eternas aguas aunque todavía algo turbias y ligeramente agitadas. También vi el final de la columna que estaba bajando de las alturas de los Cielos a las nuevas aguas. Y sobre la columna se encontraba en toda gloria Lamec, el hijo de Matusalén, como heraldo de la santa Voluntad divina.

66. Él también me vio, y empezó a dirigirse a las mareas: “Escuchadme, grandes aguas, ¡dejad de consumiros en vuestras avideces! El hecho de que os encontréis en el Amor y la Gracia de Dios es un bien que os cundirá para todos los tiempos. Pues no puede haber dos cosas que ocupen el mismo sitio... ¡Por eso dejad de destruiros a causa de avideces por cosas ajenas, sino circulad en vuestra propia esfera en el honor del Padre santo!”.

67. Y ved, cuando Lamec hubo pronunciado estas palabras sabias, las aguas turbias penetradas por la eterna Luz de la Voluntad divina enseguida se purificaron rápidamente.

68. Así es como yo, Cainán, lo vi y lo percibí.

Ahora escuchad todavía el fin de mi palestra y, junto conmigo, mirad en la profundidad de la ira de Dios y ved el brillo tenue de la Gracia que todavía queda en los pueblos infieles de la Tierra a causa de la ira divina.

69. Y ahora sabed todo lo que tenía que oír y ver donde estaba la décima de las columnas... Pues, todas las columnas anteriores tenían más o menos su propia luz, pero esta décima no presentaba ni el menor rastro de un solo punto luminoso... Estaba tan oscura que sólo podía percibirla tocándola; de modo que ni siquiera con mi visión espiritual podía ver si había aguas, arenas, o un espacio vacío alrededor de ella.

70. Estaba esperando aguzando mis sentidos, pero en vano, porque no podía percibir ni el más delicado susurro de los aires.

71. Así que me entró un gran miedo de este lugar macabro tan oscuro y desierto que estaba marcado con la muerte.

No podía rezar ni rogar al eterno Padre del Amor para que me liberase lo antes posible de esta macabra noche de toda muerte, y me di cuenta de que no sólo mi vista y mi oído estaban paralizados, sino también mi lengua...

72. Nada más darme cuenta de mi parálisis, de repente un rayo poderoso se lanzó desde la profundidad ilimitada de la noche eterna hasta muy arriba de las alturas de los Cielos que me parecieron herméticamente cerrados.

73. A pesar de que a cualquier rayo siempre le seguía un trueno, en este caso a continuación hubo un silencio total. Pero aunque con el rayo nada cambió: todavía hubo noche desde una infinitud hasta la otra.

Como ya me quedé harto de la noche eterna de la muerte, empecé a sentir un profundo deseo por la Luz y la Vida...

Os digo, padres e hijos, esta noche me resultó eterna... hasta que finalmente, como consecuencia retrasada del rayo, se mostró una estrella minúscula en el cielo.

74. Aunque mis ojos estaban todavía algo deslumbrados por el rayo, no quitaba la vista de este punto minúsculo brillante. Absorto en mi observación, de repente me sonaban los oídos que se habían quedado casi sordos... No fueron voces ni zumbidos, sino que los sonidos parecían al tono de las flautas pastoriles, como cuando Abel de la manera tradicional quería reunir las ovejas alrededor de él y estas acudían corriendo, admirando al pastor diligente con sus miradas dirigidas hacia arriba.

75. Pero lo único que percibí con nitidez fueron esos sonidos de flauta... porque no vi nada de las ovejas de Abel...

Habiendo percibido todo esto con mis sentidos casi ya inertes, de repente, como un rayo claro, se formaron unas palabras deliciosas en mi alma: “Oye, Cainán, tu lengua ya está suelta... Por eso, ¡reza y ruega al Padre santo para que dé Luz, Amor y Vida a esta columna quebrada por la muerte!”.

76. Entonces me eché al suelo y empecé a rezar e implorar al Padre santo del Amor y de toda Vida, y le rogué que en su Misericordia desde lo Alto me diera una pequeña llama brillante de la Gracia, para que mis ojos pudieran ver las dimensiones horrendas de la noche de la muerte.

Tras mucho rato de rezar e implorar de esta manera al Padre santo, de repente una voz poderosa me llamó por mi nombre y dijo: “¡Levántate deprisa y ve los enormes abismos de la noche de la muerte! Porque esta columna rota, la décima, representa el adulterio... Su parte inferior, la del amor, se encuentra deshecha y dispersada en el abismo más profundo de la muerte; pero su parte superior, la de la Gracia, se encuentra en el firmamento infinito del cielo, de donde no bajará para volver a unirse con los escombros de su base, a no ser que sea lavada de las inmundicias de la serpiente.

La base de la columna es el mundo, una morada del pecado, y las inmundicias de la serpiente son la carne seductora de las mujeres de las profundidades de Hanoc.

Por eso, ¡ay de la Tierra que ya ha chupado tanta sangre de los hermanos que entre ellos se han asesinado a causa de la carne de las mujeres codiciosas! Por eso voy a hacer que grandes corrientes de agua caigan del cielo... aguas que ahogarán toda la carne causado por la carne seductora de las mujeres; pues, fue ésta la que consumió todas las aguas del entorno de la décima columna...

¡Oh, reluce, preciosa carne seductora de las mujeres que eres un engendro del dragón!... ¡Oh, reluce, manjar seductor para los gusanos del lodazal que eres una contrariedad para Mí! Cada día te bañas en el agua más fina perfumada con diversas hierbas aromáticas, y unges tu piel con los aceites más finos para volverte aún más atractiva y seductora para los hijos del Padre santo...

77. ¡Que por esto pese una maldición eterna sobre ti!... Esto te lo digo Yo, Jehová, Dios todopoderoso... ¡Y te digo que pronto te prepararé un baño que te servirá para siempre!

78. A ti, Cainán, ahora mismo y bien iluminado con la Luz de la Gracia del Padre santo, te mostraré cómo sucederá esto. Por esto levántate en tu columna cuya luz ya se ha perdido del todo y mira a las profundidades para que veas lo que en seguida va a suceder”.

79. Os digo, padres e hijos, nada más levantarme y mirar en las profundidades de la muerte, con estupefacción tuve que ver como multitudes de nuestros hijos abandonaban las montañas sagradas, bajando con gran entusiasmo a las profundidades, para allí juntarse con las hijas de los hombres... Vi que con ellas engendraron hijos fuertes e hijas seductoras, y vi que sus hijos se volvieron soberanos crueles que como tales mataban y asesinaban a sus semejantes pobres e indefensos...

Hubo corrientes de sangre derramada de hermanos e hijos de los hombres, y esta sangre de los inocentes clamaba venganza de los Cielos del firmamento impasible.

80. De repente los Cielos se rajaron, y de la grieta luminosa salió flotando un ángel, bajando a toda prisa hacia el amor de Lamec y le dijo: “Noé35, tal como el Señor ya te ha indicado, ahora entra en el arca de la Gracia y mantente en ella junto con todo lo que Él te ha mandado. Porque ve, la Tierra malvada ya se ha encendido en incontables lugares por la ira del juicio de Dios.

Como ves, la sangre que clama ya ha conmocionado profundamente a la Gracia del Cielo... Por eso el Padre santo ha tomado la decisión de limpiar la Tierra de esta maldición y abonarla de esta manera para una generación mejor que no tardará en surgir de ti, Noé, ¡porque tú eres el único que le ha quedado fiel!”.

81. Nada más terminar el ángel sus palabras, reventó el firmamento y de inmensas grietas encendidas empezaron a precipitarse corrientes enormes de agua envueltas en nubes de vapor... aguas que eran una Gracia del Padre santo para la extinción del fuego y para la redención venidera de la culpa de la Tierra pecadora.

82. Cuando estas mareas empezaron a llenar las profundidades de la Tierra vi incontables generaciones de las profundidades que, gritando y lamentándose, intentaban subir a las alturas de las montañas. Vi a las mujeres más seductoras con su carne muy blanca pero con sus manos sangrientas agarrándose a las paredes escarpadas, llenas de dolor y de angustia, pidiendo socorro.

Pero todo su griterío fue en vano...

A lo largo de las grietas encendidas del firmamento, en medio de las trombas de agua cada vez más poderosas, se levantaron fuertes vientos turbulentos que cogieron a las hijas tiernas en las cumbres de las montañas a duras penas escaladas, y las lanzaron a las aguas agitadas como merienda desdichada para la muerte...

83. Cada vez tras haber limpiado despiadadamente alguna cumbre de la carne tan sumamente tierna, blanca y seductora, los vientos abrasadores retumbaron riéndose burlonamente:

84. “¡Ahí báñate, lávate y úngete, merienda seductora y desvergonzada del diablo y de sus congéneres, y atavíate para el ámbito de la eterna muerte, para cobrar lo merecido por tus esfuerzos incesantes a causa de los cuales todas las generaciones desde Adán hasta el último habitante de la Tierra cayeron en la perdición! ¡Ve, pues, el camino mortal de toda la carne seductora!”.

85. Pero estas matanzas macabras de la carne pecadora de esas mujeres bien hechas, y de todos sus hijos del mundo y de los del Cielo engañados por ellas no dudaron mucho tiempo, porque pronto las aguas empezaron a cubrir las crestas de las montañas más altas; de modo que aparte de mí ya no se podía ver ni oír a otro ser animado sino únicamente las olas de las nuevas aguas que con su luz tenue acudían a mi columna.

86. Con las otras nueve columnas anteriores yo ya estaba acostumbrado a que, cuando las aguas ya habían rellenado las profundidades infinitas de la muerte, en seguida se iba a ver una columna con su brillo majestuoso encima de la superficie agitada de las aguas; y aunque como en el caso de la novena la columna tardó en presentarse, cuando apareció ya se encontraba Lamec sobre ella, descendido del Cielo y en plan amonestador... Pero en este caso no quería presentarse columna alguna...

87. De modo que estuve esperando durante mucho tiempo, cuando en vez de la columna esperada de repente se presentó el arca de la Gracia flotando tranquilamente sobre las aguas pacíficas. Y cuando esta había llegado al lugar en el cual antes que al vidente ciego Cainán se me había presentado la columna oscura, oíd, ¡entonces las mareas se retiraron y el arca de la Gracia se detuvo recostándose sobre una enorme columna que, surgida de las aguas, ahora brillaba con una luz muy agradable!

88. Y cuando el arca quedó liberada de todas esas aguas, en su tejado se abrió una ventanilla resplandeciente por la que salieron algunas palomas que alegremente revolotearon por encima de las aguas, alejándose bastante.

89. Pero como no encontraron nada para reposar sino aguas y más aguas, después de un buen rato volvieron al arca de la Gracia y volvieron a entrar por la ventanilla resplandeciente.

90. Una vez que la ventanilla estuvo cerrada, empezaron a levantarse fuertes vientos abrasadores en todas direcciones de la superficie de las grandes aguas que me pareció infinita.

Ocasionados por los vientos turbulentos abrasadores y más rápido que el rayo, en todas partes empezaron a levantarse enormes nubes; y no tardaron mucho en surgir aquí y allá las primeras crestas de las montañas sobre la superficie del agua. Incluso había unas cuantas en las que en seguida empezó a reverdecer como en pequeños jardines, lo que fue un gran deleite para los ojos de vuestro Cainán.

91. A continuación de nuevo se abrió la ventanilla resplandeciente en el tejado del arca y salieron las palomas de antes. Estas enseguida se dirigieron a las cumbres reverdecidas donde permanecieron bastante tiempo balanceándose sobre unas ramas recién crecidas. Pero aun así volvieron al arca de la Gracia, llevando con ellas unas cuantas ramas verdes.

92. No tardó mucho en que las aguas bajaron del todo, dejando al descubierto campos fértiles que, recalentados por los rayos del Sol, en seguida empezaron a reverdecer, formando praderas con una vegetación exuberante.

93. Y allí donde se encontraba el arca encima de la columna, de una manera milagrosa el suelo empezó a crecer más y más, hasta que el arca de la Gracia misma se encontró sobre un suelo verde y firme.

De nuevo la ventanilla resplandeciente se abrió y un gran número de palomas salió alegremente, pero de estas aún tras haber esperado mucho ninguna ya volvió.

94. Así Noé se dio cuenta de que las aguas se habían disipado y empezó a desbloquear la puerta del arca de la Gracia. Cuando esta estuvo abierta, dejó salir todas las especies que había guardado, y después también a sus hijos y mujeres. Todos ellos, con el corazón palpitante y los pies que les temblaban, nada más pisar el suelo firme reverdecido, se echaron al suelo para alabar al Señor ante el arca de la Gracia abierta y darle las gracias... porque únicamente la Gracia fue su Salvación misericordiosa que los había salvado del juicio merecido de la ira del santo Dios.

95. Tras su larga oración llena de gracias y de amor al eterno Padre se les acercó un ángel luminoso, desde el Cielo resplandeciente en que se estaba dibujando un arco iris muy intenso, y trajo a Noé la buena nueva:

96. “Óyeme, Noé, tú que eres el único vínculo de mi Amor: ¡Un día venidero voy a despertar de tu género la semilla de la Vida que con ímpetu arrancará a la muerte su presa incontable, porque tengo compasión de la carne ahí bajo las mareas del pecado solidificadas! Por eso vendrá un día en que mandaré a un Salvador poderoso, porque ya no voy a castigar a la Tierra con semejantes diluvios; y que el arco iris siempre recuerde a los pueblos que hasta el fin de los tiempos ya no repetiré algo parecido.

Pero lo que pasará después, ¡esto lo sé únicamente Yo, el eterno Padre!”.

97. Así es, queridos padres e hijos, como todo esto se desarrolló ante mi visión, señal por señal y palabra por palabra, tal como os lo comuniqué. Y esto es todo lo que vi. Pero interpretar, ¡interpretadlo vosotros mismos! Porque a mí el sentido intrínseco de semejantes sueños extraños enviados por Dios me está oculto...».


Capítulo 43. Enoc explica las pláticas de Adán y de Cainán

1. Cuando Cainán hubo terminado la plática sobre su sueño contado con fluidez y gracia, todos se miraron y, asombrados, se inclinaron ante él, pues no sabían cómo interpretar todo esto.

2. Finalmente, tras mucho asombro, el padre Set fue el primero que se recuperó y que, lleno de gracia y con los ojos mirando al cielo, empezó a dirigirse a sus hijos: «Oh Cainán, oh hijos, ¿qué es todo esto? ¿Qué significa y qué va a resultar de todo ello?

3. Todavía estamos boquiabiertos ante la plática misteriosa de Adán, de la cual en nuestros corazones todavía deficientes de amor aún no hemos podido interpretar ni una sola palabra... incluso la última platica enérgica de Enoc está todavía flotando como una maraña delante de mis sentidos... Y ahora nos vienes tú, Cainán, con un mundo sobrenatural de relaciones inquietantes cuyo sentido sólo le puede ser conocido a Dios... Yo diría incluso que a un hombre mortal le resultaría imposible mantener su vida si el Padre santo le hiciera llegar toda la sabiduría necesaria que le pondría en condiciones de asimilar el sentido profundo de cosas tan sublimes...

4. Oh Cainán, ¿por qué tuviste que tener semejante visión y ahora contárnosla a nosotros, los padres e hijos débiles, trastornándonos con ella todos nuestros sentidos?... De esta manera nos hiciste más pobres de lo que fuimos antes de haber recibido semejantes revelaciones sobre los caminos y las disposiciones de le eterna Santidad de Jehová que ahora nos desconciertan... Pues, su sentido intrínseco no puede ser manifiesto ni a un ángel –– mientras este no sea más que un ángel y aún no esté igualado a Aquel que es nuestro Padre santo...

5. Hijos, todo lo que acabáis de oír de la boca de nuestro querido Cainán, ¡quitáoslo de la cabeza! Y vale más que junto conmigo, con el corazón contrito y con toda humildad, confeséis que todos nosotros somos unos incapaces e inútiles.

¡Y que de todos vosotros jamás nadie alimente el deseo de comprender algo así! Todas esas cosas inconcebibles, ¡pongámoslas siempre en las manos de Dios, porque Él sabrá muy bien lo que quiere alcanzar con ellas!

Me consta que todo eso sólo nos lo dio como auténtica “piedra del escándalo”, porque de esta manera a los que somos unos débiles nos quería demostrar su Fuerza que mora incluso dentro de un átomo. Además, también habrá sido para que con toda humildad hagamos examen de conciencia, reconociendo que por nosotros mismos no somos capaces de nada, sino que siempre únicamente Él, nuestro Padre santo, lo es todo en todo.

6. Hijos, ¡tomad a pecho las palabras de vuestro padre Set y cuidaos de cualquier tentación!».

7. Nada más terminar Set sus palabras bien ponderadas, Enoc, el sumamente devoto, se acercó a los padres, se inclinó ante ellos y pidió permiso para decir algunas palabras al respeto, y eso sobre todo porque acababa de recibir para ello una invitación interior.

8. Set le miró y dijo: «Oh, ¡habla, hijo devoto y alegre de la primavera eterna! Porque incluso tus pláticas más severas no son sino un rocío matutino comparadas con las quemaduras del sol que produce la boca de Cainán...

A todos nosotros nos resultaría en un alivio si pudieras amortiguarlas un poco. Por eso, ¡adelante! Además, hace rato que ya debías de haber dado tu parecer».

9. Todos estuvieron de acuerdo, con lo que Enoc tomó la palabra: «Queridos padres e hijos de Dios, ¡oídme!

10. Si queréis y podéis, alzad vuestra vista hacia las alturas inconmensurables de los Cielos de Dios, nuestro Padre tan sumamente santo y bueno... Y luego dirigidla a las profundidades también inconmensurables del mismo Dios uno y todopoderoso cuyo gobierno no tiene fin. ¡E imaginaos lo mucho que tiene que haber entre estas alturas y profundidades, de lo que el intelecto humano no tiene ni la menor vislumbre!

11. Por lo que yo sé, nadie más que Cainán tuvo la suerte de ver en su espíritu una minúscula parte de algo tan extraordinario, y sólo el patriarca Adán vio un fragmento de ello... ¡y ya nos quedamos atónitos!

Ante este hecho os pregunto: ¿Cómo puede ser posible que mundos y Soles hayan pasado ante nuestra pobre vista, y todavía sigamos viviendo?

¿Quién jamás se ha fijado en los milagros que gobiernan a un tallo de hierba que cada vez se inclina humildemente bajo nuestros pasos? ¡Con la Grandeza y Sublimidad de Dios que moran en él, y aun así lo pisamos con nuestros pies indignos –– y a pesar de ello seguimos viviendo!

12. A nosotros, ¿no nos pasa en el espíritu lo mismo que a los niños que con tristeza miran un trozo de pan duro cuando este les es ofrecido a una edad en la que todavía esperan una papilla suave? Ante el hecho de que los niños fueron acostumbrados al alimento blando, ¿acaso por ello no se les debería nunca servir el pan? Entonces, ¿cómo podrían algún día obtener la fuerza de un hombre?

13. Veis, ¡lo mismo nos está pasando a nosotros! Mientras todavía fuimos niños con dientes de leche, el Padre santo nos dio leche y un alimento blando apropiado para nuestras fuerzas. ¡Pero ahora debemos volvernos hombres en el espíritu! Ved, ahí que el alimento blando ya no sirve, con lo que el Padre nos da pan, para que nos volvamos hombres fuertes dentro de su Gracia. Porque entonces no sólo vamos a ver las cosas, sino también las comprenderemos y podremos reconocer su gran Amor y su Sabiduría, y de estos dos su Voluntad sumamente santa.

14. Si el patriarca Adán nos ha hablado de los caminos iniciales de su espíritu entonces todavía errante, por cuya causa también los nuestros resultaron despistados y confusos, no veo nada de incomprensible en ello... Porque el espíritu tenía que existir antes del cuerpo, al igual que Dios tenía que existir antes de que pudiera surgir cualquier criatura de Él, dado que Él es el Origen primario de todas las cosas.

¿Para quién, pues, habría podido ser creado ese cuerpo quebradizo de arcilla si no hubiera existido desde eternidades ya el espíritu, para el cual Dios, nuestro Padre santo, estableció esta morada como lugar de prueba de la libertad?

15. ¿Acaso una gallina ha puesto alguna vez un huevo hueco? ¡Aun así sabemos perfectamente que el contenido del huevo tenía que existir antes que el cascarón duro y herméticamente cerrado! En este sentido, ¿podría alguien suponer razonando que el espíritu se forma y desarrolla a base del cuerpo ya existente? Aquel que fuera capaz de imaginarse esto, tendría que ser mil veces más necio que uno que se pone a construir una choza para alguien que aún no existe –– convencido de que la choza una vez que exista, ya hará lo necesario para producir un habitante...

16. ¿Por qué precede la procreación a la llegada del hombre?

¿Por qué el hombre lleva a la mujer?

¿Por qué oímos el viento desde lejos, aunque nuestros árboles estén todavía totalmente inmóviles? Pero en cuanto el viento haya llegado, las ramas ya se moverán... De modo que el viento tenía que haberse levantado antes de que los árboles se pusieran en movimiento... Porque seguro que no fueron los árboles los que produjeron el viento...

17. ¿Acaso alguien puede afirmar que la fruta ha sido creada por la causa del árbol? ¿No habrá sido necesario que el árbol existiera antes –– para que él pudiera producir una fruta? ¿No decís vosotros mismos que Dios ha sembrado las más diversas semillas en la tierra para que de ellas surgieran toda clase de hierbas, zarzas, arbustos y árboles que a su vez producen frutas con nuevas semillas como recién nacidas?

18. Pero si Dios a nosotros, que somos sus hijos, en sus incontables Obras milagrosas nos muestra el Orden eterno... que la Vida y la Fuerza siempre tienen que preceder a todo aquello que de ellas surge y que finalmente estará al servicio de ellas, ¿cómo, entonces, pudimos estar tan sorprendidos cuando Adán, en toda su lucidez, nos contó la larga historia de su espíritu y de esta manera nos mostró que también nosotros estabamos y estamos implicados en ella, y que hasta el fin de los tiempos más o menos también todos nuestros descendientes lo estarán?

Después Adán aún nos llamó la atención sobre la grandeza de la Santidad de Dios, y que a pesar de esta Él es tan sumamente amoroso, indulgente y lleno de Gracia y Misericordia...

19. Ahora, sabiendo esto, ¿cómo vamos a tener miedo de Aquel que es tan infinitamente bueno y que nos permite que experimentemos todo esto? Pues sí, deberíamos ser temerosos de Dios, pero no para que nos diera pan, sino deberíamos temer que pudiera fallar nuestro amor para con Él; porque aquel que por un solo momento ha fallado en su amor a Dios, mientras tanto estaba muerto.

Por eso que nuestra empresa más noble sea amar a Dios incesantemente; porque conforme al testimonio de nuestro patriarca Adán, Él ya nos amaba mucho antes de que existiéramos... que nos ha amado con tanta intensidad que nos hemos vuelto sus hijos, únicamente por su Amor ilimitado. Y por eso digo que debemos intensificar continuamente nuestro amor a Él, con todo empeño.

20. ¡Ved las incontables criaturas alrededor de nosotros! Ellas surgen y existen gracias al mismo Amor todopoderoso; pero no deben ni pueden amar este Amor de manera recíproca, porque no están maduras para ello ni están en condiciones para tanto.

21. Nosotros todos hemos madurado en el amor; por eso que sea nuestra mayor empresa amar incesantemente a Aquel que hizo que madurásemos para el amor.

22. Si un marido espera de su mujer que ella le ame en todo lo que ella haga o deje de hacer porque él la ama de todo corazón, ¿es que también un joven virtuoso puede esperar lo mismo de una doncella aún no madura? Vais a decir: “En el nombre de Dios, ¡no!, ¡porque hay que esperar hasta que el árbol esté bendecido! Por eso, ¡ay de aquel que abuse de la doncella! Porque primero tiene que haber madurez, luego la Bendición y después el amor...”.

23. Oh padres, todo lo que acabáis de decir está justificado ante Dios, pero fijaos también en vosotros mismos y responded si el fallo no sería bastante mayor si los maduros y benditos actuaran como los menores de edad inmaduros y cohabitaran como estos.

24. Mediante Cainán Dios nos ha señalado nuestra plena madurez para un amor totalmente libre hacia Él. ¿Cómo es posible que estemos desconcertados por ello, como si fuéramos niños inmaduros? Deberíamos más bien volvernos conscientes de que en lo que se refiere al amor todos nosotros somos tibios e inconstantes como las olas del agua... situación en la que la Gracia en nosotros se fragmenta como la imagen del Sol en la superficie de las aguas intranquilas...

25. Os digo: El sueño de Cainán, ante todo, nos dice que con todas nuestras fuerzas debemos amar a Dios cada vez más y, una vez dentro del ámbito del amor, arrepentirnos en cada momento de lo que hemos pasado fuera de él, muertos... Porque vivir y amar es lo mismo...

El que tiene la vida vive conscientemente en la alegría de su existencia, con lo que es un amigo de su vida. Pero aquel que se queda sin la alegría sobre su propia vida, pronto la perderá, con lo que morirá de dos maneras: primero al perder el Amor de Dios y segundo al perder su propio amor.

26. Ved, nuestra vida, o sea, nuestro amor, está en Dios, con lo que únicamente Él es nuestro amor y nuestra vida.

Pero si nuestro amor a Dios se vuelve débil y tibio, en consecuencia también nuestra vida se vuelve cada vez más débil, con lo que dentro de nuestra ineptitud finalmente vemos las cosas de nuestro interior y exterior como si fuéramos unos ciegos... pues, no comprendemos nada de todo lo que pasa en nuestro interior ni tampoco en el exterior... Y luego cuando el Padre santo viene a nosotros para despertarnos con su Gracia, nosotros que somos unos vagos y perezosos en el amor, opinamos que no es prudente despertarse en el ámbito del Amor.

Oh, queridos padres, ¡algo así ni pensarlo! Porque nuestro Dios es un Dios sumamente serio y como Padre nuestro lleno de Amor no encuentra gracia alguna en tentarnos o tomarnos el pelo. Pero, ¿por qué iba a tentarnos Aquel que ha contado todos nuestros cabellos mucho antes de que estos nos hayan crecido? ¿Acaso Él no sabe lo que nosotros vamos a hacer? –– Oh, ¡Él no necesita tentarnos!

27. Sin embargo, tanto más nosotros precisamos de su Gracia, que no consiste ni mucho menos en bromas ni tentaciones sino que es una Dádiva de Bendición del Padre santo, para fortificar con su Amor nuestra vida que se ha vuelto débil.

Oh, padres, volved a considerar la visión de Cainán, ¡pero ahora llevados por el debido amor a Dios! Y pronto percibiréis que Dios, mediante ella, hizo que en el espíritu nos volviéramos conscientes de la debilidad de nuestro amor a Él.

Por eso, ¡volvámonos fuertes en nuestro amor a Dios y Él nos iluminará con Luz por donde hasta ahora todo nos parecía tan oscuro! Amén».


Capítulo 44. Adán explica su debilidad

1. Al oír estas palabras, los ojos de todos fueron abriéndose, porque todos empezaron a comprender qué Enoc les quería decir. Estaban contentos de que él entendiera todas estas cosas que a ellos habían resultado incomprensibles. Por eso, con el corazón devoto, me alabaron profundamente por haber concedido tanta sabiduría a un hombre, por haberle mostrado tantas cosas de las Alturas y de las profundidades, y por revelarle su sentido intrínseco para el bien de todos aquellos que me buscaban dentro del verdadero Amor...

2. (Nota bene: También a vosotros os ha sido dado mucho y aún mayor que esto. Pero aun así nadie de vosotros, en su corazón, se ha dirigido verdaderamente a Mí para alabarme con todo amor, sumamente feliz ante tanta Gracia ahora tan abundantemente derramada sobre vosotros... y eso sin lamentarse, en secreto, de que después de su vocación como siervo Mío debe de ser una herramienta de mi Gracia, por poca más recompensa que la que recibirá cada uno de vosotros.

Sólo he despertado a uno como “necio” ante el mundo, para vosotros; para que un día podáis ser admirados por los ángeles... y este uno es mi pobre siervo36, un “necio”, que de condiciones simples vino a vosotros y que estuvo mucho tiempo entre vosotros, pero nadie le reconoció como tal.

Pero este “necio” me buscó a Mí y Yo hice que me encontrara. De modo que le desperté ante vuestros ojos para que se volviera como un animal de carga para vosotros y os traiga un nuevo Pan del Amor de los Cielos... porque éste es un verdadero Pan, un Pan que da Amor y exige amor...

Si tal animal de carga se encuentra en un lugar abandonado sobre un camino fangoso, entonces acudís y con avidez os servís del Pan de su cesto; pero poco os preocupáis por sus pies ni veis que estos se encuentran dentro de un barro espeso hasta encima de los tobillos, por vuestra causa.

Si disfrutáis del Pan y del Agua de la Vida, ¡entonces no dejéis al animal tan bondadoso en su atasco! Aquel que puede, ¡que ayude a liberar sus pies del lodo sin que el mundo se entere! Porque de lo contrario, con el tiempo que aún queréis que quede a vuestra disposición, sus pies se volverán débiles, con lo que apenas ya podrá portar el Pan para vosotros... A no ser que Yo mismo libre al siervo del lodo; pero entonces también me le llevaré allí donde Yo quiero. En este caso, por supuesto, ya no le dejaré con vosotros. Aún tengo muchos hijos, pero pocos de ellos están dispuestos a servirme como “necios”... animales de carga...

Pues, resulta muy cómodo comer el Pan cuando ya está preparado, pero resulta muy pesado ser uncido al arado, como animal de carga, tan sólo por amor y poca recompensa.

Tomad esto a pecho y, dentro de vuestra obediencia, alabadme de todo corazón. Aquel de entre vosotros que ahí procure aplicarse, él nunca perderá ni una pobre moneda. Y vendrá algún día en el que será recompensado, temporal y eternamente. Mientras tanto, el mismo siervo ya le dirá en qué clase de lodo se encuentran sus propios pies... Amén).

3. Después de que todos me estuvieron alabando durante una hora, todos se levantaron y Set tomó la palabra: «Hijos, con la Gracia evidente de las Alturas, nuestro querido Enoc ha quitado un gran peso de nuestros corazones agobiados, y lo ha convertido en delicias y bienaventuranza profundas. Por ello que Dios, nuestro Padre santo, sea alabado eternamente.

Todo esto, por nuestra causa, le fue dado a Enoc en virtud de su suma humildad ante Dios y sus hermanos, y todo lo que él había recibido nos lo comunicó fielmente sin la menor retención. Ante el hecho que ahora en nuestro amor y nuestra alegría por ello estamos alabando a Dios nuestro Padre santo, ¡me parece que no deberíamos olvidarnos de Enoc! Ante el hecho de que él se ha vuelto un hijo predilecto de Dios, ¿por que no iba a ser también un hijo predilecto de nosotros?

4. Sabemos muy bien que todo lo que nos dijo vino directamente de lo Alto. Ahora, teniendo en cuenta que el lugar pisado por nuestro padre Adán y también por Eva nos resulta sagrado, soy de la opinión de que bastante más sensato sería estimar la boca por la que Dios ha hablado tales palabras a nuestros corazones.

5. Oh hijos, ¡tomemos a Enoc en nuestro medio para que ya no tenga que trabajar la tierra dura para conseguir algún mordisco duro! Como Dios, nuestro Padre santo, en su infinito Amor de él ha hecho un preceptor para nuestros corazones carentes de amor, ¡hagamos que nuestros hijos y nuestras hijas trabajen la tierra para él, pues, todos ellos son de constitución bastante robusta, pero sus corazones son tanto más tibios!

6. Tú, querido Enoc, vas a aceptar voluntariamente lo que tus padres te quieren conceder por gratitud a Dios, para que te quede todo el tiempo posible para moldear nuestros corazones conforme a su santa Voluntad.

7. Y ahora, hijos, seguidme a mi choza para que en el nombre del Padre santo nos fortifiquemos con comida y bebida, y después nuestro querido Enoc aún podrá contarnos algo más sobre el Amor».

8. Cuando Set hubo dado las órdenes correspondientes a sus hijos, todos se pusieron en camino hacia la choza de Set que se encontraba cerca de la de Adán. Allí llegados, todos se inclinaron antes ante la choza de Adán y sólo después ante la de Set; luego hicieron una corta visita a los patriarcas y, antes de la comida, pidieron a Adán su bendición... una costumbre tratándose de los presentes, porque para los no presentes pronunciaba una bendición global.

9. Todos estaban ya a punto de marcharse cuando Adán, lleno de emoción, aún tomó la palabra con una voz ya algo quebradiza: «Queridos hijos, y sobre todo, mi querido Set. Yo, vuestro padre Adán, acabo de bendeciros. Id pues para fortificaros con comida y bebida. Pero ved, la madre Eva y yo ya nos hemos vuelto muy viejos y ya no podemos trabajar; pues, siempre he trabajado para dar un buen ejemplo, pero ahora mis fuerzas ya me han abandonado del todo...

10. Cuando fuisteis pequeños yo trabajaba para todos vosotros, con la ayuda del Padre santo, pero ahora ya no puedo hacerlo.

11. Hijos, tengo hambre y sed... De modo que en cuanto os hayáis fortificado, consideradnos también a nosotros, a vuestro padre y vuestra madre, con una pequeña fortificación y, en este sentido, también en adelante no descuidéis de nosotros. Y todo lo que hagáis a vuestros padres, ¡hacedlo por amor!, para que vuestras ofrendas no nos resulten duras ni amargas sino gustosas. Pues, ya no será por mucho tiempo que tenéis que soportar esta pequeña carga porque ya no habitaré mucho tiempo entre vosotros en esta choza, sino que la abandonaré para siempre, cambiándola por otra allá adonde Abel se ha ido.

Por eso, cuidad de nosotros con gusto, mientras que vuestro viejo padre y vuestra madre todavía estén entre vosotros; porque después de los pocos años que quedan y que correrán muy de prisa, vais a echar de menos con tristeza al que ahora en su debilidad os pide comida y bebida.

Bueno, hijos míos, ahora id en el nombre de Dios, acompañados por mi bendición. Y luego no os olvidéis de vuestros viejos padres que también tienen hambre».

12. Al oír estas palabras de Adán, los corazones de los buenos hijos se emocionaron de manera que todos empezaron a llorar y les costó mucho el tranquilizarse.

13. Finalmente se levantó Set, todavía lleno de emoción, y dijo: «¡Padres e hijos! Desde que la Tierra existe y el cielo con sus estrellas, el Sol y la Luna la rodean, nunca una boca humana ha pronunciado una palabra más sagrada de la que ahora pronunciaré... Pues yo, después de Adán el padre de todos vosotros, os digo:

... Antes caerán todas las estrellas del cielo,

... antes al Sol y la Luna les será quitada toda su luz,

... antes todos los mares y ríos se secarán hasta su última gota,

... y antes toda la Tierra se volverá una sola piedra seca; sí, ¡todo esto ocurrirá antes de que nosotros jamás codiciemos el meternos ni un solo pedazo en la boca antes de que nuestro padre Adán y nuestra madre Eva no hubieran sido saciados a cualquier hora del día!

14. Oh, padre y madre, ¡lo mucho que siempre me he alegrado cuando en los mejores tiempos de vuestra vitalidad habías aceptado algo de mí, y cuánto mayor es ahora mi alegría cuando precisáis de nuestro cuidado! Así, finalmente me es concedida la Gracia de poder ir pagando con sumo amor mi gran deuda, aunque sea solamente en una mínima parte... Oh, padre y madre, aceptadlo con clemencia y permaneced entre nosotros hasta el fin de los tiempos, bendiciéndonos...

15. Ahora mismo, Enós y Cainán, id a toda prisa a mi choza para buscar la mejor comida y la bebida más fresca; y a mi mujer Yehá, vuestra madre, le decís que su padre Adán y su madre Eva lo necesitan porque tienen hambre y sed... y que ella también venga aquí, para que haga los mismos votos que hice yo. ¡Id y volved en seguida!».


Capítulo 45. La bendición de Adán sobre sus hijos

1. Y ved, apenas tras cien pulsaciones los dos enviados volvieron con comida y bebida, acompañados por Yehá que estaba llorando. Nada más entrar con todo respeto en la choza de Adán, le dieron todo a Set por ser él el más digno. Este se arrodilló ante Adán y Eva y les entregó lo pedido con el amor más tierno.

2. Cuando Adán vio la buena disposición y el gran amor de sus hijos, antes de dar el primer mordisco alzó sus ojos hacia los Cielos y exclamó: «Oh gran Padre sumamente bueno, ¡qué grande debe de ser tu Amor hacia nosotros los seres humanos tan débiles y desobedientes, porque ya veo una minúscula chispa de tu infinito Amor en mis descendientes, tus hijos –– una chispa cuya suave irradiación llega tan maravillosamente hasta a mí que soy el primer hombre de le Tierra, ahora ya tan viejo y débil!

Oh Padre, ¡desde tu santa Altura mira a tu pobre hijo que cayó, y cuya caída acarreó también la caída de todos sus descendientes! ¡En tu Misericordia bendice también Tú la ofrenda de mis descendientes, tus hijos, para que nos fortifique a Eva y a mí en nuestro continuo arrepentimiento por nuestra desobediencia ante ti, querido Padre! ¡Y bendice también a tus queridos hijos y permite que tu nombre sea alabado eternamente!».

3. Después de estas palabras Adán y Eva se sirvieron con gusto de la comida y bebida ofrecidas, llenos de gratitud hacia Mí y agradecidos a sus hijos. Estos, por su parte, me agradecieron en sus corazones la Gracia de haberlos considerado dignos de que en adelante, con alegría, pudieron cuidar de sus padres.

Ved, ¡éstos fueron hijos del agrado de mi Corazón, como hoy día quedan pocos en este mundo pervertido! Si por lo menos hubiera muchos hijos como estos, ¡entonces Yo ya no resultaría un Padre tan oculto como tengo que estar para tantos, para que no perezcan en su ceguera obstinada!

4. Cuando Adán y Eva se hubieron saciado en presencia de sus hijos que todavía estaban llorando de amor, Adán, lleno de gratitud, tomó la palabra: «Que la Bendición de Dios y mi bendición estén siempre con vosotros y con todos vuestros descendientes. Mientras la Tierra siga siendo la Tierra, vuestra estirpe altamente bendecida continuará hasta el final de todos los tiempos; y los que sean de vuestro linaje recto, en ellos siempre será manifiesta la bendición de vuestro patriarca original –– una bendición que se origina en Dios nuestro santísimo Padre y que se manifestará en todos vosotros como un nuevo Sol naciente del Amor y la Gracia de Dios sobre todos los pueblos de la Tierra que entonces verán la Magnificencia de Dios que descenderá en supremo Amor y suma Bondad, como Vida de toda vida. Amén.

Y ahora, queridos hijos, ¡fortaleceos vosotros mismos con la Bendición de Dios!».

5. Acto seguido Set se levantó y dijo: «Querido padre y querida madre, ante el hecho de que hayáis pasado hambre aunque no sea por más que algunas cuantas horas, no sería decente de nuestra parte si no compartiéramos con vosotros, por amor, esa molestia que no os merecíais. Pues, es culpa nuestra que hayamos acudido tan tarde. Por eso, hoy, ya no vamos a tomar comida alguna, para que de esta manera, en ayunas, podamos alabar a Dios más objetiva e intensivamente.

Te ruego, padre, que aceptes este pequeño sacrificio justo...

En cambio, permite a tu nieto Enoc que en tu presencia nos hable del Amor de Dios, para que luego también puedas bendecir su boca como en nuestra presencia Dios bendijo la boca de tu hijo Abel que ya volvió a la Casa del Señor... Oh padre, ¡consiente mi ruego piadoso!».

6. Con estas palabras de Set Adán se quedó muy conmovido y dijo: «Oh hijos, ¡estáis haciendo más de lo que os pedí! Por supuesto, para hacer el bien nunca se os pondrá límites... Por eso haced lo que os parezca bien, pero no en mi nombre sino siempre en honor de Dios...».

7. Dirigiéndose a Enoc, Adán continuó: «Y tú, querido Enoc, bendecido por mi querido Abel que te bendijo como predicador del Amor, sé también bendecido por mí en todo tu linaje del cual un día para todos los pueblos surgirá un gran Predicador que con la Palabra de Vida eterna anunciará a los hombres el Reino de Dios.

¡Y ahora, habla con tu lengua bendita! Amén».

8. Ante esta invitación, Enoc se quedó muy contento y me lo agradeció desde el fondo del corazón. Luego besó a Adán los pies y a Eva el vestido, rogando al patriarca que le impusiera las manos para que de esta manera su débil lengua se volviera digna para pronunciar palabras del Amor ante aquellos oídos que en su tiempo las habían oído por la boca del eterno Amor mismo... oídos benditos a los que la Voz de Dios había hablado con tanta frecuencia...

9. Pero después de haber cumplido con lo que Enoc le había pedido, Adán le dijo: «Querido Enoc, formulaste tu petición de una manera agradable a Dios y a mí, y es así como tú lo dijiste. Aun así hay algo que no era decente que lo pensaras y menos aún que lo pronunciaras: lo de aquel a cuyos oídos, en su tiempo, la voz del santo Amor de Dios habló palabras de sumo Amor, pero todas en vano...

10. Ve, querido Enoc, como a todos vosotros, también a mí me incumbe reconocer mis propias faltas ante los ojos de todo el mundo y humillarme ante Dios y toda la Tierra. Pero ¡ay de aquel que quiera rebajar el nombre de su hermano y quitarle el honor que Dios mismo le ha dado!

De modo que tal honor es una propiedad de cada uno otorgada por Dios, y nadie tiene el derecho de atacar tal propiedad sagrada mediante la lengua ni la mano; sino que cada uno tiene el derecho de humillarse ante Dios y la Tierra, es decir, ante sus hermanos adultos –– excepto los de la minoría de edad, para que esta no se sienta molesta ni se vuelva soberbia.

11. Que esto os sirva de buena enseñanza. Y a mí me servirá de sosiego mediante el cual estaré en buenas condiciones para recibir palabras de Dios por la boca bendita de Enoc. Porque una cosa es si un hermano habla al otro sobre la Tierra, la Luna, el Sol y todas las demás estrellas –– todas cosas que fueron creadas por mi causa y también por la vuestra... pero otra cosa es cuando un hermano habla al otro palabras de Dios sobre cosas de Dios, porque éstas nadie puede ni debe oírlas antes de haberse rebajado ante la Santidad de Dios que juzga todo.

12. Pero aquel que se imagina que el hermano con su lengua bendita habla palabras de sí mismo y no de Dios, él provocará su propio juicio; porque en su vanidad se imagina que él sabe hablar igual de bien y que Dios podría hablar por la boca de cualquiera –– sin necesidad de que sea precisamente por la boca de Enoc... ¡Pero ahí yo, vuestro padre físico y procreador de vuestra alma que se origina en Dios, os digo que este está muy equivocado!

Mirad las incontables estrellas del cielo... Si os fijáis bien, veréis que ni dos de entre ellas tienen la misma luz. A Dios le da lo mismo cuidar de un átomo o de un Sol, y alimentar a un mosquito o a un mamut; pues, cuando uno tiene en abundancia, de ello puede dar mucho y poco con la misma buena voluntad y el mismo amor: A aquel que precisa de mucho le puede dar mucho y al que necesita poco ya le puede satisfacer con una pequeña dádiva.

Enoc recibió una lengua bendecida con Amor y un corazón bien iluminado. ¡Con lo que también dé lo que recibió! Y como le llegó el Amor del Padre, que también lo distribuya a los demás... ¿Quién jamás podrá dudar de Quién Enoc recibió semejante Bendición, si su propia lengua tiembla de tanto Amor que transmite?

13. Por eso, Enoc, ¡habla y fortalécenos, a tus padres, con la abundancia de la Gracia que recibiste de Dios! Amén».


Capítulo 46. La venida del Señor

1. Antes de tomar la palabra, Enoc me ofreció íntimamente su corazón y, lleno de amor, me rogó por la Gracia que le fuera permitido hablar ahora de mi Amor y de la Santidad de mi nombre tan sumamente sagrado.

2. Enseguida consentí en lo que me había pedido, dando un timbre a su voz que sonaba como el mineral más puro. De esta manera pronunció un discurso lleno de dignidad y dulzura como antes y después de él jamás lengua alguna había pronunciado de manera parecida, a no ser más tarde en la época de Moisés y de todos los profetas que también hablaban con la misma lengua de Enoc, inspirados por el mismo Espíritu. De modo que Enoc dijo:

3. «Oh, padres, nos ha llegado la gran Gracia de Dios nuestro Padre santo como un soplo de aire fresco que se ha levantado en la mañana lejana... Pues sí, ¡el santo y eterno Padre se encuentra entre nosotros!

Tú, nuestro patriarca Adán, tal vez me dirás: “Oye, Enoc, ¡esto no es posible, porque el mismo Señor me había dicho: ‘A Mí ya no me veras, sino que te mandaré un ángel para que te guíe y te ponga a prueba hasta cuando me parezca bien!’”. Pero ahí, padre Adán, considera lo siguiente: Pongamos por caso que una mujer débil en una mañana espléndida haya enturbiado el semblante radiante de su marido que la ama profundamente, porque ella, tras haber salido el Sol que con sus rayos ya estaba bendiciendo la Tierra de Dios, ya no quiso seguirle al dormitorio para allí recibir la Bendición de Dios...

Al observar semejante desobediencia en el asunto del amor, el marido dice: “Mujer, ¿qué voy a hacer de ti, dado que desprecias la Gracia y la Fuerza de Dios que hay en mí y te sublevas contra la Bendición de Él? Ve, para dar satisfacción a la Santidad de Dios en mi fuerza, voy a abandonarte y no te tocará bendición alguna hasta que el Sol no te haya mirado siete mil veces, siempre encontrándote envuelta en las lágrimas de tu arrepentimiento. Entonces, en lugar de venir yo mismo, mandaré a alguien para que te bendiga en mi nombre; y sólo cuando estés totalmente cambiada, volveré a mirarte desde lejos, para ver si te has vuelto digna de que te toque con mi fuerza llena de Bendición.

Vivirás acordándote de mí, y en tu campo crecerán cardos y espinos; pero tus entrañas serán privadas del semen que produciría un vástago de Dios”.

4. Tras este dictamen el marido se dispone a marcharse. La mujer, viendo que él con toda seriedad pasa a los hechos, se echa al suelo lamentándose de su mala suerte y de su desobediencia imperdonable ante la Fuerza sagrada de Dios en su marido, revolcándose en el suelo, llena de tristeza.

Viendo esto, el marido se dice: “Ella está realmente arrepentida de su pecado y no sabe qué hacer a causa de mi dureza que no es sino un emisario protector para la Fuerza sagrada de Dios que me está inherente. Pero ahora, ante el clamor de ella, la voz de mi emisario se enmudece... Por eso, en mi corazón, voy a romper con la palabra de mi dureza... voy a hacer caso a mi amor tan sumamente indulgente y me dirigiré a ella antes del tiempo, para consolarla y abrazarla. De modo que voy a secarle las lágrimas y volveré a admitirla como esposa”.

5. La mujer, con su cara hinchada por la humedad de sus lágrimas, sólo poco a poco se vuelve consciente de la gran misericordia de su marido. Finalmente se levanta y, llena de felicidad, se dirige a él.

Pero este le habla a la conciencia: “Mujer, estás sorprendida de que yo esté faltando a mi palabra... Te digo que mi amor ha hecho que rompa con ella; pues, mi dureza tiene compasión de ti porque mediante tu arrepentimiento tu misma la ablandaste sobremanera... de modo que vuelvo antes del tiempo indicado para recibirte, de nuevo, en mi corazón”.

6. Oh padre, ves, tal como este marido por el gran arrepentimiento de su mujer olvidó la dureza, y por su gran amor a ella faltó a su propia palabra, así también Dios nuestro Padre santo, por sumo Amor, faltó ya muchas veces con su Palabra y no cumplió con su dureza justa... ¡Porque para los arrepentidos su ira es la de una paloma, mientras que su Amor es como una fuente inagotable que continuamente alimenta el mar!

7. Oh padre, y también tú, madre Eva, ¡alzad vuestra vista y ved al gran Santo que está con nosotros! Sí, ¡ved al amoroso Padre entre nosotros, sus hijos –– nuestro Padre que por Amor ya faltó tantas veces a su Palabra!

8. Mi plática terminó, y que ahora hable Aquel que me puso las palabras en la boca; porque ante Él mi lengua se detiene.

9. Oh Padre santo, en tu gran Amor, ¡di Tú mismo el gran Amen!».

10. Y ved, tal como Enoc lo anunció, tal sucedió. De modo que Yo mismo, visible a todos, pronuncié el gran Amen. Cuando me vieron, todos se echaron al suelo, y con los corazones contritos me rezaron a Mí, su Padre santo.

Nadie se atrevía a alzar la vista; pero Yo los llamé a todos por su nombre, ordenándoles que levantasen las cabezas para que vieran y reconocieran a su Padre santo.

Todos hicieron caso. Adán me reconoció y quiso hablarme, pero su gran amor hizo que su lengua se paralizase.

11. De esta manera me quedé bastante rato entre ellos. Por miedo y a la vez por amor, nadie pudo pronunciar ni una sola palabra. Como semejante timidez y desaliento me dieron pena, les soplé valor y fuerza para que pudieran soportar el vigor de mi voz y pudiesen asimilar el sentido sublime de las palabras pronunciadas por boca del eterno Amor que emanaron parecidas a una gran marea de la Fuente eterna de todo lo que existe y de lo que existirá.

12. Cuando de esta manera todos sus sentidos fueron fortalecidos y por eso también su alma y su espíritu, entonces Adán se levantó y, con todo el apoyo de sus hijos, dijo lleno de amor y de confianza sumisa: «Oh Padre santo que eres el eterno Amor mismo; a pesar de que todos nosotros estamos repletos de pecados, en tu Misericordia nos has mirado benignamente y lleno de Amor... Por eso yo, un pobre siervo del pecado, en mi nulidad infinita ante Ti me permito preguntarte con el corazón temblando: Padre santo, ¿dónde habrá en todos nosotros una sola fibra ínfima que todavía sea digna de decir con júbilo que viniste a nosotros por no estar pervertida?

13. Ante el hecho de que incluso todos nuestros cabellos se han vuelto pervertidos, y se volvieron inútiles hasta las ínfimas fibras de nuestra vida, por favor, revélanos benignamente qué puede haber motivado a tu Corazón el que te rebajaras hasta nosotros que somos unos indignos...

14. Padre santo, no tomes a mal nuestra pregunta contrita; sino como siempre también ahora: ¡Que se cumple tu Voluntad!».

15. A estas palabras de Adán de nuevo todos se echaron al suelo y me adoraron con un amor profundo. Y Yo me acerqué a ellos y les abrí sus ojos y sus oídos.

16. Sólo entonces dirigí las palabras siguientes a sus corazones:

17. «¡Oídme, hijos! –– Así habla Aquel que os dio un alma inmortal y un espíritu vivo surgidos de Mí, para que reconozcáis mi gran Amor para con vosotros... para que algún día os pueda dar la Vida eterna –– un resultado de vuestro amor para conmigo y mi Amor para con vosotros... Y esto en cuanto la gran deuda del Amor haya amortizado esta deuda ante la Santidad –– en una época que Yo aún determinaré... Tal como Yo os creé en mi gran Misericordia, también prepararé esa época en el seno de mi Amor.

18. Tal como Yo ahora soy un Espíritu de la Gracia entre vosotros, entonces seré un hombre entre los hombres, lleno del supremo Amor.

Vosotros ahora sois conscientes de que Yo, vuestro Padre, he venido a vosotros como supremo Espíritu eterno de toda Fuerza y todo Poder; pues, sois conscientes de Quién es El que ahora os está hablando... pero para entonces vuestros hijos no me reconocerán tan fácilmente, porque Yo me encontraré entre ellos como un pobre hermano... Y me perseguirán y maltratarán, finalmente haciéndome lo mismo que Caín hizo a Abel...

Pero tendrán dificultad en matar al Señor de la Vida; además, mi muerte aparente servirá para la Vida eterna de todos los que crean que soy Yo Quien ha venido a ellos como Salvador, lleno del Poder del Amor para amortiguar la deuda de vuestra culpa con la que cargasteis a causa de vuestra desobediencia –– aquí en toda la Tierra y en todas las estrellas, porque también en éstas hay hijos que en tiempos primordiales surgieron de ti37, Adán. Pero también allí para los incrédulos y obstinados de ellos, en su maldad y egoísmo, esta culpa les resultará en un juicio eterno, es decir, en una muerte eterna.

19. De modo que vendré siete veces; pero la séptima vez vendré en el Fuego de mi Santidad. Y ¡ay de aquellos que entonces todavía sean impuros, porque para ellos no habrá sino el fuego eterno de mi ira!

20. Una primera vez vine al principio del mundo, para crear todas las cosas por vuestra causa y por la mía.

Y pronto volveré en forma de grandes diluvios, para limpiar la Tierra de la peste; porque sus honduras se me han vuelto una contrariedad, dado que están llenas de lodo como consecuencia de vuestra desobediencia. De modo que vendré por vuestra causa para que no perezca todo el mundo sino para mantener un linaje cuyo último retoño seré Yo mismo.

21. La tercera vez vendré de manera repetida, como ahora, a veces visiblemente y otras veces tras la Palabra del Espíritu, para preparar mis caminos.

Por cuarta vez, en el gran tiempo de los tiempos, vendré encarnado, en una época muy conflictiva.

Y pronto después, por la quinta vez, vendré en el espíritu del Amor en toda Santidad.

Una sexta vez vendré íntimamente a cada uno de los que en su corazón alimentan un gran anhelo por Mí, y seré un guía de todo aquel que lleno de amor y de fe se deje llevar por Mí en el camino hacia la Vida eterna. Entonces ya me quedaré lejano del mundo; pero aquel que sea aceptado, vivirá y mi Reino estará siempre con él.

22. Y al final vendré otra vez. Pero esta mi última Venida será continua –– de una manera u otra...

23. Comprendedme bien: ¡Continuad en el amor, porque este será vuestro salvador! ¡Amadme sobre todo, porque esto os dará una Vida eterna! ¡Pero amaos también mutuamente, para que os sea condonado el juicio!

¡Que mi Gracia y mi Amor estén siempre con vosotros, hasta al fin de todos los tiempos! Amén».

Acto seguido al pequeño grupo se le cerró la visión espiritual.


Capítulo 47. La grandeza y la profundidad de la Palabra de Dios

1. Cuando todos se hubieron serenado, Adán se levantó y dijo a la pequeña asamblea: «Bien, hijos, ¿lo visteis y oísteis vosotros mismos? Sí, ¡acabáis de ver al Señor de la eternidad, al Dios de la infinitud –– a nuestro Padre santo tan lleno de Amor, y acabáis de oír el timbre de su voz tan sumamente dulce!

Sí, ¡es Él, tal como era cuando yo le vi, antes de que le hubiera visto cualquier ojo mortal que ahora lleva la triple venda de la noche! Su voz sigue siendo la misma, llena de Poder y de Fuerza... Y obedeciéndole en respeto ilimitado, Soles y mundos abandonaron su nada para volverse así como ahora son y donde sea que se encuentren... Sí, por la voz de Él incluso el mayor espíritu más poderoso se volvió lo que es ahora: un gusano impotente en el polvo de la Tierra, ¡aquí, delante de vosotros!... Porque yo mismo he sido puesto en el lugar de él como criatura miserable, mala, ingrata y desobediente –– todas características mías...

2. Oh hijos, ¡ved la gran bondad de nuestro Dios que es nuestro Padre santo tan lleno de Amor! –– Ved: Aquel gran Espíritu cuyo sitio ahora estoy ocupando yo, un débil hombre hecho de barro, fue predestinado a ser un hermano del eterno Amor del Padre; pero la desobediencia egoísta arrastró a este gran espíritu aquí a una nulidad infinita. Como dentro de esta nuestra nulidad jamás ya nos será posible acercarnos sólo por un palmo dignamente a la Divinidad, Él, para atraernos más cerca a Él, va a proyectarse al ámbito de nuestra nulidad, para dar a esta nulidad más de lo que la mayor espiritualidad jamás podría abarcar: pues, para nosotros que no somos sino unos gusanos, no quiere solamente ser un Dios y un Padre santo, sino que quiere volverse un hermano poderoso nuestro, aunándonos con Él en la Vida eterna.

3. Oh hijos, ¿quién jamás podría percibir semejante Amor infinito? –– ¿Dónde está el corazón que en su arrebato de amor pudiera soportar tan sólo una mínima parte de tal Amor que puede arrastrar al gran Dios y Padre a descender a nosotros, a tener tanta Misericordia de nosotros que finalmente, por su gran Amor, incluso se viste con nuestra nulidad?...

4. Os digo, hijos, que mi pasión empieza a paralizarme la lengua; por eso, Enoc, ahora continúa tú, que eres un orador bendecido por Dios... ¡Continúa, pues, ahí donde yo he terminado y háblanos del gran Amor del Padre santo!».

5. Enoc me lo agradeció e, inclinándose ante Adán, dijo con todo corazón:

6. «Ante semejante aparición, ¿cómo voy a atreverme hablar la Palabra de la gran Gracia de Dios ante los que Él hizo que surgieran de ti y que, conforme las leyes de la naturaleza, se volvieron mis padres?».

7. A eso los padres me alabaron en voz alta porque Yo a Enoc le había dado un corazón tan humilde. Y ante semejante humildad de Enoc, todos le animaron a hablarles del Amor de Dios.

8. Sólo entonces Enoc tomó la palabra y dijo:

9. «¿Pero qué puede producir la lengua débil de un hombre mortal limitado en un lugar tan sagrado donde poco antes el Amor y la Sabiduría eternos han hablado palabras tan significativas a nuestros corazones?

10. ¿Qué vale nuestra palabra más sublime ante su Palabra más ínfima que sería suficiente para crear una infinitud de cosas, grandes y pequeñas, para llenar con ellas el eterno espacio de su Voluntad, mientras nuestras pláticas más sublimes no son capaces ni de interferir en el orden impuesto a un solo átomo?

11. Ved, padres, tomando esto en cuenta, ¿no deberíamos tener la sensación de estar sobre ascuas, sobre todo yo como orador?

12. ¡Imaginarse que fue Dios mismo Él que como eterno Espíritu poderoso nos habló palabras sublimes que tal vez nunca asimilaremos!... Pues, aquello que de por sí no es sino nada, ¿cómo podría percibir la eterna Personalidad de Dios y asimilar el espíritu eterno de una Palabra pronunciada por la boca santa de Él? Pues, todos sabemos muy bien de las muchas palabras que el eterno Amor y la Sabiduría tuvieron que ser pronunciadas para crearnos a nosotros y todo el universo infinito de una manera para que nos resulte perceptible...

13. Tomando esto en cuenta, y para hablar de la infinita Gloria de Dios, ¿dónde deberíamos empezar y dónde terminar?

14. ¿Podríamos hablar de una mota de polvo que en nuestra choza flota en el aire, sin saber cuál de las motas es la primera para empezar con ella? ¿O, acaso, podría haber alguien que sabría cuál era la última, para que él alabase al Dios eterno, empezando por ésta?

15. Oh padres, si dentro de nuestra pequeña choza ya nos vemos incapaces a descubrir y apreciar la primera mota de polvo para agradecer a Dios la comprensión de la última, ¿por dónde vamos a empezar cuando salgamos de nuestra choza y veamos la diversidad infinita y el sinnúmero de todas motas de polvo que existen en nuestra Tierra?

16. Aun así tenemos que reconocer que todo esto ante Dios sigue siendo algo ínfimo. Y a pesar de ello, si se tratara de descubrir el Orden y la Perfección divinos en una sola mota de polvo38, esta empresa nos mantendría ocupados durante una eternidad...

17. Ya veis, padres, que tal mota de polvo minúscula ya resulta demasiado extraordinaria para nosotros... ¡Qué grande tiene que ser el conjunto de la infinita diversidad de su orden! Aparte de Dios, ¿acaso podría haber ser alguno que pudiera asimilar la Sabiduría eterna del Padre santo en todo ello?

18. Y siendo así, ¿qué vamos a decir al contemplar la Tierra y todo lo que existe sobre ella, y más aún sobre todas las grandes estrellas? ¿Y qué podríamos decir sobre nosotros mismos –– sobre nuestra naturaleza, ahora y en nuestro origen? Y a pesar de ello, ¡todo esto es producto de una simple Palabra por boca de Dios!

19. Ante nuestros ojos, oídos y corazones, ¡cuántas veces el mismo Padre santo ya ha pronunciado el “¡hágase!” todopoderoso, llenando la infinitud con infinidades!

20. La eternidad nunca lo asimilará y la infinitud es demasiado pequeña para abarcar todo aquello que acabamos de oír por la boca tan sumamente santa... Nosotros somos incapaces a asimilarlo; pero cuando un día venidero conforme a los designios sumamente sagrados de Dios todo esto se realice, entonces incluso el cielo y la Tierra tendrán que volverse infinitos. Y el polvo de la Tierra y la misma infinitud tendrán que ser ensanchados infinitamente, antes de que nosotros comprendamos tan sólo una mota de polvo de todo lo que el Padre santo ha designado para volverse un Hermano santo de nosotros.

21. Ahí, padres, veis la grandeza y la profundidad que hay en Dios... Y después de haber pronunciado Él su divina plática como consuelo nuestro, ¿cómo voy a atreverme yo, un pobre gusano en el polvo, a aclararos sus palabras consagradas a un nuevo cielo y no a esta Tierra limitada?

Nosotros no podemos sino amarle... Amar a Aquel que es santo, eternamente santo...

Lo único que podremos percibir es la noción de poder amarle cada vez más... amar a Aquel que es el eterno Amor mismo... Amén».


Capítulo 48. La Bendición divina sobre la Tierra

1. Después de haber presentado su plática en su disculpa, íntimamente Enoc me dio las gracias por haberle puesto estas palabras sublimes en la boca y luego, de nuevo, se inclinó ante Adán y todos sus padres. Todos ellos dijeron amén y abrazaron al joven por lo demás algo tímido; pues, nunca le gustaba exponerse ante nadie. Pero tanto más valor tenía para

... amarme a Mí en la humildad ilimitada de su corazón,

... hacer caso a sus padres en su amor juvenil para con ellos,

... agradecerme lleno de amor y de plena confianza la Gracia de que Yo hubiera despertado entre ellos un portavoz de Amor.

2. Luego Set agradeció al padre Adán la bendición de la lengua de Enoc, y ante todos los otros aún me rogó a Mí que, hasta el fin de todos los tiempos, la lengua bendita de Enoc pudiera continuar para con todos los descendientes de este linaje principal de la humanidad.

3. Tras el amén de todos Adán aún bendijo el deseo de Set y le dijo: «El Señor siempre será fiel a sus grandes promesas –– hasta al fin de todos los tiempos. ¡Que también todos nuestros descendientes le sean fieles hasta al fin de todos los tiempos!

4. Ahora, hijos míos, os bendigo en el nombre del Padre tan sumamente santo. Volved a vuestros hogares para el descanso de vuestros miembros, vuestra alma y vuestro espíritu en Dios...

Tú, Set, no te olvides de tu padre, siempre tráele los alimentos necesarios. Y mientras yo viva, que Enoc habite conmigo en mi choza y que coma de la misma bandeja que yo... Y, a cambio, que siempre esté preparado para servirme a mí, a todos sus padres, hermanos y hermanas en el ámbito del Amor del Espíritu de Dios...

Ahora id y cumplid con lo que os acabo de decir».

5. Todos se despidieron y se fueron a sus chozas. Set y su mujer cumplieron con su obligación, y Enoc se fue a su cabaña poco vistosa para buscar su lecho y para llevarlo a la choza de Adán donde la anciana madre Eva le ayudó a prepararlo lo más cómodo posible.

Poco después se presentaron Set y su mujer, felices de poder traer comida y bebida para sus padres y para el querido Enoc que les parecía como un lucero del alba.

6. Cuando la cena se acabó, después de la oración de acción de gracias, Adán se dirigió una vez más a Set: «Tú sabes que mañana es el sexto día de la semana, con lo que pasado mañana será el día sagrado de descanso en el nombre del Señor. ¡Que a la hora del sacrificio vosotros y todos los descendientes que el Señor me ha dado de tu linaje os reunáis aquí!

7. Esto habrá que indicárselo mañana, como también a aquellos que han buscado a sus mujeres en las profundidades, para que se purifiquen antes de pisar el lugar sagrado sobre el cual ha flotado el eterno Espíritu del Amor y de la Sabiduría en la plenitud de toda Verdad, de toda Fuerza y de todo Poder... Allí, por boca de Enoc, recibirán una nueva enseñanza que viene de Dios –– una enseñanza que beneficiará a sus corazones como también lo hizo a los nuestros.

De modo que ahora, querido Set, te he comunicado todo lo esencial; todo lo demás mañana te lo revelará tu corazón. Amén».

8. Antes de acostarse, un poco tímidamente, Enoc pidió a Adán que le permitiera hacerle una pregunta.

9. Conmovido ante semejante humildad, Adán le abrazó y le besó. Llorando lágrimas de alegría, dijo: «Oh Padre santo tan sumamente bueno, ¡qué fruto más maravilloso me diste mediante Set, el que ahora ocupa el lugar de Abel al que hemos llorado tanto!...

Abel fue un héroe delante de Ti y de mí, ¡pero el fruto de Set es como la miel más dulce de tu mañana eterna!

10. Eva, ¡mira los tesoros con los que Dios nuestro Padre nos está enriqueciendo!».

Y ella le respondió: «¡Yo no puedo sino llorar ante semejante Gracia y Amor! Porque no lo merecemos; pues, dentro de mi gran alegría siento a la vez la gran carga que el mundo sufre por mi culpa... Oh Caín, oh Caín, ¿por qué tenías que volverte una maldición para la Tierra? ¡Este pensamiento siempre me paraliza la lengua, y mi alegría siempre se encuentra envuelta en las espinas del zarzal que, en el paraíso, absorbió mi primera lágrima! Oh Adán, ¡déjame que llore y rece!».

11. «Mujer, ¡cálmate!», le respondió Adán, «¡y deja que Dios cuide de nosotros!».

Y, dirigido a Enoc, continuó: «Y tú, querido Enoc, descúbreme tu corazón y dime lo que te preocupa».

12. «Oh padre de mis padres, ¡bendice mi lecho que ahora se encuentra en tu choza, para que también mi alma pueda descansar bien allí donde nuestra gran madre ya ha preparado todo para el mejor descanso de mi cuerpo físico!

13. Porque cuando descansa el cuerpo, también el alma tiene que tener paz; de lo contrario el cuerpo no descansa bien y el espíritu no puede aprovecharse para practicar la introspección. Pues, tal como el descanso mediante el sueño es un alivio que Dios concede al cuerpo a través de su naturaleza, la paz del alma es el calor plácido interior del eterno Amor que produce esa esencia de la cual se forma y perfecciona el espíritu, para que este un día se pueda volver un verdadero recipiente para el Amor y, por consiguiente, para la Vida que emana de Dios.

14. Oh padre de los padres, ahí ves que tengo motivos muy fundados para pedirte la bendición de mi lecho...

Porque no hay nada en el mundo que no surja de la Vida y que no vuelva a llevar hacia la Vida, señalándonos los caminos de la Salvación mediante la Compasión del eterno Amor y de la Gracia ilimitada.

¡Pero que los hombres nunca se olviden de bendecirlo antes con su amor para con Dios!... las apariciones, la noche, el lecho, el descanso y todo lo que tiene que ver con ello. Entonces, durante el sueño, las visiones revelarán al espíritu del hombre puro fielmente las Obras del Amor, con lo que le resultará muy fácil su autognosia. Pero aquel que haga caso omiso de la bendición del lecho, él se parecerá a un ciego y sordo, pues, el Amor y la Vida harán caso omiso de él.

15. Si yo dentro de lo pequeño no percibo lo grande, y dentro de lo grande no percibo lo infinito, ¿cómo podría percibir, dentro de la infinitud, el eterno Amor y la Sabiduría, el Poder y la Fuerza ilimitados de Dios?

16. Por eso, oh padre de mis padres, da a mi alma la paz, bendiciendo mi lecho, para que pueda reposar en el Amor de Dios y para que después pueda dar testimonio vivo de la gran Gracia».

17. Nada más haber oído este ruego, Adán enseguida se dirigió a bendecir el lecho de Enoc tres veces. Y cuando volvió, dijo: «Enoc, he hecho lo que me pediste.

Pero si tú precisas de tal bendición, esta sería también conveniente para todos los demás, incluso para mí. ¿Pero quién podría bendecir mi lecho?».

18. «Oh padre de mis padres, las montañas rebosan de tu bendición, y tu lecho ya está bendecido por Aquel que te bendijo ya antes de que cualquier ojo humano hubiera dirigido su vista hacia las moradas sagradas del Padre santo.

Si el gran Padre ya bendijo todo lo que te ha dado, ¿no vas acaso a esperar que yo te lo bendiga, ante el hecho de que yo no soy sino una ínfima parte de tu bendición que originó en Dios?

19. Pues, la misma Tierra fue colocada bajo tus pies, como testimonio de la abundancia de la Bendición que te era concedida... Y por la misma razón tu lecho ya está más que bendecido... ¡Por eso no hace falte que te preocupes por algo por lo que el Señor ya se ha preocupado antes de que el Sol hubiera iluminado la Tierra!

20. El que no tiene nada, ¿cómo iba a dar algo a aquel que mucho antes ya recibió todo de Dios?

21. Mira, yo no recibí sino Amor, con lo que tampoco puedo dar sino amor; mientras que la Bendición te fue dada únicamente a ti –– y nosotros mismos somos tu bendición... Por eso, ¡descansa en la paz de tu alma que recibiste de Dios!».

22. Adán le dio tres besos y dijo: «Mi querido Enoc, ¡así también habló mi hijo Abel, cuando en la huida del paraíso me llevó en sus hombros, junto con mi bendición, para devolvérmela fielmente en el país Euchip!

23. Cuanto más te escucho, tanto más familiar se me vuelve el timbre de tus palabras, y tengo la sensación de oír la misma voz de mi querido Abel... Aunque no se trate del mismo cuerpo físico, ¡pero tu estilo, tu hablar, tu amor y tu espíritu son idénticos a los de él!

24. Oh Señor, la Tierra será habitada por los hombres apenas diez veces lo que yo la habré habitado y lo que todavía la habitaré en cuerpo físico, conforme a tu santa Voluntad. Y aun si viviera hasta al final, no podría haber Bendición mayor para mi corazón que si Tú, Jehová, me devolvieras a mi Abel... Pero incluso este deseo cuya realización siempre parecía irrealizable, ¡ahora se ha cumplido de manera más que milagrosa! Oh Señor, ¡acepta mi gratitud más profunda!

25. Ves, madre Eva, ¡no preparaste en vano con tanta alegría el lecho de Enoc, porque aquel al que lloraste durante seiscientos años nos ha sido devuelto en Enoc! Mira: Él nunca morirá, sino que volverá allí desde donde vino, tal como está ahora... ¿Acaso no será así, Enoc?».

26. «Sí, padre Adán, mi carne procede de Eva, mi alma procede de ti, y mi espíritu procede de Dios. ¡Cómo no iba a ser Abel o tu semen bendito, dado que mi espíritu tanto como él de Abel es exactamente el mismo Espíritu de Dios! Por eso, descansa en la paz de tu alma –– y también tú, madre Eva».


Capítulo 49. La oración matutina de Adán y Enoc

1. Absortos en su felicidad, los tres se fueron a descansar.

2. Conforme a vuestro concepto del tiempo, durmieron hasta la tercera hora de la mañana, cuando una brisa agradable los despertó. Después de que cada uno en su corazón se hubiera entregado a una oración íntima, Adán aún rezó en voz alta ante Enoc y Eva:

3. «Padre santo, en tu nombre lleno de Poder, Fuerza y Magnificencia: ¡Me es concedido entrar en un nuevo día ante tu Semblante!

Oh Señor, haz que durante todo este día piense y actúe de tal manera que al anochecer la brisa haga que salgan mis palabras: “Adán, ¡alégrate!, porque no apartaste tu ojo del Semblante de Jehová, y tus pies no erraron el camino hacia el eterno Amor... E igual que el Sol pasó silenciosamente por el firmamento irradiando calor, igual tu corazón siguió tras la brisa suave del eterno Espíritu”.

4. Oh Padre, que nunca apartaste tu Semblante de mí, ¡no lo apartes tampoco hoy ni en toda la eternidad!

5. Oh Señor, que de los caminos en los que andaré hoy tu Amor me retire cualquier piedra39 sobre la cual mis pies podrían resbalar, para que no me caiga... y que no me atropelle ni me dañe, porque si no, ya no podría andar con rectitud en tus caminos...

6. Oh Señor, por la mañana cuenta mis cabellos40 para que por la tarde no me falte ni uno solo; y verifica también cada una de mis gotas de sudor, para que por la tarde ninguna de ellas sea considerada impura...

7. Oh Señor, bendíceme, para que confortado por Ti en tu santo nombre hoy y en adelante pueda bendecir a los hijos que me diste...

8. Oh Padre, sumamente santo, ¡atiende mis pobres ruegos en el nombre de todos tus hijos y de toda criatura! Amén».

9. Terminada su oración devota, Adán se dirigió a Enoc que todavía estaba rezando silenciosamente: «Mira, Enoc, acabo de rezar en voz alta ante vosotros y noto que he recibido una gran fuerza para bendeciros digna y eficazmente.

¡Mi primera bendición sea para ti mismo!

Y ahora, ya que estás bendecido, levántate y pronuncia tu oración ante Dios y ante mí en voz alta, para que también yo y la madre Eva podamos deleitarnos en la aurora suave de tu corazón repleto de amor».

10. Enseguida Enoc se levantó y, agradeciéndome a Mí y a Adán la bendición recibida, pronunció la siguiente oración:

11. «Oh gran Dios, Padre sumamente santo y eterno Amor lleno de suma Misericordia y Gracia... Sé muy bien que sólo consideras la palabra del corazón y que no haces caso al sonido producido por la lengua ni a los gestos producidos por la carne, pero conforme al deseo de tu hijo Adán voy a servirme de mi lengua para tu elogio.

12. Oh Padre santo, anoche me acosté como un niño débil en el lecho bendecido y esta mañana me desperté lleno de tu Misericordia.

13. ¿Quién podría sondear la grandeza de tus actos de Amor infinitos con los que me colmaste? Ay, ¡si tan sólo pudiera asimilar el más mínimo de ellos!

14. ¿Qué es el hombre ante Ti, para que Tú te acuerdes de él –– Tú, ante cuyo aliento más suave las eternidades se escapan como los copos de nieve ante la tormenta más violenta?

15. ¡Que grande e inconmensurable tiene que ser tu Amor para que el hombre débil todavía pueda subsistir ante Ti, dado que dentro de su amor y humildad imaginarios ante Ti está todavía lleno de ingratitud!... Pues, ¡nunca podrá ponderar su gran deuda y propia nulidad ante Ti!

16. Oh Padre santo, desde tu Altura infinita mírame con Indulgencia y acepta mi amor tan imperfecto para contigo; pues, aunque reuniera en mí el amor de todos mis hermanos y padres, ¡qué pobre resultaría todavía!

17. Para Ti los universos no significan más que gotas de rocío... De modo que acepta este débil e imperfecto amor para contigo, ¡porque es todo lo que te puedo ofrecer! ¡Y fortifícame más y más, conforme a tu Misericordia! Amén».


Capítulo 50. Enoc observa al cielo estrellado

1. Cuando Enoc hubo terminado su oración, Adán alabó mi nombre por el don del oído y la luz de los ojos, aptos para dar al corazón humano testimonio de las grandes obras de mi Misericordia. Y también me agradeció los demás sentidos, por ser una gran bendición por parte de la mano altruista de mi Amor. Y Enoc estaba absorto en los mismos pensamientos.

2. Luego Adán le dijo: «Enoc, lengua elegida por el eterno Amor de Dios, ve, antes te he llamado “Abel”... ¡Pero con esto fui injusto ante ti e ingrato ante Dios! Porque mira: Abel fue mi primer hijo bendecido que Dios me había dado, con lo que fue el hijo predilecto de mi corazón... una herramienta fiel en la mano de Dios que me había sido dada para mi salvación... Pero a ti el Señor te mandó a mí posteriormente ––como un ungüento fortificante–– para que hasta la herida que Caín produjo en mi corazón se cure en mis últimos días...

3. Si fueras únicamente el alma de Abel en tu envoltura de Enoc, entonces tampoco serías más que el mismo Abel –– igual que mi querido Set al que el Señor me puso en el lugar de Abel... Pero en ti el Señor despertó su Amor y lo colocó en el semen de Jared, para que te volvieras un fruto puro del Amor, para que a todos tus padres y hermanos pudieras señalar el camino suave del Amor, y para que pudieras demostrar que el Amor es más que toda nuestra sabiduría que puede fallar, mientras que el Amor es capaz de convertir el barro del mar en montañas...

4. Oh Enoc, mi querido Enoc, ¡acércate a mi pecho de padre, y permite que te ame y bendiga en abundancia, para que tu bendición cunda hasta el fin de todos los tiempos!

Tú has vertido un aceite en mi corazón ya muy endurecido para que vuelva a ablandarse –– para que se vuelva blando como entonces cuando el Señor por primera vez me presentó mi compañera.

En mis pensamientos se está desarrollando un gran rosal de muchas ramas, y en lo más alto de él veo un capullo –– oh Enoc, ¡qué maravilla!... un capullo todavía totalmente cerrado, pero que brilla más que el sol del mediodía... ¡Pero de momento no digo más!...

Ves, Enoc, ¡todo esto lo lograste tú!

5. Con lo que no eres Abel ni Set, sino la pura Vida del Amor procedente de Dios, mediante el semen de Jared, y tienes una propia vida que nunca sufrirá la muerte. Por eso, de tu abundancia, reparte a todos los demás, para que también ellos puedan reconocer que no la sabiduría humana sino únicamente el Amor es la verdadera Vida eterna que surge de Dios; pues, sólo ahora percibo que únicamente en el ámbito del Amor seré eternamente indestructible.

Toda nuestra sabiduría tiene que derrumbarse ante Dios, porque únicamente nuestro amor ––por insignificante que fuera–– un día venidero será alzado por Dios, dado que Él mismo es puro Amor.

6. Bueno, Enoc, en cuanto salga el Sol, avísame».

7. Nada más terminar sus palabras, de nuevo Adán le abrazó y le bendijo.

8. Y aún le pidió que le informara si Set y sus demás hijos todavía dormían, que averiguara si no había irregularidades en la flora, si en las profundidades había nieblas, y que mirara la posición de las estrellas para saber si había algo de extraordinario y para ver, cuánto aún tardaría el Sol en levantarse.

9. Enseguida Enoc se fue a cumplir el encargo de Adán.

10. Cuando salió de la choza, ya había pasado la cuarta hora de la mañana.

Estando al aire libre, se dijo en su corazón:

11. «Padre santo, tan sumamente lleno del Amor más puro... ¡Qué pequeña es la choza sagrada de nuestro patriarca Adán en comparación con tu edificio inconmensurablemente grande! ¡Y qué pequeñas son las estrellas de por sí tan enormes de tu casa ––cuyo número no tiene fin como la casa no tiene paredes–– pero todas flotan dentro de tu Gracia y están sujetas a tu Amor!... Y no hay fuerza sino la Tuya que las mantiene en sus enormes órbitas lejanas.

12. Padre santo, ¡qué maravilloso tienes que ser dentro de tu Luz, dado que tu noche ya es tan preciosa y majestuosa!

13. Oh mi Padre sumamente bueno, ¡ensancha mi pecho demasiado estrecho, para que pueda amarte con cada respiración y absorber las maravillas que mis ojos están contemplando!

Las cimas de los altos cedros se alzan en el aire y mueven sus ramas como si quisieran saludar cariñosamente a las estrellas, ¡qué maravilla! Pero luego llega algún soplo Tuyo, y, sintiendo tu sagrada cercanía, inclinan sus altas copas hacia el suelo. Pero pronto vuelven a erigirse, atraídas por el Poder sumamente santo de tu Amor, murmurando entre las ramas una alabanza profunda.

¡Qué grande y sublime tiene que ser la alabanza por parte de la naturaleza que Tú mismo creaste, dado que no puedo ni imaginármela!... La Tierra con su flora y fauna y las más preciosas estrellas te alaban continuamente –– únicamente el hombre puede dormir en medio de todas estas manifestaciones maravillosas...

14. Padre, ¡nunca dejaré de alabarte! ¡Y que cada mota de polvo que se mueve me anime para que no deje de alabarte cada vez más!

15. Pues, Tú me diste un corazón lleno de amor y de devoción. Por eso siempre alabaré en voz alta tu Bondad infinita para con cada uno al que complace tu santo nombre...

16. ¡Oh alegría, alegría –– compañera más preciosa del amor!, ¡que gusto más dulce tienes para todo aquel cuyo corazón late conforme a la Voluntad del Padre santo!

17. ¡Qué alegría da el hecho de que el Padre santo acepte la alabanza por parte de la infinitud como también por parte de una gota de rocío!...

18. Oh Padre, ¡mira benignamente mi pobre corazón y no desatiendas mi mota insignificante de alabanza entre todas las ovaciones de gratitud que te llegan retumbando por parte de tus Soles!

19. Mi Padre, Señor y Dios, ¡acepta mi balbuceo confuso y permite que cumpla con la voluntad del patriarca Adán! Amen».


Capítulo 51. Entusiasmo de Jared por su hijo Enoc

1. De modo que Enoc se fue para hacer las observaciones que Adán le había encargado.

2. Cuando llegó a la choza de Set, vio que este todavía estaba durmiendo; pero no se atrevió a despertarle. Después se fijó en las estrellas, mirando al levante. Pero en este momento se le presentó su padre Jared que le dijo:

3. «Hijo mío, ¡esta noche no podía dormir por alegría de que hayas encontrado tanta Gracia ante Dios! Porque después de la puesta del sol, por sagrada timidez, aparte de Set nunca nadie se habría atrevido a entrar en la choza de Adán, ¡pero tú puedes ahora incluso dormir en ella!

4. ¡Y esto teniendo en cuenta la gran Gracia de Dios que la tocó, de la cual nosotros mismos fuimos testigos presenciales!

5. Ves, Enoc, la alegría y el amor me embargan... Pero dime, ¿qué te ha hecho salir tan temprano de la choza sagrada de nuestro patriarca?

6. Yo no podía dormir por haber sido testigo de tamaña Gracia, pero tú estás dentro de ella; ¡de modo que tiene que haber sido una voluntad superior la que te ha ocasionado salir tan temprano! ¿No me vas a ocultar el móvil sagrado que fue puesto en tu corazón?».

7. Enoc abrazó a su padre y le dijo: «Ya conoces a tu hijo... Todo lo mío también es tuyo, además, no tengo nada que no hubiera recibido antes de ti. Tu amor es mi base y tu bendición es mi alegría; por mis ojos mira un alma que tengo de ti y en mis venas corre tu sangre. Me enseñaste sobre Dios y su Amor, y me llamaste la atención sobre su Gracia...

Por la gran Gracia de lo Alto, todo lo que hago es obra tuya, con lo que no puede ser que no sepas lo que hago.

8. Aquel que me envió a estas horas es más que tú y yo, porque es nuestro patriarca.

9. Por eso no indagues más porque lo aprenderás de él mismo cuando desde el alto lo comunique a todos los que precisen de ello.

10. Pronto saldrá de su choza, de modo que nada más levantarse el Sol lo vas a saber todo».

11. En el mismo momento salió Set de su choza y se dirigió a las dos. Primero le preguntó a Enoc lo mismo que Jared ya le había preguntado –– pero con el mismo resultado. Como Set estaba sorprendido ante semejante silencio, Enoc le dijo:

12. «Padre Set, si Adán me ha mandado a averiguar algo que interesa a su corazón, ¿cómo puedes pedirme que te diga a ti lo que él quiere que yo recoja para él, para que él luego pueda presentároslo a todos por la mañana?

13. Todo lo que es mío, lo puedes tener sin restricciones; pues, todo fue tuyo mucho antes de que se hubiera vuelto mío. Pero Adán tiene un privilegio ante todos nosotros; de modo que primero tiene que recibir él lo que después va a distribuir entre vosotros.

Mira, falta poco para la salida del Sol. La Luna ya se va desvaneciendo y las estrellas ya se retiran del escenario de la noche. Y el padre Adán ya estará delante la puerta de su hogar esperándome. De modo que pronto sabréis para qué me envió... ¡Un poco de paciencia todavía!».

14. Enoc se despidió y se fue a toda prisa a la choza de Adán. Como este le llamó, entró enseguida y le contó detalladamente lo que había observado.

15. Acto seguido Adán dijo a su mujer: «Eva, descansa todavía hasta que vuelva junto con Enoc, porque en todas las montañas están ya esperando hijos de mi bendición».

Y, dirigido a Enoc, Adán continuó: «Acompáñame a la colina que está en dirección de la mañana, para que a los hijos de las montañas mi bendición no les llegue más tarde que los rayos del sol matutino. ¡Vamos pues de prisa!».


Capítulo 52. Cántico matutino de Enoc

1. Enseguida los dos salieron y subieron a la pequeña colina que, a partir del nivel en el que se encontraba la choza de Adán, tenía una altura de diez veces la de un hombre.

La cumbre de la colina estaba despejada, de modo que las copas de los cedros del alrededor sólo llegaban a cubrir el pie de la colina. Había un camino estrecho pero bastante cómodo.

2. De esta manera, conforme a vuestra manera de calcular el tiempo, los dos llegaron a la cumbre siete minutos antes de que saliera el Sol. Enseguida Adán me pidió mi Bendición para que luego en mi nombre él pudiera bendecir eficazmente a todos sus hijos.

3. (Nota bene: Lo que hoy en día casi ya no consideráis, pues, el mundo lo toma por una estupidez... De modo que si Yo y mi Bendición no somos solicitados, tenemos que permanecer en la sombra).

4. En seguida Adán notó mi soplo y bendijo a sus hijos aún antes de la subida del Sol, considerando también a los hijos de las profundidades.

5. A eso salieron los primeros rayos del Sol encima del amplio horizonte. Adán se emocionó cuando sus ojos volvieron a ver mi Gracia que se estaba extendiendo sobre las campiñas dispersas por la Tierra, consciente de que mi Amor misericordioso del Sol una y otra vez iba a calentar todo aquello que durante la noche se había enfriado.

6. También Enoc estaba emocionado, y Adán le recordó que tomara la palabra aún durante la salida del Sol, como estaba previsto.

7. Enseguida Enoc empezó a emitir palabras que el Amor le puso en la boca:

8. «Oh padre, me estás pidiendo algo que yo soy incapaz de realizar; pues, esperas de mí un cántico de alabanza dedicado a la mañana como lo haría Set que es un orador muy aventajado, mientras que yo no soy nada más que un ciego sensible al Amor...

9. Por eso sé indulgente conmigo aunque no tenga las facultades de Set; sin embargo, todo lo que se mueve dentro de mi corazón, eso ya os lo comunicaré dentro de las facultades de mi pobre lengua:

10. Oh padre, ¿qué significa esta mañana de color mate, débil y perecedera ante la mañana eterna del Espíritu que emana del Amor infinito del eterno Padre santo? Este Sol con su brillo medio apagado que vemos aquí, ¿cómo es su luz en comparación con la Gloria infinita del Amor de Dios? Te digo que no es más que un punto negro ante los rayos del Amor divino... no es sino la última y más pequeña chispa de la Gracia surgida del eterno Amor de Dios... ¡Y aun así nos encontramos fascinados por su majestad! ¿Qué, entonces, nos pasaría si pudiéramos divisar la eterna Fuente original de toda Luz en el Amor del Padre, en toda su Santidad?

11. No quiero criticar al Sol, en absoluto... Al contrario, os digo que nos debe ser un primer preceptor que nos dice: “Hombres más que débiles, ¿cómo es que me miráis tan admirados, a mí, que no soy sino una lumbrera mate para la Tierra? Lo que en mi superficie deslumbra vuestra vista, ¡qué poca cosa es comparada con lo que mora en vuestro pecho!

Si a mí me fuera concedido tanto como ha sido dado al menor de entre vosotros, ¡os digo que mi luz llegaría casi con su intensidad original hasta los polos de la infinitud! No obstante, donde mis rayos ya no llegan, allí el ojo de vuestro espíritu extiende todavía sus rayos con plena fuerza y, a cambio de ellos, recibe unos nuevos más intensos desde la eterna mañana del Amor de Dios”.

12. Ves, padre, ¡cómo el Sol tiene toda razón para darnos esta enseñanza desde sus primeros rayos de este día!

Si ahora volvemos a nosotros mismos y nos fijamos en la esfera de acción inimaginable de nuestros pensamientos, en la esfera aún mayor de nuestros sentimientos, y sólo después en la mayor esfera –– la del amor a Dios que tiene que ser ilimitada... ¿Cómo, entonces, podemos tomar la luz física por algo maravilloso casi adorándola ––una luz que tiene cabida más que suficiente en nuestro ojo físico–– ante el hecho de que el eterno Padre santo dentro del ámbito del Amor es muy abordable y nos permite que le amemos?

13. Aunque mediante el ojo físico nuestro corazón se deleite con los rayos suaves del sol matutino... aunque el ejército de los animales les de ruidosamente la bienvenida... y aunque los cálices de las flores se abran absorbiendo ávidamente las primeras donaciones suaves de la Bendición matutina del precioso Sol: todo esto no son sino pensamientos preciosos en forma de imágenes animadas...

Si se tiene en cuenta que para experimentar todas estas preciosidades siempre hace y hará falta el ser humano cuyo corazón tiene la facultad de producir tales pensamientos en forma de imágenes, entonces se llega a la conclusión consoladora de la existencia de un gran Orden dentro del cual todas estas escenas resultarían ficticias si no pudieran ser vistas, sentidas, percibidas ni comprendidas con los sentidos exteriores de un hombre animado por un alma viva inherente a él, y dentro de esta un espíritu eterno de Amor de Dios.

14. Sabiendo esto, ¿cómo es posible que cada vez de nuevo nos deleitemos cuando conforme a la Voluntad de Dios el Sol sea empujado para que aparezca a la hora que le corresponde? No obstante, cuando nos fijamos en nuestro libre espíritu, no nos sorprendemos en absoluto si en él vemos una Luz que nunca se pone, sino que dentro de una libertad impresionante irradia con intensidad constante, dispuesta a actuar en el nombre del Amor en el ámbito ilimitado de la Gracia del Padre santo...

15. Pues sí, ¡nos deleitamos al ver una gota de rocío en el campo que irisa en todos colores, mientras que la gota milagrosa vital del Amor divino dentro de nosotros casi se nos escapa!

Cuando nos susurra un aire fresco matinal, lo celebramos con entusiasmo... Pero el hecho de que continuamente nos sopla el aire vital más sano procedente de la eterna mañana de Dios ––y eso para fomentar una vida cada vez más libre––, ¡ahí manifestamos poco entusiasmo!

Del mismo modo forzamos toda nuestra visión para deleitarnos con la superficie del mar tan extensa y del vaivén vano de las olas relucientes. Pero las grandes olas de Luz pura del mar infinito de la Gracia de Dios frecuentemente pasan desapercibidas para nosotros, porque pronto nuestra alegría por ellas llega a su límite...

Y del mismo modo las alas de varios colores de una mariposa nos entusiasman; pero un pensamiento sublime en el pecho de un hermano inmortal fácilmente es rechazado como fantasmagoría chiflada...

Frecuentemente también el nido de un pájaro llama la atención, y por ello se alaba a Dios –– mientras que una gran obra del libre espíritu queda despreciada.

16. Cuando un viento violento pasa por entre el ramaje delicado de los cedros, el ruido producido encanta a nuestro ánimo; pero el oído ensordecido por el lenguaje de la tormenta desatiende la clara llamada de la voz de Dios en el propio pecho.

17. Oh padre, ya que por una vez te hablo, permíteme que te comunique aún más desde el fondo de mi corazón; porque este reconoce que está fuera de toda razón y de todo orden si alguien tiene un recipiente grande y uno pequeño, y en el grande pone poca cosa, mientras que el pequeño lo llena tanto que sobresale, de modo que lo que cae será pisado y se echará a perder...

Ahí nuestro cuerpo sensual es el pequeño recipiente al que siempre sobrecargamos con exageración, mientras que a nuestro espíritu del amor ––que es el gran recipiente–– casi no le hacemos caso y depositamos lamentablemente poco en él.

18. Ofrecemos con regularidad un cordero en holocausto y nos imaginamos que complacemos al Señor inclinando nuestras caras ante el altar en el polvo... ¡Pero todo esto son cosas que no hacen sino sobrecargar el pequeño recipiente, mientras que el gran recipiente, el vaso del Amor puro que es el único que es del agrado de Dios, casi cae en el olvido!

19. Ya que hacemos lo uno en señal de nuestra ceguera espiritual manifiesta, soy de la opinión de que aún menos deberíamos olvidarnos de lo principal que condiciona la verdadera Vida eterna del Espíritu del Amor de Dios.

De ello nos lo recuerda cada mañana y cada salida del Sol; porque a causa de nuestra ceguera espiritual no sabemos dónde se origina el Sol ni lo que es.

También nos lo recuerda la corteza que reviste al árbol: nadie puede decir que el árbol existe a causa de la corteza sino que la corteza existe para proteger al árbol. De esta manera las Fuerzas divinas que actúan en él quedan protegidas ante nuestra curiosidad mundana, mientras que para el espíritu sirven de hincapié por parte de Dios que dice:

20. “Mira, he ocultado la Vida ante la carne para que la muerte no se entere de ella, y he velado mi Propiedad dentro de ti, para que la lleves contigo bien conservada hasta que haya llegado el tiempo de su descubrimiento. Detrás de esta corteza hay una gran actividad, pues, existen corrientes poderosas de la Vida activa que emanan de Mí”.

21. Así ves, padre, que todo lo que vemos con nuestros ojos físicos no es sino un ropaje en sí muerto –– una vestimenta en cuyo interior brota una Vida silenciosa que nos debe atraer, primero a nosotros mismos, en nuestro interior. Una vez que allí hayamos encontrado esta Vida en un ámbito de amor puro a Dios, entonces también en nuestro alrededor empezarán a desvelarse los milagros por cuya apariencia exterior vana tantas veces ya nos dejamos seducir, casi adorándola.

22. ¿Quién va a admirar una gota de agua sólo por ser agua?... ¿Y qué si se tratara del mar o de una lluvia fructífera?

23. Pero cuando el espíritu descubre su propia imagen en la gota, oh padre, entonces este empezará a recoger para el recipiente de la Vida y habrá maravillas sobre maravillas que se le aclararán, porque ––conforme a la enseñanza que el Sol nos ha dado–– dentro de sus hermanos y dentro de sí mismo descubrirá el mayor de todos los milagros: el eterno Amor infinito de Dios, lleno de suma humildad, dentro de nosotros.

He terminado, padre. Acéptalo con indulgencia. Y ahora indícame qué es lo que Tú quieres que yo haga ahora».


Capítulo 53. Sorpresa de Adán por la sabiduría de Enoc

1. A esta plática de Enoc, Adán se rascó sorprendido la oreja y se golpeó siete veces el pecho. Y finalmente dijo:

2. «Oh Amor, ¿quién eres tú, dado que no se te puede encontrar nada que esté mal? Oh Enoc, eres un orador poderoso, porque te metiste profundamente en mi culpa y tocaste aquellos lados míos que desde Abel hasta ahora para cada uno han sido sagrados.

¡Pero quién te lo podría tomar a mal, dado que hablaste palabras que no surgieron de tu propio fondo sino que fueron palabras puras del eterno Amor!

3. Porque no habría hombre que pudiera hablar como tú, a no ser que se le esté dado desde lo Alto... Y tampoco nadie tendría el poder de hablar de esta manera ante mí, a no ser que se lo hubiera concedido el eterno Poder del Amor del Padre santo...

4. Tú hablas sin la menor timidez, llevado por el poder de tu gran amor a Dios, y repartes desde el fondo del gran recipiente –– de modo que tampoco te toca responsabilidad alguna... porque tu amor asume toda responsabilidad, incluso la mía... De modo que sólo te puedo contestar: que seguro eres un hombre conforme al Corazón de Dios. Porque cuando hablas, mi corazón tiembla como él de un niño en una oscura noche de tormenta... y cuando rezas, todo mi ser se pone a llorar...

5. Te digo, Enoc, que tus pláticas son siempre como la salida del Sol, hacia el cual al principio se puede mirar con gusto de frente; pero cuando se levanta más alto, el observador tiene que evitarlo, porque el oscuro ojo humano ya no soporta el poder de los rayos sin riesgo de dañar su visión.

6. Acabas de decirme tantas cosas que veo poca probabilidad de que yo comprenda su alcance aún durante toda mi vida terrenal. Me has hecho feliz y a la vez triste... Feliz, porque ahora tu espíritu angélico ha resplandecido más que nunca; y triste, porque tu Luz más fuerte que la del Sol me ha mostrado claramente mis defectos indescriptiblemente grandes ante Dios y su santo Orden.

7. Pero considerando que eres tú, mi querido Enoc, quien ayer nos anunció la Venida inesperada del eterno Amor, de nuevo me vuelvo feliz tan sólo mirándote... Pues, sé que eres un hijo predilecto del Padre santo, por lo que también te has vuelto predilecto mío.

8. Pero ahora volvamos a la choza porque Set seguramente ya ha preparado el desayuno. Y después de tomarlo, aquí y allá, vamos a visitar a los hijos que están trabajando, para alegrarlos con nuestra presencia. Que nos acompañen Eva, Set, y su hijo primogénito Enós, de Enós el hijo primogénito Cainán el vidente, luego también Malaleel que es el hijo primogénito de Cainán, luego también el hijo primogénito de Malaleel, que es tu padre Jared. Tú iras a mi derecha, y así pasaremos la mañana. La tarde la volveremos a pasar en mi choza, en memoria de la visita que el Señor nos hizo ayer.

9. Y tú, siempre sigue hablando como hasta ahora, sin deferencia, porque tus palabras nos hacen falta a todos. Mañana, además, habrá que considerar el día del Señor.

10. Mira, ¡Set ya viene a nuestro encuentro!».


Capítulo 54. Plática de Enoc sobre la verdadera forma de pensar y alabar

1. Set ya había llegado al pie de la colina. De modo que los tres volvieron juntos a la choza de Adán donde la madre Eva ya los estaba esperando.

2. Set continuó para avisar a su mujer que trajera el desayuno que ya estaba preparado. Luego el mismo, Enós, Cainán, Malaleel, y Jared alabaron mi nombre y, llenos de respecto, entraron en la choza de Adán para saludarle. Cuando Set y su mujer quisieron servir el desayuno, Adán les dijo que esperasen un poco para permitir a Enoc que pronunciara la oración matutina.

3. De modo que Enoc me consagró las siguientes palabras: «Oh Padre, lleno de Amor, presta tu santo oído a la pobre boca de un gusano lleno de polvo de esta Tierra. Pues, te complaciste en sacar a nuestro patriarca del polvo de la Tierra, y luego de él preparaste también a la matriarca. A los dos los bendijiste con la fuerza procreadora de cuya riqueza surgimos todos nosotros del semen del Amor, e incontables géneros aún nos seguirán hasta el fin de todos los tiempos –– un semen que Tú, Padre santo, tomaste de tu eterno Amor, para que nuestra alma pudiera volverse una viva imagen de Ti a través del Amor de tu Espíritu en ella...

Acepta nuestra gratitud por tu inmensa Gracia y Misericordia por haberte dignado pronunciar el “¡hágase!” ante algo que nunca hubo, para que exista y para que en toda libertad se vuelva consciente de sí mismo... para que te reconozca a Ti, vea tu Magnificencia, y se deleite con las Obras de tu gran Poder y Sublimidad...

4. Mira, estamos aquí reunidos ante el semblante de Adán, tu sublime primogénito, y delante de nosotros tenemos alimentos para nuestro cuerpo físico. Oh Padre santo, te rogamos que nos los bendigas, para que nos resulten provechosos para una vida en el ámbito de tu Amor... y para que nunca ya sirvan para acarrear la muerte como consecuencia de tu ira...

5. Seamos conscientes de que fue únicamente tu Amor el que hizo que nuestro patriarca Adán surgiera del polvo de esta Tierra... y que fue la gran mano de tu Amor la que le dio una imagen fiel a la Tuya... y, milagrosamente, nosotros somos ahora una imagen fiel a la suya...

Por eso te alabaré durante toda mi vida. Ahora, Señor, te ruego todavía que bendigas estos alimentos, porque todo nuestro ser es una Bendición tuya, eternamente. Amén».

6. Todos se inclinaron ante Adán. Él los bendijo y luego les dijo: «Hijos míos, esperad aún un poco hasta que Eva, Enoc y yo nos hayamos fortificado con esta dádiva de Dios.

7. Luego os comunicaré mi voluntad y lo que vimos esta mañana. De momento sentaos y reflexionad sobre las palabras de Enoc».

8. Nada más terminar el desayuno, Adán, Eva y Enoc me lo agradecieron con el corazón, y después Adán dijo a Enoc: «Ahora continúa con su plática ante todos tus padres para que tu obra sea completa ante Dios y ante ellos».

9. Enoc lo agradeció y, con gran devoción, empezó a pronunciar palabras de gran alcance dirigidas a todos:

10. «Queridos padres, ¿qué podría ser más simple que, sin pararnos, expresásemos nuestro agradecimiento a Dios por cada dádiva con una voz tan alta que el Sol, la Luna y las estrellas tendrían complejos?

Sin embargo, me pregunto si esto al Señor le serviría para algo si nosotros, ofuscados por nuestra altivez, quisiéramos demostrar el excelente efecto que su Amor produce en nuestro pecho...

11. Oh padres, ¡el Padre santo en el Cielo no precisa nada de todo esto! Porque Él a quién todo está manifiesto sabe más que nadie lo que ha depositado en nosotros. Sólo dentro de nuestra humilde debilidad significamos algo ante Él para que en su Amor nos mire; pero ante los ojos de su Santidad cualquier fuerza nuestra resulta una ciega necedad...

12. ¿Acaso no es Él mismo toda nuestra fuerza? ¿Cómo, entonces, vamos a vanagloriarnos de algo que no es nuestro sino que es de Aquel que nos lo ha dado por su gran Misericordia, para que nosotros mismos nos volvamos propiedad de Él?

13. Si para alabarle y manifestarle nuestra gratitud continuamente organizáramos semejante griterío, ¿acaso esto no daría más bien la impresión de que nos alabamos a nosotros mismos ante el Semblante de Dios, vanagloriándonos aprovechándonos de su Propiedad que llevamos dentro de nosotros y pretendiendo ante Él que podemos realizar algo por nuestro propio esfuerzo?

14. Ved, si alguien habla con voz sublime, entonces esta voz no es propia suya sino que se trata de una voz del Señor reproducida por el hombre. Entonces, dentro de nuestra ceguera, ¿cómo podríamos querer que el Señor se alabe a sí mismo en nuestro lugar, mientras que Él sólo nos indica de esta manera lo que dentro de nuestra debilidad nos corresponde hacer para que en adelante nos volvamos dignos de una fortificación justa por su parte?

15. De modo que en adelante cuidemos de dar las gracias al Señor y de alabarle dignamente haciéndolo humildemente dentro de toda nuestra debilidad; entonces Él nos mirará dentro de su Misericordia y siempre nos fortificará de nuevo mediante su infinito Amor».

16. Nada más terminar Enoc sus palabras, Adán se dirigió a él y le preguntó: «Pero Enoc, ¿qué puede significar todo lo que acabas de pronunciar? Si yo no lo comprendo, ¿cómo lo van a comprender mis hijos para los cuales, en realidad, te he pedido que hables? Porque según yo ahora entiendo, no deberíamos alabar ni dar gracias al Señor de la manera que acostumbramos, ¡porque nosotros y todo lo que tiene que ver con nosotros es de Dios y surgió de Él!

17. Entonces, si alguien quisiera alabar al Señor, enseguida tendría que callarse ante la evidencia de que el Señor dentro de nosotros ––que somos su Obra–– se alabaría Él mismo.

18. Mira, todo lo nuestro es una manifestación del Poder y de la Fuerza de Dios; pues, somos del todo Obra suya y partículas vivas de Él. ¡Con lo que también todas nuestras actividades no serían sino una gran soberbia ante Él, porque nos imaginaríamos que nosotros las estábamos haciendo, mientras que en realidad Dios las realiza, porque todo lo “nuestro” es suyo!

19. Enoc, ¡esto tendrás que ponérnoslo más al alcance de nuestro entendimiento, porque de lo contrario pereceremos en la noche de nuestras dudas!».

20. Ante semejante falta de entendimiento Enoc se golpeó el pecho y dijo: «Oh, queridos padres, ¿cómo os podéis asombrar de esto?

¿Quién podría comerse la madera del árbol, dado que es demasiado dura?... Aun así el fruto dulce viene de la madera que de por sí es indigesta. Pero cuando saboreamos el fruto, ¡entonces damos las gracias por éste y no por el árbol en que fue preparado para nosotros!

21. Ahora imaginaos que nosotros fuéramos la madera del árbol y como este produciríamos un fruto. Ante el hecho de que el árbol existe para producir el fruto, ¿cuál de los dos debería estar agradecido al Señor –– el árbol o el fruto?

22. ¿Acaso no es el fruto lo que es una dádiva de Amor del Señor, que no puede ni debe agradecerle, sino únicamente el árbol sometido a una ley libre puede hacerlo, porque desde lo Alto le es dada la fuerza necesaria para que en ciclos ininterrumpidos pueda producir un fruto vivo y dentro de este incontables de la misma especie?

23. Entonces, para la reproducción, ¿qué diferencia puede haber si quitamos ramas del árbol para plantarlas en la tierra, o si depositamos el mismo fruto en ella –– dado que en los dos casos habrá un nuevo árbol?

24. Ved: Nosotros somos las ramas, y las semillas son la Bendición de Dios. Si somos conscientes de que no somos el fruto ni tampoco la semilla sino ramas y árboles, y si reconocemos que queremos ser bendecidos con el fruto y la semilla, entonces nos resulta claro que esa voz sublime dentro de nosotros ya es el fruto y la semilla que nos llegan de Dios –– frutos y semillas que no van a dar las gracias por sí mismas, sino que somos nosotros los que debemos dar las gracias...

Como nosotros somos como el árbol y las ramas, tenemos que dar las gracias dentro de lo que somos y no dentro de lo que recibimos... siempre agradeciendo lo que recibimos, para que nos volvamos completamente libres ante Dios y de esta manera correspondamos a sus santos propósitos».


Capítulo 55. Profesión de Cainán

1. Cuando Adán y los otros padres oyeron estas explicaciones, no se explicaban cómo Enoc podía hablar palabras tan sumamente sabias, dado que se trataba de un joven por lo demás muy tímido.

2. Por eso Cainán tomo la palabra: «Padre Adán, hasta ahora fui vidente, y cada antesábado tenía que interpretar tus visiones y las mías, y observar lo que ocurría en el firmamento y en la Tierra, para que lo pudieras bendecir y revelar a tus hijos.

3. ¡Pero ahora el Señor bendijo y soltó la lengua de Enoc con su propia mano! Mira, por eso mi lengua ya no se atreve a entrar en actividad ante todos vosotros. De modo que de ahora en adelante Enoc se encargue también de esto. Aunque a su tiempo le lavamos su cuerpo en el rocío de la mañana, pero ahora tanto más nos hace falta que él nos lave a nosotros en el rocío de su espíritu que con tanta abundancia emana de su lengua bendita.

4. Enoc, ¡lávame de acuerdo con tu Gracia desde lo Alto! Porque reconozco que aquel que no esté lavado con esta agua perecerá.

5. El Señor se lo dio a uno solo para que los demás se sirvan de lo que éste tiene, siempre que precisaran de ello. Pues, la vida está dada a todos –– pero no la inmortalidad porque sólo uno la lleva dentro de sí, para todos. Aquel que quiere recibirla de él, también se volverá inmortal; pero a aquel que la ignore, la muerte se la quitará en cuanto el Señor ponga su hoz en la hierba ya casi seca.

6. Cuando ponemos la mano en el pecho, todos percibimos las palpitaciones del corazón. Si lo preguntáramos: “¿A dónde vas, tan intranquilo?”, entonces oiríamos una respuesta turbada: “Estoy llamando continuamente en la puerta oscura de la muerte eterna, temiendo en cada momento que esta se abra y la muerte se me trague para siempre”...

7. Pero si preguntáramos al corazón de Enoc que está palpitando de la misma manera, éste nos diría con toda precisión: “Oíd, hermanos, estoy llamando continuamente a las puertas relucientes de la Vida, lleno de la convicción más dulce de que pronto se abrirán para acogerme en la plenitud infinita de la Vida que emana de Dios, de la cual hasta ahora no he recibido más que una sola gota que me está animando y vivificando”.

8. El hecho de que sea así, frecuentemente lo vi confirmado en mis visiones; pero no continuará siempre, porque esto ya nos lo enseñan nuestras propias ansias de vida... Pues, algo que no tenemos, tampoco lo podemos dar a otros ni recibirlo de ellos, a no ser que lo recibamos de aquel que lo tiene. Enoc lo recibió desde lo Alto. Si él está autorizado y dispuesto a dárnoslo, entonces la decisión de llevárnoslo es nuestra...

9. Por eso, Enoc, activa cuanto puedas tu lengua tan llena de Vida, para que a todos nosotros nos laves de pies a cabeza con el rocío vital que, mediante tu lengua bendita, en abundancia surge de la mañana eterna de la Vida espiritual de Dios.

Por eso, padre Adán, permite que en adelante sea Enoc el que en mi lugar interprete las señales de Vida observadas en el firmamento y en la Tierra».

10. Enseguida Adán se levantó y dijo: «Cainán, te has anticipado a mi deseo; de modo que Enoc de ahora en adelante nos sirva este alimento».

11. Y Enoc les respondió lleno de respeto: «Oh padres, las estrellas siguen su curso acostumbrado, y a veces brillan más y otras veces menos. También los vientos vienen de todas partes, arrastrando con ellos las nubes. La lluvia cae. Las hierbas doblan y las hojas de los árboles se agitan... Pero de todo ello no sabemos el porqué... En la época de la siega decimos: “El Señor ha dirigido sus elementos muy sabiamente porque la cosecha ha resultado muy buena”, y poco nos preocupa a dónde se han llevado las nubes los vientos.

12. Ved, ¡ésta es todavía la mejor interpretación! Porque todo lo que el Señor hace está hecho sabiamente; de modo que hacemos mejor entregándole todo a Él, sin escudriñar sus caminos... pero sí, nos conviene examinar nuestro interior, buscando la Vida dentro de nosotros...

13. Así es, y en el camino os revelaré aún más».


Capítulo 56. En la gruta de Adán

1. Cuando Enoc hubo terminado su breve interpretación, Set dio un salto de alegría y le abrazó. Luego dijo: «Oh padre Adán, ¡qué concisa es la Palabra del Amor en el camino iluminado de su Sabiduría, y a la vez está tan llena de claridad y de eficacia!

2. Pero cuando la mente del hombre pesada con dificultad cuenta las estrellas, cuando espía el origen y el camino del viento y de las nubes, cuando observa el rocío en los valles molestando a las nieblas dormidas en su paz benéfica, cuando observa si las hierbas, los arbustos y los árboles han descansado bien, para finalmente ––y eso tras extensas discusiones–– poder deducir de estas informaciones hueras si se puede contar con una buena cosecha o no... ante todo esto se reconoce con tanta más claridad que las interpretaciones de Enoc son puramente celestiales; además, nos libran de toda clase de observaciones vanas que, según he entendido ahora claramente, no tienen más importancia que las nubes que hace cien años se disiparon sin dejar el menor rastro.

3. Tú, querido Enoc, continúa interpretando las señales de la Vida de nuestro interior, y estoy convencido de que a todos nosotros tus interpretaciones nos servirán infinitas veces más que si pudiéramos entrar en diálogo con las estrellas, los Soles y las Lunas –– todo eso sin tener la menor idea de lo que es la fuerza motriz de todas nuestras emociones y de lo que nuestros sentimientos y sensaciones nos quieren comunicar... sin saber de qué manera el eterno Amor y la Vida eterna se manifiestan en nuestro interior.

4. Oh hijos, todo esto es algo mucho más sublime que toda clase de plantaciones y todos los árboles fructíferos en los cuales ––a pesar de toda la observación e interpretación de toda clase de señales en un antesábado–– no somos capaces de producir ni una sola manzana o la fruta que sea. ¡Aun así, a pesar de toda nuestra preocupación vana, el Señor hace todo lo que corresponde a su Amor, su Sabiduría y su Santidad!

5. Tú, Enoc, continúa hablando e interpretando, para que después de Cainán nuestra madera y nuestras ramas que ya se han vuelto rectas pronto empiecen a producir frutos de la Vida eterna».

6. Acto seguido Adán se levanto, bendijo a todos los presentes y añadió:

7. «Y ahora vamos a hacer una visita a todos nuestros hijos que están trabajando, para comunicarles que mañana, el día del Señor, van a oír la legua altamente bendita de nuestro querido Enoc.

8. ¡Que el Señor proteja cada uno de nuestros pasos de cualquier contrariedad! Amén».

9. En seguida todos se levantaron y salieron de la choza, Eva al lado de Set, y Adán al lado de Enoc.

Los hijos se inclinaron ante el hogar de su patriarca, y este y Enoc tomaron la delantera, seguidos por Set y Eva, a los que siguieron todos los descendientes presentes del linaje directo.

10. Cuando ya hubieron recorrido un buen camino en dirección a la mañana, llegaron a una enorme gruta en la cual había una fuente de agua muy pura. Esta gruta era conocida por el “descanso de Adán”, y la fuente se llamaba “fuente de las lágrimas de Eva”. Allí Adán siempre acostumbraba a descansar; de modo que también lo hizo en el caso actual.

11. La gruta era muy espaciosa, de modo que fácilmente habrían cabido veinte mil personas; además, tenía una altura de cien veces la de un hombre. En realidad, se trataba más bien de un túnel que de una gruta –– un túnel a través de una gran montaña cristalina cónica de color verde y amarillo, en cuyo centro había un surtidor de agua. La cúpula encima de este, que se componía de prismas de cristal de diversos colores, permitía todavía la entrada algo atenuada de la luz solar.

12. Aunque por todo el túnel aún llegaba algo de luz difusa pero preciosa a través de las paredes cristalinas, el centro de atracción siguió siendo el surtidor de la fuente –– la parte más preciosa de todo el túnel que superaba todas las expectativas.

13. Por eso se trataba de un lugar favorito de Adán y, excepto a los hijos de su linaje directo, a pocos les era permitido visitarlo –– ni mucho menos por envidia, sino únicamente por precaución, para que a una mente fácil de apasionarse el esplendor del lugar no le diera motivos para su veneración...

14. Cuando la pequeña asamblea se encontró en el centro de la gruta donde se hallaba la taza amplia de la fuente alrededor de la cual había unos cuantos bloques de cristal precioso, Adán se sentó en el mayor de ellos que se llamaba “asiento del padre”, invitando a los demás a que también se sentaran.

Únicamente Enoc se quedó de pie, al lado de Adán. De modo que este le preguntó:

15. «Oye, Enoc, ¿por qué no te sientas como todos? Mira, aquí a mi diestra hay todavía un bloque cómodo de cristal verde, ¡siéntate en él y descansa!».

16. Enseguida Enoc le hizo caso, pero diciendo: «Padre Adán, si tú me permites sentarme en el asiento de Set, entonces puedo muy bien hacerlo, porque tu palabra tiene prioridad ante las de los demás padres. Pero si me hubiera sentado en él espontáneamente, esto habría sido un descaro por mi parte, por lo que habría merecido que los padres me reprendieran por ello».

17. Entonces Set se dirigió a Enoc y le dijo: «Oh mi querido Enoc siempre tan sumamente humilde y modesto, ¿acaso no eres consciente de que ya hace tiempo te has vuelto el centro delicioso de nuestro amor? Mira, ¡en nuestros corazones ya te has preparado una sede!

18. Dado que ya te dimos nuestro amor y nuestra vida para que residas en ellos, ¿cómo vamos a dar importancia a una piedra sobre la que te sientas? Sin embargo, algo muy distinto que es de nuestro interés, algo muy sublime: Querido Enoc, ¡da rienda suelta a tu lengua bendecida!».

19. Todos le sugirieron que les dijera algo edificante acerca de este túnel tan precioso.

20. Enoc, de costumbre, no se dejó de rogar dos veces y pronunció las siguientes palabras muy significativas:

21. «Queridos padres, en este lugar de descanso de Adán me habéis incitado a hablaros sin que en realidad supiera de qué iba la cosa. Hasta ahora, cuando alguien quería saber algo de otro, siempre fue costumbre que por lo menos indicara al portador el secreto del que se trataba.

22. ¿Pero el que os hable ahora sin decirme de qué?

23. Entonces, ¡que así sea, porque en este caso mi lengua es libre y puede pronunciar lo que mi ojo ve escrito en mi corazón, con letras llameantes! Os digo que estas letras son huellas vivas del eterno Amor y de la Gracia misericordiosa del Padre santo dentro de mí –– de modo que os voy a hablar a partir de ellas.

24. Ved, padres, ¡esta gruta es una fiel imagen de la relación entre el corazón humano y Dios! Podemos mirar adonde queramos, no encontraremos ninguna parte que no tenga cierta transparencia, excepto el suelo que nos sostiene...

25. Si miremos la alta cúpula envuelta en una diversidad inimaginable de luces, vemos cómo anima su bonita luz el chorro poderoso de la fuente

26. ¿Quién podría describir debidamente el esplendor que se presenta al observador –– un esplendor que en cada momento presenta miles de variantes, porque cada gota parece una estrella que, atrevida, sube hacia lo alto donde como castigo por su audacia es rechazada, con lo que cayendo se extingue?...

27. Cuando desde aquí miramos hacia el túnel en dirección a la mañana, entonces se nos presenta una luz verde. Si miramos hacia atrás de donde venimos, se nos presenta primero una luz de color amarillo y al final de un rojo vivo; de modo que adonde miremos, encontramos una luz distinta.

28. Una vez que hayamos acabado de asombrarnos, todavía impregnados de todas estas maravillas, entonces decimos: “Gran Dios, ¡qué inmensamente maravillosas son tus Obras! Nosotros no hacemos sino admirarlas, ¡y Tú ya nos bendices con el placer que sentimos al admirarlas!

Hiciste todas las cosas para nosotros, los hombres, y en tu gran Misericordia nos consideraste dignos de volvernos hijos Tuyos... Por esto te alabamos, oh Señor”.

29. Si hacemos esto, oh padres, ya es un acierto. Pero si miramos tan sólo un poco en el interior de nuestro corazón, preguntándolo si puede ser posible que el gran Creador haya hecho estas cosas sublimes únicamente para nuestro divertimento, o si detrás de ellas tal vez haya ocultado otras cosas que antes deberíamos encontrar para la glorificación de su nombre... oh, queridos padres, ¡esta es otra pregunta!

30. Vemos que un único Sol manda sus rayos por encima de este monte de cristal, ¡pero qué efecto surte dentro de esta gruta!

31. ¡Ved los incontables efectos que produce, todos ellos resultados de una única luz!

32. ¡Sed conscientes de que aquí el Señor ha erigido un monumento en memoria nuestra!

33. Pues, nosotros mismos somos esta gruta –– en nuestra existencia terrenal, con una entrada en el lado de la tarde y una salida en el lado dirigido hacia la mañana eterna... Nosotros ahora nos encontramos en el centro, en la plenitud de nuestra vida terrenal; venimos como los pequeños, desde la tarde, y entramos en la Gracia y la Misericordia sin ver más que el centro de la vida delante de nosotros... Pues, no hacemos caso al hecho de que esta gruta de la vida no está cerrada, sino que a todos siempre nos aguardará una salida abierta, en el lado opuesto, hacia la mañana.

34. Oh padres, ¡también la llama agraciada del eterno Amor es una Luz singular!...

La visión de nuestra alma corresponde a esta cúpula alta, y esta fuente corresponde a nuestro espíritu que siempre aspira a la luz, pero que siempre es rechazado por el mismo argumento:

35. “Impotente de ti, ¿cómo es que ansíes llegar a lo alto? ¡Aquí no hay paso para ti! Por eso, ¡vuelve a la taza de tu amor humilde, y allí examínate en la luz de tu alma, siempre preparado para seguir la corriente de la fuente hacia la mañana! Únicamente allí los rayos poderosos del Sol de la Gracia te acogerán y, dentro de toda libertad de tu vida, te atraerán haciéndote subir como pequeñas nubes luminosas, y te llevarán al sitio de donde viniste”.

36. Queridos padres, tomad también esta interpretación a pecho, tal como aquella que oísteis en la choza».


Capítulo 57. Confesión voluntaria de Adán

1. De nuevo Set se levantó y dijo: «¡Así es, querido Enoc! Nos hablaste desde una fuente desde lo Alto...

2. Pues, veo en mí mismo que dentro de mi sabiduría siempre salto hacia arriba –– igual que aquellas gotas. Y cuando en la altura limitada se me agota la vana fuerza motriz y me quedo abandonado en mi debilidad, entonces, igual que aquellas gotas, vuelvo a caer en la taza de mi nulidad innata. Y allí enseguida se me traga la rutina de la vida cotidiana banal que me humilla, y su corriente finalmente me arrastra con ella.

Sólo poco a poco, cuando ya me he vuelto totalmente impotente, vuelvo a reconocer la gran ley que el Señor lleno de Amor y Sabiduría depositó en toda mi naturaleza:

Todo aquel a quien el Señor no le ha provisto con alas para poder volar, ¡que se quede en su hogar en la paz de su alma!... Y que allí espere con humildad y gratitud hasta que a la eterna Misericordia le complazca que la pequeña fuente acoja a esa pequeña gota modesta ––que soy yo–– y la lleve afuera hacia la eterna mañana, donde la Gracia del Señor irradiará eternamente y donde el Amor del Padre santo seguramente no dejará perecer a esa pequeña gota modesta.

3. Oh querido Enoc, ¡dime que es así!... ¡Dime si te he comprendido bien o no!... Porque estoy convencido de que nadie puede haberlo entendido de otra manera».

4. Estas palabras hicieron que Enoc se entusiasmara con Set. De modo que se dirigió hacia él para abrazarle y exclamó:

5. «Querido padre Set, ¡celebra que hayas comprendido bien la voz del Amor eterno!

6. Porque lo que yo digo no es mío sino del eterno Amor de nuestro Padre santo, por lo que con todo mi ser siempre le alabaré y agradeceré; y en adelante no habrá nada de lo mío ––dentro o fuera de mí–– que no sea consagrado a la gratitud, al amor y a la alabanza de nuestro Padre santo tan sumamente bueno, del que surgimos nosotros y todas las cosas por su gran Misericordia.

7. Por la misma razón ningún hombre puede ni debe hacer algo por sí mismo, aunque se sienta lisonjeado por la percepción agradable de que dentro de él existe una vida superior, sino igual que las gotas debe confiarse del todo al Señor que seguramente le llevará de una manera conveniente hacia su Amor y Orden eternos, tal como sea lo mejor para el hombre».

8. «Así es», confirmó Adán. «Porque todo lo que crece en la Tierra prospera bien, y se adapta modestamente al eterno Orden de Dios poderoso.

Vemos que cada día el Sol saca las briznas de las hierbas del regazo oscuro de la tierra... Vemos que sus rayos suaves hacen que de la humedad de los mares suban nubes alegres envueltas en una luz suave... Vemos que las embellecen en el firmamento como si tuvieran luz propia –– donde frecuentemente ni siquiera ya están percibidas por nuestros sentidos bastos, a pesar de que a los ojos del espíritu resulten eternas.

Aunque esto sea solamente una parábola en términos mundanos, sigue siendo un reflejo perfecto del orden sublime que rige al hombre, al que es dado un cuerpo animado y con sentidos, para que en él se desarrolle el fruto noble conforme al Orden eterno para la Vida eterna de Dios –– tal como mediante el Poder del Amor de Dios y su Orden se realiza la generación de un nuevo fruto inmortal, de acuerdo con las propiedades del alma.

9. Oh hijos, ved, el Señor nos ha preparado un instructor... a él le ha abierto los ojos y por él nuestros oídos se han vuelto más sensibles, de modo que empezamos a comprender las intenciones sublimes del Padre santo dentro de nosotros. Y como aquí felizmente nos hemos enterado del significado de este mi lugar favorito, ahora vamos a continuar nuestro camino. Porque la Tierra porta aún muchos tesoros sin que nos sean conocidos. ¡Que también estos se vuelvan objeto para un desarrollo de nuestra comprensión espiritual!».

10. Y ve, este pequeño grupo de los primeros hombres de la Tierra me estuvo agradecido en la profundidad de su corazón, se levantó y siguió su camino hacia la salida en dirección de la mañana, donde tras un estrechamiento del túnel salieron al aire libre. Allí reposaron un poco y contemplaron la belleza del paisaje, observando como más adelante pequeñas nubes salían del arroyo que ágilmente subieron a los campos de luz donde el calor los disipó, con lo que allí desaparecieron de la vista.

Ahora todos comprendieron este espectáculo de la naturaleza y se reconocieron a sí mismos en él, por lo que me dieron gracias profundamente en su corazón.

Luego continuaron su camino hasta que llegaron a un altiplano donde vivían muchas familias. Cuando estas se dieron cuenta de que Adán se estaba acercando ––pues, tenía el cabello blanco como la nieve–– entonces vinieron a su encuentro y se dejaban bendecir por él.

11. De esta manera los patriarcas continuaron su camino con sus corazones llenos de alegría, hasta que un peñón muy alto les cortó el camino. Allí delante se sentaron, rodeados por miles de los hijos que se preocupaban de traerles los más diversos refrescos.

12. Adán estaba observando la cumbre de este peñón que se estaba perdiendo en el cielo. Como se quedó callado e introvertido, nadie se atrevía a preguntarle qué estaba viendo. Por eso, después de un rato, incluso los diversos hijos empezaron a callarse, porque veían lágrimas en sus ojos.

13. Todos estaban cavilando sobre qué podía ser lo que veía, pero aparte de Enoc nadie se podía imaginarlo qué estaba sucediendo en el alma de Adán.

14. Cuando bajó su mirada del peñón escarpado y se fijó en los muchos hijos que mientras tanto habían acudido silenciosamente, dijo con el corazón tocado:

15. «Oh, ¡todo esto es culpa mía! Oh santo Dios sumamente justo, ¿cómo es posible que hayas permitido que mi culpa creciera hasta la altura de semejante montaña? Todavía estoy vivo, ¡y la montaña llega ya casi al cielo! –– ¿A qué altura llegará al fin de los tiempos?

16. De modo que hoy, un antesábado, me encuentro aquí al lado del símbolo de mi culpa, rodeado de miles de mis hijos... Y del mismo modo, un día venidero, también el último hombre se encontrará aquí todavía expiando mi culpa, privado de hijos vivos y de cualquier otra criatura, triste observando las estrellas luminosas en las alturas de la infinidad de Dios y deseando con ansia que el monte se derrumbe y, junto con él, se sepulte la última gota de mi gran culpa.

17. Oh hijos... Allí arriba donde todavía veis llamas y humo, ¡allí es donde “nací” yo –– yo que pequé ante el semblante de Dios y de la Tierra!...

18. Pero entonces era todavía puro, y toda criatura me estaba sometida... Podía comunicarme con todas ellas y entenderlas, desde el centro de la Tierra hasta ahí arriba el último de los mundos inalcanzables hasta para el pensamiento más sublime del espíritu que fuera.

19. Y esa culpa, ¿qué ha hecho de mí? –– ¿Qué me he vuelto en la noche de mi pecado? Nada más que un gusano miserable en el polvo de la Tierra, incapaz de arrastrar conmigo esta vida tan miserable...

20. Oh hijos, ¡aquel de vosotros que pudiera caer desde la estrella más lejana de las alturas a la más honda de las profundidades, ved: este salto no correspondería sino al de un saltamontes en comparación de mi caída desde mi altura hasta esta profundidad incalculable!

21. Ya al principio de mi existencia terrenal, allí arriba, fui puesto en un conocimiento de mí mismo sumamente humillante, y caí hasta aquí... y mis pies cayeron aún más profundamente, por causa de Caín...

¡Ay de esa caída incalculable!...

22. ¡Yo, que aparte de Dios no tenía semejantes, ahora tengo que pedir a mis hijos enseñanza y pan!

23. Pero en fin, así son las cosas. Por eso, que así sea en el nombre de Aquel al que le pareció bien hacer de mí lo que soy –– ante el semblante de todos».

24. Cuando Adán hubo terminado su exposición, empezó a llorar, y todos se pusieron tristes –– menos Enoc. Eva sintió la carga de Adán el doble, pero quería disimularlo para que con sus lágrimas no aumentara la aflicción de Adán.

25. Como esta situación se prolongó casi durante una hora, Set se acercó al padre Adán, le secó las lágrimas y le dijo: «Padre, ¡no sientas que el Señor te haya hecho esto! Porque si fueras un padre malo, ¿cómo sería posible que te amáramos tanto?

26. Nunca hemos encontrado algo de malo en ti, y todo lo que recibimos de ti siempre fue y será bueno. Por eso, voluntariamente, todos te ofrecemos nuestro cariño y nuestra consideración; y no te aflijas por la manera tan sabia con la que el Padre todopoderoso nos guía.

27. Pues, tú mismo nos enseñaste que todo lo que el Señor hace está bien hecho. De modo que no hace falta que estemos preocupados si los caminos sabios del Señor se manifiestan de manera diferente a la que nosotros ––en nuestra estrechez de entendimiento ante Dios–– podríamos figurárnoslos, aun procurando a imitarle con nuestras mejores intenciones.

28. Padre, si alguna vez Dios te otorgó algún poder ––dado que incluso el Sol, la Luna y todas las estrellas tenían que obedecerte–– aun así no fue más que una concesión por parte del Señor de todo Poder y de toda Fuerza, con lo que los poderes no se originaban en ti sino que te fueron otorgados...

29. Lo que es del Señor, conforme su sabio Orden, lo puede recoger en cualquier momento; de todos modos Él, llevado por su Amor y Sabiduría para con nosotros que todos somos hijos suyos, sólo hace lo que es más conveniente para nosotros.

30. Siendo Él el Padre de todos nosotros, ¿cómo, en su Amor infinito y su Misericordia ilimitada, jamás iba a olvidarse de nosotros?

31. Por eso, padre, ¡anímate!

¡Reanima tu mente y tu corazón, y permite a nuestro querido Enoc que ––nada más que se haya ido la muchedumbre–– con su aurora transfigure todo esto de aquí y que mediante su lengua viva lo convierta todo en un pasto para nuestro espíritu!

32. Por eso, padre, ¡que te animes!».

33. Adán le miró aliviado y llamó a Enoc para que cumpliera con el deseo de Set y de los hijos de su linaje, pero sólo después de que los otros hijos se hubieran ido –– menos uno que tenía el cabello negro. Éste no pertenecía al linaje de Set sino que acababa de llegar de las profundidades, escalando las montañas. Pues, como mortal, el gran miedo a Lamek le había llevado a huir y dirigirse a los inmortales de las montañas donde, lleno de curiosidad, se había mezclado con los hijos de Adán.

34. Acto seguido Enós, Cainán y Malaleel indicaron a los otros hijos que el próximo sábado antes de la salida del Sol se reuniesen en la plaza conocida delante de la choza de Adán, aportando los sacrificios, pero que de momento se retirasen para que el padre Adán pudiera entregarse al sosiego de su corazón; y que sólo después, en cuanto se les hiciera una señal, volvieran a reunirse para acompañar al padre a los hijos del mediodía, desde donde podrían volver a sus lugares.

35. Cuando los tres volvieron de donde estaban los otros hijos, trayendo a aquel del cabello negro con ellos, Adán se levantó y le preguntó:

36. «¿Qué te ha traído aquí, escapando de la muerte? ¡Habla o huye del semblante del padre de los padres de la Tierra, porque en tus venas corre una sangre mortal y en tu semblante todavía se ve claramente la señal41 de la muerte que Caín dio a Abel... Por eso, si eres capaz de hablar una lengua, ¡habla!».

37. Enseguida el forastero se echó a los pies de Adán, balbuciendo algo que nadie podía entender –– a no ser Enoc.

38. A eso Set dijo a Adán: «Oh padre, tu celo justo hace que este hijo del mundo agonice... Por eso, ¡contén tu justicia y di a Enoc que le reanime, para que te pueda corresponder!».

39. Enseguida Adán consintió en lo que el corazón de Set le pedía y dijo a Enoc: «Ve aquí a un muerto de las profundidades, ¡reanímale y suéltale la lengua para que nos pueda comunicar qué es lo que le oprime su corazón!».

40. «Pero padres», dijo Enoc, «¿cómo es posible que a este hombre le llaméis un hijo del mundo, muerto, ante el hecho de que vive como nosotros, sólo que se trata de un pobre de las profundidades?

Si se presentara un animal enfermo delante de nuestra puerta, no lo echaríamos sino que cuidaríamos de él hasta que se curase, ¡pero tratándose de un pobre ser humano perdido que con grandes dificultades logró venir hasta nosotros para encontrar refugio, a él le dejamos que ante nuestros semblantes se revuelque en el polvo como un gusano!

41. Todos vimos que vino vivo... Además, todos sabemos muy bien que toda vida y su manifestación sólo puede originarse en Dios...

42. Oh queridos padres, ¡permitid que este hombre se recupere, para que también él pueda reconocer al gran Dios en estas alturas, porque seguro que el Amor del Padre santo tiene un alcance mucho mayor de lo que nuestro pensamiento más sublime jamás sería capaz de asimilar!

43. ¿Cómo este Amor infinito iba a excluir a los hijos de las profundidades? Aunque haya atraído a uno de estos pobres hacia nosotros, aún no es asunto nuestro el rechazar esta pobreza, sino aceptarla como si se hubiera desarrollado allí arriba donde todavía veis llamas y humo, adonde a veces todavía dirigimos nuestra mirada, cavilando si la piedra es nuestra culpa o si nosotros somos la culpa de la piedra...

44. Oh, ¡poco importan las dimensiones de esta roca, porque de todos modos sigue siendo una roca como nosotros seguimos siendo hijos de Dios inmortales... y ella sigue siendo perecedera como nosotros seguiremos siendo eternos –– pero todo es consecuencia de nuestro amor que no debe excluir a ninguna criatura, y menos aún a un pobre hermano de las profundidades... Porque nosotros por ser hijos del Amor somos también hijos de Dios... Por eso, ¡actuemos conformemente, para ser lo que deberíamos ser!».


Capítulo 58. El forastero Asmahael

1. Acto seguido Enós se inclinó para levantar al forastero de cabello negro y pidió a Adán y Set que le permitieran aún algunas palabras al respecto antes de comenzar a continuar el camino.

2. Todos le animaron a que hablase.

3. De modo que Enós hizo una reverencia y tomó la palabra:

4. «Padres e hijos... Ahora mismo, como un rayo, de repente me vino un pensamiento a la mente... ahí está, y me llena el alma:

Una vez tuve un sueño en el cual vi que había dormido la salida del Sol, lo que me acarreó un pequeño reproche. Soñé que nosotros, como ahora, nos encontrábamos aquí en este paisaje precioso. También había muchos hijos a nuestro alrededor que nos daban mucha alegría, y también los invitamos para celebrar el sábado. De repente se presentó una figura muy brillante en nuestro medio, de modo que nos espantamos por su fuerte luz. Pero la figura no nos dejó mucho tiempo en nuestra situación de miedo, sino que enseguida se descubrió ante nuestros ojos deslumbrados.

5. Oh padres e hijos, ¡la figura descubierta era Abel que presentó al patriarca un hombre muy parecido a este de aquí!

Entonces Abel dijo: “Oye, padre, excepto a mí, Caín no ha hecho mal a nadie, a no ser que tú perdieses la presencia de mi cuerpo físico. Yo se lo he perdonado todo; lo que me resultaba muy fácil, porque nunca le guardé el menor rencor.

6. Y cuando más tarde tuvo que huir de su hijo Lamek, y a la hora de mediodía lleno de miedo y muriéndose de calor y sed con unos pocos de los suyos salvados llegó a uno de los mayores mares de la Tierra, entonces, con el consentimiento del Padre santo, vine yo y me manifesté a él. Como le encontré llorando a lágrima viva de arrepentimiento, tuve compasión de él y le enseñé a preparar un cesto muy grande de caña y junco en el que le llevé sobre las aguas a un país seguro y fructífero.

7. Lo mismo hice con algunos más de los descendientes de Hanoc que eran de índole mejor.

8. Pero nunca osé presentarte ni a uno solo de Hanoc, la gran ciudad de Caín, porque siempre fui consciente de tu ira justa contra él. No obstante, también sabía lo que el Señor le había dicho, pues, dijo: ‘¡Que aquel que se atreviera matar a Caín, sería matado siete veces!’.

9. Pero ahora, conforme a la Voluntad de Jehová, te traigo a un fugitivo de las profundidades que está buscando a Dios. Por eso, ¡dale lo que busca y acógele con todo amor paterno, porque también en las venas de él corre tu sangre!

10. Despiértale con tu bendición, y el Señor despertará a tus hijos para que luego puedan anunciar su nombre a los hijos de las profundidades para la posible salvación de la Tierra”.

11. Oh padres e hijos, ¡veo al mismo hombre entre nosotros al que entonces vi!... Y ahora mismo también he visto a Abel resplandeciente que acaba de abandonar este lugar... También Enoc le vio, por cuyo motivo se mantuvo tan ensimismado...

Bueno, esto es todo lo que os quería decir. Ahora actuad conforme a vuestro criterio...».

12. Y Enoc confirmó las palabras de Enós: «Es verdad, ¡así fue y así es!».

13. Adán, sorprendido, preguntó: «Pero ¿dónde estaba Abel?».

14. Simultáneamente, Enós y Enoc señalaron al mismo lugar; con lo que Adán quedó convencido de lo que los dos habían visto y desde dónde Abel, ante Adán, había confesado su fidelidad y su amor.

15. Aun así todavía se dejó describir confidencialmente el aspecto de Abel, por los dos por separado, con el resultado de que no le quedó la menor duda de la autenticidad de la visión.

16. De esta manera convencido, Adán exclamó lleno de alegría: «¡Oh Abel, lo que tú me traes, lo acepto, aunque fuera el mismo Caín!

17. Por eso, ¡acercardme al débil protegido de Abel, para que le bendiga y le acoja en nuestro medio! Le mostraré al primer hombre de la Tierra, no nacido, sino surgido directamente de la mano todopoderosa del eterno Amor... y le mostraré a la madre de todos los seres humanos –– la que surgió de mí... y finalmente le mostraré a Aquel de cuyo Poder, Magnificencia y Santidad todas las infinitudes llenas de seres dan testimonio... como nosotros mismos a quienes fue dado un espíritu eterno procedente de Dios mismo...».

18. Acto seguido, le trajeron al forastero de cabello negro. Adán le tocó, le bendijo tres veces y le preguntó por su nombre.

Pero el forastero le respondió: «Oh sabio patriarca de la Tierra y sublime primogénito creado por Dios, el Rey de la Tierra... ¡Perdóname que vine aquí, yo, un pobre refugiado de las profundidades y arrancado de las manos mortíferas de Lamek, pues, fue una figura luminosa la que me trajo aquí!

Pero mira: No tengo nombre... Porque no fui sino un esclavo obrero, y en las profundidades estos no tienen nombre sino que los llaman mediante gritos inarticulados como a los animales. Sólo nos está permitido entender una lengua, pero no se nos consiente hablarla; porque si alguno de nosotros pronunciara algo entendible, ¡en seguida acabarían con su elocuencia dándole la muerte más cruel!

19. Por lo tanto no te enfades conmigo, porque yo, un pobre esclavo, no te pueda dar lo que me pides.

En las profundidades ya no reina sino la crueldad, ni tampoco habrá nadie que esté seguro de su vida. Porque adonde cualquiera huya, en seguida los esbirros de Lamek le alcanzarán y donde le pillen, allí mismo le darán la muerte más cruel, sin perdón.

20. Oh gran padre de los padres de la Tierra, no hay lengua humana que pudiera describir todas esas barbaridades donde la matanza cruel de los esclavos mudos todavía es lo menos inhumano de todo... Nunca me atreveré a contarte tantas atrocidades para no profanar las alturas».

21. Cuando Adán y sus hijos oyeron este relato del forastero sin nombre, Adán comenzó a pronunciar una maldición sobre las profundidades, pero el forastero le cortó la palabra:

22. «Oh buen padre de los padres de la Tierra, ¡abstente de una maldición! A estos de allí abajo les sobraría, ¡porque ya han sido castigados de maldición en abundancia!

¡Un Lamek ya es más que suficiente para toda la Tierra!

Pero si el gran Rey desde lo alto de las estrellas quisiera fulminarlos con la maldición más cruel sobre la Tierra, bastaría con que mandara a un segundo Lamek... Y puedes estar seguro de que dentro de cien días ––aparte de un solo Lamek–– ya no quedarían seres vivos en la Tierra...

23. Por eso, aunque te veas motivado a maldecir, bendice las profundidades que ya están sobrecargadas de maldición; de lo contrario, ¡ay de los pobres esclavos!

24. Su sangre abundantemente derramada ya clama venganza hasta las alturas de las estrellas... Y si ahora mandaras tu maldición a las profundidades, ¡entonces pronto su sangre llegaría hasta las cumbres sagradas de estas montañas!

25. Por eso, padre de los padres de la Tierra, ¡bendice, oh, bendice donde aun con toda justicia te parece que debieras maldecir! Amén».

26. Al oír estos ruegos por parte del joven sin nombre, Adán se quedó conmovido y le preguntó: «Oye, pobre hijo del linaje de Caín... si en las profundidades no te dejaban hablar, ¿de dónde consiguió tu lengua esta habilidad casi como la de Cainán?

27. Porque de la manera que hablas, se tiene la impresión como si desde hace tiempos ya hubieras sido un divulgador de la Palabra de Dios, aquí entre nosotros, dado que tus palabras están muy bien medidas y siempre consideran el sentido verdadero. Dime, pues, ¿cómo llegaste a esto?».

28. Enseguida el forastero sin nombre se serenó y respondió: «Tu pregunta acerca de mi lengua causa una gran alegría a mi corazón todavía muy joven, al decírmelo el padre de mi preceptor tan sumamente sabio.

29. Oye, pues: El preceptor tan sabio que me enseñó fue precisamente aquel que me trajo aquí. Y tú ya le conocías antes que todos estos de aquí que te estaban escuchando: pues, era Abel, tu hijo de luz penetrado por el Amor supremo el que me soltó la lengua que se me estaba atascando, para que yo os pudiera hablar de las maneras muy peculiares bajo las cuales se presenta la Verdad.

30. De modo que ya te he dicho todo, oh padre de los padres de la Tierra. Por eso, permíteme que yo ––un pobre refugiado de las profundidades–– aquí en estas alturas sagradas de vuestro medio busque a aquel Soberano tan sumamente justo y lleno de Bondad, del cual todas las estrellas, el Sol y la Luna tan maravillosamente dan testimonio.

31. Oh patriarca, ¡pronuncia un amen lleno de amor!».

32. Al oír estas palabras, Adán se conmovió tanto que se le llenaron los ojos de lágrimas y no pudo pronunciar ni una sola palabra.

33. Cuando finalmente se tranquilizó, dijo: «Oye, querido forastero que vienes de la profundidad de las atrocidades, como vemos que Dios ya te ha concedido una gran Gracia, nosotros, sus hijos, no te vamos a tratar de diferente manera. De modo que vamos a cumplir con el deseo de tu corazón.

34. Aquí a mi diestra ves a Enoc que, como tú, es todavía muy joven. Él también es un orador bendecido por Dios. ¡Que en adelante él también sea tu preceptor en el nombre de nuestro Padre y Señor de la infinitud!

35. Y como no tienes nombre, te voy a dar uno, de modo que te llamarás Asmahael (un forastero fiel buscando a Dios). Porque aquí cada cosa tiene que tener un nombre, como también cada actividad –– un nombre que describe su naturaleza y sus características inherentes, y cómo, cuándo, dónde y por qué existe. Por esta razón menos aún un hombre puede quedarse sin nombre.

36. No obstante, el nombre tiene que corresponder perfectamente a aquel que le recibió; y una vez que uno ha recibido un nombre, tiene que corresponderle fielmente, porque de lo contrario sería un mentiroso que no cumple con lo que el nombre especifica. Ante el hecho de que ahora tienes un nombre, reconócelo y actúa conforme a él, de lo contrario serías un mentiroso ante el semblante de Dios y todos sus hijos, y te quedarías como un embustero ante cualquier mota de polvo que corresponde a las características del nombre que le está dado.

37. De modo que vuelvo a bendecirte y te digo: ¡Asmahael! ¡Yo, Adán, te bendigo como a mis hijos –– que seas un fiel portador de tu nombre!

38. Te tiendo mi mano para levantarte como a mis hijos.

39. Ahora, hijos míos, seguid mi ejemplo y sed sus padres; y tú, querido Enoc, vuélvete su hermano e instructor.

40. Tú, Jared, le darás cobijo para siempre, dado que Enoc ya habita en mi choza.

41. Que el Señor abra tu corazón y todos los sentidos de tu alma a la Vida eterna de tu espíritu en Dios. Amén».

42. En seguida Asmahael se echó a los pies de Adán y los besó, agradeciéndole la gran gracia que le había sido concedida en la altura de mis hijos, porque ya estaba notando el efecto de la bendición.

43. Por eso exclamó con júbilo: «¡Asmahael!... Aunque aún no lo merezca, ¡qué nombre más magnífico! Pero una vez que un nombre es dado, obliga al fiel portador a que haga caso de este mandamiento –– hasta dónde la comprensión se lo facilite.

Y si el portador de un nombre para cumplir con sus obligaciones tuviera que explorar los trayectos lejanos del Sol y de las estrellas, lo tendría que hacer fielmente y con devoción por la gran gracia que le fue concedida...

Oh padres de los padres de la Tierra, os digo: Como yo frecuentemente tenía que luchar a vida o muerte, para mí el camino hacia la Vida eterna no me resulta conflictivo... Cuando uno en el lodazal de las atrocidades continuamente tenía que abrirse camino hacia una luz de lo más ínfima, siempre luchando por la vida mísera frecuentemente casi sofocada en su origen por las dudas más oscuras que se introducían, ¡qué fácil resulta seguir el camino resplandeciente hacia la Vida!

44. Qué nombre más sublime y bonito, ¡Asmahael!... –– Estrella guía que me llevará hacia arriba a las eternas y santas alturas de la Luz y de la Vida...

Oíd: ¡El forastero no llevará en vano este regalo sagrado de la Gracia! –– ¡Amen!, y otra vez, ¡amén!».


Capítulo 59. Sobre la humildad

1. Después de la plática de Asmahael Adán se levantó de nuevo conmovido y dijo: «Enoc, ahora te toca a ti. Porque después de todo esto conviene que aún oigamos algunas palabras desde lo Alto, para que en lo sucesivo podamos actuar perfectamente dentro de la Voluntad del Señor.

Porque mira, con lo mío ya he cumplido conforme al parecer de mi amor; no obstante, nuestro amor no es siempre verdaderamente puro, y en consecuencia el resultado de sus actividades no es siempre sagrado. Por lo tanto, ha llegado la hora para que nos hables con tu voz viva.

2. Ahora muéstranos, pues, los caminos de tu protegido».

3. A continuación todos se levantaron, se inclinaron ante Adán y le agradecieron sus disposiciones. Sobre todo Set estaba fuera de sí de contento, porque él era el seguidor más devoto de Enoc y adoraba su palabra; con lo que aún le dijo algunas palabras para animarle, antes de que empezara a hablar:

4. «Querido Enoc, lo que mi corazón estaba anhelando hace rato, el eterno Orden ya lo ha preparado a través de mi padre y el tuyo. Ya ves que estoy más que contento de que en este asunto podré oír la santa Voluntad. Porque consta que en general hacemos todo lo que nos parece bien; sin embargo, si algo sólo por parecernos bien realmente lo es, es otra pregunta...

5. Y eso es lo que nos debieras demostrar... Empieza, pues, a hablarnos de tu vida con Dios en tu interior».

6. Acto seguido Enoc se levantó y, encomendándose a Mí, dijo para sus adentros:

7. «Padre, Señor y Dios, concédeme la Gracia de que con todo amor y toda humildad pueda revelar tu Voluntad a los padres y darles de Ti, en plenitud, lo que sus corazones están anhelando.

8. Padre santo, ¡que eternamente se cumpla tu santa Voluntad! Amén».

9. A estas palabras desperté a Enoc del todo, con lo que empezó a hablar: «Queridos padres, lo que pedís es muy juicioso, porque el Amor de Dios está sobre todo, y todas las cosas le están subordinadas. Pero si me pedís a mí que yo con mi debilidad os revele algo que todas las eternidades no podrían abarcar, queridos padres, esto ya va más allá de lo factible...

10. ¿No vais a pensar que el Señor se deja llevar de prejuicios, y que a un hombre le considere más que a otro aunque los dos hayan actuado conforme a su Voluntad? Oh padres, ¡entonces estáis muy equivocados!

11. Fijaos en los espacios de la infinitud. ¿Quién de entre nosotros puede decir que no ve como se propaga la luz y como envuelve las cosas sobre las que cae?...

¿Acaso hay alguien que no pueda oír el susurro fino que el viento produce en el follaje seco? ¿O, acaso, hay alguien entre nosotros que no hubiera recibido todos sus sentidos en un estado completamente funcional –– y un corazón vivo y bien sensible?

12. Si todas estas facultades que tenemos en común nos han llegado del Señor, ¿cómo podría ser posible que alguno de nosotros fuera más del Señor que otro –– dado que cada uno ha surgido de Él y que quiere volver a Él?

Padres, ¿podría haber algún hijo que se dirigiera a vosotros para pediros vuestro consejo sagrado, y vosotros no le escucharíais para ayudarle en lo que le conviene?

13. Si vosotros como seres humanos caídos ya sois misericordiosos para con los forasteros, ¡cuánto más el Padre santo tan sumamente bueno os concederá a vosotros todo lo que os convenga –– todo aquello para lo cual os ha capacitado, a cada uno!

14. Por eso no creáis que yo soy un órgano elegido por la Voz viva de Dios, oh, ¡ni mucho menos!... ¡Porque yo no soy más elegido que todos vosotros!

¡Dirigíos a Él y os volveréis conscientes de la Voluntad del Señor!».

15. Y Enoc se calló, introvertido, dirigiéndose hacia Mí. Pero desde Adán hasta Jared y Asmahael, nadie sabía cómo interpretar esta corta plática de Enoc; de modo que se preguntaron:

16. «¿Qué puede significar esto? ¿Qué habrá querido decir Enoc con eso de que nosotros mismos, como él, podríamos hablar alguna palabra de la Vida de las alturas de Dios? –– ¡Cualquiera comprende esto!».

17. De modo que todos, incluso Set, quedaron desconcertados de que Enoc los hubiera despachado de una manera tan seca.

18. «Ante el hecho de que dependemos de nosotros mismos», dijo Set, «¿de qué nos sirve lo que nos dijo, dado que de todos modos ––también sin Enoc–– somos conscientes de lo que somos capaces y de lo que no? Pues, también sabemos hasta qué punto el Señor dentro de su Amor es abordable por todos nosotros... y hasta qué punto, hasta ahora, cada uno de nosotros ha percibido la voz de Él; porque esta es un atributo del Amor, como la sabiduría es un atributo de la Gracia...

19. ¿Pero cómo podría alguien amar a Dios y a hablar con la voz de Él, antes de que hubiera recibido el Amor y la Palabra del Señor? –– ¿Quién de entre nosotros podría vanagloriarse de ello a no ser Enoc?

¡Es como si yo ignorara algo que es atributo mío!

20. A todos nos ha sido concedida la Gracia de ser hijos de Dios y ––entre todas las criaturas–– nos fue dado el distintivo extraordinario de ser hombres y poder manifestarnos como tales; y como tales tener todos los mismos sentidos, aprovechándolos de la misma manera. Pero que cada uno se pregunte a sí mismo si, a pesar de toda esta comunidad de sentidos y de la Gracia de Dios, a cada uno le estimula la misma cosa de la misma manera.

21. Ahí resulta evidente que la Gracia no ha llegado a cada uno en la misma medida, y menos aún el Amor. Y esto es tanto más evidente, cuanto más nuestra propia experiencia nos enseña la inconstancia con la que el amor trata al objeto elegido... ¡La gran abnegación y los grandes sacrificios que hacen falta para volvernos estables en el amor!

22. No quiero ni puedo afirmar que por ello no hubiera manera de ser más y más firmes en nuestro amor para con el Señor. Hay algo que consta: Sólo la Gracia nos es concedida... Pero en vez del mismo Amor sólo nos es dada la facultad de ganárnoslo y luego darle acogida en nuestro interior –– una facultad que forma parte de la Gracia recibida. El Amor nunca nos llegará por simple anhelo, por fuerte que sea.

Resumiendo: Si el Señor se complace en dar a alguien el Amor en toda plenitud como a Enoc, entonces es asunto de su Misericordia; y Él no va pedir el parecer de nadie. Pero oídme bien: ¡Ahí no se trata de una regla! Porque podemos anhelar lo que queramos, y el Señor siempre seguirá siendo el Señor. Él actúa conforme a su criterio, y nosotros no somos sino testigos de lo que Él realiza ante nosotros y para nosotros.

23. Y tú, mi querido Enoc, considera estas palabras y después habla. Conozco tu gran modestia, y te aprecio mucho por tu gran humildad.

Siendo así, cuando se trata de cumplir con un servicio que debes a Dios y a tus padres, ya no hace falta que procedas con tanta humildad.

24. Y el Señor te conoce infinitas veces mejor que nosotros, por lo que te concedió el Amor de manera permanente. De modo que en adelante compórtate sin cumplidos, a no ser que el Señor te lo diga así.

25. Teniendo en cuenta que antes nos advertiste que cultivásemos en nosotros la voz de la Vida de Dios, ¿no habría Él podido dirigirse directamente a nuestros corazones para avisarnos de la misma manera?

26. Ve, ya que has empezado a hablarnos de esta manera iluminada por Dios, ahora ya no es suficiente si de una manera tan seca y breve nos remites a Aquel que es el Origen de todo.

27. En este sentido incluso la modestia y la humildad deben mantenerse en límites sabios y convenientes.

28. Voy a darte un ejemplo práctico: Cuando el padre Adán nos comunicó la debilidad de su cuerpo, ¿qué habría ocurrido, si nosotros por respeto exagerado no nos hubiéramos atrevido a acercarnos a él para traerle los alimentos de los que su naturaleza precisaba? ¿Para qué le habría servido nuestra exagerada humildad?

29. Mira, para que la humildad pueda ser verdaderamente del agrado de Dios, nunca debe abandonar el ámbito de la actividad del amor. Por eso, siempre que demos a entender que precisamos de lo uno o lo otro, estamos obligados a ayudarnos mutuamente. Es justo que nos remetieses al Señor, porque el más fuerte siempre advierte al más débil; pero que a éste no le desampare, hasta que diga: “Ahora el Señor también me ha despertado a mí”.

30. Ves, Enoc, hasta ahora aún no hay nadie entre nosotros que te pueda decir esto; pues, ninguno somos nada ante Dios. Por eso olvídate de todo lo vano y, dentro de la abundancia del Amor que te ha sido concedido, concéntrate en todo aquello que a nosotros en esta situación nos hace falta, para que también Dios considere nuestro amor como justo.

31. ¡Por eso no vaciles, sino cultiva nuestro amor para con Dios! Amén».


Capítulo 60. El silencio justo de Enoc

1. Acto seguido Adán se levantó y comentó: «¡La palabra de Enoc fue dura, y la de Set fue suave!

2. Si la palabra de cada uno fue justa, entonces, por mi parte, yo no acuso a nadie. De todos modos consta: ¡Que no se dé una comida a los niños para la cual aún no han echado los dientes!

Enoc, así es: por esta vez tu alimento fue demasiado duro; de modo que te corresponderá ablandarlo hasta que podamos consumirlo provechosamente».

3. En seguida Enoc se levantó para pronunciar un discurso memorable:

4. «Queridos padres, lo que el padre Set ante todos nosotros nos dijo con buenas intenciones y con dignidad es justo y verídico, y demuestra con toda claridad que lo del hombre se atiene a lo que es del hombre. Pero así también es la Voluntad de lo Alto, y por eso todos tienen el derecho por parte del Amor a que en los asuntos humanos se ayuden mutuamente entre ellos; y eso tanto más en tiempos de necesidad. Por eso, cualquiera que por la razón vana que fuera rechace hacer o hablar lo que la obligación y el amor le exigen, no sería digno de ser un hombre.

5. Pero preguntaos a vosotros mismos qué habría que hacer si el patriarca Adán a causa de una petición de sus hijos ––y para que él mismo no tuviera que hablar–– me hubiera dado a mí una respuesta seca y breve, para que yo se la transmitiera a los hijos... y si los hijos no la hubieran comprendido... y si ni siquiera yo como intermediario la hubiera comprendido hasta el fondo, sino únicamente hasta donde el patriarca me hubiera explicado –– con la condición de que de momento aún no les diera más explicaciones... para que los corazones de los hijos en la esfera de su ánimo no se volvieran perezosos sino cada vez más despiertos...

Y si luego, por la respuesta seca y breve, los hijos se echaran sobre mí para obligarme a que les hablara más claramente... oh padres, juzgad vosotros mismos: ¿Cuál de las dos exigencias habría que satisfacer, la del patriarca o la de los hijos ávidos de saber antes del tiempo debido?

6. Queridos padres, en este caso no podríais menos de darme razón si por mi silencio justificado cumpliera con la prohibición del patriarca hasta cuando a él le pareciera bien. Lo mismo hice esta mañana antes de la salida del Sol, cuando me callé ante mi padre Jared porque la palabra del patriarca cuenta más que las apetencias de los hijos. De modo que cuando guardé silencio, fue por cumplir con mi obligación.

7. Pero vosotros mismos sabéis que, cuando os hablo, no son palabras mías sino que son del Señor. Entonces, ¿cómo es posible que me hagáis reproches como si hubiera hablado palabras mías?... ¡Y esto ante la evidencia de lo cerca que el Señor ayer había acompañado mi lengua débil!

8. Como ahora vuestras palabras no fueron dirigidas a mí sino a través de mí al Señor ––con lo que no os interesaba mi voz sino la de Él––, entonces preguntaos a vosotros mismos, a quién se dirigían esos reparos...

9. ¿Acaso puedo hacer más de lo que es la Voluntad del Señor? O, ¿acaso puedo dar más de lo que yo mismo he recibido?

10. Aunque lo hubiera recibido en toda plenitud, pero el Señor me hubiera marcado límites de no deciros, de momento, más de lo que os dije puntualmente, y ante el hecho de que obedezco al Señor dentro de todo mi temor y amor... Ahora decidme vuestro parecer, padres, si está bien hecho o no si estimo la Voluntad del Señor más que la avidez vana de los hombres.

11. De modo que lo que me reprocháis sobra como un reproche hecho a un árbol que no puede producir sino los frutos que el Señor ha puesto en él –– por dulces o amargos que sean.

12. Si vosotros queréis que os hable inspirado por el Señor, ¡entonces tened fe en ello! Porque si alguien mantiene dudas en su corazón, entonces tanto la respuesta como la pregunta son inútiles...

13. ¿Cómo ––mediante la ayuda de su hermano–– puede alguien volverse firme en su amor para con el Señor, si su corazón vacila? Por eso, ¡tened fe en la Palabra de Dios para que vuestro amor se consolide!

14. El hijo no está por encima del padre; pero cuando el Señor habla con el hijo, entonces el hijo es del Señor, y el padre no debiera afligirse por la voz del Señor en el hijo.

15. Abel, Asmahael y yo, de todos modos os hemos comunicado la Voluntad del Señor, una facultad que para todos nosotros resulta milagrosa... ¿Para qué aún más preguntas?

Lo que hay que hacer es actuar dentro del amor y la fe en Dios; todo lo demás es cosa del Señor, eternamente».


Capítulo 61. Sobre la Palabra divina en el corazón del hombre

1. Después de este discurso de Enoc, de nuevo Set se levantó y dijo: «¡Oh Dios!, nosotros ¿qué somos y qué podemos? –– ¡Nada!

2. Cuando entre los humanos hablamos a nuestra manera, nos tomamos por sabios; pero ahora me ha quedado claro que toda nuestra sabiduría ante Dios es mera estupidez que será poco de su agrado.

3. Mi plática de antes, ¿acaso no fue el fruto de un corazón humano verdaderamente noble? –– ¿Y qué se ha vuelto ahora? –– ¡Ni más ni menos que una estupidez vana! Con lo que yo mismo ahora me parezco a un despistado que dentro de su hogar busca su choza.

4. Al exponernos de esta manera ante el Señor, ¿cómo es posible que no nos dimos cuenta de nuestra insensatez? ¡Estábamos más bien preparados en dudar de las palabras de Enoc, en vez de reconocer nuestra propia ceguera!

5. ¡Si por lo menos nunca hubiéramos cometido esta estupidez! Pero como no se puede deshacer lo hecho, ahora la vergüenza es nuestra...

6. Aun así pienso en mi corazón: El Padre santo tan sumamente lleno de Amor, dentro de su gran Clemencia tendrá en consideración nuestra precaución exagerada, y nos tratará conforme a su Amor y no según su Sabiduría.

7. Tú, Enoc, continúa despertándonos; ya vendrá el tiempo en que también nosotros podamos ver lo que tú ves...

8. En el futuro el Señor despertará a los hijos para que se vuelvan preceptores de sus padres, y a los padres les dará un corazón infantil. Y vendrá el día en que nuestros hijos dentro de su impotencia harán cosas mayores que nosotros dentro de toda nuestra fuerza. Con lo que siempre se cumplirá la Voluntad del Señor.

9. Dime, Enoc, si es correcto lo que he dicho».

10. Mirando a los padres con cariño, Enoc contestó: «Queridos padres... La herramienta no tiene la culpa si el Amo se sirve de ella conforme a su parecer. De modo que hablé cosas cuyo sentido estaba oculto como el germen en la semilla. La misma naturaleza ya nos enseña que el fruto maduro no sale inmediatamente después de poner la semilla en la tierra, sino que antes tendrá que pudrirse la semilla alrededor del germen; sólo entonces la vida será liberada y se desarrollará. Después, tras frecuentes tormentas y expuesta a lluvias y a la luz solar, la planta se desarrollará y dará cientos de frutos bendecidos.

11. Ved, ¡lo mismo pasa con cada Palabra del Señor! Tal como está dada no producirá fruto alguno, sino que hay que ponerla en el suelo de nuestros corazones donde todavía se conserva en su cáscara dura. Pero cuando nuestro amor disuelve esta cáscara dura y la consume, entonces el germen vivo, o sea, la comprensión viva brotará y llegará a la luz del sol del espíritu en la cual madurará tras mucha clase de pruebas tormentosas, para volverse un fruto incalculable de toda Vida y todo Amor en Dios, nuestro Padre.

12. Ved, padres, así lo quiere la Voluntad del Señor, y así debemos entender cada una de sus palabras. Y sólo así manifestaremos al Señor que somos verdaderamente hijos suyos que siempre reconocen y comprenden la Palabra del Padre».


Capítulo 62. El discurso de Enoc y la comprensión de los patriarcas

1. Pero a los padres este buen discurso aún no les había quedado claro del todo. Por eso Adán preguntó a los demás:

2. «Hijos, ¿le habéis comprendido, por esta vez?».

3. Pero Set respondió: «Si no fue depositada sino la semilla, ¿cómo íbamos a comprenderlo del todo?

Sí, hemos recibido la cáscara con el germen, y de esta manera una piedra con la Vida inherente; pero aún no se ha producido la descomposición de la materia para que la Vida haya podido manifestarse. De todos modos tengo fe firme de que el tiempo ––que como todo es del Señor–– hará lo suyo para que nuestros corazones se conviertan en un nuevo paraíso».

4. Como Adán le pedía más explicaciones, Enós continuó: «Querido padre, un día me fijé en un montón de piedras deformes, todas del mismo color pardusco. Pero pronto cayó una lluvia fructífera del cielo. Las piedras, fuertemente recalentadas por el Sol, absorbieron cada gota con tanta avidez que por el vapor que se produjo ya no se las podía ver.

En seguida empezó a levantarse una ligera tormenta que se llevó los vapores, y de nuevo pude ver las piedras. ¡Pero cómo había cambiado su aspecto!

5. Su color monótono se había vuelto de mil colores y por el agua absorbida se habían quedado casi transparentes, de modo que se podía ver su estructura interior.

Y algunas cuantas piedras se habían convertido en una pasta blanca.

6. Me parece que ahora, delante y dentro de mí, veo un montón de piedras parecido –– piedras que parecen ser fuertemente recalentadas por los rayos de la Gracia de lo Alto, y entre ellas se nota poca diferencia. Pero tengo la sensación de que, en cuanto llegue la lluvia acompañada por tormentas, les pasará lo mismo que a las piedras que vi... donde las traslúcidas correspondían a la perfecta comprensión y las desintegradas a la descomposición –– base en la cual germinará una nueva Vida en el suelo de mi corazón, parecido al caso de las piedras que vi, donde de la pasta blanca pronto se desarrolló hierba en abundancia».

7. También pidieron el parecer de Cainán, que les dijo: «Oh padre, no hace mucho que un día de calor sofocante vi que regiones remotas se estaban perdiendo de mi vista. Esforcé mi visión, pero este fenómeno se estaba acercando cada vez más y ni la luz del Sol podía frenar este proceso. Cuando con el fenómeno empezaron a tragarse incluso unas montañas vecinas, me entró un gran miedo por el bien de la Tierra y huí adentro de mi choza.

8. Por la noche se presentó un temporal; los rayos y los truenos competieron entre ellos y una tormenta arrojó a la otra. Las borrascas pasaron como huracanes delante de mi choza y los aguaceros cayeron sobre las montañas, desde donde se precipitaron con gran estruendo a las profundidades de los valles.

9. Os digo que todos los míos tenían el miedo metido en el cuerpo, incluso tenían miedo de Dios.

10. Mientras tanto yo mismo rezaba y rezaba... Y la tormenta pasó. Un poco antes de la salida del Sol el tiempo se calmó del todo y yo salí de la choza. Y, sorpresa, en lejanías inimaginables vi cada vez más cosas nuevas que nunca había visto antes.

11. Y ahora tengo la fe muy firme de que después de esta noche de tormenta en mi corazón igualmente se va a presentar una mañana serena en mi amor para con Dios, nuestro Padre santo».

12. Acto seguido preguntaron a Malaleel, cómo interpretaba él la plática de Enoc.

13. Y este respondió a pesar de su laconismo: «Una mañana, nada más salir el Sol, me propuse mirarlo con constancia; a ver, si tal vez podía descubrir algo en él como en la Luna. Pero pronto recibí mi castigo merecido: porque cuando mi ojo ya no soportaba la intensidad de la luz y aparté mi vista del Sol, me quedé sumamente asustado porque me di cuenta que ya no veía nada, ni siquiera a mi mismo.

14. Y así me quedé durante todo el día, y apenas me di cuenta que la noche estaba cayendo.

15. Mis hijos me acompañaron a la choza donde recé al Padre santo para que tuviera piedad de mí y me devolviera la luz de mis ojos que yo me había jugado por mi gran insensatez. Después me dormí y, gracias a Dios, tras una noche de sosiego con un aire reconfortante que sopló sobre mis ojos inflamados, al día siguiente la quemadura del sol de mis ojos se había curado, y hubo una nueva mañana serena. Mi visión fue fortificada –– pero no para nuevas insensateces sino para contemplar las campiñas de la Tierra llenas de flores, y para fijarme en las incontables formas en las que se manifiesta la vida, que se desarrollaban a base de la descomposición de algo anterior.

16. Con lo que estoy convencido de que, aunque ahora mi ojo espiritual esté cegado por la Luz demasiado fuerte de la Gracia procedente de Dios, un sosiego nocturno apoyado por un aire amoroso y reconfortante viniendo desde las alturas del Padre santo hará que pronto, en la gran mañana del espíritu, en las campiñas de mi corazón se produzca una Vida maravillosa a base de la descomposición de mis duros pensamientos y sentimientos».

17. Luego le llegó el turno a Jared que dijo: «Pero padres, yo, ¿qué voy a decir? Aunque Enoc haya surgido de mí como parece que el Sol surge detrás de las montañas de la Tierra... pero pronto el Sol abandonará las profundidades de la Tierra y se levantará altamente por encima de ella, bañándola con los rayos poderosos de su luz, despertándola a una actividad animada y desarrollándola milagrosamente, sirviéndose de las putrefacciones de la noche.

18. De modo que tengo plena fe en lo siguiente: Enoc fue alzado a una altura inconmensurable sobre mí y todo mi ánimo está ahora deslumbrado por su gran luz. ¡Que esta luz sagrada brille como la luz del Sol y que convierta mi noche en una bendición para mí! Porque si la luz produce vida y desarrolla al germen vivo, aprovechando lo putrefacto y fomentando el germen de manera milagrosa, seguro que también yo, parecido a una planta, en el sosiego de mi humildad seré considerado por el Señor. Oh padres, ¡estoy seguro de ello!

¡Que el Padre le dé a cada uno conforme a su Voluntad!».


Capítulo 63. Plática de Asmahael sobre la Palabra divina

1. «Y ahora», continuó Adán, «como aparte de Enoc todos ya han contestado ––pues, él mismo ya es una respuesta viva–– finalmente aún vamos a escuchar a Asmahael, a ver, cómo él interpreta todo esto. Y que su respuesta sea el último y definitivo justificante cierto para que él, conforme a la Voluntad de Jehová, sea dignamente acogido en nuestro medio paterno.

2. De modo que ahora también tú, Asmahael, manifiéstanos hasta donde puedas, cómo interpretas al preceptor que te hemos dado».

3. Acto seguido Asmahael comenzó su respuesta, cada palabra fielmente tal como Yo se la insuflé:

4. «Queridos padres de los padres de la Tierra... las palabras milagrosas de Enoc fueron demasiado difíciles para que vosotros, los hijos del Padre santo, pudierais comprenderlas perfectamente desde las raíces más profundas de la Vida.

Esto es lo que os debía demostrar –– yo, un gusano insignificante del polvo de la Tierra. Mostraros hasta qué punto, tal vez, lo infinito se podría unir con lo finito, la muerte con la vida, la noche con la luz, la Tierra con el Sol, lo temporal con lo eterno... y las criaturas con Dios...

5. Oh padres de los padres, si esto lo pudiera hacer, de veras os digo que la Tierra no sería iluminado tan estrechamente con un solo Sol, ¡porque de cada palabra, de cada sonido que saliera de la boca, se formarían ejércitos de Soles que girarían alegremente por el firmamento de la Tierra!

6. Padres de los padres de la Tierra... yo diría que el poder de tales palabras ––también su comprensión en el ámbito de lo temporal–– vale infinitamente más que si yo, un esclavo apenas salvado de la muerte de la noche, procurara descubrir el mayor de los milagros: el milagro del milagro en la Palabra.

7. Frecuentemente vi que animales hacían cosas sabias –– cosas realmente tan sorprendentes que los hombres no las podían hacer ni con la mayor aplicación... Pero formar palabras para nombrar y alabar a Aquel que los ha criado, ¡ni las lenguas de los animales más sabios las podían producir!

8. Entonces me dije: ¡Ni la acción más sabia puede descubrir la Vida a la vida! Muchas veces vi arañas que murieron en el centro de su tejido construido tan artísticamente. Incluso en los palacios más suntuosos de las ciudades poderosas de las profundidades frecuentemente la muerte se llevó cosechas grandes y macabras.

9. Sin palabras, ni los hombres más sabios pueden descubrir a sus congénitos la Vida mejor que una piedra lo podría comunicar a otra.

10. Pero las palabras, oh, ¡palabras surgidas de la Vida!, éstas nos señalan de nuevo la Vida! Al principio, ¿dónde habría podido encontrarse la Vida a no ser únicamente en la Palabra –– en el Verbo?

11. En el Verbo está la Vida; el Verbo es la Vida, y Dios es el Verbo y la Vida. La Vida se encuentra únicamente en el Verbo; y el Verbo tiene que haberse creado a sí mismo: creando y encontrándose como Vida eterna, eternamente en Dios.

12. Oh padres de los padres de la Tierra, como ahora mediante Enoc experimento el efecto tan sumamente poderoso de la Palabra, cómo ella está transformando todo en mi interior, ya no preguntaré más por la Vida... Pues, ya la he encontrado fielmente dentro de mí... Y aquel para quien este testimonio acerca de la Vida no es suficiente, ¡difícilmente encontrará otro!».


Capítulo 64. Plática de Enoc sobre la naturaleza de la Palabra

1. Cuando Adán y los demás padres oyeron esta plática de Asmahael, todos quedaron profundamente admirados, excepto Enoc, y no sabían a qué atenerse.

2. Enseguida Enoc se dio cuenta del apuro en que se encontraban, y los tranquilizó con las siguientes palabras:

3. «Me vais a perdonar, padres, porque ahora empiezo a hablar sin que me lo hayáis pedido. Pero tengo que hacerlo porque ahora a todos vosotros os hace falta una Luz desde lo Alto...

Lo que mi lengua os revelará, será una Palabra de la Vida: una Palabra de la Altura y una de la profundidad... aquella de la Altura llena de Luz, y la de la profundidad llena de Vida, porque en las Alturas Dios es la Luz de toda luz, y en su profundidad es la Vida de toda vida.

4. Mirándolo en el sentido totalmente natural: Si echamos un vistazo hacia las alturas y otro hacia la Tierra, entonces en las alturas veremos todo envuelto en luz, mientras que en y sobre la Tierra veremos todo en una gran actividad.

En los surcos de los campos hay incontables semillas que llevan vida dentro de sí, y también en la fauna hay incontables gérmenes de frutos en los nidos como también en las entrañas de los animales... todos aguardando allí ávidamente el calor y la llegada a la luz.

5. Pero os digo: Mientras que todos los surcos de los campos y los nidos y las entrañas de los animales no estén bien recalentados, no surgirá vida alguna de los gérmenes encarcelados que debe dirigirse hacia la luz.

6. Durante el verano y el invierno, ¿acaso no vemos siempre la misma luz que ilumina la Tierra? ¡Pero aun así no es siempre el mismo calor el que calienta los surcos! Si fuera la luz que trae el calor, entonces bajo los mismos rayos del Sol siempre tendría que hacer el mismo calor... El hecho de que así no es, ya nos lo enseña el invierno con su frío frecuentemente tremendo.

7. De modo que hay que preguntarse: ¿Qué es el calor y dónde se mantiene, dado que no es una función de la luz, ni la luz es portadora de él?

8. Ved, ¡el calor es la Vida misma, y está oculto e incubado en la profundidad donde no puede liberarse por sí solo! Sin embargo, cuando la luz ha lucido suficiente tiempo sobre las profundidades de la Tierra, entonces despierta al calor de su sueño invernal. En consecuencia, el calor revienta sus recipientes heladores y entra en una libre actividad, uniéndose con la luz y formando con ella un ente que extiende sus raíces aún en el regazo primario de la Vida donde busca su alimento; pero su parte afín a la luz la levanta libremente por encima de la tierra, para mantener su vida, una vez que esta esté despierta.

Y lo que es el factor despertador en el caso de las plantas, también lo es en el caso de los animales, porque todo es atraído por la luz y empujado por el calor...

9. Pero todo esto no es sino un fenómeno natural, donde la diversidad de toda actividad sólo es concedida a seres que son portadores de una clase de vida elevada.

10. Al darnos cuenta de que seres de la misma naturaleza se atraen y se encuentran, mientras que los heterogéneos se repelen y rehuyen, aprendemos que en ellos no existe el mismo calor ni la misma luz que los empuja y los atrae. Pues, existen una luz y un calor robados que atraen y empujan toda clase de mala hierba y de parásitos y que, a pesar de todo, pueden alcanzar una vida más elevada y libre.

11. Aquí se plantea la cuestión de cómo es posible que una vida más elevada y libre pueda ser capaz de hacer todo esto... ¡Ahí está el busilis!

12. A ver: Como la forma de todas las cosas aun dentro de su gran diversidad es una expresión del calor natural en combinación con la luz ––y sólo se distingue según su receptividad para más o menos luz o más o menos calor–– así también el hablar del hombre es una forma en que se manifiesta el calor espiritual ––que es el Amor divino en el corazón–– y la Luz espiritual ––que es la Gracia divina en el hombre––.

13. ¿Cómo podríamos pronunciar palabras comprensibles si estas no nos fueran dadas como formas eternas del espíritu? Pero ante el hecho de que sabemos nombrar todas las cosas, ¿Quién nos lo habrá enseñado?

14. Esto únicamente Dios podía hacerlo, porque Él es el eterno prototipo de todas las formas.

15. De modo que cuando alguien ha encontrado la Palabra en su forma exterior y la ha aceptado y asimilado, entonces no ha recibido una cosa sino Vida espiritual en toda perfección. Pues, cada palabra es una forma, una composición de Calor espiritual y de Luz espiritual.

Siendo así, ¿cómo nos vamos a asombrar por las palabras de Asmahael?

16. Si en el medio de la plenitud de la Vida que se origina en Dios nos admiramos ante las sensaciones ciertas de Asmahael, ¿no nos pareceremos a los peces que se encuentran en el agua y no lo ven?, ¿y nosotros mismos que estamos rodeados de aire, pero no lo vemos?

17. Ved padres, ¡todo esto tiene su razón! Aunque tengamos la Vida indestructible dentro de la misma Palabra, pero ahí está todavía encerrada en la semilla...

Si dirigimos nuestro corazón hacia el mundo, entonces para nosotros hay invierno en el que la duración de la Luz de la Gracia resulta demasiado corta para despertar el Calor del Espíritu dentro de nosotros; pero si dirigimos nuestros corazones incesantemente hacia arriba al Señor, entonces la Luz de la Gracia continua pronto liberará el Calor de la Vida en nuestro interior, y nosotros, como forma o Palabra viva, subiremos a un estado de consciencia eterna en la Luz del Señor.

18. El que no procede así es un ladrón y se vuelve mala hierba, parásito y deforme de la vida, como aquellos de las profundidades.

19. De modo que aquel que tiene la Palabra también tiene la Vida eternamente; pero conforme a la palabra será también la vida...

He aquí como lo comprende Asmahael».


Capítulo 65. Mirada retrospectiva de Adán a su vida

1. Después de este gran flujo de Luz por parte Enoc todos se levantaron, agradeciéndomelo en sus corazones.

A eso Adán pidió que le trajeran algo para confortarse, lo que en seguida le trajeron. Y, una vez confortado con miel, leche y pan, me agradeció y dijo a sus hijos:

2. «Oídme, hijos... Fue aquí mismo cuando en aquellos días perdí todo, por mi propia culpa. Pero mil veces más de lo que perdí, aquí el Padre misericordioso me lo restituyó.

3. ¡Oh paraíso! ¡Qué jardín más precioso y qué lugar más reluciente cuando yo todavía en la mano de Dios relucí como un sol matutino, y en toda plenitud de la Vida fui más poderoso que la tracción de todos los mundos –– cuando yo fui tu ocupante y tú fuiste mi portadora débil!...

4. Cuando yo caí, tú, una artimaña preciosa, no podías levantarme. La caída del sumamente poderoso te afligió, y tu suelo de plumón se quedó comprimido como la flor del algodón que el viento ha arrancado del algodonero y que se ha caído a la tierra donde queda aplastada por nuestros pies.

5. Por mi huida impuesta, desprovisto de peso llegaste al colmo de tu debilidad; pues, ya no hubo pie de poderoso alguno que te pisoteara. Ahora ya no hay gran cosa que se podría alabar de ti, a no ser el recuerdo vano de que fuiste mi portadora tan débil.

6. Pero en su gran Misericordia el Señor vio que tu suelo era demasiado inconsistente para mí, un pesado propenso de caídas. Por eso puso piedras debajo de mis pies, para que su consistencia me guardara de una caída futura.

7. Oh, ¡qué bueno es este suelo en que ahora se apoyan mis pies!... Un suelo que durante novecientos años ya me ha salvado de una nueva caída, lo que tú apenas pudiste durante treinta años...

Este buen suelo era también la razón humillante de que ahora yo me haya vuelto tu portador más sólido de lo que tú, entonces, fuiste el mío. Porque ahora, mediante la gran Gracia desde lo Alto, te he erigido dentro de mí mismo, infinitas veces más magnífico, y con la certitud de que allí jamás sufrirás una caída. Y aun ante la posibilidad de una caída tuya en mí, nunca me arrastrarás, sino que mediante la Gracia de lo Alto seré bastante capaz de enderezarte para que sigas siendo un habitante permanente de aquel cuyos cabellos para el Señor cuentan más que toda esa Tierra que antes fue tu portadora inestable.

8. Oh hijos, llegué aquí con gran tristeza porque tenía que llorar mi perdición, a pesar de antes ya haberla llorado miles de veces. Pero por esta vez se trató del último suspiro y de la última lágrima que ha humedecido esta roca pelada.

Desde ahora ya no te pisaré ––que eres la vieja cascara de una nuez hueca de una vida socarrada––, sino mis pies andarán con júbilo sobre un propio suelo en que el Fruto de la Vida eterna ya ha llegado a su madurez.

9. Oh hijos, ¡me siento tan feliz! ¡Y por ello, Enoc, recibe mi eterna bendición!

10. Si alguien de vosotros todavía tiene la menor duda, que la guarde para la tarde en mi choza. Reunid ahora mismo a todos los hijos para que les pueda dar mi bendición y comunicarles que mañana acudan al sagrado lugar del sacrificio, antes de la salida del Sol, como de costumbre».

11. Nada más haber terminado Adán su discurso de injuria, alabanza, gratitud, despedida y disposición, sus hijos cumplieron con su voluntad.

12. Después Adán dijo: «Bueno, hijos míos, ¡continuemos ahora nuestro camino en dirección del mediodía, para que allí procedamos de la misma manera que aquí!

13. El Señor esté contigo, Enoc, con todos nosotros, con Asmahael y con todos nuestros hijos, estén donde estén.

14. ¡Que el Señor nos guíe!

15. ¡Adelante, pues, y que Enoc y Asmahael tomen la delantera! Que los demás me sigan en el orden acostumbrado. Y cuando el Sol empiece a pegar demasiado fuerte, tomaremos un camino sombrío de bosque para que no nos cansemos demasiado antes de haber llegado al lugar del descanso previsto. Que en el camino nadie hable pero que se fije bien donde pone los pies para no sufrir daño alguno.

16. Oh Señor, ¡acompáñanos! Amén».


Capítulo 66. Asmahael y el tigre

1. De modo que los padres tomaron un camino sombrío debajo de cedros y palmeras, un camino en dirección del mediodía que les costó una hora. Estaban de buenos ánimos y me alabaron en sus corazones; pues, había muchas cosas que ver porque su visión fortificada por mi Palabra hizo que la naturaleza les pareciera más transparente.

2. (Nota bene: porque en lo que se refiere a las pruebas aportadas por la naturaleza, su visión se les había vuelto algo mundana, como la vuestra).

3. En la mitad del camino, de repente Asmahael se paró como petrificado, se puso a temblar y no se atrevió dar ni un solo paso adelante.

4. Enseguida Enoc le preguntó: «Asmahael, ¿qué te pasa, para que tus miembros tan jóvenes de repente te nieguen el servicio? ¿Acaso ves algún peligro? Porque mira, nosotros recorremos los caminos del Señor, y Él está con nosotros y nosotros estamos con Él. ¿Qué es lo que te aflige?».

5. A eso Asmahael se recuperó de su susto pero, todavía abatido, respondió: «¡Ved allí este tigre! ¡Ya está preparado para echarme sus garras, y por el apetito que tiene está tragando saliva por mi sangre y mi carne, pues no hay manera de refrenar la rabia del guardián de las alturas sagradas!

6. Oh padres de los padres de la Tierra, ¡permitid que se me lleve sólo a mí como sacrificio, para que vuestra santa vida en Dios sea respetada! –– ¡Salvaos, padres poderosos!».

7. A eso los padres se fijaron en la fiera que era objeto de la aflicción de Asmahael.

8. Acto seguido Adán dispuso: «Enoc, ¡ve y trae al guardián feroz aquí, para que el tímido Asmahael se familiarice con la Fuerza de Dios en el hombre y se entere de que el hombre fue denominado señor de la naturaleza, y que ella y toda criatura le deben obedecer!».

9. Enoc se dirigió al tigre que enseguida se echó a sus pies, temblando.

10. Y Enoc le dijo con voz fuerte: «¡Levántate, animal feroz! Ve a Asmahael e inclínate ante tu señor, para que le portes con delicadez sobre tu nuca, al lado de Adán y mío: hacia mediodía, y descanso... luego hacia la tarde, y descanso... luego hacia medianoche, y descanso... y finalmente a la choza de Adán, y descanso final. Luego tendrás tu recompensa y tomarás tu destino».

11. Acto seguido el tigre que tenía un tamaño colosal se puso al lado de Enoc y le acompañó con toda docilidad hasta Asmahael, cumpliendo con todo lo que Enoc le había mandado.

12. (Nota bene: Esta gigantesca especie de tigre hoy en día ya no se encuentra sino en las montañas de algunas selvas vírgenes en el interior de Africa y de Asia).

13. Viendo esto, Asmahael se admiró de tal manera que su lengua y sus pies le negaron el servicio; pues así, ante sus propios ojos, se confirmó una visión que su madre una vez había tenido –– una mujer muy devota.

Como ella más tarde se había negado a adorar a Lamek como supremo dios, los esbirros de él la mataron de la manera más cruel tras una noche espantosa, violándola de una manera más monstruosa y lasciva.

14. Y como también su marido se había negado, le arrancaron estando con vida los intestinos, con una especie de arpones de hierro...

15. ¿Cómo consiguió Lamek estas herramientas? Pronto veréis...

16. Después de haber recuperado su serenidad, Asmahael dijo calurosamente: «Poderosos padres de los padres de la Tierra, no fueron vuestra estatua y vuestro poder físicos los que lograron dominar semejante animal feroz gigantesco, porque esto sólo lo podía realizar Dios ––sí, un Dios todopoderoso–– que podía conseguir esto a través de vuestros corazones sagrados.

A Él le corresponden todo loor y toda honra... al Padre santo y todopoderoso de hijos tan sublimes...».

17. Adán le alabó por el buen concepto que tenía acerca del amor para con Dios, y que sólo a Mí me había dado toda honra.

18. Acto seguido Enoc ayudó a Asmahael a sentarse en la nuca del animal, y este le portó con todo cuidado.

19. De modo que el grupo continuó su camino, sin que hubiera habido más contratiempos.


Capítulo 67. Visita de los padres a los hijos del mediodía

1. De esta manera todos llegaron a la región donde vivían los hijos del mediodía que, al verlos, en seguida vinieron al encuentro de sus patriarcas para saludarlos dignamente.

2. Pero cuando se fijaron en la bestia que portaba a Asmahael, se espantaron porque conocían su ferocidad por propia experiencia: precisamente cuando últimamente se había formado un grupo de jóvenes para emprender una excursión a Hanoc, de donde habían tenido noticias.

3. En aquella ocasión a la bestia, por supuesto, no le estaba permitido hacer daño a nadie, sino sólo por su apariencia y su comportamiento feroz debía conseguir que los aventureros se abstuvieran de su empresa insensata. Aun así el animal todavía les dio una prueba de su fuerza, abatiendo a un uro que en ese momento acudió saliendo de la espesura, despedazándole del todo.

4. De modo que a los pocos aventureros aquella escena les había quitado del todo las ganas de viajar, sobre todo cuando el animal a la cabeza del grupo aún les había aplicado un latigazo formidable con su cola robusta.

5. Todavía conscientes de aquella lección, estos hijos tenían un gran respeto por este animal, con lo que se quedaron profundamente admirados al ver que Asmahael estaba confortablemente sentado en su nuca.

6. Como Adán enseguida se dio cuenta de su miedo, se dirigió a Enoc y le dijo: «Ve, estos hijos están intimidados por el portador robusto de Asmahael. ¡Anda y confórtalos en el nombre del Señor, para que pierdan su miedo y puedan acercarse a nosotros para recibir mi bendición!».

7. Acto seguido Enoc dijo a los miedosos: «Decidme, hijos de Adán e hijos de la sabiduría, ¿qué es lo que os hace estremeceros ante este animal tan sumiso y obediente, aunque parezca muy robusto?

8. ¿Para qué os fue transmitida la sabiduría de Set, si todavía tenéis miedo de lo que en realidad os debía ser sumiso?

9. A no ser que vosotros mismos alguna vez hayáis salido del margen de la obediencia que es la base de toda sabiduría... con lo que tal vez fuisteis detenidos a través del poder de la obediencia férrea de tal animal... porque de lo contrario no se podría imaginar el porqué de vuestro miedo».

10. «Enoc, gran hijo de Jared, es así como lo dices», respondieron los hijos. «Porque había cinco jóvenes que, en contra de nuestra voluntad, secretamente habían echado una mirada codiciosa hacia Hanoc; pero pronto, por un animal como éste, sus pies fueron parados y orientados hacia la base de la sabiduría.

11. Y como después nos dio pruebas de su poder y crueldad, pues, ¡ahora tememos a estos animales!».

12. «¡Como si no hubiera sabido desde hace tiempos qué es lo que oprime vuestros corazones!», les respondió Enoc. «Todavía tenéis suerte de que no fueran sino vuestros hijos en los que un semen perverso de los procreadores quería echar raíces... De lo contrario este tigre os habría jugado una mala pasada, y aquel al que lleva sobre su nuca os habría encendido una luz acerca de vuestra sabiduría.

13. Ahora dirigíos sin miedo al patriarca Adán, para que él os dé lo que sobre todo os hace falta. En el nombre del Señor, ¡tened valor, y seguidme!».

14. Y le siguió un grupo tras otro, todos se dirigieron a Adán, ante el cual se postraron, y él los bendijo.

15. Después Enós les indicó que se levantaran.

16. En seguida ellos se fueron para traer frutas, pan, leche y miel, y los ofrecieron a los patriarcas. Estos se sirvieron y me alabaron por haber dado a los hijos tan buenos alimentos.

Después los patriarcas les indicaron que se apartasen unos treinta pasos, para que también en aquella región del mediodía Enoc pudiera hablar algunas palabras desde la profundidad de la Vida de Dios.

17. Pero en el mismo momento en que los hijos empezaron a apartarse, el tigre soltó un rugido tan feroz que el suelo vibró debajo de sus pies; y, espantados, todos los hijos de esta región del mediodía empezaron a pedir socorro.

18. Adán, sorprendido, preguntó a Enoc qué significaba esto.

19. También Set y los demás le preguntaron, porque aparte de Enoc y Asmahael nadie comprendía este comportamiento del tigre; sólo Enoc lo comprendió porque Yo le había puesto la explicación en su corazón, y su discípulo lo supo por él. Por eso Asmahael siguió tranquilamente sentado sobre la nuca del tigre que todavía estaba rugiendo.

20. Lleno de respeto, Enoc dijo a Adán: «Padre, si quieres, toca la lengua del animal que te comunicará claramente el porqué de su rugido».

21. «Pero Enoc, ¿acaso mi dedo es más poderoso que el tuyo?».

22. «Padre, tu dedo es de Dios, y el mío es solamente de ti; de ahí resulta el poder de tu dedo, para la glorificación del nombre de Jehová».

23. De modo que Adán tocó la lengua del tigre, y en seguida este pronunció las siguientes palabras, con vigor pero bien claras: «Adán, ¡tú eres el final y el principio de toda Creación de Dios! Ve, aquellos a los que hiciste que se apartasen tienen una obediencia ciega, pero dentro de esta ceguera su querer es traidor.

Por eso, antes de todo, despierta la fidelidad en sus corazones y mitiga su voluntad; después verás los frutos que te pueden traer los hijos del mediodía. Y cuando quieras tomar alimento espiritual, ¡entonces no apartes a tus hijos! Cuando yo como, no despacho a mis pequeños –– y eso a pesar de que no soy más que un tigre. ¿Me oyes?».


Capítulo 68. El discurso de Adán a los suyos y a los hijos del mediodía

1. Al oír estas palabras, Adán fue sumamente feliz y dijo con entusiasmo: «Oh hijos, ¡alegraos junto conmigo, porque he encontrado lo auténtico del paraíso! ¡Ya pasé novecientos años con mi sordera por lo que ya no he entendido el genero de los animales! ¡Sólo ahora vuelvo a comprender el sentido agudo del animal!

2. Oh Enoc, ¡inmortal feliz! ¡Qué grandes son tu Luz y tu Amor! ¡El Señor sea alabado eternamente por habernos concedido semejante Misericordia a través de ti!

3. ¿Qué seríamos sin ella? No seríamos más que mecanismos semi––inteligentes que al final se habrían vuelto víctimas de su propio ofuscamiento, con lo que el señor de la naturaleza se habría vuelto un miserable que a la vista de una rama de zarzal se habría espantado como un cordero a la vista de un lobo, porque no sabría lo que es inherente al uno o al otro de los animales... y menos aún sabría que su propio alma es ya la última42, perfeccionada e inmortal –– un alma en la que las almas de toda clase de las criaturas están combinadas...

Tal señor de la naturaleza, íntimamente un semi––muerto, ¿cómo iba él a volverse consciente de su propia vida interior, de su amor, su espíritu y de la descendencia puramente divina de este?

4. Oh Enoc, oh hijos... Seguro que las palabras milagrosamente pronunciadas por el tigre os habrán maravillado, y más aún la acusación a los hijos de esta región del mediodía –– pero aun así, ¡a mí me han entusiasmado!

Porque en aquellos tiempos yo no regí solamente a mis descendientes, sino también a toda criatura –– de la mayor a la inferior y de la más fuerte a la más débil... sí, todos los elementos me estaban sometidos... y el Sol, la Luna y las estrellas, ante mi voluntad no podían mantener su silencio.

5. Pero poco importa que ya no sea capaz de todo esto, ni tampoco quiero lamentar esta pérdida o pedir al Señor que me la restituya.

Pero lo que sí importa mucho es: ¡Amar al Señor sobre todo! Porque en ello se encuentra escondida toda Vida –– tanto como entonces en mi antiguo poder y las facultades milagrosas se encontraba escondida toda tentación y con ella la caída.

6. Ser un señor quiere decir: ser grande, sabio y poderoso. Pero si al hombre que debiera ser humilde le toca ser un señor, de veras, para él la humildad se volverá una contrariedad. Sin embargo, si el hombre ha depuesto su señoría a los pies del Señor y en cambio ha elegido el amor ––con lo que se ha hecho ínfimo ante Él–– oíd, ¡entonces al pequeño lo de la humildad le resultará sumamente fácil!

7. Porque aquel que a través de su humildad y su amor se ha vuelto propiedad del Señor, ¿qué más le podría dar? Una vez que dentro de nuestro amor nos hemos vuelto propiedad del Señor, ¿qué más aún podría pintar ahí algo como un señorío?

8. ¿Acaso no reina sobre todo la Fuerza del Señor? Una vez que formemos parte del Amor de Dios, ¡se supone que también formaremos parte del Poder y de la Fuerza de Él! De esta manera el más débil en el Señor será más fuerte que el que es más fuerte de por sí, aunque le estén sumisos todos los elementos...

9. En aquellos tiempos, ¿de qué me sirvió semejante poder otorgado por Dios? ¡Porque la debilidad de Abel prevalecía sobre todo mi poder!

Oh Señor, mira, ya no te pido poder ni fuerza, sino te pido debilidad, para que dentro de la aniquilación más humilde de mi propio yo te pueda amar sobre todo. Porque si en mi corazón te he acogido sólo a Ti, Señor, entonces todo el mundo para mí ya no será más que una gota de rocío evaporada que existió pero ya no existe.

10. Oh hijos, ¡esto es lo que en la voz del animal me ha hecho tan feliz! Y ni mucho menos por haberme imaginado que el Señor me haya restituido mi antiguo poder y magnificencia mundana... Pues, mi debilidad tenía escrúpulos en tocar la lengua de la bestia; pero la poderosa Palabra del Señor fortificó la punta de mi dedo, con lo que esta soltó al animal la lengua para que pudiera hablar palabras de Sabiduría.

Hijos, esto significa infinitamente más que comprender la naturaleza de toda la Creación. Eso de ser señor de la naturaleza tiene su gracia para una mentalidad mundana, ¡pero otra cosa es lo puramente divino que acabamos de experimentar!

11. Y para cumplir con la advertencia sabia del animal, haced que se acerquen todos estos hijos del mediodía, para que primero me escuchen, luego a Set y finalmente también a Enoc. Luego Enós y Cainán les pueden dirigir algunas palabras referente al día de mañana, y que hoy, nada más inclinarse el Sol, ya descansen de todo trabajo.

12. Antes de dejar esta región atrás, que también Asmahael desde la altura de su sede les diga algunas verdades sobre los hombres de las profundidades y haga algunas comparaciones, para que les abra los ojos ante su propia insensatez».

13. Acto seguido Enoc se dirigió a la multitud y animó a todos a que se acercaran. Se acercaron, pues, pero todavía temblando de miedo, porque no sabían lo que les iba a suceder.

14. Cuando todos hubieron tomado posición conforme a su edad, Adán les dirigió las siguientes palabras:

15. «Hijos que habitáis la región sobre la cual, mirando desde la ubicación de mi choza, se encuentra el Sol del mediodía, ¡decidme claramente si habéis entendido correctamente las palabras reales de la boca de los animales normalmente mudos!».

16. Los hijos lo confirmaron y también reconocieron su culpa, llorando muchas lágrimas de arrepentimiento.

17. Y Adán continuó: «¡Dichosos vosotros porque estáis arrepentidos de vuestra traición, pues, el Señor toma en serio lo de su pueblo! Habríais caído en la perdición y os habríais cargado con mucha desgracia, si no hubierais hecho caso a la advertencia que este animal acaba de haceros.

18. ¿Acaso os imagináis que vuestra desobediencia ha dejado de ser desobediencia y vuestro pecado ha dejado de ser pecado, sólo porque finalmente os retractasteis? ¡En absoluto! Porque os digo: No fue vuestro temor a Dios y menos aún vuestro amor para con Él lo que hizo que desistierais de vuestra empresa traidora, ¡sino que fue el miedo de la fuerza de este animal el que dio testimonio en contra de vosotros!

19. De esta manera el Señor os juzgó por medio de este animal, para vuestra vergüenza... porque os quitó vuestra magnificencia y, en cambio, llenó vuestros corazones con miedo de aquello cuyos señores deberíais ser...

20. Ved, ¡cómo os habéis vuelto esclavos de vuestra desobediencia!

21. Os digo que si no os hubierais arrepentido de vuestra traición, este animal se habría vuelto un juez más que cruel...

22. Pero no vale si simplemente os arrepentís de vuestro pecado por la gran vergüenza con la que el Señor os ha castigado... o porque el Señor os ha privado de una gran parte de su Gracia, con lo que os ha colocado en el borde de su Misericordia... o, porque el Señor con este animal, vuestro juez, os mandó un testigo al cual despertó milagrosamente como orador en contra de vosotros...

Si realmente os queréis arrepentir de vuestro acto, entonces agradeced al Señor con el corazón lleno de alegría que dentro de vuestro juicio todavía os tenga en consideración, y lamentaos de que tan sólo por un momento hayáis podido olvidaros de su Amor paternal infinito y sumamente santo, ante el hecho de que el Sol cada día desde las alturas del cielo os confirma palpablemente: “Hijos, vuestro Padre tan sumamente santo me ha creado para vosotros, ¡reconoced, pues, su gran Amor!”. Y también la Luna os manifiesta: “Oíd, hijos, ¡es por vosotros que el Padre santo me creó como guardián permanente de la Tierra, para que sea un testigo permanente de su Amor infinito!”. También todas las estrellas os dan testimonio: “Oh hijos, nuestro número es grande y no tiene fin; casi todas somos Soles de mundos lejanos que se parecen a vuestra naturaleza... detalladamente: átomo por átomo... y en el conjunto: hasta dentro de la infinitud. –– Oh, ¡ved que somos creados únicamente para vosotros, y para vosotros ha sido creada toda la infinitud! ¡Ved y reconoced la grandeza de vuestro Padre santo que está tan lleno de Amor!”.

23. Y toda la Tierra os comunica: “Hijos, ¡sabed que yo y todo lo que porto es para vosotros! Porque como una madre os tengo que portar por los espacios infinitos... os tengo que amamantar en mis pechos continuamente a vuestra disposición... tengo que dar vueltas sin pararme, para que haya día y noche, para que después de vuestro trabajo podáis descansar...

Oh hijos, ¡quién podría contar las tareas incontables con las que tengo que cumplir por vuestra causa –– en mi interior tanto como en mi exterior!”.

Ved, así lo ha dispuesto vuestro Padre santo por su gran Amor para con vosotros.

24. Preguntad a las aguas, a las montañas y los valles, a las hierbas, zarzas y a los árboles, y preguntad a todos los animales, y todos os dirán lo mismo... Todos os dirán que Dios Jehová es el Padre santo de todos nosotros, y que para nuestra perfección nos ha colocado entre muchos agradables milagros de su Corazón paternal, para que dentro de nuestro amor para con Él estemos capacitados para recibir cada vez más bienaventuranzas, dentro de las cuales la más noble es la Vida eterna en el Regazo del Padre...

25. Ved, hijos, la Bondad de nuestro Padre santo... Por esto os pregunto: ¿Cómo es posible que ni por un momento hayáis podido olvidaros de Él, y eso, además, llevados por un móvil tan fútil?

26. De modo que si realmente os queréis arrepentir por vuestra desobediencia, entonces volveos conscientes de que esta misma tiene que ser el objeto de vuestro arrepentimiento, ¡porque todo lo demás es ilusorio y vano!

27. Todos nosotros surgimos del eterno Amor, con lo que somos hijos del mismo Padre santo. En lo que se refiere a su Gloria y Santidad, Él mora en la infinitud; y en lo que se refiere a su Amor, Él vive con nosotros y nosotros vivimos con Él.

Por eso ante todo tenemos que anhelar su Amor. Pues, exclusivamente dentro y por medio de su Amor somos hijos suyos... Y únicamente mediante nuestro amor podemos alabarle dignamente como Dios y Señor...

Solamente a través del amor podemos reconocerle... sólo en el amor podemos acercarnos a Él... y solamente mediante el amor podemos vivir y alcanzar y mantener la Vida eterna.

28. Dentro de su Santidad Dios es inabordable... dentro de su Sabiduría es insondable... dentro de su Gracia es inconmensurable... dentro de su Poder es extremadamente pavoroso... y en su Fuerza es eternamente invencible.

Su Luz es una Luz de toda luz, y su Fuego es un Fuego de todo fuego. De esta manera es intangible en todo ello, un Dios extraño para nosotros, un Dios que no nos quiere y nos rechaza. Pero precisamente el mismo Dios es el supremo Amor en sí, y este Amor apacigua a su Divinidad de tal manera que Él nos quiere. Y si le amamos, entonces, desde su Divinidad y a través de su Amor, Él mismo se vierte en nosotros y nos hace hijos suyos. Sólo entonces es cuando Él se nos da como Padre santo lleno de Amor...

29. Por eso, hijos, ¡tened en cuenta Quién y qué es Dios –– y Quién y qué es nuestro Padre santo, y actuad conformemente! Amén».


Capítulo 69. Discurso de consuelo de Set

1. Cuando los hijos oyeron este discurso de Adán, se golpearon el pecho y lloraron verdaderas lágrimas de arrepentimiento, y casi no había manera de calmarlos. Pues, reconocían lo que habían perdido, pero no tenían esperanza de que podría haber manera de recuperar lo perdido. De modo que ya se consideraron como condenados.

2. Cuando Adán vio que su arrepentimiento era serio, se dirigió a Set: «Hijo mío, levántate y abre tu boca para fortalecer sus corazones y llenarlos con paz y amor para con Jehová».

3. De modo que Set se levantó y dijo: «Oíd, hijos arrepentidos, aunque nuestro Dios y Padre santo sea un Señor sumamente justo, al mismo tiempo es un Padre lleno de Amor y de Misericordia. Considerad que no podemos hacer ninguna acción que pueda preocupar a Dios en su cualidad de Dios. Porque ¿qué diferencia podría haber para Él entre la destrucción de un mundo y de una mota de polvo?

4. Con relación a Dios todo es nada –– como también todos nosotros juntos, comparados con Él, no somos nada. Entonces, ¿cómo podría la nada cometer algo contra la nada? ¿Acaso a nosotros nos preocupa lo que le pasa a un ácaro casi invisible bajo una hoja medio podrida, si el viento se la lleva y la tira al agua?

5. Pero esta comparación todavía está muy coja ante el hecho de que Dios es infinitamente más grande que un mundo entero –– con nosotros incluidos... De modo que podemos hacer o dejar de hacer lo que queramos, y siempre seremos prácticamente nada ante Dios.

6. Pero precisamente este Dios tiene algo que, sí, le preocupa: su propio eterno Amor que hizo que existiéramos y que todas las demás cosas existieran por nuestra causa. Por y dentro de este Amor Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos. Dentro de este Amor atiende lo más grande y lo ínfimo con el mismo cuidado, que con lo que en todas las cosas se manifiestan su Divinidad y su Amor paternal.

7. Siendo así, al Amor no le da ni mucho menos igual si actuamos de una u otra manera.

Si miramos el Amor como tal, este también está ciego con relación a todas las actividades de sus hijos, al igual que una madre cariñosa con su niño lactante.

Pero un Dios sin Amor no sería Dios, al igual que un Amor sin Dios no sería Amor... De manera que Dios y el Amor forman un solo Ser: Dios es poderoso en su Amor y el Amor es santo porque es Dios. Este Dios Único es nuestro Padre santo lleno de Amor, tanto como nosotros siendo su viva imagen somos perfectamente hijos suyos; pues, también nosotros tenemos un corazón y dentro de él un espíritu del amor... y en todo nuestro ser tenemos un alma viva que es consciente de que su comprensión está relacionada con el Ser de Dios en particular, y que el amor del espíritu en el corazón está relacionado con el Amor de Dios.

Y si por la libre voluntad del alma y del espíritu se forma un solo ser, entonces también nosotros seremos perfectamente semejantes a Dios, y así finalmente hijos suyos.

8. Como para nosotros sólo en el ámbito del Amor Dios es Dios y nuestro santo Padre querido, igualmente sólo puede ocurrir en el ámbito del Amor que podamos volvernos hijos suyos. Y ahora oíd: La unión de Dios con su Amor tiene su correspondencia en la obediencia...

Si en nuestro intelecto hacemos caso a los impulsos que nuestro espíritu nos transmite, con lo que unimos la Luz con nuestro amor, entonces nos volvemos hijos del Amor, llenos de sabiduría –– hijos del agrado de Dios y llenos de la Vida eterna...

9. Ved, queridos hijos, como por la audacia de vuestro intelecto os volvisteis infieles a vuestro Amor más íntimo de Dios en vosotros, a la vez os volvisteis infieles a vuestra alma que es vuestro santuario –– como también al Amor de Dios. A eso el Amor en vosotros se retiró, con lo que vuestra alma sólo anhelaba ya un progreso exterior.

Ahora estimad vosotros mismos qué tiene más consistencia: ¿unas nieblas que se extienden en todas direcciones abarcando enormes territorios mundanos, o un guijarro, transparente como una gota de rocío?

Ved, en este ejemplo ya se refleja la razón de vuestro miedo y de vuestra gran ceguera.

10. ¿Acaso el guijarro no es suficientemente duro para que pueda resistir cada tormenta o cada golpe? Pues sí, visteis que un tigre despedazó a un uro poderoso, ¿pero si el tigre hubiera mordido un guijarro ya algo más importante? Esto le habría fastidiado su arma más poderosa: ¡su dentadura! Y si se lo hubiera tragado entero, también se habría tragado su muerte... tras la cual y tras la putrefacción del animal el guijarro habría quedado íntegro.

11. Y ved, hijos: el hombre dentro de su obediencia se parece a este guijarro, mientras que su intelecto puramente mundano se parece a esa niebla...

Ahora, si los vientos empujan una niebla contra otra, su humedad se irá condensando en gotas, con lo que cuanto más gotas se junten, tanto más grandes serán los charcos que se pueden formar... y estos, cuanto más profundos sean, tanta más presión ejercerán sobre el fondo. Estas aguas condensadas, en su transparencia, se parecen a guijarros transparentes conocidos como “tummim” que son como un símbolo43 de la obediencia restablecida tras el verdadero arrepentimiento...

12. Ved, ¡por vuestra desobediencia os volvisteis una niebla! Y de todos los lados llegaron los vientos más diversos que os empujaron e intimidaron... Vosotros sentisteis su represión y llorasteis lágrimas de dolor... Ved, ahí ya tenéis la lluvia... Pero no es suficiente que simplemente os hayáis vuelto agua al igual que las gotas individuales, sino que dentro de vuestro arrepentimiento teníais que volveros un lago entero –– lo que ahora acabáis de volveros.

Consta que ahora en la profundidad de vuestra vida sentís cierta opresión –– más que antes. Pero entended: precisamente por esta opresión actual vuestra vida disociada ha vuelto a asociarse como las partículas de la niebla en las gotas, y una nueva piedra de la Vida y la verdadera Sabiduría se ha formado en vuestro interior.

Por eso alegraos y tened buenos ánimos, porque nosotros no venimos aquí para vuestra perdición, sino para que se establezca una nueva vida dentro del verdadero amor a Dios nuestro Padre santo».

13. (Nota bene: He aquí la piedra filosofal que el mundo nunca encontrará).


Capítulo 70. Prédica de Enoc sobre el Amor

1. Cuando los hijos escucharon esta plática de Set llena de Amor y de Sabiduría, todos alzaron su vista hacia lo alto y, con entusiasmo, me dieron gracias por haber despertado a Set y haber permitido que por su boca les anunciara un consuelo tan maravilloso y benéfico.

2. También Adán estaba conmovido y dijo: «Ya que recibisteis de mí unas palabras de disciplina y de Set unas de consuelo, ¡ahora abrid vuestros corazones para recibir aún una buena Palabra de la Vida por boca de Enoc!

Mediante mi ayuda os volvisteis un suelo fértil, al que Set labró mediante su lengua; pero aún no hay semilla viva en los surcos del suelo de vuestro corazón. Como Enoc es el sembrador; recibid ahora de él la semilla de la Vida».

3. Enseguida Enoc se levantó y dirigió su corazón hacia Mí, suplicándome dentro de su amor que le llenara con palabras de Vida, para que estas pudieran vivificar a aquellos que habían llorado en mi nombre al que por su vana acción se habían vuelto infieles.

4. Entonces Yo desperté su corazón del todo y en el mismo momento él vio una fuerte luz en su corazón; y en su alma vio por primera vez una escritura en letras de fuego –– para él un testimonio palpable que se trataba de mi Palabra viva. Me lo agradeció y empezó a hablar, dirigiéndose a todos:

5. «Padres míos e hijos del mediodía, ¡oíd todos lo que nos dice el Señor, nuestro Dios y Padre!».

6. Cuando los padres oyeron este doble llamamiento, se quedaron sorprendidos y se preguntaron por qué también ellos habían sido invitados a asistir a esta plática prevista para los hijos del mediodía.

7. Enseguida Enoc les explicó: «Pero padres, ¿cómo ibais a ser excluidos mientras estos hijos del mediodía reciben la Vida?; porque ahora no hablo yo, sino de mi boca habla Aquel que tiene la Vida y que la reparte con cada Palabra que dice».

8. Rápidamente Set se enderezó y dijo: «Enoc, ¡eso ni pensarlo! Nosotros sabemos muy bien de qué carecemos; por eso, ¡tú, habla y danos lo necesario para que también nosotros podamos alcanzar la Vida!».

9. Con lo que Enoc finalmente comenzó su discurso: «Estaba claro lo del suelo abonado y que todavía le falta la semilla. ¿Pero de dónde vamos a tomar la semilla viva para que pueda dar fruto vivo?

10. Oh padres e hijos del mediodía: La semilla es el Amor... El Amor es la Vida, y la Vida es la Palabra.

Desde la eternidad la Palabra moraba en Dios. Dios mismo estaba en la Palabra como la Palabra estaba en Él. Todas las cosas surgieron de esta Palabra, incluso nosotros. Esta Palabra en sí es el verdadero nombre de Dios –– una Palabra que nadie puede pronunciar sino Él mismo... Y este nombre es el infinito Amor del Padre santo... Nosotros debemos reconocer este Amor dentro de nosotros, y con este Amor amar con todas las fuerzas a Aquel a cuyo Amor debemos toda nuestra existencia eminente.

11. La Vida eterna es aquella que reconocemos en nuestro amor a Dios, es decir, que con nuestro amor a Dios nuestro Padre santo reconozcamos al Amor y la Vida eterna inherente a él.

12. Si nos fijamos en nuestro ojo físico y somos conscientes de las grandes distancias que abarcamos con él, entonces es más que lógico que la luz que recibe no es para que nos quedemos parados sino para que nos movamos y entremos en actividad. ¿Quién podría dudar que cualquiera que viera una meta no la quisiera alcanzar, además, teniendo en cuenta que está provisto de dos pies con los que puede dirigirse allí?

13. Pero también estamos provistos de una visión interior con la que vemos al Amor dentro de nosotros... y también tenemos la libre voluntad que corresponde a los pies del cuerpo, mediante la cual esforzándonos podemos seguir esa meta de toda vida, y de esta manera llevar todo nuestro ser hacia el Amor para que este lo agarre y vivifique del todo.

14. Una vez que hayamos cumplido con esto, ¿acaso podría ser posible que la Vida eterna aún no fuera nuestra, como lo es la luz de nuestros ojos físicos? ¿No vais a pensar que esta vida es una fantasmagoría? Entonces os pregunto: Nosotros mismos y todas las cosas que vemos, ¿acaso lo uno es fantasmagoría de lo otro?

15. Ante el hecho de que ni a la corteza la consideramos una fantasmagoría, ¿quién iba a tomar la misma madera de corazón como tal –– o sea, como médula de la Vida?

16. ¿O acaso os imagináis que el Señor sólo ha creado mecanismos vivos para que estos devoren hierbas o carne, para el deleite de Él? En verdad, se supone que su suma Sabiduría debe ser apta para placeres más sublimes que crear mecanismos carnívoros y complacerse observando como convierten el alimento en inmundicias malolientes... ¡Qué falta de fe!

17. O acaso, en vuestra gran escasez de ideas cuando preparáis alguna obra limitada en tiempo y espacio, ¿os imagináis que como vosotros también Dios es capaz de ideas limitadas? ¡Vaya, profanación de la Santidad de Dios!

18. ¡Mostradme algo que vosotros podríais aniquilar totalmente, algo que no manifestase señales de infinidad! ¡Imaginaos que dividís un polvo y demostradme la más pequeña partícula que ya no permite su división! ¡Y mostradme la semilla que no sería capaz de una multiplicación infinita!

19. Como estas cosas tan insignificantes ya nos demuestran la infinidad de las Ideas de Dios, ¡qué absurdo sería imaginarse que Dios con aquellos seres a los que ha bien dotado con la noción viva del amor hacia Él, pudiera haber asociado una idea limitada en el tiempo –– Él que es infinito, sumamente sublime y santo, y que está lleno de Amor y de toda Vida!...

20. Padres míos e hijos del mediodía, ¡oíd todos las palabras que nos llegan desde la altura sagrada del Padre tan lleno de Amor!

21. No tenemos sino un sólo mandamiento: él de la Vida eterna que es el Amor. Y este dice: “¡Ámame, que soy tu Dios y Padre santo, ámame como Vida eterna, y ámame a base de todo el Amor que Yo te di desde la eternidad para la Vida eterna! Si me amas, vuelves a aunarte conmigo, con lo que tendrás la Vida eterna. Pero si lo omites, te separas de ella. Por eso tu vida no acabará, ni tampoco dejaré de ser tu eterno Dios y Juez... Y aunque separado de mi Vida caerás a lo largo de las eternas profundidades de mi ira, te digo que en toda tu caída eterna no estarás fuera de Mí... A Mí, tu Dios, nunca me perderás... pero sí, a tu Padre santo lleno de Amor, y con Él una vida bienaventurada eternamente libre”.

22. Padres míos e hijos del mediodía, ¡este mandamiento lo tenemos, pues, ya está escrito profundamente en el corazón de cada niño!... ¡Y este mandamiento es la semilla viva que todos vosotros tenéis que depositar en vuestro corazón –– si queréis vivir como hijos de un Padre santo...

23. Vosotros, los padres, habéis hablado mucho de la obediencia, con lo que habéis bien ahuecado los corazones de estos hijos; pero os digo que aquel que ama puede prescindir de la obediencia.

¿Acaso la obediencia no es el camino espiritual hacia el Amor que es la meta de toda vida? De modo que uno que en este camino ha logrado la meta, ¿hacia dónde más va a andar en el mismo camino?

24. Si alguien todavía está lejos de la meta, entonces hace bien si continúa hasta que la haya alcanzado. Y una vez que llegue allí, que agarre la meta con todas sus fuerzas, o sea, que ame a Dios sobre todo –– y ya ha recibido todo: ha encontrado al Padre de la Vida para siempre y tendrá una libertad total.

25. Recibid, pues, esta semilla valiosa de la Vida. Dios mismo me la dio para vosotros...

Oh Amor, tú que eres esta semilla viva, ¡aviva, pues, los corazones de los débiles y los muertos! Amén».


Capítulo 71. Las ganas de Setlahem de más sabiduría

1. A estas palabras todos se quedaron callados porque las habían comprendido muy bien; con lo que todos reflexionaron sobre sus errores enraizados. También los hijos arquearon las cejas; pues, volvieron a reconocerse a sí mismos y por el amor que se estaba despertando en ellos me reconocieron cada vez más.

Sólo entonces a los hijos de los patriarcas, desde Adán a Jared, les quedó realmente claro el sentido de la plática de Enoc en la gruta.

Y Adán reflexionó profundamente sobre la salida del Sol, y lo comprendió.

Set se levantó, dirigiendo su mirada hacia las alturas y me agradeció este gran regalo. Todos los presentes siguieron su ejemplo y me alabaron de todo corazón.

2. Poco después uno de los hijos del mediodía ––un descendiente del linaje de Set–– se dirigió a Enoc, hizo una gran reverencia ante él y le dijo: «Me llamo Setlahem (es decir, un hijo de Set de gran sabiduría), y estoy aquí en nombre de todos nosotros.

3. Primero quisiera expresar mi agradecimiento al santo Dador de esta gran Gracia. Como de todos nosotros tú eres el más cercano al Señor y como tienes su Palabra viva, sería lo más conveniente que tú le complementaras nuestras gracias deficientes por el gran Bien que nos ha hecho.

Como yo recibí la sabiduría del Señor, actué siempre como esta me enseñaba. De modo que nunca podía hacer más de lo que mi sabiduría aprobó.

Pero lo que tú acabas de enseñar con tu lengua viva, esto sobrepasa toda sabiduría humana; pues, es la raíz de toda vida y el fondo eterno de toda sabiduría... sí, es Dios al que estás anunciando... Y ve, ahí estoy al cabo de mi sabiduría, con lo que ya no soy capaz de expresarle mi debido agradecimiento. Por eso cumple tú en mi lugar con lo que le debemos.

Segundo, quisiera pedirte que me aceptes como discípulo tuyo, para que me muestres el camino por el que tú has ido para alcanzar semejante profundidad en la Vida de Dios.

4. Enoc, no me tomes a mal mi doble ruego, porque mi sabiduría me dice que eres un verdadero vidente de Dios; porque el Amor del Altísimo ha llenado tu corazón, y tu lengua fue tocada por el Fuego sumamente poderoso que emana del dedo de Dios.

Oh, ¡muestra a Setlahem cómo y cuándo te sobrevino esto!».

5. Enseguida Enoc se levantó y le contestó: «Oye, Setlahem, ¿por qué semejante alabanza? ¿Acaso te sobrevino la sabiduría para que con ella te pongas a alabar todo lo que no merece elogio alguno, y eso sin saber cómo elogiar al Único al que corresponde todo elogio?

¿No será que tú te imaginas que se puede aprender la Vida de la misma manera que aprendiste tu sabiduría ––con el corazón frío–– para volverte un maestro de sabiduría?

6. Oh Setlahem, ¡cuida de no ahogarte en tu vano afán intelectual!

7. Ve aquí una higuera y allá un ciruelo lleno de ciruelas medio maduras. ¿Qué te parecería si el ciruelo fuese a la escuela de la higuera para aprender de ella el arte de producir higos en vez de ciruelas?

8. Si tu sabiduría sirve para algo, enseguida tienes que convencerte de que algo así no es factible, ni en toda la eternidad.

9. Pero si alguien corta ramas vivas de la higuera, poda el ciruelo por todos lados, raja los tronco que han quedado, injerta en ellos las ramas vivas y cierra los cortes cuidadosamente con resina vendándolos, pronto el jugo del ciruelo en las ramas de la higuera adoptará las características necesarias para la vida de la higuera, con lo que en poco tiempo el ciruelo transformado producirá unos higos deliciosos.

10. Que se puede hacer algo así, ya hace tiempos que te lo enseñó tu sabiduría. Pero ¿cómo es posible que no te haya enseñado también a amar al Señor de todo corazón, para que aparte de ciruelas también produzcas higos como frutos para la Vida?

11. Te digo, Setlahem: Adán te podó como a todos tus hijos y hermanos, Set os rajó, y el Señor ––a través de mí–– acaba de implantar en vosotros las ramas de la Vida eterna... Id y actuad mutuamente dentro del amor, buscando buena tierra y resina, reforzad la vida en vosotros mediante la fe, y pronto encontraréis lo que tú equivocadamente querías aprender de mí.

12. Ahora ve y actúa conformemente, ¡y vivirás!».

13. Nada más oír esta plática, Setlahem se dio unos golpes de pecho y dijo: «Oh Enoc, ¡reconozco la gran verdad de tus palabras! Me consta que a ti te resulta fácil hablar de esta manera, dado que tú ya tienes la Verdad; pues, el Señor te la dio voluntariamente, sin que te hubiera exigido hacer lo que tú me mandaste a mí que hiciera.

Ve, cuando te encuentras en campo preparado puedes fácilmente descansar o continuar tu camino. Pero en mi caso es distinto, porque ya hace mucho tiempo que trabajo y lucho continuamente por aquello que recayó en ti sin esfuerzo alguno.

Para mí el Cielo está bloqueado como con murallas, y me resultaría más fácil escarbar un hoyo en la tierra que llegue hasta donde ella termina, en vez de conseguir que me llegue desde las Alturas una sola gota del rocío de la Vida del Amor.

14. Que esto es así, ya lo tienes confirmado cuando miras a los patriarcas eminentes que me dan un testimonio vivo: Conforme a su dignidad, ¿no son todos ellos de un nivel más elevado que tú, de modo que también se encuentran más cerca del Señor que tú? Pero siendo así, ¿por que el Señor se mantiene lejos de ellos, mientras que contigo va del brazo?

15. Oh Enoc, ¡si todo lo de dentro de ti no hubiera sido un don del Padre santo ni mucho menos merecido, te digo que hablarías como yo, y estarías quejándote de la enorme sed de tu alma, igual que yo!

16. ¿O acaso te imaginas que yo no sé que un árbol no puede aprender de otro? Pues, podría bien prescindir de tus consejos.

Dado que tenemos que educar a nuestros hijos en lo que les hace falta ––andar, hablar, trabajar–– para que de manera comprensible les podamos llamar la atención sobre la existencia del supremo Dios, dime, ¿actuamos más en contra de Él como lo que nuestros hijos actúan en contra de nosotros? Yo diría que actuamos infinitamente menos en contra...

¿Cómo podríamos aprender el camino si no fuera por medio de la enseñanza –– como en el caso de todos los niños?

17. Oh Enoc, te imaginaste que podrías despacharme fácilmente remitiéndome al amor a Dios y al prójimo, pero esto no te resultará tan fácil como has pensado, porque antes de que acepte algo, voy a fijarme en si tú mismo presentas tal característica.

18. Pero en tu manera de despacharme, de veras, parece que no mora precisamente el sumo amor al prójimo; y si el amor al prójimo es un elemento lateral del amor a Dios, realmente, entonces no sé a qué atenerme con tu amor a Dios...

19. ¡Cuida pues, que en adelante no serás tú mismo tu único prójimo!

20. ¿Acaso es decente si la plática de alguien fastidia a otro?

Mira, tanto como tu primera plática me deleitó, tus últimas palabras me enojaron. Sé muy bien que eres un vidente de Dios y que tienes el don de la Palabra viva, porque de lo contrario nunca me habría dirigido a ti para ensalzar el santuario que llevas dentro de ti. ¡Pero ante el hecho de que por ello me reprendas, tengo que preguntarte quién te ha autorizado para ello!

21. ¡Vaya virtud, la de despachar de manera tan brusca a un hermano en Dios –– un hermano hambriento y sediento que está derramando lágrimas!

22. Lo principal es la paciencia, y la humildad es el alma del amor. Enoc, sé muy bien que tú eres un maestro de las dos. ¿Por qué, entonces, te enfrentas conmigo? Parece que mantienes tu corazón cerrado ante mí, a pesar de que yo nunca te hice mal alguno. Por eso, ¡cambia de idea y sé para mí un hermano en Dios en vez de un indicador de un camino frío y seco!».

23. Enoc escuchó estas palabras de Setlahem con suma serenidad y una ligera sonrisa en los labios.

24. Y, levantándose, respondió al orador: «Setlahem, mira, si así fuera, entonces hace rato que ya me habría echado a tus pies, llorando... Sin embargo, ¡no es así!

25. Pero para que a causa de mi plática incomprendida no pises tu choza amargado, apacigua tu corazón y escúchame:

Setlahem, abarca con la vista la lejanía y nómbrame las hierbas, las plantas, los árboles y las zarzas de las especies que haya –– aquí o en otra parte...

26. Abarca las montañas, las tierras y las fuentes –– aquí o en otra parte...

¿De qué clase de seres vivos pueden estar habitadas esas tierras lejanas? ¿Tal vez también hay hombres allí? Entonces, ¿qué estarán haciendo ahora?

27. Setlahem, tu silencio me dice que no lo sabes...

Pero ahora te pregunto: ¿Cómo podrías conseguir estos conocimientos de la manera más conveniente?

28. Pongamos por caso que yo mismo hubiera estado allí, observándolo todo. Y en lo sucesivo los padres me piden en tu presencia que les descubra esas lejanías. Al explicárselo, también tú te enteras, sin saber cómo esto ha llegado a mi conocimiento. Por eso enseguida me preguntas: “Oye, lo que acabas de decir me gusta sobremanera; y me gustaría poder hablar sobre la lejanía como tú. De modo que quisiera volverme alumno tuyo para aprender de ti a hablar de esa manera”.

Y yo te respondo: “Oye, aquel que aspira exclusivamente por la convicción interna no lo puede aprender de esa manera; pues, sería un camino sumamente penoso y, además, completamente inútil.

29. Pero ve estas montañas de allí; a través de ellas lleva el camino más corto. Date la molestia de ir allí y puedes estar seguro de que, cuando después de tres días vuelvas, podrás pronunciar sobre ello discursos como yo, llenos de verdad... discursos que mediante tu vitalidad interna no podrías aprender a pronunciarlos ni durante muchos años”.

30. Sin embargo, tú me reprendes por mi consejo conciso pero acertado, culpándome de falta de amor. Ahora pregúntate a ti mismo, hasta qué punto semejante acusación de falta de amor es un acierto ante un consejo gracias al cual en tres días puedes alcanzar algo que de tu manera te costaría miles de años...

31. ¡Ahí, con tu sabiduría, has dado un golpe fuerte al aire!

32. El camino ya te ha sido indicado. Si no tienes valor suficiente para andarlo solo, ven pues y examíname. A ver, si como hermano soy capaz de guiarte con todo amor o no. Pero dudo que puedas encontrar un motivo para quejarte.

33. Si me pusiera a actuar conforme a tu demanda necia, antes tendría que volverme enemigo tuyo, para luego con mi infamia poder engañarte... engañar a mi pobre y querido hermano en Dios y Adán...

34. Ve, la sapiencia nunca te servirá de nada para la Vida. Pero si actúas conforme la Verdad, entonces encontrarás el testimonio de la Verdad y el testimonio del Amor... y el Amor es la Vida eterna».


Capítulo 72. La sabiduría de Setlahem y de Asmahael

1. Nada más Enoc terminar sus palabras, Setlahem se echó a sus pies y dijo: «Oh, Enoc, tu gran sabiduría ha podido conmigo, porque tengo una sensación como si ya no existiera. ¡Pero estoy consciente de que dentro de mi destrucción te comprendo mejor que antes dentro de mi sabiduría!

Por eso acepta mi gratitud por la gran paciencia que tenías conmigo, pues, no te enfadaste conmigo por mi gran insensatez que me llevó a enfrentarme contigo... ¡Eres una herramienta viva en la mano del santo Padre todopoderoso!

2. Aunque hayas cegado mis ojos y aún no vea lo que es legítimo o no, pero ahora percibo una nueva luz en mí... una luz que me ilumina un nuevo camino ––todavía en penumbra–– pero es un camino en el que dentro de un momento podré adelantar más de lo que con la luz estéril de mis ojos he adelantado durante muchos años.

3. Oh Enoc, en el caso de que en este nuevo camino mi pie diera con un suelo de poca consistencia, entonces permíteme que me dirija a ti para que me indiques si ando por el buen camino o no.

4. Oh Enoc, ¡adviérteme si ves que en mi ceguera doy un traspié!».

5. «Setlahem, tienes una voluntad leal y estás lleno de un celo muy sano, por lo que te corresponde cierto elogio», le respondió Enoc. «Pero aún hay algo en ti que hay que desaprobar: Estás buscando en mí algo que únicamente Dios, nuestro Padre santo, puede dar a sus hijos. ¡Buscándolo en mí que no soy más que un hombre débil, alabas la herramienta en vez del Maestro!

6. ¿No pensarás que tengo más compasión que el Amor y la Misericordia eternos del Padre santo? Oh Setlahem, no permitas que te seduzca la necedad encubierta de tu corazón; pues, ¡nunca te dirijas a los hombres antes de que lleno de amor y de arrepentimiento en tu fuero interior más íntimo te hayas dirigido a Dios!

Y aun así si durante mucho tiempo no eres atendido, sé consciente de que incluso los mejores hombres ante Dios resultan malos y faltos de amor, y que Él ya te ha dado todo mucho antes de que el ojo humano más misericordioso te hubiera considerado digno de una sola mirada.

7. En lo que a nosotros se refiere, de todos modos venimos aquí por orden de Dios, nuestro Padre sumamente santo, y conforme a su Amor nunca ya alejaremos nuestros ojos de vosotros. Por eso levanta tus ojos hacia lo Alto y ama al Señor con todas tus fuerzas –– y vivirás. Porque tal amor en un momento te enseñará más que todos los mejores hombres más sabios en cientos de años.

Ahora tienes todo lo que te hace falta. ¡Anda y actúa con amor a Dios!».

8. Acto seguido Setlahem hizo reverencia ante los padres y se retiró. Entonces empezó a sentir una gran alegría en su interior y me alabó por ello en su corazón.

9. Después Enoc se dirigió a Adán y le dijo: «Querido padre, no te molestes por haberte entretenido aquí más tiempo de lo que tenías previsto. Pero ya ves que el Señor no coordina sus dádivas de Amor conforme a nuestro criterio del tiempo, sino que Él las da cuando le parece bien».

10. «Pero Enoc, ¡no te preocupes», le respondió Adán, «porque todos somos conscientes de que todo lo que el Señor hace siempre está bien hecho!».

11. «Y siempre en el momento más oportuno», añadió Set.

12. De nuevo Adán se levantó y se dirigió a Enoc: «Que ahora Asmahael nos comunique qué le parece este paisaje y cómo interpreta todo lo que aquí ha presenciado. Y luego nos podremos preparar para continuar el camino, para que aún podamos tener algunas palabras con los hijos de la tarde y los de la medianoche».

13. Acto seguido Enoc indicó a Asmahael que empezara a hablar.

14. Enseguida el animal con su jinete dio algunos pasos hacia delante. Como algunos hijos del mediodía estaban discutiendo algo en voz alta, el animal les bufó tres veces de una manera tan feroz que estos se espantaron e instantáneamente se callaron.

15. Después de que el orden estuviera restablecido, también el animal se calló y Asmahael tomó la palabra:

16. «Nobles padres de los padres de la Tierra. Yo, uno de los que sólo hace poco ha escapado de las profundidades oscuras de la muerte, ¿qué podría yo decir en estas alturas sumamente sagradas, tan llenas de milagros, de Gracia y de Vida, donde la palabra más fuerte en la lengua insegura enseguida se paraliza?

17. ¡Qué paisaje más precioso!... Verdaderamente, aquel que no tiene el don de pronunciar palabras sagradas de la Vida, ¿cómo va a describirlo con una lengua que no sabe sino tartamudear?

18. Oh padres de los padres de la Tierra, apenas me he atrevido a abrir mis ojos del todo para poder contemplar las maravillas de estas alturas sagradas, ¿y ahora me decís que yo, que ante vosotros soy un ciego, a vosotros que estáis llenos de Gracia, Vida, Poder y Fuerza, os describa lo que desde hace mucho tiempo ya sabéis de su existencia?

19. ¿Qué pueden, en realidad, significar estas llanuras con todas sus hierbas, rodeadas de paredes escarpadas que con sus cimas se elevan al cielo –– si su gran significado nos tiene que quedar desconocido?

Una pequeña piedra en la mano de aquel que lo entendiera, ¿no tendría infinitamente más gracia que todas esas montañas de la Tierra e incluso más que la Tierra misma?

20. Qué fácil resulta decir: “Sólo hace falta fijarse en que allí hacia el levante un rey entre las montañas se alza audazmente hasta el cielo, echando vapor, como si debiera dominar toda la Tierra”.

Pero también los animales lo ven, y yo me pregunto: “Asmahael, ¿acaso comprendes tú su presencia ambiciosa?”.

Entonces, en la noche de mi corazón, oigo las siguientes palabras: “¿Cómo iba el muerto a comprender al muerto? Tu vida no es sino algo aparente, porque tus sentidos te están engañando... Pues, ¡únicamente tu lengua suelta te distingue de los animales!”.

21. Oh padres, así es como lo siento... Por eso, ¡sed conscientes de que estas alturas sagradas de aquí me resultan totalmente incomprensibles!

22. Ahí entre la mañana y la medianoche veo una montaña que resplandece aún más que el mismo Sol en el cielo; pues, el Sol nos manda una luz monocolor, mientras que esta montaña parece aprovecharse de la luz de todas las flores...

Pero si me pregunto cómo y por qué, entonces las hierbas tanto como las piedras me comunican: “¡Necio, tú! ¿Qué cavilas tan dificultosamente sobre los milagros de la luz? ¿Acaso la luz emanó de Dios para que tú la observes?

23. ¡Insensato! La Omnipotencia del Creador creó el Sol para que ilumine, pero nunca para que sea contemplado... De modo que si has recibido el don de poder pensar agudamente, entonces no caviles sobre el proceso de pensar, porque esto se parecería a la insensatez de mirar al Sol como si existiera sólo para eso.

24. Los pensamientos son luces del alma que iluminan el desorden caótico de la vida física, ¡pero no te sirvas de ellos solamente para esto!

¿Cómo vas a comprender los milagros exteriores, si te falla la comprensión del milagro más cercano a ti –– lo que eres tú mismo?”.

25. Ved, queridos padres, si esto ya lo aprendo de la naturaleza inerte, ¿en qué quedaremos en cuanto se trate de las alturas de la Luz?

26. ¡No fui llevado aquí para relucir, ni mucho menos, sino el luminoso Abel me guió aquí para que vosotros me iluminéis! Por eso permitidme que pueda oír vuestras pláticas llenas de Luz y de Vida, porque mi hora para hablar aún no ha llegado.

¿Quién, además, podría encontrar palabras en un tono más sagrado que las de lo Alto, llenas de Fuerza y de Vida, como las que nos llegan por la boca de Enoc –– palabras de las cuales una sola tiene más peso que toda la Tierra? Porque donde la palabra pronunciada no se presta solamente para producir un sonido melodioso, sino que también rescata en gran escala la vida de las profundidades mortales escondidas en el hombre, bendiciéndola... oídme a mí que soy un pobre: tal palabra tiene un peso incalculablemente mayor que todo aquello que los sentidos mundanos pueden ponderar y el ojo puede ver.

27. Por eso, respetables padres de los padres de la Tierra, permitidme que yo, un pobre muerto, me calle... Pues, no es decente para un muerto hablar a aquellos en cuyos corazones mora la Vida que emana de Dios, con una Luz más clara, y desde donde cada palabra con la lengua bendita derrama la Vida como el Sol irradia su luz.

28. ¡Con lo precioso que es este paisaje, pues, es un mero reflejo de la Vida!, pero más sublime es aspirar a la misma Vida...

29. Oh, lo veo y lo siento así: ¡Para uno que en su fe haya encontrado la misma Vida, una sola gota de ella encerrada en el sitio más reducido le resultará más preciosa que todo lo que alguien podría ver si clavara su vista más aguda en los espacios infinitos llenos de Soles y de la muerte!

30. Oh Enoc, sabio maestro mío por la Gracia de lo Alto, ¡perdóname mi palabrería, y al muerto tenle en consideración su ceguera!».


Capítulo 73. El tigre hambriento

1. Cuando Asmahael hubo terminado sus palabras, Adán le alabó por haber manifestado tanta humildad, lo que tenía de base una sabiduría mayor que la de Setlahem y toda su descendencia.

Luego Adán se dirigió de nuevo a Enós y Cainán, y les indicó: «Avisad a los hijos del mediodía para que mañana, sábado, se presenten antes de la salida del Sol, para participar en la celebración del holocausto que debemos ofrecer a Jehová».

2. Acto seguido los dos cumplieron su encargo. Luego los hijos trajeron refrescos y alimentos para los patriarcas, y estos comieron y bebieron, sin olvidarse de Asmahael.

3. Pero cuando el animal vio que los patriarcas estaban comiendo y bebiendo, se intranquilizó y empezó a abrir sus fauces y a agitar fuertemente la cola.

4. «Enoc, mira al animal», dijo Adán. «¿Qué le pasa? ¡Tranquilízalo, porque de lo contrario no sería sabio continuar el viaje con él!».

5. Enseguida Enoc se levantó y explicó: «¿Acaso os imagináis que animales como este se alimentan del aire o de hierbas? ¡Esto sería contrario a su naturaleza! Pues, este animal reclama un alimento que le corresponde. Por eso, ¡traedle tres animales impuros, vivos, para que se sacie!».

6. Acto seguido trajeron tres machos cabríos, y Enoc dijo a Asmahael: «Aquí tienes alimento para tu animal de carga. Baja de él y ofréceselos para que los devore, a la vez como señal de que a este guardián le ofreces tus impurezas que arrastras desde las profundidades, para que también las devore».

7. En seguida Asmahael cumplió con este consejo de Enoc.

8. Pero cuando Asmahael presento los tres machos al animal, este no los tocó, sino que los despachó dándoles latigazos con su rabo y empezó a rugir fuertemente.

9. Todos menos Enoc empezaron a tener miedo; pues, él aún no había tocado nada de los alimentos sino que, en cambio, se estaba confortando en su corazón con mi Amor.

10. Ante esta situación Adán dijo: «Enoc, espero que no estés equivocado, porque el animal rechaza el alimento que le designaste... Dinos que hay que hacer, porque ya tememos por la vida de Asmahael. ¡Este animal se está comportando como si fuera a tragarnos a todos! ¡Haz algo, si puedes!».

11. Enseguida Enoc se dirigió al animal para decirle: «Tranquilo, ya comprendo tus gestos, pero para que también los demás te entiendan, ¡que se suelte tu lengua! Pronúncialo claramente: ¿Qué es lo que te incita a actuar de esta manera?».

12. A esta invitación el animal se colocó en el medio de todos los padres y, de sus enormes fauces salieron las siguientes palabras bien entendibles:

13. «¡Que sois unos cortos de vista y de oído! Si, es verdad que ya hace tres días que no he podido cazar alimento alguno, con lo que finalmente tendré que conformarme con la comida impura que me habéis traído. Pues, no me fue consentido comer algo antes de que a todos vosotros ––menos a uno solo–– no os hubiera comunicado que es sumamente indecente e injusto el llevar las dádivas de Dios a la boca antes de haber pedido al santo Dador que las bendiga... y después, con toda humildad y con todo amor, haberle dado las gracias por el doble regalo –– los alimentos y la Bendición...

14. Necios ciegos que sois, ¿acaso no sabéis que en toda la Tierra ya no crece ningún tallo de hierba que sea puro y que sirva de alimento a los inmortales para que estos no perezcan?

15. Ante este hecho, ¿no debería ser vuestro deseo más ardiente que el santo Dador siempre os purificase y bendijera cualquier alimento para el bien de vuestro paso por la vida?

16. ¡Deberíais tener vergüenza, vosotros que sois los testigos más cercanos a la Omnipresencia del Todopoderoso! ¡Habéis sido designados para dar testimonio de Él, sin embargo, os olvidáis de Él cuando más os deberíais acordar de Él!

17. Dentro de vuestra libertad llena de Vida vuestro amor hacia Él no es sino cosa de palabras, de modo que incluso yo, una bestia, me lleno de indignación cuando veo semejante profanación entre los hijos de Dios... Aunque maldigáis las profundidades, pero en la profundidad de vuestro propio fuero interior mora tanta ingratitud que vosotros mismos vais a causaros la mayor desgracia –– si continuáis olvidándoos de la gratitud y del amor...

18. Me decís que me trague las impurezas de Asmahael...

Pero yo os digo y os doy el consejo: ¡Vale más que carguéis los machos con las impurezas de vuestro propio corazón ingrato, para que yo no sea sólo portador de Asmahael, sino sobre todo el que porta vuestra gran ingratitud!

19. Ahora, Asmahael, tráeme los machos y actúa como los padres te han indicado: Carga a los machos con la maldición, para que los padres arrepentidos puedan abandonar este lugar purificados, y tú y yo junto con ellos. ¡Así sea!».


Capítulo 74. La naturaleza de la Verdad y del Amor

1. Nada más percibir semejante milagro de palabras salidas de las fauces del animal, todos se asustaron profundamente y dieron golpes en el pecho, arrepintiéndose de su pecado de omisión. Durante media hora me prometieron en su interior solemnemente que durante todo el día ya no iban a tomar comida ni bebida alguna.

Y nadie salvo Enoc se atrevió levantar la vista del suelo.

2. Mientras tanto, un poco apartado, el animal se puso a devorar a los machos. Cuando acabó con ellos volvió, y con algunos saltos se acercó a una fuente cercana en la que refrescó sus dientes y su lengua, para calmar su sed de sangre.

3. Luego volvió a dirigirse a Asmahael para ofrecerle sus servicios.

4. Enoc, mirando a los padres, preguntó a Adán en voz baja, si todavía faltaba hacer algo o si iban ya a prepararse para continuar el viaje.

5. Pero Adán le respondió con voz trémula: «Enoc, mira, el miedo me ha paralizado las piernas, de modo que no puedo ni levantarme; y a la madre Eva le pasa lo mismo.

Entre esto y continuar el camino hacia la tarde, ¿como vamos a arreglarlo?

6. Como ves, querido Enoc, también a los demás les toca la misma suerte... Por eso, dentro de tu amor a Dios, procura encontrar una solución; pues, ¡siento el sacrilegio cometido con nuestra indiferencia igual de profundamente que la debilidad de mis miembros!

7. Oh Verdad, oh Verdad, ¡qué poderosa eres! Este animal es una imagen fiel de tu falta de miramientos. Tú no perdonas nada a nadie, aunque se tratara del primero o del último de los habitantes de la Tierra. Nada te importa la edad. Golpeas tanto a los padres como a sus hijos como a las madres débiles. Empujas nuestras cabezas contra el suelo y condenas nuestros miembros a la inactividad. ¿Dónde, aparte de Dios, existe todavía un ser que podría soportar el peso de todo tu fardo?

8. Oh santo Amor tan sumamente dulce, menos mal que vas del brazo con la Verdad ––lo que es la mayor Bendición de Jehová para la vida–– porque de lo contrario la comprensión de la mera Verdad resultaría como una muerte para el hombre...

9. Oh hijos, ¡en adelante ya no busquéis la Verdad exclusivamente, sino únicamente el Amor! Y toda Verdad que el Amor consigo aporte, siempre será justa y óptima para fomentar la vida del hombre.

10. Pero aquel a quien el Señor diera más de la Verdad que del Amor, a él, finalmente, la Verdad le va a aplastar... a no ser que el Señor mismo se vuelva el portador de este gran fardo.

11. Por eso os digo: En adelante enseñad a todos vuestros hijos la Verdad en el ámbito del Amor; pero a los hermanos, enseñadles el Amor en el ámbito de la Verdad.

12. Y ahora, Enoc, haz lo que puedas... Pero ten en cuenta lo que la Verdad exclusivamente ha hecho de nosotros.

Oh Enoc, une tus ruegos con los míos, para que al anochecer ya no estemos aquí».

13. Enoc, dentro de su corazón, se dirigió a Mí con algunos suspiros silenciosos en su pecho: «Padre santo de todos los hombres y Creador todopoderoso, infinito y eterno... míranos, que ante las alturas de tu Gracia inconmensurable no somos sino unos pobres gusanos débiles en el polvo... y desde la plenitud infinita de tu Amor, mira nuestra debilidad ilimitada, que nos estamos consumiendo aquí ante el Semblante de tu Clemencia paternal, combatidos por el gran Poder de tu Sabiduría.

14. Permite que nos podamos levantar de este suelo duro con nuestros miembros fortalecidos y con buen ánimo, y guíanos conforme a tu santa Voluntad adonde te parezca bien. Y no permitas que a los padres se les presente cualquier contratiempo, sino que todos podamos continuar en el ámbito de tu Amor y Gracia.

15. Oh Padre sumamente santo, ¡atiende mis ruegos y suspiros! Amén».

16. Pronunciadas estas palabras con su corazón lleno de amor y de fe viva, Enoc percibió en su interior una dulce palabra santa que le dijo:

17. «Oye, Enoc, he oído tus suspiros y he atendido tus ruegos. Dirígete a tus padres y consuélalos con la Bendición de mi gran Misericordia. Échales una mano, y en el mismo momento todos se levantarán fortalecidos por una gran fuerza, como si fueran unos jóvenes; y llenos de buenos ánimos, continuaréis vuestro camino conforme a mi Voluntad.

18. Pero no permitid que el animal entre en el hogar de Adán, ni que pise su terreno, sino después de haber terminado vuestro viaje devolvedle la libertad para que pueda dirigirse al lugar de su destino.

19. Ahora ve y haz lo que te dije. Y educa al forastero Asmahael en mi honor. Amén».


Capítulo 75. La causa del miedo

1. Enseguida Enoc me dio las gracias por este gran trozo de Pan de la verdadera casa del Padre, y se dirigió a los padres cansados para decirles las siguientes palabras de consuelo de mi parte:

2. «Oídme, padres, el Padre santo y Señor de todo Poder ha consentido en hacer un pequeño milagro extraordinario para despertarnos de nuestro letargo; pues, soltó la lengua de un animal, y permitió que pasase una pequeña chispa de la eterna Verdad por sus fauces normalmente impotentes para formular palabras. Todos percibimos esta chispa con su contenido tan significativo y nos espantamos de una manera tal como si hubiera llegado la hora de nuestra eterna aniquilación.

3. ¡Qué miedo y desesperación más que vanos! Por eso oídme, queridos padres: Aquel que ama verdaderamente, ¿qué podría temer?

4. Os digo que el verdadero amor desinteresado hacia Dios es la mano protectora del Padre santo. ¡Del Poder de esta mano tiembla toda la infinitud hasta en sus fundamentos más profundos, obedeciéndole respetuosamente!

5. De la mano de Dios que nos protege y mantiene, un solo dedo porta ya toda la infinitud inconmensurable de incontables estrellas, del Sol y de la Luna...

Y a pesar de ello nosotros casi quedamos paralizados ante una mínima pequeñez algo fuera de serie, mientras que en realidad habríamos tenido motivos más que suficientes como para desalentarnos cavilando un poco sobre nosotros mismos: sobre el milagro de nuestra facultad de hablar que es perpetua...

6. Y fijaos: de esto no nos maravillamos en absoluto ni nos mareamos cuando estamos intercambiando palabras...

7. Si dentro de nuestra facultad de percepción los milagros mucho mayores no nos desconciertan, ¡qué insensatez la de desmayarnos ante el canto de un grillo!

¿No os parece que eso resulta más bien un miedo resignado en vez de amor vivo?

8. Aquel que está completamente penetrado por la Vida, ¿acaso puede espantarse de la muerte o quedarse paralizado ante ella?

9. En verdad, si el vivo tiembla ante la muerte, es porque lleva todavía muchos elementos de muerte dentro de sí...

10. ¿No fue el hombre designado como señor de todas las criaturas en el gran universo? ¿Cómo, entonces, es posible que se espante del zumbido de una mosca gorda como si Dios estuviera amenazándole con un castigo?

11. Oh queridos padres, ¡ya lo sé qué es su culpa! Pero os digo que contrariamente a lo que vosotros pensáis, la culpa no es la del pecado original del padre y de la madre, porque el pecado original no fue sino una consecuencia de aquella culpa...

He aquí la verdadera culpa: Dentro de su gran libertad el hombre ha empezado a creerse grande y poderoso, y en esta presunción vana se pierde hasta al extremo de imaginarse que en cada uno de sus cabellos se alimentan Soles y mundos.

Pero una vez que el Padre santo tan lleno de Amor sacudió al hijo que estaba durmiendo y soñando, despertándole con una gota fresca llena de Amor, Misericordia y Gracia, entonces, de repente, abrió sus ojos, reconoció su debilidad y nulidad, y empezó a llorar por no ser sino un niño débil.

12. Pero cuando descubrió al Padre poderoso y lleno de Amor fue corriendo hacia Él, le acarició y le pidió un poco de pan, ¿acaso podría haber un padre o una madre que rechazara a su niño querido?

13. No obstante, si el niño es obstinado, el padre ya sabrá castigarlo para que se modere. Y si no se deja despertar del todo, ¿acaso el padre desaprovechará cualquier remedio para despertarlo a la Vida?

14. Y si el niño finalmente ha abierto sus ojos y sonríe al padre preocupado, ¿no se alegrará el padre por él más que por cien niños de por sí despiertos?

15. Oh queridos padres, ¡ved la vanidad de vuestro miedo y vuestra debilidad!

¡Despertaos al amor y sed conscientes de que el Padre santo lleno de Amor está a vuestra disposición, esperando ansiosamente a que abráis vuestros ojos, lleno de amor a Él!

16. Oh, ¡despertaos! ¡El Padre no está lejos de nosotros, sino muy cerca, y está lleno de Amor, Benignidad y Paciencia!

17. A pesar de que todavía estéis fatigados a causa de vuestro letargo, ¡despertaos ahora del todo, y seréis fortificados como unos ciervos jóvenes que llenos de vida y alegría dan grandes saltos!

¡Despertaos, pues, al amor al Padre! Amén».


Capítulo 76. La alegría de los patriarcas a causa del Señor

1. Después de haber pronunciado su plática, Enoc volvió a darme las gracias en su corazón y extendió sus manos hacia los padres, según la línea de los descendientes.

En seguida los padres se levantaron muy fortalecidos, dándome las gracias e invocando mi nombre en voz alta. Todos, incluso Adán y Eva, estaban tan entusiasmados que empezaron a dar saltos; sobre todo Set que, de excelente humor, procuraba dar saltos lo más alto posible.

2. Pero en esto dio un traspié, cayó y se hizo mal en la rodilla derecha, de modo que ya no podía brincar. Como lo tomó por un castigo, se quedó muy triste. Pero enseguida se dirigió a Mí y en su corazón me dijo:

3. «Oh Señor, Padre santo sumamente bueno, mírame con Misericordia, porque soy un pobre débil... me puse loco de alegría en tu nombre y me caí... ¡Ayúdame!

4. En adelante ya no me alegraré brincando con mis pies, sino que me alegraré interiormente y te alabaré. De mis pies haré uso conforme a tu Voluntad, y de mi lengua y mis manos haré uso a tu agrado.

Padre santo, te ruego que por esta vez me quites el dolor de la rodilla... Oh, ¡atiende mis ruegos!».

5. En seguida Set oyó una voz poderosa en su corazón: «Oye, Set, ¡alégrate siempre nombrándome, alégrate de tu Padre y alégrate de todo lo que de una manera u otra te eleva hacia Mí! ¡Pero haciéndolo, abstente de toda clase de esfuerzos físicos que no sirven para nada, sino alégrate en la calma de tu corazón! ¡Alégrate de la vida sobre la Vida encontrada, y no embrolles las alegrías de la vida con lo que es propiedad de la muerte! Así nunca sufrirás daño alguno en el cuerpo y mucho menos aún en la vida del espíritu.

6. Tómalo a pecho y grábalo lo más profundo posible en tu vida, y tu alegría nunca tendrá fin.

Pero ahora levántate y anda alegremente en mi nombre. Amén».

7. Al oír estas palabras tan claramente en su interior, Set empezó a llorar de alegría, y en voz alta me dio las gracias por esta Gracia inesperada.

8. Entonces los demás se dieron cuenta de que había sucedido algo extraordinario con Set, y todos menos Enoc se sorprendieron de su calma y de la alegría que estaba irradiando.

9. Pero Set les rogó que no le molestasen con muchas preguntas sobre su alegría por haber encontrado la Vida que emana de Dios, porque en la tarde de todos modos iban a saberlo desde lo Alto.

10. Después Adán me dio las gracias y se dirigió a sus hijos y a los hijos del mediodía para bendecirlos a todos. También bendijo la región y dijo:

11. «Ahora, hijos, dad las gracias al Señor y preparaos para que continuemos nuestro viaje hacia la tarde en el orden acostumbrado.

Asmahael continuará sobre el animal de la Verdad, entre nosotros dos: Enoc y yo».


Capítulo 77. La salida de los patriarcas para visitar a los hijos de la tarde

1. Todos se colocaron en orden según la voluntad de Adán, para continuar el camino y visitar a los hijos que habitaban la tarde.

2. Y todos me alabaron en el silencio de su corazón, tanto los hijos del mediodía que se quedaban como los que iban a salir.

3. Los hijos del mediodía hicieron reverencia ante los patriarcas y les agradecieron por su visita y las buenas nuevas, y alabaron mi nombre, mi Amor y mi Misericordia.

4. En estas buenas relaciones los primeros hombres de la Tierra se separaron de sus hijos.

5. Al observar con los ojos mundanos el camino hacia la tarde fue precioso, pues, vosotros diríais romántico...

6. Ante la belleza del paisaje que hoy en día no tiene par, os voy a dar una ligera idea de él. Imagináoslo en vuestro corazón...

7. Imaginaos pues siete conos de un color entre gris y azul colocados en una línea y que sus bases se tocasen. Cada uno tiene una altura de siete mil pies44 y una base de un diámetro de un sétimo de una legua45.

8. Detrás de cada uno de estos conos aún hay diez más, de dimensiones cada vez más reducidas y de diversos colores. En la punta de cada cono hay un surtidor de agua de la más pura. A lo largo de la fachada principal, en una distancia de cien brazas46 y mil pies47 más alto que las bases de los conos, continúa el sendero por la cresta de una montaña, en línea recta. Al norte del sendero hay unos preciosos cedros, álamos y plátanos, mientras que al sur ––aparte de los grupos de conos de roca cuyos saltos de agua murmuran como fuertes vientos–– no hay más que un suelo pedregoso con algunos rastros de hierbas o de musgo.

9. He aquí la descripción del camino desde el mediodía hacia la tarde.

Imaginaos todavía el efecto indescriptible producido por los rayos del Sol que se refractan en los muchos saltos de agua.

10. Desde siempre este camino fue el camino preferido de Adán. Allí le gustaba dar paseos, sobre todo en días calurosos, porque siempre corría una brisa fresca. Ya en los tiempos remotos este panorama siempre le había producido un gran entusiasmo; de modo que cuando volvía de allí, cada vez supo comunicar a sus hijos palabras sublimes sobre mi Amor, Gracia, Sabiduría, Misericordia, Santidad, Grandeza y Poder. Por eso llamó este camino “el camino de la contemplación de los siete Poderes eternos del gran Dios Jehová”.

11. Cuando los padres llegaron a este camino, unos a la altura del cono central, Adán dispuso de hacer un pequeño descanso, para poder contemplar mejor este escenario maravilloso de la naturaleza.

12. En seguida todos los hijos se acomodaron y se alegraron ante la manifestación dinámica de la naturaleza de por sí muerta48.

13. Después de un pequeño descanso en que todos se dirigieron a Mí, Adán se dirigió a Asmahael y le dijo: «Asmahael, dinos cómo encuentras tú este escenario».

14. Lleno de respeto, Asmahael le respondió: «Oh padre de los padres de la Tierra, estás preguntando al débil cuando el más fuerte ya está aplastado por la afluencia... Si aun así me miro estas enormes montañas cónicas formadas por la mano poderosa del eterno Dios, entonces en mi corazón me digo: Para grandes lo grande no es grande, pero para pequeños lo grande les resulta inútil. ¿Qué va hacer el mosquito con las montañas, y de qué manera podría la mosca servirse de nuestras manos?

15. Así es como veo todo este magnífico escenario de aquí, constatando que lo grande sirve solamente para los grandes... Y que la mosca se conforme con un par de alas ligeras...

16. Oh padres, hijos poderosos del Supremo... Es para vosotros para lo que la mano poderosa de la Divinidad ha creado todas estas cosas maravillosas... vosotros las podéis percibir, os podéis servir de ellas, y las podéis apreciar. Pero para mí lo de las montañas se limita a lo que la mosca tiene colocada en su espalda –– las alas...

17. Esto es todo que os puedo decir. Si es posible, enseñadme mejor para que pueda percibir, en el espíritu, la grandeza de tales cosas».

18. Al fijarse en la humilde modestia de Asmahael, Adán se alegró mucho y dijo a los demás:

19. «¡Oídme queridos hijos!: Asmahael me parece como un campo que durante mucho tiempo ha estado yermo y que mientras tanto, por supuesto, no ha producido fruto alguno. Pero en cuanto se siembre una buena semilla en él, dentro de poco producirá un fruto centuplicado.

20. Así es como veo a Asmahael, pues, hace muy poco que se encuentra en nuestro medio. Seguro que ––con excepción de nosotros–– a los demás hijos de lo Alto los podría avergonzar.

21. Si todos los pobres de las profundidades se parecieran tan sólo aproximadamente a la fertilidad de Asmahael, de veras, ¡sería faltarles si no fuésemos en su auxilio!

22. Por eso, aún hoy, y con la ayuda de Dios poderoso, vamos a deliberar en mi choza sobre las medidas que en este sentido debemos tomar.

23. ¡Pero que el Señor nos proteja de cualquier acto arbitrario! Amén».


Capítulo 78. La plática de gratitud de Asmahael

1. Cuando Asmahael percibió estas palabras por la boca de Adán, se conmovió tanto que le cayeron las lágrimas. Y con los ojos dirigidos al cielo exclamó:

2. «¡Oh, si realmente fuera posible salvar a estos pobres hermanos espiritualmente muertos, entonces querría lanzarme en el vuelo más rápido a las profundidades ––no como mosca insignificante sino como cóndor poderoso–– para que allí pueda rescatar a todos los pobres hermanos, los que están muertos para la Luz y la Vida, para que más rápido que con el pensamiento los pueda traer aquí, y para que en estas alturas sagradas junto conmigo, viendo, puedan apreciar de qué manera más sublime los hijos poderosos del Señor descubren a los débiles y muertos las cosas más maravillosas, y cómo con sus sabias enseñanzas les demuestran en formas ciertas la morada de la Vida en el hombre, y más aún: en el santo y poderoso Creador de los mundos y Soles les descubren al Padre de los hombres...

3. ¡Dios mío, si esto fuera posible!

4. Cuando el ojo impresionado contempla el espacio infinito de la Creación, poco se fijará en una mota de polvo. Pero si el viento levanta la insignificante mota y esta cae en el ojo del observador, entonces el grande empezará a frotarse el ojo y procurará deshacerse de lo que le fastidia la vista.

De modo que en tales ocasiones frecuentemente un hermano llama a otro: “¡Ven y procura quitarme esa cosa ínfima pero fastidiosa del ojo!”

5. Cuando el hermano descubre la mota de polvo, exclama: “Hermano, el enemigo débil de tu visión se ha quedado fuera de combate porque se lo está llevando la corriente de tus lágrimas. Alégrate, pues, porque las lágrimas compasivas están liberándote de tu enemigo débil pero temido. Porque en cuanto la mota de polvo se haya vuelto parte de las lágrimas, ya no molestará tu vista cuando esta quiere observar las lejanías luminosas de la Creación eterna”.

6. Oh padres de los padres de la Tierra... Con vuestros ojos sagrados estáis observando las corrientes infinitas de luces eternas, ahí lejos. Pero allí abajo en la profundidad más oscura de la miseria humana, allí un huracán remueve el polvo enemigo de tal manera que este no pocas veces llega hasta estas alturas sagradas, cegando vuestra vista.

7. Si este polvo os ocasiona dolores, entonces permitid que una lágrima preocupada se lo lleve y lo tolere hasta que, absorbido, se vuelva parte de la misma lágrima agradecida.

8. ¡Oh perdonadme, porque soy un pobre y débil! Y aunque la mosca no pueda rugir como los tigres y los leones, con su zumbido todavía nos hace saber: “Oh padres de los padres de la Tierra, también yo me salvé de la mano poderosa de vuestro Padre santo. Por eso, por grandes que seáis, ¡concededme también una mirada compasiva!”».

9. Lleno de alegría por las bonitas palabras de Asmahael, Adán dijo: «He recibido tus suspiros justificados; pues, conozco bien el polvo malvado de las profundidades que es el enemigo de toda visión interior. Pero antes de tomar medidas tendremos que informarnos escrupulosamente de la Voluntad del gran Señor. ¡Que nadie de nosotros jamás emprenda algo sin haber reconocido perfectamente la Voluntad de lo Alto! Aún hoy, conforme a las disposiciones del Señor de todas las estrellas, se decidirá lo que será mejor hacer en las profundidades del horror. Y ya sea en pro o en contra, ¡que siempre se cumpla su Voluntad sumamente santa!».

10. Acto seguido Set se levantó y dijo a Adán: «Querido padre, ¿no sería conveniente si también Enoc ––como antes en tu gruta–– nos diera una interpretación de esta región magnífica? Te digo francamente que lo anhelo... ¡Cuántas veces me lo he preguntado y he cavilado sobre ello, pero nunca pude lograr más de lo que mis oídos y mi visión físicos produjeron!

11. Por eso, ¡consiente en que Enoc nos dé a todos una explicación fundada!».

12. «Set, ¡me adelantaste!», le respondió Adán con aprobación, «porque ya hace mucho tiempo que también yo tengo este mismo deseo».

Y, dirigiéndose a Enoc, Adán continuó: «Ve, Enoc, ¡sirve a tus padres sedientos un trago de la profundidad de tu amor!».

13. Enseguida Enoc se levantó y dirigió las siguientes palabras memorables a los padres:

14. «Oh padres: En el regazo de la amplia infinitud de Dios seguro que habrá escenarios de la naturaleza mayores e incomparablemente más sublimes que estos con sus setenta montañas cónicas y sus chorros de agua, de los cuales unos pocos llegan a mil veces la altura de un hombre... No obstante, en este caso se trata de una desigualdad muy inferior a la que hay entre nosotros y un pulgón; pues, la importancia de este pequeño animal es mayor que toda esta formación de la roca con sus fuentes caudalosas.

15. Aunque tal escenario aparentemente majestuoso predique una palabra muda de la Sabiduría del Padre santo, únicamente su sentido intrínseco es excelso, pero ni mucho menos la herramienta misma que es muda e inanimada –– al igual que una boca no es más eminente que otra aunque haya pronunciado palabras más sublimes, porque la sublimidad no es característica de la boca sino de la palabra.

16. Lo mismo es el caso en este escenario:

... No es porque este escenario nos presente algo para que mediante ello en la correspondencia espiritual íntima reconozcamos a los siete Espíritus, o sea, Poderes de Dios, de los cuales cada uno rebosa de Agua viva de la Gracia que continuamente se derrama sobre el suelo pobre de nuestra alma que aun así no produce mucho más fruto que el suelo de alrededor de las bases de estos conos que continuamente se bañan en el agua,

... tampoco es porque los conos ubicados detrás de los primeros siete representen las obligaciones sagradas del Amor que siempre son las mismas; pues, en realidad, los siete Espíritus no son sino uno solo, lo que se ve confirmado por el hecho de que tienen la misma altura, el mismo color, la misma forma, el mismo volumen, la misma orientación y el mismo agua, y producen el mismo zumbido armónico,

... sino únicamente la conclusión íntima a la que este escenario nos lleva es sublime y digna, mientras que el escenario en sí carece de toda importancia.

17. “Antes de todo examinad los milagros dentro de vuestro corazón. En verdad, sólo entonces armonizaréis conmigo”, dice el Señor.

Y vosotros vais a decir: “Oh Señor, a aquel que ha probado una sola gota de tu Amor, ante el gran júbilo de su corazón la Tierra se le vuelve algo repugnante”».


Capítulo 79. La flojedad de Adán

1. Después de haber terminado su plática, Enoc hizo una reverencia a todos los padres y me agradeció en su interior la gran Gracia que de nuevo le había permitido transmitir tanto de bueno y verdadero de Mí a los padres.

Y Adán se levantó y dijo: «Amén».

2. Después continuó y le respondió: «Querido Enoc, esta vez veo más claro que nunca que las palabras que pronunciaste no provinieron de tu propio intelecto sino que el Señor mismo, antes, te las ha colocado fielmente en tu corazón.

3. En verdad, hijos, ¿acaso pudiera haber un ser humano capaz de sacar tales palabras de sí mismo como tú lo haces mediante el Poder y la Misericordia de Dios –– palabras que descubren la maravilla de esta formación de montañas cónicas de una manera tan fácil de comprender?

4. ¡Me parece que es la primera vez que te he comprendido hasta en las raíces más profunda de tus palabras!

5. Pero todavía hay un detalle que no me queda claro: No puedo imaginarme cómo recibes la palabra sagrada, la oyes y enseguida la pronuncias de una manera que suena como si fuera propia tuya.

6. No ahora mismo, querido Enoc, sino a cualquier hora oportuna descúbrenoslo a todos, para que así tengamos una norma íntima que nos facilite estimar cómo y cuándo cada uno de nosotros puede recibir la Palabra sagrada, ya sea para sí solo o para todos.

7. Repito: ¡Que no ahora sino a una hora más oportuna! De momento demos todos las gracias al Señor por esta enseñanza sublime y en seguida continuaremos nuestro camino».

8. Y todos me lo agradecieron en lo más íntimo de su corazón, tal como Adán se lo había indicado.

9. Todos se levantaron. Pero antes de ponerse en camino, Adán aún se dirigió a Set:

10. «Oye, mi querido Set, ¡tengo un hambre...! Mis piernas están flojeando y me lo acusan. ¿Pero qué hacer ante el voto que junto con todos vosotros hice al Señor cuando las fauces del animal hicieron que todos temblásemos?

11. Quisiera preguntárselo a Enoc pero, qué cosa más extraña, es la primera vez en mi vida que pierdo el valor preguntando a un descendiente mío cómo remediar mi flojera sin violar el voto hecho.

12. Anda y dirígete a Enoc para pedirle discretamente su parecer».

13. Acto seguido Set se dirigió a Enoc y le dijo: «Oye, Enoc, a nuestro padre Adán le ha entrado una gran flojera y necesita comer algo, pero el voto le obliga a no comer nada durante todo el día. Dime, si es posible, de qué manera el patriarca podría deshacerse de su flojera...

14. ¡Haz cuanto esté en tu mano! A pesar de que también a mí me ha llegado la Vida, todavía siento en mi interior algo de flojera; y por eso poco apoyo podré dar al patriarca.

15. Tú mismo, sin embargo, tienes fuerza en abundancia. Por eso, ¡aconséjalo!».

16. Entonces Enoc se dirigió directamente a Adán: «Padre, ¡no te dejes vencer por la tentación! El Señor mismo te manda esta prueba para tantear la fuerza de tu alianza.

17. Cuando aún no existías, el Señor sabía muy bien cómo darte la existencia, y fuiste un hombre y espíritu libre, completamente a semejanza de Él.

18. Ahora, desde hace mucho tiempo ya, eres un observador y receptor de incontables derrames de su Amor, Misericordia y Gracia infinitos. ¿Cómo es posible que te dejes vencer de tal pusilanimidad hasta que incluso tiembles por el polvo caduco de la carne, cuando la muerte estructurada de esta te avisa que no ella ––la envoltura de la vida interior que está envejeciendo continuamente–– sino el espíritu del amor ––que es la verdadera vida interior–– es destinado para la Vida en Dios?

19. ¡Deja que la carne se canse! Y si esta se debilita hasta en su función de morada para la Vida, entonces tanto más pronto y más fácilmente la Vida pasará en toda plenitud al alma, a través de la cual podrá alimentar perfectamente cada fibra de la carne para el bien de la Vida eterna venidera.

20. Porque entonces el espíritu absorberá la vida de la carne, con lo que a la muerte ya no le quedará nada que estrangular, a no ser a sí misma –– a la misma carne huera.

21. Oh padre, ¡dentro de tu debilidad construye sobre la Fuerza de Jehová! Así, tras tu fuerza recuperada, en el poder de la Vida lo celebrarás con júbilo:

22. “Oh Señor, padre santo tan sumamente bueno... Yo no existía, pero Tú me diste una existencia en la plenitud de la Vida animada surgida de Ti. Te complaciste en probarme mediante diversas debilidades. Mediante tu Gracia comprendí esta nueva prueba y dentro de mi agotamiento te hice un sacrificio de amor infantil. ¡Me liberaste de mi flojedad y ahora vivo una nueva vida sorprendentemente llena de delicias, oh Jehová! ¡Tuya sea toda alabanza y gratitud! Amén”.

23. Padre Adán, digno de toda consideración... Cree al débil Enoc: No habrá pasado ni una sola hora, y tus miembros estarán más fuertes que los del tigre –– sólo tienes que mantenerte firme en tu alianza, porque el Señor desde siempre desprecia la veleidad desleal del corazón.

24. De momento, continuando nuestro camino hacia la tarde, permíteme que te socorra, y pronto reconocerás perfectamente cómo el Señor nos guía maravillosamente. Amén».


Capítulo 80. La regla áurea de las escuelas de profetas

1. Las palabras consoladoras de Enoc hicieron que Adán, a pesar de su flojera, se animara y se dejara ayudar por Enoc.

2. De esta manera, aunque con algunas dificultades, la caravana avanzó bastante rápidamente. Durante la media hora que duró el camino, no hablaron ni una sola palabra; pero cada uno, en su corazón, me pidió que fortaleciera a Adán.

Sobre todo Enoc era llevado por una fe inquebrantable, y dentro de su amor para conmigo le constaba con certeza absoluta que Yo, con su confianza en mi Misericordia y Gracia, no iba a dejarle en la estacada.

3. Aunque los demás reconocían que para Mí nada es imposible, todavía dudaban de mi Voluntad, porque en su corazón aún no habían aprendido el gran ejercicio libre de confiar en el camino inquebrantable del amor puro y a contar con mi eterna Fidelidad indecible... un arte en la cual mi querido Enoc ya había llegado a la mayor perfección, de modo que siempre estuvo seguro del pleno éxito de lo que dentro de su amor justo estaba esperando de Mí.

4. Por esta razón nunca se sintió triste ni sintió lástima de nadie cuando le pasó algo desagradable. El ojo de Enoc siempre concentraba la atención en mi Corazón, por cuyo motivo se enteraba de que mi Amor, en secreto, guiaba todo... cómo, mediante cada remedio por extraño que parezca, mi Amor siempre sabe guiar a los hijos de la manera que mejor sirve para alcanzar la Vida eterna. Dentro de su amor para conmigo, sus presentimientos estaban tan acertados que, con la mayor seguridad, sabía cómo, cuándo y dónde algo iba a producirse algo, y para qué fin.

De ahí resultaba que en la Tierra, en cierto sentido, Enoc fue el primer profeta y fundador de “escuelas de profetas” que se mantuvieron hasta a la época de mi Encarnación. En estas escuelas los alumnos, desde su más tierna edad, recibieron una educación exclusivamente dentro de mi Amor.

A estos alumnos se les presentaba el mundo como una base consolidada por mi Amor, como instituto de enseñanza, en el que todos los hombres tras una corta separación de Mí, llevados por iniciativa propia debían de alimentar una gran añoranza de Mí. Allí aprendían que los atractivos exteriores del mundo sólo existen debido a la tentación, para que los hombres pudiesen libremente atenerse a mi Amor.

Y cuanto antes allí a alguien la vida mundana ya no le daba gracia alguna, sino únicamente la añoranza cada vez mayor de Mí, tanto más pronto le iban a ser abiertos la visión y el oído interior. Y, aunque se encontrara todavía en el cuerpo tanto mortal como seductor, pronto el hombre iba a oír al Padre y también a verle de vez en cuando.

5. Entonces el Espíritu del eterno Amor le colmaría... Él vería el porvenir, el presente y el pasado manifiestos, y el día en que se le presentase la muerte física, la recibiría con delicias, porque sólo entonces vería con toda claridad que la muerte del cuerpo no es una muerte sino que es el despertar por completo a la Vida eterna.

6. Esto y mucho más que está en unión íntima con mi Amor era el concepto de las escuelas de profetas, de las cuales, como ya dije, Enoc fue el fundador conforme a mi Voluntad.

7. La regla áurea de Enoc, la que recibió de Mí, fue siempre la base íntima de todas las escuelas de profetas:

8. «No podrás creer que hay un Dios si no le has amado antes con todas las fuerzas de un corazón infantil.

Quién dice: “Creo en un Dios”, pero no le puede amar, es un mentiroso muerto y no tiene Vida... porque Dios es la Vida eterna misma; pues, su Amor es la Vida.

¿Cómo podría alguien percibir la Vida a no ser mediante la Vida misma? Pero ante el hecho que únicamente el Amor es la Vida ––en Dios eternamente de por sí y en el hombre a través de la Misericordia de Dios–– cómo, entonces, puede un hombre decir que cree en un Dios, cuando en su estado carente de amor le niega completamente... Pues, en tal estado carente de amor no hay Vida sino únicamente una cierta actividad dentro del contorno de la naturaleza creada de Dios... una naturaleza que es apta para acoger la Vida del Amor que surge de Dios.

9. El cuerpo animado aún no es un hombre, sino que está hecho únicamente para que se vuelva portador del hombre mediante el alma viva insuflada en él. Pero si esta alma encarnada no absorbe la Vida del Amor de Dios, entonces sigue estando muerta, a pesar de toda su animación y la aptitud de sus sentidos».

10. De modo que esta fue la regla áurea. Que de ella con el tiempo han surgido otras es tan natural como también es lógico que del amor original ––que entre los pueblos poco a poco se perdió, llegando a una mera creencia–– surgieron los diez mandamientos y todos los profetas, y de estos, finalmente, de nuevo el amor puro para conmigo y el prójimo.

11. Otra consecuencia de esta regla fue: El modo de vivir renunciando al mundo, con rigor, hasta haber recibido el espíritu vital del Amor. La vida mundana posterior, por supuesto, se modificaba en función de la libertad íntima, y cada profeta vivía y actuaba conformemente.

Lo mismo pasó con las escuelas de profetas...

12. Mientras tanto Enoc y los padres llegaron felizmente donde vivían los hijos de la tarde.

13. Pero cuál fue la sorpresa de todos cuando vieron que la flojedad de Adán se había disipado del todo y que, al lado de Enoc, de repente había recobrado unas fuerzas inesperadas...

14. Adán mismo estaba fuera de sí de alegría, y con lágrimas en los ojos me agradeció semejante confortación súbita. Luego le dijo a Enoc y a todos los demás:

15. «¡Oh Enoc, oh hijos! Nuestro Dios tan lleno de Amor y de Misericordia, ¡qué maravilloso es! Aun en su Perfección infinita puede crear seres imperfectos... no como si no fuera capaz de crearlos perfectos ––lejos de nosotros de pensar algo así–– sino para que a los que su infinita Sabiduría creó como imperfectos, desde la más íntima profundidad de su Gracia y su Amor, de eternidad en eternidad, les pueda conceder más y más Amor paternal para mostrarles de esta manera que únicamente Él es el verdadero Padre de todos los hombre y espíritus.

16. ¡Es sólo ahora cuando percibo esto tan perfectamente! Si yo no hubiera sufrido esa flojedad, ¿cómo habría podido experimentar alguna vez el placer de este fortalecimiento?

17. Pero el Padre santo hizo que me volviera tan débil y flojo, para que fuera tanto más sensible para recibir su Amor paternal. A pesar de que yo soy el mayor pecador porque he pecado ante su Semblante, ¡aun así Él es tan sumamente bueno y misericordioso conmigo! ¡Qué bueno, pues, tendrá que ser con todos aquellos que nunca han pecado contra Él!

18. Oh, los que sois pobres, ¡celebradlo con júbilo, porque sois pobres para recibir un tanto más! Los que sois débiles, ¡celebradlo con júbilo, porque sois tan débiles para luego conseguir tanta más fuerza! Los que estáis tristes, ¡celebradlo con júbilo, porque estáis tristes para recibir luego tanta más alegría! Los que tenéis hambre y sed, ¡celebradlo con júbilo, porque después seréis saciados! También los espíritus ciegos, ¡celebrad con júbilo que el Señor ha hecho la noche, para que en ella os volváis conscientes de la necesidad del día! ¿Quién, durante el día, jamás habrá sentido la necesidad de él, si el Señor no hubiera puesto la noche antes del día?

Oh muerte, si tú no fueras precisamente la muerte, también tú deberías celebrarlo con júbilo; porque es por tu propia causa que no surgieses del Orden eterno. ¿Quién sabe, si el Señor consintió tu existencia para que de ti, un día, tal vez pudiera surgir la vida suprema?

19. En verdad, en verdad, donde el Señor da, lo hace como Padre conforme a su infinito Amor. Pero qué sumamente feliz será aquel al que el Señor quita algo, porque él volverá a recibirlo de la mano del Padre eterno, infinitamente multiplicado.

20. Yo, vuestro padre, soy sumamente feliz por haber recibido del Señor una Gracia que tiene más importancia que toda mi vida.

21. Tú, mi querido Enoc, sé altamente bendecido; y que tu estirpe continúe hasta el fin de todos los tiempos... Y que al fin de los tiempos tu nombre esté tan vivo para todos los pueblos como si te encontraras en su medio.

Divulgadores del Señor posteriores alabarán tu amor para con el Padre y tomarán ejemplo de ti.

22. Nunca manifestaste tanto como ahora lo mucho que estás adherido al Padre santo; pues, ¡es por ello por lo que he sido fortalecido!

23. Pero a Ti, mi gran Dios, Señor y Padre, sea todo loor y toda gratitud, porque solamente a Ti te corresponde recibirlos de nosotros.

24. Ve, Enoc, mi sentimiento de gratitud indecible ante Dios me paraliza la lengua de una manera que casi ya no puedo hablar.

25. Por eso, como ya hemos llegado donde habitan los hijos de la tarde, conviene que tú y Asmahael les comuniquéis la nueva de que los estamos esperando, para que vengan aquí y los podamos bendecir; y que sepan que mañana vamos a celebrar el sábado. De lo demás ya se enterarán en cuanto estén aquí».


Capítulo 81. Los patriarcas visitando a los hijos de la tarde

1. Enoc hizo su reverencia ante los padres, y Asmahael, desde su animal portador, siguió su ejemplo.

2. Acto seguido los dos fueron hacia los hijos de la tarde donde anunciaron en voz alta la presencia de su patriarca Adán en la periferia del territorio de la tarde.

Cuando los hijos lo oyeron, en seguida se prepararon y, llevando diversos frutos y otros comestibles con ellos, siguieron a toda prisa a Enoc y a Asmahael, para presentarse ante el patriarca Adán.

Llegados allí en gran número, se echaron a los pies de Adán y no se atrevieron a levantarse antes de que Cainán repetidas veces les indicara que se levantasen de una vez, porque su respeto ante los patriarcas era exagerado. Pues, Adán los quería bendecir ––legalizando de esta manera su presencia ante los patriarcas–– y avisarlos que iban a recibir la palabra sagrada de su invitación a la celebración del holocausto del día siguiente, sábado sagrado.

3. Sólo entonces se levantaron, llenos de miedo, y se comportaron como si en su consciencia hubiera cantidad de gusanos roedores ocultos a los que a la luz del Sol quedaba poca probabilidad de subsistir.

4. Todos menos Enoc y Asmahael se extrañaron ante este comportamiento, pero finalmente dejaron de hacer conjeturas.

5. Ante esta situación Adán se levantó y llamó a Enoc y a Asmahael.

Cuando estos vinieron, Adán se dirigió más bien a Enoc ––pues, también Asmahael estaba libre de presentar su parecer–– y preguntó: «Enoc, ¿qué significa el comportamiento tan extraño de estos hijos? Tengo la sensación de que sus corazones no están libres sino más bien agobiados por absurdidades que los oprimen...

6. A ver, si en vuestro interior podéis descubrir qué explicación tiene este fenómeno...

7. Yo, por mi parte, supongo que ahí hay una semilla podrida entre todo el trigo. Y si es así, no podremos movernos de aquí antes de que el grano sano sea separado de la paja y mala hierba, y que esté recuperado y bien guardado con toda disciplina en nuestro amor paternal.

8. Lo que también me extraña es que el tigre a estos hijos continuamente les da su parte trasera y que no se digna dirigirles ni una sola mirada, mientras que a los hijos del mediodía los miró clavándoles los ojos.

9. A ver, querido Enoc, si puedes dejarlo en claro lo antes posible, para que podamos poner el orden correspondiente».

10. Pero Enoc se levantó y dijo: «Oye, Adán, y oíd, todos los padres: Estos hijos se han acobardado del todo debido a una humillación exuberante por nuestra parte; y esta humillación ha acabado con su amor para con nosotros. Por eso sus corazones están llenos de miedo y resignación.

11. Para ellos ahora no somos un objeto de amor y aprecio infantil sino un horror de desprecio escondido. Si no los frenaran la fuerza y el poder íntimos de nuestra mente procedentes del Amor del Señor, en verdad que no les importaría hacernos lo mismo que el amor propio de Caín hizo con su hermano Abel.

12. Ve, padre Adán, ¡ahí está el busilis de este fenómeno tan extraño del cual nadie más que nosotros mismos tenemos la culpa ante el Señor! Por eso, por supuesto, también nos corresponde a nosotros reparar este daño.

13. Y la posición en que se ha colocado el animal debe indicarnos que la culpa se encuentra en nuestro medio, con lo que nos mira a nosotros, mientras que para los hijos gira la parte trasera. De esta manera el animal nos quiere señalar que nosotros somos los responsables del estado de impureza de ellos.

14. Ahora me preguntáis en vuestros corazones: “¿Cuándo y cómo podemos haber impurificado a estos hijos? Y si esto ha ocurrido sin que, en realidad, lo queríamos, ¿cómo vamos a enmendar este error?”.

15. Ya veis que la primera parte de esta pregunta tiene una respuesta muy fácil; pero tanto más difícil resulta la segunda...

16. Ve, padre Adán: Por tu antiguo sentido de justicia demasiado severo y meticuloso actuaste más bien por temor que por amor al Señor e hiciste distinciones drásticas entre tus hijos; pues, a unos los enviaste a la mañana donde están sumamente felices... a los otros los enviaste al mediodía para que allí siempre estén conscientes de que son inferiores a los favoritos de la mañana... a estos de aquí los enviaste a la tarde porque a ti te parecían de un espíritu más inerte, pues, frecuentemente por la mañana conciliaban el sueño... y finalmente, a los últimos, los mandaste con severidad a la medianoche, porque en ciertas costumbres exteriores no querían adoptar tu parecer.

17. Ves, querido padre Adán, si entonces ya hubieras sido animado por el Amor del eterno Padre santo como ahora, ¡seguro que tus dictámenes habrían sido totalmente distintos! No obstante la mera justicia ––aun envuelta en todos los rayos de la sabiduría–– resulta abrumadora y dura, a no ser que desde su fondo con lo oculto que esté salga al menos un suave rayo de amor benéfico para reflejarse en todos esos setenta conos surtidores de agua de la sabiduría estéril.

18. Ve, igual que los chorros de agua que caen de una gran altura no favorecen a las hierbas sino que las estropean y con el tiempo no se ve sino piedras erosionadas, la mera justicia cuando cae de las alturas inconmensurables de la sabiduría produce un resultado parecido; pues, mata y destruye la vida interior... y una vez que la vida se haya vuelto parecida a una piedra erosionada muerta, después resultará difícil hacer crecer en tal piedra una planta viva...

19. Pues, bajo la fuerte presión continua del agua de la justicia y de la sabiduría, el antiguo suelo ahuecado se ha vuelto una piedra dura. Y luego, a la piedra muerta, la ha desmoronado.

¿Qué se podría hacer con tal piedra?

20. En verdad: Mientras no esté transformada de nuevo en un suelo ahuecado ––mediante un abundante fuego del Amor–– cada semilla sembrada en esta piedra se secará y morirá.

21. Además, no conviene andar sobre pedruscos o saltar por encima de ellos. Porque quien cae sobre una piedra se puede romper algo. Y sobre quien cae, esta le puede aplastar.

Con lo que ves que por ello resulta difícil el responder a la segunda parte de la pregunta.

22. Yo soy de la opinión: Si no hay manera de apaciguar y ahuecar a estos hijos ––que son unas piedras–– por el camino del amor que es capaz de todo, entonces menos aún una mayor cantidad de agua aunque sea de la justicia más sabia será capaz de ello.

23. Aprendamos, pues, de nuestro Padre santo tan lleno de Amor cómo Él guía todos los seres vivos: A los pájaros de los cielos, grandes y pequeños, no se les ordena ir a la mañana o a la tarde, ni al mediodía ni a la medianoche; los animales de los bosques los recorren en todas direcciones; y ni los peces en el agua ni los gusanos en la tierra se han construido barreras para limitar sus movimientos.

24. El Señor tampoco nos ha dado mandamiento alguno para maldecir a los hijos de Caín... ¿Por qué, a pesar de ello, ordenamos a nuestros hijos y hermanos que vayan a regiones donde en sus restricciones impuestas se vuelven piedras?

25. Oh padre, suelta sus ataderas de la justicia y de la severidad inútiles y enlázalos con el lazo todopoderoso del santo Amor, y entonces la sabiduría a base del amor les servirá de indicador del camino totalmente libre. Y pronto, iluminados por estos nuevos rayos, se reconocerán como hijos del Padre santo y con júbilo acudirán para arrimarse cariñosamente a tu corazón paternal, llamándote su padre querido.

26. Oh padres, en una sola gota de amor moran más Fuerza y Poder santo que en un mundo lleno de la justicia más sabia, si esta no se basa en el amor. Por eso, ¡haced ahora que soplen vientos fuertes de amor para que se descongelen estos bloques de hielo tan duros y vuelvan a transformarse en gotas fructificadas! ¡Y haced que el poderoso fuego del amor labre las piedras, para que nuestra semilla no sea sembrada inútilmente en sus surcos!».


Capítulo 82. Set reprende a Enoc la Palabra de la Verdad

1. Al oír estas palabras pronunciadas por Enoc, Adán se espantó en su corazón. Porque la alusión hecha al fratricidio de Caín ––por su amor propio tan fatal–– le había abierto a Adán una vieja herida. De modo que empezó a temblar y, como no podía pronunciar ni una sola palabra, se quedó callado.

2. Enseguida Set se dirigió a Enoc y le criticó: «Oye, Enoc, ¡esto no debieras haberlo dicho! Porque con esta alusión imprudente hecha al crimen de Caín has causado un gran disgusto al pobre padre Adán... ¡Seguro que habrías podido comunicarle todo esto de una manera más prudente!

Ve, ¡es la primera vez que tengo que reprocharte algo! ¡En adelante, en ocasiones parecidas, mide tus palabras con la balanza de la prudencia, para que al padre no le aflijan sino que le consuelen!

Tú mismo eres quien siempre nos enseña amor y mansedumbre. Por eso, primero cumple tú mismo correctamente con lo que enseñas... sólo entonces tu enseñanza tan llena de bendición, fuerza y poder ganará nuestros corazones».

3. Sin embargo Enoc, que en su corazón me agradeció cada palabra que había dirigido a Adán, estaba muy sorprendido por esta reprimenda. Aun así no dijo nada en contra de ella, sino que enseguida se dirigió de nuevo a Mí, rogándome que le indicara qué posición tomar ante las palabras de Set.

4. De modo que Enoc empezó a rogarme en su corazón: «Oh Padre santo que ves todas las oscuridades del mundo en la Luz más clara, Tú sabes que transmití tus santas palabras a Adán sin haber añadido ni quitado nada. ¿Cómo es posible que el respetable padre Set las haya tomado como tan provocadoras?

5. ¡De ninguna manera habría podido hablar algo distinto de lo que tu infinito Amor me puso en la punta de la lengua!

6. Además, ¡Set mismo fue testigo de que Tú, Jehová, liberaste a Adán de su flojera y que le fortaleciste hasta en cada fibra de su ser!

7. Oh Padre santo tan lleno de Amor y Misericordia que conoces mi obediencia incondicional ante tu santa Voluntad, dime, qué hay que hacer ante la reacción de Set... ¡Yo, tu pobre y débil Enoc, en mi corazón lleno de amor para contigo digo solemnemente que no se mueva ni un solo pelo de mi cabeza sin tu santa Voluntad!».

8. Enseguida Enoc vio las siguientes palabras en su corazón, escritas a fuego: «Pero Enoc, ¿cómo es que te preocupes por esto? Mientras un corazón no esté colmado del eterno Amor, su comprensión será todavía deficiente. Pero en cuanto se colme, también Set oirá que las piedras, las hierbas, las plantas, los zarzales y los árboles se comunican entre ellos, con palabras entendibles.

9. Tú, de momento, guarda silencio, y permite que tu alumno hable por ti».

10. Confuso, como vio que Enoc no daba señales de contestar a su reprimenda, Set mismo empezó a consultar su mente y su corazón sobre el porqué de ese silencio tan inesperado; pero incluso su propio corazón se quedó callado.

De modo que Set se vio obligado a volver a dirigirse a Enoc para preguntarle por qué no le había contestado a los reparos presentados.

11. Y Enoc le respondió lleno de respeto y de amor: «Oh padre Set, ¿acaso el hijo tiene el derecho de pronunciarse contra las advertencias de un padre? Aunque tú me hayas reprendido por las palabras de Dios que yo he tenido que pronunciar –– pero cuando hablas conmigo en el nombre del Señor, puedo y debo expresarme con respuestas y pláticas de manera totalmente libre.

Sin embargo, cuando tú como padre hablas conmigo en plan de instructor, entonces, por supuesto, es mi obligación rendirte obediencia absoluta y guardar silencio; aunque luego en mi corazón tenga que unirme con el Amor de Jehová...

Ahora, ve sin temor al orador al que este animal está portando, porque así lo quiere el Señor: ¡que él, de momento, me sustituya! ¡Pregúntale a él, y os dará la respuesta debida en el nombre de Aquel que le ha convocado para ello!».

12. Esta observación sumamente humilde de Enoc hizo que el Set conservador se callara. En cambio, a Adán volvió a soltársele la lengua, con lo que este dijo a Set: «Pero hijo mío, al que Jehová me ha dado de consuelo en el lugar de Abel, de consuelo, dime, ¿qué te ha podido ofuscar el corazón de esta manera?

13. ¿Cómo has podido reprender al orador de Dios la santa Palabra del Señor? Y esto, además, tras haberte tú mismo convencido de que algunos momentos antes me había fortalecido tan milagrosamente...

14. ¡La palabra recibida del Señor pronunciada por la boca de Enoc, respecto a los hijos, ha surtido un nuevo milagro en mí que importa más que lo de Caín y Abel!

15. Es cierto que en la plática de Enoc lo del amor propio de Caín y lo de la petrificación de estos hijos por mi culpa me ha herido profundamente; no obstante, precisamente esto ha sido necesario, porque de lo contrario nunca habría llegado a la plena curación de mi herida continuamente abierta...

Porque donde el Señor hiere, allí también cura milagrosamente; mientras que cuando los hombres se causan mútuamente daño, si entonces el Señor no tiene compasión de ellos como ahora es mi caso, ¡ni en eternidades ellos repararán el daño que se han causado mútuamente!

16. En el paraíso pequé contra mi mujer, y el primogénito se me volvió una herida muy profunda a la que hasta ahora no podía curar. Ya hace trescientos años que había separado a los hijos con vigor, y sólo ahora veo que precisamente así eché veneno en mi antigua herida.

17. Ahora el Señor me quitó este veneno y, mediante las palabras milagrosas de Enoc, me curó la antigua herida.

¿Cómo es posible que tú hayas profanado el Amor antes de haber asimilado su sentido milagroso en tu corazón?

18. Oh Set, ¡cuida de que el Señor no vuelva a quitarte del corazón lo que te había concedido tan milagrosamente!

Para una próxima vez, que antes cada uno haga caso a mi voz. Y aquel al que nombre, que venga para ayudarme. Pero en ocasiones como ésta, donde el Señor evidentemente nos está acompañando, no hará falta que nos ayudemos mútuamente, porque la mayor ayuda humana no es nada en comparación con la verdadera ayuda del Señor a través de su Palabra todopoderosa –– Palabra que no es como una palabra humana, sino que siempre es un hecho consumado para todas las eternidades.

19. Por eso, querido Set, te digo: ¡Reconoce tu fallo ante el Señor y échate en el polvo, rogándole su Gracia y Misericordia, para que vuelva a mirarte! Amén».


Capítulo 83. La plática de Enoc sobre el error de Set

1. Set comprendió muy bien la plática de Enoc sobre el mutismo de los hijos de la tarde y la plática justificativa de Adán, y finalmente dijo:

2. «Oh padre y Enoc, ahora todo me ha quedado claro. Supongo que los dos ––querido padre y querido hijo–– perdonaréis mi error causado por mi preocupación... Otra cosa es si también el Señor me perdonará, porque he faltado contra sus palabras santas. ¿Cómo podré conseguir el perdón de Él?

3. Ya se había hecho algo de luz en mi alma y había notado claramente una nueva vida que se estaba desarrollando en mi corazón; pero ahora, de nuevo, no veo en mis entrañas sino la noche y la muerte...

4. Será que los hijos de la tarde y de la medianoche empezarán a hablar como si hubieran surgido del centro del Sol, mientras que yo estaré más mudo que una roca en la profundidad del mar, porque me serví de mi lengua para dar réplicas cuando habría debido servirme de ella para manifestar mi gratitud eterna... ¡Conque ni siquiera Enoc debería dirigirme palabras de la Vida sino únicamente Asmahael!

Oh gran Dios, ¡que enorme debe ser mi pecado ante ti, dado que Tú como Señor de toda Vida por causa de mi terquedad señalaste a Enoc para que no me hablase, sino que únicamente Asmahael me llamara la atención sobre todos mis errores!

5. ¡Ay de mí, si el Señor ya no me mira en su Misericordia! ¿Quién, entonces, me salvará de la noche de la muerte?

6. Oh Señor, permite pues que tu Asmahael nos dirija palabras llenas de Vida a nosotros que dentro de nuestro embotamiento no tenemos sino un ánimo muerto –– lo que sobre todo me afecta a mí...

¡Pero por eso de ninguna manera permitas que se enmudezca la lengua altamente bendita de Enoc ante todos nosotros ––y menos aún ante mí–– para que nadie pierda nada por mi culpa!

7. Oh Señor, Dios y Padre, ¡ten Piedad de mí!».

8. Luego hice que Enoc dirigiera las siguientes palabras reconfortantes a Set y los demás: «Querido padre Set, ¿dónde está aquel que haya incurrido en un error y que, a partir del foco de su error, sepa remediarlo?

9. Porque cuando habla, habla como en el sueño... Cuando actúa, actúa como un ciego... Cuando anda, anda como si no tuviera huesos en sus piernas... Cuando quiere estar de pie, se cae como mareado... Cuando quiere volver a levantarse, no sabe colocar sus pies. Y cuando quiere ver y oír, sólo ve la sombra de la causa y el sonido huero en vez de la palabra viva.

10. Ve, en tu caso fue y es así... Estando en el mediodía, en tu interior sólo viste la sombra de la Vida y del verdadero Amor. Pero contento con ello, opusiste resistencia al eterno Amor, porque secretamente pensaste que ahora ya cada una de tus palabras debía venir de lo Alto.

Sólo por eso el Señor permitió que te cayeras: para que te enteraras de que no es tan fácil apoderarse del supremo bien del eterno Amor de Jehová...

11. Te equivocaste cuando me reprendiste por la Palabra del Señor. ¿Por qué? Porque te imaginaste que incluso las exigencias de tu corazón ya eran celestialmente puras, y que esto te daba incuestionablemente el derecho de reprobar la Sabiduría de Dios mismo, porque esta no podía convencer tu corazón que se encuentra en el lado de la sombra de la Vida, con lo que le parecía indigna y degenerativa.

12. Y ahora fallaste otra vez porque, primero, a Adán y a mí nos atribuiste más espíritu de conciliación que al eterno Amor de Jehová mismo cuyos hijos somos sin excepción –– aunque fuéramos buenos o totalmente desobedientes... y segundo, parece que sólo das importancia a mi palabra, sin tener en cuenta que la Palabra del Señor ––aunque fuera hablada por una piedra–– siempre será la misma Palabra santa y viva.

13. Por eso no solicites mi lengua, sino la Palabra viva... No consideres la herramienta, sino la Gracia que os llega del Señor mediante una herramienta cualquiera –– ya sea por Enoc o por Asmahael...

Sólo entonces estarás justificado ante el eterno Amor de Jehová quien siempre sabe mejor que nadie en qué caso qué herramienta resulta la más adecuada. De modo que cuando al Señor le complace hablar también por la boca de Asmahael, decidme, ¿acaso por eso las palabras del Señor resultan menos palabras de Él?

14. Ve, padre Set, la Voluntad del Señor es que cada uno incesantemente anhele la Vida eterna del alma y del espíritu en el propio corazón; pero que nadie se imagine que esto lo puede conseguir de la noche a la mañana...

15. Cuando alguien ya ha conseguido algo del Señor, que haga con ello lo mismo que los niños hacen cuando encuentran un tesoro escondido: pues, lo esconden de los mayores porque temen que estos se lo volverán a quitar...

16. ¡Que nadie anhele con demasiada vehemencia el volverse una herramienta del Señor, sino que cada uno se mantenga en un sosiego sagrado, en una gran humildad y un amor discreto!

Pues, si alguien es convocado por el Señor para servir de herramienta, no es para agradecerle algo ni porque tenga mérito alguno... porque el Señor puede realizar sus grandes Obras sin herramienta alguna...

Lo que sí importa mucho es que no busquemos a un Señor para implicarle en nuestros asuntos vanos y para dar la impresión que también nosotros somos y podemos algo, sino que todos busquemos al mismo Padre santo, para que Él nos acepte como hijos de la Vida eterna, despertando nuestro espíritu dormido e iluminando nuestra alma, salvándola de su oscuridad mundana.

17. Pero a quien el Señor ha convocado para que ante los hermanos dé testimonio de su infinito Amor, ¡que lo dé!, pero siempre con la mayor humildad de su propio corazón y consciente de que no es sino un siervo inútil del cual el Señor puede prescindir fácilmente...

18. ¡Pero ay de aquel que por ello piense que es más que sus hermanos o que el Señor dependa de él! Porque tal blasfemo no escapará de su propio juicio...

19. Por eso, cuando servimos, hagámoslo con todo amor como hermanos y como hijos del mismo Padre; y que nuestra única sabiduría sea que amemos al Padre santo sobre todo...

Que nadie imponga al otro una enseñanza como si fuera predestinado para ello como un perro para ladrar o un gallo para cantar. Pero cuando alguien es convocado por el Señor, ¡que lo haga humildemente y con sumo amor! Porque únicamente así dará testimonio de que su enseñanza proviene de Dios –– de la eterna Fuente original de todo Amor y de toda Vida.

20. Quien predica, que sea inferior a todos sus hermanos, y así dará testimonio que es un verdadero siervo del Amor.

21. Aquel que recibe la Palabra del Señor por la boca de un hermano, que dé al Señor las gracias por la incalculable Gracia recibida. Y que el predicador sea íntimamente consciente de que es el más indigno de todos y que considere a cada uno de sus hermanos como mejor que él mismo. De esta manera mantendrá su corazón limpio de toda soberbia que es el padre de la muerte –– y para el Señor resultará una morada al agrado de Él.

22. Ves, padre Set, ¡esto es lo que el Padre quiere y exige de nosotros! Por eso, procuremos siempre complacerle con todo amor y toda humildad, y siempre viviremos sin ser engañados por la sombra de la Vida. Amén».


Capítulo 84. Las palabras sabias de Adán a Set

1. Después de esta plática de Enoc, Set tomó la palabra:

2. «Oh sí, es verdaderamente así como el Señor se comunicó a través de ti, querido Enoc, ¡y precisamente yo necesitaba esta reprimenda más que nadie!

3. Dad las gracias al Señor, en mi lugar, porque yo no lo merezco y soy demasiado malo para que con la misma lengua que hace poco blasfemó de la santa Palabra del Señor pudiera atreverme a ofrecer una alabanza impura al Señor de toda Vida y todo Amor.

4. Que ahora Asmahael me predique, porque no soy digno de recibir la palabra de Enoc...

5. Pero incluso la palabra de Asmahael es todavía demasiado sagrada para uno que está muerto... Por eso, ¡que me hable el animal, para que su voz con el escalofrío que da me despierte de la muerte a la Vida!

6. Oh padre Adán, ¡ya no me llames hijo tuyo!, porque tú eres de Dios, mientras que yo no soy sino una escoria rebelde. Ve, no quiero ser sino servidor tuyo y de todos los demás... quiero serviros como un esclavo de las profundidades y quiero ser mudo como una piedra para dar de esta manera satisfacción al Señor por haberme tirado a las oscuridades, mientras que Él a mi alrededor había derramado tanta Luz en palabras y acciones.

7. Vosotros que sois dignos de ello, ¡Alabad al Señor en mi nombre –– en el nombre de Set débil y muerto!».

8. Adán se levantó y dijo alguna palabra sabia a Set que curó al enfermo, de modo que de nuevo estuvo lleno de amor y de fe en Mí.

9. Las palabras fueron las siguientes: «Set, Set, ¡te propones demasiado lo que el Señor ni siquiera te ha exigido! Por eso, cuando el Señor de nuevo te pone a prueba y eres aún más débil que ahora, ¡cuida de que en tu debilidad no caigas! Porque entonces, ¿quién te ayudará?

10. ¿Acaso Dios, al que querías dar satisfacción de una manera insensata, a pesar de que es sumamente santo y tú no eres sino una mota de polvo de esta Tierra ante Él?

11. ¿Quién podría dar satisfacción a Dios? ¿Quién podría rezarle a Él, puro y sin defecto alguno? ¿Quién podría alabarle sin pecado y sin defecto del alma alguno para que, como hijo, pudiera llamarle Padre?

12. ¿Acaso tenemos algo que no hubiéramos recibido antes de Él? ¿Y podríamos hacer algo que Él no nos hubiera hecho mucho antes ya?

13. Por eso no hagas un voto inútil, sino cumple con un solo mandamiento: que a Él en toda humildad de tu espíritu le ames cada vez más, y a todos los hermanos y a mí me ames diez veces más que a ti mismo. ¡De todo lo demás ya se preocupará el Señor! Porque Él sabe mejor que nadie qué fardo eres capaz de soportar...

14. Si ya te cuesta mucho el cumplir con este único mandamiento, ¿cómo piensas arreglártelas con tantos?

15. ¿No sabes que a cada ley se apegan la maldición, el pecado, el juicio y la muerte?

16. Por eso, si quieres vivir, ¡recela de cada mandamiento! Porque es más fácil dar leyes que cumplir con ellas...

17. Más vale estar libre en el ámbito del amor que ––en el yugo duro de la obediencia–– ansiar la libertad del amor difícil de conseguir donde el corazón oprimido bajo los duros golpes de la tentación tendrá que sangrar durante mucho tiempo.

18. Ve a los hijos de la tarde y fíjate en cómo están de agobiados por un mandamiento todavía relativamente fácil de cumplir... ¡Pero lo difícil que resultará ayudarles si su corazón con el tiempo se ha endurecido por la presión continua!

19. Nosotros, entre tanto, siempre vamos a dar las gracias al Señor y a alabarle porque nos dio un corazón libre para desarrollar en él un amor totalmente libre; y también le vamos a rogar siempre que nos libre de cualquier mandamiento, para que como hijos libres podamos vivir exclusivamente para su Amor.

20. Oh Set, aún van a venir tiempos en los que nuestros descendientes vivirán debajo de montañas de leyes, ansiando en vano la libertad. Y a los hermanos que no les obedecen incondicionalmente, los meterán en celdas de piedra, privándoles de toda libertad. Pues, habrá pecados como arena en el mar y como hierbas sobre la tierra.

21. Por eso, ¡abstente de tu insensatez! Haz de lo que eres capaz y lo que es del agrado del Señor. Todo lo demás déjaselo a Él –– y vivirás.

22. ¡Recibe mi bendición y vuelve a andar libre ante Dios, ante mí y todos nuestros hijos!».


Capítulo 85. La plática de Asmahael sobre la ley

1. Al oír estas palabras, Set reconoció del todo su pequeña insensatez que era perdonable, y se volvió un hombre libre que me alabó sobremanera en su corazón reanimado.

Ya se alegraba ansiosamente que Asmahael iba a pronunciar la plática sobre el mutismo de los hijos de la tarde, pues, Enoc ya le había dado la señal para comenzar.

Todo lo que pronunció surgió de Mí a través del espíritu de Abel, con palabras fluidas como las aguas de un riachuelo en las montañas.

2. He aquí la plática de Asmahael que se había vuelto muy famosa:

3. «Oh padres de los padres de la Tierra, con lágrimas en los ojos veo el gran número de los hijos maravillosos de los padres de la Tierra, todos lánguidos –– aquí tumbados, mudos y muertos como piedras en el fondo del mar.

4. ¡Mandamientos!... ¡Oh mandamientos más duros y conflictivos! Oh hombres tan duros e insensibles, ¿a qué aún vais a llevar a los hermanos y qué vais aún a hacer de estos hijos inocentes a causa todas esas leyes tan inútiles,

5. de las cuales cada una, inevitablemente, tiene que acarrear un ejército de nuevas leyes?

6. Padres de los padres de la Tierra, ¡preguntaos a vosotros mismos cuántos mandamientos el eterno Señor os ha dado sabiamente para que cumpláis con ellos!

7. Os digo: ¡Ninguno! –– A no ser lo de reconocer la eterna libertad en el Amor eterno del Padre santo...

8. ¿Acaso somos creados para soportar el fardo pesado de una inmensidad de leyes? ¿O, acaso, Dios es un Dios débil, de modo que por eso tiene que dar mandamientos a los hombres para mantenerlos en sus riendas?

9. ¡Qué insensatez sería pensar algo parecido de un Dios santo, todopoderoso, eterno e infinito, cuyo soplo más ligero podría aniquilar incontables mundos y ejércitos infinitos de ángeles más poderosos!

10. ¿Acaso un Dios tan sumamente poderoso iba a oprimir a los hombres mediante fardos imposibles a soportar –– mandamientos muertos pero concluyentes que finalmente ni Él mismo podría mitigar aun con todo su Poder, ni los debería mitigar? Porque si osara quitar una de esas camisas de fuerza psicológicas para la Vida, ¿no tendría que temer que finalmente sus propios hijos le tomarían preso, con lo que tendría que pasar por la experiencia propia de ser un esclavo de sus criaturas, a pesar de que todas ellas no son sino una mota de polvo comparadas con Él?

11. Oh padres de los padres de la Tierra, ¡no os podríais imaginar algo más desatinado que esto!

¡Imaginarse que el eterno Padre santo tan lleno de Amor, el Dios todopoderoso infinito y absolutamente libre, iba a crear seres para luego matarlos cruelmente tras la presión más dura de mandamientos altamente conflictivos!

12. En verdad, me resultaría más fácil imaginarme que mi portador feroz y yo formásemos un solo ser lleno de noche y a la vez lleno de Luz, que imaginarme que nuestro Dios todopoderoso pudiera hacer surgir un solo ser con la intención de oprimirlo mediante leyes para que se mueva libremente. ¡Esto sería igual de grotesco como si el Creador y Padre santo absolutamente libre mediante cadenas se hiciera un esclavo de los esclavos de las profundidades de Lamek!

13. Oh padres de los padres de la Tierra, ¿cómo es posible que vosotros, los únicos hijos del eterno Padre santo tan lleno de Amor no sepáis nada de su Orden tan sumamente sabio, libre y magnífico? Entre vosotros estáis predicando el amor para con el Padre, pero como ahora veo claramente, ¡no tenéis ni la menor idea de este eterno elemento fundamental tan sagrado, de modo que cuando lo nombráis no resuena sino una palabra huera!

14. Oíd: ¡El santo Amor tan poderoso del eterno Padre es el eterno Orden totalmente libre en Dios! ¡Y conforme a este santo Orden surgieron todos los infinitos ejércitos de espíritus, los mundos y vosotros que sois sus únicos hijos –– libres como Él mismo!

15. Para enseñaros que debierais sentiros tan libres como Él mismo, desde la profundidad más íntima de su Amor paternal para con vosotros os dio un consejo ––no quiero ni pronunciar la palabra “mandamiento”–– pues, os dio el consejo sumamente sabio y benévolo que no os inclinéis a nada que pudiera ser un estorbo para vuestra libertad. Pero vosotros, perfectamente conscientes de la libertad divina y de la fuerza, no queríais hacer caso a este consejo del Padre tan lleno de Amor, sino asisteis todo aquello que a vuestra libertad y vida todavía muy inestables tenía que volverse un estorbo.

Como semejante actividad estaba contraria al eterno Orden del Amor, el Padre santo tuvo que reformar la infinita Creación para poneros de nuevo en la libertad de la vida.

16. Ahora, que os encontráis en la relación sumamente amorosa hijos––Padre santo y sois libres y llenos de Gracia y de Vida desde lo Alto, ¿cómo es posible que de una manera tan ciega, sin son, mediante una ley tenebrosa podáis exiliar a los hijos del mismo Padre santo a diversas regiones –– mediante una ley que no los aviva ni les favorece, sino que los mata tanto físicamente como también espiritualmente?

17. Por eso, ¡soltadles las ataduras de la ley muerta de sus pies martirizados, pues, estas ataduras ya están más que oxidadas! ¡Permitidles que cultiven la tierra de su manera ––todavía evitando las profundidades oscuras–– y vivirán, alabarán a Dios y os reconocerán como sus honrados padres e hijos poderosos del Señor! Amén».


Capítulo 86. Los pensamientos de los patriarcas sobre la plática de Asmahael

1. Después de estas palabras de Asmahael hubo un gran silencio entre los padres; e incluso Enoc estaba ensimismado, haciendo en un balance sobre el Amor y preguntándose si cabe dentro de lo posible que uno pudiera equivocarse con el Amor.

2. «Porque», dijo para sus adentros, «Asmahael tiene toda razón con todo lo que dijo...

Pero el Amor cautivante ––el Amor poderoso que atrae al corazón con un poder dulce e invencible hacia lo Alto hacia el eterno Padre santo, de una manera que uno que está totalmente penetrado de él no puede ni quiere ya deshacerse de él––, ¿qué, si este Amor todopoderoso ––y no me atrevo ni pensarlo–– fuera una eterna ley en el Señor mismo, conforme a la cual y a base de la cual Él crea todo, ordena y mantiene todo?

3. No obstante, Asmahael dijo con toda claridad que precisamente el Amor es idéntico a la máxima libertad, tanto en Dios como en todos sus hijos...

4. Cierto es que toda clase de vida requiere un grado de libertad que a ella corresponde y que siempre la guarda el paso. De modo que donde reina el sumo Amor, allí también están la Vida más perfecta y la libertad total.

5. Pero al ser así, ¿cómo, entonces, hay que entender lo del establecimiento del Orden, conforme al cual cada ser tiene que mantener la forma que le está impuesta y a la que no puede modificar según su libre criterio?

Eternamente cierto es que el Creador, nuestro santo Dios y Padre, lo arregló de esta manera... Pero aquello que en los seres e hijos condiciona su forma inalterable, ¿acaso esto no debería ser una ley que Él ha proyectado afuera de Sí –– una ley con la que Él mismo tiene que cumplir hasta en su elemento más ínfimo, y eso hasta cuando ante su infinito Amor los seres deben seguir siendo tales como Él los proyectó conforme su eterno Orden?...

6. ¡He aquí una ley! ¿Quién podría negarlo y, además, afirmar rotundamente que ahí no reina sino una libertad incondicional?

7. Oh Asmahael, oh Asmahael, ¿quién podrá asimilar tu plática y subsistir?

8. Oh padres, ¡pobres de vosotros que me habéis elegido de instructor!

Mientras podía amar, todavía podía hablar por la Gracia inconcebible del Señor; pero ahora la plática de Asmahael me señaló con demasiada claridad que nunca comprendí mis palabras que me insuflaba el eterno Amor para mí y los padres.

El Amor, tan dulce y libre que es, se ha vuelto un híbrido: pues, es la libertad ilimitada y al mismo tiempo es la ley más rígida de todas leyes que condiciona toda clase de la vida. En la libertad puedo amar y vivir, mientras que en la ley debo amar y morir la muerte eterna.

¿Cómo pueden ser compatibles ambas condiciones?

9. ¿Quién podría ahora venir y decirme de manera contundente que mi amor es o libertad o ley? Ante el hecho de que amo y vivo es libertad; pero como el amor me atrae y me complace indeciblemente es una ley eternamente juzgadora a causa de la cual yo ––el que debe amar a causa de la pasión irresistible por Dios en el corazón–– debo ser eternamente muerto...

10. Oh Padre santo, ve, aquí me encuentro en un dilema por la plática de Asmahael y ya no veo salida para mí... ¡si Tú no nos ayudas fortaleciéndonos, entonces mis padres y yo estaremos perdidos para siempre!

11. Sólo ahora me queda claro que el hombre de por sí no puede hacer nada. Si Tú, Padre santo, no le guiaras continuamente, ¡entonces dejaría de ser como si nunca hubiera existido! Oh querido Padre santo, ¡protéjanos de esta perdición en la que nos ha llevado la plática de Asmahael, incomprensible para todos nosotros!».

12. Cuando la gran perplejidad de Set sobre la plática de Asmahael se fue disminuyendo, se levantó y preguntó al padre Adán: «Querido padre, todo lo que Enoc nos había enseñado antes me había encendido una clara Luz en el camino hacia muchos errores.

Pero en el camino me quedé dormido en el espíritu. Tú me despertaste de un sueño irreal y tu bendición me hizo mucho bien.

Pero ahora, ¿qué será de nosotros?

13. ¡Asmahael pronunció palabras cuyo sentido el hombre natural nunca podrá percibir! Y uno que no lo ha percibido perfectamente es como una piedra; pues, en su interior está lleno de muerte y oscuridad.

14. ¡No me atrevo ni a preguntar a Enoc! Pero si a ti no te pasa lo mismo como a mí y tú ves alguna Luz en esta plática, entonces házmelo saber para que el Cielo y la Tierra no perezcan por mi ignorancia antes de que hayamos vuelto a nuestra patria».

15. Perplejo, Adán miró a Set y no sabía el qué contestar a su hijo para quedar bien ante él. Por eso, tras reflexionar sobre el asunto, de momento sólo encontró la evasiva de indicarle que valía más dejarlo para una ocasión más adecuada, porque de momento tenía que dar vueltas a otras cosas.

16. A eso Enós tiró a Jared de la manga y, sin levantarse ninguno de los dos, le susurró al oído: «Oye, Jared, que siempre fuiste un instructor sabio de tu hijo y le enseñaste amar a Dios en el corazón... le enseñaste que el amor a Dios es un amor que vale tanto como el amor a otro ser humano... un amor que es aún más ardoroso que aquel de un hombre a su mujer y a sus hijos... Él ve el dilema en que nos encontramos todos nosotros... ¿por qué, entonces, nos deja en nuestro atasco?

17. Tengo la impresión de que Asmahael le ha desalentado del todo... A ver si le dices que no nos deje en nuestro atasco –– ahora que nosotros, sus padres, necesitamos más que nunca que él nos saque de este dilema mediante su boca bendita».

18. Pero Jared se rascó la oreja y después de un rato le respondió: «Mira, padre Enós, cuando me pica el Sol, entonces abandono el lugar y me busco un lugar con sombra. Y aunque el rayo poderoso quemase un hueco en el suelo, te digo que esto me dejaría indiferente; pues, ¡encontré una buena sombra! ¡Pero no estaría en mi sano juicio si la abandonara antes de que se haya puesto el Sol!

19. ¡Que ellos discurran cómo salir de su dilema! Y si les parece que el Sol pica demasiado, ¡que extiendan un toldo por encima de todo el firmamento! Pues, el instructor ya podrá arreglárselas con el alumno –– si es un verdadero instructor...

20. Aunque el alumno hable alguna vez algo que el corazón del instructor no asimila, sería bastante torpe si por eso se convirtiera en alumno a aquel cuya sabiduría íntima sobrepasa tanto a la de todos los padres que estos no saben replicarle ni una sola palabra.

Por eso me mantengo en mi sombra y me conformo con las chispas de luz que me llegan por el follaje... Pero aquel que tiene la pretensión, ¡que clave los ojos en el semblante del Sol! Si luego queda ciego del todo, es cosa suya...

21. Ves, padre Enós, por eso yo no quiero lo mismo que tú quieres... porque mis ojos me importan más que toda comprensión de cosas que, en realidad, nunca se podrá asimilar completamente».

22. También Malaleel y Cainán mantuvieron una conversación en voz baja: «Qué te parece, Cainán, ¿volveremos aún hoy a nuestra patria? Los hijos de la tarde se encuentran desplomados el suelo como si fueran unas piedras.

23. Y después de la plática de Asmahael, en realidad, nosotros no nos encontramos en condiciones mejores. Como me parece, incluso nuestro querido Enoc se encuentra en un dilema».

24. «Si tú sabes algo mejor, Malaleel, ¡entonces habla! Y si no sabes nada, entonces haz lo mismo como yo, que tampoco sé nada. Pero cierto es que Asmahael sabe más que tú y yo juntos.

¿Para qué sirve predicar a los sordos y mostrar a los ciegos? Conoces el sueño extraordinario tuve, porque os lo conté concienzudamente, tal como lo había soñado. Pero finalmente, Set y todos los demás no sabían decirme más de lo que yo mismo me podía explicar: ¡nada!

Por eso me digo que antes no sabía nada, ahora no sé nada, y también en adelante no sabré nada... pero ve, ¡me conformo con ello!».

25. Pensativo, Malaleel le respondió: «Si tú como orador experimentado dices esto de ti, y eso ante el hecho de que tu lenguaje ya está muy parecido a aquel de Asmahael, ¿qué voy a decir yo que tengo una lengua bastante torpe?

Pero ante el silencio actual mi indiferencia ya empieza a perderse, porque si no viene pronto una solución desde lo Alto, te digo, padre, que aquí en la región de la tarde aún experimentaremos la tarde e igual también la medianoche, de la cual, por lo menos en el sentido espiritual, nos debemos encontrar muy cerca...».

26. «Dejémoslo estar así», le respondió Cainán, «Y si realmente nos tocara pasar la noche aquí, por eso no se hundiría el mundo. El Señor sabe más que nadie por qué ha preparado un día de descanso para nuestras lenguas tan locuaces. Siempre me digo que vale más actuar en vez de hablar o enseñar todo el tiempo.

Bueno... siempre me ha gustado mucho oír buenas pláticas y enseñanzas, ¡pero en este viaje ya las hubo en demasía, de modo que no hay manera de digerirlo! Y precisamente la plática de Asmahael es un pedrusco que requerirá mucho tiempo de preparación para su digestión.

¡Por eso dejémoslo estar así y callémonos! Amén».


Capítulo 87. Eva reprime a Set

1. Set observó que también los hijos, en secreto, intercambiaron algunas palabras, y dijo para sus adentros: «Se ve que a todos ellos les ha entrado la duda, y no saben a qué atenerse.

¡Con qué gusto os ayudaría si me estuviera consentida la facultad! –– ¡Cosa más extraña que Enoc se calla tanto tiempo ante esta situación!

2. También la pobre madre Eva estará sufriendo íntimamente, y tal vez en su corazón, en secreto, estará derramando lágrimas a causa de la necedad de todos nosotros.

3. ¿Qué si me dirigiera a ella, con disimulo, simplemente preguntándole qué tal se encuentra?

4. ¿Quién sabe si ella ––que es un modelo de la tolerancia más discreta–– conserva en su corazón una chispa clara que, si llegara a entrar en nuestra tenebrosidad, nos podría dar un servicio excelente?

5. Acometer hace vencer... porque tan despistados como ya andamos, no puede haber un fallo mayor... pues, nos encontramos en unas tinieblas, sudando, y no nos llega la menor gota de rocío refrescante ni desde el suelo de la Tierra ni tampoco desde el cielo abrasador que pudiera caer sobre nuestra alma que lo está ansiando».

6. En seguida, Set se dirigió a la madre Eva: «Querida madre, ¡parece que estás triste! Dime, ¿hay algo que preocupa tu alma?

7. Ve, la boca de Asmahael nos ha golpeado con una triple ceguera y, como ves, no podemos remediarlo. Cierto es que todo lo que el Señor tuerce, ya lo enderezará cuando le parece oportuno. Por eso, si te preocupa algo, apacigua tu corazón en su amor al Señor.

Pero si acaso te vislumbra alguna Luz en este caso que nos está oprimiendo a todos nosotros, entonces no la encierres demasiado profundamente en tu corazón, porque en una noche oscura también la chispa más pequeña agradece al ojo del andante errante que anhela la menor Luz.

8. Oh madre, soy yo, tu querido hijo Set que está hablando contigo... ¡Te ruego que abres tu corazón y me comuniques tu preocupación –– y si fuera posible, también nos indiques una chispa de Luz desde lo Alto!».

9. «Querido hijo que Dios me ha dado en el lugar de Abel», le respondió Eva en tono algo serio, «en la calma de mi ser siempre podrás reconocer que la madre introvertida de todos los hombres que viven en la Tierra no tiene mucho motivos para que su corazón diera saltos de alegría, sobre todo cuando tiene que ver que su hijo predilecto se le acerca más bien con un corazón astuto que con uno sincero...

10. Set, querido hijo mío, ¿por qué me preguntas cómo me encuentro, mientras que lo que te preocupaba sólo fue lo de la chispa de Luz?

11. ¿No será que te imaginas que una astucia ––aunque sea bien intencionada–– es una virtud de la sabiduría?

12. Oh Set, ¡ahí estás profundamente equivocado! Ve, precisamente la franqueza ––el corazón en la boca y la boca en el corazón–– es la base de toda sabiduría. Lo que deseas, ¡pídelo!, y lo que te repugna, ¡rehúyelo!, para que puedas amar a Dios con un corazón totalmente franco, tanto íntimamente como ante el mundo, y nunca se hará tarde ni medianoche en él.

13. A ti que te fue dada la sabiduría, ¿por qué no seguiste siempre el camino recto?

14. Palabras ostentosas y grandilocuentes siempre manifiestan la propia debilidad, porque uno quiere demostrar al otro su fuerza extraordinaria, mientras que aquel que anda el camino recto ya ve desde lejos que el presumido viene con rodeos. Por eso, querido Set, deja de hacer rodeos y anda el camino recto ante Dios y los hijos, y nunca sufrirás de una falta de Luz.

15. Sé consciente de que al describir un círculo, el punto más lejano del circuito a la vez es el más cercano al principio. ¡Pero cuida que no pierdas el tiempo, de lo contrario nunca volverías allí donde empezaste!

16. ¡Procura entender a tu madre que ya es una anciana, y mantén sosiego en el corazón y en Dios!».

17. Al oír estas palabras de Eva, Set se quedó con el alma en un hilo y dijo para sus adentros: «¡Cosa más extraña aquí en la región de la tarde! Cada palabra resulta en un error... toda compasión es inoportuna... cada pensamiento de buena naturaleza que en el corazón todavía se manifiesta claramente como tal, no vale más que el vuelo desordenado de una mariposa nocturna que revolotea alrededor de la llama luminosa hasta que esta finalmente ha quemado sus alas sensibles.

18. Mi voluntad es un querer inerte como él de un sueño –– una voluntad que sólo causa un efecto: que se debe querer únicamente aquello a lo que un poder ajeno inescrutable secretamente te obliga que quieras y obres de esta manera.

Mi amor a Dios me parece como si amara al agua y al aire. Oigo el susurro del viento, pero no percibo las menores caricias de él en mi cabello. Tengo hambre y sed, pero no me entra la comida ni la bebida. Tengo sueño, pero no puedo dormir; pues, mis miembros no admiten descanso cualquier. Rezo a Dios, pero al mismo tiempo mi corazón está echado al suelo, inmóvil, como una piedra. Miro hacia las alturas llenas de luz, pero las veo cubiertas de nubarrones pesados.

Dentro y fuera de mi, ¡todo me parece tan extraño! Tengo la sensación como si no existiera; y todo lo que miro sólo parece tener una existencia a medias, o da la impresión como si está a punto de perecer.

19. Oh Señor y Padre, ¡no nos sueltes de tus manos y vuelve a despertarnos! ¡No permitas que nos durmamos en medio del camino de la Vida, sino llévanos de aquí y levanta las diferencias insensatas que nosotros habíamos introducido entre las regiones! ¡Consta que tanto en la tarde natural como en la mañana pueden y deben habitar los mejores seres humanos!

20. Nosotros sumimos esta región en el fango, y más aun la de la medianoche. Ahora nosotros mismos hemos pisado esta región y todo el fango recae sobre nuestros propios hombros, casi ahogándonos. Oh Dios, Señor y Padre, ¡ya no somos capaces de nada! ¡Socórrenos a todos de esta gran aflicción, y no permitas que perezcamos a causa de nuestra gran insensatez! Amén».


Capítulo 88. Enoc explica la plática de Asmahael

1. Pero pronto después Enoc fue despertado de nuevo, con lo que ––llevado por Mí–– empezó a dirigir la siguiente plática milagrosa a todos los padres:

2. «Oíd, queridos padres... En su gran Misericordia, el Señor, Dios Jehová, nuestro Padre tan sumamente santo, ha considerado la gran aflicción de nuestros corazones humillados y, concediéndonos su gran Gracia, se ha mostrado indulgente para con nuestra insensatez en la que hemos permanecido obstinados durante unos trescientos años. Y ahora quiere levantarnos del fango de nuestra miseria. Pero antes hace falta que cada uno de nosotros destierre de su corazón cualquier noción insensata de una diferencia entre las regiones –– y después hará falta que actúe conforme a ello.

3. El Señor, Dios Jehová, nuestro Padre santo tan lleno de Amor, se ha complacido en despertar a Asmahael, para que a todos nosotros nos llame la atención sobre la insensatez de la ley si esta no está en relación íntima con el Orden divino.

Nosotros todos nos encontramos fuera del Orden, y de ahí viene que no pudimos asimilar nada de todo esto. Porque por un lado nos comprometimos con la necesidad férrea de la ley, de modo que nuestras palabras, nuestros pensamientos y nuestra voluntad resultaban muertos, y, por consiguiente, también cualquiera de nuestras actividades... y por otro lado siempre sentíamos en el corazón el fuerte deseo de la verdadera libertad de la vida, sin la cual la vida no sería vida.

4. Éramos una cosa híbrida; pues, éramos muertos y vivos a la vez... Por un lado nos encontramos increíblemente cerca de la Verdad, pero por otro, a la vez, increíblemente lejos; porque la ley y la libertad formaban un abismo infranqueable para el entendimiento de nuestro corazón –– un abismo el cual no podíamos franquear a partir de la ley para llegar a la libertad, ni a partir de la libertad para llegar a la ley, con lo que por la experiencia de nuestro propio apuro estuvimos obligados a estimar a Dios o sea atado a su propia ley o sea a verle derritiéndose en la libertad más absoluta...

Por eso: o lo uno o lo otro, ¡estabamos muertos!

5. Yo mismo, en mi interior, me encontré en este dilema; pues, a pesar de todo desvelo de mi corazón, de ninguna manera podía meter y unir agua y fuego en el mismo recipiente.

Y me pensaba: “La ley del Orden debe ser una ley con la cual Dios tendrá que cumplir hasta cuando quiera tener y ver seres estables alrededor de Él. Pero cualquiera que tenga que cumplir con leyes, ¿cómo va a ser libre?”.

6. Luego me decía: “Pero, ¿quién sería capaz a obligar a Dios para lo que fuera? Porque si Él hace algo, entonces actúa conforme a su libre Voluntad sumamente santa... y, también conforme a su Voluntad, puede aniquilar cualquiera de sus Obras instantáneamente”.

7. Pero cuando me pregunté: “¿Cómo puede ser que aun así todo se mantiene?”,

8. entonces el Amor se hizo oír y dijo: “Soy yo quien es la base de todo continuo mantenimiento”, y no dijo nada más...

9. Entonces pensé: “Si tú, el Amor, eres la base de todo mantenimiento, entonces tú mismo tienes que ser una ley eterna para ti mismo... ¿Dónde figura pues la libertad?”.

10. El padre Adán estaba pensando igual que yo.

El padre Set no pensó de esta manera, sino sintió en su pecho el vacío del abismo infranqueable... Él buscó y encontró, pero falto de herramientas adecuadas no consiguió construir un puente encima del abismo tan profundo.

También los demás padres reflexionaron entre ellos, con cierta tibieza, pero no llegaron a más que a mantenerse pacientemente a la expectativa del desarrollo de las cosas; pues, achacaron la culpa silenciosamente a lo uno o lo otro, pero aun así en el corazón despistado no quiso presentarse Luz o calor alguno.

11. La madre Eva dio al padre Set una gran Luz, pero en la noche los rayos intensos deslumbran al ojo débil tanto más; de modo que la empresa de cada uno le acarreó una ceguera tres veces mayor que antes.

12. Sin embargo, no hay instructor mejor que los apuros mismos... En nuestro apuro todos nos dirigimos al Padre santo tan lleno de Amor; y Él, considerado los apuros en que se encontraban los hijos, en su gran Gracia se acercó a ellos. Nosotros somos los hijos; y Él está entre nosotros y nos enseña, Él mismo.

13. Las palabras del Señor son un llamamiento lleno de Amor y de Sabiduría; y así nos habla:

14. “Oíd, hijos de mi Amor, y comprended bien en vuestro corazón: Yo soy un Dios uno y eterno, Creador de todas las cosas que surgieron de Mí mismo, y soy el Padre de mi Amor y de todos aquellos que de él surgieron.

15. Yo soy eternamente libre e independiente, y mi Amor es la Bienaventuranza que me da mi propia libertad eterna.

16. Las criaturas no son una necesidad, sino son manifestaciones ––precisamente para ellas mismas–– de mi sumo Poder totalmente libre y de las sumas bienaventuranzas que de ello resultan.

¿Qué podría obligarme a actuar de diferente manera?

17. Lo que vosotros llamáis ‘ley’, para mí es la libertad total en toda la Bienaventuranza de mi Amor; pero lo que llamáis ‘libertad’, sólo es mi Poder libre. Por eso, vivid para el amor y para el eterno Amor que mora en Mí, y viviréis verdaderamente libres.

Sólo la libertad de la vida os enseñará perfectamente que la ley del Amor en sí es la propia libertad más perfecta... y os enseñará que la ley y la libertad parecen a un círculo que en todas partes se encuentra a sí mismo y que resulta libre a causa de su eterno orden y su perfección infinita.

18. Por eso, ¡amad! Entonces la ley os será sometida y seréis perfectamente libres como Yo, vuestro Padre. Amén”».


Capítulo 89. Obras de la sabiduría y obras del amor

1. En seguida Adán se levantó, juntó las manos, dirigió la vista hacia el cielo y el corazón hacia Mí y, con suma devoción, exclamó: «Oh Padre, gran y santo Padre... oh, eterno Amor, ¿cómo podré darte las gracias?

2. Nosotros no existíamos... ¡Pero Tú nos creaste para que gozásemos de nuestra existencia sumamente bienaventurada en el ámbito de tu Amor, tu Misericordia y tu Gracia infinitos! Nos creaste de tal manera que nosotros, nada más encarnarnos, ya somos capaces de cualquier disfrute, igual que Tú. Pues, podemos oír, ver, oler, saborear, sentir, hasta amar con gran fuerza –– a Ti sobre todo y a nuestros hijos como a nuestra propia vida.

3. Podemos andar, estar de pie, estar sentados o acostados, podemos estirar e inclinar los miembros de mil maneras, y girar la cabeza y los ojos como queremos. Y has bendecido nuestra lengua para que sostenga un lenguaje vivo del amor para nuestra comprensión mutua.

¿Quién podría serte agradecido convenientemente por tus grandes Obras de amor para nosotros que somos unos beneficiarios infinitamente pequeños?

4. Oh, por nuestros propios esfuerzos mismos, ¡nada seríamos! Pero el hecho de ser algo, lo merecemos únicamente a tus Obras de Amor; pues, tu Amor es nuestra vida y tu Gracia es todo nuestro saber...

5. Oh Padre santo tan sumamente bueno, nuestro corazón humillado está ahora lleno de amor infantil para contigo, ¡míralo con indulgencia y acéptalo, pues, es la única y mejor forma en que podemos demostrarte nuestra gratitud! Porque nuestra lengua, si quiere producir algo digno de Ti, depende demasiado de tu Bendición... Y si luego produce algo, entonces ya no es algo nuestro, sino únicamente Obra tuya.

¡De todos modos tus Palabras y tus Obras mismas son eternamente la mayor alabanza –– de por ellas mismas o vía nuestra lengua!

6. De modo que no tenemos nada que Tú, desde siempre, nos dejaras totalmente a nuestro criterio –– con excepción del amor y del pecado...

7. Oh Padre, si no tuviera tu Amor, ¿qué podría yo tener sino el pecado y la muerte? –– ¿Acaso también en el pecado y en la muerte te podría alabar?

8. Por eso me diste el Amor: para que no sólo el pecado y la muerte sean mi obra, sino que también el amor y las obras vivas... para que estas en el ámbito del amor sean puramente mías, y en el ámbito de tu Gracia y Misericordia sean puramente Tuyas...

9. Oh Padre santo, cuando no tenía más que la sabiduría, no pude obrar sino el pecado, ¡con lo que tenía que alabarte desde el ámbito de mis pecados!

En aquellos tiempos aceptaste mi alabanza impura como si hubiera sido pura... como si hubiera resultado de tu Amor y por consiguiente también de mi amor –– a pesar de que no fue otra cosa que una obra impura del pecado...

10. Yo separé a los hijos conforme al juicio aparentemente justo de mi sabiduría que Tú me habías insuflado. Y, como yo era de la opinión de que mi sabiduría era una propiedad mía, mi obra tenía que resultar en un pecado; de modo que te alabé en mi pecado, lo que finalmente habría resultado en mi perdición.

Pero ahora me diste el Amor sin dar más sabiduría, para que no tenga más sabiduría de lo que el amor puede abarcar, porque una demasía de sabiduría dispersa en vez de recoger. Pero como en la dispersión sólo mora la muerte, mientras que en la colección mora la vida, ¡permíteme que ahora vuelva a recoger con todo amor a todos los que dispersé a causa de la sabiduría mal aplicada!

11. Te doy las gracias, Padre santo, que nos hayas dado a Enoc y al forastero para que en el ámbito de nuestra sabiduría nos pongan una venda en los ojos, porque sólo en las tinieblas que llevan a la meditación nos volvimos aptos para acoger el fuego del Amor procedente de Ti; pues, únicamente en este fuego mora la Vida en toda concentración... tanto como en la sabiduría mora la muerte por el pecado a causa de la dispersión.

Ahora, ¡haz que este fuego se vuelva un gran incendio en nuestro interior, para que devore toda nuestra insensatez y para que se trague todas nuestras obras malvadas!

12. ¡Haz que todos volvamos a encontrarnos en tu Amor y Misericordia, y que nos unamos en tu Misericordia y Gracia, y permite que el día de mañana, tu sagrado sábado, celebremos una nueva festividad del Amor en la cual esperamos ofrecerte un servicio de gratitud más de tu agrado que en aquellos tiempos en toda nuestra sabiduría imaginaria y nuestra justicia injusta!

13. Oh Padre santo sumamente bueno, permite que esta invitación sea el primer paso que a todos nosotros vuelve a llevarnos hacia Ti, ¡ahora y eternamente! Amén.

14. Y vosotros, Enoc, Asmahael, Set, y Cainán, dirigíos a los hijos de esta región y despertadlos en el verdadero Amor y en la verdadera liberación; e invitadlos para que mañana vengan para acoger la Vida. Haced con ellos lo que el amor os mande; pero todo lo que hagáis, hacedlo en el nombre de Jehová –– ahora y siempre. Amén».


Capítulo 90. El poder redentor del amor

1. Acto seguido los nombrados se levantaron y se dirigieron a los hijos de la tarde que todos todavía se encontraban con las caras en el suelo, y les comunicaron el mandamiento amoroso de Adán –– un mandamiento de la libertad, o sea, uno que libera lo que está preso, porque es un mandamiento del Amor.

2. Nada más cumplir con su encargo, y los hijos me alabaron porque Yo había ablandecido el corazón de Adán.

Consta que sin este ablandamiento nunca ya habrían hecho caso a Adán, con lo que evidentemente habrían caído en la perdición por la opresión que les causaba la tarde.

3. Enoc, al enterarse del ánimo agradecido de sus corazones verdaderamente devotos en favor de Mí como también de los patriarcas, enseguida se ensimismó en el espíritu de mi Amor y, inspirado por Mí, dirigió las siguientes palabras a los hijos de la tarde ya despiertos:

4. «Queridos hermanos y hermanas en Dios ––que es un Soberano poderoso sobre todas las cosas y nuestro Padre santo lleno de Bondad y de Amor–– y también en Adán que es un sublime primogénito creado por el eterno Amor todopoderoso de Dios y que también es el padre físico de todos nosotros, oídme:

5. El mandamiento que con lazos férreos os mantuvo separado en la región de la tarde ––que carece de luz y de amor–– ahora está anulado como si nunca hubiera existido. El gran calor del eterno Amor de Dios ha hecho que estos lazos se derritiesen como en las altas montañas el calor del pleno verano derrite el hielo; y os ha dado otro mandamiento: la ley de que seáis completamente libres como yo y todos los padres... libres en el amor vivo para con Dios que es el sumo Amor más puro, eternamente.

6. Si a Él le amáis más que a vosotros mismos, a vuestros ancianos e hijos, y más que a todo lo que porta y ofrece el mundo, sólo entonces en vuestro interior os quedará claro qué significa estar libres en el amor a Dios...

7. Entonces Dios os despertará.

Tan llenos de miedo y de aflicción como hasta ahora estuvisteis bajo la opresión de la ley de la sabiduría... y tan llenos de alegría que ahora sois por la libertad, porque por orden de Adán os despertamos del letargo de vuestro respeto ciego... ¡Pero aún incalculablemente más gritos de júbilo daréis cuando Dios mismo, a todos juntos, a causa de vuestro gran amor para con Él os despertará en el espíritu para la Vida eterna del alma y del espíritu, y para toda contemplación de la suma Verdad!

8. Os digo: el que empiece aún hoy, ¡mañana ya podrá alegrarse de un corazón altamente bendecido! Pero ante aquel que vacila en el amor y que emplea más bien su intelecto, también Dios vacilará... y en vez de su Bendición le dará pedruscos a morder que más fácilmente acabarán con sus dientes que estos con una piedra filosofal imposible a desmenuzar con los dientes.

9. Que cada uno se pregunte a sí mismo qué puede resultar más fácil: amar a Dios como Padre santo lleno de Amor, o reconocer a Dios, tal como es desde la eternidad –– en el Espíritu infinito de su eterno Poder, Fuerza, Magnificencia, Sabiduría, Santidad, Orden y Amor...

10. Si obligas a tu hermano a que te descubra los secretos de su corazón, ve, entonces este te ocultará su corazón y no te llevarás sino un reproche que te avisa que refrenes tu curiosidad inoportuna... De modo que no te preocupes por los secretos del corazón de tu hermano sino por su amor: si te ama tanto como tú le amas.

Pero si no te preocupas por lo que es propiedad de él sino le amas diez veces más que a ti mismo, ve, en cuanto se entere de este detalle, abrirá su corazón ante ti y te informará sobre todo aquello que te puede servir o alegrar –– todo detalles que de él harán un hermano para ti, lleno de confianza.

11. Ved, queridos hermanos, lo mismo pasa también cuando se trata del Señor: ¿Quién podría alguna vez obligar a Dios a que Él se le muestre y descubra? –– Y aunque lo hiciera, ¿quién podría soportarlo sin perder la vida? Pero si amáis a Dios sobre todo, Él os introducirá en toda sabiduría y la mayor comprensión, de eternidad a eternidad, más y más, conforme a la facultad y las dimensiones del amor que vosotros le abrigáis en vuestro corazón.

12. Oh, queridos hermanos, por eso no hagáis investigaciones ni cuidéis de vuestro intelecto, sino amad con todas vuestras fuerzas a Dios nuestro Padre santo tan lleno de Amor... y en un solo momento vais a recibir más de lo que vuestro intelecto con su mayor agudeza no podrá desvelar ni malamente en milenios.

13. El amor es la raíz de toda sabiduría; por eso, si queréis volveros verdaderamente sabios, ¡entonces amad!...

Pero cuando amáis, ¡amad por la causa del amor y nunca por la sabiduría, y seréis verdaderamente sabios!

14. Ahora estáis libres, ya aquí en la tarde. Pero únicamente el amor os hará perfectamente libre en el corazón. Por eso venid mañana... ¡Venid en el amor para participar en la nueva celebración del sábado y venid en la libertad del verdadero amor a Dios! Amén».


Capítulo 91. Set reconoce al forastero Asmahael

1. Después de su plática Enoc hizo reverencia ante sus acompañantes y saludó una vez más a los hijos de la tarde; y Set, Cainán y Asmahael pronunciaron aún un amén.

Acto seguido también Set dirigió aún alguna palabra a los hijos de la tarde:

2. «Hijos, os acordaréis muy bien que fui yo quien hace trescientos años os comunicó el mandamiento de Adán. Os entristecisteis por ello y en vuestra tristeza no encontrasteis alivio alguno, con lo que tuvisteis que entregaros a vuestro letargo –– el único “amigo” que os aliviaba un poco la existencia.

3. El mandamiento os oprimía y aguantabais esta opresión en el letargo largo de vuestro corazón. Pero ahora volví a vosotros en el medio de otros a los que Dios ha despertado en el espíritu para que pudiesen recibir su mayor Gracia ––el Amor en toda plenitud–– para que puedan pronunciar su santa Palabra viva, llena de Fuerza y Poder.

No fue Adán ni yo quien os ha liberado, sino únicamente la Palabra santa del gran Dios, pronunciada por la boca de Enoc y de Asmahael al que Dios de manera milagrosa mandó a nosotros desde las profundidades donde, como habéis oído, reina la crueldad más condenable.

No obstante, para mí consta que Asmahael proviene de las Alturas, porque alguien que viniera realmente de las profundidades nunca podría pronunciar pláticas como las pronuncia él.

4. Pues, seguro que en las profundidades no hay sabiduría y menos aún amor...

5. Pero él nos explicó la ley, demostrándonos nuestra gran insensatez ante Dios, como si él mismo fuera un señor le la ley... pues, vino a nosotros para aprender la sabiduría, ¡pero aun así en menos de una hora ya nos desbarató a todos de una manera que incluso Enoc se quedó en un gran aprieto!

6. Vosotros mismos oísteis las palabras de Asmahael o, por lo menos, su voz poderosa. Decidme, ¿acaso alguien procedente de las profundidades podría hablar con semejante voz? Oh, ¡desde que la Tierra porta un género humano, nunca se ha podido oír semejante plática por la boca de un ser humano!

7. Yo ahora no os hablo simplemente por tener ganas para ello, sino para llamaros la atención a vuestra libertad en el amor de Dios, porque es una sensación muy poderosa que está activando mi lengua... Os digo que este aparente forastero que está sentado sobre su animal, que según su comportamiento parece apocado pero cuya voz es tanto más enérgica, en otra ocasión venidera aún se dejará portar por otro animal...

Y habrá un pueblo en la Tierra que en toda contrición del corazón gritará: “¡Hosanna Dios en las Alturas, alabado sea Aquel que viene en el nombre del Señor, sentado sobre una burra, sobre un animal de carga!”.

8. Hijos, y también vosotros, Enoc y Cainán: si podéis contradecirme, ¡hacedlo! Pero si os estimula la misma sensación, ¡entonces valdrá la pena dirigir al forastero el ojo más atento y un corazón más humilde! Porque uno que habla de una manera tan sorprendente de Dios, debe proceder de las Alturas más altas de Dios, a no ser que sea –– –– ––

9. Bueno, ¡no puedo ni debo explicarme más!

10. En verdad, en verdad... La Salvación se nos ha acercado en toda plenitud de la Vida –– más de lo que nos lo podríamos figurar...

11. Aquel que tenga fe y que quiera, ¡que se dirija a Asmahael! Mi sentimiento me lo dice: Quien no se vuelve libre por Él ––de una manera como todos nosotros tras un corto combate contra nuestra propia ceguera nos volvimos libres–– este nunca llegará a la libertad...

12. Oh Asmahael, distinguido forastero sublime que estás sentado tan valientemente sobre este animal y que en toda Bondad y Humildad nos escuchas a nosotros ––unos gusanos en el polvo–– como si ibas a aprender algo de nosotros, mientras que cada palabra algo mejor de nuestra boca ya hace tiempos que había crecido dentro de Ti, en máxima pureza, antes de haber llegado a nuestras lenguas que la ha impurificado, ¡libéranos y haznos eternamente vivos en Ti!

13. Oh, ¡no nos abandones y sé siempre nuestro Guía y verdadero Liberador de nuestros corazones! Amén».

14. Nada más Set terminar su plática, Asmahael se dirigió en el medio de los tres y les dijo:

15. «Oídme, Set, Cainán y también tú, mi querido Enoc... Lo que tú sentiste, Set, y lo que derramaste ante Cainán y Enoc, tanto como también ante los hijos de la tarde que aún no lo asimilaron, de todo ello aún debéis guardar el silencio ante Adán y los demás padres; porque ellos aún no deben saber Quién mora en la persona de Asmahael.

16. Por eso, si queréis que Yo continúe acompañándoos, os tendréis que callar. También tendréis que tratarme de “forastero de las profundidades” al que Adán nombró “Asmahael”, sin tener la menor idea de que se trata de Jehová mismo que, sin ser reconocido, se juntó con vosotros en aquella región a la que llamáis de “mañana”... para que en los caminos que sólo me están conocidos a Mí, Yo mismo os pueda guiar hacia el Amor y la Vida eterna.

17. Si Yo lo hubiera querido, hace rato que Enoc ya me habría reconocido, y nunca Set se habría adelantado a él. Pero uno como Set que tenia que sostener una prueba muy conflictiva... uno que en su corazón preocupado teme que Yo le sea un extraño o que le haya abandonado... en verdad, os digo que de este me encuentro muy cerca, como también a todos aquellos que me aman como Enoc me ama.

18. Yo soy –– –– –– como Set lo nombró, ¡pero ahora debéis callaros de Mí! En secreto, por supuesto, podéis venir a Mí y os daré mi máxima Bendición. Y si sabéis refrenar la avidez de la lengua, podré quedar mucho tiempo entre vosotros como guía visible; pero en el momento en que me descubráis con la menor palabra, me veré obligado a abandonaros instantáneamente. Amén... esto os dice Asmahael, ¡amén!».


Capítulo 92. El testimonio de Asmahael

1. Cuando habían recibido semejante testimonio que dio Asmahael sobre sí mismo, a los tres entró un considerable miedo, porque no sabían cómo actuar.

Si se echaran ante Él al suelo, le denunciarían, porque seguro que los demás padres se darían cuenta de ello.

2. De modo que entre ellos pensaron: «Si hacemos caso a este testimonio, entonces estaremos comprometidos ante Adán y los demás, porque nuestro profundo respeto y sumo amor a Asmahael harán que sospechen que debe haber algo de muy extraordinario detrás de él.

Y si no creyésemos en este testimonio, ¿qué, entonces, seríamos ante el semblante de Asmahael? –– ¡No seríamos sino unos mentirosos y estafadores evidentes de nuestros padres, hermanos e hijos! Y si aun así quisiéramos permanecer en la Verdad, ¡ya no podríamos pronunciar ni una sola palabra! Porque si habláramos una sola palabra sobre Dios que se encuentra entre nosotros ––pero al que negamos falta de fe en nuestro corazón–– entonces seguiríamos siendo unos estafadores y mentirosos, porque a los demás queremos hacer creer algo de lo que nuestros propios ojos no ven ni el menor rastro.

3. Si nos comportamos de manera normal como si Asmahael fuera un alumno de Enoc, ¡cómo quedaremos! Porque por un lado siempre tendremos que reprochar y decirnos:

4. “El Señor, nuestro gran Dios, es nuestro alumno...

Pero ¿qué va a aprender Él de nosotros, que no somos sino unos gusanos en el polvo, ante el hecho de que cada palabra algo más sutil de nuestra boca nos tiene que venir de Él, antes de que seamos capaces de pronunciarla?”.

Por otro lado, si aun así actuásemos de esta manera bajo pretexto de discreción, entonces nuestros padres, hermanos e hijos quedarían estafados de manera triple:

5. ... Primero por cada una de nuestras palabras, porque inevitablemente tendremos que actuar diferentemente de lo que pensamos en el corazón;

... segundo, porque por las apariencias ante ellos tendremos que predicar y rezar a un otro Dios que no existe ni se encuentra en parte alguna y ––para quedar bien con ellos–– aún tendremos que animarlos para hacer lo mismo, pero negándoles el verdadero Dios vivo que se encuentra entre nosotros;

... y tercero, porque a través un amor equivocado a un Dios que no existe en ninguna parte tampoco podrán recibir nada de todo lo prometido, porque la recepción de las dádivas espirituales siempre depende del amor en el espíritu y en la Verdad.

6. ¿No serían nuestras promesas como si en una noche totalmente oscura dijéramos a alguien: “Oye, hermano, si tienes hambre, entonces sólo tienes que avanzar cien pasos y darás con una higuera llena de frutos con los que podrás saciarte sobremanera”, perfectamente sabiendo que allí nunca hubo ni habrá higuera alguna, porque en el lugar indicado no hay sino un abismo inconmensurable? –– ¡Y eso ocultando la verdadera higuera con su indecible abundancia de frutos detrás de nuestras espaldas!».

7. Tras pensamientos como estos empezaron a quedarse callados, tanto interior como exteriormente, porque ya no sabían a qué atenerse.

8. A esto Asmahael les dijo a los tres: «¿Cómo es que tengáis dudas en vuestro corazón?, ¿acaso puede ser injusto actuar conforme a mi Voluntad?

¿Cómo podéis pensar que Yo os haya mandado hacer algo así? Si tenéis dudas, ¿por qué preguntáis a vuestro corazón y no a Mí que estoy entre vosotros?

¿Acaso os imagináis que únicamente puede ser el correcto aquel camino al que vuestro ojo torpe reconoce como tal?

9. Vosotros mismos decís que mis caminos son insondables y mi parecer es inescrutable; ¿por qué, entonces, podéis todavía tener dudas y cavilar semejantes estupideces en vuestro corazón?

10. O, ¿acaso puede ser vuestro amor para con vuestros padres, hermanos e hijos mayor que el Mío –– el que hizo todas las cosas y a vosotros mismos para la eterna perfección de la Vida que mora en Mí y surge de Mí?

11. Si creéis que soy Yo, vuestro Creador y Padre santo, Quien os habla desde la envoltura de Asmahael, ¿cómo es posible que aún os preguntéis si será bien o mal hecho, si hacéis lo que ahora os aconsejo?

12. ¿Acaso no soy más que Adán, al que hice Yo, y a todos sus hijos a los que he despertado tras él?

13. Por tanto, no os preocupéis sino seguid mi consejo insondable, ¡y haréis bien! Porque vuestras pláticas surgirán de Mí, y vuestra enseñanza dirigida a Asmahael será una instrucción para vosotros y vuestros hijos... y vuestros padres se deleitarán en ella.

14. ¡Pero ahora aún tengo que cumplir con la voluntad de Adán! Amén».


Capítulo 93. La curiosidad de Adán

1. Después de las palabras que reprendían a los tres, Asmahael señaló a Set que llame a los hijos de la tarde, sobre todo a los ancianos, para que también ellos conforme a la voluntad de Adán puedan recibir alguna palabra de él acerca de la liberación.

2. Nada más oírlo, Set se fue con la rapidez del viento y, con gran vivacidad, los informó sobre la empresa bendita de Asmahael, advirtiéndoles que presten toda atención porque aquel que estaba sentado sobre el animal iba a dirigirles palabras que nunca habían oído antes... Y continuó:

3. «Porque Él es –– –– –– oíd, hijos, es –– –– –– pues, su Amor y Sabiduría sobrepasan en mucho a los nuestros, y cada Palabra de Él es mayor que todo el –– –– –– es decir, que es mayor que todas palabras nuestras...».

4. En seguida los ancianos se acercaron a Asmahael, llenos de esperanza y de atención, esperando su plática.

5. Pero cuando Adán y los hijos de su linaje directo ––que se habían quedado a unos cien pasos detrás de las espaldas de los cuatro–– se dieron cuenta de que allí se estaba preparando algo de extraordinario, Adán dijo:

6. «¿Qué si también nosotros fuéramos allí para enterarnos mejor de lo que Asmahael va a producir por esta vez? Pues, aunque no habíamos comprendido el sentido intrínseco de su última plática, consta que estaba llena de sabiduría.

7. Realmente, es sorprendente lo mucho que este joven ha logrado en el poco tiempo que está con nosotros, tan sólo oyendo nuestras palabras llenas de amor y de sabiduría. ¡Y lo que aún podrá lograr si queda más tiempo alrededor de Enoc y de nosotros, y más aún cuando participará en la festividad sagrada de sábado de Jehová!

8. Pues, ¡vayamos allí!».

9. Cuando los hijos de la tarde se dieron cuenta de que también el patriarca y Eva se estaban acercando, enseguida les hicieron sitio para que tanto más fácilmente pudiesen acercarse a los cuatro.

10. Cuando Adán se encontró en el medio de los suyos, en seguida preguntó por lo que iba a pasar, y si Asmahael ya había hablado algo.

11. Set le saludó y le dijo: «Querido padre, a los hijos aún no les ha dicho nada; sólo había hablado algo a nosotros. Ahora mismo, para cumplir con tu voluntad, va a dirigir algunas palabras a los hijos. Dado que tenía que adelantarse con nosotros tres, también tenía que cumplir con tu voluntad. ¿Acaso no es así, querido padre?».

12. Pero Adán, llevado por curiosidad piadosa, no podía menos de preguntar a Set, de qué Asmahael les había hablado antes.

13. Esta pregunta puso al pobre Set en un gran aprieto, con lo que dijo para sus adentros: «Si se lo digo, me vuelvo un traidor; si le digo algo distinto, me vuelvo un mentiroso; y si no digo nada, me vuelvo un hijo desobediente que se enfrenta a su padre.

14. De momento voy a darle largas porque el tiempo es muy valioso, pues, no hay que demorar la siguiente plática de Asmahael a los hijos que sin duda alguna será insuperable».

15. Así se explicó Set a Adán, en toda dulzura, pero este no quería conformarse y le contestó:

16. «Oye, mi querido Set, me doy cuenta de que quieres ocultarme algo, ¡porque en tu corazón se manifiesta algo distinto! Tras mi pregunta piadosa, ¿por qué te subieron los colores al rostro y tardaste tanto en decirme algo?

17. Pero yo, Adán, tu padre, te digo: ¡Que Asmahael no abre la boca antes de que tú me hayas dado una respuesta válida!

18. Porque oye: A Dios y a mí debes toda fidelidad. Por eso, ¡habla sin demora ni pretextos!».

19. Pero Set se moría de miedo y no fue capaz de soltar una sola palabra.

20. Entonces Enoc se acercó a Adán y le dijo: «Querido padre, ¿no nos enseñaste tú mismo que el camino recto siempre es el más corto? Estando Asmahael entre nosotros, ¿por qué hacer a Set responder por Él, porque fácilmente podría haber olvidado algo que el san –– –– –– es decir, Asmahael nos había dicho? Por lo tanto vale más que te dirijas al iniciador de tod –– –– –– es decir, a Asmahael mismo, y puedes estar seguro de que confirmaremos cada una de sus palabras... Amén».

21. Dirigido a Enoc, Adán observó: «También tú me estás decepcionando, porque tus palabras no son tan ágiles como de costumbre; pero entonces dímelo tú, qué es lo que le paraliza la lengua a Set, porque tu memoria es evidentemente más fuerte que la de él. ¡Habla, pues, en su lugar y me conformo con ello!».

22. Pero Enoc le contestó: «Oye, padre, y procura entenderme bien: Cada derecho en esta Tierra tiene sus límites como la Tierra misma... de modo que también el derecho del padre sobre sus hijos.

23. Si tú insistes en que Set y yo te demos una respuesta, ¿estas seguro que has considerado en toda profundidad que el mandamiento que por el momento ata la lengua de Set y de mí no pudiera tener preeminencia ante tu exigencia que llega en un momento desafortunado?

24. ¡Pero precisamente este es el caso! Porque recibimos de Dios el mandamiento de guardar de momento el silencio ante ti hasta cuando a Él le complazca; por lo tanto tampoco en adelante vas a obligarnos a infringir el mandamiento de Dios ante ti y Él.

25. Que tu curiosidad beata se satisfaga en que sepas que Jehová está más cerca de nosotros de lo que podrías imaginarte. Por eso no nos obligues a pecar ante el semblante de Dios. Si quieres saber lo que Asmahael nos ha dicho, entonces dirígete a Él mismo, como ya te dije, porque Él tiene –– –– –– es decir, por lo que yo sé, Él no ha recibido mandamiento alguno de Dios para callarse ante ti.

26. Él está perfectamente libre –– pero nosotros no lo somos, ni mucho menos. Por lo tanto, ¡prívate de ponernos esta pregunta antes de su tiempo!».

27. Oyendo esto, Adán perdió los ánimos. Y se apoderó de él la misma sensación como en aquel tiempo de su desnudez, cuando después del pecado se había ocultado en la gruta y oyó mi Voz que le llamó: «¡Adán!, ¿dónde estás?».

28. Semejante cambio cogió a Adán completamente desprevenido. Por eso se entristeció sobremanera y como ya no sabía el que hacer; se echó llorando al suelo y comentó en su corazón:

29. «Mi gran Dios y Señor, Creador de todas las cosas y Padre de todos los espíritus y de los hombres... ¿Acaso me creaste para torturarme desde el comienzo hasta a la hora actual?

30. Entonces, ¡cuánto debería estar equivocado en tu Amor!

Pero ¿por qué tenía que volverme vivo, consciente de mi existencia? ¿Acaso para la eterna satisfacción de tus grandes caprichos? ¿No serían piedras muertas suficientemente apropiadas para tanto?

31. Me animaste con toda clase de sentidos y me insuflaste toda clase de avideces, y al mismo tiempo me diste mandamientos contra ellas para mi perdición y para después condenarme.

32. Oh Señor, si en Ti mora algo de Amor y de Misericordia, entonces cumple con lo que después de mi pecado querías hacer de mí; pues, ¡aniquílame para todas las eternidades! Haz como si nunca hubiera existido, porque la inexistencia vale infinitamente más que ser un ser consciente de sí mismo bajo la eterna opresión de tu Poder invencible y de tener que servirte de juguete para tus caprichos eternamente inconmensurables.

33. Eres un Dios y un Señor extremadamente poderoso; ¿pero un Padre?, ¡nunca!

34. Si te parece bien, dime si yo como padre de mis hijos alguna vez he actuado con ellos en plan de satisfacer semejante capricho... ¿Acaso les he enseñado alguna vez que guarden el silencio ante Ti? ¿Por qué, pues, atas sus lenguas y corazones ante mí?

35. ¿Qué soy yo, para que me atormentes de esta manera?

A mí, ¡aniquílame y actúa a tu capricho con las piedras y otras cosas!

36. Si Tú eres un Dios santo, ¿cómo es posible que me hayas insuflado avideces profanas contra tu Santidad?

37. Si soy tu obra, ¡entonces aniquílame!, pero si no lo soy, ¡entonces déjame como soy! Amén».


Capítulo 94. Los ruegos de Adán a Enoc

1. Cuando Adán había terminado rumiando sus pensamientos indignados, y poco a poco su afán de curiosidad se había calmado, se levantó del suelo y llamó a Enoc para preguntarle:

2. «Enoc, dime... Al menos di a tu padre enojado hasta en la profundidad más íntima de su corazón, si las palabras que Asmahael os ha dirigido son de gran importancia o no... ¿Es que se trató de una Palabra de la Luz y del Amor, o fue una palabra de las profundidades de toda obscuridad y de todo horror?

3. Y si el Señor realmente os ha prohibido comunicármelo, entonces, si el Señor lo consiente, decidme por lo menos por qué Él me oculta algo, mientras que a vosotros os lo ha revelado...

4. Querido Enoc, no me prives de ello y sé sincero conmigo; pues, yo siempre he sido franco, bueno y justo con vosotros, y nunca os he privado de nada.

5. El Señor lo sabe muy bien: todo que podría ser en vuestro interés, siempre os lo he comunicado, a pesar de que como padre me habría correspondido el derecho de guardar secretos ante vosotros, más que vosotros ante mí, vuestro padre.

6. Ahora vosotros habéis cerrado vuestros corazones ante mí.

Siempre cabe dentro de lo posible que el Señor os haya la orden de comportaros de esta manera ante mí, y que Él nos esté más cerca de lo que yo me lo podría imaginar. E incluso acepto que puede ser posible que Asmahael no haya recibido orden alguna del Señor para callarse ante mí... ¡pero vaya detalle que los hijos remitan al padre a un forastero para que de este aprenda lo que a ellos les está prohibido decirle!...

7. Ve, querido Enoc, piénsalo bien y te quedará claro lo difícil que resulta relacionar este mandamiento tan insensato con el Amor y la Sabiduría de Dios. Porque si la misma palabra está prohibida para vuestra lengua pero permitida para la de Asmahael, entonces la palabra misma debe carecer de importancia porque, en el sentido estricto, no es tabú porque Asmahael puede pronunciarla libremente.

¡De modo que el busilis está en la lengua atada!

8. ¿Por qué, pues, está vuestra lengua atada y la de Asmahael está libre?

9. ¿Quién podría imaginarse que el Señor pudiera cerrar los corazones de los hijos ante su padre, para abrir los de los forasteros, provocando de esta manera una controversia irreversible entre padre e hijos?

10. Ve, si Dios hiciera algo parecido, ¡entonces sería un causante de la maldad, pero ni mucho menos de toda Justicia, Gracia y Misericordia, y de todo Amor!

11. Por lo tanto, ¡mucho ojo con ese mandamiento! ¡Examínalo bien, y a ver si es el producto de un espíritu bueno o maligno!

12. Si procede de Dios, entonces ¡ay de todos nosotros! Porque no somos sino un juguete para un Poder inescrutable que actúa arbitrariamente... un pasatiempo en que Él crea seres para atormentarlos –– a seres que, durante cierto tiempo, les deja probar las delicias de la vida entre los dos extremos: desde su nacimiento y su muerte que todavía nos está esperando a todos en cuanto empiece el curso de la eterna aniquilación, en la cual tras grandes penas volveremos a ser lo que éramos antes de nuestro nacimiento: ¡una nada infinito!

13. Pero si ese mandamiento resulta de un espíritu maligno, ¡entonces nos toca un “ay” doble! Porque, por primero, a causa de la culpa nuestra que fuera, debemos encontrarnos horriblemente lejos de Dios, con lo que su ira nos entregará al fuego de la venganza... O, por segundo, el poder maligno puede haber paralizado al Padre su brazo del Amor, de modo que Él ya no será capaz de salvarnos de la muerte o algo peor...

14. Querido Enoc, todo lo que ahora te dije, ¡tómalo muy a pecho y dame la respuesta exigida!

¡Devuélveme la paz –– si esto te resulta posible! Ya ves que estoy afligido hasta en las fibras más íntimas de mi vida. Alrededor de mi alma se ha hecho noche, y no veo ni una sola estrella en la espesura de la muerte...

15. Enoc, mientras estaba saciado, me pudiste servir alimentos del Cielo. Ahora hazlo tanto más, dado que tengo gran hambre y sed por ellos. –– ¡Oye y actúa! Amén».


Capítulo 95. Enoc reprende a Adán

1. Después de esta plática de Adán, Enoc se levantó y le dirigió las siguientes palabras que Yo le había puesto en su lengua:

2. «En el nombre de nuestro gran Dios todopoderoso... En el nombre de nuestro Padre lleno de Amor que, visible o no, está con nosotros en todos nuestros caminos ––visible para todos aquellos que le aman verdaderamente, e invisible para todos los sabios y todos aquellos que aspiran más bien por la Sabiduría que por el verdadero Amor––, te digo, querido y estimado padre, ¡que te has apartado enormemente del camino del Señor!

3. Quiero y debo decirte que en tu sabiduría patriarcal te has excedido tremendamente, porque en tu corazón inculpaste al Señor que se sirve de nosotros para “la satisfacción de sus caprichos” y nos crea solamente “como juguetes” para Él.

4. Oh padre, si tuvieras la menor idea de lo infinitamente grande que es tu error, entonces no le rogarías por tu indignación que te aniquile eternamente, ¡sino por tu gran arrepentimiento! Porque ante una acusación tan vil, tú mismo tendrías que condenarte y desear que todas las montañas cayesen sobre ti, para que te oculten ante el Semblante de Aquel que nunca estaba tan cerca de ti y de todos nosotros como precisamente ahora, cuando te imaginas que se encuentra extremadamente lejos de ti, y por eso hablas mal de Él como si fueras un juez sobre Él.

5. Padre, ¿acaso te imaginas que el Señor es inconsecuente y versátil como nosotros, y hace con sus Obras lo que hacen los pequeños niños con sus juguetes cuando empiezan a cansarse de ellos?

¡Menudos pensamientos sobre Dios has podido dejar subir en tu corazón!

6. Ve, si el Señor fuera así como tú le has pintado, entonces, por culpa tuya, ya hace tiempos que habría acabado con nosotros, de mala manera...

Pero Él no es ni mucho menos así como tú en tu corazón le has inculpado tan injustamente, sino que es lleno Amor, Longanimidad y Dulzura, e incluso en todo su santo Ente divino es sumamente humilde y por consiguiente lleno de Gracia y Misericordia con nosotros, a los que hizo recipientes vivos en los que mediante su continuo cuidado amoroso se deben desarrollar y perfeccionar espiritualmente seres vivos totalmente libres y eternamente inmortales, parecidos a Él. Y por eso estamos todos vivos y continuaremos todavía mucho tiempo en esta Tierra en el ámbito de su Amor y su Misericordia.

7. Ve, querido padre, en tu sabiduría has tramado perfectamente cómo coger de mí el fruto prohibido; pero créeme, ante el amor más modesto la sabiduría más perfecta resulta todavía en una cuerda gruesa. Aunque esta esté hilada por muchos hilos finos del amor, pero todos estos ya no pueden moverse libremente.

8. La cuerda de la sabiduría sólo sirve para atar piezas brutas durante poco tiempo. Pero los hilos delicados del amor se arriman a la vida íntima más delicada, de manera que perciben fácilmente las vibraciones más delicadas del alma inspirado.

9. Aquel que nos habló a mí, a Cainán y a Set está sentado sobre el animal feroz. Si hubo algo de importante en lo dicho o no, esto no te lo voy a decir yo, sino Él mismo te lo comunicará de manera fidedigna; además, también te va a decir por qué, conforme a la Voluntad de Dios, mi lengua fue atada ante ti.

10. Cálmate, espera con paciencia y con toda entrega de tu corazón, y pronto experimentarás el mayor de los milagros de Dios».

11. Cuando Adán había oído la respuesta totalmente inesperada por la boca de Enoc, soltó un grito y exclamó:

12. «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has creado y ahora me abandonas del todo?

13. En aquellos tiempos cuando rechazado por Ti me estaba cayendo durante eternidades, entonces tu eterno Amor alcanzó al pobre de mí... y mediante tu Palabra creaste la Tierra y me colocaste en ella –– tal como en parte todavía soy.

Ahora clamo en mi corazón que me aniquiles o me salves, ¡pero Tú no quieres hacer caso a mi voz y permites que me consuma de hambre y de sed, incluso prohibiendo a mis hijos que me sirvan el alimento que ansío tanto!

14. ¡Oh Dios, mi Dios! ¿Por qué te volviste tan duro contra mí?

15. Oíd, hijos, lo que os digo: Vosotros, ¡haced lo que os parece bien, y que Asmahael dirija su discurso a los hijos, tal como le complace! ¡Pero que no sea él que satisface el hambre y la sed que mis hijos no me satisficieron!

Porque desde ahora, ¡que el estómago de mi espíritu sufra hambre y sed durante toda mi vida, y ya no aceptaré miga alguna por mano ajena, porque no comeré sino aquello que mi propio suelo me va a producir –– pero eso sin compartirlo con nadie!

¡Que mi curiosidad se ahogue en el lodazal de mi culpa ante Dios, y que lágrimas de arrepentimiento posteriores reanimen la vida que se resecó al lado del fuego de mi celo ciego!

Después de mucho tiempo que yo ya no exista, que Dios en la noche del mundo se vista con mi envoltura49 para salvarme50 y para curar la herida que la serpiente de mi propio corazón con sus dientes afilados había causado en mi carne –– una herida que todavía está chorreando veneno para la perdición de todos los hombres que pisarán el suelo de esta Tierra.

15. Hijos, ¡acordaos de esto, porque en adelante poco oiréis de mí para acordaros de ello! De todos modos, ¡que la Voluntad del Señor esté conmigo y con vosotros, eternamente! Amén».


Capítulo 96. Plática de Asmahael sobre la Palabra de Dios

1. Cuando Adán hubo terminado sus palabras porque ya no sabía nada que aún hubiera podido decir, los hijos le agradecieron su última comunicación, porque todos menos Enoc pensaban que Adán ya no iba a hablar nada.

Acto seguido Enoc llamó la atención de los hijos a la plática de Asmahael, con lo que todos clavaron la vista en los labios de este.

2. Pero Set aún dijo: «Señor, ¡concédeme cien corazones y setecientos oídos, para que no se me escape nada de lo que va a emanar de tu –– –– –– es decir, de la boca de Asmahael como si fuera tu misma boca! Oh Señor, Dios y Padre lleno de sumo Amor y de toda Misericordia... Durante tu –– –– –– es decir, durante la plática de Asmahael, ¡mírame alguna vez, para que la mirada suave de tu ojo ilumine el embrollo de mi corazón tan impuro!».

3. A esta exclamación de Set, sí que Adán volvió a abrir la boca. Pues dijo: «Querido Set, de tu exclamación algo cortada deduzco muy bien que la anunciada plática de Asmahael te importa mucho más que todas las pláticas de Enoc ––que también surgieron de Dios–– y también más que todas las mías, las que fueron las primeras que te dieron una Luz sobre la naturaleza de Dios... aclarándote cómo Él puede ser el Creador de todas las cosas y también Padre lleno de Amor para todos aquellos de mis descendentes que le aman sobre todo. Pues, ¡nunca oí como ahora, que hubieras rogado al Señor por cien corazones y setecientos oídos para recibir nuestras palabras!

4. Pero no voy a preguntarte por el porqué. De modo que Asmahael empiece ya, para que pronto podamos llegar a los de la medianoche».

5. Acto seguido Asmahael se enderezó y, dirigido a todos, empezó su plática marcada por gran Paciencia y Longanimidad:

6. «Oíd y entended todos... vosotros los hijos de la tarde, vosotros los padres, y también tú, Adán:

Cuando al sembrar se coloca el grano de trigo en la tierra, empieza su proceso de putrefacción; pero tras esta sale una nueva planta que reproduce el céntuplo del grano podrido.

Lo mismo pasa con cada Palabra procedente de la boca de Dios.

7. El corazón es la tierra... El amor es el abono... El Amor de Dios es la lluvia fructífera... Y la Luz de la Gracia que sigue es la luz calurosa del Sol. Todos estos cuatro factores causan primero que el grano se pudra. El estado de putrefacción es como él de la noche o él del invierno infructuoso... En este estado el hombre no sabe, entiende ni ve nada, y la sensación de la aniquilación es su acompañante continuo. Pero cuando llega la primavera o la mañana, entonces, tras el proceso de la putrefacción, se forman nuevas raíces en la tierra. Y donde estas en el ámbito del Amor se juntan en una haz, allí se alzará un nuevo tronco lleno de Vida, construyéndose una nueva morada para la futura maduración de una vida céntupla.

8. Ved el tallo en cuya punta se columpia la espiga fructífera, ¡a través de cuántas miles de capilares ella chupa su alimento del regazo de la Tierra!

Ved las largas hojas que penden del tallo, previstos con incontables puntas muy finas para absorber el alimento de los Cielos, para que la Tierra misma se vuelva viva...

Ved los anillos parduscos de los tallos. Están hechos para que ––uno tras otro, conforme la Vida en el nuevo fruto ya se ha levantado y liberado del lodo de la muerte de la Tierra–– por primero, se preserve la Vida pura ante cualquier acoso impuro desde las profundidades del lodo y, por segundo, para que refine y purifique el alimento chupado de la tierra para la Vida, y lo mezcle perfectamente con el único alimento verdaderamente vivificador: él de los Cielos...

Ved las muchas púas largas de las espigas, cómo todas se dirigen diligentemente hacia la luz, para chupar ansiosamente el alimento puro de la Gracia del Sol de Dios, para que el Fruto de la Vida encerrado en las nuevas cápsulas ya no sea alimentado por otros alimentos que únicamente por él de la Gracia del Sol.

Ved la flor que pronto se presentará, abundantemente alimentada por el maná servido por los Cielos más altos, que parece como un rocío fino, pero que da al fruto la verdadera Vida que se multiplica...

Ved como después, cuando todo esto ya se ha realizado, empieza a secarse todo lo que el tallo se había llevado de la tierra y, en cierto sentido, se muere... pero cuanto más de lo terrenal se muere, tanto más se consolida y libera la Vida dentro de la espiga y las cápsulas que se mueren.

9. Y cuando el fruto ha madurado, os vais vosotros mismos o mandáis a vuestros hijos para que recojan el fruto vivo y lo lleven a vuestros hogares o a vuestras despensas.

10. Y ved, así también lo hace el Señor. Pues, vosotros también sois el trigo: vuestro cuerpo es el tallo, vuestra alma es el alimento purificado de la tierra, vuestro espíritu es el alimento procedente del Cielo; y mi Palabra viva es el maná del Cielo más elevado y únicamente ésta es la que os trae la verdadera Vida eterna –– si la aceptáis como la espiga y la flor que se encuentran en el tallo del mundo que se está secando.

Pero, como ya indicado, en vosotros esta Palabra está sembrada dos veces. Por primero, de manera viva en el suelo de vuestro corazón, para su putrefacción –– un proceso que os examina y purifica. En parte, cada uno encuentra esta Palabra ya en su interior y, en parte, la recibe oralmente mediante instructores y oradores despertados.

Por segundo, cuando esta semilla ya está podrida y tras el proceso de la putrefacción se han formado nuevas raíces para la alimentación de una nueva vida, entonces viene la otra Palabra, la viva, vía la espiga de vuestra nueva vida a la que madura y libera completamente para la Vida eterna.

Por eso volveos como el trigo, y pronto reconoceréis que únicamente Aquel que está entre vosotros dispone de la Vida y la concede.

¡Oídlo, para el bien de vuestra Vida eterna!».


Capítulo 97. Confesión de Adán

1. Después de esta plática de Asmahael, de nuevo se levantó Adán; pues, no logró atenerse a su voto hecho de por vida ––contra el cual de todos modos ya había faltado ante Set–– sino presentó una plática como de confesión voluntaria:

2. «Oídme todos, hijos del linaje directo como del lateral: Ya he depositado novecientas veinte piedras, una cada año, siempre después del invierno cuando las primeras flores empezaron a adornar las tierras desnudas.

3. Hasta ahora siempre hubo más o menos noche en mí, y toda la luz aparente que percibí no fue una luz del Sol sino la penumbra fugaz y engañosa de la Luna que apenas basta para divisar un objeto según su forma exterior. Y de los colores ––que son reflejos de las Verdades divinas y de los secretos más íntimos de la Vida interior–– no me quedó más que uno solo que continuaba igual: el amarillo pálido que es el color de la muerte; porque todos los demás colores que no estaban convertidos parecían como si hubieran sido aniquilados.

4. ¿Quién podría contar lo que durante mi larga noche me ha llamado la atención, inútilmente, y lo mucho que he reflexionado, frecuentemente también llorado inútilmente, y cuántas veces he rezado y suspirado a mi y vuestro Dios?

A vosotros os di Luz, pero yo mismo me quedé en la perpetua penumbra engañosa de la noche invencible de mi propio corazón. No hubo nada que hubiera podido mantenerme duraderamente en la Luz. Las pláticas de Enoc y de todos los demás, con el buen gusto que da la Verdad, eran parecidas a los rayos nocturnos cuya luz deslumbrante por un momento ilumina los campos de la Tierra, pero que inmediatamente después castiga el ojo del observador admirado con una oscuridad impenetrable.

Queridos hijos, en verdad, os digo que después de cada plática que oí, siempre tuve la misma suerte; porque después de haberla oído y entendido, cuando empecé a cavilar más allá de ello, mi débil vislumbre ya no resultaba suficiente... con lo que el objeto lejano se volvió en algo que mi imaginación quería hacer de él –– todo menos la Verdad indestructible.

Ni una pizca mejor fue lo de la luz de los rayos nocturnos; pues, frecuentemente creía que debía tocar un asunto, pero antes de haber podido reaccionar a causa del brillo deslumbrante tan súbito, ya me vi ante el hecho de que no sólo el objeto al que en la noche densa quería tender la mano se había escapado de mi visión, sino incluso mi mano que había tendido inútilmente para agarrarlo.

5. Lo mismo me pasó ayer ante la milagrosa aparición del Señor totalmente inesperada... aunque fue acompañada por una suma Luz de Amor y de Gracia, ¡para mí, ante todo, fue un rayo sumamente poderoso en la noche oscura!

6. Mientras el Señor estaba entre nosotros, yo creía haber asimilado todo. Pero cuando se había ido visiblemente, en seguida me vi obligado pedir a Enoc que me diera explicaciones acerca de las palabras insondables de Jehová.

7. Insinuado por el Señor mismo, Enoc me hizo caso. Pero aun así su chispa no fue suficiente para aclarar mi noche, de modo que como antes, no me enteré de más que de las bonitas palabras de su plática maravillosa.

8. Oh hijos, ¡alegraos conmigo, porque ahora mi noche tan larga ha llegado a su fin!

9. ¡Ya no son la penumbra de la luz lunar ni la luz del rayo que me lucen, sino para mí el Sol de Jehová ha salido en mi interior, y con él el comienzo del día eterno de la Vida eterna!

10. ¡Oh Asmahael, Asmahael! Aquel que habla palabras como Tú ––palabras que son vivas como Dios mismo–– en verdad, ¡Él no es un forastero sino que está verdaderamente en casa –– en el corazón de cada uno!

11. Asmahael, ¡perdóname que yo, tan débil que soy ante Ti, todavía me atreva a hablarte!

12. Porque tu Palabra ya no es inspirada, ¡sino es tu propia Palabra! Con lo que ahora me queda claro por qué los hijos tenían que callarse ante mí...

13. Dios mío, y Señor mío... Ahora déjame que también yo me calle, para que Tú no nos abandones... ¡Que se cumple tu santa Voluntad! Amén».


Capítulo 98. El silencio del amor

1. Después de esta confesión voluntaria de Adán, Set quería tomar la palabra; pero Asmahael le dio una señal que se calle, y añadió:

2. «Set, ¿acaso no sabes que el verdadero Amor es mudo y que la Sabiduría toma la palabra únicamente cuando para el bien de otros está invitada para hablar?

3. De modo que si tienes amor, entonces calla con la boca y habla únicamente en el corazón. Y si tienes sabiduría, espera que alguien lo solicite, y entonces habla con pocas palabras ––desde el fondo del corazón y no desde el intelecto–– lo que está en el bien del solicitante.

4. Pero lo que vale incomparablemente más es callarse... cerrar los oídos y los ojos, en vez de cotorrear y escudriñar continuamente.

5. Vuestra regla de la sabiduría es: “A la boca tres, al oído siete, y al ojo diez...”. ¿Por qué, pues, tanto cotorreo vano? ¿Por qué al oído mil en vez de siete, y al ojo un sinnúmero en vez de diez?

6. Yo sé muy bien, Set, qué es lo que querías decir. Manténlo para ti y verás que, como siempre, también mañana saldrá el Sol a la hora normal.

7. Y todos los demás, ¡haced lo mismo! Que nadie procure imponer sus ideas a nadie; sino aquel que quiere saber algo, que se dirija a uno que tiene un corazón devoto, es decir, un corazón que íntimamente siempre recibe la Voz del eterno Amor y que percibe perfectamente la Palabra de la Vida que emana de Dios durante el rato de la comunicación necesaria.

Al manifestarse tal Palabra, escasa, ha llegado la hora de abrir oído y ojo a partir del corazón –– ¿está bien entendido?

8. Y ahora, hijos que vivís en la dirección en la que Adán, desde su cabaña, ve la puesta del Sol51, ¡levantaos y sed de un corazón libre, fiel y sincero ante Dios, ante vuestros padres y ante todos vuestros hermanos!

Recibid la bendición de Adán, haced hoy y mañana lo que os está mandado en el nombre de Dios, y volveos hijos del levante y del Amor, pero de ninguna manera del poniente y de la noche que es de la muerte.

9. La región en que habitáis, en adelante sea igual que la de la mañana, la de la tarde y la de la medianoche; porque en el futuro sólo serán consideradas las regiones del corazón, mientras que las de la Tierra quedarán totalmente fuera de consideración. Amén».

10. Nada más terminar Asmahael su plática, Adán se acercó en profundo respeto a Él y le preguntó:

11. «Oh Asmahael, ¿no será una blasfemia de mi parte si después de tu Palabra colmada de Bendición aún pronunciara mi bendición insustancial sobre los hijos a los que has visitado con tu Palabra viva?

12. De veras, ahora mi bendición que estoy a punto de dar me parece como si quisiera llevar agua al mar para aumentarlo.

13. Oh Asmahael, ¡ten Piedad de mí!».

14. Pero Asmahael le respondió: «Oye, Adán, si tienes esta impresión, entonces actúa en mi nombre conforme a esta impresión, y puedes estar seguro que por ello no harás daño alguno al mar. ¡Pero que sepas, que cada dádiva es más beneficiosa para el dador que para aquel que la recibe!

15. Si mediante tu corazón llenaste el mar por una gota, entonces aliviaste tu corazón fortaleciéndolo, y el mar te agradecerá la sola gota. Te digo que no conoces la gota ni el mar; pero si la tradición así lo requiere, cumple en tu corazón con todo que te corresponde, sin preocuparte por el mar. Pues, ¡El que ha contado las gotas del mar no dejará tu gota sin consideración!

16. Por tanto, tú, ¡bendice a tus hijos, y Yo, ante ello, no retiraré mi Bendición! Amén».

17. Acto seguido Adán cumplió con la Voluntad de Asmahael y se llenó de suma alegría.


Capítulo 99. Leyes divinas y leyes humanas

1. Después los hijos trajeron refrescos y alimentos que consistían en fruta, pan fresco y pan seco. Pero Adán no quería servirse nada porque su voto le embargó. Por eso sólo lo tocó bendiciéndolo y los demás siguieron su ejemplo.

2. Como a todos ya les había entrado un hambre notable, incluso a Enoc, todos miraron los alimentos con buenas ganas, y les costaba mucho hacer un esfuerzo para no tocar nada.

3. Ante esta situación, Asmahael preguntó a Adán: «Oye, Adán, ¿quién os ha mandado que ayunéis, tú y los hijos? ¿Por qué no coméis, dado que tenéis hambre?

4. ¿Acaso Jehová os lo impuso? ¿O qué servicio piensas rendir a Dios si castigándote a ti mismo con tus ayunas luchas en contra de tu propia naturaleza?

Si un hombre que nunca ha podido fomentar su abnegación hasta tal punto que habría podido cumplir con un solo mandamiento de Dios de manera acertada y continua, dime, según tú, si puede ser del agrado de Dios si este hombre, para colmo, aún se impone un propio mandamiento mucho más severo, como castigo, tan sólo porque era demasiado débil para cumplir con un solo mandamiento fácil de Dios...

Pues, el cumplimiento del propio mandamiento finalmente le resultará más imposible que él de cien mandamientos divinos que siempre son estrechamente relacionados con la naturaleza humana, porque Dios nunca dará a la criatura una carga mayor de lo que ella es capaz de portar, porque Él sabe más que nadie para qué dio a las criaturas una existencia fuera de Él.

Cierto que no lo hizo para que la criatura tras la negligencia despreocupada del Orden divino para su reparación debiera prescribir leyes a sí misma ––leyes de las cuales ella misma por su amor propio ya se arrepentiría mucho antes aún de que se hubiera presentado la tentación de pecar contra ellas–– sino que viva conforme al Orden divino, y coma y beba según las necesidades del cuerpo. Que la criatura reconozca a Dios y le ame sobre todo, y que al prójimo le ame como a sí misma –– como hermano o hijo suyo. Y Yo te digo que a los ajenos, por causa del Amor, los ame diez veces más que a sus propios hijos carnales.

5. Ve, esto es todo lo que Dios exige de ti y de todos vosotros; y Él no os da otro mandamiento que él del amor cuya base es toda alabanza y toda gratitud –– una base que de por sí es el verdadero conocimiento de Dios, y por lo tanto la Vida eterna misma.

6. Pero si tú te atas allí donde Dios te suelta para tu eterna libertad, ¿acaso no eres un insensato si procuras dificultar al eterno Amor su obra de la Redención, lisiándote mediante tu propia insensatez, en vez de liberarte verdaderamente en el ámbito de mi Amor, Misericordia y Gracia?

Por eso, ¡suelta tú mismo la atadura de tu insensatez, come y bebe, para que Dios pueda ayudarte, remediando lo que dentro de ti está en contra de su Orden divino!

7. Te digo: En adelante, ¡ay de los que hacen votos, porque sufrirán un doble juicio –– uno por mi parte y el otro causado por ellos mismos como consecuencia de no haber cumplido con mi mandamiento, lo que querían reparar ingenuamente con una insensatez aún mucho mayor!

8. Y ahora oye, porque así habla el Señor, tal como Yo lo pronuncio con la boca de Él: “Si quieres hacer un voto del agrado de Mí, ¡entonces, en tu corazón, haz el voto de ya no pecar y de ya no hacer más votos que éste!”.

9. ¿Pero quién de vosotros podría decir: “Señor, ya no pecaré ante Ti”?

10. Ves, que no puedes ni pronunciarlo, ¡y eso siendo libre! ¿Cómo, entonces, vas a continuar cuando en contra de mi Voluntad te hayas cargado con un yugo insoportable –– un yugo que te oprime y que te hace mudo, totalmente en contra de la ley divina del Amor y de toda libertad de la Vida?

11. De modo que comas y bebas. Y en tu corazón sé consciente de que tu esclavitud insensata no es del agrado de Dios, en absoluto, pero sí, tu amor y tu libertad...

Oye, Adán, esto te lo dice el Señor con su propia lengua; por eso, ¡tenlo en consideración y sé libre! Amén».

12. Después de oír esta plática llena de Gracia, agradeciéndolo en voz alta, Adán se sirvió de las frutas y del pan, y animó a los demás que siguieran a su ejemplo. De modo que Yo los bendije y todos comieron y bebieron, con lo que quedaron fortalecidos física y espiritualmente.

13. Después Adán tomó la palabra y dijo:

14. «Oh mi gran Dios, ¡si tan sólo me fuera consentido llamarte Padre! El precioso paraíso de antaño fue rico en todas alegrías de la vida, pero aun así no resultó en mi bien. Porque cuando era rico, me alejé de Ti. Entonces me quitaste aquellas riquezas y me cargaste con toda clase de miserias.

15. Oh Señor, sólo ahora te lo agradezco y te digo en voz alta: Aunque Tú, mi Dios, me hubieras dado mil paraísos, yo no seguiría siendo sino un gusano en el polvo, ¡porque cada una de tus palabras vale más que mil Tierras con cien mil paraísos cada una!

16. Oh Señor, ¡tu Palabra y tu santa Voluntad son el verdadero paraíso de la Vida! Oh, ¡permíteme que siempre pueda estar en este paraíso! Amén».

17. Enós, Malaleel, Jared y también la madre Eva, sorprendidos por las palabras de agradecimiento de Adán, dijeron para sus adentros: «¿Cómo es posible que Adán haya faltado a su voto y come y bebe? ¡Y ahora, cuando habla, lo hace como si Dios se encontrara palpablemente ante él!».

18. Pero en Adán hubo una Luz, por lo que dijo: «Si por esto os admiráis, entonces preguntaos a vosotros mismos: “¿Por qué no nos admiramos de nuestra propia vida?”. Y la respuesta tendrá que ser: “Porque ahora Dios nos está más cerca que nuestra propia vida; pues, ¡ahora vivimos todos en Él!”.

¡Sed conscientes de ello!».


Capítulo 100. Los pensamientos de Jared sobre la naturaleza de Asmahael

1. En seguida Set se dirigió a Adán y le preguntó si aún se debía hacer algo o si debieran tomar medidas para continuar el camino.

2. Pero Adán le respondió: «Pero Set, ¡tú mismo sabes Quién se encuentra entre nosotros! En cuanto a Él le parezca bien, ya nos iremos. Hasta entonces vamos a esperar con amor y paciencia».

3. Al mismo tiempo Jared se dirigió a Enoc para preguntarle en secreto: «Oye, hijo mío, ¡todo esto me parece muy extraño! Este Asmahael que va a ser tu alumno y que va a vivir en mi choza posee tanta sabiduría y conocimientos en todas las cosas que, a mi parecer, su plática supera ya en mucho la tuya... No es que quiera menospreciar la tuya, porque todas tus pláticas son de las Alturas y no hay ni una sola palabra en demasía, porque cada palabra tiene su sentido tanto práctico como espiritual. Y de todo lo que dices, en el corazón de cada uno se produce imagen viva de ello... pero, a pesar de todo lo bueno y verdadero, todavía hay una gran diferencia entre tu lenguaje y él de Asmahael.

4. Mira, yo veo la siguiente diferencia palpable: Al oír tu plática siempre vi claramente en mi interior que tus palabras son una verdadera Luz. El que actúa conforme a ella, puede y debe llegar a la Vida. Tus palabras suaves me parecen al crepúsculo de la mañana que es el mensajero más cierto del día venidero, al igual que tu palabra es el mensajero de la Vida ciertamente venidera.

5. Pero en el caso de la plática de Asmahael me di bien cuenta de que ella ya da la Vida en toda plenitud, con lo que su plática surte un efecto como si se tratara de un hecho ya consumado.

6. Habla cosas de suprema sabiduría... ¿Quien las comprendería de manera natural? Pero oyéndolas directamente por su boca, se tiene la impresión de haber vivido el ámbito de ellas desde hace eternidades...

7. De modo que a nadie se le vendría a la cabeza solicitar aún una explicación suplementaria, porque en el acto uno se aúna con la palabra.

8. Lo único que es incomprensible es que precisamente este alumno tuyo que viene desde las profundidades sea capaz de todo esto, sin haber recibido enseñanza alguna por tu parte...

9. Conforme el mismo es hijo de esclavos y nunca le estaba permitido pronunciar palabra alguna, bajo pena de una muerte más cruel...

10. A sus padres los mataron de la manera más brutal del mundo. El mismo se huyó a nosotros y sólo esta mañana se nos presentó, pisando el suelo de estas alturas sagradas –– sin nombre y muy sospechoso.

Tú le fortaleciste ante Adán que le admitió, bendiciéndole y dándole un nombre; luego Adán le paso a ti y a mí, porque el mismo Asmahael dijo que, llevado por las ansias vivas de su corazón, quiere buscar y encontrar a Dios.

11. Pero sólo hacía falta que abriera la boca, y cada una de sus palabras ya estaba ponderada de una manera que no podíamos hacer más que quedarnos boquiabiertos.

12. A Adán, Set y casi todos los demás podías corregir muchas palabras; pero hasta ahora las palabras de Asmahael siempre estaban por encima de cualquier corrección.

13. Enoc, ¡aquí hay gato encerrado!

14. Cosa más extraña: ¡qué rápido arregló lo de los votos, y eso de una manera tan convincente!

15. Acto seguido todos comimos y bebimos sin que nos hubiera dado cargo de conciencia como en otras ocasiones. ¡Y parece que Asmahael ha conseguido incluso que Adán se volviera dependiente de él, como tú, Set y Cainán!

16. Lo extraño es que hasta ahora, según me parece, aún no ha comido nada... y que las antiguas leyes intangibles de Adán las ha derogado como de un solo golpe, ¡y eso sin la menor protesta de Adán!

17. Porque si yo hubiera hecho algo parecido, ¡entonces, durante un año entero, me habría sido prohibido mirar la choza de Adán!

18. Pero Asmahael sólo tiene que abrir la boca, y cada una de sus palabras ya es como un hecho consumado.

19. Enoc, te digo que aquel que se puede explicar esto debe ser más entendido que tú y yo, y más que todos nosotros.

20. Si tú ves alguna Luz en este asunto, que no permitas que tu padre se encuentre a tu lado como un ciego; pero si tú en este punto no ves más que yo, entonces nos resultará difícil que algún día esto nos quede claro...

21. De modo que si sabes algo, dímelo en tres palabras, ¡pero sin que Asmahael y los demás se enteren de ello!».


Capítulo 101. Conversación de Enoc y Jared sobre Asmahael

1. Pero Enoc respondió a Jared: «¡Muy bien observado, padre, porque tienes toda la razón! Cuando esta mañana Asmahael estaba todavía en el polvo del suelo, más habría podido imaginarme que el Sol del mediodía iba a fundir todas las piedras, en vez de que este hombre procedente de las profundidades iba a realizar semejantes milagros ante nosotros.

Pero desde siempre había complacido al Señor el destacar lo pequeño y, en cambio, hacer perecer lo grande.

2. Así hace que el Sol se ponga y que en vez de él brillen incontables estrellas en el firmamento. ¿Acaso el cielo estrellado no es infinitas veces más majestuoso que él del pleno Sol?

3. Compáralo con el cielo del día: ¿Acaso el día despejado no es, a la vez, el más monótono? ¿Quién lo mirará durante mucho tiempo ante el hecho de que la luz del Sol en seguida le deslumbra?

4. Si no fuera por las formaciones bonitas de las nubes que animan el cielo o por sus habitantes emplumados que, disfrutando, vuelan en él, ¡pocas veces dirigiríamos los ojos al cielo de la Tierra!

5. Ves, así es como el Señor organiza las cosas: Lo grande no lo considera, mientras que lo pequeño e insignificante lo eleva al ámbito de su Amor.

El gran mamut parece tener una vida interminable y se mueve perezosamente como si no fuera más que un montón de material inerte. En cambio, mira un hormiguero, ¡y allí se te presentará la vida más animada!

6. De miles de manifestaciones como estas resulta más que evidente dónde el Señor actúa con preferencia y entra en acción vivificadora.

Y, cuando se trata de los hombres, a los más ínfimos e insignificantes los endereza, demostrando de esta manera su Poder infinito y su Fuerza eternamente invencible a los grandes y fuertes de la Tierra.

7. Mira mi ejemplo... ¿No hace ya casi dos días que tuve que predicar a los padres conforme al Amor de Él –– yo, siendo el más débil e ínfimo de todos? Pero en mi debilidad e insignificancia mayor que nunca, vino Asmahael a nosotros, desde las profundidades.

8. Vino con su celo extraordinario y un Amor ilimitado... Y lo que Él buscaba entre nosotros, ya lo trajo consigo en toda plenitud... de modo que a nosotros nos corresponde más bien recibir algo de su plenitud, en vez de que tras nuestro celo carente aún podríamos enriquecerle a Él...

9. Por eso, querido padre Jared, sé tranquilo y totalmente sosegado, porque en lo sucesivo cuando habitará con nosotros en nuestra choza, Asmahael aún nos resolverá muchos enigmas. ¡Alégrate por ello, padre Jared, porque durante mucho tiempo nuestra vida será una verdadera delicia!».

10. Jared le respondió todo contento: «¡Debes tener toda razón! Porque de lo contrario, ¿cómo podría Asmahael darnos palabras de semejante dinamismo?

11. Si él realmente va a vivir en mi choza y supongo que tú también, seguro que entonces aún podremos aprender mucho de él.

12. Ya tengo ilusión de ello. Pero sea justo o no, tengo que confesarte que mis sentimientos ahora ya me vinculan más con Asmahael que contigo... De momento no tengo ni idea de lo que aún va a resultar de esa mi predilección, porque todo depende de si él continuará fiel a sus características actuales. Pero no te intranquilices por ello, ¡porque seguro que por eso por parte de tu padre no te quedarás en ayunas!

13. Pero ahora, ¡callémonos!, porque parece que él se ha dado cuenta de nuestro cuchicheo. Ves, ¡ya está dirigiendo su animal directamente hacia nosotros! –– ¡Callémonos, pues!».


Capítulo 102. Diferencias entre Dios y los hombres

1. Apenas Jared hubo pronunciado su última palabra, y Asmahael ya se encontró al lado de los dos.

2. En el primer momento los dos estaban un tanto desconcertados, pero en seguida se serenaron, y Enoc le pregunto: «Querido Asmahael, ¿cómo vamos a proceder?, ¿vamos a quedarnos aún o ya nos debiéramos preparar para continuar el camino?».

3. Pero Asmahael le respondió: «No es por eso que me he dirigido a vosotros, sino porque me he dado cuenta que los dos estáis alimentando un gran amor para conmigo.

4. Jared, ¡alégrate que voy a tomar morada en tu choza y también tú, Enoc, que mantienes mi Amor en tanto aprecio! Porque donde Yo tomo morada, la muerte nunca tendrá cosecha. Pero en la vivienda en que Yo no quiera entrar, ¡allí el llanto no tendrá fin y la muerte causará estragos en todas sus habitaciones!

5. Jared, en verdad te digo: Aquel que me tiene de huésped, él tiene todo. Pero aquel que me ha rechazado, él ha perdido todo.

6. Si el hombre que esta mañana en toda humildad vino desde las profundidades todavía te parece algo extraño y su naturaleza algo enigmática, podrás imaginarte que también a Dios tiene que resultar incomprensible cómo es posible que los hombres, sus criaturas, puedan atribuirse más importancia que Dios desde eternidades se atribuye a sí mismo...

7. Los hombres juzgan una cosa con la otra, mientras que Dios hace que su Sol salga diariamente y que en toda la Tierra caiga su lluvia.

8. Los hombres hacen distinciones y no consideran a todos dignos de recibir su sabiduría. Pero Dios, el gran Instructor de todos los Soles, espíritus y hombres, no lo considera como indigno para Él de ser un sabio instructor también para el gusano en el polvo y la moscarda, tanto como para toda otra clase de animales, con lo insignificantes y feas que sean.

Los hombres consideran sus viviendas como sagradas y sus propios hijos y hermanos tienen que echarse al suelo ante ellas, mientras que Dios permite hasta al animal más vulgar la plena libertad, sin que ninguno tenga que hacer reverencias ante otro.

9. Los hombres maldicen y castigan fuertemente a aquellos que han pecado en contra de su voluntad; pero Dios bendice incluso las piedras y es sumamente misericordioso con cada uno que anda errando... y Él no maldice sino tiene una gran paciencia con cada uno, y es sumamente moderado en sus juicios.

10. Cuando los hombres se dirigen hacia Dios, entonces se comportan como si ellos mismos también fueran dioses. Y ¡ay de aquel que no tuviera el máximo respeto ante ellos cuando celebran su “servicio divino”!

Sobre todo cuando celebran su “holocausto”, al mismo tiempo se vuelven extremadamente malvados; pues, si alguien se acercara sin echarse inmediatamente en el polvo ante ellos y el holocausto, él será desterrado si no matado, pero por lo menos maldecido.

11. Pero cuando Dios se acerca al hombre, entonces viene como servidor en la bajeza más humilde, demostrándoles que esta clase de “servicios divinos” no le gustan en absoluto.

12. Ve, si hombres celebran lo que llaman un “servicio divino”, entonces todos deben echarse en el polvo y temblar de profundo respeto. Pero cuando ven diariamente que Dios ante ellos y para ellos realiza las mayores Obras milagrosas, entonces, ante el verdadero servicio divino realizado por Dios mismo, no hay ni un solo hombre que ante Él se echara en el polvo –– a pesar de que Dios no lo exige ni nunca lo exigiría.

13. De modo que ya ves, Jared, no sólo para ti hay muchas cosas que te parecen incoherentes, porque también para Dios las hay –– a causa de los hombres... Por eso no te preocupes por Mí, sino sé feliz porque has acogido la Vida».


Capítulo 103. Aviso de Asmahael para continuar el viaje

1. Asmahael, después de haber pronunciado estas palabras de la Vida para Jared y Enoc, de nuevo se alejó para dirigirse a Adán al que dijo:

2. «Adán, si según tú ya hemos terminado aquí, entonces di a los hijos que vuelvan a casa. Y nosotros continuaremos nuestro camino hacia la medianoche».

3. Pero Adán se asustó, porque la llamada “Adán” sonaba como en aquellos tiempos remotos cuando él después del pecado procuró ocultarse de Mí... De modo que no pudo armarse de valor ni se atrevía responderme nada; sólo después de un rato se atrevía a pronunciar: «Señor, ¡que se cumpla tu santa Voluntad!».

4. «Adán», continuó Asmahael, «¿por qué eres tan tímido? –– ¿Por qué temes a Aquel al que deberías amar sobre todo? ¿O acaso has perdido algo? Si fuera así, ¡se supone que sería posible volver a encontrarlo!

5. ¿O, acaso, piensas que aún vas a perder algo? ¿Qué aún podrías perder –– algo que aún no hubieras perdido ya hace mucho tiempo?

6. Te digo: Si alguien ha perdido todo, entonces ya se ha jugado todo lo que había recibido, con lo que ya no hay más que perder. Pero alguien que ya no tiene nada para perderlo y a pesar de ello sigue vivo, entonces es evidente que vive para que vuelva a ganar.

7. Te digo, además, que en un futuro lejano todos tus descendentes que quieran ganar la Vida eterna, no sólo tendrán que perder todo lo que es del mundo, sino incluso su vida física...

8. Tú ya vives más de novecientos años, pero tus descendentes vivirán apenas más que la vigésima parte de tu vida física. Con lo que ves, ¡lo mucho que la humanidad aún tendrá que perder por tu culpa, para que los seres humanos puedan llegar a la Vida eterna!

¡Y entonces no deberán asustarse cuando me oigan pronunciar su nombre!

Pero tú te asustaste profundamente, a pesar de que ya no tienes nada que perder sino únicamente que ganar... Además, ya has ganado infinitamente mucho, porque el mayor premio se encuentra ahora delante de ti.

9. Reconócele, y continuarás eternamente sin miedo alguno, aquí y a partir de un día venidero en la Paz eterna del Amor eterno. Amén».

10. Entonces Adán se armó de valor y, como había asimilado el sentido de esta plática, respondió: «Oye, mi Asmahael amado, ¡Tú ves mi corazón y conoces mi miedo que, en realidad ha sido un arrebato de amor, porque tu Amor me ha arrebatado de una manera que no te podía contestar! Además, Tú sabes mejor que nadie por qué aquel que está colmado de felicidad no es capaz de pronunciar ni una sola palabra.

11. Oh Asmahael, ¡que siempre sea tu Voluntad! De modo que si Tú quieres, ya podemos ponernos en camino».

12. «No me descubras ante aquellos que no me conocen y diles que se preparen para ponernos en camino hacia la región de la medianoche, pasando por un bosque muy denso», le respondió Asmahael. «Que Enoc y Jared tomen la delantera, y tú y Eva les seguís, y Yo os sigo a los cuatro. Amén».


Capítulo 104. Asmahael designa a Abedam como compañero de viaje

1. Luego Adán llamó a Enoc y Cainán para comunicarles la Voluntad de Asmahael, con lo que estos se dirigieron a los hijos para avisarles que ya pueden ir a casa, pero que vuelvan a presentarse el sábado.

2. En seguida los hijos se levantaron, y también los ancianos que habían rodeado a los patriarcas y que habían oído todas las palabras que habían sido pronunciadas en voz alta.

3. Pero uno de los ancianos se dirigió a Enoc y le preguntó: «Querido hijo de Jared, que es un nieto de Cainán que es hijo de mi hermano Enós... si puedes y si te lo está permitido, dime, ¿quién es este joven que se mantiene sobre el tigre, y de dónde viene?

4. Porque su comportamiento es muy extraño... y su palabra tan clara debe ser sumamente poderosa, además, en el timbre de su voz hay una seguridad que da la impresión que con su voz podría romper montañas, y se tiene la sensación que su hálito pudiera agitar el mar como mil tormentas a la vez.

5. Mira, por esto quisiera saber más de este joven, sobre su naturaleza y su procedencia... pero sólo, como ya te dije, si esto te está permitido».

6. «Oye, mi querido padre Abedam», le respondió Enoc, «ya me gustaría decírtelo, pero de momento no me está permitido. Ten aún un poco de paciencia, y en la medida en que tu amor a Dios aumenta, pronto todo esto te quedará claro.

7. Ya conoces su nombre... ¡pero de momento no indagues más, porque a la hora conveniente tu propio amor a Dios te comunicará todo! Amén».

8. Abedam agradeció a Enoc con el corazón emocionado: «Querido Enoc, ¡realmente, te lo agradezco mucho! Estoy totalmente satisfecho, porque lo que quería saber me lo dijiste de una manera más que clara. Cuando uno sabe dónde está el tesoro y cómo lo puede encontrar, cualquier pregunta más allá de ello sería un disparate. Porque lo de buscar es un asunto de la propia vida. Por eso te lo agradezco de todo corazón».

9. Acto seguido volvieron a saludar a los hijos de la tarde y a sus ancianos, y volvieron a los padres que ya los estaban esperando.

10. Adán estaba bendiciendo a sus hijos y estos estaban ya preparando el viaje. Cuando todos estaban ya alineados en su orden, Asmahael aún salió del grupo para pedirle algo a Adán:

11. «Adán, si te parece bien, entonces quisiera llevarme a uno de estos hijos para que me dé compañía».

12. Este respondió con el corazón emocionado: «¡Oh Asmahael!, con entusiasmo estoy subordinado a tu Voluntad, ¿cómo, entonces, es que me preguntes por ello?

13. ¡Que siempre se cumpla tu Voluntad –– para nuestra gran alegría!».

14. Enseguida Asmahael llamó en voz alta: «¡Abedam, Abedam! Si quieres, puedes seguirme como compañero, porque he examinado tu corazón y tus riñones y he comprobado que en ti no existe mal alguno. Por eso, ¡que nos sigas sin preocupaciones! Y ya te ayudaré en buscar el tesoro, con lo que seguramente le encontrarás, ¡y eso muy, muy pronto!

15. ¡Quiero matarte aún hoy, para que mañana pueda despertarte para la Vida eterna! Amén».

16. Al oír esta llamada, enseguida Abedam acudió y dijo: «¡Adónde Tú quieras, allí te seguiré! ¡Y mátame mil veces, porque cuántas más veces me matas, seguro tanta más Vida me devolverás!

17. Oh, Tú que estás sentado en este animal poderoso, ¡perdóname si te digo todo esto tal como lo siento dentro de mí! ¡Estoy seguro que a tu lado ya no resulta difícil encontrar el gran tesoro!

18. ¡Tengo la sensación de que, una vez que uno te tenga a Ti, ya podrá prescindir de cualquier otro tesoro! Además, me parece que para aquel que te ha encontrado a Ti, ya no vale la pena de buscar más, porque ya ha encontrado al verdadero tesoro, la muerte y la resurrección a la Vida eterna...

19. Oh Asmahael, permite al pobre Abedam que siempre pueda estar contigo –– no como compañero tuyo, sino Tú como guía para él, en el camino hacia la Vida eterna.

20. ¡Oh permíteme que siempre te pueda seguir!

¡Hágase tu Voluntad! Amén».

21. Acto seguido, fortalecido y de buenos ánimos, Abedam se quedó al lado de Asmahael, siguiendo al grupo de los padres.


Capítulo 105. Las preguntas de Jared sobre la naturaleza de Asmahael

1. El convoy se dirigió hacia dentro de un bosque. Hubo un gran silencio, pero sólo Jared no sabía callarse y preguntó a Enoc: «Oye, hijo mío, ¿acaso había un mandamiento que nos calláramos en el camino?».

2. «Por lo que yo sé sólo hay una recomendación que siempre se debiera andar sigilosamente», le respondió Enoc, «pero esto lo refiero al modo de vida y no a la manera de andar a pie».

3. «Entonces no hay ataduras para nuestros pies ni para nuestras lenguas, de modo que podemos hablar de lo que nos dé la gana. Para aprovechar de la ocasión, ahora, ante tu padre, ¡reconoce qué es lo que hay detrás de Asmahael! ¿Acaso es un ángel encarnado dotado de todo poder o, acaso es –– –– –– es? –– Bueno, no voy a decir más. Y tú, ¿qué me dices?».

4. Enoc le respondió con pocas palabras: «Bueno, querido padre, Él es... en fin, te digo que ante todo es un hombre como nosotros, pero lleno de Poder y Fuerza divinos –– bueno, no te puedo decir más... ¡Entiéndelo!».

5. Pero Jared insistió: «Sí, si lo entendiera... ¡Pero cuando te pregunto es porque no lo entiendo! ¡Y eso con las ganas que tengo de saber a qué atenerme referente a Asmahael!

Mira, con lo que me dijiste antes me había quedado totalmente satisfecho. Pero esto cambió cuando Asmahael se dirigió a nosotros y mencionó que, si alguien le ha acogido en su propio hogar o él ha tomado morada en el hogar de alguien, este tiene motivos para ser sumamente feliz –– porque dónde Asmahael toma morada, allí también la Vida eterna toma morada...

6. Yo tenía la impresión que estas palabras las había dirigido sobre todo a mí... Ahora, querido Enoc, dime o procura tú mismo aclararte: ¿No debería todo hombre ––que no anda con la cabeza en el suelo sino con los pies–– tener la impresión que tales palabras se refieren indiscutiblemente a un ser excelso?

7. ¿Cuál hombre común podría pronunciar algo parecido sobre sí mismo, tan francamente como si él fuera Dios?

8. Asmahael lo hace, ¡pero él no se refiere a Dios, sino directamente a sí mismo!

¿Acaso un hombre podría hacer algo parecido sin tener que temer que la Tierra, en su ira y gran desprecio, se trague al blasfemo eternamente en su gran regazo de fuego?

9. Tú, que seguramente eres el más iluminado de entre nosotros, ¿acaso te atreverías a pronunciar algo parecido de ti?

10. Seguro que antes de cometer semejante blasfemia preferirías llenar tu boca con lo que fuera para bloquear tu lengua...

11. ¿Dónde está aquel que podría declarar de sí: “Yo soy la Vida, y donde Yo he tomado morada, allí también la Vida eterna ha tomado morada”?

12. Enoc, cuando uno declara algo tal de sí sin que la Tierra se le trague... y el tigre poderoso debajo de él se vuelve un cordero... te digo que ––tanto como yo que en mi debilidad no soy más que un hombre–– él, en la plenitud de su Fuerza y Poder, debe ser Dios...

Porque si la Tierra portara a un hombre que pretende ser Dios a pesar de que en el momento de la verdad resulte que es un hombre débil como nosotros, toda la Tierra tendría que ser una maraña de mentiras... de lo cual la palabra vivificadora de Asmahael atestigua precisamente lo contrario...

13. Si puedes, ¡contradíceme! Pero supongo que te cuidarás de hacerlo... Aun así me gustaría saber tu opinión».

14. Pero Enoc le contestó: «Si es así como tú estas convencido, y como según tu explicación no puede ser de otra manera ––una explicación que está fundada en una base muy sólida–– cualquier palabra suplementaria por mi parte sería más que vana.

¿Cómo iba yo a hacer de Asmahael algo que Él no es, o hacer que Él sea algo que de todos modos ya es?

15. Yo diría: Aquel que ama a Dios en su corazón en el espíritu y en la Verdad, ¿qué le puede importar si Asmahael es Dios o si Dios está en Él?

16. Que cada uno se preocupe que Dios esté con él, y esto a través de su verdadero y puro amor a Él.

17. Si amas a Dios, puedes estar seguro de que por ello Asmahael no te guardará rencor. Y si amaras a Asmahael tanto como a Dios, también puedes estar seguro de que Dios en su Amor no te olvidará...

Supongo que me habrás comprendido».


Capítulo 106. La relación entre Cainán y Malaleel

1. Cainán y Malaleel que estaban siguiendo a Jared y Enoc se habían dado cuenta de esta conversación. Por eso Malaleel preguntó a Cainán:

2. «Tanto que se oye hablar sobre cosas sublimes, ¿pero dónde están? ¿Están aquí entre nosotros?

3. Oye, padre Cainán, no sé qué es, pero hay algo por lo que me siento muy extraño. Seguro que no es por el camino poco frecuentado de este bosque... Lo comprendería si hubiera algo como una gruta de Adán, una montaña que echa vapores como en la región de la mañana, montañas surtidores de agua como entre el mediodía y la tarde, o cualquier otra cosa extraordinaria... Pero aquí no hay nada comparable.

4. Tampoco debe ser por el orden invertido en que andamos, porque, en realidad, da igual si tú y yo vamos juntos, si Enoc anda en la delantera o en la retaguardia, si Jared anda con Adán y si... ¡Pues no!, ¡no me parece igual si Asmahael anda delante o detrás o con quién anda!

5. Parece que hay cierto orden jerárquico. Que Adán y la madre Eva anden detrás de todos nosotros, todavía me resulta comprensible; pero no me queda claro qué puede significar que Asmahael y Abedam estén aún detrás de Adán y Eva.

6. Dentro de lo que he comprendido, Jared y Enoc han hablado algo maravilloso sobre Asmahael; pero lo poco que he oído todavía me resulta enigmático.

7. Por eso, si te resulta posible, te ruego que en mi ignorancia me ayudes en este asunto que me parece tan magnífico –– si te parece bien».

8. Pero Cainán contestó a Malaleel: «Oye, mi querido hijo, cuando empezaste a hablarme de una manera tan prometedora, me preguntaba hasta dónde ibas a llegar.

9. Pero ahora veo que sigues siendo el mismo Malaleel de siempre, el que siempre abre la boca como si iba a escupir Soles como si se tratara de guisantes, pero al final no aparecen siquiera guisantes sino nada más que saliva ordinaria.

¿Para qué citas el orden inverso, si te da igual? Si Asmahael estuviera delante, ¿qué influencia tendría esto sobre Él? Pero entonces, tal vez, te parecería extraño el no verle por detrás...

10. Ahora Abedam le está acompañando. ¿Acaso en ello ves más importancia que en el hecho de que tú ahora estés andando a mi lado? ¿No dijiste tu mismo un poco altisonante que no te importa si tú vas a mi lado o yo a tu lado? Se ve que algo quieres; pero al final ni tu mismo sabes qué es lo que quieres...

11. ¿Qué pintan aquí la gruta de Adán, la montaña blanca y las siete montañas surtidores de agua, para que con ellas adornes tu plática insustancial?

12. Dices que después de haber oído fragmentos de la conversación entre Jared y Enoc, ahora te sientes muy extraño; ¿qué, entonces, es lo que hace que te sientas así?

13. Ves, hijo mío, si deseas algo, entonces aclárate antes escrupulosamente sobre los detalles, y sólo cuando tu necesidad está bien definida, ¡entonces pregunta por lo que quieres saber!

14. Si hay algo en Asmahael que ahora te llama la atención, entonces tengo que preguntarte: Durante las otras ocasiones en que él pronunció pláticas tan maravillosas inspiradas de Dios, ¿a quién o a qué habrás prestado tus oídos? Porque parece que de lo principal no sabes nada, a juzgar por las muchas cosas vanas que nombras como posibles elementos de tus sentimientos inexplicables.

15. Hijo mío, ¡lo lejos que todavía te encuentras del rumbo! Por eso, delibera antes sobre lo principal y aclárate contigo mismo; después ven y ábreme tu corazón mediante tu boca».

16. Malaleel se enteró perfectamente que la plática de Cainán carecía de un verdadero fundamento y que esta especie de sermón no fue sino una evasiva piadosa. Por eso Malaleel dijo con todo respeto:

17. «Oye, querido padre, me parece que en nuestras pláticas ninguno de los dos ha superado al otro. Ahora, quién de los dos anda más despistado, esto ya es otra pregunta...

18. Te digo que no me he perdido ni una sola palabra de la boca de Asmahael, sólo que no quería nombrártelo suponiendo que esto sólo supondría una pérdida de tiempo...

19. Tú me dijiste que no he podido enterarme de lo que los dos hablaban –– sólo por ocultarme algo. Tú mismo, sin embargo, habrás comprendido palabra por palabra. ¿Cómo iba a decirte que su conversación hacía que sintiera algo maravilloso si no hubiera sido así? ¡Entonces habría quedado como un mentiroso ante Dios y ante ti!

20. Pero a pesar de todo tus palabras me han descubierto algo que no pensabas comunicarme: tu lengua está atada y de momento no te está permitido decirme lo que yo quería saber...

Por tanto, no hacía falta darme una negativa tan prolija y más huera que mi pregunta. Si tan sólo me hubieras señalado las ataduras divinas de tu lengua, no habrías tenido que venirme con tantos rodeos vanos.

Siempre fui hijo tuyo muy obediente; ¿por qué te equivocaste ahora en mí?

21. Querido padre, todo lo que tengas que guardar para ti, guárdalo sin preocupación hasta la hora en que tu lengua esté desligada. Pero no me consideres un mentiroso o investigador ofuscado por cosas divinas; pues, tú creaste mi cuerpo, pero mi espíritu tanto como el tuyo proviene de Dios.

Por eso diría yo que incluso un padre no debería interferir en las relaciones divinas de sus hijos. Porque vale ya que el espíritu esté castigado con el peso del cuerpo y tiene que participar en sus dolencias.

Cuando un padre castiga al cuerpo de sus hijos, entonces el espíritu ya ha recibido su parte por la mano del procreador. Más no hace falta.

Pero cuando el espíritu divino del hijo se dirige al espíritu divino del procreador, ¡que estos dos hermanos divinos ya no se castiguen, sino que en todo el amor se reconozcan como hermanos en Dios! ¡Y que con los corazones unidos se apoyen y guíen mutuamente hacia el portal por el cual emanan eterna e inagotablemente la Vida eterna, la Gracia, la Misericordia y el Amor!

22. Querido padre, no creas que con estas palabras hubiera querido presentarte una enseñanza desconocida para ti, ¡de ninguna manera! Sólo tenía que justificarme ante ti para que los dos podamos continuar nuestro camino justificados ante Dios... De modo que lo hice más bien por ti que por mí.

23. Conozco tu corazón que ante mí resulta puro como el Sol; sin embargo, a tu boca y tu lengua ahora las vi llenas de polvo, con lo que como verdadero hijo tuyo en todo amor no podía menos de hacerte el favor de limpiar tu boca y tu lengua de un polvo nocivo.

24. Porque ve lo que me pensaba: “Padre, tu lengua está honrada con un lazo de honor de la gran mano eterna del Amor de Dios. ¿Qué pinta ahí todo este polvo? ¡Afuera con todo que sea de la muerte!”.

25. ¿Seguro, padre, que no guardarás rencor a tu hijo? ¿No tomarás sus palabras como disparates sino que reconocerás que tu Malaleel de ninguna manera quería soltar ese lazo noble de la lengua con el que Dios la ha honrado?

26. Supongo que no me tendrás rencores sino que continuarás siendo mi querido padre en Dios... Amén».

27. Cainán estaba muy conmovido y finalmente dijo a su hijo: «Malaleel, mi hijo querido, he sido injusto contigo porque quería menospreciar tu primera plática, mientras que íntimamente estaba absolutamente convencido de su profunda verdad.

28. Pero tú tienes una verdadera Luz que es mayor que la mía. Lo que yo debo ocultar ante ti, tú mismo aún lo encontrarás antes de que yo mismo lo haya asimilado verdaderamente. Por eso, ¡sé mi hijo querido y mi hermano amado en Dios, eternamente!».


Capítulo 107. Sobre la astucia

1. Después de la conversación entre Cainán y Malaleel también a Set y Enós les vinieron las ganas de intercambiar algunas palabras, unas ganas que primero se manifestaron en Set.

2. Pues, a Set le habría gustado conocer las conjeturas de Enós sobre Asmahael; pero aún tenía otro motivo para ello: quería evitar que Enós le preguntara primero.

3. Porque se pensó: «Si lo dejara en manos de la suerte y mi hijo empezara a preguntármelo a mí, ¿qué respuesta le podría dar?

4. Si le pregunto primero, será él que tendrá que responder mientras que yo podré escuchar tranquilamente sus suposiciones seguramente muy acertadas. Y seguro que después él no me vendrá con preguntas embarazosas al respecto... De esta manera inocente me escaparé de una situación conflictiva para mí».

5. De modo que Set preguntó a Enós: «Oye, mi querido hijo, si los dos que van delante de nosotros han discutido sobre la naturaleza de Asmahael, ¿por qué no nosotros también? Me gustaría mucho si me dijeras algo sobre Asmahael.

6. ¿Qué fe tienes tú en él –– desde su aparición entre nosotros? Con lo sencillo que al principio se comportó entre nosotros... y ahora, ¡el efecto que surte cada una de sus palabras! Esto, a tu espíritu equilibrado, no se le habrá escapado...

7. Por esto me gustaría si me dieras tu juicio sobre él. ¡Dime, pues!».

8. Ved, la astucia de Set era justificada, porque únicamente su gran amor a Mí había facilitado que se volviera tan astuto. Pero toda astucia es una cosa que en sí no es buena, porque tiene una identidad doble y va en contra del Orden del Amor –– aunque no precisamente en contra el Amor mismo. Pero como identidad doble tiene características parecidas a la naturaleza doble de un hermafrodita –– mitad hombre y mitad mujer... ¿Quién podría casarse con tal hermafrodita? ¿Cuál virgen quisiera concebir de él –– de un ser cuyos órganos no sirven para concebir ni para engendrar?

9. Ante el hecho que tal hermafrodita también ama a su prójimo y los otros también le aman a él, se ve que él no anda en contra del Amor... Pero aun así ––igual que su hermana espiritual, la astucia–– no figura en el Orden del Amor que es el único que es fructífero. Porque por medio de la astucia nadie será atraído a la Vida ni ella misma puede producir algo fructífero para la Vida, dado que siempre seguirá siendo un engaño, aunque sea inocente –– un engaño que al afectado decepcionado siempre le causara mal humor, con lo que este se preguntará ante el astuto: «¿Por qué hace falta que mi hermano me capture con astucia –– aunque sea para mi propio bien? ¿Acaso lo bueno no es suficientemente bueno, por haber sido necesario que uno se vuelva bueno mediante la astucia? ¿O acaso yo mismo he sido malo para que me tenían que llevar hacia lo bueno mediante la astucia?».

10. Si la astucia siempre está abierta para lo malo, entonces también ella misma tiene que ser mala; porque si no fuera mala, el maligno la habría rehuido.

11. Ved, este también fue el caso de Set ante Enós, pues, pensaba haber arreglado el asunto de la manera más conveniente; sin embargo, se había embrollado a sí mismo de una manera que, si después Asmahael no hubiera intervenido, Set habría quedado ante su propio hijo en una luz fatal –– lo que en seguida se deducirá de la respuesta inocente de Enós:

12. «Querido padre, ¿cómo es posible que me preguntes por algo que, en realidad, me habría correspondido más bien a mí que te lo preguntara a ti? Ya hace rato que tengo ganas de preguntarte y me cuesta mucho cuidar mi lengua para no hacerte una pregunta inoportuna sobre Asmahael –– pero tú te adelantaste a mí.

13. Te digo que en este asunto me encuentro en la noche y eso sin que te pueda brillar como una estrella. Tú, mientras tanto, según mi parecer y en lo que se refiere a Asmahael, te encuentras en el día o por lo menos en el alba. ¡De modo que lúceme tú, desde el día en que te encuentras!

14. Tú mismo dices que toda Luz viene de lo Alto. ¿Cómo, entonces, voy a lucirte desde abajo hacia arriba?

15. ¿No íbamos a entrar en una conversación huera sobre algo que por la mayor parte me resulta totalmente desconocido e inexplicable?

16. Ve, padre, ante el hecho de que el tema Asmahael es realmente digno de que lo discutamos, me tomo la libertad de remitir la pregunta a ti... Ten pues la bondad de comunicar a tu hijo precisamente aquello que tú esperabas saber de él.

17. Desde siempre fue una costumbre que en asuntos extraordinarios los hijos recibieron enseñanzas por parte de sus padres. Por eso, ante una pequeña tentación paternal por tu parte, de ninguna manera estoy dispuesto a romper con esta antigua tradición sagrada, sino me consume la ilusión que me vas a dar una Luz contundente al respecto; y te seré profundamente agradecido.

18. Oh, querido padre, ¡no me prives de esta Luz!».


Capítulo 108. Situación embarazosa de Set a causa de que Enós le ha devuelto la pregunta

1. Cuando Set en vez de obtener la respuesta anhelada vio que Enós le devolvió la pregunta, se quedó totalmente desconcertado; y durante mucho tiempo no pudo pronunciar ni una sola palabra.

2. Enós, por supuesto, se dio cuenta de este detalle. Por eso le preguntó: «Querido padre Set que eres la imagen de Adán como él es la imagen de Dios, ¡en vez de quedarte callado, respóndeme por lo menos mi pregunta! ¿Acaso no es justo que te lo haya preguntado, dado que yo no sabía nada que te habría podido responder?

3. Siempre fue así que cada uno es libre de hacer una pregunta y que la respuesta explica la pregunta de la manera que fuera.

4. ¿Pero quién podría ser obligado a responder o satisfacer una pregunta si él no tiene nada con que pudiera iluminar la noche que se manifiesta en el ámbito de ella?

5. Como me preguntaste por algo que a mí aún no me estaba dado, tenía que volverme un deudor que te debe Luz.

Entonces, si desde mi noche te pregunté por algo en que yo hubiera debido servirte con una buena respuesta, con esto de ninguna manera quería obligarte que me presentes una respuesta, sino sólo quería que me demuestres si por mi parte era justo o no que yo había seguido tu propio ejemplo.

6. Desde hace mucho tiempo ya es costumbre entre nosotros que todos los derechos del padre pasan a manos de sus hijos y de la madre a sus hijas, dado que el santo Creador así ya lo dispuso en la naturaleza de todas las cosas; de modo que en este caso muy preciso me he servido de este derecho sumamente justo. ¿No me lo tomarás en mal, querido padre?

7. O, acaso, ¿está en contra del orden si al hijo le falta alguna Luz precisamente en aquello que su padre le está preguntando? ¿Acaso puede ser culpa mía que no pueda corresponder a tu pregunta? ¿No podrá ser un fallo si yo, como hijo tuyo, te pida un consejo?

8. Yo, por mi parte, soy de la opinión que no he cometido traspié alguno sino que he actuado legítimamente ante ti, ante Adán y ante Dios –– además, no disimulada sino abiertamente. Siendo así, caso que no puedas darme una respuesta aclaradora, todavía podrás reprenderme por ello».

9. «Pero querido Enós, ¡ten un poco de paciencia!», le respondió Set. «Ya sabes que mi lengua no es como la de Enoc o de Cainán para que pudiera tan rápidamente presentarte una respuesta correcta. De modo que esperes un poco, porque algo ya saldrá.

10. Por eso no hace falta que me cites tus derechos que yo conozco tanto como tú, ni tampoco todas las costumbres que siempre eran justificadas; pues, todo esto ya te lo había enseñado yo. Pero con respecto a la pregunta que me quitaste de mi boca no es tan fácil darte una respuesta cuya preparación costará algún tiempo de reflexión, y ya veremos si lo que sale es del día o de la noche».

11. Pero para sus adentros Set dijo: «¡Vaya estupidez que he cometido! ¿Por qué tenía que poner esta pregunta a mi propio hijo, tomándome por listo, y despertar en él unas ansias que en sí son absolutamente buenas? ¿Pero cómo construir encima de estas ansias si no me está permitido satisfacérselas?

12. ¿Qué podré responderle en cuanto expire este corto plazo de espera que me queda?

13. No es posible que simplemente deje de contestarle, porque esto sería totalmente en contra de todo derecho divino de obtener la respuesta profundamente anhelada.

14. No me está permitido decir la verdad –– pero menos aún una mentira...

15. Oh Asmahael, Asmahael, ¡sólo ahora comprendo lo funesta que puede ser una ley, incluso una tan simple! ¿Qué, pues, en caso de leyes más severas?

16. Oh Asmahael, si ahora no me ayudas como antes, ¡entonces otra vez me hundiré! ¡No permitas que me hunda en la noche más profunda de toda perdición!».


Capítulo 109. El descanso de los padres debajo del árbol del pan

1. Tras muchas conversaciones parecidas los padres ya habían recorrido la mitad del trayecto y Adán tenía ganas de descansar un poco; pues, sólo faltaba una hora para mediodía, con lo que los rayos Sol ya calentaban mucho.

2. De modo que una pequeña pausa en la sombra refrescante de un enorme árbol del pan era bienvenida para Adán. Además, allí había una fuente de agua fresca abundante bien conocida a los padres, a la que Adán desde siempre atribuyó propiedades fortificantes.

3. Allí los padres se reposaron y me alabaron de todo corazón. Todos los que ya me habían reconocido estaban sumamente felices –– menos Set, porque la promesa que había hecho a Enós le oprimió su corazón.

4. Adán pronto se dio cuenta de que Set estaba desconcertado y le preguntó: «Hijo mío, hay algo que te preocupa, ¿qué es?

5. Porque estás respirando como uno que cuenta donde no hay números o nada que pudiera contar. ¿Qué pasa? ¡Abre tu boca ante mi y tu corazón ante Aquel que se encuentra entre nosotros!».

6. A eso Set se quedó aún más cortado, y como Enós se encontraba a su lado, no pudo pronunciar ni una sola palabra.

7. Sólo entonces Asmahael se puso en su medio y de esta manera ayudó al pobre Set de su gran embarazo diciendo:

8. «Si alguien queda atrapado de una manera u otra ––por palabras o por acciones–– porque no es tan hábil como el otro que le ha atrapado, entonces la captura no es culpa del atrapado sino de aquel que le ha atrapado.

9. Porque si un lobo caza un asno descuidado cuyas piernas por naturaleza son más lentas que las del lobo, ¿quién atribuirá la culpa de la captura al asno, dado que en realidad el lobo habría más bien debido enfrentarse con ciervos o gamuzas para competir con ellos?

10. Pero si a un lobo gracioso le discurre dejarse capturar por un asno que luego, dándole una coz, le rompe la cabeza, entonces el lobo insensato tiene la culpa que el asno menos listo haya acabado con él. Set, ¿comprendes esta imagen?

11. ¿Qué tal te parece lo del lobo y del asno? Si eres sabio, ¿qué, entonces, puede haber entorpecido tus pies, para que dentro de tus astutos cálculos no hayas tenido en cuenta lo que el asno iría a hacer si viera al lobo despistado y le alcanzara?

12. Ves, ¡no es la ley que se castiga de esta manera ––como tú pensaste–– sino únicamente insensatez!

13. ¿Quién te insistió preguntar al Enós todavía ciego por aquello que a ti, de momento, estaba prohibido por Dios?

14. Ve, en la astucia no mora ni la menor chispa de sabiduría, porque la humilde prudencia es una cosa, y la astucia es otra. La prudencia va por un camino seguro, mientras que la astucia frecuentemente tiene que rendirse a la ignorancia.

15. Por esta vez te sea echada una mano, porque lo hiciste por amor. Pero en adelante cuida de que el asno, con su casco, no se te acerque demasiado a tu cabeza; de lo contrario arriesgas que te toque la misma suerte que al lobo.

16. Y tú, Enós, espera la respuesta que te llegará mañana; pues, serás el último que lo sabrá porque te justificaste ante tu padre haciéndole miedo. Por eso, ¡espera hasta mañana!».


Capítulo 110. El Poder milagroso de Asmahael

1. Después de estas palabras Asmahael bajó del animal y le dijo: «¡Hehera!... ¡Aléjate, porque tu servicio terminó, y tú con él!». (Esto es lo que significaba esta palabra extraña.) Y en el mismo instante el animal desapareció.

2. Todos los padres se asustaron sobremanera. Incluso Enoc no quedó indiferente, y Abedam no sabía si soñaba o si estaba despierto, dado que el animal no se alejó sino realmente desapareció.

3. Acto seguido Asmahael retrocedió y dejó a los padres que cavilen, sobre todo a aquellos que aún no tenían idea alguna Quien se ocultaba detrás de Asmahael.

4. En seguida Jared tiró a Enoc de la manga y le dijo en voz baja: «Enoc, ¿qué opinas tú, dónde se ha quedado el animal?

5. No se ha metido en la tierra, ni en algún lado, ni tampoco en el aire; pues, en menos de un momento ha desaparecido simplemente sin dejar el menor rastro... y todo eso por medio de una sola palabra por la boca de Asmahael...

6. Hijo mío, ¡aquel que comprende esto es más entendido que tú y yo!

7. Si esto hubieran observado tu hijo Matusalén y su hijo Lamec que ya tiene algo más de cuarenta años, seguro que Matusalén habría salido de su indiferencia y la vivacidad de Lamec se habría tranquilizado considerablemente.

8. Yo los habría traído con nosotros, pero no estaba seguro si Adán hubiera sido de acuerdo. También tu mujer habría echado de menos a su sustentador tan atento, porque como Adán te convocó a la choza de él, tú ya no puedes presidir a nuestra choza común.

9. También a Lamec le habría gustado acompañarnos, pero el padre Adán no le aprecia por la intranquilidad que siempre trae a causa de su “locuacidad”, aunque a mí, todo lo que dice, no me parece ni tan insensato...

10. Con lo que quiero decir, que no sería ni tan mal si estos dos también estuvieran aquí.

11. ¡Ay, qué cosa! No sé qué es lo que me pasa, pero me siento muy extraño... También me parece que incluso estoy hablando de manera algo confusa...

12. Qué te parece, ¿será bien hecho que, en secreto, avisé que los dos vengan a nuestro encuentro en la región de la medianoche?

13. ¡Si tan sólo los hubiera citado para aquí mismo, con algún refresco para Adán! Oh, Enoc, ¡ahora todo me parece tan extraño! ¡Te ruego que me digas algo para que me calme!».

14. A eso Enoc acarició a su padre y le dijo: «Mi querido padre, ¡qué corazón más bueno tienes! Créeme, ¡a corazones como éste el santo Padre nunca los deja ayunar mucho tiempo! ¡Y como me parece, ya nos ha preparado una gran alegría!

15. Ve, donde el camino continúa en dirección de medianoche, desde allí ya vienen corriendo nuestros dos hijos –– ¡y Asmahael va alegremente a su encuentro!

16. Oh, padre Jared, ¡ahora ya se ha cumplido todo! Mi amor a Dios y a ti se está desbordando; por eso, ahora, ¡déjame que ame a Dios y que mi lengua se calle ante Él y ante ti!».


Capítulo 111. Asmahael trae a Matusalén y Lamec a la asamblea

1. También los demás estaban sorprendidos y no sabían a qué atenerse. Pero cuando Adán se dio cuenta que los dos descendientes de Enoc ––acompañados de Asmahael–– se estaban acercando a la asamblea, preguntó a Enoc:

2. «¿Quién llamó a estos dos de los que yo no quería que vinieran con nosotros, porque el uno es demasiado insípido y el otro demasiado locuaz e informal?».

3. «Ve, padre Adán», le respondió Enoc, «por un lado lo hizo el amor paternal de Jared, en mi lugar, pero lo esencial lo hizo Aquel que anda entre los dos y los trae aquí.

4. Si tú le conoces, ¿cómo es posible que aún indagues por lo que el Señor ha hecho?

5. Alégrate junto conmigo que el gran Dios tenga tanta alegría en aquello que ante el mundo está pequeño... Porque Él mira con agrado a lo que está pequeño y viene corriendo para socorrer a todo aquello que está débil ante nuestros ojos...

6. Por eso, ¡alabado sea nuestro gran Dios y Padre tan sumamente santo! ¡Amén!».

7. Adán estaba muy conmovido y me alabó desde la profundidad de su corazón apaciguado.

8. Entretanto Asmahael trajo a sus dos protegidos a los padres y empezó a dirigirles las palabras siguientes:

9. «Oídme todos que estáis aquí física y espiritualmente, en el amor y en la fe... Y sobre todo vosotros que hacéis diferencias entre los unos y los otros, y que decís: “Éste es mi favorito porque siempre obedece a mi corazón. Su vida la tiene verdaderamente de mí, porque actúa realmente conforme mi voluntad”.

Y hay los que dicen: “A éste no le puedo amar porque no se comporta según lo quiere mi corazón. Mi voluntad le está ajena y no hace caso a lo que me complace. Cuando yo quiero tranquilidad, él cruce mi camino; cuando debiera hablar, se calla. Cuando debiera callarse, entonces habla. Cuando debiera andar, se tumba; y cuando debe vigilar, se duerme. Y tras sus sueños saca cantidades de sandeces”.

Ved, de esta manera juzgáis a todos aquellos que no os caen en gracia, proscribiéndolos de esta manera de vuestro corazón, porque no corresponden a vuestro amor propio.

Ved, ¡lo injustos que son vuestros juicios!

10. Cuando Dios creó al hombre, ¿acaso lo hizo para la perdición o la bendición de él?

11. ¿Acaso Dios ha introducido alguna vez una diferencia entre los hombres –– a no ser la diferencia natural del sexo?

¿Acaso hizo alguna vez que se os anunciara un mandamiento que dijera: “A los hijos y hombres que no se comportan conforme agrade a vuestro amor propio, los tenéis que despreciar, y sólo debéis amar y estimar a aquellos que no conocen sino la voluntad de vuestro corazón”?

12. Oh ved, vosotros actuáis de esta manera a pesar de que no tenéis mandamiento alguno para ello. ¿Cómo, entonces, podéis maldecir la esclavitud en las profundidades que es una consecuencia de la noche –– una esclavitud que surgió de vosotros mismos al transformar a vuestros propios hijos en esclavos?

13. Habla el Señor: “Tanto como Yo soy Padre vuestro, ¿acaso no lo soy también para vuestros hijos?

14. Entonces se supone que tengo el derecho de dar también a los hijos una propia voluntad libre. Y si así lo hice ––lo que os escandaliza–– ¿acaso os debo explicaciones acerca de ello?

15. Si vosotros, los padres, a vuestros hijos no rendís cuentas de vuestra voluntad, ¿cómo es posible que me las exijáis a Mí ante el hecho de que a todos vosotros os abrazo con el mismo Amor –– y no como vosotros que amáis al uno menos que al otro o igual le amáis en absoluto?

16. ¡Mostradme un solo lugar en la Tierra donde nunca hubiera caído una gota de lluvia o un rayo del Sol, y donde una gota hubiera sido menos húmeda que otra!

17. En verdad, os digo: No hay esclavitud más dura que aquella de la terquedad rígida que no considera sino el amor propio, donde todos tienen que entregarse a la voluntad de uno solo”.

18. Si el santo Padre tan sumamente sabio y amoroso a cada uno le ha dado una propia libre voluntad como también un propio corazón, ¿entonces, acaso, no es injusto si un anciano de ninguna manera quiere admitir la libre actividad de su hijo adulto?

19. Aun así Yo os digo: Aunque a un hijo convenga más obedecer a su padre durante toda su vida y nunca oponerse a él en lo que fuera, todavía conviene mucho más que el padre desde el nacimiento de su hijo le diera una orientación que le permite que en adelante pueda moverse libremente, y que por propia iniciativa, llevado por su amor, pueda volver a su padre para decirle:

20. “Oh padre, ve, ¡tu hijo ha venido para llevarte en sus manos!”.

21. Decidme, ¿no vale esto mucho más que si debieras decir a uno de vuestros hijos: “Ven aquí y llévame”, y el hijo viene para cumplir con tu voluntad, como si nunca se hubiera atrevido venir por sí solo sin haber sido llamado?

22. Ved, ¡cómo os distinguís todavía –– y lo poco que os parecéis a Aquel que quiere que os volváis eternos hijos Suyos!

23. Ved las hojas de este gran árbol que os protegen de los fuertes rayos del Sol y deliberad, si alguna de las hojas se supera a las demás.

24. Vais a decir: “Si las hojas se encuentran más arriba o más abajo, esto no hace diferencia. Pero ellas fueran un manjar, entonces las más grandes tendrían más valor que las pequeñas”.

25. Así es como habéis tasado. Pero ¿quién, en vosotros, fue el tasador? Ahí tendréis que confesar: “Fue nuestro amor propio al que encanta disfrutar”... y eso sin tener en consideración que el Creador en las pequeñas hojas tal vez a colocado una finalidad mucho más sublime que vuestras panzas en las grandes preferidas por ella.

26. Cuando construís una escalera, ¿por qué hacéis los travesaños de abajo más robustos que los de arriba?

27. Aunque ya lo sepáis, os digo que por eso los de abajo no son más eficaces que los de arriba. Pero cuando apoyáis la escalera en el árbol, ¿no le tocarán precisamente los travesaños más flojos?

28. En verdad, os digo: También Yo me construiré una escalera –– una escalera de hombres a la cual apoyaré al árbol de la Vida que desde la Tierra llega al Cielo de toda Vida. Y felices serán los travesaños a los que pondré lo más arriba, porque únicamente ellos alcanzarán la Vida, mientras que los robustos de abajo aun con todo el peso que tengan encima, tendrán que esperar por cualquier residuo vital tirado a las profundidades.

29. Comprendedlo bien, ¡y por ello nunca orientéis a vuestros hijos hacia vuestro amor propio, sino siempre hacia la Libertad y el Amor divinos! Amén».


Capítulo 112. Discusión entre Lamec y Matusalén sobre el forastero

1. Oyendo estas palabras, sobre todo a Adán pero también a casi todos los demás padres que se encontraban alrededor de él, les dio un gran escalofrío; de manera que nadie ya pudo pronunciar una sola palabra, con lo que hubo un gran silencio.

2. Los dos recién legados no comprendían nada de todo aquello que Asmahael había dicho a los padres.

3. Por eso pensaron que los padres por un lado estaban enfadados por su presencia inoportuna, y por otro lado porque su guía que les estaba desconocido evidentemente había hablado palabras en favor de ellos.

4. Ante esta situación, en voz baja, Lamec preguntó a Matusalén: «Padre, ¿qué vamos a hacer? ¿Debiéramos marcharnos, sin son, y abandonar a los padres que aparentemente están enfadados con nosotros? ¿O debiéramos quedarnos y con toda paciencia soportar los reproches que nos hagan?

5. Pero ante todo, ¿quién puede ser este hombre joven tan cariñoso que vino a nuestro encuentro y que con tanto valor nos acompañó a los padres?

6. Su palabra tiene que ser de gran importancia porque los padres le habían escuchado con gran atención; y ahora parece que ni siquiera se atreven a contestarle.

7. Oh padre, ¡a ver si tú puedes sacar una conclusión! Y, si te parece bien, luego me la comunicas...».

8. Sin mucho pensárselo, Matusalén dijo a su hijo: «Hijo mío, ¡míralo bien, si mediante cualquier reacción por nuestra parte la situación puede mejorar o no!

9. Si nos quedamos ––puesto que nadie nos despacha–– los padres seguirán siendo nuestros padres, y tú y yo sus hijos. Y si los abandonáramos sin que ellos nos hayan despachado, nada cambiaría en esta relación. Y nosotros, al abandonarlos, no les manifestaríamos obediencia ni afecto. Entretanto, ellos pueden guardarnos rencor por lo uno o por lo otro, dado que son nuestros padres; pero como tales, a pesar de todo, siempre nos amarán más de lo que nos van a despreciar.

10. Siempre procuro partir de la misma base que mi padre Enoc: “Ama a aquel que te guarda rencores, y pronto él será amigo tuyo”.

11. Ve, si nosotros actuamos de esta manera, ¡seguro que los padres no serán descontentos con nosotros!

12. Pero en lo que se refiere a este hombre joven tan sumamente amable, para mí es un enigma; pues, no puedo imaginarme de dónde viene, quién es, cómo ha logrado que los padres le hayan aceptado en su comunidad, y qué es lo que figura aquí.

13. Que él es más sabio que tú y yo, esto ya lo ha manifestado mediante su plática. Y que en su palabra debe morar un poder inexplicable, esto ya está más que evidente porque lo demuestran los padres al haberse quedado sin palabras.

De momento no nos hace falta saber más. De modo que podemos esperar con toda paciencia cómo esta situación se desarrollará».

14. Acto seguido Asmahael se dirigió a los dos y les dijo: «¡Oídme!, donde estoy Yo, allí está bien permanecer, y nadie tiene que preocuparse o temer lo que fuera. Por eso, mientras esté Yo, ¡quedaos donde estáis! Porque aquel que se queda allí donde estoy Yo, él está bien acogido y ha encontrado un lugar permanente en la cercanía de Aquel a quien está bienvenido cada uno que tenga un corazón honrado.

15. Lo que ahora aún no comprendéis, lo asimilaréis vivamente en cuanto me reconozcáis...

16. Alegraos por no estar lejos de Mí, ¡oíd y entendedlo! –– Amén».


Capítulo 113. La plática de Enoc a Matusalén y Lamec

1. Al oír estas palabras de Asmahael, los dos se quedaron profundamente admirados; y, cuando Asmahael se había apartado un poco de ellos, Lamec dijo a Matusalén:

2. «Padre, ¿qué impresión te da esta corta plática de este joven? A mí me parece que él se estima mucho a sí mismo, dado que dice: “¡Donde estoy Yo, allí está bien permanecer!”. ¿Por qué no habrá dicho: “¡Donde están Adán y los hijos de Dios, allí está bien permanecer!”?

3. Ves, esto y muchas cosas más me resultan completamente inexplicables. Dime, pues, ¿qué impresión te causa este joven?».

4. Oyendo esto, Enoc se dirigió a los dos y los corrigió: «Oíd, hijos míos, y fijaos en lo que os digo:

Suponemos que levanto una piedra y la mantengo en la mano, y viene alguien que me pregunta: “Amigo, ¿qué tienes en la mano?”. Le muestro la piedra pero él continúa preguntando: “¿Qué pasa con esta piedra?”. Le contesto: “¿Para qué me preguntas? Si yo mantengo la piedra encima del suelo, ¿cómo es posible que para ti se convierta en una piedra de escándalo?

5. ¿Por qué te preocupas por una carga que no te pesa a ti? Ante el hecho que yo me encuentro a gusto con mi carga, ¿ya no tienes otra cosa por la que pudieras preguntarme preocupadamente?”.

6. Cuando alguien tiene una piedra en la mano, ¿acaso se podría convertirla en polvo?

7. ¿No conviene más llevar una piedra en la mano, en vez de atropellar con una en la calle, caer y herirse en ella?

8. Ahora, ¿quién va a huir de la propia vida? El que la tiene, ¿por qué se comporta así como si nunca la hubiera recibido, actuando en todas las cosas como si fuera ciego?

9. ¿Qué sabe el hombre?

Todo lo que sabe, ¿acaso no le ha llegado de Dios? Entonces, ¿cómo es posible que, fuera de Dios, pueda pensar como uno que es autosuficiente y no precisa de las inspiraciones de Él? ¡Os digo que una vez que empiece a cavilar, continuará cavilando hasta el fin de sus días!

10. Así lo estáis haciendo vosotros –– preguntando y cavilando.

Si yo viniera y os dijera: “Soy Enoc, vuestro padre”, ¿qué os diría esta declaración?

11. Al confirmar esto ante vosotros, ¿podríais reprocharme que con esto me estimaría mucho a mí mismo? ¿Acaso no es correcto lo que mi lengua os confirma sobre mí?

12. ¿Pero qué resultará de todo eso una vez que ciegos empiecen a dar su parecer? Aquel que durante el día no ve nada, ¿cómo puede esperar que la noche le resulte en una lumbrera?

13. Si no sois capaces de asimilar las palabras de Asmahael, ¿en qué va a basarse vuestro parecer sobre Asmahael mismo?

14. Si os preguntara qué es el crecimiento de una rosa... y después os preguntara qué es la rosa misma, ¿qué me diríais? –– ¡Os quedaríais mudos!

15. Entonces, ¿cómo es posible que os rompáis la cabeza sobre Asmahael?

En fin, os digo que esperéis hasta mañana y todo os será explicado. Por ahora, seguid a Asmahael y fijaos en cada una de sus palabras».


Capítulo 114. La impaciencia de Lamec. La respuesta de Matusalén

1. Después de estas palabras Enoc se apartó de los dos para volver al padre Jared donde esperó la señal para continuar el camino hacia la región de la medianoche. Pero esto aún iba a tardar porque hacía mucho calor y los padres disfrutaron mucho del descanso en la sombra refrescante del gran árbol del pan.

2. Pero Lamec y Matusalén estaban intranquilos; sobre todo Lamec no dio tregua y se dirigió a Matusalén:

3. «Padre, ¡otra de estas! ¿Qué habrá querido decirnos el padre Enoc, al que ni siquiera habíamos pedido una explicación?

4. Hay tanta tensión aquí... Cada palabra es un sermón... El padre habla con el hijo como si este no mereciera sus palabras, y el hijo parece hacerse el sordo de lo que dice el padre, o no le entiende. Ves, en el caso de nosotros dos ya es así, pues, el padre Enoc ha hablado y, por lo menos yo, no he comprendido casi nada, sólo que debiéramos atenernos a Asmahael y que mañana todo tendrá su explicación.

5. Pero lo que dijo sobre la piedra, la vida, las inspiraciones y el parecer, de todo esto, querido padre, he comprendido tanto como si no hubiera oído nada.

6. Si tú, querido padre, has comprendido algo más, entonces dímelo. Pero si te pasa lo mismo que a mí, entonces no nos queda otro remedio que seguir con calma el ejemplo de los abuelos y, en el nombre del gran Dios, esperar el día de mañana en que ya veremos los frutos de la Luz que entonces aparecerán. De modo que si tú sabes algo...».

7. «Hijo mío, aquel que quisiera darte una respuesta a todas tus preguntas, él tendría que tener diez lenguas y la misma cantidad de pulmones», le respondió Matusalén. «Pues, tu vida no es sino una sola pregunta sin fin... En esta Tierra aún no hay árbol suficientemente grande y fuerte para que en él pueda madurar un fruto que contiene respuesta suficiente para tu pregunta.

8. ¿Qué voy a decir yo? ¿Acaso no oíste las mismas palabras de Asmahael, y después, en mi lugar, las del padre Enoc?

9. Reflexiona íntimamente sobre ello, en toda tranquilidad y, si así es la Voluntad del Señor, se te encenderá una Luz al respecto, una Luz cada vez más clara.

¿Qué es nuestra ayuda y qué nuestra propia luz –– todo lo que no nos está dado desde lo Alto?

10. Toda ayuda que proviene de los seres humanos nada sirve, y la luz del hombre no es sino la mera noche. Cuando los hombres se ayudan mútuamente, sólo se dañan entre ellos. Y si un hombre quiere dar una Luz al otro, en realidad sólo le ofusca.

11. Por eso, tú, limpia en tu corazón la sagrada Luz del Amor, y pronto podrás prescindir de toda luz ajena; porque una chispa de la Luz divina vale más que un entero cielo lleno de Soles, Lunas y estrellas más claros.

12. Por eso, ¡cálmate y espera con paciencia el día de mañana prometedor!».


Capítulo 115. La serpiente en el árbol

1. Después de esta plática todas las lenguas se callaron y cada uno reflexionó sobre los acontecimientos de aquel día, alabando en su corazón a Dios por tantas manifestaciones de su Gracia.

Aquellos que ya habían reconocido a Asmahael, de todos modos mantenían ininterrumpidamente su corazón, su visión y su oído dirigidos a Él.

Mientras tanto, Asmahael y Abedam estaban conversando en voz baja, de modo que nadie pudo oír lo que dijeron.

2. Después de un buen rato, de repente Eva soltó un grito porque tras la contemplación de las ramas preciosamente enredadas había descubierto una serpiente enorme, precisamente encima de ella.

3. Cuando los padres también la vieron, se levantaron de toda prisa para huir con Eva de aquella bestia.

4. Pero en el mismo momento Asmahael les cortó el camino y les mandó no abandonar sus lugares antes de que Él se lo hubiera señalado.

5. Y cada uno volvió al lugar que antes había ocupado. Allí, sin preocuparse ya de la bestia, todos estaban esperando lo que iba a suceder.

6. Acto seguido Asmahael se acercó al animal que se estaba serpenteando entre las ramas y le dijo: «Bestia de la ira y de la noche, ¿qué estás buscando aquí, maldita?».

7. La serpiente le respondió silbando: «Busco a Aquel que continuamente me está persiguiendo, ¡para causarle su perdición!».

8. Asmahael insistió: «¿Quién es Aquel al que acusas que te está persiguiendo y al que quieres llevar a la perdición?».

9. «Él es Dios desde todas eternidades y Creador de todas las cosas que Él me ha dado; pero cuando vio mi magnificencia que era mayor que la suya, se encolerizó, me la quitó y me maldijo. Y adornó con ella a los gusanos infames de la Tierra para que se vuelvan imágenes vivas de Él, mientras que a mí me lanzó a la perdición eterna y me dio esta forma de gusano más vergonzosa».

10. Al oír estas palabras, Asmahael se enfureció visiblemente y, en voz de trueno, dijo a la serpiente: «¡Oh Satanás!, ¡tu mentira es inconmensurable y tu maldad es ilimitada!

11. ¿Cuándo te he maldecido y perseguido?

Cuando durante eternidades arbitrariamente y malintencionado te echaste a la fuga de Mí y llegaste a la esfera intangible de la eterna Santidad de Dios en la que por todas las eternidades te habrías quedado aniquilado, ¿Quién te extendió su poderoso brazo, te agarró con todo Amor y te colocó aquí donde quería igualarte a Él mismo?

12. ¡Pero incluso entonces tu soberbia rehusó al supremo Amor del santo Dios todopoderoso! Con descaro abandonaste la morada que Yo te había preparado, y querías destruir mi Obra –– y a Mí, tu Dios...

¡Satanás!, ¡mentiroso más indigno!

13. Allí ves a Adán, una morada para ti que continúa viviendo, también sin ti, y él y su descendencia vivirán eternamente. ¡Pero tu semen sea maldito! Desde ahora, entre tu descendencia y la de la mujer, voy a introducir una enemistad irreconciliable. Habrá una mujer a la que tu mordedura en el tacón no le perjudicará, ¡pero ella te aplastará la cabeza!

14. ¡Y ahora apártate y desaparece! –– Amén».

15. Acto seguido la bestia maligna desapareció.


Capítulo 116. La plática de Asmahael sobre el Poder de Dios en el hombre

1. Ante este acontecimiento todos los padres se desquiciaron. Aquellos que conocían la identidad de Asmahael, en sus corazones estaban llenos de gratitud y verdadero amor. Pero todos aquellos a los que este detalle importante había sido ocultado, arquearon los ojos y no sabían cómo comportarse ante esta situación. No sabían si debían consumirse de respeto, si debían rezar o si no debían dar crédito a sus ojos y oídos.

Se preguntaron si debían preguntar a los padres o mejor a Asmahael mismo: “¿Quién eres, para que tu palabra tenga semejante poder y puedas determinar lo que debe ocurrir? Porque nada más pronunciar algo, y ya se ha cumplido...”.

2. Cavilando de esta manera, a todos ellos les entró un gran miedo, porque el segundo ejemplo de una desaparición súbita había producido en ellos una gran confusión.

3. Como estas cavilaciones duraban mucho tiempo sin traer fruto alguno, Asmahael se acercó a todos aquellos que no sabían a qué atenerse con Él y les dijo: «Oídme, todos los que tenéis un concepto confuso de Mí...

4. ¿Acaso Adán, Set y Enoc no os han dicho repetidamente lo mucho que el hombre puede causar en el nombre de Dios? Pero vosotros, siempre sordos en el espíritu y ciegos en la visión, no percibisteis lo que esto pudiera significar. Pues, no podíais imaginaros la Fuerza que puede ser concedida a cada hombre en el nombre de Dios Jehová si actúa con fe absoluta y si su amor es inquebrantable.

5. En vez de tomar esto en consideración, vosotros preguntáis los unos a los otros: “¿Quién es Asmahael y cómo es posible que pueda realizar todo esto?”.

6. ¡Oh ciegos y sordos! ¿Qué pensáis por qué os fueron dados el oído y la visión, en el sentido espiritual y físico? ¿Acaso solamente para ver la flora y otras cosas de la Tierra y del firmamento?... Y el oído, ¿sólo para que podáis oír el canto de los pájaros, y toda clase de estrépitos en el mundo?

¿No os podéis imaginar que estos sentidos os fueron dados para que antes de todo los dirigierais hacia vuestro interior, es decir, que primero debierais observar lo que pasa en vuestro interior, para que luego podáis llevar allí todo lo externamente oído y visto, evaluándolo en la raíz de vuestra existencia?

7. La causa de todas las cosas, ¿acaso no está viva dentro de vosotros mismos? Entonces, si alguien ha llegado a las raíces fundamentales de una cosa, abrazándola con la fuerza que por medio del amor y de la fe se apoye en Dios, ¿qué contratiempos podrían aún presentarse para que no se pudiera realizarla de la manera como el verdadero hombre se la ha pensado en la profundidad de su interior y la ha querido firmemente en el nombre de Dios?

8. ¿Pero quién es capaz de realizar algo? Y si alguien es capaz de hacerlo, entonces es solamente por medio de Dios. Porque fuera de Dios y sin Él, nada es posible.

9. Actuad, pues, y no preguntéis mucho Quién o qué es Asmahael, entonces le encontraréis en vuestro interior, donde cada uno de vosotros se enterará de lo que significa. Amén».


Capítulo 117. La pregunta de Adán a Asmahael

1. Después de haber oído esta plática Adán se levantó, llamó a Asmahael y le preguntó:

2. «Oh Asmahael ––mi lengua casi no se atreve pronunciar tu nombre–– ¿no me lo tomarás en mal si te hago una pregunta cuya respuesta me quitará el peso de una montaña de mi corazón?».

3. Pero Asmahael le contestó: «Adán, dado que conoces a Asmahael, ¿cómo le vas a preguntar por algo que te oprime? ¿Acaso no sabes que Aquel que ha hecho el centro de la Tierra y que ha extendido el firmamento del cielo infinito como una araña extiende su telaraña, también es el creador de tu corazón y sabe en cada momento lo que pasa en él?

4. De modo que si me conoces, ¡no me preguntes! Pero si aún no me conoces, ¿cómo es posible que te imagines que Yo sea capaz de quitarte una piedra de tu corazón, si no una montaña?

5. Lo que te está preocupando, preséntalo con toda fe en tu corazón a tu Asmahael interior, y el Asmahael que aquí se encuentra físicamente delante de ti, tras el tuyo interior te dará la respuesta viva que te vivificará verdaderamente; mientras que cada respuesta exterior te serviría para la muerte y no para la vida. Porque todo lo que ––por donde fuera–– entra en el hombre por vía exterior tiene naturaleza mortífera. Pero la vida siempre actúa desde lo interior, al igual que Dios mismo que siempre actúa desde el propio centro de su Amor, eterna e infinitamente.

6. De modo que haz lo que acabo de indicarte y se realizará lo que tu corazón está anhelando. Amén».

7. Adán hizo conforme le estaba aconsejado, y en seguida su semblante resplandeció de suma alegría. Porque desde este momento salió de todas dudas acerca de Asmahael, con lo que jubiló y alabó a Dios en su corazón; pues, todo le parecía transfigurado.

8. Pero también todos los hijos en su alrededor se dieron cuenta de este arrebato del patriarca y le preguntaron qué más había sucedido.

9. Pero Adán sólo señaló a Asmahael y les dijo: «Oh hijos, ¡no me preguntéis a mí! Porque allí está el gran Instructor y Maestro insondable de todas las cosas... ¡No busquéis en lo exterior sino únicamente dentro de vosotros, porque así lo enseña Aquel que es la Vida eterna misma!

10. Realidad, Verdad y Vida se encuentran únicamente en el interior del hombre, donde únicamente se puede buscar y encontrarlas; mientras que todo lo que desde el exterior entra en el hombre no es sino apariencia; pues no tiene existencia real y es de naturaleza mortífera.

11. Si alguien recibe una enseñanza externa y quiere sacar provecho de ella, ¿acaso no tendrá que aceptar que le maten su propia voluntad, teniendo luego que esperar con su voluntad inerte qué clase de fruto producirá la semilla de la enseñanza?

12. Pero aquel que se dirige a la Vida en su interior y de esta manera directamente a Aquel que es santo, santo, santo... a Aquel que es eternamente verídico y lleno de Amor, Misericordia y Gracia, él recibirá la Vida como yo acabo de recibirla. Y él ya no tendrá dudas en lo que fuera –– en cosas que antes le oprimían el corazón con el peso de grandes piedras.

De modo que no preguntéis sino haced lo que yo he hecho, y todo lo que os conviene lo encontraréis vivo en vosotros».

13. Después de esta plática todos se dirigieron a Asmahael; le miraron pero no pronunciaron ni una sola palabra, porque íntimamente cada uno se estaba concentrando en su pregunta cardinal, asociándola con Asmahael –– con excepción de Enoc, Abedam, Matusalén y su hijo Lamec.

Porque los primeros dos, a través de Mí, sabían perfectamente lo que significaban las palabras de Adán, y los dos más jóvenes, en realidad, sabían poco más que nada; para ellos sólo había admiración tras admiración. Tampoco les habría importado si hubiera habido más espectáculos; pero en este plan por lo menos se les había disipado la idea de indagar más sobre Mí, lo que de momento fue mejor para ellos.

14. Mientras tanto, sobre todo Set, Enós, Cainán, Malaleel y Jared, se concentraron más y más absortos en su pregunta relacionada con Asmahael; sin embargo, el resultado vivificador no quería presentarse. Por eso, uno tras otro, todos volvieron a Adán y observaron:

15. «Padre, nuestra empresa no nos da el resultado conforme tu consejo...

16. O el consejo no fue completo, o lo hemos interpretado incorrectamente.

17. Porque antes al menos nos encontrábamos en la penumbra, mientras que ahora nos encontramos en una noche cerrada. ¿Qué debemos hacer?».

18. Con amor y seriedad Adán les respondió: «¿Acaso no os dije cómo debíais emprenderlo? Entonces, ¿dónde estaba vuestro espíritu mientras yo os estaba hablando?

19. Aquí delante de vosotros está Asmahael.

¿Acaso la mera reflexión podría ser suficiente? ¿Qué puede ser un pensamiento sin un profundo amor, sin una plena confianza y sin una fe incondicional? Os digo que no puede ser sino una apariencia huera en que no hay más realidad que en un copo de nieve encima de una piedra incandescente.

20. Por eso, si queréis llegar al fruto de lo que hacéis, ¡hacedlo íntegramente! Os repito: ¡Aquí está Asmahael! Comprendedme bien, hijos, ¡Asmahael se encuentra en vuestro medio! –– ¡Entendedlo!».

21. Acto seguido los cinco se dirigieron a Asmahael. Pero este les dijo: «¿Cómo os voy a enseñar algo distinto de lo que Adán recibió de Mí? Por eso, ¡actuad conforme y llegaréis allí donde Adán ha llegado, porque cada uno de vosotros está destinado para la Vida!

22. Pero si no actuáis debidamente, entonces no hay pregunta que sirva para la Vida; porque el vivo no responde al muerto, sino únicamente a aquellos que tienen el corazón vivo...».


Capítulo 118. La vida en la Tierra y su objetivo

1. Cuando los cinco habían oído esto por la boca de Asmahael, uno de ellos, Set, se levantó y dijo: «Hijos, el único indicio infalible que realmente poseemos la raíz de la Vida dentro de nosotros es cuando ––conforme a las palabras sagradas de Asmahael–– en nuestro interior percibimos perfectamente al Vivo, enseñando y consolándonos... con lo que en el sentido espiritual ya no estamos muertos.

2. Consta que una piedra o cualquier otro bloque no puede realizar algo parecido, ¿o, acaso, el muerto puede comunicarse al muerto?

3. El uno, ¿cómo va a enseñar con palabras comprensibles y el otro ––el muerto–– cómo va a oír y percibirlas, haciéndoles caso?

4. Aunque el vivo despilfarre palabras a un muerto, ¿para qué servirán si este nunca las podrá percibir?

5. Pues sí, tenemos una vida física. Pero esta vida sólo nos está dada para servirnos de despertador, para que mediante este en nuestro corazón se despierte el Amor eternamente vivo de Dios. Aunque a todos nosotros nos esté dado este Amor, es como si nos fuera dado en forma de una novia dormida a la que antes tenemos que despertar en nuestro interior mediante la Gracia inconmensurable de la vida exterior... para que después el Amor creciente, siendo la verdadera Vida dentro de nosotros, aprenda de la Vida cómo hay que vivir en toda libertad... para que el Amor absorba en sí nuestra vida externa... y para que nosotros, de esta manera, en el Amor y juntos con él ––tanto como el Amor mismo en Dios y junto con Él–– nos aunemos en una sola Vida eterna.

6. En nuestra vida exterior podemos pensar conforme las formas existentes, y podemos cambiar de una imagen a la otra y de una cosa o actividad a la otra. Pero todo este proceso de pensar no es obra nuestra; porque así es como el Señor ha arreglado nuestra vivienda, pues, en ella hay una gran diversidad de lo que fuera, y todo esto lo percibimos claramente mediante nuestros pensamientos. Pero todo ello, para qué nos será dado, ¿sólo para el contorno de la misma vivienda o para la Vida del espíritu?

7. Ved, ¡ahí está el busilis!

Para mí los pensamientos son como los buscadores que continuamente investigan pero que en general no encuentran nada porque se apartan demasiado del lugar donde la Vida se esconde.

8. Los verdaderos pensamientos no se debieran echarse a volar como los buitres sino que parecido a las currucas debieran buscar las luciérnagas entre las hojas verdes de las plantas; y donde el follaje esté lo mas denso o la confianza lo más firme, seguro que allí abundarán las luciérnagas, con lo que también podrán ser encontradas allí.

9. Ve, Asmahael, así es como te he comprendido. Siendo esta mi fe, ¿voy a encontrar la Vida y mis hijos junto conmigo? Si esta es tu Voluntad, ya me lo indicarás...».

10. En seguida Asmahael le respondió: «Oye, Set, si tú ahora has hablado fundadamente, ¡dime de dónde te habrán venido las palabras! Pero por si acaso piensas que no has hablado bien, ¿para qué, entonces, has fatigado tu lengua en vano durante tanto tiempo?».

11. Pero Set contestó: «Oh Asmahael, sin ti, ¿quién podría pronunciar una sola palabra?

12. Tú puedes hacer que piedras o bestias salvajes nos comuniquen palabras de la Vida, ¿cómo no ibas a hacer que también mi boca lo pueda hacer, a la cual has creado para este fin?

13. Yo diría que no es lo mismo hablar y realmente comprender aquello de lo que se ha hablado. Tú mismo, en el camino del mediodía a la tarde, bastante claramente nos habías dado a entender lo poco que todos habíamos comprendido de lo que durante bastante tiempo los unos habíamos predicado a los otros.

14. Por este motivo creo que ahora he hablado la plena Verdad, tal como Tú me la insinuaste. Otra cosa es si he comprendido su verdadero sentido... Esto, oh Asmahael, ¡Tú lo sabes mejor que nadie! Por eso, concédeme la Gracia que en tu Amor y tu Misericordia me expliques lo conveniente».

15. Y Asmahael le comunicó: «Oye, Set, tu palabra es una verdadera Palabra porque surgió de Mí. Y por los labios de cada uno que tiene un corazón humilde ––que habla en el nombre de mi Voluntad y no por cualquier interés propio, sino únicamente por amor a Mí y a su prójimo–– no pasará ni un solo sonido sin que hubiera surgido de Mí.

Sin embargo otro que también hable en mi nombre pero al mismo tiempo alce su ojo por encima de su hermano, arrastrando su corazón ávidamente por los surcos del mundo, en verdad, él es como una planta venenosa, porque parecido a esta convierte la Luz del Amor divino y su calor vivificante en algo dañino y mortífero.

16. Pero como tú ya has despertado a tu novia dormida ––es que por esto ya podías hablar de esta manera–– lo único que todavía te corresponde es que actúes conformemente.

Cumple con ello y te aclararás en tu interior, y de esta manera también conmigo; y junto contigo todos los que actúen como tú».


Capítulo 119. Jared está preocupado por los alimentos que convienen a Asmahael

1. Tras haber oído estas palabras, Set empezó a interiorizarse; y se reconoció más y más. Toda su reacción a esta plática fue una gratitud profunda en su corazón –– a la que no exteriorizó, porque sabía muy bien que Yo también percibo el corazón silencioso y que incluso su más mínima reacción me esta conocida.

2. Todavía había algunos cuantos más que querían hacer preguntas a Asmahael, pero a eso Adán se levantó y dijo: «Hijos, en el nombre de Jehová, oídme: Todo aquel que todavía tenga una petición en su corazón, ¡que la guarde para sí y la lleve silenciosamente a casa! ¡Porque a su tiempo debido cada uno recibirá una Luz clara en la cámara oscura de su corazón!

De momento tened en cuenta que aún no hemos llegado a la medianoche y menos aún a nuestra patria. Por eso conviene que ahora volvamos a ponernos en camino conforme al nuevo orden, para recordar a la mayoría de los hijos de la medianoche al sábado de mañana... para invitarlos a celebración viva de este día sagrado al que Dios mismo ha introducido como día de descanso y de conmemoración... y para que en él nos acordemos que el Señor, nuestro santo Dios Jehová, es nuestro Creador, Guía y Padre lleno de Amor, de Gracia y de Misericordia.

3. De modo como ya os dije, ahora vamos a levantarnos en el nombre de Aquel que se encuentra entre nosotros».

4. Todos se levantaron, dejaron al árbol atrás y, en el orden determinado por Asmahael, todos siguieron el camino hacia la región de la medianoche que pasaba por un bosque cubierto de hojas.

5. En el camino Jared, al lado de su hijo Enoc, no podía menos de hacerle unas cuantas preguntas donde las primeras se trataban de qué comida se podrá ofrecer a Asmahael ––una vez que estén en casa–– para servirle de la mejor manera...

6. Cuáles serán los frutos que le gusten más, cuál clase de pan y cuál bebida... si ofrecerle la leche al natural, con miel o con zumo de frutas exprimidas... y para dormir, qué clase de lecho le gustará más... y a qué hora le gustará levantarse.

7. A todas estas preguntas Enoc contestó sin rodeos: «Querido padre, todas estas preocupaciones son vanas, porque Asmahael no nos ocultará lo que quiere de nosotros. Pero puedes estar seguro que todos nosotros hasta ahora ya hemos recibido tanto de Él que ni durante eternidades seríamos capaces de restituirle la más mínima parte de ello.

8. Por eso, querido padre, ¡no te preocupes por cosas vanas! Lo único que realmente hace falta es el verdadero amor a Dios, a nuestro Padre tan lleno de Amor.

9. Seguro que debajo el techo de nuestra casa éste es el alimento con el que Asmahael, de momento, será más que contento. Pues, aún antes de que Adán le hubiera dado un nombre, Él ya nos dijo cuál era el móvil por el cual había venido desde sus Profundidades a nuestras alturas.

10. Él, que para nosotros fue un forastero, vino para buscar a Dios (es decir, nuestro amor a Dios). Si esto ya nos dice su nombre, querido padre, ¡entonces todas tus preocupaciones por un techo y por comida y bebida son evidentemente más que vanas!

Por eso hagamos algo mejor: amemos a Dios en nuestro corazón y permitamos que Él tome morada en él, ¡porque nuestro corazón precisa más de Asmahael que nuestra choza!».

11. «Hijo mío, tienes razón en todo y no hay nada que pudiera objetar; no obstante, ahora hablas de Asmahael como si se tratara de Dios mismo, de modo que ya no sé cuando hablas de Dios o de Asmahael. ¿Por qué lo haces así?

Por eso te ruego que te expliques más claramente al respecto.

12. Porque ve, cuando tú dices que debiéramos permitir que Dios entre en nuestros corazones, esto se comprende; pero si luego dices que nuestro corazón precisa más de Asmahael que nuestra choza, esto ya no se comprende. Porque ¿qué pinta Asmahael en nuestro corazón dado que no es ningún Dios y lógicamente no puede serlo nunca? Porque se comporta completamente como un hombre entre hombres...

13. Aunque su enseñanza supere todo y sea sumamente eficaz, todavía es posible que lo sea por resultar de la boca de cualquier hombre por Dios predestinado para este fin...

Si estoy equivocado, corrígeme ya, para que caminando a tu lado no falle ni perezca».

14. A eso Enoc repitió a Jared lo que Adán había recomendado. Y Jared se quedó conforme.


Capítulo 120. Conversación entre los patriarcas sobre Asmahael

1. Pero tampoco Enós dio tregua a Set y le preguntó: «Padre Set, me he enterado de muchos detalles de lo que antes has hablado con Asmahael, este joven insólito. Pero todavía tengo que confesar que él, a pesar de lo significativos que son sus palabras, a veces parece excederse y estimarse más de la cuenta. Por ejemplo, a la ocasión de la aniquilación de la serpiente, empezó a hablar como si no fuera un hombre sino Dios mismo...

Y desde entonces ya habla a partir de sí mismo, refiriéndose pocas veces a Dios... y si habla alguna vez de Dios, entonces él y Dios se fusionan de una manera que ya no se puede distinguir a cuál de los dos se refiere.

2. O un hombre habla en el nombre de Dios y por eso está colmado del Espíritu de Él y lleno del Poder y la Fuerza correspondientes, o ––y no puedo pensármelo de otra manera–– de veras, ¡Dios y Asmahael tienen que ser uno solo!

3. Ves, a causa de cosas como estas que no dejan de ser importantes me siento desamparado; con lo que me siento obligado hacerte esta pregunta para que veas de qué estoy sufriendo y qué es lo que me hace falta ante todo.

Si puedes, si lo ves conveniente para mí, y si te parece que es conciliable con la santa Voluntad de Dios, entonces dime a qué debo atenerme en Asmahael».

4. Y Set respondió a su hijo: «Querido Enós, estás en el buen camino y tu pregunta es totalmente justificada; pues, en toda la Tierra no hay pregunta más justificada y más precisa que esta... Tampoco hay hombre más justo que uno que pregunta seriamente por Dios... y hombre ante cuyos ojos las Obras de Dios no pasan desapercibidas... Pero aún más importante que todo esto es: la observancia por puro amor de cada ley que el Orden de Dios ha impuesto a cualquiera.

5. Ve, tal ley ata mi lengua en lo que se refiere a Asmahael. Por eso, de momento, confórmate con esta excusa; y cree firmemente que aún antes de la próxima salida del Sol conocerás a Asmahael de cara a cara.

6. Alégrate de ello, porque Asmahael es grande...».

7. Enós se conformó y se calló, profundamente ensimismado.

8. Pero tampoco Malaleel encontró sosiego, con lo que se dirigió a Cainán y le preguntó: «Oye, padre, tú sabes que durante nuestra vida ya hemos experimentado muchas cosas. Pero ¿acaso te puedes acordar que alguna vez hubiera acontecido algo parecido, simplemente mediante la palabra de un hombre, y eso instantáneamente?

9. Tal vez me dirás: “Hijo, ya ves, fue hoy mismo que nuestro Enoc domesticó al tigre para Asmahael; y Adán, sólo tocando con su mano la lengua del animal, le arrebató palabras bien audibles.

¿No es que desde siempre todos los animales, las plantas y, en casos de urgencia, también los elementos estaban sometidos a nuestra voluntad firme?”.

10. Y yo te respondo: Oh padre, todo esto es cierto, pero en ningún caso podimos realizar algo sin la ayuda de nuestras manos o de nuestros pies, y luego su realización siempre ha costado cierto tiempo. ¿Acaso no fue así?

11. ¡Pero qué diferencia en el caso de Asmahael! ¡Lo que mediante su palabra en un solo instante ha acontecido con el tigre poderoso! Y su palabra, ¿adónde ha lanzado a la serpiente con la rapidez del pensamiento, aniquilándola?

12. ¿Quién hubiera podido predicar alguna vez a Adán de manera que él luego realmente habría hecho caso al sermón? Quien no vino a él rogándole, siempre podía volver a casa sin el menor éxito. Incluso la palabra de Enoc parecía complacerle más bien por su profundidad y ternura que por servirle como patrón sabio para la Vida verdadera.

Pero aquí, cuando Asmahael manda algo, Adán no se aparta ni pizca de ello; y tanto como él, también los demás hijos y Eva obedecen incondicionalmente.

13. Ante esto, querido padre, ¿por qué no me dices lo que tú mismo piensas sobre este Asmahael?

14. Yo le tomo infaliblemente por más que solamente un hombre, porque sus resultados sobrepasan con mucho todos los humanos. Ahora me importa saber por quién o qué tú le tomas».

15. Con pocas palabras Cainán le respondió: «Hijo mío, ¡tienes razón en todo lo que dices! Pero conforme la voluntad de Adán, mantén tu opinión hasta mañana, a lo sumo. ¡Porque no querrás que los dos nos volvamos desobedientes ante Adán!

16. En tu corazón, ¡ocúpate siempre con Asmahael! Y pronto le verás descubierto delante de ti... ¡Te digo que Él ya se ha acercado más a ti de lo que te puedes imaginar!

17. Por eso, ¡cree, ten fe y ama!».


Capítulo 121. Lamec y Matusalén discuten sobre el forastero Asmahael

1. Pero también Lamec, al que gustaba tanto hablar, dijo a Matusalén: «Oye, nuestros padres están intercambiando palabras, ¡y eso ante el hecho de que el patriarca Adán en cierto sentido lo ha prohibido a todos! Qué te parece, ¿deberíamos sólo los dos cumplir con este mandamiento o también los padres?

2. Si a los demás los he comprendido bien, me suena que ahí Adán no ha hecho excepciones. Si aun así los padres conversan entre ellos ––y eso a pesar de que ellos comprenden toda clase de mandamientos mejor que nosotros–– no veo por qué sólo nosotros deberíamos callarnos...

3. Te digo que mi corazón empieza a instarme de entrar en conversación sobre este Asmahael; pues, ¡tengo la sensación de que debiera hablar continuamente de él, y sólo de él!

4. Te confieso, querido padre, que este joven empieza a conquistar mi corazón... Al mismo tiempo su personalidad se me vuelve cada vez más insondable. Según su físico no parece ser nada de extraordinario; pero cuando empieza a hablar, y cada una de sus palabras empieza a actuar más rápida que el rayo, ¡entonces cualquiera tiene que quedarse admirado!

5. ¡Te digo que ya le quiero tanto como si mi corazón estuviera íntimamente apegado al suyo!

6. Ya ves que sólo me gusta charlar sobre este joven tan simpático.

7. ¡Lo humildemente y sin pretensiones que nos sigue, junto con el viejo Abedam que todavía es muy despabilado!

8. A veces se tiene la impresión que Asmahael al andar apenas toca el suelo con sus pies... Oh Asmahael, forastero más agradable, ¡cuánto te quiero!

9. Si anduvieras también a mi lado como al lado de Abedam, ¡qué indeciblemente feliz sería yo!

10. Perdona, padre, si te inoportuno con mi lengua suelta, ¡pero no es culpa mía! Tú mismo siempre dijiste: “Cuando se enciende el corazón, es porque el recipiente del amor está en ebullición –– y la boca empieza a desbordarse”. Ves, ahora esto me está ocurriendo a mí...

11. Si quieres decir algo, ¡entonces habla y te escucharé!, ¡pero que me hables sólo de Asmahael!».

12. Matusalén se armó de valor y respondió a Lamec: «Hijo mío, es una costumbre muy acertada que un padre enseñe a su hijo, o sea, porque el hijo inexperimentado está haciendo algo inconveniente o algo descarado, o porque el hijo se dirige al padre para que este le diera algo de su despensa de experiencias...

13. Pero dime tú mismo qué habría que hacer si su padre tuviera que responderle: “Hijo mío, ve, con relación a esto las despensas de los dos son iguales de vacías, porque los dos hoy hemos visto a Asmahael por primera vez, y eso en el mismo momento.

14. Lo que tú sabes hablar sobre este joven extraordinario, lo mismo también sé yo –– sólo que mi lengua no es tan ágil como la tuya, para que pudiera convertir mis sentimientos íntimos acerca de Asmahael en palabras comprensibles”.

15. Pero para que no sea totalmente en vano que hayas pedido a tu padre que te diga algo sobre Asmahael, ve, ahora mismo me viene una buena intuición:

16. Dios ha creado al hombre con dos ojos para que pueda ver las cosas exteriores. Aunque con dos ojos no vea más que con uno solo, los dos se facilitan mútuamente la visión. También le ha provisto con dos orejas para que pueda oír los sonidos del mundo exterior; pero también con los dos no oye más que con uno solo, a pesar de que los dos se apoyen mútuamente. Y lo mismo pasa con el olfato.

Pero le ha dado un solo gusto y un solo tacto, para que pueda distinguir el gusto y el tacto de las cosas; y de estos dos sentidos cada uno es totalmente independiente.

Lo mismo pasa con los hombres: la vista la tenemos todos en común, tanto como también el oído y la sensación física que nos producen las cosas. Pero en lo que se refiere a la apreciación de una cosa y la sensación que nos da, ahí cada uno tiene su propio criterio.

17. Ve, esto es lo que nos pasa a los dos. Pues, los dos hemos visto, oído y notado lo mismo, y en ello nos parecemos a las plantas que absorben la misma luz, el mismo calor y la misma lluvia. Pero ¿qué pasa luego con el aprovechamiento íntimo y con lo que allí se produce?

18. Ves, ¡ahí observamos una gran diferencia! Y lo mismo pasa con nuestra percepción íntima, nuestro criterio y nuestro sentimiento, pues, pueden ser justos o injustos, oportunos o inoportunos.

¿Para qué hincharnos de juicios precipitados, con los sentimientos distintos que de ellos resultan?

19. Por eso siempre será mejor que permitamos que estas nuevas plantaciones en nuestro interior primero lleguen a su plena maduración, y sólo cuando nos hemos convencido de ello, ¡que entonces nos aseguremos si estos frutos también son del gusto de los demás y si son saludables para ellos!

20. Aquel que habla sobre algo que en su interior aún no ha llegado a su maduración, él es un insensato, porque cada plática es una enseñanza, sea sobre lo uno o lo otro. ¿Qué beneficio pudiera producir un instructor o locutor inmaduro, o a quién pudiera alimentar con sus frutos inmaduros? ¿Qué bendición podrá producir con sus plantas inoportunas, de las cuales ni siquiera él mismo sabe ni puede saber si son puras o impuras, o si contienen un veneno mortal?

21. Y ves, esto es lo que nos pasa a nosotros: La semilla de Asmahael apenas acaba echar raíces en nosotros... aún no conocemos la hoja ni la flor, y menos aún el fruto, ¡pero ya empezamos a darnos enseñanzas, mutuamente!

22. Oh hijo, ¡menuda enseñanza saldría de ello! Por eso, que cada uno enseñe lo que ve, oye y percibe o no, por donde sea, y con esto ya ha hecho suficiente. Y que todo lo demás lo deje hasta cuando haya llegado la hora de la maduración, porque entonces, en cuanto este fruto haya madurado en su corazón, Dios ya le convocará para repartirlo entre sus hermanos.

Y si el fruto resulta innoble, Dios sabrá mejor que nadie para qué todavía va a servir; porque a partir de Dios todas las cosas son buenas. ¡Esperemos, pues, nuestra maduración y hablemos después!».


Capítulo 122. Asmahael cuenta una parábola

1. Después de esta plática de Matusalén dirigida a su hijo Lamec, Asmahael se puso en medio de los dos y les dijo:

2. «Queridos amigos, oíd lo que os voy a decir referente a vuestras pláticas mutuas: Imaginaos a un hombre bien entendido en mucha clase de sabiduría, un hombre que sabe bien sacar de ella los más diversos resultados... y que en su cercanía siempre hubiera muchos hombres que incesantemente anhelaban por más sabiduría, pero que nunca podían conseguir algo en concreto porque la raíz de toda sabiduría todavía les estaba desconocida, pues, permitieron que se les cerrase la visión con toda clase de follaje mundano y el oído con mucho ruido vano –– con lo que no podían ver ni oír.

3. Si este hombre mediante su verdadera sabiduría realizara verdaderos milagros ante los que le rodean, seguro que entre ellos se preguntarán: “¿Cómo es posible que pueda realizar algo que para un hombre resulta totalmente imposible e incomprensible? ¿Quién es este hombre? ¿Viene de arriba o de abajo? ¿Y de dónde tendrá semejante poder?

No pronuncia ni una palabra vana, sino cada una de ellas ya es un hecho consumado. Habla como si todo ese poder fuera inherente a él y, después de todo, se toma por muy importante. ¿A qué atenerse con un hombre que parece ser como todos nosotros, pero cuando actúa lo hace de una manera más pura como si le fueran sumisos todo el Poder y toda la Fuerza de Dios?”.

4. Tras muchas preguntas como estas, nadie ya sabe a qué atenerse, y no sabe si debiera amar o temer a este sabio, o huir o seguirle...

5. De modo que los unos tendrán miedo y los otros se llenarán de amor; los unos se volverán curiosos y los otros se llenarán de dudas. Y también habrá los que tienen ansias de poder imitarle, pero ni mucho menos para volverse igual a él en lo que se refiere al amor y la verdadera humildad en los que se encuentra la verdadera raíz de toda sabiduría...

6. Si este sabio empezara a elegir para su escuela a algunos entre aquellos de sabiduría deficiente, ¿qué pensáis vosotros a quiénes va a elegir?

7. Seguro que no elegirá a aquellos que carecen de valor, tampoco a aquellos a los que gustan espectáculos, ni tampoco a aquellos que preguntan: “¿Quién es aquel a quién le salen las cosas a la primera palabra?”... tampoco a los que son llenos de dudas y menos aún a aquellos que no tienen firmeza en los pies, las manos, la cabeza y en el corazón... y tampoco a los que estén ciegos y sordos en el espíritu... ¡sino elegirá únicamente a aquellos que estén llenos de amor y humildad ante Dios y el prójimo!

8. Ved, ¡todo esto está ocurriendo aquí ante vuestros ojos, sin que os enteréis!

9. Pero Yo, aquí delante de vosotros, os digo: ¡Sois unos afortunados porque Yo, el único sabio ante el mundo, me encuentro entre vosotros!

10. Tú, Matusalén, aspira por el amor de tu hijo, y tú, Lamec, aspira por la paciencia de tu padre... y pronto veréis al forastero de diferente manera. Amén».


Capítulo 123. Delante “la mano atrofiada de la Tierra”

1. Mientras Asmahael todavía estaba hablando, los padres habían llegado a un declive escarpado al cual, por sus diversas formas extrañas, los padres hace tiempos ya le habían dado el nombre de “mano atrofiada de la Tierra”.

Esta pared separaba la región de la medianoche de la de los padres, de modo que de por allí no se podía continuar el camino de manera natural. De modo que aquel que quería llegar a la región de la medianoche se veía obligado a dar un rodeo considerable, porque tenía que cruzar toda la región de la tarde hasta donde esta se comunicaba con la de la medianoche.

2. Pero a los padres el desvío les parecía demasiado lejos, pues, habrían debido hacer media vuelta.

3. Ya que habían llegado allí y no podían dar un solo paso más, desde Adán, todos se preguntaron qué debían hacer para informar a los hijos de la medianoche sobre el sábado próximo, y para informarlos que les estaba restituida su libertad para desatarlos del yugo pesado de la ley que los oprimía tanto.

4. Ahí los padres no vieron solución, porque por esta vez no valía gritar ni tirar piedras, dado que se había levantado un viento bastante fuerte que habría impedido la comunicación, aún si los hijos de la medianoche, allí abajo, por las piedras tiradas se hubieran dado cuenta de la presencia de los padres.

5. De modo que los padres se quedaron inmóviles como la misma “mano atrofiada de la Tierra” y no sabían qué hacer. En su apuro no se acordaron de lo cercano que se encontraba Aquel al que todas las cosas son fácilmente posibles; ni siquiera el ánimo de Enoc lo tuvo en presente.

6. Después de un rato, en su interior, Abedam preguntó a Asmahael: «Señor, Tú que eres sumamente más excelso de lo que una lengua humana jamás pudiera pronunciar, si yo, un gusano ínfimo en el polvo, dentro de mi nulidad con tu consentimiento puedo hacer algo, ¡entonces mándamelo! Sólo haca falta que así lo quieras, estoy dispuesto de saltar esta pared hacia allí abajo a los hijos de la medianoche, para decirles cara a cara lo que los padres tienen que comunicarles –– aunque esta pared tenga una altura de quinientas veces la de un hombre.

7. Tú, que eres eterno Amor, ¡Dios mío que eres todo para mí! Tu Palabra sostiene toda la Creación infinita con lo grande y pesada que es; ¿cómo, entonces, iba a permitir mi perdición ante el hecho de que no soy más que un polvo ínfimo comparado con toda la Tierra?

8. De modo que una sola palabra de Ti y estoy decidido a cumplir con ella, aunque me costara la vida física. Porque en mi corazón estoy completamente convencido de que vale infinitamente más morir mil veces físicamente en el ámbito de tu Palabra en vez de vivir mil vidas fuera de tu Palabra.

9. Señor, ¡que no se cumpla mi voluntad sino únicamente la Tuya, sumamente santa!».

10. Al percibir semejante declaración de amor por parte de Abedam, Asmahael le miró con mucho cariño y le dijo en voz normal:

11. «Abedam, en verdad te digo: En esta Tierra no hay otro que te parezca a ti en su fe y su amor. Enoc es grande en el amor y la humildad, y dentro de estos ya ha encontrado su inmortalidad, ya aquí en la Tierra; pero aún mayor que aquel que se gana la Vida mediante la vida misma es aquel que se la gana mediante la muerte... Mayor es aquel que sacrifica su vida para el bien de sus hermanos y padres –– mayor que aquel que sólo quiere vivificarlos mediante palabras vivas inspiradas por Mí.

Porque resulta más fácil el instruir a otros que dejar la vida para otros...

12. Abedam, en verdad te digo: Aquel que encuentre la muerte física en mi nombre y en mi Palabra, con su gran heroísmo ya se hizo con la Vida eterna y se ha vuelto perfectamente uno conmigo.

13. Pero te digo, mi querido Abedam, que aún no ha llegado la hora para que en mi nombre o mi Palabra te desprendas de tu vida física. Por eso, tu buena voluntad sea considerada como un hecho consumado, porque en tu corazón como dentro de tu fe y tu amor a Mí, prácticamente lo has realizado –– con lo que ya me has encontrado y en adelante nunca ya te apartarás de mi lado.

14. Y ahora ve, querido Abedam, que tengo otros medios para sacar a los padres débiles de su apuro, por lo que fácilmente puedo prescindir de tu sacrificio.

Es para tu propio bien, Abedam, que en tu corazón has cumplido fielmente con este sacrificio. Te digo que has superado incluso a Abel que no murió sino una sola vez, mientras que tú no querías descartar mil muertes en mi nombre. Por eso ¡que tengas una vida mil veces mayor en Mí!

15. Pero para que también recibas una palabra de Mí ––para que conforme a tu voluntad puedas hacer algo en mi nombre–– ve a Enoc y mándale que venga a Mí, porque tengo que decirle algo muy importante ante todos los padres. Porque si él me ama, antes tendrá que dirigirse a Mí para que Yo pueda acogerle completamente y para que él ––dentro de su amor a Mí y toda Vida que de este surje–– pueda aunarse conmigo. Tras este proceso se volverá un héroe como tú y, ante los padres, podrá cumplir con mi Voluntad. Amén».

16. Acto seguido Abedam se acercó a Enoc para comunicarle la Voluntad de Asmahael.

17. En seguida Enoc se presentó a Asmahael y le dijo: «Oh Señor, ¡mírame con Clemencia ––que soy el más débil–– y cada fibra de mi ser incompetente te sea eternamente sumisa a Ti, mi Dios y mi eterno Padre tan sumamente santo!».

18. Asmahael cogió a Enoc de la mano derecha y le dijo en voz alta: «Enoc, ¡Aquel que ha creado esta mano de la nada, Él mismo ahora te la refuerza en la presencia de los padres! ¡Ve ahora a la “mano atrofiada de la Tierra” y anima a la muerta, para que se convierta en un puente y nos sirva de camino cómodo, porque vamos a dirigirnos a aquellos que más precisen de nuestra ayuda! Pues, ¡no estoy entre vosotros por la causa de los sanos sino por la de los enfermos!».

19. Acto seguido Enoc se dirigió al abismo y mandó a la pared que se convierta en un camino para tener acceso a los que necesitaban más ayuda que nadie.

20. Enseguida la pared se derrumbó, abriendo un camino bastante cómodo...

21. A los padres este Poder de Asmahael les dio un escalofrío. Pero Él los animó de nuevo y todos empezaron a alabar a Dios en sus corazones. De modo que podían continuar su camino.


Capítulo 124. La pregunta de Adán por los hijos de la medianoche

1. Pronto los padres se encontraban en la región extensa de las viviendas de la medianoche. Según la costumbre Adán la bendijo, como también a los hijos del linaje principal, y después todos se permitieron un descanso.

2. Tras haberse parado más de media hora, todos empezaron a extrañarse que aún no había acudido ni un solo hijo de la medianoche. Por eso Adán se dirigió a Enoc:

3. «Enoc, a quien Asmahael ante toda nuestra asamblea fortificó de tal manera que la “mano atrofiada de la Tierra” tuvo que ceder ante el hálito de tu palabra, ve, ¡no hay rastro los hijos de aquí! ¿A dónde se habrán ido?

4. ¿No los habrá enterrado la pared al derrumbarse? ¿Puedes tú decirme qué ha pasado con todos ellos?

5. ¡Se tiene realmente la impresión de que aquí, hace poco, la muerte ha celebrado una cosecha general!

6. Ya me gustaría preguntar al Asmahael, pero para decir la verdad: para ello me falta del todo el valor...

Porque si pienso Quién se oculta detrás de Él, y teniendo en cuenta qué y quien soy yo mismo, en seguida se me paraliza la lengua. Además, mi corazón me dice: “¿Cómo es que quieras preguntar algo al Dios omnisapiente, como si Él no fuera al tanto de todo lo que se pasa secretamente en tu interior? ¿Acaso no fue Él mismo que desde eternidades ordenó tus pensamientos, mucho antes ya de que a través de su ilimitado Amor y Misericordia te hubiera creado como ser racional?”.

7. Ve, querido Enoc, ¡es por eso que no puedo hacerlo, aunque en realidad me gustaría mucho hablar con Él! ¡Por eso te ruego que tú hagas lo que yo ya no puedo hacer! Pero si tú nos puedes decir algo sobre Asmahael, entonces tranquilízanos, a mí y también a los demás. Pero si en tu corazón pasa lo mismo como en el mío, entonces vale más que en seguida te dirijas a Asmahael; seguro que Él nos sacará a todos de nuestro gran apuro».

8. Oyendo esto de Adán, Enoc hizo reverencia ante él y quería dirigirse a Asmahael para informarle sobre la petición del patriarca; además, incluso él mismo estaba sobremanera sorprendido de ver todo despoblado. Pero nada más empezar el primer paso, Asmahael se adelantó a los dos y ya se encontró en el medio de ellos.

9. Y en seguida dijo: «Adán, ¿acaso estás convencido en tu corazón ––en el que habita un espíritu bastante debilitado–– que el Señor pudiera comportarse como un rey de las profundidades o como tú, de manera que habría que involucrar mucha ceremonia para que uno pueda acercarse a Él?

Ve, Yo no necesito guardias ni porteros, y tampoco hace falta pasar por un orden jerárquico de primogénitos de los patriarcas para introducir alguien a Mí... Tampoco exijo de nadie que ante Mí se eche una hora en el polvo para que de esta manera se vuelva digno de levantarse ante Mí, su Creador, sino todo lo que pido es un corazón fiel, devoto y humilde dirigido a Mí –– un corazón que esté purificado mediante el arrepentimiento... Con un corazón así nadie tiene que hacer rodeos para acercarse a Mí, además, teniendo en cuenta que de cada manera soy el más cercano a cada uno. Porque si no fuera así, ¿quién podría mantener su vida tan sólo por un ínfimo momento, dado que toda Vida surge de Mí y es más íntimamente unida conmigo? Si no surgiera eternamente de Mí, ¿de dónde, pues?

10. Pero si tú tienes miedo de preguntar al Dios omnisapiente por algo, ¿cómo os explicáis que este Omnisapiente no vacile a preguntar algo a vosotros en vuestro bien, para que os despertéis?

11. Yo diría que en el caso de la falta de unos conocimientos el ignorante tiene bastante más motivos para dirigirse al Omnisapiente que este al ignorante...

12. Si Yo os pregunto ––a los que sois los ignorantes–– entonces no será una desliz por vuestra parte si me preguntarais a Mí por lo que os gustaría saber.

13. Ve, Adán, ¡estoy bien enterado de los apuros en que te encuentras! Pues, estás preguntando por los hijos de la medianoche y quisieras saber su paradero... Pero por el momento no te lo voy a decir, porque te corresponde buscarlos o hacer que los busquen.

Y si finalmente no los has encontrado, entonces ven a Mí y pregúntame, ¡porque antes hay que buscar lo perdido!».


Capítulo 125. Adán hace que busquen a los hijos de la medianoche

1. Adán ponderó estas palabras significantes bien en su corazón, me agradeció lleno de devoción e hizo que todos se acercaran, menos Set, Enoc y, por supuesto, Asmahael.

2. Y les dijo: «Oídme, hijos míos que Dios me ha dado en lo que se refiere al cuerpo y al alma, pero cada uno con un espíritu libre de Dios...

Hemos llegado aquí con el deseo vehemente de traer una nueva vida libre a estos hijos que estaban separados de nosotros por la enorme “mano atrofiada de la Tierra” muy hendida y extendida, pero a causa de este obstáculo invencible ni los hijos ni nosotros nos podíamos acercarnos más. Cuando en otras ocasiones de vez en cuando miramos allí abajo las llanuras, vimos que hormigueaba de hijos; y cuando no hubo viento, Cainán con su fuerte voz podía comunicarles mi voluntad, de modo que los mayores de ellos ––además cargados con frutos de sacrificio–– no vacilaban de dar ese enorme rodeo aún antes del día de sábado. Y luego allí, delante de la entrada de mi choza, suspiraron por llegar a verme por tan sólo un momento.

3. Pero por esta vez yo y Uno más hemos podido bajar a ellos, milagrosamente, sin embargo: ¡no se ve ni el menor rastro de ellos!

4. Por eso mi voluntad basada en la Palabra de Dios es que sin demora os vayáis a todas direcciones para buscar durante una hora. Si habéis encontrado a alguien, traedle en seguida aquí para que nos dé noticias sobre todos los demás. Pero también si no habéis encontrado a nadie, volved después de una hora para recibir disposiciones de aquel Uno acerca de lo que debemos emprender.

5. Y ahora daos prisa para cumplir con lo que os he indicado. ¡La Bendición de Jehová sea con vosotros!».

6. Dicho y hecho, los enviados se dispersaron en todas direcciones, y en todas partes encontraron una gran cantidad de chozas abandonadas, incluso con toda clase de utensilios. También encontraron una gran cantidad de animales domésticos, como también frutos cosechados. Pero aparte de esto no vieron alma alguno.

Después de haber buscado media hora sin éxito, empezaban también a llamar los nombres que les estaban conocidos –– pero todo en vano.

7. Había enviados que incluso subieron algunas colinas para que, tal vez, pudieran aún divisar por alguna parte a un refugiado retrasado, pero todo sin éxito

8. De esta manera la hora concertada se disipó y los hijos volvieren decepcionados allí donde Adán los estaba esperando con ansiedad.

9. Ya desde lejos Adán los estaba observando y bien pronto le quedaba claro que todos volvieron solos.

10. Ante esta situación Adán se entristeció y empezó a lamentar y a llorar a lágrima viva.


Capítulo 126. Asmahael envía a Enoc

1. Cuando todos los enviados hubieron vuelto sin éxito y contaron que no habían visto sino chozas y utensilios abandonados más algunos animales domésticos y frutos almacenados, pero ni un solo ser humano, Adán se llevó las manos a la cabeza y exclamó en voz alta:

2. «¡Gran Dios sumamente justo y sublime!, ¿a dónde los llevaste? ¿Acaso la tierra se los ha tragado o qué ha pasado con estos hijos míos?

3. ¿Están todavía en alguna parte o están totalmente aniquilados? Oh gran Dios tan lleno de Amor y Misericordia, ¡ten compasión de mí, que soy el espíritu original tan débil de esta Tierra!

4. Si los mataste, entonces también puedes matar mi corazón para que no tenga que soportar esta tragedia insoportable –– una tragedia a la cual de cada manera tendrá que sucumbir si no me será consentida una Luz acerca de aquellos que mi gran insensatez había separado y expulsado a esta región de la medianoche, en la que evidentemente habrán perecido...

5. Oh Asmahael, oh Asmahael, ¿dónde estás, poderoso? ¡Ven, oh ven, porque nunca mi espíritu ansió tanto por Ti como ahora!

6. Oh, ¡no tardes!, ¡sino ven pronto a mí, a ese débil veterano anciano de tu amplia Tierra y ayúdame en mi gran aflicción y tristeza!».

7. Acto seguido Asmahael se puso delante de Adán y le preguntó en serio: «Adán, ¡ciego!, ¿qué quieres que te haga?».

8. Y Adán le respondió: «Oh Señor, ya que me dices que soy ciego, quisiera ver a aquellos que se han perdido de una manera o de otra».

9. «Ve, mandaste a tus hijos para que busquen a sus hermanos, ¡pero no encontraron a nadie!», le respondió Asmahael. «De modo que ahora Yo voy a mandar a Enoc, a ver si él también vuelve sin resultado... En este caso me iré Yo mismo, como último mensajero, y puedes estar seguro de que las ovejas reconocerán la voz del verdadero Pastor... porque acudirán con alegría y luego brincarán contentos alrededor de Él.

10. Tú, Enoc, ve de prisa y llama con voz fuerte: “¡Hermanos, oídme!, ¡vuestro padre Adán ha descendido a vosotros para liberaros de cualquier yugo ––para que os volváis libres como yo–– y para que también os muestre un nuevo puente poderoso a través del cual podréis volver sobre el camino más corto a su patria sagrada donde mañana ya podréis participar en la celebración del sagrado sábado del Señor!”.

11. Así llama tres veces. Y a cada uno que te hace caso, tráele aquí. Ante aquellos que no aparecen, finalmente, Yo mismo haré oír mi voz. Ya los contaremos si aún falta alguno –– y esto en señal de que en los tiempos finales de la mayor tribulación venideros también los retrasados serán invitados a la gran Casa del Padre en la verdadera Patria...

12. ¡Pero ahora anda y cumple con lo que te dije!».


Capítulo 127. Tres hijos de Adán hacen caso a la llamada de Enoc

1. Enoc se fue de toda prisa para hacer lo que Asmahael le había indicado.

2. Después de haber llamado una primera vez, apareció un hijo viejo de Adán y preguntó: «Enoc, hijo de Jared, ¡si es que te he comprendido bien, te seguiré!».

3. Y Enoc le respondió: «Así es como lo ha dispuesto aquel que te está esperando a ti y a tus hijos –– de modo que has comprendido perfectamente...

4. Pero todavía tengo que llamar dos veces más, ¡con lo que tú mismo podrás convencerte de la claridad de mi primera llamada!».

5. También a la segunda llamada acudió solamente un hijo viejo de Adán que hizo la misma pregunta como el primero, con lo que también recibió la misma respuesta.

6. Pero también tras la tercera llamada, la más fuerte, sólo se presentó otro hijo viejo de Adán que hizo la misma pregunta como los dos anteriores.

7. A éste Enoc le contestó: «¡Sigue a mi llamada y pronto te convencerás de dónde te han llegado esta llamada y esta voz!

8. Aunque la voz sea de Enoc, ¡la llamada viene desde lo Alto!

9. Pero ahora no indaguéis más sino seguidme de prisa, y no hace falta siquiera que me digáis dónde están vuestras mujeres y vuestros hijos, porque detrás de mí vendrá otro llamador a cuya voz todos vuestros hijos y vuestras mujeres reconocerán como la única y verdadera.

10. Aunque también mi llamada haya sido una verdadera desde lo Alto, pero la voz que la formuló todavía fue extraña, por cuya causa sólo pocos habéis hecho caso.

Pero cuando suene la llamada con la voz del gran Llamador, ésta penetrará hasta en las entrañas de la Tierra; y ya no habrá vivo ni muerto alguno que no reconocerá en ella la verdadera voz del único verdadero Llamador... y a Él nadie ya le hará preguntas ––como vosotros me hicisteis a mí–– sino cada uno seguirá su voz de una u otra manera.

11. ¡Pero ahora corramos, porque Adán os está esperando!».


Capítulo 128. La alegría de Adán por sus hijos Yura, Bhusín y Ohorión

1. De modo que los cuatro volvieron de toda prisa al lugar conocido. Cuando Adán los vio de lejos, su semblante empezó a aclararse un poco, y empezó a alabarme y darme las gracias que Yo le había considerado digno de poder ver sus hijos mayores después de Caín y Abel: a Yura, Bhusín y Ohorión.

2. Mientras Adán estaba todavía suspirando en su corazón, los cuatro ya habían llegado. Enoc se inclinó ante Adán, pero los tres se echaron en el polvo, tal como estaban acostumbrados desde antiguos tiempos.

3. Pero enseguida Adán dijo a Set: «Set, hijo mío, ve aquí tus hermanos mayores e hijos mayores de mí... ¡Ayúdales que se levanten, acércalos a mi corazón y diles: “El anciano padre Adán ya no es un tirano sino que es un padre cuyos brazos serían capaces incluso a abrazar al Caín, con todo cariño... ¡Cuanto más aún a sus ancianos hijos y compañeros de antiguos tiempos conflictivos!”.

4. Diles también que no sólo hemos vuelto a encontrar el paraíso perdido sino infinitamente más... y más grande y indescriptiblemente más maravilloso...

¡Pero ahora anda y actúa!».

5. En seguida, con mucho cariño, Set ayudó a los tres para que se levantaran y les comunicó las palabras de Adán que causaron que los tres lloraran lágrimas de alegría. Y Yura dijo a Set: «Oh, mi querido hermano, ¡qué felicidad para nosotros tres el poder volver a veros una vez más, a ti y a nuestro padre tan querido!

6. Ya ves, hermano, que desde los tiempos de nuestro destierro que sufrimos por nuestra culpa, nos hemos vuelto viejos, fatigados y cargados...

7. Oh gran Jehová, ¡únicamente a Ti corresponden toda gratitud y todo loor! Porque únicamente Tú hiciste que el corazón de nuestro querido padre Adán se ablandara y vuelva a aceptarnos...

8. ¡Por eso, oh Jehová, acepta nuestra gratitud!... ¡y también tú, querido hermano! ¡Y ahora llévanos ante el anciano padre!».

9. Cuando se encontraban delante de Adán, él enseguida los bendijo y los abrazó con el corazón conmovido.

«Oh hijos míos», les dijo, «¡qué sumamente feliz es ahora vuestro padre Adán!

10. ¡Oh Asmahael!, ¿dónde está aquel que pudiera alabarte correspondientemente? ¡Porque tu Bondad es infinita y tu gran Amor dura eternamente!».

11. Cuando Adán se hubo recuperado un poco de su arrebato de amor, Asmahael se dirigió a él y le preguntó: «Adán, te enteras ahora qué vale más: ¿la ley o el amor?».

12. Adán estaba tan emocionado que apenas pudo pronunciar: «Oh Tú, cuyo nombre es demasiado sublime para que mi lengua pudiera pronunciarlo... Oh Tú, que eres infinitamente más de lo que todas eternidades pudieran concebir... Todo loor y toda gratitud sean para Ti, como también todo mi amor que te adorará eternamente...».


Capítulo 129. Palestra de Asmahael sobre la identidad de Jehová

1. Cuando Adán hubo pronunciado estas palabras, Asmahael se dirigió a los tres recién llegados y les dijo: «¡Oídme los tres –– Yura, Bhusín, y Ohorión!

2. ¿Quién puede ser tan cobarde como una mosca, tan tímido como una paloma y tan miedoso como un ratón de campo, para que con el menor ruido de piedras que se caen al valle se espante y huya a la espesura de los bosques o se esconde en el primer hoyo que encuentra?

3. ¿Acaso os imagináis que Jehová, si tan sólo permite el derrumbamiento de una pequeña pared, ya abriga la idea de la muerte de sus hijos?

4. Si vuestra muerte le causara placer, ¡hace eternidades que ya habría podido tener esta satisfacción! Además, si Él hubiera sido un amigo de la muerte, poco habría creado la Tierra, la Luna, el Sol y las estrellas con todos sus milagros... pues, ¡no habría creado ni el menor elemento!

5. Pero de todo lo que os rodea podéis deducir fácilmente que Jehová es el mayor amigo de la Vida... y eso hasta el extremo que únicamente Él mismo es la verdadera Vida en sí... y que todo lo que su hálito ha creado, vive mediante Él... Por eso Él también es el eterno Amor mismo que atrae a todas sus Obras hacia Él...

Todas las criaturas se mueven dentro de un sabio orden impuesto, y sólo los hijos están libres en su voluntad y sus acciones; pues, ellos no están obligados a nada –– sólo que deben vivir... Con lo que veis que Jehová es un amigo de la vida y ni mucho menos de la muerte. De modo que es exagerado si sus hijos temen que Él pudiera precipitarse con una aniquilación –– y más aún tratándose de hijos como vosotros que le aman fielmente y que depositan todas sus esperanzas en Él.

6. Por eso, ¡cobrad ánimo! Porque si Jehová hubiera tenido la intención de acabar con vosotros, ¿acaso os imagináis que habríais llegado a vuestra edad actual?

7. Aún vendrán tiempos en que vuestros descendientes en su vida de prueba en la Tierra no alcanzarán ni mucho menos vuestra edad, a pesar de que entre ellos habrá los que amen a Jehová aún mucho más que vosotros ahora.

En aquellos tiempos venideros habrá incluso niños a los que Jehová quitará del pecho de la madre, con lo que habrá muchos padres que llorarán la muerte de ellos, pero aun dentro de su tristeza alabarán a Jehová, sacrificándole todo, y aun así no pensarán ––como vosotros–– que Él pudiera ser uno que tiene placer en matar...

8. Ved, esto fue el grave error que cometisteis. Por eso, en adelante, consolidad vuestra fe y haced que aumente vuestro amor a Jehová –– ¡y andaréis seguros sobre fragmentos del mundo encendidos! Porque el brazo de Jehová es poderoso, y a aquellos a los que agarra y guía, ni mundos que se derrumben podrán perjudicarlos... ni tampoco poder alguno al que Él, hasta cierta hora determinada, consintió una existencia de prueba en toda libertad: tratándose del poder de la serpiente conocida...

9. Ahora quedaos un rato aquí, en toda paz, hasta que Yo vuelva. Porque ahora me iré como último mensajero para buscar a vuestros hijos... para traerlos todos aquí... para que también ellos experimenten y reconozcan lo sumamente bueno y lleno de Amor que es Jehová, tan insensatamente temido por vosotros.

10. La ira de Dios es horrorosa, sí, porque es un fuego que nunca se extinguirá; sin embargo, Dios ha depositado todo su Poder en su Amor, y ni mucho menos en la ira que está sometida eternamente al eterno Amor, siendo únicamente el Amor la Vida eterna más libre en Él.

11. ¡Reflexionad sobre ello hasta que Yo vuelva! –– Amén».


Capítulo 130. La llamada eficaz de Asmahael por los hijos de la medianoche

1. Y en seguida Asmahael se fue de la asamblea con la rapidez de un rayo.

2. Cuando ya estaba fuera de la vista, cada uno empezó a alabar al gran Dios.

Pero los tres recién llegados se dirigieron a Adán y observaron: «Noble padre querido, la plática de este joven nos ha hecho mucho bien, ¡pero a la vez su sublimidad increíble era tan arrebatadora como un incendio capaz de prender fuego a todo el mundo!

3. Oh, dinos, ¿quién es este hombre y de dónde viene?, ¡porque palabras como éstas nunca han llegado a nuestros oídos! En verdad, ¡es imposible que este hombre origine de esta Tierra!

4. Si te resulta posible, padre, ¡no nos dejes en la incertidumbre –– pero que se cumpla tu voluntad!».

5. «Hijos, ¡reflexionad!», les respondió Adán, «¡porque en realidad Él mismo ya os lo ha dado a entender! Por lo demás conviene que esperéis hasta que Él vuelva».

6. Los tres le agradecieron y se interiorizaron, pero sin poder encontrar nada que hubiera podido satisfacer su corazón. El uno se figuró que se trataba del ángel que a la ocasión de la huida de Adán en el país Euchip entregó a Abel la espada llameante; el otro pensó que se trataba del espíritu de Abel mismo, y el tercero estaba indeciso.

De modo que hubo un gran silencio en toda la asamblea, en parte porque cada uno estaba ensimismado, y en otra parte por la esperanza que, aguzando los oídos, pudieran escuchar alguna llamada de Asmahael. Pero esto fue una intención totalmente vana, porque Asmahael sabía perfectamente lo que hacía; pues, no le hacía falta gritar como un pregonero, porque sólo tenía que hacer que su poderosa Palabra sonara en los corazones de los miedosos que se habían escondido.

Y estos oyeron muy bien la llamada maravillosa, de modo que ni uno de ellos se quedó, sino grandes y pequeños, ancianos y jóvenes, todos acudieron al gran Llamador íntimo... y cada uno reconoció en Él a aquel que los había llamado secretamente en sus corazones.

7. De esta manera, dentro de tres minutos, Asmahael estaba rodeado de setecientos mil personas, a las que bendijo visiblemente con la mano y las llevó a Adán.

8. Cuando toda la asamblea vio que estas inmensas multitudes se estaban acercando ––con Asmahael en la vanguardia–– Adán se quedó boquiabierto y ya no pudo pronunciar palabra alguna.

9. Incluso Enoc estaba estupefacto y dijo para sus adentros: «¿Es posible que haya tantos hijos en la medianoche?

10. Si por cada uno que había no hubo al menos tres recién creados, entonces realmente ya no sé en que atenerme... ¡a no ser que estoy soñando y veo cien por cada uno! Pues, estoy viendo hombres como la arena en el mar y hierbas en la superficie de la Tierra...

11. Oh Asmahael, ¿quién podrá jamás concebirte? Eres infinito en cada una de tus palabras y tu hálito procede con enteros mundos como yo muevo algunos granos de arena en mi mano impotente. Sólo hace falta que mires al Sol y todas las estrellas brillantes ya tiemblan por profundo respeto, mandando a la pequeña Tierra un reflejo ínfimo de la infinita suavidad de tus ojos.

Y tus oídos ya perciben ––tal vez como yo un trueno cercano–– los anhelos y deseos más ligeros de aquellos seres que mediante tu hálito tal vez en futuras Creaciones aun surgirán de Ti. Y el hálito de una mónada irradiante más ínfima en un universo más distante, Tú lo percibes con la claridad con la que mi oído oye el bramido de una tormenta...

¡Pero que diferencia hay en la percepción, porque en Tu caso todo es armonía más pura, mientras que en el mío todo es un caos totalmente confuso!

12. Para Ti el murmullo de una fuente ya resulta en palabras bien entendibles. Tú entiendes el susurro de las hierbas, y los lamentos de las hojas que se caen no pasan desatendidos ante tu oído.

13. Tú percibes los elogios de los vientos, y los bramidos del oleaje del mar no te resultan extraños; ¡aun así cuidas del pequeño gusano en el polvo como si no oyeras sino las quejas de él!

14. Oh Asmahael, ¡gran Dios sumamente santo, poderoso y lleno de Amor! Nunca habrá espíritu finito alguno que pueda percibirte, porque cada sabihondo que quiera escudriñarte se perderá en la noche eterna de tu Poder. Tan sólo una gota de rocío ya se le tragará en sus profundidades sin fondo, con lo que el tragado nunca ya sabrá orientarse sin ayuda ajena en el océano infinito de la gota de rocío con todos sus milagros incontables...

15. Por eso, nunca en mi vida ya indagaré, sino lo que haré es únicamente amarte a Ti, mi Dios, y en cada paso que tengo que dar en el ámbito de la sabiduría, reconoceré en todo amor y toda humildad: “¡Hasta aquí y vale ya!”. Porque cada latido de mi corazón sea sumiso a tu Voluntad; porque ante Ti, ¿quién puede ser vivo, dado que únicamente Tú eres toda Vida?

16. Yo vivo solamente mientras viva amándote, por cuyo motivo para mí no hay nada vivo –– ¡con tu única excepción! Para mí, ¿acaso no son muertas todas las cosas? Pero para Ti, ¿no tiene la piedra muerta más vida que para mí el pájaro más revoltoso? Para Ti la piedra muda resulta comunicativa, ¿pero a mí, qué me dice el canto animado de un grillo?

17. En consecuencia, para el vivo todo es vivo, mientras que para el muerto todo es muerto... Pero ahora, ¡hasta aquí y vale ya!».


Capítulo 131. La alegría y gratitud de Adán. La pregunta de Yura curioso a Asmahael.

1. Cuando Enoc en su corazón hubo terminado su soliloquio notable, Asmahael estaba ya a punto de llegar con su gran cosecha.

2. Todavía a unos treinta pasos de Adán, Asmahael indicó a la muchedumbre que de momento se pare allí y se dirigió a Adán todavía estupefacto:

3. «Adán, ¡despierta y ve lo que consigue la voz del verdadero Llamador, y luego cuéntalos, a ver si falta alguno! –– Pero antes de todo, ¡bendícelos a todos! Amén».

4. Adán se levantó y, con el corazón contrito, le respondió: «Asmahael, permíteme que en tu nombre sólo haga lo último. Porque donde Tú has contado, Señor, el número siempre es correcto; pues, Tú eres eterno e infinito, y lo que haces siempre está lo mejor hecho.

5. ¡Yo y todos los hijos que me regalaste no podemos sino alabarte! Por eso, ¡concédenos la Gracia de acoger nuestros corazones llenos de gratitud y de amor a Ti y procede con nosotros según tu agrado!».

6. Acto seguido Asmahael llamó a Yura, Bhusín y Ohorión y les dijo: «¡Oíd!, vuestro padre está ya casi dos horas en vuestra región y hasta ahora aún no hubo nadie quien le hubiera traído una fortificación. Por eso, mandad mensajeros a vuestros hogares para que traigan fruta, pan, leche y miel en cantidad suficiente para todos que estamos aquí. –– ¡Id y actuad!».

7. Al Yura le parecía bien que sus dos hermanos ya se fueran, pero él mismo todavía se quedó algunos momentos con Asmahael para preguntarle:

8. «Joven poderoso, ¿te importaría decirme quién eres y de dónde vienes? ¿Acaso Adán también es padre tuyo? ¿O, acaso, existe en esta amplia Tierra aún otro patriarca más poderoso que nuestro padre Adán a cuya palabra en otros tiempos obedecían el Sol y la Luna?

9. Pero una vez que Adán cayó ante Jehová, con él también se perdió su poder, de modo que ahora todos nosotros nos encontramos en un contorno de debilidad y nunca ya podremos recuperarnos de nuestra impotencia.

10. Pero tú eres uno que está en el poder como Adán antes de su caída ante Jehová, con lo que podrías muy bien responder mi pregunta –– si así fuera tu voluntad».

11. «Yura, tu pregunta es justificada», le respondió Asmahael. «Pero piénsatelo tú mismo: dado que ahora no lo sabes, ¿qué ventaja significaría para ti si lo supieras?

12. Una excusa es imposible para mi boca, pero para la Verdad aún no eres suficientemente maduro en tu corazón... Es que si la Verdad te llegara antes de tu madurez, ella te mataría... Por eso, ten paciencia hasta cuando estés maduro... y ama a Dios y sé temeroso de Él... Y en tu corazón recibirás una respuesta muy clara sobre Aquel que ahora te está aconsejando todo esto.

13. Que sepas que no podrás formular pregunta alguna acertada sobre Mí, con lo que cada una de tus suposiciones sería vana. ¡Madura y verás una fuerte Luz, que es la Luz de todas luces!

14. ¡Pero ahora sigue a tus hermanos!».

15. De modo que Yura se fue para volver con los demás, todos bien cargados de comida y bebida.

16. Cuando los hijos de la medianoche depositaron todo delante Adán y los demás hijos, Asmahael se acercó y bendijo todo, y animó a todos que se sirvieran; y Él mismo se sentó al final de los cestos, comiendo por primera vez con los demás.

17. Pero Adán observó: «Asmahael, ¿cómo es posible que te sientes al final de los cestos, dado que te corresponde el primer sitio ante los demás?».

18. «Adán, ¿dónde está arriba y dónde abajo?», le preguntó Asmahael. «¡El primer sitio es él de la humildad! ¿Acaso no sabes que allí donde se ha sentado el Primero, el sitio es como Él? ¡Por eso no te preocupes por mi sitio y disfruta sin más preocupaciones!».


Capítulo 132. La comida. Los cuatro que ayunan por profundo respeto y modestia. El amor de Enoc a Asmahael. La verdadera oración.

1. Adán y también todos los hijos estaban conforme con esta aclaración.

A continuación, tras un profundo agradecimiento en su corazón, cada uno empezó a comer y a beber según necesitaba.

2. Pero Abedam, Yura, Bhusín y Ohorión no se atrevían a participar en la comida, ni tampoco Matusalén y su hijo Lamec, porque ni Adán ni nadie de los hijos del linaje principal los había invitado para que participaran en la comida.

3. Ante esta evidencia Asmahael se dirigió a ellos para preguntarlos: «¿Por qué no coméis ni bebéis juntos con nosotros?».

4. «Oh poderoso Asmahael, ¿cómo vamos a atrevernos a hacer algo parecido? ¡Menuda osadía sería de nuestra parte si metiéramos nuestras manos en el mismo cesto del cual come el patriarca y si bebiéramos del mismo vaso que ha tocado la boca sublime del padre eminente!

5. ¡De todos modos ya es un gran placer y una gran satisfacción para nosotros que nos esté permitido estar presentes y poder ver cómo los sublimes padres se están fortificando con buenos ánimos! Por eso, Asmahael, no te preocupes por nosotros porque nos estamos fortificando sobremanera... De todos modos te estamos muy agradecidos por tu preocupación cordial –– ¡para ti sean nuestro amor y nuestra gratitud!».

6. Abedam aún añadió: «Oh Asmahael sumamente poderoso, en mi sumo respeto y amor lleno de presentimientos te digo con toda confianza: En tu cercanía y ahora en tu presencia inconcebible, ¿quién podría pasar hambre?, ¡porque Tú mismo eres la confortación eterna de todas las cosas!

7. Oh Asmahael, ¡Tú ya me has confortado para toda eternidad, y cualquiera que se sacie mediante Ti, seguro que nunca ya tendrá hambre ni sed! Por eso, ¡para Ti sean todo amor y toda gratitud! –– Amén».

8. Al oír esta presentación de disculpas, Asmahael dijo a los cuatro: «Habéis hablado muy bien y el sentido de vuestras palabras era del agrado de mi Corazón, porque cada una de ellas más tu plática, Abedam, son verídicas para toda la eternidad... sólo, mis queridos amigos, que todavía estáis en la Tierra y tenéis un cuerpo que pertenece a ella –– con lo que hace falta que le fortalezcáis debidamente con comida y bebida.

9. Aunque también Adán esté comiendo y bebiendo aquí –– ¿qué diferencia hay entre él y Yo?

10. Pero si Yo ahora os digo “venid y comed”, ¿quién va a excluiros de la comida a la que Yo os he invitado?

11. De modo que sentaos a mi lado y comed y bebed sin timidez alguna, porque pronto los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros...».

12. Cuando los cuatro habían oído esta plática, hicieron reverencia ante los padres, alabaron a Dios y, llenos de alegría y de verdaderas delicias, finalmente se acomodaron en el suelo al lado de Asmahael y comieron y bebieron.

13. Pero también todos los padres incluso Adán se alegraron de este detalle; sólo Jared, Malaleel y Enós estaban demasiado impresionados por el éxito de Asmahael, con lo que eran incapaces de reaccionar... No sabían si comían o bebían, no se daban cuenta quién y de qué estaba hablado, ni vieron que también los cuatro estaban comiendo... pues, la gran acción de Asmahael los había arrebatado más que ninguna de las anteriores.

14. Sólo Enoc lloraba por alegría y sumo amor a Asmahael y, finalmente, no podía menos de levantarse y correr al lado de Asmahael para descargar la entera carga de su corazón sobre Él.

15. Como Asmahael sabía qué estaba empujando a Enoc ––que rebosaba de amor–– se levantó y fue a al encuentro de él.

16. Y le dijo: «Mi querido Enoc, en verdad, todo aquel que se acerque a Mí como tú, ¡él presenciará que Yo me levante y venga a su encuentro más que la mitad del camino!

17. En verdad, Yo te digo: Ahora has encontrado la Vida y toda muerte se ha apartado de ti... Tus ojos nunca verán el día de la muerte, porque tu amor ha vencido incluso a tu carne y la ha llenado con inmortalidad... ¡Te digo que así como ahora eres y vives, así serás y vivirás eternamente!

18. Ve, a los que surgirán de ti los mantendré hasta el fin de todos los tiempos, y vendrá el día en que en tu linaje se cumplirá la gran Promisión... Amén».

19. Cuando Enoc oyó estas palabras, su corazón quedó embargado por la emoción, con lo que su lengua ya no pudo producir ni el menor sonido.

20. Pero Asmahael le fortaleció. «¡Tranquilo, querido Enoc! ¡Y toda Paz esté con tu espíritu! Ya sé lo que ahora quisieras decirme.

21. Pero en verdad te digo: Todo aquel que reza y da las gracias como tú ahora con el corazón totalmente contrito, él reza en el espíritu y en la Verdad.

22. Pues, aquel que todavía puede rezar y dar las gracias con la boca, en su cuerpo late un corazón cuyas fibras todavía están atadas en las ramas de los árboles del mundo –– de modo que el viento más ligero que se levante, al mismo tiempo también arrastrará al corazón.

23. Pero un corazón como el tuyo ya está en su verdadero hogar; y aunque soplen vientos, continuará tranquilo y despreocupado del mundo... Pero precisamente por ello también está libre a amar sobre todo al Señor, y a todo lo demás sólo a través de Él.

24. El que ama de esta manera, ama verdaderamente, y el Señor estará eternamente con él. –– Amén».


Capítulo 133. Asmahael anuncia a Enoc la Promisión

1. Después de estas palabras de Asmahael la lengua de Enoc volvió a soltarse, con lo que este se dirigió a todos:

2. «Queridos padres e hijos, miradme y sorprendeos profundamente sobre mí –– un débil que se ha vuelto fuerte en el Señor que es mi Dios y vuestro Dios... que es mi Padre más lleno de Amor y vuestro Padre lleno de Amor... que es mi Todo y vuestro Todo... y que es mi Vida eterna totalmente libre como también la vuestra...

¡Miradme y sorprendeos sobre mí porque Dios, que es mi único amor, me ha consentido la Gracia de bendecir mi estirpe que se extenderá hasta el fin de todos los tiempos, y que tras ella se realizará la gran Promisión!

Y de nuevo exclamo: ¡Miradme y sorprendeos profundamente porque acabo de ser hecho imperecedero con un cuerpo inmortal, para que incluso mi carne nunca ya se pudra!

3. Oh padres e hijos... Todo esto me lo hizo el Señor en vuestra presencia...

Como sabéis, contamos los días y las lunas llenas colocando en cada caso una piedra, y que cuando un año había pasado amontonamos las piedras de los días en un montón y las de las medias lunas en otro, erigiendo de esta manera para cada uño un monumento duradero.

Pero ved, aquí hay más que un día, un ciclo de la Luna, un año... por eso permitidme que en el mismo lugar en que me encuentro ahora, voy a erigir un gran monumento en el honor del Señor que, mediante Asmahael, nos ha visitado de manera tan maravillosa y llena de Amor –– El que ahora se encuentra entre nosotros hasta el fin de todos los tiempos...

Se encuentra ya casi la tercera parte del día de hoy con nosotros, guiándonos con todo Amor, pero hasta ahora a nadie de nosotros nos ha ocurrido alabarle algo más profundamente.

Oh padres e hijos, estamos invitando a todos los hijos para el sábado de mañana para el sacrificio que queremos consagrar al Señor. Pero ved, el Señor no se hizo esperar sino vino a nuestro encuentro, con lo que ya está entre nosotros. Ahora es la pregunta Quién o qué es más, ¿el Señor o el sábado?

4. ¡Porque donde está el Señor, allí también está el sábado! Por eso, padres e hijos, voy a erigir un altar para Aquel que está entre nosotros, y encender un sacrificio, ¡porque únicamente a Él le corresponden todo nuestro amor y nuestra gratitud, nuestro sacrificio y nuestra adoración!

5. Hijos, ¡id y buscad piedras planas limpias y ayudadme en erigir el altar, e id a buscar un holocausto –– que sea un cordero de apenas siete lunas, y madera de cedro pura! ¡Y daos prisa!

6. Supongo que Tú, mi santo Asmahael profundamente querido, aceptarás este sacrificio con agrado, y en tu Amor infinito me lo perdonarás; pues lo hago impulsado por mi amor para Ti...

7. Comparados contigo, ¿qué son el Cielo y la Tierra, y qué el sábado escaso? Donde Tú vives y estás presente, allí se concentran toda la eternidad y toda la infinitud –– sí, allí están presentes la Gloria infinita y la Santidad de todos los Cielos y de todos los Soles y mundos...

8. Ante el hecho que nos habías prohibido descubrirte abiertamente antes de que te lo pareciera bien, tengo que confesarte que fue únicamente mi amor poderoso a Ti que, surgido de Ti, se apoderó de mi corazón –– pues, es únicamente este amor que ahora me empujó que te descubriera inevitablemente.

9. En mi corazón oí tus palabras que me dijeron: “Ves, Enoc, mediante este mandamiento fácil a cumplir el Señor sólo puso a prueba la fuerza de tu amor. Mientras el amor todavía circule dentro de dimensiones moderadas, uno puede fácilmente respetar este mandamiento. Pero una vez que el amor se haya encendido hasta el máximo, entonces derriba todas barreras, descubre su objeto tan profundamente amado y se le acerca corriendo para tomarlo en sus brazos”.

Y Tú, Asmahael, como Tú mismo eres este “objeto” tan profundamente amado, ya me perdonarás mi paso en falso; pues, ¡no era culpa mía porque el amor me empujó de tal manera que no podía menos de manifestarte mi amor tan abiertamente ante todo el pueblo!

10. Oh Asmahael, ¡acepta con clemencia lo que nosotros te queremos ofrecer, y si Tú consagras el altar, será consagrado para todos los tiempos!».

11. Acababa Enoc su plática, cuando Asmahael de nuevo se levantó para dirigir las siguientes palabras a los padres y los hijos:

12. «Así es, porque Enoc anda en el buen camino. Quien anda como él, se encuentra en el camino más corto para llegar al “objeto” amado. Os digo que aquel que no sigue este camino, difícilmente llegará a Mí ni Yo vendré a su encuentro.

Os pregunto: Aquel que tiene el amor poderoso en su corazón, ¿acaso se pondrá a contar los días que le puedan faltar para llegar al “objeto” amado, o va más bien considerar cada momento como sagrado y oportuno para ir corriendo a abrazar lo que su amor ha atrapado?

13. ¿Dónde mora el sábado de los ríos y de los riachuelos?, ¿acaso no en el mar mismo? Y una vez que un río haya alcanzado el mar, o el mar se haya acercado hacia él, ¿no va el río en seguida entrar en un descanso?

Y si el mar se ha acercado al río, ¿acaso este va a esperar al día de mañana para entrar en su sosiego?

14. De modo que os digo: Yo vine a vosotros, pero aparte de Enoc nadie vino a mi encuentro. Os di un mandamiento... Pues sí, cumplisteis con él, pero únicamente por miedo que me podríais perder –– pero sin considerar que el verdadero y puro amor nunca tiene nada por perder, menos aún si está dirigido a Mí.

15. Apenas habéis percibido algo de la diferencia entre Yo y vosotros; pero Enoc, sí, ¡él me ha reconocido!

Por eso, querido Enoc, bendigo el sacrificio de tu corazón y consagro el altar que tu me eriges. Te digo que el día vendrá en que tu estirpe será salvada de las mareas52 del pecado, y un nieto tuyo53 volverá a erigir este altar, preparándome un sacrificio de gratitud. ¡Y ahora te bendigo para todos los tiempos! –– Amén».


Capítulo 134. Asmahael presenta una parábola sobre el amor

1. Después de estas palabras de Asmahael que también Enós, Malaleel y Jared habían percibido muy bien, Adán y también los demás se levantaron y querían acercarse corriendo a Asmahael –– la mayoría llevada por mero respeto profundo. También los demás estaban llevados por un gran respeto, pero éste estaba en unión con cierto amor que en la cercanía del “objeto” estimado pocas veces falta.

2. Pero Asmahael los paró donde estaban y les dijo: «Oídme, porque voy a presentaros una parábola para que la ponderéis:

3. Cuando los rayos del Sol caen sobre un suelo fértil, este empieza a formar rajas anchas y profundas, para que los rayos puedan penetrar en él y calentarle mejor. Pero la arena nunca se raja, con lo que únicamente la superficie llega a calentarse. Ahí sólo hace falta que los rayos se aparten, y el poco calor absorbido ya está disipado. Lo mismo pasa con la piedra: se calienta fácilmente, pero en cuanto se levanten unos vientos fríos, en seguida suelta todo el calor e incluso se vuelve más fría que los mismos vientos.

4. Lo mismo pasa cuando caen las lluvias: mientras llueva, todo está mojado. Pero en cuanto haya dejado de llover y se presentan algunos vientos, la arena y la piedra pronto estarán secas, y sólo la tierra fértil guardará la humedad vivificadora de la lluvia para alimentar con ella su flora.

5. Oh, ¡fijaos bien si en vuestros corazones no pasa algo parecido como con las piedras y la arena!

6. Como ahora me habéis reconocido a causa de mis palabras, de mis hechos y del testimonio que Enoc ha dado de Mí, también os habéis calentado y sois llenos de respeto y amor a Mí; pero en cuanto me vaya y de nuevo me vuelva invisible para vosotros, decidme, ¿acaso va a pasar con vosotros lo mismo que con la buena tierra fértil?

7. Ya me encuentro tantas horas entre vosotros, pero ¿quién de vosotros me hizo lo mismo que Enoc?

8. Sí, me estáis tributando un gran respeto...

Las crestas pedregosas de las montañas absorben los primeros y los últimos rayos del Sol porque son ávidos de su luz; pero cuando también empieza el calor, en seguida empiezan a cubrirse con nieblas densas y nubes oscuras para que de ninguna manera se les derritan y desaparezcan sus nieves y hielos eternos...

Vuestro amor también parece al amor de los terneros a la ubre de su madre lechera, a la acuden brincando, empujándola con la cabeza hasta que hayan encontrado las tetas; pero cuando estas se han quedado vacías, los terneros se apartan de la madre y ya no se nota nada en ellos que parece a amor.

9. Acabáis de ver cómo acogí a Enoc, y ahora queréis ser acogidos de la misma manera. Pero os pregunto: ¿Acaso vosotros también me habéis acogido como Enoc? –– Ved Enoc me ha acogido por puro amor, ya desde el principio... ¿Acaso vosotros hicisteis lo mismo?

10. Sí, me acogisteis, ¡pero sólo después de haber visto mis obras!

¿Acaso fue por amor? Os digo que algo tal el amor no lo hace, pero sí, el interés personal oculto en el interior del hombre...

Como me encuentro entre vosotros, veis la gran ventaja de lo mucho que se podría realizar con mi ayuda; de modo que mi infinito Poder os infunde un gran respeto y la ventaja relacionada con todo ello os engendra amor a Mí.

11. Cuando Yo desde las profundidades en la bajeza de un hombre vine a vosotros, me dejasteis en el polvo del suelo, allí delante de vosotros...

12. Decidme, ¿quién me ha acogido en todo amor sin idea alguna que esto podría resultar ventajoso para él?

13. Bien es verdad que, en el nombre de Jehová, habéis convocado a los hijos para el sábado de mañana. ¿Pero acaso os imagináis que lo hicisteis por amor a Él? –– ¡Ahí estáis muy equivocados porque lo hicisteis únicamente por un miedo servil, un respeto profundo ante el infinito Poder de Jehová, y una especie de gratitud a la que os veis obligados ante la grandeza de Dios!

14. ¿Pero dónde está ahí el amor puro que ama a Dios sobre todo, en Sí y en sus Obras –– un amor que es totalmente libre, a no ser que a lo sumo esté estimulado por el Amor mismo?

15. Vais a decirme: “Señor, ¡creemos que Tú eres el único Dios verdadero, poderoso, santo y eterno, lleno de Amor, de Misericordia y de Gracia!”.

16. Pero Yo os digo: Si no creéis llevados por el amor puro de vuestro corazón, vuestra creencia vale poco más que nada, y ante Mí no tiene valor alguno. Podéis llamar incontables veces: “¡Jehová, Dios poderoso, santo, sublime y misericordioso!”, y “¡Padre querido!”, etc., –– Pero os digo que os vale más que no desgastéis tanto vuestros labios, dientes y pulmones, ni vuestra lengua y garganta... porque todo este lloriqueo de una creencia huera nunca llegará a mis oídos.

17. Todo aquel que no viene a Mí como Enoc ni me habla como él, él hace todo en vano porque nunca le miraré: cuando reza, sus oraciones no serán atendidas, y para él todos los Cielos estarán cerrados con cerrojos rígidos hasta que no haya desaparecido de su corazón el último rastro de egoísmo.

18. De modo que aquel que me ama, me tiene que amar como una novia pura ama a su novio puro... donde únicamente los corazones se atraen –– mutuamente. Todo lo que es de más o de menos resulta en un obstáculo para la libertad del amor –– un obstáculo por cuya carga el amor nunca podrá elevarse hacia mi Corazón. Porque todo lo que es de menos del amor arrastra el corazón hacia la profundidad lodosa, y lo que es demás del amor lo oprime y pesa al corazón de una manera que este se vuelve demasiado débil para volver a levantarse nunca ya.

19. De modo que el amor tiene que ser tan puro que puede elevarse libremente sin que nada pueda refrenarlo, y dirigirse con su fuerza absoluta al objeto libremente escogido, para abrazarlo y nunca ya soltarlo.

20. Reconocer a Dios es despertar el amor. Pero amar a Dios es otro asunto: amar a Dios es vivir completamente en Él...

21. El mero reconocimiento nunca vivificará a nadie ni le abrirá los portales sagrados del eterno Amor, ni tampoco los de la Vida eterna, porque únicamente el amor puro a Dios lo puede hacer, ni más ni menos... un amor puro sin el menor propio interés –– a no ser él del amor puro mismo...

22. ¡Por tanto examinad ahora vuestros corazones, y sólo después levantaos y venid a Mí! –– Amén».


Capítulo 135. Réplica insensata de Adán

1. Cuando Asmahael hubo terminado esta plática con gran entusiasmo dirigida a los presentes, de todos se apoderó un gran miedo y nadie pudo consolar a nadie, porque cada uno estaba demasiado afectado por la Verdad. De modo que se hizo un gran silencio en el que cada uno disputó con su corazón para encontrar con diligencia un justificativo consolador. Pero los corazones empobrecidos no pudieron presentar un tesoro donde ellos mismos sufrían de la mayor pobreza.

2. Después de un buen rato finalmente Adán se levantó y, aunque sea con un timbre suave, dijo muy en serio:

3. «Asmahael, seas quien fueres –– un hombre o el santo y supremo Dios mismo... te digo que esto ahora me da lo mismo... Ve, una vez que he caído en el trayecto conflictivo de la Voluntad divina, esto es así, y ya no puedo remediarlo. Siempre quería ir por el camino correcto y, en la medida en que me resultaba posible, siempre he procurado evitar cualquier piedra de tropiezo; además, no fui yo quien ha hecho esta Tierra pedregosa y accidentada, sino que es una Obra de Dios. Entonces, si yo aun con toda atención como primero de mi especie acá y allá tropecé alguna vez, dime, ¿acaso cada tropiezo nefasto puede ser imputado exclusivamente a mí? Y si mi corazón se ha convertido en arena o una piedra, ¿ya no existe remedio alguno para volver a convertirlo definitivamente en tierra fértil?

4. Y ya que evidentemente soy un malhechor tan enraizado, dime, ¿puede ser posible que para gente como yo ya no haya piedad en el Corazón de Dios?

5. Porque según tu sermón parece que excepto Enoc nadie ya salvará su vida ante Dios...

6. ¿Cómo se podría amar a Dios sin antes haber obtenido una idea algo más concisa de Él –– de su Grandeza y de su diferencia infinita entre Él y sus criaturas, incluso de las más perfectas?

7. Ve, ¡estás exigiendo algo imposible de nosotros! Aunque dentro de tu Perfección no reconozcas esta imposibilidad, poco podrás contradecirme en algo que yo mismo experimento palpablemente en mí.

8. Si Tú ahora eres tan exigente conmigo y todos mis descendientes ––sea en el nombre de Dios o como Dios mismo–– dime, ¿acaso es absurdo si te ruego que junto con la exigencia también dejes en nuestras manos y en nuestros corazones los remedios mediante los cuales nos resultará posible corresponder infaliblemente a tus exigencias?

9. Que no nos falta la buena voluntad, supongo, de esto ya te habrás dado cuenta tras mis palabras y mi corazón que te está manifiesto.

Ahora, poderoso Asmahael, no me tomes en mal este arrebato de sentimientos de mi corazón... El poderoso siempre encontrará un remedio para salir de un aprieto. Pero el gusano impotente, cuando le ha pisado un caballo, no tiene otra salida que morir retorciéndose en el suelo.

10. Pondera bien mis palabras y ten en cuenta lo que significa: ser una criatura impotente pero consciente de que se encuentra al lado de un Creador infinita y eternamente poderoso...

11. Ve, ahí hay una relación inimaginable e indecible: ¡una impotencia presuntamente libre debajo de un Poder verdaderamente libre, infinito y eterno!

12. Por eso, si todavía hay remedio, ¡ayúdanos en vez de pisarnos más –– a los que ya estamos pisoteados de sobra!

¡Más valdría acabar del todo con nosotros en vez de torturarnos cada vez más!».


Capítulo 136. Asmahael reprende a Adán

1. Estas palabras hacían que Asmahael se excitara un poco y dirigiera las siguientes palabras a Adán como también a los demás –– unas palabras severas pero todavía llenas de Amor:

2. «Adán, oh Adán, ¡tu insensatez se ha vuelto increíblemente grande!

Ante todo voy a dirigirme a ti, a tu corazón, porque tú eres el padre de todos estos hijos y de muchos otros que habitan esta Tierra...

Respóndeme, pues, en tu corazón, qué harías con un hijo tuyo que ––ante lecciones importantes que le diste a causa de grandes faltas que cometió contra tus sabias disposiciones–– te respondiera con las siguientes palabras audaces:

3. “¿Cómo es que me exijas algo que yo no puedo hacer? –– Si no es justo lo que estoy haciendo, no es culpa mía... ¿Acaso no he surgido de ti, y no eres tú mismo el que me ha dado esta vida miserable y conflictiva?

4. Si incurro en faltas, el fallo está en ti y no en mí, ¡porque así es como surgí de ti y no de una manera más perfecta! Por eso, ¡confórmate con la manera que soy, y no exijas de mí lo que no puede ser! Si insistes en que tenga que ser diferente de lo que soy, entonces también me puedes aniquilar y después, en una segunda procreación, puedes producirme de una manera mejor... a no ser que dejes de procrearme una segunda vez, porque de todos modos nunca te agradeceré una existencia miserable como esta.

5. ¡Todo lo que nunca hubo, déjalo en su eterna inexistencia, porque más vale una inexistencia que ir tirando a tu lado en una existencia miserable y limitada! Una vez que soy como soy, ¿ahora me vienes y quieres mejorarme? ¡Haberme procreado mejor!, ¡con lo que es tu propia culpa que he salido así!

Por eso, ¡más te vale si primero te mejoras a ti mismo, y después ya verás cómo te lo arreglarás con mi mejora!”.

6. Ahora dime, Adán, ¿en qué ánimos entraría tu corazón paternal si uno de tus hijos a los que amas tanto se confrontase de esta manera contigo, además, si se tratara de uno de los veteranos de tu linaje principal?

7. Tú que maldijiste a Caín arrepentido, dime, ¿qué harías tú con un hijo que no solamente mató la carne de un hermano suyo, sino que también te maldijo a ti y se puso a censurar tu espíritu? –– Dime, Adán, ¿qué harías tú con tal hijo incorregible?

8. Ahora estás callado como un ratón que ventea un gato... sin embargo, tú como patriarca del linaje principal, acabas de presentarme la misma réplica –– ¡por un pelo la misma!

9. A ti te da igual qué es Dios y qué es el hombre... Para qué, pues, preocuparte de quién está hablando contigo, si es un Dios, tu padre o cualquier otro hombre –– dado que no te creaste a ti mismo, sino te creó un Dios desconocido e invisible para ti... Si le has salido tan miserable y propenso al pecado, que esté conforme contigo tal como eres, y que no espere de la obra malograda que se vuelva más perfecta de lo que ha salido de la mano del Creador despistado...

10. Observa tu corazón, Adán, ¡a ver si disputa de esta manera o no!

11. Me reprochaste la dificultad de seguir el trayecto conflictivo de la Voluntad divina sobre esta Tierra pedregosa y accidentada, todavía confirmando tu disposición de andarlo fielmente si esto tan sólo fuera factible. Toda la culpa de tu caída la cargaste sobre mis hombros, con lo que debo haber sido Yo quien ha faltado... y tú en absoluto, dado que fui Yo El que te ha creado así y no de otra manera...

Y si hubieras debido volverte diferente, habría faltado darte también un medio para realizarlo –– un medio que te habría permitido actuar conforme la Voluntad divina...

12. Ves, ¡otra de estas declaraciones que al santo Padre tan sumamente preocupado por vosotros no podrán dar gracia alguna!

13. Estás clamando por piedad...

Si Yo vengo a vosotros, como hombre y Padre, si con mi propia boca os enseño el verdadero Amor y la verdadera Sabiduría, y con mi propia mano os guío en la Tierra que es un lugar de prueba para vuestra perfección futura, ¿qué más podría hacer para vosotros? ¿Acaso no soy Yo mismo la mayor Piedad, el mayor Amor y el medio más infalible?

14. ¿O, según tu exigencia, debería hacer de vosotros unas máquinas animadas?

15. ¡Insensato, tú! Si quisieras fijarte tan sólo en ti mismo, tu propia gran perfección ya te tendría que llamar la atención –– una perfección por la cual estás tan encima de todos los demás seres... Pues, todo es asunto de tu propia voluntad: puedes fallar o también dejar de fallar como Enoc...

¿Y tú me reprochas de haber surgido de Mí como chapucería Mía?

16. Ves, Adán, ¡lo mucho que te has despistado, otra vez!

17. Pretendes que exijo de vosotros lo imposible...

¡Mira aquí, mira a Enoc y a los seis que están a mi lado... mira incluso a toda esta muchedumbre y pregúntala si es así o no...

18. Pero Yo te digo: Tú mismo eres quien dentro de su propio concepto obstinado busca a algún Dios infinito para percibir y honrarle... Tú mismo quieres realizar lo imposible, en ti... pues quieres cargar toda la eternidad sobre ti... intentas buscar a un Dios que no se encuentra en ninguna parte... Sin embargo, al Padre lleno de Amor que ahora está hablando contigo le desdeñas, disputas con Él y le rehuyes...

19. En verdad, te digo que la existencia como criatura al lado de un Dios así como tú te le imaginas y le veneras adorándole los sábados, no resultaría solamente miserable e infinitamente más desgraciada que la de un gusano pisoteado en la arena, sino ya por parte de tu Dios imaginario tal existencia sería absolutamente imposible... Porque un Dios imperfecto como este no sería solamente incapaz de producir una chapucería sino no sería capaz siquiera de crear una sola mota de polvo...

20. Si desaprobé vuestras pesquisas insensatas y vuestras aspiraciones disparatadas por un Dios que no existe en ninguna parte, y si os llamé la atención al Amor del Padre ––Quien soy, era y eternamente seré Yo desde todas a todas eternidades–– dime, ¿acaso con esto, Yo, siendo vuestro Padre, os he impuesto exigencias imposibles a cumplir?

21. Ve, ya los niños más pequeños cumplen perfectamente con esta “exigencia” tan fácil, porque aman a su padre sobre todo y eso sin pensar con astucia en una recompensa por parte del corazón del padre; pues, le aman simplemente porque es su padre...

Adán, hijo Mío, ¡dime si alguna vez de tus hijos has pedido más que esto!

22. Yo como único verdadero Padre lleno de Amor no os exijo más...

Yo os aparto de todo lo que perjudicaría vuestra Vida y que poco a poco acarrearía la muerte inevitable –– una muerte que siempre es consecuencia inevitable de una ceguera interior progresiva que se basa en la propia voluntad, donde la ceguera finalmente se excita porque, con el sinnúmero de Ideas infinitas que existen, nunca podrá llegar a conclusiones ciertas: la ceguera empieza a rabiar criticando al Creador un chapucero vulgar y caprichoso... Como consecuencia ella misma se vuelve cada vez se más grave, pues, se está preparando su propia perdición...

Adán, si Yo no os “exijo” más que vuestro amor, y si os aparto de todo que podría perjudicar vuestra Vida, entonces, ¿acaso, soy realmente así como tú me has encontrado en tu interior?

23. Por eso, ante todo, procura comprender al Padre y reconoce que lo que Él exige de ti es muy poco y muy fácil. Luego ven a Mí y dime si soy un Dios y Padre injusto o no. Por ahora, ordena tu corazón y piénsatelo mejor –– porque Yo no soy un Padre que maldice a Caín... ¡A ver si me comprendes! –– Amén».


Capítulo 137. La conversión de Adán y su plática de confesión

1. Para Adán esta plática tuvo un efecto como si hubieran sumergido la Tierra en el mar del fuego solar... pues, no se quedó solamente blando como la cera sino se licuó como un aceite bien refinado, como un bálsamo que prueba bien a toda clase de heridas... Por eso en seguida pidió a Asmahael que le permitiera pronunciar una nueva confesión, ante todos los hijos; y Asmahael y todos los hijos se lo consintieron de todo corazón.

2. De modo que Adán se levantó y empezó a la siguiente confesión bien formulada: «Oh Señor sumamente sublime, santo y poderoso –– oh Padre tan lleno de Amor –– oh Dios Jehová –– Tú que ahora eres visible en forma del hombre Asmahael, ve, fui yo quien te dio el nombre “Asmahael54” lo que te regocijó, dado que sabiamente te presentaste como uno que no tiene nombre para que yo te diera uno –– un nombre de los hijos de Dios... pues, en nuestra insensatez siempre nos imaginábamos de ser los únicos hijos de Dios...

Antes, para nosotros, no fuiste más que un forastero porque lo único que nos llamó la atención en Ti fueron tus palabras sorprendentemente bien elegidas, aunque nos diste a entender que se trataba de palabras como Abel, mi hijo, las enseñaba a los que son ciegos como nosotros...

3. Pero ahora veo las cosas de la siguiente manera: Tras la noche viene el día, y la noche anhela al día como el día anhela a la noche. Pero en la noche, ¿quién podría andar como si fuera de día? Sin embargo, en pleno día cada uno puede cerrar los ojos, y entonces la noche durante el día le resulta más densa que la noche natural más oscura.

4. Este caso es el mío y también él de casi todos nosotros, con lo que no vimos, ni oímos. Tampoco nos enteramos, y menos aún comprendimos todo eso. En nuestra ceguera te dimos un nombre que habría valido más bien para nosotros mismos –– si no hubiéramos sido tan ciegos y sordos. Porque ¿cómo ibas Tú a buscar para Ti a Aquel quien desde todas eternidades eras, eres y siempre serás Tú mismo?

5. Nos dijiste que vienes de las profundidades de Lamek, y ves, que nadie de nosotros comprendió esta expresión.

6. Sólo ahora lo de la horrible noche densa y lo de la profundidad del lodo en nuestro interior me ha quedado bien claro ––por tu Gracia–– y espero que también a los demás.

Como nos dijiste que fue una figura luminosa que te trajo aquí y que te soltó la lengua, ¿cómo habríamos podido nosotros comprender semejante revelación, dado que somos unos sordos?

7. Sólo ahora que has abierto el oído de nuestro corazón también comprendemos esto y reconocemos nuestra ceguera y sordera horribles en que vivíamos hasta esta mañana. Es por eso que la Palabra de tu Amor paternal inconmensurable llegó incomprendida a nuestros corazones y nos sonaron como palabras de un forastero, aunque Tú nos las habías dirigido con la claridad del Sol del mediodía.

8. Pero a un ciego, ¿qué le significa la luz clara del día? Y a un sordo, ¿qué le importa el trueno más poderoso? Sólo ahora reconocemos que el ciego tanto como el sordo son efectivamente muertos, y si no les quedara el tacto, parecerían a una piedra que no se entera siquiera de los vientos que la tocan... También parecerían a unos que, aunque se cayeran sobre sus semejantes, sobre la tierra suave o en el agua, no notarían ni distinguirían sobre qué se han caído. ¡A estos ya no los cambiará nada –– a no ser el poder del Fuego implacable y inconmensurable!

9. De modo que incluso nosotros no fuimos sino piedras muertas, caídas sobre toda clase de suelo, o sagrado, o imaginario. De todos esos suelos imaginarios Tú nos recogiste y nos pusiste en el gran Fuego de tu Amor paternal inconmensurable.

Y ve ¡en este suelo sagrado nosotros, unas piedras, fuimos transformados!... Volvimos a llenarnos de Vida, volvimos a ver y a oír, y empezamos a comprender... Con lo que ahora reconocemos que Abel a causa de la deficiencia de nuestro temor y amor a Dios te ha llevado ––de la manera como acostumbra–– del ámbito de nuestra propia profundidad muda a nosotros mismos que somos unos “muertos”, soltando la lengua a aquellas facultades en nuestro interior que ya no eran capaces ni de llamarte “Padre” –– en el sentido del espíritu de la Verdad y en él del eterno Amor.

10. ¡Lo infinitamente ciegos, sordos, insensibles y muertos debemos haber sido todos para que nadie pudiera presentir que el Sol de los Soles, el Fuego de todo fuego, el Amor de todo amor, sí, la Vida de toda vida y el Poder de todos los poderes acudió a nosotros en nuestro medio!

11. Oídme, hijos: Aquel al que en nuestra ceguera todavía llamamos “Asmahael” es y se llama “Jehová, Dios el Eterno desde la eternidad”; pero a partir de ahora siempre le llamaremos “Emanuel”... y aquellos cuyos corazones estén llenos de amor, que le llamen “Abba, santo Padre querido”...

12. Ve, Emanuel, yo no merezco que en mí se cumpla lo mismo como en Enoc que desde su fondo está colmado de amor a Ti... Pero lo que sí te ruego es que a todos nosotros nos consientas que hasta al último día de nuestra vida terrenal seamos capaces de amarte cada vez más, de todas nuestras fuerzas, para que luego, animados por este Amor tuyo en nuestros corazones, podamos llamarte: ¡Abba, Abba, Abba!

13. Emanuel, ¡acepta con piedad mi confesión, y en todas eternidades sé ahora y eternamente nuestro Abba!».


Capítulo 138. La plática de Emanuel sobre su Venida a los hombres

1. Y Emanuel respondió a Adán: «Ve, Adán, ahora has hablado muy bien, porque todo lo que dijiste es viva Verdad.

Piensa en que esta mañana vine a vosotros, y ante ti y los demás me hice pasar por un esclavo mudo de las profundidades de Lamek, uno que se refugió con la ayuda de Abel... Si la realidad en el espíritu de la Verdad y del Amor no fuera otra, ¿no constaría Yo ahora como un verdadero mentiroso parecido a la serpiente que es un padre y príncipe de todas patrañas?

2. Pero tú fuiste ciego, sordo e insensible, como tú mismo ahora acabas de confirmar, con lo que tampoco podías enterarte de las cosas del eterno Orden divino. Ve, si Yo no hubiera venido a vosotros en forma de Emanuel, ¿en qué se quedaría ahora vuestra vida?

3. Por eso Yo vine a vosotros presentándome en las mismas condiciones en las que os encontrabais en vuestro interior, para que vosotros ––unos Asmahaeles fríos pero recalentados en Mí–– ibais a encontrar al Abba Emanuel...

4. Ayer por la tarde estuve contigo y te hice una gran Promesa, pero sólo me reconociste como en un sueño, porque había arena y piedras secas alrededor de tu corazón. Y hoy por la mañana en tu interior ya no quedó más que un recuerdo borroso de todo ello. Por eso os preparé a Enoc como interprete.

Sin embargo, os quedasteis simplemente admirados de sus palabras, pero vuestro corazón muerto no las comprendía. Todos estabais buscando, pero a pesar de ello cada uno de vosotros quería ser un guía sabio para los demás, para manifestar de esta manera su propia sabiduría.

5. Cuando esta mañana pensabais a poner todo en marcha, vine Yo a vosotros ––una Estrella clara–– para que arrastrándome delante de vosotros en el polvo pudiera señalaros que vuestro corazón se encontraba en las mismas condiciones –– enterrado en arenas profundas...

La Estrella clara os acompañó de la región de la mañana hasta la del mediodía, del mediodía hasta la tarde, y de la tarde hasta aquí –– pero aun así durante todo este tiempo vuestro corazón me tomaba por un mentiroso, y sólo pocos de entre vosotros podían ver el rayo de la Luz con toda su claridad.

6. Tenía que presentarse un tigre que me portaba delante de vosotros, una medida conveniente para arrancaros del letargo de vuestros propios corazones...

7. ¡Ved la claridad de la Estrella –– pero vosotros no os enterasteis de ello!

8. Allí en la región de los siete montes cónicos desde cuyas cumbres bajaban corrientes de agua, el Suave os enseñó la humildad, pero vosotros continuabais demasiado sordos y ciegos, con lo que para vosotros toda la claridad de la Estrella lucía en vano.

9. En la región de la tarde la Estrella derramó una Luz aún bastante más clara. Hubo rayos y truenos. Pero sólo muy pocos muertos se rehicieron, soltándose de la maraña nudosa podrida; los demás echaron de menos el calor producido por el proceso de la putrefacción, y como esto les produjo un descontento, empezaron a pelearse: un privilegio de mayor sabiduría peleó contra otro, con lo que muchos aún no podían ver la Luz clara de le Estrella.

10. Y la Estrella siguió guiándoos. Su Poder despachó vuestro tigre interior e hizo que se callara el antiguo gusano de vuestra soberbia –– la antigua serpiente.

11. A eso os frotasteis los ojos, porque la Luz de la Estrella os parecía demasiado fuerte y el calor de su fuego os resultaba demasiado agobiante; y a Matusalén y Lamec, acogidos por la Estrella, los mirasteis de reojo.

12. Finalmente llegamos a la pared de piedra de vuestro corazón. El rayo de la Estrella hizo que se derrumbara y os disteis cuenta de lo abandonada que se encontraba vuestra vida interior. Salisteis y llamasteis a la Vida, pero poco de ella se presentó. Como vi vuestros apuros, me fui Yo mismo; llamé y os traje Vida en gran cantidad.

13. Y ves, Adán, para ti la Estrella siguió siendo algo extraño, y seguiste llamándome “Asmahael”, a pesar de todos los señales que habías visto.

14. Ahora, como me diste otro nombre, ve y recuerda: esta última señal se volverá la primera y la primera será la última; y en el futuro cuando Yo volveré, a tus descendientes ya no les pasará lo mismo que a ti.

15. Y cuando después de todo volveré ––como esta vez por la mañana–– entonces aquellos que ya están acostumbrados a los rayos y los truenos, en su propio fastidio encontrarán la muerte. –– ¡Comprendedlo!

Pero ahora haced lo que corresponde al Emanuel Abba –– ¡en vuestro interior!».


Capítulo 139. El amor rebosante de Lamec a Emanuel

1. Después de esta explicación de Emanuel, Adán profundamente contrito y todos los hijos agradecieron al Abba en Emanuel, conmovidos de un gran amor. Todos fijaron su vista en Emanuel y no se cansaron de contemplarle, a pesar de que su aspecto como Asmahael no se había cambiado ni por un pelo.

Cada uno, incluso Enoc, dijo para sus adentros: «De modo que Éste es Aquel sobre quien ya se habló tantas veces... el Dios eterno, infinitamente poderoso, lleno del Amor más sublime y de suma Sabiduría... el Creador del Cielo y de la Tierra y de todas las cosas que se encuentren en ellas... el único verdadero Padre de todos los hombres, lleno de la mayor Misericordia para con ellos.

2. Si Él tan sólo lo quisiera, ¿no tendrían que perecer todas las cosas como si nunca hubieran existido?

3. Y este Dios todopoderoso se encuentra ahora entre nosotros –– el Eterno, el verdadero Dios Emanuel...».

4. «Pues sí», dijo Lamec en voz alta a Matusalén, «¡seguro que Él lo es! ¡Te digo que me estoy consumiendo por amor a Él! Pues, ¡tiene un aspecto tan increíblemente cariñoso y benigno –– y aun así guarda todavía una profunda seriedad!

5. Oh padre, ¡si tan sólo me atreviera, me gustaría correr a Él, estrecharle contra mi pecho y nunca ya soltarle durante toda mi vida! Una vez llegado a estas alturas, ¡que me alcance la muerte que ya no me importa!...

6. Padre, si hiciera algo parecido, ¿qué piensas, sería un pecado o, al menos, una travesura grave?

7. ¡Fíjate en lo amablemente que habla con el uno u el otro, y que infinitamente cariñoso es!

8. No, padre Matusalén, ¡ahora ya no lo aguanto! ¡Tengo que irme a Él –– y me iré!

9. Ve, ¡Él ayuda a Enoc incluso en ordenar las piedras que hemos traído aquí!

10. Padre, Aquel que en sus tiempos mediante su Palabra poderosa había creado el Cielo y la Tierra con todo lo que en ella existe ––¡oh, qué sensación!–– Él ahora está ayudando a Enoc en la construcción de este pequeño altar del sacrificio...

11. Oh Dios, mi Dios, ¡qué Padre tan sumamente bueno eres!

12. ¡Si tan sólo me atreviera por lo santo que es! Pues sí, ¡es sumamente santo! ¡Pero mi amor es demasiado poderoso para que la Santidad de Él pudiera sujetarme ante Él!

13. ¿Quién sabe cuánto tiempo todavía permanecerá entre nosotros? Por eso, ¡ahora mismo me voy!».

14. Con estas palabras Lamec realmente se puso a dar el primer paso para correr hacia Emanuel, pero Matusalén le agarró por la manga de su vestido y le dijo en media voz:

15. «¡Hijo rebelde!, ¿qué estás haciendo? ¡Ten en cuenta Quién es Emanuel! También mi corazón se está consumiendo por amor a Él, pero a Dios no le debemos amar de la manera que amamos a nuestros semejantes, sino con el mayor respeto –– silenciosamente en el corazón, ¡pero de ninguna manera con tanto ímpetu como tú!

16. ¿Acaso no has oído que antes Él mismo ha dicho que Él mira únicamente al corazón, y a nada más? Por eso haz lo que es correcto conforme la Voluntad de Él, sin olvidarte del sagrado y sublime respeto y del profundo amor que todos le debemos eternamente. Amén».

17. «Padre, ¡puedes pronunciar el “amén” mil veces seguidas, pero esto no servirá en absoluto para satisfacer el amor que guardo para Asmahael!», le contestó a Matusalén. «Lamec, tu hijo, nunca estaba desobediente ante ti, pero por esta vez romperá con su obediencia, porque no refrenará su amor sino actuará conforme el impulso de su corazón. ¡En verdad te digo que me desentendería de mil padres como tú por una sola mirada de Amor de Emanuel!

18. Por eso, ¡suéltame y no me retengas en mi camino hacia nuestro Dios y Padre! –– Y ahora digo yo: ¡Amén!».

19. Acto seguido Lamec se soltó y con gran prisa se dirigió hacia Emanuel.

20. Pero cuando ya estaba a su lado, este fingió no haberle visto. A eso se apoderó de Lamec un gran temor ––aunque mezclado con sumo amor–– de modo que finalmente no se atrevía a tocarle, y se paró convencido de que evidentemente había faltado en no haber obedecido a su padre Matusalén.

21. Pero en seguida se dijo: «El amor a Dios más puro, incorrupto y totalmente desinteresado que se ha desarrollado en el corazón, ¿acaso no es totalmente libre, más sublime y sagrado que cualquier concepto humano con sus compromisos?

22. El amor a Dios tiene que ser infinitamente más, porque el “objeto” escogido ––Dios mismo–– también es infinitamente más que todos los hombres de la Tierra. Por eso...».

23. A estas alturas Emanuel se dio la vuelta para mirar a Lamec, con lo que este rompió a llorar por profundo amor.

24. Con gran ternura, Emanuel le preguntó: «Mi querido Lamec, ¿qué te pasa, para que estés tan parado y envuelto en lágrimas?».

25. Sorprendido, Lamec le preguntó: «Oh Emanuel Abba, ¿cómo es posible que me preguntes –– Tú, a quien el pensamiento más oculto ya está conocido una eternidad antes de que un ser humano creado lo hubiera pensado?

26. Oh Emanuel Abba... Tú que conoces las necesidades de cada brizna de hierba y de cada elemento, ¡seguro que no pasarás por alto de la dulce aflicción de mi corazón! Pero en el caso que mi amor exuberante te resulte en una contrariedad, ¡entonces perdónamelo!».

27. «Mi querido Lamec, ve, tu padre está triste a causa de tu desobediencia... Dime, ¿acaso es correcto herir al padre?».

28. «Oh Emanuel, ¡yo mismo digo que maldito sea el hijo que hace sufrir a su padre!

Tú sabes que nunca he merecido esta maldición; pero ahora que Tú, nuestro verdadero, eterno y santo Padre estás aquí entre nosotros, mi corazón por su poderoso amor a Ti ya no se dejó refrenar. De modo que ahora, a causa de este sagrado amor a Ti, por primera vez en mi vida fui desobediente a mi padre –– todavía profundamente convencido de que Tú no me lo vas a tomar en mal sino que, al contrario, ya lo arreglarás con mi padre».

29. Emanuel todavía le preguntó: «¿Qué harías si a pesar de todo te imputara esta falta, apartándote de Mí y expulsándote de mi Amor y mi Gracia?».

30. Entristecido, Lamec le respondió en un tono melancólico: «Oh Emanuel, ¡únicamente Tú ves y puedes ponderar de manera justa y correcta cómo está constituido nuestro corazón! Es posible que haya faltado... pero soy ciego y no veo mi falta, a no ser aquella que por amor a Ti ––y lo estoy reviviendo profundamente–– no quería tan sólo abandonar a mi padre terrenal sino a miles de ellos, junto con todo el mundo...

31. ¡Aunque me castigues, la intensidad de mi amor a Ti no disminuirá antes de que yo mismo perezca ante Ti, oh santo Padre!

32. Ve, Emanuel, yo no pido otra cosa de Ti sino que me permitas que te ame. A Enoc, por su gran amor, le hiciste inmortal. Pero yo no pido semejante Gracia de Ti –– una Gracia a la que ni siquiera merecería. ¡Haz pues que me muera, pero permíteme que muriendo pueda amarte con todas mis fuerzas!

33. Perdóname estas palabras, Emanuel, porque no es culpa mía que mi corazón todavía vivo me haya obligado a pronunciarlas...

¡Que se cumpla tu Voluntad!».

34. A estas alturas Emanuel se estiró y su semblante empezó a radiar igual que el Sol, de manera que todos se tiraron al suelo. Y alzando su mirada hacia los Cielos, pronunció las palabras:

35. «Oh Amor, oh santo y eterno Amor puro, ¡has salido victorioso y siempre seguirás saliendo victorioso! El Sol y la Tierra perecerán junto con todo su esplendor, y no quedará rastro de ellos... ¡Únicamente tú, Amor santo, continuarás y no perecerás nunca!

36. ¡Levántate, Lamec –– porque has conseguido una gran victoria! Ve, ¡me ganaste a Mí –– tu Dios y Padre! Sólo ahora me tienes, sólo ahora puedes amarme con todas tus fuerzas, ¡porque con tu Padre y conmigo luchaste por Mí, dispuesto de morir por la causa de mi Amor! Ahora Yo mismo soy el botín que te trajo tu victoria: ¡ven y agárrame conforme te pide tu corazón!».

37. Acto seguido a esta invitación, Lamec se agarró a los pies de Emanuel y exclamó: «Oh Emanuel Abba, ¡ahora haz que me muera, porque mi amor tuvo toda satisfacción posible y mi corazón no deseaba más... ¡Que se cumpla tu Voluntad!».

38. A eso Emanuel levantó a Lamec, le estrechó contra su santo Corazón paternal y le dijo: «Lamec, ¿acaso te imaginas que pudieras morir alimentando semejante amor a Mí? En verdad te digo que el cielo y la Tierra perecerán, pero un amor como el tuyo, ¡nunca! Porque precisamente esto consiste la Vida eterna: cuando uno me ama como tú...

39. Ahora te voy a bendecir, para que Enoc y todos los demás vean que cumplo fielmente con todas mis promesas:

40. Vendrá el día en que te daré un hijo, y este será el salvador del pueblo y también de muchos animales; porque a todos aquellos a los que mirará, serán salvados de mi ira. Y después él reconstruirá el altar que Enoc ahora ha construido para Mí.

41. Ve, ante tu disposición de morir por amor a Mí: ¡un día lo haré Yo mismo para toda tu estirpe y toda la carne, para que todos ellos sean recuperados para la Vida eterna!

42. Oh, Lamec Mío, ¡ahora te quedarás conmigo y Yo me quedaré contigo, eternamente! –– Amén».


Capítulo 140. Emanuel critica la gratitud fingida de Matusalén

1. Cuando Matusalén vio que su hijo fue acogido, se alegró mucho y se dirigió a Emanuel para agradecerle esta gran Gracia concedida a su hijo.

2. Pero Emanuel le contestó: «¿Por qué das las gracias por algo en que no participas? Espera hasta que sea tu turno, ¡después ven y agradece!

3. Cuando tu hijo quería dirigirse a Mí, ¿acaso no le retuviste, agarrándole de la manga? Además, más te habría gustado si le hubiera rechazado... Pero como esto no lo hice, ahora vienes para darme las gracias contrarias a las tendencias de tu corazón.

4. Ve, semejante gratitud no es libre sino es coaccionada. Si alguien quiere presentarme un sacrificio de gratitud, su corazón tiene que estar tan libre como el amor, porque él es una flor y un fruto del amor...

5. De modo que aquel que agradece de una manera diferente de lo que ama, su gratitud es como un fruto huero que carece de un casco vital.

6. Por eso, antes de todo, ve y ordena tu corazón; y sólo después ven y presenta tu ofrenda para que la mire. Si la encuentro sin mácula, ya la aceptare. –– Amén».

7. Ante estas palabras de Emanuel Matusalén se volvió triste y dijo para sus adentros: «Oh Emanuel, ¡que difícil resulta quedar bien contigo, porque me exiges una pureza del corazón que sobrepasa todo lo que la sabiduría humana más erudita puede discurrir!».

8. Pero Emanuel le dijo: «Matusalén, ahora tu corazón ha hablado la pura verdad, ¡y esto vale mucho más que tu inoportuno fruto de gratitud picado!

9. Te digo que los sabios y eruditos del mundo siempre tendrán sus penas conmigo. Pero los pequeños jugarán con su Padre, y a Él el juguete siempre será más del agrado que toda sabiduría más erudita de los sabios del mundo por lo demás tan insípida.

10. A ver, si me has entendido. Ahora, ¡ve y haz lo que te he aconsejado! –– Amén».

11. Matusalén se fue y empezó a inspeccionar su corazón; y lo encontró tan lleno de basura que él mismo se espantó y quería huir para ocultarse en cualquier rincón de la amplia Tierra.

12. Pero Emanuel le cortó el camino y le dijo: «Matusalén, tú quieres huir y ocultarte ante Mí semblante; pero Yo te digo que no encontrarás lugar alguno en toda la infinitud que estuviera apartado de mi ojo. ¡Ve al fin de todos mundos y allí me encontrarás!

13. Y si te hundieras en las profundidades del mar, ¿acaso te imaginas que allí no llegaría? –– Oh, ¡entonces estás profundamente equivocado, porque también en el mar toda criatura recibe su alimento de mi mano!

14. ¿Adónde, pues, quisieras huir donde en tu huida no te podría seguir paso por paso?

15. Ve, como no tienes escapada, ¿por qué no te quedas donde estás y empiezas ya a purificar tu corazón, para que Yo pueda ayudarte?».

16. Finalmente Matusalén se quedó y empezó a afligirse de su propia insensatez...

17. Durante estas pláticas ––que causaron un gran cambio en los corazones de todos los hijos–– ya consiguieron terminar el altar del sacrificio. Las leñas ya estaban colocadas encima de él, entrecruzadas, y también la víctima estaba preparada.

18. Lleno del amor más ferviente, Enoc se dirigió a Emanuel y le dijo: «Señor, nuestro Padre profundamente amado, ve, todo está preparado. Ahora dinos cómo quieres que se realice este sacrificio en honor Tuyo, para que sirva de señal ante la carne pecadora».

19. «La madera y la víctima están colocados como conviene», le respondió Emanuel, «pero todavía echo algo de menos. Por eso, mi querido Enoc, ¡ve y búscamelo, porque se trata de lo que aprecio lo más de todo! Te digo que sin ello todo el sacrificio no tendría el menor valor... Por eso, ¡corre y búscamelo! –– Amén».


Capítulo 141. Enoc anima a los padres al amor a Emanuel

1. Enoc comprendió muy bien qué era lo que todavía faltaba. Por eso, en seguida, se dirigió a los padres para decirles:

2. «Oíd algunas palabras por mi boca en el nombre de Emanuel...

Ya está preparado el altar –– sagrado y puro ante Dios, porque Él mismo ayudó a mis manos débiles en su construcción.

3. Ya se encuentra sobre él la leña de cedro bien ordenada y también la víctima está preparada para su sublime fin. De modo que todo está preparado –– menos vosotros mismos, queridos padres...

4. Adán, tú y la madre Eva estáis preparados, porque sois una sola carne. Pero ¿dónde están Set, Enós, Cainán, Malaleel y Jared, y dónde estás tú, mi hijo Matusalén?

5. En lo que se refiere a vuestra carne, estáis presentes; no obstante, en ella late un corazón todavía ausente, a pesar de que debería estar bien presente en el verdadero amor más puro, dado que el supremo Amor del Padre mismo está visiblemente entre nosotros.

6. Set, cuando yo alguna vez abrí mi boca, tú siempre fuiste el primero que recibió mis palabras con un gran entusiasmo como si se tratara de los rayos del Sol en pleno invierno; y siempre las guardaste firmemente en el corazón, arreglando en seguida tu vida conforme a ellas.

Ahora, sin embargo, que el Señor mismo está entre nosotros y enseña tan lleno de Amor que incluso las piedras más duras podrían convertirse en aceite... ahora que cada brizna de hierba, cada zarza y cada árbol tiembla por delicias ante Aquel que anda entre nosotros y nos enseña cosas tan sublimes, ve, ¡ahora estás callado!

Estás callado como si no te tuvieras que darte por aludido por todas estas observaciones; pues, sólo estás a la espera de nuevos milagros cada vez mayores porque estas te entusiasman... Pero para que en vez de ello en tu corazón dieras un sacrificio de amor puro al Señor ya te has vuelto demasiado dejado –– por lo que el Señor poco se alegrará de ti. Por eso levántate, prepara tu corazón y corre hacia Él, para que vuelva a aceptarte como aceptó a Adán, a Lamec, a Abedam, a Jura, a Bhusín, a Ohorión y a muchos otros... y, gracias a Dios, finalmente también a mí.

7. Levántate y corre para que no te pierdas la Vida; pues, ¡estás muerto! Por eso, ¡corre detrás de la Vida del Amor, mientras todavía se encuentre visiblemente entre nosotros! Quien no la agarra ahora con todo ímpetu como lo hizo Lamec, os digo, que él la perderá para siempre...

8. Así es la Voluntad de Dios, amén. Y también amén para ti, padre Set...».

9. Set estaba profundamente asustado, de modo que se levantó con un salto y corrió hacia Emanuel, le abrió su corazón y le pidió clemencia.

10. «Set, como hice que te llamaran, también puedes quedarte», le respondió Emanuel. «Pero en adelante sólo podrán quedar aquellos que vienen sin ser llamados –– los que en el espíritu y en todo amor me llamen: “¡Abba, Abba, Abba!, ¡que se cumpla tu Voluntad, amen!”.

¡Y sé puro! Amén. –– A ver si lo entiendes...».

11. Cuando Enoc quiso dirigir su llamada también a los demás, todos ellos se levantaron de prisa y le rogaron: «Oh, Enoc, ¡no nos llames, porque tu llamada resulta más horrible que toda muerte!

12. Vemos delante de nosotros toda la inmensidad de nuestra culpa, de modo que ni merecemos tu llamada. Pero tú, dirígete al gran Santo cuyo nombre no somos dignos ni de pronunciarlo, y ruégale por nosotros que somos unos muertos, para que tenga misericordia de nosotros».

13. Pero Enoc les contestó: «¡Qué disparates estáis soltando! ¿Acaso os imagináis que, si yo pudiera perdonar algo, os atendería mejor que Emanuel?

14. ¡Menuda ceguera y sordera!

Yo, la imperfección personificada... yo, uno que no tiene nada ni es capaz de nada... yo, que apenas acabo de surgir por el Amor –– por medio de la infinita Misericordia del Señor... yo, de quien todo lo que sea bueno es propiedad del Señor, con lo que es un regalo del todo inmerecido... ¿De modo que según vosotros yo podría presentarme más misericordioso que Emanuel –– El que es el supremo Amor, la mayor Misericordia, que es lleno de Bondad y Longanimidad y que tiene una increíble paciencia ante cualquier debilidad?

15. Os digo: ¡Aconsejaos mejor y no hagáis de mí un nuevo pecador ante Él!

16. Si dependierais de mí, aun el mayor bien que os pudiera hacer os resultaría más bien en una maldición, comparándolo con el bien recibido de Emanuel si Él tan sólo os mirara con un ojo...

17. Por eso, ¡abrid vuestro corazón e id corriendo al Padre santo, porque no soy yo quien os llama con mi voz débil el que os llama con mi voz débil no soy yo sino que es Él, el supremo Amor, que es tan preocupado por vosotros!

18. Dirigíos, pues, allí donde encontráis al Amor, a la Vida y a la Misericordia ––sin intercesión por mi parte–– sino dirigíos directamente a Aquel cuyo infinito Amor hizo que se os llamara».

19. Profundamente contritos por su propia insensatez, todos se dirigieron a Emanuel, reconocieron su culpa y abrieron el corazón ante su semblante.

20. Emanuel los miró y les dijo: «Pero hijos, ¿cómo es posible que temáis al Padre tan sumamente bueno y lleno de Amor, mientras que de los hombres no tenéis miedo, a pesar de que todo lo bueno que tengan les vino de Mí, mientras que todo lo que sea verdaderamente propiedad suya no son sino maldad y falsedad nefastas?

21. ¿Acaso os imagináis que tras la intercesión de hombres me deje motivar de tomar más medidas, demostrando de esta manera que los hombres tienen más misericordia que Yo?

22. ¿O pensáis que Enoc tiene más amor que Yo, por cuyo motivo él habría debido estimular mi Amor, para que os perdone la carga de vuestros pecados? –– ¡Insensatos! Porque vosotros también sois padres y amáis a vuestros hijos, a pesar de toda maldad que lleváis dentro de vosotros... Decidme, ¿cuándo puede un forastero alguna vez haber amado a vuestros hijos más que vosotros mismos? O qué os gustaría más, ¿oír y atender las palabras del hijo mismo o las de un intercesor incompetente?

23. Si vosotros ––hombres llenos de maldad–– actuáis de esta manera ante Mí, ¿qué concepto debéis haber de Mí mismo?

24. Por eso, ¡aconsejaos mejor! Tened en cuenta que únicamente Yo soy el Padre de todos vosotros, y que vosotros todos sois hijos de un Padre –– y que a través del Amor tenéis un derecho a Él. Amén».


Capítulo 142. Sobre la libertad del hombre

1. Después de esta corta plática de advertencia de Emanuel, Set se levantó y, en un profundo arrebato de amor, dijo las siguientes palabras:

2. «Oh, Emanuel Abba, ¡perdónanos nuestra horrible impasibilidad! Porque mira, por todos los milagros extraordinarios que realizaste nos hemos vuelto tan pasmados, y las pláticas de Adán y de Enoc ––tras su ascenso––, tus pláticas chispeantes una tras otra, y tus enseñanzas llenas de Amor han sobrecargado nuestra psique de por sí algo lenta... de modo que ya no pudimos seguir a todas estas maravillas que surgieron de tu santa boca...

De modo que sucumbimos a nuestra gran impotencia, confiando secretamente en que Enoc luego ya nos explicaría todo, con lo que con el tiempo ya lo asimilaríamos todo.

3. Pero una Luz santa que ahora surgió de Ti nos demostró a todos que no fueron las razones que acabo de citar, sino que fue únicamente nuestra propia voluntad inerte que, en nuestro interior, produjo esa impasibilidad fastidiosa. Por eso, Emanuel, te rogamos que despiertes nuestra voluntad todavía inerte y que tu Gracia conforte nuestros corazones tan débiles, para que podamos asimilar tus palabras de manera viva y para que en adelante podamos arreglar nuestra vida conforme a ellas, de tu agrado».

4. «Set, ¡os purifico a causa de la gran verdad de tu confesión!», le respondió Emanuel. «Sin embargo, ante Mí vuestra verdad resulta desnuda... desnuda como vosotros mismos... Por eso, ¡revestid vuestro corazón con vuestro amor hacia Mí ––en toda libertad–– para que os volváis vivos! Pues, Yo os puedo dar todo –– menos el amor absolutamente libre de vuestro corazón hacia Mí, porque éste no se lo puedo dar a nadie... Y si lo hiciera, ¿en qué quedaría vuestro amor?

5. ¡Os digo que no resultaría sino en una impulsión ajena dentro de vosotros que os obligaría amarme y adorarme en contra de vuestra voluntad!

6. Pero os creé como hombres e hijos libres, y a cada uno de vosotros os di una parte considerable del Amor que fomenta la Vida en vuestro interior. En el ámbito de este Amor que es propiedad vuestra me tenéis que agarrar a Mí –– y agarraréis la Vida en vuestro interior...

7. A cada uno he dado tanto como fue apropiado, parecido a cada semilla en que está depositado un germen vivo que origina en el Amor.

Cuando la semilla está depositada en la tierra, pronto se acumulará en su alrededor el efluvio del Amor –– un efluvio que hace que se pudra la pulpa que envuelve el germen vital, liberándole de esta manera. Una vez que esté libre, el germen vital empieza a absorber con avidez todo el efluvio del Amor y de la Vida que le rodea; poco a poco va cobrando fuerza y crece hasta que brote del suelo desde donde, libremente, se alza hacia la luz del Sol.

En tal libertad se fortificará ––un proceso en que el germen casi invisible finalmente se vuelve un árbol muy fuerte, repleto de vida y con miles de frutos–– y toda su vida resultará una vida típica a este árbol que producirá miles de su especie.

8. Ahora preguntaos a vosotros mismos si a vuestro propio libre amor en vosotros no le pasa lo mismo; pues, es un verdadero germen de la Vida eterna en vuestra carne la que corresponde a la materia de la semilla...

9. Mi Palabra y mi Amor para con vosotros son el efluvio vital que hace lo mismo con vosotros como con la semilla en la tierra. Por eso acoged mi Palabra para que ella, dentro vosotros, destruya lo mundano, liberando de esta manera vuestro amor que en sí incuba la verdadera Vida eterna.

Únicamente en el ámbito de esta Vida totalmente libre podréis volveros árboles frutales útiles y podréis hacer todo lo que la fomente. Pero de momento no tenéis otra tarea sino la de volveros vivos y libres dentro del verdadero amor a Mí, para que de esta manera os volváis verdaderamente vivos en Mí y por Mí, vuestro eterno Padre santo.

10. Ahora colocaos al lado derecho del altar; observad en vuestro interior el sacrificio de Enoc y permitid que la sagrada llama del altar caliente vuestros corazones todavía débiles de amor. Amén».

11. Todos cumplieron con las palabras de Emanuel y se colocaron en el lado derecho del altar que estaba dirigido hacia el mediodía. En el lado dirigido hacia la mañana se encontraron Emanuel, Enoc sacrificando, Lamec y los demás despertados. Los lados dirigidos hacia la tarde y hacia la noche estaban a la disposición de todo el pueblo.

12. Cuando todo ya estaba preparado para el sacrificio, una vez más Adán se dirigió a Emanuel y, lleno de amor más puro, le preguntó con gran respeto:

13. «Emanuel, ¿después de este sacrificio no nos vas a abandonar en seguida, sino que nos concederás la Gracia de quedarte al menos hasta el sábado, mañana, para aceptar el holocausto en las alturas sagradas? Porque los hijos que viven en la mañana, en el mediodía y en la tarde aún no te han reconocido... ¡Lo felices que serían si pudieran verte en nuestro medio y recibir una Palabra de la Vida de tu santa boca!

14. ¡Pero que se haga tu Voluntad, Emanuel, ahora y eternamente, y no la mía o la nuestra!».

15. «Te veo preocupado y te digo que tu preocupación tiene fundamento, porque eres un padre de toda sangre libre en la Tierra. Sin embargo, todavía hay algo en tu preocupación que roza la vanidad de la vida material: la visibilidad de mi ente como persona, parecida a vosotros...

¿Acaso te imaginas que si Yo os resultara invisible, estaría menos presente y sería un Padre menos atento?

16. Ve, ¡esto es todavía absurdo! Además, te digo que para cada uno vale más que no me vea físicamente sino que me perciba únicamente mediante el amor en su propio corazón; porque mi apariencia visible os resulta en una coacción, mientras que mi invisibilidad garantiza la libertad de vuestra vida... Tras la coacción nadie puede alcanzar la Vida eterna, sino únicamente mediante la libertad, es decir, mediante el amor puro a Mí.

17. Aquel al que Yo me acercara y me quedara con él, este sería absorbido de Mí; porque el Fuego de mi Amor es demasiado poderoso para que lo pueda soportar un ser todavía mortal, nada más que previsto para la inmortalidad...

Pero si alguien viene a Mí en toda libertad ––después de haberme buscado en su corazón–– ve, él se ha consolidado y se ha vuelto más fuerte, con lo que ya no le absorberé destruyéndole, sino que le acogeré para que él pueda eternamente contemplar mi infinitud y disfrutar del efluvio de mi Amor y de mi Gracia infinitos.

18. Mañana, para atender tu solicitud, durante algunos momentos aún me presentaré visiblemente a todos tus hijos que también me oirán. Amén».


Capítulo 143. El proceso del sacrificio. El discurso de advertencia de Lamec

1. Con todo el fervor de su corazón Adán agradeció a Emanuel la Gracia prometida y volvió a su sitio, yendo de espaldas.

2. Todavía se levantó Enoc, dirigiéndose a Emanuel, y le dijo: «Emanuel Abba, que eres sumamente santo, como ves, todo está preparado. Si te parece bien, voy a encender el fuego en el altar y, en el nombre de todos nosotros, sacrificarte el cordero y los frutos».

3. Pero Emanuel contestó: «No tengo hambre ni sed, además, con el sacrificio no puedes lograr que me sacie, porque el sacrificio más de mi agrado es un corazón arrepentido y contrito que me busca y que me ama sobre todo.

4. Ya que has preparado el altar con la madera y el cordero, pues, ahora sacrifícamelo».

5. Enoc procedió como Emanuel se lo había indicado y, primero, puso al cordero todavía vivo sobre la leña aún no encendida y le mató allí mismo sobre el altar.

6. A eso Adán observó que no conviene derramar la sangre del cordero sobre el altar.

7. Pero Emanuel le dijo: «Adán, ¡no te preocupes de lo que Enoc está haciendo, porque consagra el sacrificio a Mí y no a ti! Y a Mí me parece bien...

Entonces, ¿cómo es que te molestes por ello?

8. Para señalarte que la manera como Enoc hace el sacrificio es de mi agrado, te digo que un día venidero, de una manera parecida, el Supremo hará al Supremo el sacrificio supremo... A ver, si me entiendes... Amén».

9. Adán, desconcertado, le preguntó: «Oh Emanuel, ¿acaso aparte de Ti, que eres el Supremo, aún hay otro Supremo? ¿Cómo se puede comprender esto?».

10. «Te digo que más allá de la carne aún hay mucho de oculto», le respondió Emanuel, «pero mientras todavía estés en la carne no podrás verlo. Porque el único señor de la carne es el tiempo. El espíritu, sin embargo, lo reconocerá en cuanto haya vuelto allí de donde procedía».

11. El cordero fue sacrificado y Enoc tomó unas piedras, frotándolas fuertemente encima de paja seca mezclada con polvo de resina. Pero a pesar de que era un artista en encender el fuego, por esta vez no tenía suerte.

12. Por eso se dirigió a Emanuel y le dijo: «Señor, Abba Emanuel, ves, hoy no logro hacer el fuego; por eso te ruego que me permitas que pueda encenderlo».

13. «Mi querido Enoc, aun si el fuego no te obedece, puedes seguir siendo contento», le respondió Emanuel; «porque vale mucho más ser un señor de su corazón que un artista en encender el fuego. Del mismo modo uno que alza su corazón hacia Mí, me resulta más agradable que uno que tras su palabra y doctrina fervorosas ha atraído miles hacia Mí, si él mismo se ha quedado un sacrificio frío debajo del cual no arde el fuego del amor sino que únicamente hay una sabiduría fría.

14. Si no consigues hacer el fuego, esto tiene remedio: ¡da los utensilios a Lamec que es joven y muy fuerte! En sus manos fuertes las piedras ya producirán lo que tú no conseguiste. ¡Tú, quédate conmigo y deja el trabajo manual a Lamec!».

15. Más que contento, Enoc entregó las piedras a Lamec que las frotó de una manera tan fuerte que en seguida se produjo un fuego abundante que no sólo encendió la paja sino también la misma madera y la víctima que, repentino, ardió en llamas vivas.

16. Todos se maravillaron de la habilidad de Lamec. Pero él, al darse cuenta de este detalle, enseguida se dirigió a los padres y al pueblo y les dijo con gran entusiasmo:

17. «Oh padres y hermanos, ¿acaso otra vez habéis salido de vuestro sano juicio, alabándome a mí? Os pregunto: ¿Quién, pues, es Emanuel? ¿Quién tiene el fuego y Quién es El que lo da?

18. Si no fuerais mis padres y hermanos, de veras, ¡os reñiría por ser unos insensatos ciegos!

¡Alabad y dad toda la honra a Aquel al que corresponden! Y caso que no estuvierais conscientes de Quién se trata, os digo que todo loor y toda honra corresponden únicamente a Dios, el único que es santo, eternamente...».

19. Enseguida Emanuel se dirigió a Lamec y le dijo: «Oye, Lamec, ¡produjiste casi demasiado fuego!

20. No sería conveniente confiarte el rayo y el trueno, porque bajo tu mando pronto la Tierra podría tener un aspecto totalmente cristalino; pues, imagínate los rayos del Sol vueltos tan intensivos que las arenas de los ríos se fundasen, dejando solamente una superficie cristalina que ya no absorbe los rayos de la luz normal como antes lo hacía la arena –– con lo que tampoco ya se calienta tanto... Y ahora oye: ¡Sobre el cristal ya no crecerá fruto alguno –– eternamente nunca!

21. Por lo tanto, haz todo con calma, prudencia y paciencia –– en todas las cosas, en cada palabra y en cada acción, porque la calma, la serenidad y la paciencia son el mejor abono para el suelo... Si alguien en tal suelo siembra una semilla buena, esta brotará y dará una cosecha abundante –– para ti y para Mí.

22. Aquel que acomete a golpes y fulmina rayos y truenos, frecuentemente hiere y mata, con lo que en su campo saldrá poco fruto.

23. Pero el que siempre está lleno de calma, prudencia y paciencia, cada vez cuando los rayos poderosos del Sol secan el suelo, él riega las plantas de su campo.

24. Ahora, querido Lamec, ¡juzga tú mismo, sobre qué clase de campos se manifestará la Bendición dentro de poco tiempo!

25. Por eso, también tú, sé siempre calmo, sereno y paciente con cada uno; así reunirás los corazones en tu alrededor, derramando la bendición de la Vida sobre ellos. Amén».


Capítulo 144. Las palabras de despedida de Emanuel. La predicción referente el Gólgota

1. Lamec reconoció su falta y, con el corazón muy conmovido, se dirigió a Emanuel y después también a los demás padres para pedir perdón a todos. Los padres se alegraron mucho de este detalle y eso, además, sin olvidarse de la impetuosa advertencia antes recibida.

2. Después Emanuel miró el sacrificio de Enoc y lo bendijo con las palabras siguientes: «A Mí, Emanuel Abba, este holocausto no me hace ninguna gracia, porque el único sacrificio que me gusta es el que un corazón puro me ha preparado. Aun así bendigo este holocausto en vista de un Sacrificio que un día venidero será ofrendado para la reanimación de todos los muertos y los vivos.

Por eso, ¡que también en adelante hasta el tiempo de los tiempos el cordero y el pan sean considerados! –– Amén.

3. Y ¡ay de aquellos que ahí modifiquen algo! –– En verdad, os digo: Ellos no sacrificarán a Mí sino a la escoria del mundo, con lo que tras su sacrificio se volverán como aquel al que han consagrado su sacrificio...

4. Mira, Enoc, he bendecido tu sacrificio de tal manera que se ha vuelto un sacrificio vivo, por lo que un día venidero de este cordero quemado se hará un gran Cordero vivo y fuerte del mundo –– un Cordero que se cargará con todas debilidades de la Tierra y que a toda la carne abrirá las puertas para la Vida eterna que nunca ya se cerrarán. Amén.

5. Ya no os daré mandamientos, sino os libro de todos ellos, porque sólo sirven para los siervos perezosos. Aquel que vive conforme a los mandamientos es un esclavo muerto que quiere que le juzguen conforme sus hechos, pues, su corazón no conoce la libertad.

Donde él actúa está activo porque le mandaron que cumpla con el trabajo; pues, sin haber sido obligado, él mismo nunca habría considerado necesaria la actividad. Donde él ama, es porque le fue impuesto que ame, a pesar de que su corazón no siente la necesidad ni la santidad del amor ni de la Vida eterna que se desarrolla a partir del amor –– pues, lo único que siente del amor es la presión que ejerce... ¿Por qué? Porque él, en todas las cosas, es un esclavo de las profundidades de todo lodo...

6. El corazón del hombre libre late libremente, su pulmón respira libremente y no hay ley alguna que refrene la vida y la circulación de su sangre... porque por su libre amor hacia Dios se vuelve un hijo del Altísimo.

7. Una vez que uno se haya vuelto hijo del Altísimo, ¿acaso es todavía hijo de los hombres?

8. Y siendo hijo de Dios, ¿acaso no lleva dentro de sí todo lo que es eternamente santo y altamente parecido a Aquel que es su Padre –– en todo lo que es divino y totalmente libre?

9. Por eso, a todos vosotros que tenéis un corazón libre y que con él me amáis a Mí, os digo que también vosotros sois dioses como vuestro Padre santo que es libre de por sí mismo, desde todas eternidades, tras su propia Fuerza santa y eterna.

10. Ved, es por eso que no os doy mandamiento alguno, sino que os indiqué y sigo indicándoos que únicamente el verdadero amor a Mí, libre y vivificador, es la fuente original de toda vida y de todo ser... Os la indico por el bien de vuestra vivificación perfecta, para que en el espíritu y toda Verdad os sirváis del amor como único enlace entre vosotros y Yo.

11. No os insto siquiera que lo hagáis, sino os señalo solamente que podéis hacerlo en el caso que así os guste... Pues, si hacéis caso a esta enseñanza, no debierais hacerlo siquiera por mero amor a la vida, sino únicamente por ser llevados por vuestro libre amor a Mí, que soy vuestro único Padre, lleno de Amor.

12. Yo os amo porque sois mis hijos, con lo que vosotros también debierais amarme a Mí, que soy vuestro Padre.

13. Igual que me amáis a Mí también os debierais amar a vosotros, mútuamente, como hermanos y hermanas. Que en ello nunca os coaccione lo que fuera, sino que hermanos y hermanas, padres y madres, hagáis todo lo posible para despertar el libre amor en vuestro interior.

14. ¿Qué podríais vosotros darme por mi eterno Amor paternal ante el hecho de que no necesito nada de nadie? Vosotros, en vuestro corazón, deberíais alimentar el mismo concepto y aplicarlo a Mí y a todos. Sólo entonces seréis vivos como Yo, sirviéndoos libre y sabiamente de mi libre Amor en vosotros, con lo que viviréis como Yo, imperecedera y eternamente.

15. Si procedéis así, la serpiente ya no podrá ejercer poder sobre vosotros y nunca ya habrá defecto alguno que pudiera impurificar vuestros corazones. Pero aquel que a toda costa quiere ser un esclavo del mundo, ¡que lo sea!, pues, Yo no tengo mandamiento para él.

16. ¡Pero que todo hombre sepa que a causa de él no voy a derrumbar mi Orden eterno! La vida mora exclusivamente en el libre amor a Mí; fuera de ello no hay sino la muerte eterna por todas partes...

17. Tú, querido Enoc, sé mi primer pastor; ¡y tu amor sea la primera iglesia de esta Tierra, y la más pura!

18. Cuando mañana sacrificarás, vendré a ti y pondré palabras en tu boca –– palabras que pronunciarás ante todos los hijos. ¡Mi Amor, mi Gracia y mi Bendición os acompañarán!».

Y en el mismo instante Emanuel desapareció de la visión de todos.


Capítulo 145. Disposiciones de Adán en vista del sábado próximo

1. Cuando a todos los padres y a todo el pueblo les quedaba claro que Emanuel ya no se encontraba entre ellos sino que ––en lo que se refiere a su presencia física–– se había desaparecido como si nunca hubiera estado con ellos, todos menos Enoc se volvieron tristes y nadie dijo nada.

2. Sólo cuando el Sol ya se estaba inclinando, Adán se armó de valor y dijo: «Hijos, ante el hecho de que Jehová Emanuel ya no está visiblemente entre nosotros, ya no tenemos nada que perder aquí.

3. Por eso, id a los hijos e invitadlos para el día de mañana, sábado; y volved pronto, para que podamos continuar nuestro camino hacia las alturas y después volver a nuestra patria.

4. Yura, Bhusín, Ohorión y Abedam, oídme: Si os gusta, podéis quedaros en nuestro medio, para siempre. Además, como vosotros mismos habéis oído claramente por la boca del Supremo que cada uno es completamente libre, también lo sois por mi parte, que soy vuestro padre terrenal. De modo que podéis hacer todo de la manera que os gusta, sin preocuparos de que por lo uno o lo otro pudierais ganar o perder algo, sino que únicamente vuestra libre voluntad os guíe en todas las cosas. Y que en todos vuestros caminos la Palabra del Señor y su eterno Amor sean vuestros guías y el todo de vuestra vida».

5. Acto seguido Enós, Cainán, Malaleel y Jared se fueron para invitar a los hijos de la medianoche para que se presenten el día siguiente, sábado, en las alturas para la celebración del holocausto.

6. Pero Yura aún se dirigió a Adán y observó: «Padre, nos has hecho una gran alegría al invitarnos que en adelante podamos quedarnos contigo en las sagradas alturas; pero al mismo tiempo se plantea la cuestión para qué, una vez que estemos allí, podremos ser útiles y qué pasará con nuestros hijos.

7. Ahora, entre vosotros, Enoc es un pastor vivo del Señor. Pero mira, nuestros hijos no tienen a nadie que esté despertado, a no ser únicamente a nosotros... Por eso ––aunque no sea con tanta perfección–– queremos ser para ellos lo que Enoc es para vosotros.

8. Así queremos actuar durante toda nuestra vida, por cuyo motivo vendremos frecuentemente de visita a las alturas para que en vuestro contorno podamos percibir un nuevo Calor y una nueva Luz, para nosotros y nuestros hijos. De modo que nos quedaremos aquí...

Pero mañana delante tu choza, aún antes de la salida del Sol, vamos a entonar algunos cánticos de alabanza al Señor».

9. Y Adán respondió: «Así está bien. ¡Yunto con la Bendición del Señor, también os acompañe la nuestra –– y que os fortifique!».

10. Después se dirigió a Abedam y le preguntó por lo que él pensaba hacer.

11. Este, con gran humildad, le dio la misma respuesta. Por eso Adán y todos los demás le alabaron por su fidelidad.

12. Y Enoc observó: «Muy bien, Abedam, ¡ya conoces el camino!

La Voluntad del Señor también es la tuya y su Amor te está sumiso.

Pero todos tus hijos están todavía ciegos... Ves, ¡no es por nada que el Señor te ha despertado! Por eso ve de prisa a los tuyos y tráeles la buena nueva, sin callarte de nada: ¡háblales en voz alta y llena de amor de todo lo que el Señor nos ha hablado y concedido!

13. Querido hermano en el Señor y en Adán, ¡recibe nuestro saludo, ahora y eternamente!».


Capítulo 146. El encuentro de Abedam con el forastero

1. Acto seguido Abedam dejó este lugar sagrado atrás para volver lo más rápido posible a los suyos, cargado con los tesoros de los Cielos más preciosos.

Volviendo el mismo camino que antes todo el grupo había tomado desde la región de la tarde, precisamente en el lugar en que todos habían hecho un descanso y donde nadie más que Abedam se había encontrado al lado de Asmahael, se le presentó un hombre joven y ágil que le preguntó:

2. «¿Adónde vas, tan tarde que es? Ves, el Sol ya toca el horizonte y todavía falta mucho hasta que la luna salga con su luz; y el camino está lleno de baches y de piedras...

Pero oye, Abedam, tengo entendido que en la región de la medianoche han sucedido cosas extraordinarias ante el semblante de todos los padres... También a mí me gustaría ir allí para que pudiera presenciar algo de ello y ver a los padres fortificados... ¿Te importaría dar la vuelta para acompañarme allí?».

3. Abedam no se lo pensó mucho y preguntó al forastero: «Lo que me estás pidiendo te lo concederé con mucho gusto. Pero antes, si tienes un nombre, dímelo, para que pueda presentarte a los padres».

4. El forastero, por su parte, le preguntó: «Si tú me dices tu nombre, entonces también te diré el mío y algo más. ¡Pero antes dime tu nombre!».

5. Abedam se quedó desconcertado y preguntó al forastero: «¿Cómo es posible que me preguntes por mi nombre? ¿Acaso no lo nombraste tú mismo cuando me paraste? ¿Cómo voy a comprender esto?».

6. «Mira, Abedam, ahora mismo vienes de aquel lugar sagrado en que sucedieron cosas tan sublimes y donde, evidentemente, también tú fuiste despertado. Entonces, siendo un despertado, ¿cómo es posible que no comprendas esta pregunta tan fácil?».

7. Abedam se volvió aún más desconcertado y no sabía qué contestar al forastero.

8. Pero este repitió su pregunta por el nombre.

Abedam estaba fuera de sí de asombro ante el hecho de que el forastero continuamente le llamó de su nombre, todavía insistiendo que le comunique el nombre de Abedam.

9. Pero finalmente dijo al forastero: «Oye, tal como me llamaste así es mi nombre; pues, no tengo otro nombre que el que me diste y el que me dieron Adán y Emanuel...».

10. El forastero le miró fijamente: «Ve, Abedam, ahora estoy contento porque me dijiste tu nombre. Si yo, desde el principio, te había dado un nombre, no fue tu nombre sino el mío aplicado a ti –– lo mismo da si te llamabas así o no... De modo que ahora el nombre es tuyo y mío, con lo que, a la vez, también te has enterado de mi nombre, ¡y ya puedes llevarme tranquilamente allí adonde deseo ir!».

11. Abedam no estaba poco sorprendido de que el forastero tenía precisamente el mismo nombre como él; pero sin perder el tiempo, junto con el forastero, empezó a emprender la vuelta.

12. Durante el camino Abedam, el conocido, preguntó al otro Abedam: «Si te parece bien, ¿por qué no me dices de dónde vienes y cómo te enteraste de lo que sucedió en la región de la medianoche?».

13. «Referente tu primera pregunta: Vengo directamente de la mañana», le respondió el forastero. «Y, para responder a tu segunda pregunta, voy a contarte una pequeña historia:

14. Durante mucho tiempo un padre de la región de la mañana ––evidentemente el más rico en hijos y en amor a ellos–– había tolerado que sus hijos se entretuvieran con muchas cosas buenas, pero con aún más cosas perjudiciales.

Entonces el sabio padre se colocó de una manera que ninguno de sus hijos podía verle, y no tardó mucho que ellos empezaron a comportarse mal; apenas uno solo, por amor al padre invisible, mantuvo su corazón puro. Este, con cordura, siempre advertía a todos los hermanos mayores a los que, además, les gustaba oír sus palabras –– pero no hubo ni uno entre ellos que realmente le hubiera hecho caso de todo corazón.

15. A eso el padre tomó la decisión de camuflarse y presentarse así a los hijos como si fuera un forastero procedente de las profundidades.

16. Los hijos le acogieron, pero no por amor sino por la intercesión de aquel uno le admitieron como forastero... Porque como sus corazones se habían vuelto mundanos e insensatos, sus ojos ya no veían y sus oídos ya no oían, de modo que por ello no reconocieron al padre.

17. Pero cuando por palabras y hechos el padre se dio cada vez más a reconocer, los hijos empezaron a acobardarse y solamente pocos aguantaron su presencia.

18. Como el padre era consciente de la inmadurez de sus hijos, los recalentó con todo su amor, con lo que ellos se inclinaron a él y le alabaron. Y el padre los fortificó a todos y los bendijo; pero después los abandonó por un período de prueba.

19. En el camino de vuelta de sus hijos este padre vino a Mí y me comunicó todo; de modo que ahora Yo estoy aquí para ir a ver qué están haciendo los hijos en la ausencia de su padre.

20. Por eso, ¡llévame al lugar sagrado! Amén».


Capítulo 147. La conversación de Abedam (hermano de Enós) con Abedam el forastero

1. Oyendo esto por la boca del forastero, Abedam se quedó maravillado y dijo:

2. «Pero Abedam sumamente apreciado, ¡esta es la historia de los hijos de las alturas que son nuestros patriarcas!

3. ¡El Padre en esta historia se llama Emanuel Abba y es Dios Jehová el Supremo que es sumamente santo!

4. Si te parece bien, ¡dime todavía dónde encontraste a este Padre santo, qué aspecto tenía y a dónde se dirigió después!

5. Oh, ¡te ruego que me lo digas! Porque mira: yo ––que vengo de la tarde–– fui testigo presencial de todo lo que había ocurrido. Además, a pesar de ser el más ínfimo, me fue concedida la gran Gracia de poder andar todo el tiempo a su santo lado.

6. Oh, amigo Abedam, ni el supremo ángel con la lengua más ardiente podría describir las delicias que yo, un pobre pecador, he sentido a su lado...

7. ¡Estoy convencido de que en este corto período he sentido más delicias sublimes que el supremo espíritu angélico dentro de una eternidad!».

8. «¿Qué es lo que te hizo tan bienaventurado», le preguntó el forastero, «para que la bienaventuranza de los sublimes ángeles libres, en comparación, te parezca tan insignificante?».

9. Abedam le respondió: «Oh, mi querido tocayo, mira, ¡en este sentido, desde siempre, he sido un ser muy peculiar, y es precisamente por esta peculiaridad que todo lo que a miles de otros afligiría, a mí me hace muy bienaventurado! Lo más bienaventurado me siento cuando me encuentro al lado de alguien en cuya presencia desde el fondo de mi corazón siento cada vez más mi completa nulidad y la gran integridad de él. Por la misma razón sólo me gusta ver hombres encima de mí, pero no debajo...

Por eso mi lema es: “¡Bienaventurada sea la nulidad del corazón, y la debilidad impotente del gusano es su mayor riqueza!”.

10. Si el gusano fuera fuerte y colmado de vida, ¡cuánto tendría que sufrir en cuanto le pisen! Pero dentro de su debilidad y la constante impotencia de su vida, todo lo que a nosotros nos parece doloroso, para él tal vez le proporciona el supremo bienestar de su vida.

11. Bueno, no entiendo de la naturaleza de los gusanos como El que los creó, pero me lo podría imaginar porque yo, precisamente bajo una opresión desde todos los lados, me encuentro lo más feliz...

12. Pero ahora, mi querido tocayo, te ruego que seas tan amable de responderme mis tres preguntas –– si te parece bien».

13. Pero el Abedam el forastero le preguntó: «Ve, mi querido Abedam; bien mirado, dime, ¿qué ventaja podrían proporcionarte las tres preguntas una vez que estuvieran respondidas?

14. Mi lema es el siguiente: “Si con alguna palabra no puedes proporcionar una ventaja a tu hermano, ¡entonces vale más que te calles!”.

15. Y ves, a causa de este lema pienso quedarme debiéndote las respuestas para estas preguntas. ¿Estás de acuerdo?».

16. «Sí, mi querido amigo Abedam; primero porque veo que tu voluntad subyuga la mía –– lo que ya me complace... y, segundo, porque ahora amo sobre todo al Padre santo conocido a los dos; pues, mi corazón se está consumiendo de nostalgia de estar con Él o por lo menos hablar de Él, amar, alabar y adorarle porque es el sumo Santo... y, como a la ocasión actual, soy feliz de poder hablar con alguien que me trae buenas nuevas de Él.

Al otro lado, a causa de las mismas ansias vivas de mi corazón, no me gusta en absoluto que no quieras darme una respuesta sobre lo que te he preguntado. Pero conforme tu lema, por supuesto, puedes negarte al respecto sin las menores dudas; pues, por ello no podrás hacer mal a mi corazón sino únicamente un sumo bien.

¿Acaso no es así que, si hemos hablado a los corazones nuestros hermanos y obrado en su bien, cada palabra que hemos dirigido a ellos es de suma utilidad?

17. ¿No me vas a decir que esto no es correcto y afín a tu lema tan sublime?

18. Por tanto, podrás muy bien aclararme mis preguntas –– si quieres...».

19. A eso Abedam el forastero respondió al Abedam conocido: «Oye, Abedam, el sentido de tus palabras me complace de una manera que no puedo menos que responderte tus preguntas y, además, aún comunicarte algo. –– Óyeme, pues:

20. Este Padre ––que te está bien conocido–– y Yo nos encontramos allí donde también tú y Yo nos encontramos. En lo que se refiere a su aspecto, puedes creerme que Él se parece a Mí tanto como tu y mi nombre se parecen –– por cuyo motivo también se parecía mucho a ti.

21. Adónde se fue, esto, de momento, no te lo puedo decir con claridad. Pero cierto es que no se había marchado de sus hijos sino que sólo se hubo ido para volver a ellos tras haber dado una pequeña vuelta.

22. He aquí la respuesta a tus preguntas. Pero ahora, como suplemento, Yo voy a hacerte una pregunta a ti:

23. Como tú eres uno de los despertados y durante tanto tiempo ya has visto al Padre, ¿cómo es posible que no te hayas dado cuenta a la primera vista de lo mucho que Yo, tú y Él nos parecemos?

24. ¿No te parece sorprendente que tu lema también es el Mío? Y aquella comparación con el gusano, ¡hace tiempos que ya ha salido de mi propio suelo!

Ahora dime, si Yo y tú somos afines o no...

25. Pero ahí ten en cuenta: Si alguien por su propia bienaventuranza quiere ser el más ínfimo, ¿acaso, en el fondo, no es lo mismo como si otro por la misma razón quisiera ser el supremo entre todos sus hermanos?

26. Ves, ¡esto es lo que me preocupa de ti! –– Si quieres, ya me desatarás este nudo...».

27. Pero Abedam no sabía qué respuesta dar a su tocayo.

28. Por eso le preguntó: «Querido Abedam, ¡por tu gran sabiduría es evidente que eres un hijo de la mañana! Con mucho gusto te respondería a tu pregunta, si tan sólo fuera capaz de ello; pero no comprendo siquiera las respuestas extrañas que me diste ni las puedo ordenar en mi corazón...

29. Con lo que tendrás que abstenerte de oír una respuesta por mi parte, porque ahora veo más claro que nunca que todavía soy un necio pronunciado...

30. Te digo, querido amigo, que hiciste muy bien en pararme y obligarme a dar la vuelta; porque si en esta necedad ––de la que sólo ahora me doy cuenta–– hubiera llegado a los míos, ¡cómo habría despertado una necedad a la otra y la habría superado!

31. Por eso ya no me llames “despertado” sino a lo sumo un “necio dormido”, porque cuanto más pienso en ello, tanto más estúpido me veo.

32. Como a causa de mi lema en la cercanía de este Padre santo me encontraba muy aventurado, yo mismo ya me consideré como despertado –– y sólo ahora me entero de lo poco que mi corazón había entendido todas las maravillosas palabras que surgieron de su boca; pues, mi corazón las sepultó vivas en su suelo como un sembrado maravilloso del eterno Amor y de la Vida eterna...

33. Por eso, Abedam, ¡perdóname que no pueda responderte!».

34. «Oye, mi fiel Abedam, estoy totalmente satisfecho con tu respuesta», le respondió Abedam el forastero, «porque me respondiste perfectamente cada punto de mi pregunta, de modo que ahora los dos congeniamos estupendamente.

35. Te has vuelto consciente de qué todavía escaseas y te has humillado debidamente en tu corazón.

Ahora, tú, ve tu lema en la luz adecuada... y Yo, en palabras y hechos, me aplico para ser útil a cada uno...

36. Di tú mismo: ¿Acaso no somos hechos el Uno para el otro –– como si desde hace eternidades Yo existiera únicamente para ti y te hubiera creado únicamente para Mí?».

37. «¡Sí!», exclamó Abedam lleno de alegría. «¡También para mí esto ya resulta tan claro como la luz del Sol: es como un padre para el hijo, y el hijo para el padre!

38. Mi querido amigo Abedam, ¡también tengo la sensación de que ni en eternidades ya nos separaremos, y que nunca ya podré prescindir de tu ayuda! Por eso me gustaría si nos quedáramos juntos, no sólo temporalmente sino también eternamente...».

39. «Ves, te adelantaste a Mí», dijo el forastero, «porque desde que te conozco, esto es también mi único deseo y mi Voluntad.

40. Pero escucha, ¡oigo voces de alabanza, de modo que ya nos encontramos cerca de la meta! –– Por eso, ¡sé atento y preséntame a Adán y a los demás!».


Capítulo 148. La llegada de Abedam el forastero a los padres

1. «Es verdad», dijo Abedam, el conocido, «¡ya estamos delante la pared que se había derrumbado! Además, como me parece, todos están todavía reunidos y Enoc está dando un discurso de despedida a los hijos de la medianoche –– ¡sí, lo está dirigiendo a Yura, Ohorión y Bhusín!

2. ¡Acerquémonos de prisa, porque tal vez aún podemos oír algunas palabras que también nos afectan a nosotros! Por eso, ¡rápidos!».

3. «Oye, mi querido amigo, ¿para qué tanta prisa, dado que ya hemos llegado al lugar de destino?

4. En lo que se refiere a las palabras de Enoc, ¡poco nos servirán las últimas si hemos perdido las primeras!

En un altar de sacrificio, ¿qué nos podrían servir las piedras de arriba, si no fueron colocadas las del fundamento?

5. ¿Acaso has visto alguna vez que el día empieza por la tarde? ¿O que un árbol empieza a crecer con la copa en el aire, la que después hace avanzar el tronco hacia abajo y que este luego hace echar raíces en la tierra?

6. ¿Qué le puede servir a alguien un trapo para cubrir la cabeza si no tiene nada para cubrir el resto de su cuerpo?

7. Por eso diría Yo: ¡Deja que Enoc termine su discurso! Nosotros podemos esperar un poco para que no estorbemos a nadie en la atención de su corazón».

8. Abedam estaba conforme y respondió al forastero: «Amigo, me parece que con el poder de tus palabras sabias que, además, suenan tan dulces, podrías guiarme por el fuego y te seguiría a las profundidades de todos mares de la Tierra...

9. Te digo, mi amigo más querido, que no solamente tu aspecto sino también tus palabras tienen mucho parecido con los del Padre ––ya sabes de Quién hablo–– sólo que tú me pareces mucho más fuerte que Él, digo, físicamente... porque aquí no se puede tratar de su Ser espiritual que tiene un Poder y una Fuerza eternos...».

10. «¿De modo que ahora ves mucho parecido pero, a la vez, una gran diferencia entre Yo y el Padre?

11. De todos modos tienes razón, porque así fue. Pero, mi querido amigo, ¿qué puede haber significado la estatura algo más pequeña y más débil? Mira, te voy a decir mi opinión: Si en aquella ocasión este Padre ––como tú sabes–– se ha presentado a sus hijos de una manera algo extraña para señalarles de esta manera el estado de sus corazones, su estatura algo más débil de entonces podría muy bien ser tomada en consideración...

12. Y si Él volviera de improviso a sus hijos cuando sus corazones, mientras tanto, se han vuelto más libres y su amor se ha intensificado, ¿no piensas que también el Padre podría presentase más fuerte que antes? ¿Y no podría suceder que Él se parecería a Mí como un huevo a otro?

13. Yo diría que la apariencia del Padre ante los hijos siempre se orientará por sus corazones y su amor a Él más o menos desarrollado. ¿Qué te parece?».

14. Sumamente admirado, Abedam respondió al forastero: «Oye, amigo, tan misteriosos que antes parecían todas tus palabras, ¡tan claras me suenan ahora!

15. ¡Cuánto supera tu sabiduría a la mía! Porque el detalle tan importante que acabas de nombrar, a mi corazón se me había escapado...

16. Mirándolo bien, me parece que si Adán, Enoc y los demás te oyeran hablar lo que fuera, todos arquearían las cejas y aguzarían el oído, porque me parece que cuando se te oye hablar, se está llevado a pensar que, o sea, el Padre cuando te encontraste con Él te despertó completamente o tú eres el Padre mismo...

17. Seguro que en cuanto te presente a los padres, ¡no tendré que pasar vergüenza por ti!

18. Por mi parte soy sumamente feliz y te reconozco francamente que si ahora pregunto a mi amor: “A quién amas más, ¿al Padre o a este amigo?”, me responde: “Todo lo que tengo, lo recibí del Padre, ¡pero lo que doy al Padre y a este amigo es absolutamente idéntico, pues, no hay diferencia!”

19. Oh Adán, oh Enoc, oh todos los despertados, ¡aún os vais a maravillar por esta sabiduría!

20. Ahora, mi amigo más querido, Enoc acaba de inclinarse ante el altar y ante los padres, de modo que su plática ha terminado. Si te parece bien, voy a presentarte ahora mismo».

21. Pero el forastero le respondió: «¡Antes ve allí y anúnciame, tráeme la buena nueva y luego preséntame a los padres!».

22. Acto seguido Abedam, el conocido, se dirigió a los padres y les contó todo lo que le había pasado en el corto tiempo que había salido. Todos estaban profundamente sorprendidos, incluso Enoc, de modo que este enseguida le preguntó: «Querido Abedam, hermano en Dios Emanuel Abba, ¡dime tan sólo qué efecto surtieron sus palabras en tu corazón!».

23. «Hermano Enoc, tal como ya te lo confesé... Para mí, en verdad, ¡entre él y Emanuel no encontré ni la menor diferencia!

24. A pesar de que antes cuando me despedí de vosotros me designaste como un despertado, ante la suma sabiduría de él sentía mi mera ceguera, necedad y nulidad tanto más, y todo lo que pudieras sacar de ellas...

25. Por eso, mi querido hermano Enoc, ¡alégrate de todo corazón por él, porque me consta que te producirá mucha alegría!

¡Pero ahora ya ha llegado el momento para que le busque y os presente!».

26. Enoc todavía le preguntó si le parecía bien si le acompañara, para ir al encuentro del forastero.

27. Y Abedam se lo consintió de todo corazón. De modo que los dos en seguida llegaron al Forastero que les dio la bienvenida y que dijo:

28. «Querido Enoc, ya está anocheciendo y parece que ya estáis preparados para marcharos de este lugar sagrado para emprender la vuelta a vuestros hogares. ¿Me permitís que mi tocayo y Yo os acompañemos a las alturas y pasar la noche con vosotros para que mañana, todos juntos, podamos celebrar el sábado del Señor? Porque como me he enterado de todo lo que había acontecido aquí, esto despertó en Mí un gran deseo de ver a los hijos despertados del Padre santo y escuchar de ellos palabras vivas que emanan de sus corazones vivos».

29. Enseguida Enoc le respondió: «Oh amigo y nuevo hermano nuestro que todavía nos está desconocido, ¡para personas como tú tenemos hogares en gran cantidad en las alturas! Y eso no sólo para hoy y mañana, ¡sino para todos los tiempos y todas las eternidades, porque nos gustaría si vivieras siempre en nuestro medio!

30. Los amigos del Padre también son nuestros amigos... y a los que Él nos mande, ¡que siempre vivan con nosotros! Si os parece bien, ¡seguidme ya!».

31. Cuando hubieron llegado a los demás padres, estos les dieron la bienvenida y todos acudieron a los dos Abedams.

32. A eso Adán se dirigió al Forastero y le dijo: «¡Bienvenido, amigo e invitado de nuestro amor! Dado que tu tocayo ya nos ha dicho que vienes directamente de la mañana, dinos todavía ––si esto te parece bien–– qué tal están los hijos allí, quién es tu padre supuestamente muy digno y de cuál linaje desciende de mí».

33. Al oír esta pregunta Abedam, el conocido, hizo una señal a Enoc para avisarle: «Hermano, ¡ahora aguza tus oídos y tu corazón!».

34. Enoc le agradeció este aviso, y el Forastero respondió a Adán: «Oye, Adán, si tú eres uno de los despertados, ¿cómo es posible que me preguntes por algo parecido? ¿O, acaso, no sabes cuáles son los hijos llamados “hijos de la mañana”?

35. Esto, por supuesto, explicaría tu pregunta bastante vana.

De modo que sólo puedo darte una respuesta igual de insustancial, pues: tus hijos de la mañana se encuentran todos bien y están esperando ansiosamente que llegue el día de mañana.

36. En lo que se refiere la segunda pregunta, esta parece más bien una pregunta capciosa... ¡Pero te digo que no resultará fácil que me caiga en una trampa, porque más fácilmente captarías a un águila en pleno vuelo que a Mí! Aun así tienes suerte que fue tu amor el que te insinuó esta pregunta, ¡porque de lo contrario ahora te habría llegado una reprimenda severa!

37. Si Yo te hubiera preguntado algo así, tú, ¿qué me habrías contestado?

38. Ve, siendo un despertado, te debería quedar claro si Yo tengo un Padre o no... ¿O, acaso, andas todavía dormido?».

39. Adán se quedó profundamente desconcertado y ya no se atrevía a preguntar al Forastero por lo que fuera.

40. A eso Enoc dijo al Abedam, el conocido: «Pero hermano, ¿acaso realmente aún no has reconocido a tu tocayo?».

41. Este le respondió con un “no” perplejo; con lo que Enoc dijo: «En verdad, ¡nada en el hombre tarda tanto en comprender como el corazón! Oh Señor, ¡ten paciencia con nosotros que somos unos débiles, porque me parece que todos los “despertados” están todavía durmiendo!».


Capítulo 149. La pregunta de Abedam el Forastero

1. «Hermano, yo no figuro entre los despertados; pues, yo mismo lo noto sensiblemente en mi interior», respondió Abedam, el conocido a Enoc, «porque es la noción más viva que siento dentro de mi.

2. Pero en qué condiciones se encuentran los demás, de esto uno como yo ––en mis condiciones de vida de las cuales yo mismo tengo la culpa–– no puede enterarse tan fácilmente...

3. Dentro de mi gran necedad me parece que él ––entre nosotros sea dicho secretamente–– también ya ha pillado a nuestro querido padre Adán...».

4. Pero Enoc le contestó: «Aunque tus palabras suenen algo de pueriles, que te conste que en cuanto te enteres de la noche que existe en tu interior, ¡es porque ya estás despertado! Porque si durmieras, poco estarías consciente de ella, sino a lo sumo soñarías de un día opaco; pues, el soñador no sabe que duerme y sueña...

5. Mira, yo soy de la siguiente opinión: Antes de la llegada del Padre santo en Emanuel Abba tan lleno de Amor, todos estabamos durmiendo y soñando... Pero cuando Él vino, ¡nos despertó!

Sí, nos despertamos, ¡pero no en el día sino en la noche de nuestros corazones! Y si Emanuel no lo hubiera hecho, ¡entonces todavía estaríamos durmiendo en el día muerto del sueño!

6. Para nosotros ya es una tradición el despertar a los jóvenes al menos una hora antes de la salida del Sol para que sus ojos, sin perjuicio, poco a poco se acostumbren a soportar la luz fuerte del día. Por eso, acaso, ¿piensas que actuamos más sabiamente que Emanuel?

7. Mira, todo esto Él nos lo enseñó por el bien de la naturaleza de la carne. Pero la visión del espíritu, ¿acaso no vale más que el ojo de la carne?

8. Si nosotros hacemos esto para el bien de los ojos de la carne, ¿no pensarás que el Señor procederá menos prudentemente con la nuestra visión espiritual?

9. Oh, mi querido hermano Abedam, ¡lo que el Señor hace, siempre estará hecho sabiamente!

10. Nosotros que somos despertados seríamos ingratos con el Padre santo si no reconociéramos el Bien que nos ha hecho. Todos fuimos despertados en la medianoche, y esto por medio del sumo Amor de Abba; ahora, ¡que de ninguna manera volvamos a dormirnos, porque el día del espíritu es mucho más claro que él de la carne!

Por lo tanto, para el bien del ojo espiritual, hace falta despertarlo a la medianoche; porque a todos aquellos que duermen hasta muy entrado el día, la fuerte luz del día les puede perjudicar... ¿Me entiendes, hermano?».

11. Después de estas palabras que Enoc había dirigido a Abedam, el conocido, el Forastero se juntó a los dos y les dijo:

12. «Queridos amigos, ¡no se me ha escapado ni una sola de vuestras palabras!

Tú, Abedam, eres un despertado porque te has enterado de tu noche interior y sigues siendo consciente de ello. Y tú, Enoc, eres vivo porque eres consciente de la hora en que el Padre os ha despertado y del porqué –– con lo que con profunda convicción estás esperando al gran día venidero...

13. Hablaste bien a tu hermano, y cada una de tus palabras ya figura inscrita en el libro de la Vida eterna, con letras luminosas.

Pero aún os voy a hacer una pregunta; a ver si me la contestáis. Porque sin la solución de ella cada hombre ––aunque hubiera sido despertado a la fuerza en la noche–– continuará más bien como soñoliento, un estado que para el despertado resulta más fastidioso que el mismo sueño...

14. He aquí la pregunta: ¿Qué diferencia visible puede haber entre la noche que acaba de caer, la medianoche y la noche que está a punto de terminar?

15. Ved, ¡todo esto tiene su explicación en el eterno Orden de Dios!

Aquel que duerme no se entera de diferencias que pudiera haber en toda la noche; pues, está durmiendo. Y cuando viene el gran Despertador ––un viento violento en la medianoche–– él parpadea un poco, pero en seguida se da la vuelta para volver a dormir hasta cuando el Sol ya haya salido. Cuando luego se levanta, huye de la luz y se busca un lugar con sombra para allí esconderse.

16. Otro se levanta, se estira y se frota los ojos, pero continúa soñoliento hasta la salida del Sol, continuamente tambaleándose. Está malhumorado, no sabe la hora que es y sólo sueña con el dulce sueño; pues, no piensa en el día cercano. Si le avisan que se vista, sigue siendo perezoso sin vestirse; pues, si pudiera volver la noche temprana, esto le gustaría más que la mañana de la Vida venidera.

17. De veras, el día venidero no le puede ofrecer nada que le guste...

18. Pero aquel que está verdaderamente despertado, en el mismo momento de despertarse ya se alegra del dinamismo de la Vida y, ya en la medianoche, alaba a su santo Despertador y sabe la hora que es porque sabe muy bien la diferencia entre la noche que acaba de caer, la medianoche y la noche que está a punto de terminar...

19. Con cada respiración está esperando al día que viene, y con el primer indicio del crepúsculo matutino su espíritu ya se llena de una alegría mucho mayor de la que todos los cielos visibles le podrían proporcionar.

20. ¡De modo que veis la importancia que tiene la solución de la pregunta hecha! Por eso os di esta explicación suplementaria, para que tanto más fácilmente podáis encontrar la respuesta para esta pregunta tan importante. Por eso, si os parece bien, contestad uno tras otro. Amén».

21. Enseguida Abedam, el conocido, dijo a Enoc: «Hermano, las palabras que anteriormente dirigiste a mi necedad me han abierto los ojos, con lo que ahora veo suficientemente bien a qué hora de la noche fui despertado –– gracias eternas al gran Despertador... De modo que ahora estoy consciente de que realmente soy un despertado. Pero aun así, ¡esta pregunta...!

¡Esta pregunta de mi querido tocayo no es un producto de nuestra magra Tierra! De modo que, otra vez, soy consciente de que yo no soy quién la resolverá...

22. Estoy despierto, ¡y por ello toda gratitud, todo loor y todo amor al Señor!, pero en qué medida en mi estado despierto en la noche me encuentro soñoliento, de ello no estoy consciente... De modo que me parece que tú, mi hermano Enoc, tendrás que ser el que responde a esta pregunta capital».

23. «Oye, hermano, a mí me parece que nuestro querido amigo ya nos presentó la pregunta de una manera contestada; de modo que ahora será cosa nuestra no responder a la pregunta como tal, sino más bien de reconocer la respuesta ya puesta en ella e incluirla en nuestra vida...

24. Porque a mi me parece que de la misma boca de la que emana tal pregunta, ¡junto con ella emana también una Benevolencia inconmensurable!

¡Puedes estar seguro de que a Aquel que la hizo no le hace falta el examinarnos, ni mucho menos, ni tampoco revolver nuestra pobre luz propia para complacer a su propia Sabiduría insondable! Porque para Él la gran alegría consiste en dar enormes dádivas encubiertas... ¿Me comprendes, Abedam?».

25. El Forastero cogió a los dos del brazo y los levantó un poco del suelo, y en seguida los volvió a bajar suavemente. Y luego les dio las siguientes explicaciones:

26. «Queridos míos, ¡en vuestros corazones mora una gran fidelidad! En ti, Enoc, es la Luz que surge del amor... Y en ti, Abedam, es el amor que surge de la Luz... Las dos maneras son buenas y corresponden al sentido del Orden divino, y son una fuente de la Vida que fluye incesantemente hacia el gran Día eterno.

27. Pero la noche que acabó de caer, la medianoche y la noche que estuvo a punto de terminar no se entregarán al día, sino una tras otra perecerán...

28. Pero aun así, a causa del mismo Orden, son imprescindibles como la tierra para la semilla –– con lo que también son necesarios para la Vida.

Ahí, la noche que acaba de caer corresponde a la temporada de la siembra y cuando la semilla está depositada en el suelo; la medianoche corresponde a la temporada de la germinación y de la salida del germen a la superficie, y la noche que está a punto de terminar corresponde a la separación de la tierra y el crecimiento tras la absorción del rocío de la mañana.

29. Pero a veces el rocío se produce ya mucho antes de la salida del Sol –– lo que ahora pasa en nuestro caso...

30. Ved, el día del Señor no es un día igual a estos de la Tierra, sino cuando éste se presenta viene solo, y eternamente ya no le seguirá noche alguna. Por esta razón la noche precedente está justificada y dentro del Orden divino, porque es una precursora imprescindible del gran día...

31. ¿Acaso podría haber un vivo que quisiera permanecer en la noche? Pues, aquel que no admite que le despierten, en cuanto venga el día tendrá que perecer junto con la noche...

32. He aquí las grandes diferencias... Por eso os levanté a los dos, para que lo consideréis en vuestra vida. ¡Comprendedlo y quedaos conmigo como Yo me quedaré con vosotros! Pero hasta mañana callaos de ello. Amén».


Capítulo 150. Un evangelio del amor

1. Enoc aún añadió: «Sí, ¡así es! Y es así como yo mismo lo noté profundamente en mi espíritu; sólo que mi lengua no se habría atrevido el pronunciarlo porque, también en esta ocasión, mi espíritu me avisó: “¡Para tu lengua, porque para que esto sea pronunciado de una manera benéfica, debe pronunciarlo la lengua del Uno que ya se ha reservado el derecho de hacerlo!”.

2. Oh gran Abedam, ¡óyeme en el sosiego de mi corazón, porque allí hay una voz que llama: “Oh Jehová, ¡qué grande y santo tiene que ser tu Amor! ¡Si a alguien le anuncias una Gracia para el día de mañana, entonces ––y sin que el beneficiario ciego lo note–– ya le das la Gracia prometida junto con el aviso mismo!”.

3. Por eso, Padre santo, cuanto más en mi corazón cavilo sobre tu infinita Bondad, este casi ya no encuentra palabras para alabar y adorarte correspondientemente; y, además, queda demasiado pequeño para el amor tan poderoso que siento para Ti... de modo que finalmente el amor que en él ya no cabe tiene que extenderse a todo mi ser, agarrándose fervorosamente a Ti, para amarte sobre todo...

4. Pero si ahora pregunto a mi espíritu: “¿Y no podría amar al Padre santo tan sumamente bueno con aún más vehemencia –– con vehemencia infinita?”, entonces en el espíritu me resuena: “¿Quién ––cuyo corazón está lleno de amor–– puede amar tal como le guste? Porque ve: ¡El amor es insaciable! Por eso nunca encontrará plena satisfacción, a no ser en el Amor infinito del Padre santo”...

5. Así, oh Padre, ¡te amo con el hambre canina del amor cada vez más ardiente! Y, si fuera posible, ¡con ansiedad te amaría hasta que me moriría por amor a Ti!

6. Oh Padre, mi querido Padre santo, ¡acepta la gota de rocío de mi amor como si fuera parte Tuya!

7. Y tú, mi querido hermano Abedam, dime: ¿Qué sientes en tu corazón que ama, ahora, que seguramente te habrás vuelto consciente de qué hora de la noche es?».

8. Dirigiéndose a Enoc, Abedam, hermano de Enós, observó: «Hermano, mira, dentro de tu amor eres más feliz que yo, porque tú aún puedes expresarte en el fuego de tu corazón. Ahí, yo figuro un patoso; porque yo, cuando como ahora el amor se apodera de mí, no puedo producir más de lo que ahora mismo estás oyendo... además, si nombrara el “Objeto” de mi amor, en el mismo instante mi lengua se quedaría paralizada del todo...

9. Por lo menos ya te puedo confirmar que mi gran necedad finalmente ha reconocido que antes no era consciente de la hora que hacía en la noche, aunque pretendía saberlo. Pero ahora me doy perfectamente cuenta de la hora que es. En fin, como debemos callarnos hasta mañana, ¡ya me callo!».

10. Abedam el forastero lo aprobó y dijo: «¡Así es! El verdadero amor tiene que aumentar hasta que se muera “reventado” ––o sea en el ámbito espiritual o sea en la actividad de la carne55–– una muerte que acarrea el verdadero renacimiento para la verdadera Vida eterna en que este amor vivirá en unas delicias cada vez mayores.

Pero cada clase de amor acarrea el destino que le corresponde: Aquel que ama el mundo morirá en su amor mundano cada vez mayor; pero como el mundo no tiene Vida sino únicamente la muerte, para él no puede haber un renacimiento, de modo que permanecerá en la muerte.

11. Aquel que ama la carne, él morirá en su amor por ella; pero como la carne en sí está muerta, esta tampoco le puede ofrecer una nueva vida. De modo que a él le tocará la misma suerte que a aquel que ama al mundo...

12. Aquel que ama a sí mismo, también tendrá que morir en su amor propio; y como cada hombre de por sí solo está muerto, tras su muerte nunca podrá renacer para una nueva Vida.

Y aquel que no tiene amor sino únicamente odio, a él ya le está esperando la segunda muerte... Aquel que tiene un corazón que se deja llevar del odio, en la puerta de este su corazón la segunda muerte ya está dando golpes... Y a un avaro lleno de envidia, la segunda muerte ya le está abrazando.

13. Finalmente, aquel que acumula tesoros y riquezas mundanas, él ya ha preparado un hogar definitivo para la segunda muerte... Y aquel que ama la vida de esta Tierra que es una muerte pasajera, para él el proceso de morir no terminará nunca...

14. Toda clase de amor mata, incluso el amor a Dios; pero un renacimiento existe únicamente en el amor a Dios, porque únicamente Él es la Vida eterna misma.

15. Aun así, todo amor volverá a ser consciente de sí mismo; pero amigos, os digo: ¡Menuda diferencia habrá cuando esto se dará, sea en el ámbito de la Vida o en él de la muerte!

16. De modo que, Enoc, tu amor ya ha muerto para todo y volvió a encontrarse en Dios... Por eso ya eres nuevamente vivo por todas eternidades. Pero de la manera que tú has encontrado la segunda vida ––la verdadera Vida––, en adelante sólo pocos la encontrarán, porque únicamente el fuego más vivo del amor más íntimo a Dios puede acarrear semejante Gracia. ¡Entendedlo bien, pero callaos de ello hasta mañana!».

17. Mientras todavía estaban conversando, ya habían todos llegado a la choza de Adán, donde todos pararon un rato en que Adán los bendijo conforme a la costumbre.

18. Luego todos se levantaron y Adán los despidió para que se fueran a descansar. Sólo a Enoc, a los dos Abedams y a Lamec los invitó a quedarse con él; y a Set le recordó a preparar algo para la cena. En seguida Set se fue a su choza, donde su mujer y muchos de sus hijos ya le estaban esperando. A todos ellos como también a todos los demás que habían esperado la vuelta de Adán y de los demás padres, Set les recomendó que se presentaran a la choza de Adán para recibir la bendición.

19. Después de haber recibido la bendición de Adán se fueron, y ya se presentaron Set y su mujer, cargados con comida y bebida en abundancia.

20. Mientras tanto ya había oscurecido; y como se estaba acercando un temporal, casi ya no se podía ver nada.

21. Por eso Adán pidió a Set que trajera una antorcha, fabricada por Enoc, para iluminar la choza oscura.

22. Pero Abedam el forastero dijo a Adán y a Set: «Amigos, ¡olvidaos de ella! ¿Para qué esta molestia, teniendo en cuenta que Set tampoco ya es el más joven?

23. ¡Dejadme que Yo me preocupe de la iluminación de la choza, porque Yo me entiendo algo mejor en el arte de hacer Luz que Enoc con sus palos de pez!

24. Sólo hace falta que diga: ¡Hágase Luz!, y, como todos veis, ya hay luz suficiente en la choza».

25. Hubo tanta luz en la choza como durante el día, pero nadie podía decir de dónde venía porque en ninguna parte había un cuerpo luminoso.

26. Enoc y Abedam sabían muy bien de dónde venía esta luz y quién era su autor, pero cómo se produjo, tampoco ellos lo sabían... Tras toda admiración todos dieron las gracias al Señor y, finalmente, todos comieron y bebieron con mucho gusto y de buenos ánimos.


Capítulo 151. Set busca la Luz en la luz

1. Pero Set no pudo quitarse de la cabeza la manera extraña de la que Abedam el forastero había hecho esta luz. Aunque no se atrevía a preguntar a nadie, continuó oteando todos los rincones, y sus pensamientos no dejaban de escudriñar todas imaginables maneras de producir luz.

2. Pero eso de producir luz simplemente pronunciando las palabras “Hágase luz”, además, una luz que iluminaba todas partes con la misma intensidad y sin producir la menor sombra... Nunca en la vida Set había visto cosa semejante; pero aun así no se atrevía preguntárselo a nadie.

3. A Adán no se le escapó que Set estaba buscando algo, con lo que le preguntó: «Set, hijo mío, ¿qué buscas o qué estás observando? ¿Hay algo aquí en la choza que te extraña?».

4. «Padre, no sé como decírtelo, pues, lo que me pasa es: ¡Estoy buscando Luz en la luz y no la encuentro! El temporal que se ha levantado en dirección de la mañana está todavía demasiado lejos para que sus relámpagos continuos pudieran iluminar la choza de esta manera; además, su tejado es demasiado denso para que la luz de un rayo lo pudiera atravesar.

5. Y si lo pudiera, ¿cómo es posible que con la luz no produciría, a la vez, la sombra de los objetos iluminados?

6. Mira, querido padre, esto es lo que busco... Pues, estoy buscando Luz en la luz...».

7. «¡Tienes razón que esto realmente es sorprendente!», respondió Adán a Set. «Pero lo que me parece aún más sorprendente es que estés cavilando tanto, a pesar de que el Experto se encuentra entre nosotros. ¡Acude a Él, y pronto encontrarás Luz en la luz!

8. Si encuentras una piedra luminosa, te preguntarás de dónde viene la luz y cómo esta producida. Pero esto no lo podrás preguntar a nadie porque el gran Experto poderoso es santo y no responde a cada uno que ante Él esté impuro. De modo que te resultará difícil el aclararte sobre la luminosidad de la piedra.

9. En la noche tanto como en el día ves luces de las más diversas clases. Si su naturaleza te sorprende, ¿a quién vas a preguntar sobre ellas?

10. En nuestro caso la Luz y el Experto están presentes al mismo tiempo... Con lo cerca que esta Luz está de todos nosotros, ¿todavía la estás buscando en la luz?

¿Por qué no procuras alguna vez buscar al Día en el día?».

11. Estas palabras de Adán dirigidas a Set estaban llenas de la Verdad más brillante; pero, igual que Set estaba buscando algo que su corazón no comprendía, también Adán allí estaba hablando palabras que él mismo no comprendía en absoluto.

12. Después de haber oído las palabras de Adán, Set se sentía impulsado a dirigirse a Abedam el forastero, para preguntarle cómo había producido esta luz tan abundante.

13. Este le recibió con gusto y le respondió la pregunta antes de que Set hubiera podido formularla.

14. De modo que Abedam le preguntó: «Set, me parece que te gustaría saber hacer luz de la misma manera... Te digo que esto no resulta siquiera tan difícil como te lo imaginas. Además, el remedio es muy simple. Como ya te has fijado en Mí, consiste simplemente en decir con profunda fe: “¡Hágase Luz!”, y habrá Luz donde normalmente habría reinado la oscuridad.

15. Ves, ahí tienes todo el secreto y con ello la Luz en la luz... Y en lo sucesivo reconocerás que ahora realmente has encontrado una verdadera Luz acerca de la luz...

16. Pero tu cara es todavía una mera interrogación... ¿Acaso no es suficiente que ya te he descubierto todo mi arte?

17. Pues ve a tu choza oscura y, con profunda fe, haz lo mismo que Yo hice. Y en seguida te enterarás si este arte funciona de esta manera o no...».

18. Acto seguido Set se fue de la choza de Adán a la suya, donde los suyos estaban reunidos en toda oscuridad –– todos llenos de miedo de la tormenta que se estaba acercando. Nada más entrar, Set pronunció las palabras: “¡Hágase luz!”, y en el mismo momento hubo luz.

19. Ante este éxito milagroso, Set y todos sus hijos quedaron embargados de admiración.

20. Pero él mismo se recuperó en seguida y, ante todo, tranquilizó a los suyos. Acto seguido volvió a la choza de Adán para dar al Abedam, el Forastero, las gracias por haberle transmitido este arte tan maravilloso.

Luego empezó a describir todo aquello que ––tras el éxito milagroso de esa manera extraña de hacer luz–– de nuevo le cautivó la admiración.

21. Y Abedam le respondió con prudencia: «¡Mira, mira!, Set, ¡lo mucho que todavía eres un hombre exterior, y eso después de que en la región de la tarde fuiste uno de los primeros cuya Luz interior había reconocido a Asmahael! Y luego aun fuiste testigo de todos los milagros que Él realizó...

22. Entonces, en tu interior, no surgieron tantas dudas como ahora... ¿Acaso no oíste las palabras que Emanuel había dirigido a Adán cuando este le rogó que, después del sacrificio, no se vaya tan pronto de todos vosotros?

23. ¿Acaso te imaginas que, cuando Emanuel es visible, su Fuerza podría ser más real que cuando Él es invisible?

24. Ves, ¡esto es lo que todavía te mantiene atascado!

¿Has podido alguna vez observar, con tus ojos físicos, una fuerza que está en acción? ¿O, acaso, has visto alguna vez qué es lo que hace que tus miembros se muevan conforme a tu pura arbitrariedad –– sin tu aportación? ... ¿O lo que hace que la sangre circule en las venas, lo que hace que crezcan tu cabello, tus uñas y todo lo que fuera?

25. ¿O, acaso, has visto alguna vez al viento o su aspecto, la fuerza que hace que broten los gérmenes, o la que guía al Sol desde su salida hasta su puesta, etc.?

26. ¡Ves, lo insensato que todavía eres! Oye, pues, y recuerda: Cada fuerza, dondequiera que actúe de la manera que fuera, surge de Dios que es la Fuente primaria de todos Poderes y de todas Fuerzas. Eternamente nunca un ser creado por Dios podrá ver ni concebirle en su Ente primario porque Dios es infinito, mientras que cada ser es finito. ¿Cómo, jamás, podría lo finito ver y concebir lo infinito?

27. ¿O, acaso, te imaginas que podrías ser extendido hasta lo infinito y aún mantener tu chispa de Vida?

28. En tu corazón me estás preguntando: “Entonces, ¿qué o quién fue el Emanuel visible?”.

29. Te digo que en todas partes Dios, siendo el Padre lleno de Amor, puede vestirse con un cuerpo ficticio y actuar a través de él. Pero entonces el Padre no es lo que ves sino lo que está surtiendo efecto a través de lo que estás viendo...

30. Conviene que estés bien consciente de esto, para que tu amor no se apegue a algo que no es lo auténticamente verdadero...

31. Y para que también sepas de la Luz en la luz: Si no hubiera Luz en tu ojo, ¿acaso podría percibir el Sol y su luz? Y del mismo modo: Si no estuviera la Fuerza de Dios dentro de ti, ¿acaso, jamás, podrías concebir algo divino? El simple hecho que puedes concebir lo divino ya da testimonio de que la Fuerza de Dios también está en ti... ¿Acaso este Poder no puede hacer más que simplemente ser consciente de sí mismo? ... ¿No vas a pensar realmente, que no podrá realizar más?

32. ¡Menuda oscuridad que todavía hay in tu interior! ¡Por eso, a ver, si también en tu interior por una vez pronuncias “¡hágase Luz!”. –– Amén».


Capítulo 152. Sobre la ingenuidad. El milagro del Amor de Dios

1. Set ––al que estaban dirigidas estas palabras–– y también casi todos los demás arquearon las cejas, pero nadie se atrevía hacer preguntas a Abedam, porque la gran Sabiduría de Él los había dejado perplejos. Únicamente Abedam, el conocido, mantuvo el sosiego de su corazón, con lo que su lengua elocuente se dirigió a los padres y, ante el hecho que todos estaban callado, les pidió el permiso de hablar algo espontáneamente, dado que hasta entonces sólo había hecho preguntas o respondido a preguntas que otros le habían hecho.

2. Con mucho gusto los padres se lo consintieron, de modo que dando rienda suelta a su lengua dijo:

3. «Queridos padres y hermanos, y también tú, mi tocayo sumamente apreciado y profundamente querido... Hay un proverbio que dice que necios y niños en general hablan la verdad. Y como consta que principalmente formo y siempre formé parte de esos primeros, ¡resulta que soy un predicador nato! Por eso reconozco francamente ante todos que soy el más afortunado entre todos vosotros –– es decir, con excepción de mi querido tocayo.

4. Vosotros estáis todos estupefactos ante el hecho de cómo se ha hecho esta luz... Yo, sin embargo, ¡no lo soy en absoluto! Porque si uno quisiera maravillarse de todo lo que el Poder, la Fuerza y la suma Sabiduría del Señor saben realizar, os digo que se tendría que pasar la vida en un estado de admiración continua...

5. Cada latido del corazón, ¿acaso no es un milagro parecido? ¿Pero quién va a maravillarse continuamente por él?

6. El hecho de que podamos ver, oír, oler, saborear y sentir... que podemos movernos arbitrariamente, estar de pie, andar, saltar, dormir, soñar, pensar, amar, razonar, comer, beber, orinar, hacer de cuerpo, e incluso podemos procrear semejantes nuestros... en pocas palabras: todo lo que percibimos con nuestros sentidos, decidme, ¿acaso no son milagros y más milagros inexplicables?

7. ¿Dónde, acaso, pudiera haber un hombre que se maravillaría continuamente sobre todo esto, si supiera pensar tan sólo un palmo más allá del horizonte visible?

8. ¿Quién no reconoce que un hombre fuerte puede levantar una carga más pesada que uno débil? ¿Quién se admiraría que el fuerte es más fuerte que el débil?

9. Si yo lanzo una piedra a una distancia de treinta veces la altura de un hombre, y otro que es más fuerte y mas ágil que yo la lanza tres veces más lejos, ¿quién se extrañaría por ello? Y aun así esto no es ni más ni menos un milagro como si Abedam, en vez de esta simple luz, mediante un poderoso “¡hágase!” hubiera creado un segundo Sol para iluminar la noche...

10. Mirándolo así, ¡el hombre debería admirarse o siempre o nunca! Porque si me admiro por una Obra del Señor y otra me deja indiferente, o si no viera a la primera vista que Dios en cada una de sus Obras es insondable e infinito, entonces tendría que ser aún más necio de lo que soy por naturaleza...

Y si esto me queda claro, ¿cómo me voy a admirar que Dios todopoderoso y sumamente sabio realiza Obras que en todos los sentidos tienen que corresponder a la eterna Perfección de Él?

11. Por supuesto, si alguien en su debilidad humana pronunciando alguna palabra lograra crear un cielo estrellado, entonces tendría motivos para admirarme –– pero todo lo que sólo es posible mediante la Fuerza de Dios, de ello no me sorprendo en absoluto...

12. ¿O acaso debería ser considerado como milagro todo lo que Dios el Todopoderoso es capaz de realizar mediante su eterno Orden tan sumamente sabio?

13. Ya veis que esto no me sorprende ni me sorprenderá nunca. Pero lo que sí me maravilla es que después de todo este Dios todopoderoso al mismo tiempo es nuestro Padre santo lleno de Amor... De modo que reconozco únicamente un solo milagro –– el milagro de los milagros que es el Amor: el infinito Amor de Dios para con nosotros que somos nada ante Él, y luego también nuestro amor para con Él –– lo que es como si lo finito intentase a abrazar lo infinito...

14. Ved, esto es lo único que me maravilla cada vez más, porque se trata de dos factores totalmente opuestos que con gran ansia y máximo esfuerzo procuran abrazar e igualarse mutuamente...

15. Ved, ¡esto es lo que yo llamo un milagro! Pero todo lo demás, dado que Dios hace todo lo que conforme su Orden le resulta posible y también nosotros hacemos todo lo que nos resulta posible, ¿cómo me iba a admirar de todo ello?

16. Yo, sin ser un modelo de sabiduría, no puedo admirarme de ello... Pero vosotros, a pesar de vuestra gran sabiduría, os quedáis estupefactos por la iluminación de la choza, mientras que todo el día podéis charlar a pleno Sol, con indiferencia absoluta... ¿Acaso la luz del Sol es más floja que esta, o su luz es de origen menos divino?

17. Ved, esto llama la atención a uno que es un necio entre vosotros... He aquí otro fenómeno: ¡vosotros que sois unos sabios no os habéis dado cuenta de esta absurdidad!

18. Podemos alegrarnos de cada Acción de Dios porque Él hace todo por su gran Amor para con nosotros que no somos nada ni nadie ante Él; pero eso de quedarnos boquiabiertos ante una Obra de su Fuerza divina, mientras que otra Obra pasamos por alto, todo indiferentes, ¡esto es como si ponderásemos las Obras y los Hechos de Dios aplicando los criterios de nuestra necedad!

19. No me lo toméis a mal, queridos padres y hermanos, pero realmente ya no podía evitar el importunaros con esta crítica...

20. ¡De modo que únicamente el milagro del Amor siempre siga siendo sorprendente para nosotros –– el milagro que Dios poderoso es nuestro Padre que nos ama, y que nos permite que le correspondamos, amándole también! Y por todo lo demás le estamos agradecidos de todo corazón. Así podremos considerarnos hijos más dignos de Él que si día y noche, pasmados, observásemos los elementos pero olvidándonos del amor y de la gratitud...

21. Alegrémonos de todas las Obras de Dios, apreciándolos por ser Obras del Padre que Él ha hecho por Amor a nosotros. Pero sinceramente: ¡que las pondere Aquel que las ha hecho!».


Capítulo 153. La verdadera fraternidad entre Enoc y Abedam hermano de Enós

1. Después de estas palabras de Abedam, el hermano de Enós, todos arquearon aún más las cejas, y nadie sabía darle una respuesta.

2. Después de un rato Enoc se levantó, le estrechó la mano y le dijo:

3. «Abedam, mi hermano más querido, ¡seguro que no sería en contra del Orden divino si los menores de vez en cuando se presentaran ante los sabios como verdaderos predicadores de la sabiduría y corregirían las insensateces abundantes de los preceptores que frecuentemente se toman por sumos sabios!

Abedam, ¡me quitaste un gran peso de encima!

4. ¡Cuántas veces ya me habría podido sosegarme en Dios si tus palabras me hubieran llegado antes a mis oídos!

5. Por eso será eternamente verdad: ¡Todo de lo que el Padre ha privado a los sabios, esto lo da en abundancia a los débiles y a los menores!

6. Consta que los teólogos empedernidos que se desviven por sus pesquisas son unos sacrílegos; mientras que los pequeños y candorosos sin preocupaciones reciben alegremente el pan delicioso de la verdadera Vida eterna por la mano del Padre santo.

7. ¡Qué inmensa es la insensatez de los hombres!».

8. «Y la mía no menos», añadió Abedam, «porque siempre he sido muy necio.

9. De lo que he dicho, incluso un ciego habría debido darse cuenta, mucho antes.

10. Por eso no soy un preceptor, ni mucho menos; sino, en el nombre del Señor, tú eres el mío».

11. «Pero hermano Abedam, ¿qué piensas aún aprender de mí?», le respondió Enoc, «¡a no ser que pueda añadir alguna necedad a tus expresiones completamente espontáneas!

12. Yo, por mi parte, soy como tú; y por una entera Tierra llena de sabiduría no soltaría ni un solo guijo de amor...

Nunca hablé a nadie palabra alguna de por mi propia intuición vana, sino siempre hablaba obligado por el Espíritu divino en mí, y después de haber terminado, ni yo mismo sabía el que había hablado, dado que no yo sino únicamente el Espíritu divino había hablado en mí –– a través de mi boca indigna.

13. Ves, hermano, en este sentido ninguno de los dos aventaja al otro; pero ahora tengo que reconocer algo ante ti que, finalmente, me marcará como necio: Pues, ¡no pocas veces estaba cavilando sobre las Obras de Dios –– de modo que, como tú dices, estaba ponderándolos!

14. Ahora juzga y di tú mismo, quién de los dos aventaja al otro en lo que fuera, para que conste cuál es habilitado para ser un verdadero modelo y preceptor del otro.

15. En el camino te había dado alguna enseñanza, pero entonces aún no te conocía como ahora –– de modo que en realidad mi enseñanza fue una pequeña anticipación a las competencias del Amor divino... Aun así, entonces no te lo dije para indicar que me considero más iniciado que tú, sino lo dije por mero amor a ti. Ahora, por supuesto, ya estoy arrepentido por haber enseñado a aquel que para mí es un gran maestro en lo que es humildad».

16. «Hermano, ¡no hagas que me vuelva triste!», le respondió Abedam, «¡porque únicamente en la condición ínfima me encuentro feliz! De modo que si empiezas a elevarme, en seguida se acabará mi felicidad –– porque ve, mi naturaleza es así que sólo la consciencia de máxima nulidad me proporciona bienaventuranza.

17. ¿Para qué puede servir si un hermano eleva al otro por encima de sí mismo?

18. Hermanos deberían siempre continuar siendo hermanos. Si al uno le falta algo, que el otro venga a socorrerle con sus provisiones, y viceversa, para que ninguno de ellos lleve ventajas al otro. Y si a un hermano le ocurre una palabra algo mejor porque el Señor se lo habrá consentido para el bien del otro hermano, ¡menuda absurdidad si este luego empezara a idolatrarle!

19. Por lo tanto, tú, sigue siendo mi querido hermano Enoc; y siempre que te des cuenta que algo me hace falta, dame de lo que te sobra –– pero nunca tengas remordimientos por lo que hayas dado a tu hermano... y yo haré lo mismo...

Y si todos proceden de esta manera, difícilmente ya habrá controversias entre los hermanos. Yo estoy completamente convencido de que este modo de vivir entre hermanos ya está fundado en el Orden de Dios, desde eternidades. ¡De modo que continuemos así!».

20. Enoc estaba conmovido a lágrimas y, abrazándole, dio a Abedam un beso fraternal y le dijo: «Sí, hermano en el Señor y en todo su Amor, ¡cortaste todo un árbol con un solo golpe!

21. ¡Qué simples son tus palabras, y qué verídicamente divinas y eternas a la vez!

22. ¡Quedemos así, no sólo temporal sino eternamente! Amén».


Capítulo 154. El verdadero amor al prójimo

1. Abedam, el otro, que todo el tiempo con gusto había escuchado la conversación entre Enoc y Abedam, de repente se levantó y se dirigió a los dos, los abrazó y les dijo:

2. «¡Así es como corresponde perfectamente al Orden divino! Y si hermanos conviven de esta manera entre ellos, entonces ––tanto como ahora también en todo el futuro–– el Padre no estará lejos de todos aquellos de sus hijos que en su corazón, lleno de amor, piensan de esta manera sobre Dios y actúan de esta manera ante sus hermanos.

3. De veras, os digo que aquel que dice: “Amo a Dios y a mis hermanos”, pero él tiene algo que no reparte con los hermanos de tal manera que solamente la parte más pequeña quede para él, él está todavía lleno de amor propio y no merece al Padre. Si alguien tiene diez hermanos y doce manzanas, que dé once manzanas a sus hermanos y para sí mismo guarde solamente la mitad de la duodécima, para que también la otra mitad la pueda guardar para sus hermanos... Sólo entonces será un verdadero hijo del Padre santo y será digno de Él.

4. Si un padre ama a sus propios hijos más que a los de sus hermanos, él también está llevado por su amor propio y no merece al Padre.

Por eso Yo digo: Verdaderamente bienaventurado será aquel cuyo corazón fraternal ante la pobreza de su hermano se olvida de la suya propia... y más aun si para saciar a los hijos del hermano, con todo cariño y toda entrega sacrifica incluso las necesidades de sus propios hijos a Dios, su verdadero Padre...

5. Es para tu propio bien, si por amor a tus hermanos te vuelves el más pobre entre ellos, porque si tras haber repartido tus dádivas con ellos todavía te queda una parte, entonces cuidaste todavía de ti, haciendo caso omiso del cuidado por parte del Padre en el Cielo.

Pero si por puro amor al prójimo repartiste todo entre tus hermanos sin guardar nada para ti, entonces te has liberado del todo, dejando toda preocupación para el Padre... ¿Acaso el Padre santo tan sumamente bueno permitiría que tal hijo sufriera calamidades?

6. En verdad, os digo: uno le será recompensado con cien, diez le serán recompensados con cien veces cien, y si ha dado todo, será recompensado infinitamente...

7. Estimadlo vosotros mismos: ¿Podría jamás haber miseria entre hermanos si todos se amasen mútuamente, y si uno fuera como todos y todos como uno?

8. ¡Os digo que cada uno tendría en toda plenitud la Bendición del Cuidado santo del Padre santo!

9. De modo que si queréis ser hijos bien atendidos por el Padre santo en el Cielo, entonces convivid como hermanos y hermanas, y también el Padre santo vivirá entre vosotros... De lo contrario, pronto volveréis a caer en la antigua maldición en que tendréis que ganaros el pan diario con el sudor en la frente.

10. Así es como debéis actuar mútuamente:

Si un hermano ha hecho algo para ti, entonces no le dejes ir sin una buena recompensa. Pero si tú has hecho un servicio a un hermano, que ni sueñes con que él te debiera algo, sino que el amor fraternal sea tu mayor recompensa –– una recompensa que será del agrado del Padre en el Cielo.

Pero si el amor de tu hermano le obliga a darte una paga, entonces no la aceptes como tal, sino como un obsequio por parte de su amor. Entonces bésale y agradéceselo como auténtico obsequio, y serás un verdadero hermano de tus hermanos. Y el Padre santo se complacerá eternamente en hijos como estos. Amén».


Capítulo 155. La pregunta de Lamec por la personalidad de Abedam el Forastero

1. Después de esta plática de Abedam el Forastero, también Lamec el fiel adorador de Emanuel se acercó y miró a Abedam de pies a cabeza, porque sus últimas palabras le habían despertado de su desconsuelo, y le hicieron aguzar los oídos. Como por su profunda apatía ––causado por la desaparición de Emanuel–– de las palabras que se había hablado antes casi no se había enterado, tanto más las últimas palabras de Luz y de Amor pronunciadas por la boca divina de Abedam tenían que surtir un gran efecto al corazón de Lamec de nuevo despertado... ¡y más aún al amor enfermo de Lamec, porque Aquel de cuya boca salieron fue el Emanuel oculto mismo!

2. Cuando terminó de contemplar a Abedam sin poder aclararse con Él, se tomó la libertad de preguntarle:

3. «Oye, Abedam, para mí eres todavía un hombre totalmente desconocido, pero tu boca habla palabras tan puramente divinas que, si mi profundamente amado Emanuel Abba estuviera aquí y hablara sobre este factor principal de toda vida humana, de ninguna manera podría hablar de otra manera que tú ahora estabas hablando...

¿Me dirías cómo has llegado a tener semejante sabiduría tan increíblemente elevada –– una sabiduría tan íntimamente unida con tanto amor?

4. Porque mira, la desaparición de Emanuel ha causado que me haya vuelto ciego y sordo para todo, de modo que ahora es por primera vez que mis ojos te ven conscientemente entre nosotros –– ¡y estoy muy ilusionado de saber algo más sobre ti, pues, mi corazón ansia conocerte de más cerca!».

5. Abedam le bendijo y le respondió: «Mi querido Lamec, ¿sabes decirme qué hora es y ––tal como estamos aquí–– dónde nos encontramos?».

6. «Según sepa y me acuerdo vagamente de antes, esta es la choza de Adán en la que él después de haber vuelto a estas alturas patrias nos acogió a todos nosotros –– tal como estamos aquí. Pero de todo esto sólo me acuerdo como en un sueño...

Sin embargo, no sabría decirte exactamente qué hora es, aunque, a juzgar por la luz bastante fuerte que hace en el interior de la choza, diría que apenas está atardeciendo».

7. «Ve, querido Lamec, para tu propio bien importa mucho que sepas más exactamente qué hora de la tarde es. Por eso, ¿por qué no sales un momento afuera para apreciar la intensidad de la aurora?».

8. En seguida Lamec hizo caso a este consejo.

¡Pero cuánto se asustó cuando en vez de la aurora esperada vio que ya hubo noche muy densa que sólo por los rayos casi continuos fue interrumpida de una manera macabra!

9. De modo que no tardó mucho en volver a entrar corriendo en la choza, más bien tambaleándose por miedo de la tormenta que ya estaba muy cerca. Asustado y lleno de miedo se acercó a Abedam y le dijo:

10. «Buen hombre, seguro que sabías qué hora de la noche es. Entonces, ¿por que me avisaste que saliera afuera a esa noche horrorosa donde en vez de una aurora sólo vi muchos rayos poderosos que estaban entrando en una lucha espantosa con la noche densa?

11. Ves, todavía me tiemblan las carnes por el gran miedo que estoy pasando... Oh Emanuel, ¡si Tú ahora estuvieras aquí, contigo saldría con mucho gusto para mirar esa noche horrorosa, porque a Ti incluso esta tormenta tendría que obedecer instantáneamente!

12. ¡Menos mal que por lo menos Enoc está con nosotros, porque de lo contrario, seguro que estaríamos perdidos!

¡Pero parece que tú mismo no estás muy impresionado por la tormenta que se está preparando! Dado que eres forastero, se supone que aún no has pasado tormentas como las de aquí en las alturas; pero ya las experimentarás, y es fácil que en adelante tengas más miedo de ellas que yo...

13. Oh mi Emanuel Abba, ¡si al menos por esta noche aún te hubieras quedado visiblemente entre nosotros!».

14. Abedam le miró cariñosamente, le cogió de la mano y le preguntó: «Querido Lamec, ya que allí fuera has encontrado una noche tan densa, ¿tal vez podrías decirme de dónde viene esta luz aquí en el interior de la choza?».

15. Sólo a causa de esta pregunta lo de la luz le llamó la atención y, como no pudo encontrar su origen, en seguida volvió a Abedam y le dijo:

16. «Amigo, ¡esto es milagroso! En esta choza hay una claridad como la del día, ¡y eso sin que se pudiera encontrar fuente alguna! ¿Cómo es esto posible?

17. ¿Lo arreglaste tú de esta manera? ¿O tiene que ver algo con la tormenta? Porque en casos extremos de tormentas en plena noche ya he observado alguna vez que árboles, hierbas y rocas estaban envueltos en una especie de corona de luz azulada muy incierta –– en realidad demasiado floja para sólo nombrarla ante esta luz tan fuerte de aquí...

18. ¡Por eso tú mismo podrías explicarme lo que me estás preguntando!».

19. «Lamec, ve a Set, y él te explicará cómo se ha producido esta luz, y pronto encontrarás una Luz en la luz».

20. Acto seguido Lamec se dirigió a Set para que se lo explicase.

21. Pero este le contestó: «¿Por qué dormiste antes en tu corazón? Si te hubieras quedado despierto, ni siquiera habría surgido esta pregunta... En fin, como fue tu gran amor a Emanuel que te había hecho ciego y sordo para todo lo demás, de todas excusas ya llevas la más sublime en tu interior, con lo que puedes saber que el Autor inimaginablemente poderoso de esta iluminación milagrosa es precisamente Aquel que te ha remitido a mí; pues, fue El que produjo esta luz, simplemente mediante su Palabra “¡hágase Luz!” por medio de la Fuerza divina que mora en Él.

Ya que ahora sabes todo lo que yo sé, ve a Él, y te revelará lo demás».

22. En seguida Lamec se dirigió a Abedam para comunicarle lo que Set le había dicho.

23. Pero Abedam le avisó: «Oye, Lamec, ¡busca un poco en el amor de tu corazón y pronto te quedará claro Quien es el autor de la Luz!, porque ve, Aquel a quien amas tan profundamente no se encuentra ni mucho menos tan lejos de ti como te lo estás imaginando.

Pero una vez que le hayas encontrado, ¡cállate de ello hasta mañana!

24. Y te digo que esta noche aún verás cosas maravillosas... Amén».


Capítulo 156. Sobre el amor

1. Tras haber oído estas palabras, Lamec empezó a adentrarse y no le costó mucho en quedarse claro sobre la identidad de Abedam.

2. Y como Abedam vio que Lamec le había encontrado y reconocido, le preguntó: «Mi querido Lamec tan sumamente fiel, ¿cómo te encuentras ahora? ¿Acaso tienes todavía miedo de la tormenta?

3. ¿O piensas que aún debería empezar a tener miedo, Yo también?».

4. Por suma alegría Lamec empezó a llorar y no pudo pronunciar ni una sola palabra. Sólo después de un buen rato, cuando su corazón tras las muchas lágrimas de amor se había sosegado un poco, pronunció con gran entusiasmo las siguientes palabras:

5. «¡Oh Abedam!, ¡oh Emanuel!, ¡oh Abba!... ¡He vuelto a encontrarte! –– ¡He vuelto a encontrar a mi Abba...!

6. ¿Cómo podría yo tener miedo de algo que es nada ante Dios?

7. Si Tú quieres, haz que incontables rayos conviertan la Tierra en polvo y que el mar se evapore como una gota de rocío sobre el hierro incandescente... haz que tormentas repletas de rayos jueguen con las montañas como si se tratara de vientos que juegan con las hojas de los árboles... haz que piedras de granizo grandes como mundos caigan sobre la Tierra –– y aun así ya no verás el menor miedo en mí...

Donde Tú estés presente, allí todo está bien; pero sin Ti, aun con el mejor tiempo que hiciera, todo resulta horroroso, desierto y vacío, y todo lo que mires está incubando la muerte. Pues, los vientos susurran: “¡Muerte!”... Las aguas murmuran: “¡Muerte!”... Las hierbas se mueren... Las riberas tiemblan y se hunden... Las aguas se evaporan a la muerte que es a una nada oscura... Y el rayo del Sol normalmente vitalizante mata hasta incluso los gusanos en las tumbas...

8. Las fuerzas carnales del cuerpo pasajero van muriéndose y las masas inertes se desploman cayéndose fatigados al suelo de la Tierra poco animada; y el desplomado se cae de su muerte a otra muerte. Las estrellas normalmente alegres se vuelven sombrías y pálidas, y en su apatía macabra dejan de centellear...

De modo que donde estés Tú, allí incluso las piedras se animan y se vuelven tan agradables que el mirarlas da un gran placer. Estoy convencido de que si uno junto contigo estuviera en un fuego cuyas llamas se juntan encima de la cabeza, en vez llevarse quemaduras dolorosas sentiría un frescor agradable, ¡porque siempre y en todas partes Tú eres Amor!

9. Ya no tengo miedo de nada, ¡porque de nuevo te tengo a Ti! ¡Sólo que nunca ya te desaparezcas sin que supiera dónde te mantienes oculto!».

10. «Te digo que nunca ya me perderás», le respondió Abedam, «¡ni en todas eternidades!

11. Pero de momento cállate de ello ante todos, porque quiero que todos me encuentren como tú me encontraste. ¡Nadie me va a encontrar antes de que me haya encontrado y reconocido en su corazón como tú!

12. Te digo que aún esta noche todos tendrán que exponerse ante nosotros. Pero en cuanto vengan, que nadie de vosotros tres me descubra ante ellos. Cuando el gran miedo los empuja a exponer su interior y ante sus propios ojos se manifiesta su propio corazón que les indica cuánto amor hay en ellos y de qué clase es, sólo entonces se manifestará cuánto amor a Mí mora en sus corazones y si es suficiente para que puedan reconocerme o no.

13. Mira, hago lo mismo como un novio que quiere escudriñar el corazón de la novia con la que piensa casarse: En una noche de tormenta da alguna vuelta por la choza en que vive la elegida de su corazón. Allí, aguzando los oídos, escucha de corazón angustioso si pudiera pillar algún suspiro de amor. ¡Suerte para ella si su corazón está lleno de amor a su novio, porque de la abundancia del corazón habla la boca! Cuando ella suspirando le llama de su nombre, el corazón del novio brincará dentro del pecho; con lo que él entrará, y aún la misma noche llevará a la novia a su choza donde hará que ella se vuelva su esposa...

14. Pero si el novio cuando se fue para espiar a su elegida hubiera oído que ella suspiraba el nombre de otro o que se durmiera, ¿acaso también la habría llevado a su choza?

15. ¡Seguro que no!, porque desde entonces huiría de ella y despreciaría su semblante...

16. Mira, del mismo modo también Yo, en noche de tormenta, me encuentro ahora delante la puerta de todos mis elegidos. Donde Yo oiga que un corazón suspira por Mí, en seguida entraré como lo hizo el novio nombrado, y también actuaré como él.

17. Aun así hay una diferencia entre Yo y el novio: Yo me acerco con Amor, traigo Amor, doy Amor, busco amor y exijo amor; y a aquel al que encuentre durmiendo, le despertaré setentisiete veces setentisiete mil veces. Sólo si ni siquiera con ello se despierta, entonces me retiraré de él... ¡Pero ay de aquel de quien me haya retirado! De veras, él podrá suspirar y llamar mi nombre durante mucho tiempo, ¡pero Yo no le contestaré!».


Capítulo 157. La tormenta

1. Nada más haber terminado Abedam su plática dirigida a Lamec, ya llegaron Enós, Cainán, Malaleel, Jared y Matusalén, impulsados por su gran miedo de la tormenta; y alrededor de la choza se estaban acumulando cientos de hijos y nietos, todos clamando el auxilio de Jehová para que en su Misericordia impida las devastaciones que se estaban anunciando.

2. De los cinco que hubieron entrado en la choza Cainán tomó la palabra y dijo a Adán:

3. «¡Óyenos, padre Adán, si el Emanuel desaparecido tras el Poder de su Amor y tú con tu bendición paternal no venís en seguida a nuestro auxilio, entonces no habrá salvación para nosotros porque sin su Gracia y su Misericordia todos estaremos perdidos!

4. Oye lo que está pasando ahí afuera: ¡Toda la región de la mañana se ha vuelto un mero mar de fuego en el que incontables llamaradas se están lanzando desde densos nubarrones encendidos! ¡Por todas partes se ve fogatas y también desde el suelo se están lanzando rayos en todas direcciones!

5. ¡Tu maravillosa gruta ya está deshecha por miles de rayos y no queda ni rastro de ella!

6. ¡Te digo que nunca antes Jehová ha visitado a sus hijos de una manera más horrorosa y espantosa que esta vez! Pero en realidad, todo lo que acabo de decirte es todavía lo menos alarmante... Por eso oye lo que aparte de esto está sucediendo:

7. ¡Todo el mar se está levantando con silbidos, bramidos y estallidos, con lo que todas las bestias se refugian a nosotros: tigres, leones, hienas, lobos, osos y serpientes están invadiendo por centenas nuestros hogares que tuvimos que abandonar –– sin contar toda clase de bichos!

8. No hay boca humana que pudiera describir la miseria en que los elementos ya nos han dejado. Nosotros, los cinco, somos los únicos que aún no estamos llevados a la desesperación... Todos los demás ya están medio muertos, tumbados con la cara sobre el suelo, esperando con resignación su extinción –– los unos lamentando y llorando, los otros temblando de todo el cuerpo, y otros totalmente paralizados por el miedo que están pasando.

9. Oh padre, ¡es un espectáculo espantoso! Y te digo que el horror de este escenario está aumentando cada vez más, por todos lados...

Seguro que entonces cuando todavía en el paraíso viste que la ira de Dios hizo que la Tierra se desmoronase debajo de tus pies y que los fragmentos encendidos volaran por el espacio, el escenario no puede haber sido muy diferente del actual de aquí...

10. Por eso, padre, ¡que no tardes en venir a socorrernos –– si todavía hay remedio!

11. ¡Escucha estos estruendos continuos! ¡Oye estos truenos que están sacudiendo todo! ¡Nota el continuo temblor del suelo y fíjate del bramido del mar que se está acercando! ¡Y oye como miles de fauces de bestias sueltan un aullido resonante que se mezcla con el ruido de la tormenta!

12. Oh padre, si todavía hay remedio, ¡ven y socórrenos con tu bendición!

13. Oh padre, ¡mirad todos a la puerta, porque ya están entrando las bestias de las que huimos de nuestras chozas!

14. ¡Adán, padre, Enoc, Lamec y los dos Abedams que sois unos favoritos de Emanuel, ¡ayudadnos y ayudaos también a vosotros mismos!

15. Veis, ¡ya hay una serpiente enorme en la puerta que, silbando, nos está mirando de reojo!».

16. Adán estaba totalmente horrorizado y Set estaba medio muerto de miedo. En seguida los dos, Eva y la mujer de Set dijeron al unísono: «¡Qué horror, ya lo vemos con toda claridad!».

17. Y Adán reconoció: «Hijos, para algo tal mi bendición ya no es suficiente; si ahí no nos ayuda Dios, estaremos todos perdidos...

18. Mi Dios y mi Señor, ¿por qué tengo que vivir una cosa así –– y eso hoy, en una noche de sábado?

19. Oh Señor, Padre y Creador de todas las cosas, ¿acaso el holocausto de mañana resulta en una contrariedad para Ti, con lo que de esta manera haces que fracase? Entonces te rogamos que nos quites estos horrores de encima y que hagas que en nuestros corazones reconozcamos tu Voluntad, y con todo corazón cumpliremos con ella –– ¡pero evítanos este castigo, para que todos podamos volver a alzar nuestra vista a Ti, llenos de gratitud!

20. Oh Padre santo, ¡no permitas que los elementos en esta noche acaben con todos nosotros!».

21. Ante los continuos estallidos y truenos que hacían que el suelo temblara, cuando Lamec vio que un bicho tras otro inquietantemente aullando estaba entrando en la choza de Adán, al fin también él empezó a afligirse y se apretó cada vez más al Abedam. Pero también Enoc y Abedam hermano de Enós empezaron a intranquilizarse.

22. A eso Abedam el Forastero constató: «Como veo, también a vosotros el miedo os está venciendo».

23. «Señor y Padre, supongo que ante semejante espectáculo incluso el miedo de un ángel debe ser perdonable», le respondió Abedam el conocido, «porque el espectáculo de estas bestias no invitadas y su aullido en esta noche tan macabra tiene que asustar a cualquier espíritu, lo intrépido que fuera.

24. Yo prefiero ver Obras de tu Amor en vez de tu Poder; es por eso que ahora estoy intimidado, pues, ahora tengo que presenciar Obras de tu Poder... Oh, ¡conviértelas en Obras de tu Amor! Amén».


Capítulo 158. El temor a Dios y el amor a Dios

1. Y Abedam el Sublime respondió a la excusa de Abedam conocido: «Lo que dijiste es pura Verdad aunque, entre nosotros, tengo que presentarte un pequeño reparo:

2. Mira, si esta pequeña tormenta fuera una Obra de mi Poder, ¿dónde, pues, estaría ahora toda la Tierra –– y dónde toda la Creación?

3. Si quieres ver una Obra de mi Poder, entonces mira toda la infinita Creación y fíjate de lo bien que en ella todo está consolidado, formando una unidad de su especie totalmente particular –– pero aun así no es más que una parte de la integridad de la infinitud... y observa también que no se puede quitar nada de la Tierra, del Sol, de la Luna y de todas las estrellas lejanas –– a no ser lo menos ponderable: su escasa luz... Ves, ¡todo esto son Obras de mi Poder!

4. ¿Acaso te imaginabas que mi Poder es un poder de la perdición o de la destrucción?

5. ¡Si mi Poder hubiera correspondido con semejante concepto, ¡nunca habría habido Creación alguna!

6. Pero como mi Poder no es un poder de perdición ni de destrucción sino de producción y de mantenimiento continuos, por eso resulta también en un Poder del Orden eterno.

7. Siendo así, ahora dime, ¿dónde ves tú lo temible en mi Poder?

8. ¿Acaso te imaginas que esta tormenta pudiera ser menos Obra de mi Amor que un día sereno y alegre?

9. Os digo que un día sereno se parece a un hombre amante que, junto con su mujer, está tranquilamente sentado en su choza. Él la ama con continuidad, fiel a ella. ¡Pero qué diferencia hay entre el amor de él y el amor de un amante joven!

10. Si la mujer dijera a su marido: “¿Te importaría salir y traerme alguna pera del peral más cercano?, pues, me gustaría comerme una”.

11. El hombre se rasca la oreja y, un poco molesto, dice a la mujer: “Mi querida mujer, mira, ¡déjame descansar un poco! Además, si las peras te apetecen tanto, ¡sólo tienes que dar tres pasos para buscártelas tu misma!”.

Decidme, ¿no es así?

12. Pero si una doncella tierna dijera a su amante muy enamorado: “Tuyos serán mi mano y mi corazón, pero en señal de tu amor emprende un viaje de cien días para ir a buscarme una prenda preciosa que es de gran rareza”.

13. ¿Va a hacer el amante lo mismo que el marido en la choza hizo a su mujer?

14. ¡Seguro que no! Porque él responderá: “Oh querida de mis sueños, no me iría solamente por cien días sino, si así fuera tu deseo, para ti me iría hasta el fin del mundo para allí recoger todos los tesoros posibles y luego ponértelos en tu tierno regazo”.

Decidme, ¿acaso no es así?

15. ¡Observad el día sereno en la choza de aquel matrimonio y en comparación la noche de amor tormentoso en el pecho del amante joven... ¡Qué diferencia entre las dos maneras de amar!

16. Si esta noche tormentosa que viene de Mí parte a vosotros mis hijos correspondiera al amor del joven amante, ¿entonces, Abedam, todavía afirmarías que es una Obra horrible de mi Poder que te parece tan horroroso?».

17. «Oh Señor, mi sublime tocayo profundamente amado», respondió Abedam el conocido, «¡ahora otra parte de mi insensatez se ha corregido –– y te lo agradezco eternamente!

18. Aun así debe ser que todavía incubo una insensatez considerable, porque mi miedo aún no se ha disipado del todo.

19. Sublime tocayo, como ya te has tragado tanto quitándomelo amablemente de encima, ¡trágate también esta estupidez mía para deshacerte de ella donde te parezca bien!».

20. «Te digo que con esta expresión acertaste perfectamente, porque así es: Tengo que tragarme mucho de vosotros... y el saco en que terminan vuestras incontables insensateces se llama: Mi Indulgencia y mi gran Paciencia...

21. Aun así os digo que no os fiéis demasiado de este saco, ¡porque demasiado fácilmente podría romperse alguna vez! Y si esto ocurriera, entonces ¡ay de la Tierra y de sus habitantes!

22. Y Enoc y Lamec, ¿también vosotros dos todavía tenéis miedo?».

«Oh Abba, lo siento mucho», le respondió Enoc, «pero en lo que se refiere a mí, todavía tengo que afirmar tu pregunta... Pero me digo: ya que todos los demás hijos están llenos de miedo, pues, ¡yo también! Aun así me parece que eso del miedo tiene su explicación justificada; porque si tu Bondad de Padre a la debilidad de los hijos no hubiera agregado la característica del miedo ––una característica llevada por el Amor, la Sabiduría y la Justicia–– ¿qué resultaría de los hijos débiles que erróneamente se consideran fuertes? ¿Quién podría enseñar y darles una buena educación?

23. Pero siendo así, sólo el miedo ya es el mayor educador del niño. A principios, también en mi caso fue mi educador, ¡y que siga siéndolo porque sé que precisamente en el miedo de los débiles mora tu máximo Amor!

24. El miedo es el mejor guardián de los pequeños. Con lo que también siga siendo eternamente el mío... pues, ya desde el principio estaba conmigo, como gran Dádiva de Amor de Ti, nuestro Padre santo tan sumamente bueno.

25. Por tu Misericordia sé y siento vivamente en mi interior que gracias a tu Cuidado paternal, tu Gracia y tu Amor no puede ni debe sucederme mal alguno; pero aun así temo semejantes acontecimientos extraordinarios –– y eso porque te amo sobre todo...

26. Porque mira: donde hay amor, allí también hay miedo; y donde no hay miedo, tampoco puede haber amor...».

27. «Así es, Enoc, pues hablaste la pura Verdad», le respondió Abedam. «¿Y qué piensas Quién te enseñó hablar así?

28. De modo que así es, porque en el miedo de los débiles Yo estoy presente. Aquel que ama al Padre, él es temeroso de Dios; y sin el temor de Dios nadie puede amar al Padre.

29. Por esta misma razón el temor de Dios y el amor al Padre son parecidos; pero todavía hay que ser consciente de que el amor prevalece al temor. Porque sólo en el amor hay vida, pero no en el temor... En el temor mora la muerte, porque no hay vida en él...

Por eso: que cada uno permita que su temor finalmente sea preso del Amor, con lo que vivirá en el Padre que es el único Señor de toda Vida... A ver, si lo comprendes...».

30. Lamec todavía le preguntó: «¿Me podrías aún decir si lo que siento es un verdadero miedo?

31. Aunque todo tenga un aspecto horroroso y, si uno quiere o no, los continuos estruendos y truenos tenebrosos llenan el corazón con un miedo cada vez mayor... Sin embargo, aunque todo esto ocurra en mi interior, no sé con certeza si se trata del miedo ordinario o de otro estado de ánimo que todavía me está desconocido... ¿Me lo explicarás –– si es conforme a tu Voluntad?».

32. Abedam le miró con suma amabilidad y le respondió: «Lamec, a Mí me parece que los árboles te impiden ver el bosque... ¿Cómo es posible que alguien que esté temblando de todo el cuerpo pregunte a otro si le parece que el miedo se ha apoderado de su propio corazón?

33. ¡Con las palabras intrépidas que hace poco rato habían salido de tu boca! ¿Dónde, pues, se han quedado tu gran valor y tu fe inquebrantable? Y eso a pesar de que aún no se ha realizado ninguna de todas las catástrofes que citaste... Porque todos nos encontramos todavía sobre un suelo suficientemente sólido, pues, la Tierra existe todavía... El mar aún no se ha evaporado... No hubo granizo grande como un mundo que se hubiera caído sobre la Tierra... No hubo montaña alguna a la que las tempestades se hubieran llevado... Y aún no estuvimos en llamas que se hubieran juntado encima de nuestras cabezas... ¡Pero aun así, estando a mi lado, estás temblando como si todas las fiebres del mundo estuvieran sacudiéndote a la vez!

34. Si para ponerte a prueba permitiera que ocurriera todo lo que citaste, ¿cómo quedarías con tu intrepidez?

35. Por eso vale más el mantenerse en el miedo, como Enoc, en vez de dejarse llevar por el calor del amor y prometer demasiado.

No importa lo que uno promete en un arrebato de amor ni en un estado de miedo en que reinan la sordera y la ceguera; porque todas promesas hechas en tales estados nunca serán cumplidas –– ya porque tal estado exaltado nunca puede ser duradero.

36. Lo mucho que el fuego del amor puede cambiar ya lo ves en el comportamiento de un matrimonio cuyo fuego del amor ya se ha calmado –– un fuego que ya no hace hervir la sangre en el corazón sino que calienta y vivifica de manera moderada.

37. Cuánto tiempo el miedo perdura ––y tras él la promesa–– esto ya lo puedes deducir de los niños débiles; porque ellos cumplen una promesa hecha por el miedo durante todo el tiempo que el padre con cara sombría les esté echando la bronca. Pero en cuanto su cara vuelva a animarse, todo el miedo de ellos se va disipando... y con él todas las promesas hechas...

38. De modo que si quieres volverte perfecto, debes siempre alimentar tres partes de miedo y siete de amor; y a todos tus ruegos aún añadirás el siguiente: “Padre, no pongas mi debilidad en tentación, sino líbranos del mal –– espiritual y corporalmente”. Entonces rogarás de manera correcta, porque la tentación no favorece al hombre libre; pues, mata al cuerpo y debilita al espíritu.

39. Eres bienaventurado porque venciste el miedo mediante el amor ––aunque solamente hasta la hora de la tentación–– y al presentarse la tentación no abandonaste el amor sino tras tu miedo dirigiste un amor aún mucho más fuerte hacia Mí...

Pero en el futuro sólo serán bienaventurados aquellos que siempre alimentaban un debido temor a Dios, porque se despierten en el amor al Padre. Sólo así los hombres renacerán como hijos de Dios al que reconocerán. Y podrán ver al Padre santo tan lleno de Amor.

40. El miedo es la semilla del amor...

Del mismo modo como sin semilla no puede haber un fruto, sin el conveniente temor a Dios nunca podrá surgir un verdadero amor.

41. Como la semilla en la tierra se pudre, y el verdadero germen del Amor brotará, crecerá y producirá frutos vivos, así también el Amor ––este germen sagrado para la Vida eterna–– surgirá del fruto. El antiguo miedo pudrirá, pero precisamente tras esta putrefacción en el buen suelo de mi Amor para con vosotros surgirá un fruto sorprendente: un árbol de la Vida debajo cuyas ramas incluso los habitantes del Cielo establecerán sus hogares. –– ¡Acordaos de ello!

42. ¡Pero vale ya! Como veis, Adán que está lleno de miedo acaba de levantarse y se dirige hacia nosotros, porque también él empieza a presentir auxilio por mi parte. Por eso, ¡callaos ahora ante él! Amén».


Capítulo 159. Adán y Set se encuentran en un aprieto.

1. Mientras los demás cinco rodearon a Eva para protegerla de los animales salvajes ––sobre todo de las serpientes de las que ella tenía pánico–– Adán, acompañado por Set, se abrió con dificultad camino a través de las bestias. Finalmente llegó a los cuatro que se encontraban en el único rincón de la choza donde todavía había algo de sitio.

2. Pero cuando llegó a Abedam, el miedo ya le embargó la lengua. Por eso el sublime Abedam se le adelantó y le dijo amablemente: «Adán, estás buscando un socorro incierto... ¡Mira en tu corazón, y en vez del incierto encontrarás uno seguro!

3. ¿No os bendijo Emanuel a todos y no os indicó el lugar seguro dónde siempre ibais a encontrarle?

4. Mira, si le hubieras buscado allí, entonces ya le habrías encontrado hace mucho y Él ya te habría extendido su mano poderosa y servicial –– y a través de ti ya habría ayudado también a todos los demás... Pero tú que eres el primero de la especie de la humanidad, aún no le has buscado en el lugar correcto. Por eso, ¡haz ahora lo que desaprovechaste –– hazlo en todo amor y con toda fe, y pronto te convencerás de lo cerca que se encuentra Emanuel de todos vosotros, y con Él toda su Ayuda!».

5. Como Adán hizo caso al sublime Abedam, en seguida encontró lo que habría podido encontrar ya hace mucho tiempo.

6. Envuelto en lágrimas de arrepentimiento y de alegría, alzó su vista a Abedam y ya quería empezar a hablar y rogar. Pero Abedam le paró diciéndole: «¡Calla hasta mañana, se alegre y no tengas miedo, porque a nadie le será tocado un solo cabello! ¡Es precisamente por ello que me encuentro entre vosotros! A ver, si me comprendes. Amén».

7. Estas palabras de Abedam el Sublime hicieron que el corazón de Adán se tranquilizara del todo. Dando en su interior las gracias al recién reconocido, se puso a volver con Set al sitio donde habían estado antes.

8. Pero esta vuelta no les resultaba tan fácil, porque en esta ocasión la perseverancia, el valor y la fe de Adán fueron sometidos a una verdadera prueba de fuego, con lo que su amor y su fe tenían que resistir a una gran tentación:

9. Tras haber hecho los primeros tres pasos, de repente y con ímpetu, salieron del suelo unas columnas de fuego que le cortaron completamente el camino. Aunque se asustó profundamente, enseguida se acordó de las últimas palabras de Abedam que había dicho: “Es precisamente por ello que me encuentro entre vosotros”.

10. De modo que Adán dijo a las llamas: «¡En el nombre de Aquel que está entre nosotros, os digo que os apaguéis y no me cerréis el camino!».

11. Pero las llamaradas eran desobedientes y empezaron a llamear aún más vivamente. Adán se irritó por su desobediencia ante el nombre del Señor y pronunció con ímpetu las siguientes palabras:

12. «¡Oídme, aguas de toda la Tierra y de todos los cielos, ¡lanzaos sobre esta escoria que se opone al nombre del Señor, y ahogadla para siempre!».

13. Pero también las aguas quedaron indiferentes, pues, tampoco querían cumplir con la voluntad de Adán.

14. Dándose cuenta que no había manera de acabar con las llamas, Adán dijo a Set: «Procuremos otro camino, y las llamas pueden arder tanto tiempo como al Señor le parezca bien».

15. De modo que los dos se dirigieron hacia la derecha donde aún no había señales de fuego. Pero allí hubo por lo menos treinta serpientes enormes que les cortaron el camino, con lo que no pudieron dar un solo paso adelante.

También ante las serpientes Adán se sirvió de las mismas palabras enérgicas, pero tampoco allí surtieron efecto. Como se enfureció sobremanera contra estos reptiles, uno de ellos abrió sus fauces e hizo un movimiento hacia Adán que acusó claramente su mala intención, con lo que él de nuevo se asustó y dio un salto hacia atrás.

16. «Vaya, ¡también por aquí nuestro camino está cortado de una manera asquerosa!», le dijo a Set. «Pero aun así, ¡que de ninguna manera perdamos el valor, la confianza y la fe, y que en nuestro amor al Señor nos agarremos firmemente a su santa Palabra!

17. Procuremos, pues, pasar por el lado izquierdo, porque allí de momento aún no veo obstáculo alguno. ¡De modo que adelante, en el nombre del Señor, antes de que cualquier otro obstáculo nos cierre también este pasaje!».

18. Pero nada más dar algunos pocos pasos, dieron con una gran cantidad de monstruos amontonados que no había manera de pasar por allí.

19. Ante esta situación Adán se paró y dijo a Set: «¿Qué vamos a hacer ahora? No hay nada que hiciera caso a nuestra palabra, y abrir el camino a la fuerza es fuera de cuestión. Sin embargo, Abedam me había dicho con toda claridad que me vuelva a mi sitio de antes...

20. Oh antigua choza mía, ¡menudo refugio para toda clase de bichos te has vuelto en tan poco tiempo!

21. Set, ante el hecho de que por ninguna parte podemos abrirnos el camino, ¿qué te parece si volvemos al Abedam poderoso? De todos modos, esta luz milagrosa ilumina todavía toda la choza, y no creo que Él nos despachará».

22. «Cuando estuvimos con Él, no habríamos debido dejarnos despachar tan pronto sino habríamos debido quedarnos con Él. O si por lo menos le hubiéramos rogado que nos que nos acompañara, habríamos evitado todo este contratiempo... Por eso también a mí me parece que conviene volver a Él lo antes posible, porque demasiado fácilmente se nos podría cortar incluso el camino a Él; con lo que el segundo mal sería mucho peor que el primero...».

23. «Sí, querido Set, tienes toda la razón porque esto podría suceder fácilmente. ¡Volvamos, pues, ahora mismo!».

24. Dicho y hecho –– pero lo que Set había temido ya había sucedido, pues, los dos ya no podían hacer un solo paso ni hacia delante ni hacia atrás. Tampoco valía llamar a nadie porque el ruido de los elementos y el aullido de las bestias ya había aumentado tanto que ahogaba cualquier palabra pronunciada.

25. De modo que Adán y Set estaban ya completamente rodeados sea de fuego o de bestias de toda clase, y durante algunos momentos ya se consideraron como perdidos. Pero Adán aún se armó de valor y habló en su corazón:

26. «Oh Emanuel, oh Abba, oh Abedam, ¡míranos con piedad en nuestros apuros! ¡Ya no nos pongas en más tentaciones sino líbranos de todos los males que, con tu consentimiento, ya nos han visitado y que aún nos podrían visitar y confundir nuestros corazones!

27. Oh Jehová, Padre santo tan lleno de Amor, ¡atiéndeme y permíteme que después me vaya en paz, y que viva y muera de la manera que a Ti te parece bien! Amén».


Capítulo 160. La Ayuda de Dios y la preocupación del hombre

1. Acto seguido todas las llamas se apagaron y las bestias se retiraron. Con lo que Adán y Set estaban liberados de toda tentación de perder la fe en Dios; pues, tenían el camino libre por toda la choza.

2. A eso Adán dijo para sus adentros: «Ahora Eva ya no necesita mi protección de por sí totalmente ilusorio. Porque ¿cómo iba yo a proteger a alguien, si ni siquiera he podido ayudarme a mí mismo? Como mi choza mediante la gran Misericordia del Señor ha quedado limpia de todos estos horrores y el camino está libre en todas direcciones, ¡ahora mismo me iré allí de donde vino esta salvación santa!».

3. En seguida Adán y Set querían dirigirse a Abedam, pero este ya vino a su encuentro.

4. Y como los corazones de los dos rebosaron de gratitud, ninguno de ellos pudo pronunciar palabra alguna; de modo también ahí Abedam se les adelantó y les dijo:

5. «Una vez que en tu aflicción te acercaste al Señor y Él atendió tus ruegos, después ya no debes volverle la espalda sino debes quedar a su lado, siempre presentándole tu cara y ofreciéndole tu corazón; porque si Él te ayudó, ¿cómo no iba a proteger también a aquellos por los que tú te preocupaste vanamente?

6. Mira, ¡Eva y todos los demás siguen viviendo sanos y salvos! ¿Qué piensas que les ha servido tu preocupación vana por ellos? Si Yo no los hubiera protegido, ¿qué habría sido de ellos? ¿O habrías podido ayudarles tú si las bestias los hubieran despedazado o si hubieran sido pastos de las llamas?

7. Ve, por eso al hombre no conviene sino una sola preocupación: siempre ir buscando a Dios, al Padre santo –– y eso no solamente cuando se encuentra en aflicción, sino también en todos caminos marcados por el amor. Y aquel que en estos caminos le ha encontrado como el sumo Bien, que nunca ya le vuelva la espalda sino que se quede con Él. De lo contrario, ya a medio camino de vuelta se dará cuenta de su impotencia; y mediante experiencias amargas tendrá que reconocer que, sin Mí, no puede lograr nada.

8. Porque si alguien me llama del nombre mientras me esté dando la espalda, él no será atendido antes de que presente su cara y me ofrezca su corazón.

9. Os digo: Tal segunda vuelta siempre pasará por una “prueba de fuego” considerable, y sólo entonces se comprobará la formalidad de su corazón. Porque los elementos alrededor de él se rebelarán y todas palabras serán ahogadas –– menos la del corazón...

10. Por eso, ¡entiéndeme y nunca ya me vuelvas la espalda sino permite que siempre te acompañe y guíe en todos tus caminos! Amén».


Capítulo 161. La plática de gratitud de Set

1. Cuando los dos hubieron oído la plática de Abedam se les abrió el suelo de su corazón y surgieron llamas claras de amor que hicieron que también Set reconociera a Abedam. Profundamente conmovido, Set le dijo:

2. «Oh Padre santo, ¡acabo de despertarme de un letargo de más de ochocientos años, y sólo ahora veo con toda claridad lo que está haciendo tu infinito Amor paternal para fomentar la verdadera vida de tus criaturas! Todo esto lo estás haciendo para que se vuelvan completamente libres... para que puedas educar y elevarlas como tus verdaderos hijos... y para que como tales, oh Padre sumamente bondadoso, puedan merecerse una existencia completamente autónoma a tu lado...

3. Por sumo Amor destruyes mundos ante los ojos de tus criaturas para que reconozcan su propia nulidad y la gran Integridad de tu santo Amor.

4. De nuevo te ocultaste ante ellas para que te buscaran y en esta búsqueda sagrada se olvidaran del mundo y de sus atractivos pasajeros.

5. Si alguna vez se te acercó un impuro, con delicadez te negaste a él, pero le colocaste sobre un suelo fértil para que madurase tanto más pronto... para que pudiera regresar a Ti, cargado de buenos frutos. Y Tú aún le recompensaste por haberte permitido que le amaras profundamente y que le colmaras con incontables Dádivas del Amor.

6. Hace tiempos ya ves la gran tibieza de nuestro corazón. ¡Pero en vez de darnos el castigo merecido, Tú mismo nos visitas de manera visible y mediante palabras y Obras santas nos enseñas reconocerte, y de esta manera reconocer la Vida eterna en nuestro interior!

7. Por nuestra causa movilizaste al cielo, a la Tierra y a todos los elementos, visiblemente, de una manera increíble... mediante truenos atormentadores predicaste tu gran Amor y Misericordia a nuestros oídos sordos... y mediante los rayos más deslumbrantes despertaste nuestros ojos que se encontraban en el profundo sueño de la muerte, para que vieran las Obras de tu infinito Amor paternal... y más aún: ¡para que te vieran a Ti mismo, oh Padre santo!

8. Oh Padre, ¿quién podrá jamás amarte suficientemente para agradecértelo sólo por la más ínfima parte?

9. Oh Padre, ¡qué bueno eres! ¡Ay, corazón mío, extiéndete por encima de todos cielos visibles! Y tú, sagrada llama del verdadero Amor recién despertado, colma mi corazón del todo, para que pueda amar al Padre santo de todas mis fuerzas –– ¡e incluso mucho más de lo que mis fuerzas me permitirían!

10. Y Enoc, sólo ahora las palabras que muchas veces me dirigiste en el nombre del Padre relucen como las estrellas más claras; pues, ¡ahora es que empiezo a comprenderlas del todo!

Oh Padre santo, sólo ahora siento vivamente que cada airecillo que desde mi más tierna edad jugó con mis cabellos... que cada gota de rocío que humedeció mis pies... que cada sueño que estaba soñando, ¡siempre fueron Obras de tu infinito Amor!

11. Por todo ello, acepta mi más sincera gratitud a la que desde ahora soy capaz de demostrarte en todo el amor de mi corazón; y seguro que en adelante, tras tu Gracia, seré cada vez más capaz de hacerlo...

12. Oh, ¡si ahora me fuera permitido gritar y descubrirte en voz alta! Te digo que tanto como hace un rato los elementos desenfrenados ahogaban mi voz, ¡más aun quisiera yo ahora ahogar el ruido de los elementos con palabras en tu honor!

13. Perdóname, Padre, si tal vez ya he hablado demasiado. ¿Pero quién podría moderarse en el amor, una vez que te haya reconocido a Ti, oh Padre? ¿Quién podría alabarte o agradecerte en demasía?

14. ¡Nunca un corazón podría ensancharse demasiado para acoger la indecible grandeza de tu Misericordia, de tu Paciencia, de tu Longanimidad y de tu Amor paternal!

15. Oh Padre, santo Padre tan sumamente bueno, ¡por gratitud te entrego mi corazón, eternamente!, ¡acéptalo –– y acepta los corazones de todos nosotros!

¡Pero que siempre se cumpla tu Voluntad!».


Capítulo 162. El sublime Abedam entre sus hijos bienaventurados. El fin de la tormenta

1. Después de esta calurosa plática de agradecimiento de Set, el sublime Abedam se dirigió a él con las siguientes palabras llenas de Amor: «Set, hijo mío, ¡ven aquí a este pecho que ya te amaba antes de que cualquier Sol hubiera iluminado a cualquier Tierra!

2. ¡Ámame, ama de todo corazón al Padre que, llevado por su eterno Amor, tendió para ti el amplio cielo sobre la Tierra, el Sol, la Luna y todas las estrellas, para demostrarte de esta manera que Él es, era, y siempre será un Padre santo sumamente bueno para ti!

3. ¿Ves, mi querido Set, que apretado al Corazón del eterno Padre santo uno descansa con gusto?

4. Pero también tú, Adán, y los otros tres, venid y saboread el gusto del Amor del Padre santo...

¡El bien que ejerce el Amor del Padre a los hijos cansados!».

5. Todos los cinco se echaron a sus pies y exclamaron en un arrebato de amor: «¡Oh Padre santo, qué bueno eres!».

Y no pudieron pronunciar ni una sola palabra más.

6. Pero Abedam hizo que se levantaran y les dijo: «Mis queridos hijos, me buscasteis muchas veces y con muchas dificultades: me buscasteis más allá de las estrellas, mientras Yo me encontraba continuamente en vuestro medio donde no me encontrasteis ni me reconocisteis porque vuestros ojos y corazones siempre estaban dirigidos a lo lejos para buscar y amar a Aquel que siempre se encontraba tan cerca de vosotros –– ¡más cerca de lo que vosotros os encontráis de vosotros mismos!

7. Ahora que me habéis encontrado sois sumamente bienaventurados...

Pero salgamos ahora de la choza para ver quiénes todavía precisan de nuestra ayuda.

8. A ti, Set, ahora te doy el poder de calmar la tormenta que todavía está bramando; y pronto vamos a ver quiénes todavía van a reconocer al Padre tan cercano. Amén».

9. De modo que se pusieron a salir de la choza al aire libre donde la tempestad estaba todavía bramando con gran vehemencia, aunque evidentemente un poco menos fuerte que antes. Pasando por Eva, el sublime Abedam aún dijo a los cinco que la rodeaban:

10. «Quedaos donde estáis hasta que nosotros volvamos. Aquel que practica el amor al prójimo, también cosechará amor al prójimo... Quien cuida de la madre débil, aún en la Tierra su recompensa será amor... Aquel que posee el amor por ser una recompensa, él tiene en su mano una prenda de mucho valor, mediante la cual fácilmente podrá conseguir lo sumo Valioso.

11. Os digo que si el hombre supiera lo cercano que frecuentemente se encuentra de la suma bienaventuranza, él abandonaría todo para alcanzarla. Al otro lado también es una ventaja que no lo sepa, porque si lo supiera, finalmente se volvería perezoso, olvidándose de cultivar su propio suelo.

12. Por eso, ¡quedaos aquí y labrad vuestro suelo! Porque no hace falta que esto sea cuestión de mucho tiempo sino puede ser el resultado de un solo momento... Si dentro de este momento la semilla cae en la tierra, en seguida germinará; y el germen que saldrá rápidamente extenderá sus nuevas ramas en la Luz del día.

13. Yo soy un Labrador experimentado y conozco perfectamente la temporada de la siembra. Por eso, ¡haced que esta semilla germine pronto, fomentándola con el calor de vuestro corazón! Y os digo que sus ramas rápidamente crecidas producirán un Fruto fuera de serie.

14. De modo que quedaos aquí y tened mis palabras en consideración».

15. Terminada esta plática, los seis salieron de la choza. Pero los cinco que se habían quedado con Eva se preguntaron entre ellos: «¿Quién es este forastero?, ¿de dónde viene?

16. ¿No es aquel que por la tarde volvió con Abedam para quedarse con nosotros?

17. Según su aspecto parece ser un hombre completamente normal; pero si lo es, ¿de dónde le habrá llegado semejante sabiduría? Pues, nunca le hemos visto antes.

18. Su discurso fue uno de los más distinguidos que hasta ahora hemos oído.

Nos dijo que es un sembrador bien experimentado y que acaba de sembrar una semilla en nosotros... una semilla que pronto brotará y ––si lo interpretamos bien–– ya el día siguiente sus ramas darán frutos poco comunes, completamente maduros... ¿Qué clase de frutos podrán ser?

19. ¡Eso comprenda quien pueda! Por lo menos nosotros no podemos captar el sentido de estas palabras, a pesar de que todos hemos visto al Emanuel Abba y fuimos testigos de sus obras milagrosas... y a pesar de que Él nos despertó y nos bendijo...

20. ¡Cosa más extraña que nosotros como bendecidos no podamos comprenderlo! En fin, ¿qué podemos hacer?».

21. Por último, Enós se dio cuenta de la luz en la choza y lo indicó a los demás.

22. «¡Es verdad!», dijo Cainán a los demás. «¡Cosa más extraña que hay tanta luz en la choza sin que se pueda ver su origen!

23. ¿Cómo es esto posible? ¡Esto no lo comprendemos!».

24. Pero Eva se levantó y dijo a los cinco: «Hijos, ¿cómo es posible que discutáis sobre cosas de las que nadie de vosotros comprende nada?

25. La tormenta ya se ha parado y de nuevo hay un silencio sobre las campiñas. De las hojas de los árboles estarán cayendo las últimas gotas del gran miedo que pasaron, y un rocío refrescante estará calmando las heridas que los rayos seguramente les habrán producido en los troncos sanos.

Seguro que los niños ya estarán conciliando el sueño, y todos aquellos a los que esta larga hora de horrores tal vez ya ha llevado a la desesperación, ahora de corazón contrito y llorando a lágrima viva, estarán dando gracias a Dios por la salvación.

26. ¿Cómo es posible que os rompáis la cabeza por un rizo de lana encontrado, mientras que a la oveja viva no la tenéis en consideración?

27. El sembrador muy experimentado ha depositado una semilla maravillosa en vuestro interior; pero si vosotros mismos la pisoteáis, ¡pocas ramas verán la Luz del día!

28. Pero también todos vosotros sabéis que la semilla tiene que reposar un poco en la tierra para que pueda salir bien y pueda producir un fruto bendecido. ¿Por qué, entonces, pisoteáis la semilla con la lucidez deficiente de vuestro intelecto?

29. La tormenta ha terminado –– no sólo para los que están afuera sino también para vosotros. Pues sí, todos estamos a salvo. Por eso, en vez de que os rompáis la cabeza, vale más que en vuestro corazón os preguntéis Quién nos ha salvado y que le agradezcáis su gran Misericordia... ¡Y en seguida habrá Luz en vosotros!

30. ¡No os preguntéis Quién es este Forastero, dado que ninguno de vosotros le conoce, sino contemplad tanto más su Palabra maravillosa en vuestro corazón para que pronto germine! Si luego en el día veis el Fruto, os resultará más fácil el reconocer al Sembrador maravilloso que si con la oscuridad en que se encuentra vuestra cabeza ya queréis ver la Luz del día... ¿O os imagináis, acaso, que ya la veis?

31. No es costumbre que la mujer enseñe; pero a mí, como madre, me corresponde el derecho de reprender a mis hijos insensatos cuando veo insensateces en ellos. A ver, si me entendéis bien...

Por eso introvertíos en vuestro corazón, allí buscad Luz para vuestra oscuridad –– ¡y luego callaos! Amén».

32. Todos los cinco tomaron las palabras de Eva muy a pecho y en seguida le hicieron caso.

33. ¿Lo que mientras tanto los seis allí afuera estaban haciendo, y lo que experimentaron al salir de la choza?

34. Miles de rayos se estaban todavía cruzando entre las nubes encendidas... cientos de montañas estaban todavía en actividad volcánica... Pero el mar ya se había casi retirado... Todavía había algunos bosques encendidos cuyos habitantes salvajes ya se estaban retirando, pero todavía se podía oír su aullido que resonaba macabramente de las profundidades...

35. De modo que esta fue la situación afuera de la choza.

Todavía había miles y miles de los hijos que se habían juntado alrededor de la choza de Adán que estaban alabando a Dios por la salvación. Y las madres que todavía estaban temblando se dedicaron a distraer a sus niños, de los cuales la mayoría ya estaba durmiendo.

36. Y los seis dieron vueltas por allí visitando todo y consolando los corazones de los padres afligidos.


Capítulo 163. El poder milagroso de Set para la tormenta.

El presentimiento de Kaeam y su amor al sublime Abedam

1. Después de que los seis hubieron calmado los corazones de muchos de los afligidos, el sublime Abedam dijo a Set:

2. «Querido Set, el plazo de la tentación ha finalizado. Para la consolidación de las condiciones de la Tierra esta tormenta encendida tenía que continuar hasta ahora mismo, de modo que ahora mediante el poder que te otorgué puedes mandarla que se pare y calle del todo; y que también haga un cielo sereno. Que solamente los volcanes en el alrededor continúen con su actividad que no es dañina. Amén».

3. Acto seguido Set se echó a los pies de Abedam, le alabó y le dio las gracias. Después volvió a levantarse y, con el corazón profundamente conmovido y extendiendo los brazos, dijo:

4. «Oh Padre santo, Señor y Creador de todas las cosas... Tal como fue desde la eternidad y como eternamente será, ¡también ahora se cumpla tu santa Voluntad! –– ¡De modo que también aquí, en tu nombre, se cumpla todo como siempre! Amén».

5. Nada más terminar Set sus palabras, y ya no hubo nube alguno en el cielo, sólo por el horizonte se podía todavía vagamente apreciar las columnas de humo encima de los volcanes. El cielo parecía como recién creado, adornado con agrupaciones de estrellas preciosas. Y todo que tenía vida y respiraba, con el orden restablecido se encontraba a gusto.

6. Cuando todo esto ya estaba arreglado... cuando del cielo cayó un rocío refrescante que curaba cada herida de la naturaleza y cuando unas brisas ligeras levantaron las hierbas aplastadas, Abedam dijo a los compañeros:

7. «La calma está restablecida y la Tierra a recuperado la paz. Vamos a señalar al pueblo que todos vuelvan a sus hogares para descansar, y nosotros mismos también volveremos a nuestra choza para elevar a aquellos que allí nos están esperando».

8. Acto seguido se dirigieron a todos los hijos que se habían acampado en la cercanía de la choza de Adán y les señalaron que ya había llegado el momento en que podían volver a sus chozas sin temer nada porque todas las bestias ya se habían retirado a los bosques en las profundidades. Además, iban a encontrar tanta luz en sus chozas que a cada uno le resultaría fácil el convencerse que todos estaban a salvo, y que el gran Padre nunca está tan lejos de sus hijos como ellos, en su ceguera, frecuentemente se imaginan insensatamente.

9. Y una vez que se hubieran convencido de la calma restablecida, dieran las gracias debidas a Dios y que luego se fuesen a descansar despreocupadamente.

10. Nada más haber comunicado todo esto, todo el pueblo se levantó para volver de toda prisa a sus chozas.

Pero algunos de los patriarcas se dirigieron a los seis y, con el corazón contrito, se echaron a sus pies, dando gracias a los padres y mediante ellos a Dios.

11. Y cuando después se hubieron levantado, uno de ellos que era el décimo hijo de Set, cobró valor y le preguntó: «Padre, ¿cómo es posible que todos los elementos tuvieron que obedecerte nada más pronunciar tus palabras? ¡Nunca me he fijado de que tengas semejante poder!

12. De veras, ¡ahí debe haber más que sólo tú! ¡Oh dímelo, para que también nosotros nos podamos dar cuenta cómo esto es posible para un hombre!».

13. «Mi querido hijo Kaeam, consta que eres consciente de lo que un hombre puede realizar y lo que no. A pesar de todo, a un hombre llevado por Dios muchas cosas son posibles, pero esto, de momento, no lo puedes percibir. Por eso, ¡alegraos del día de mañana, porque se os manifestará una gran Luz –– una Luz que iluminará claramente todos rincones de vuestro corazón! Y en esta Luz veréis con toda claridad cómo tales acontecimientos, sí, son posibles.

14. Por hoy, con el corazón tranquilo y agradecido, volved a vuestras chozas purificadas y bien iluminadas; y para el bien de vuestra naturaleza id a descansaros en el nombre del Señor».

15. El sublime Abedam pronunció un amén y añadió: «En cuanto piséis los umbrales de vuestras chozas y las encontréis bien iluminadas y bien limpiadas de todas contrariedades, entonces volveos conscientes de la gran diferencia entre lo que es posible a Dios y lo que es posible al hombre.

16. Luego comparad vuestro corazón con la choza –– cómo esta estaba hasta hace poco y cómo está ahora, ¡y se os caerá una gran venda de los ojos! Y pronto os quedará claro Quién ha participado para que se termine esta tormenta. Amén».

17. Kaeam agradeció esta sublime enseñanza y dijo: «Oh tú, cuyas palabras me llenaron todo mi ser como si fueran un hálito sublime, ¿me permites que, después de haber acompañado a los míos a la choza, en seguida vuelva aquí para pasar esta noche a tu lado en tu cercanía tan sumamente edificante, aunque fuera afuera de la choza de Adán?».

18. «Kaeam, ¡haz lo que tu corazón te pide! Pero si tienes una fe profunda y en tu interior estás consciente de que aquí hay más de lo que cabe en tu choza, entonces olvídate de todas preocupaciones y síguenos directamente a la choza de Adán, pues, hay sitio suficiente en ella».

19. «¡Oh Sublime!», respondió Kaeam a estas palabras de Abedam, «¡que dulce es tu Palabra! Oyéndola, ¿quién podría resistirse a ella?

20. Ve, ¡todas mis preocupaciones se han disipado de un momento al otro! Te digo que aunque tuviera cien chozas, mil hijos y cien mujeres, ¡a todos ellos los abandonaría por amor a vosotros –– sobre todo por amor a Ti, maravilloso Instructor...

21. Porque yo creo que Aquel al que obedecen todos los elementos y que cuida de todo el mundo, su santa preocupación tampoco se olvidará de mi modesta choza, ¡de modo que si así lo quieres, te seguiré despreocupadamente hasta al fin del mundo!».


Capítulo 164. El consuelo de Kaeam

1. Por el ruido que hicieron todos que se estaban preparando para volver a sus hogares, los cuatro no habían comprendido mucho de esta conversación, con lo que no les quedaba claro lo que Kaeam estaba intentando. Por eso se acercaron a él para preguntárselo.

2. «Como me preguntáis lo que intento hacer», les respondió Kaeam, «os digo que voy a quedarme con Aquel que nos ha salvado... Si queréis, vosotros podéis hacer lo mismo».

3. Pero los cuatro insistieron preguntándole qué pasará con su mujer, sus hijos y con otras cosas. A eso Kaeam les respondió:

4. «Con el hecho que me quedo, todo ya está hecho.

Aquel que no permitió que hoy se derrumbase la Tierra

y se rompiesen los lazos de los cielos,

seguro que también cuidará de mi modesta choza.

5. No estéis tan preocupados, pues, la Tierra no se desplomó...

Más vale que paso por paso sigáis a un Santo

que se encuentra en nuestro medio

en vez de ir a la choza y descansar.

6. ¡Mi choza poco me serviría si no hubiera al Uno que la protege!

Lo que hace El que nos ama increíblemente, es ignorado.

Si por un impulso algo mejor le sigo,

¡seguid también vosotros al Amor!».

7. Pero los otros no comprendieron lo que Kaeam les quiso descubrir, y de nuevo le preguntaron el que quería decirles con estas palabras. Pero él les respondió:

8. «Aquel cuyo corazón no se inflama al ver al Padre

difícilmente reconocerá Quién le ha insuflado la Vida.

Por eso podéis volver a vuestros hogares, despreocupados,

para descansar en vuestras chozas

en vez de aplicaros a averiguar nuestro medio. Amén».

9. Entonces Abedam el Sublime se dirigió a los cuatro y les dijo: «¿Quién se sujeta a lo que no ve y entiende lo que no oye?

10. Si un ciego o uno que mantiene los ojos cerrados no ve durante el día, ¿qué le pasará durante la noche? Y el oído que es sordo para el trueno, ¿cómo va a percibir el susurro delicado del Amor?

11. Os digo que aquel que no se entera de la salida del Sol tiene un defecto grave en su visión. Y aquel al que no le despierta el trueno, seguro que está durmiendo profundamente.

12. Por eso, también vosotros, volved tranquila y alegremente a vuestras chozas para que allí os descanséis lo más posible, ¡sólo que no olvidéis despertaros mañana a buena hora! Amén».

13. Cuando los cuatro hubieron oído las palabras de Abedam, les entró un gran temor, y uno de ellos preguntó: «Pero ¿quién eres tú para que nuestro corazón temblara tanto a la voz de tus palabras? ¿Y qué tenemos que ver contigo?».

14. «¿Quién Yo soy? –– Yo soy Él quien soy; y aún teníais que ver poco conmigo.

15. Si Yo desde el principio hubiera tenido que ver tan poco con vosotros que vosotros conmigo, ¡poco pan habríais consumido!

16. ¡Comprendedlo e idos a descansar! Amen».

17. Como de esta manera Abedam los había despachado sin más ni más, todavía se dirigieron a Set para preguntarle por quién tenían que tomar al forastero, porque sus palabras sonaban tan extrañas y les surtieron un efecto en el pecho hasta ahora totalmente desconocido.

18. Pero Set les respondió: «¿Es que no habéis oído que el Forastero os dijo: “Si un ciego o uno que mantiene los ojos cerrados no ve durante el día, ¿qué le pasará durante la noche?”.

19. ¡El ojo interior de vuestro corazón está todavía totalmente ciego, con lo que no os enteráis del Sol tan claro en el horizonte de toda Vida! Por eso, ¡idos a vuestros hogares, para que descansando curéis vuestra insensatez –– y mañana volved a nosotros, pero con el espíritu sobrio!».

20. Como los cuatro vieron que con sus preguntas no adelantaban nada, dieron las gracias a los padres y se pusieron en camino a sus chozas que se encontraron en dirección del mediodía en media hora de distancia.

21. En el camino los unos preguntaron a los otros por quién tomaban al forastero que se encontraba entre los patriarcas.

22. Después de un rato de silencio, uno que se llamaba Kuramech tomó la palabra:

«¿Podéis oírlo?, ¿lo queréis oír?

Somos insensatos, más que insensatos...

Somos como no debemos ser.

Pensamos sin pensamientos, miramos sin luz,

preguntamos sin boca y sin tener motivo...

23. Encontré una vez un árbol hueco y me metí en su gran cavidad. Su interior estaba desierto. Sólo vi moho maloliente; pero la vida del árbol no la encontré, a pesar de que desde fuera parecía bien vivo. Estaba el árbol lleno de hojas. No sé si tuvo frutos o no, porque para apreciarlo el árbol era demasiado alto...

24. Vi una vez como un enorme pájaro estaba planeando por los aires. Fue una águila que estaba imitando el gorjeo de pequeños pájaros. Estos se levantaron al aire pensando que se trataba de sus semejantes, ¡pero cómo se espantaron y rehuyeron al ver que se trataba del poderoso águila! El canto parecía a aquel de los pequeños pájaros, pero sonaba más poderoso y llegó más lejos, y cuando llegó a mis oídos se me estaba helando la sangre...

25. Una vez por la noche percibí algo como el zumbido poderoso de los vientos, pero como las hojas de los árboles no se movían me dije: ¿“Qué puede ser aquello que zumba –– un zumbido dentro de toda inmovilidad?”.

26. Pero luego hubo silencio, nada de viento,

¡cosas más extrañas!

27. Y una vez vi desde una montaña escarpada que desde el mar se levantaron unos nubarrones pesados que estaban subiendo por la alta pared. Yo quería ver lo que había dentro de ellos, pero pronto empecé a espantarme.

Porque cuanto más cerca subieron rodando,

tanta más oscuridad hubo en las profundidades.

Por eso, como sabéis, me huí de la pared

tan rápido como posible

directamente hacia mi choza

donde encontré el sosiego acostumbrado.

28. Si habrá algo más, ¡el tiempo levantará las nieblas!

De modo que no nos rompamos la cabeza con eso

¡no demos con nidos de avispas fastidiosas!

Las montañas escarpadas son –– y nosotros insensatos...

¿Qué puede decir el uno al otro

ante la insensatez de preguntas necias?

A lo sumo puede lamentar su desgracia

y los necios lo tienen que aguantar.

Por eso ahora callaré y callado a mi choza me iré,

en la alegría silenciosa de la esperanza

entregarme al descanso...

29. Podéis continuar cavilando hasta que la mañana os diga:

“¡Mis rayos os manifiestan que todavía llenos de pecados sois!

¿Por que no os sosegasteis?

Pues, ¡derrochasteis el tiempo inútilmente!”.

¡Ahora a ver, si vuestros ojos valdrán para el Sol!

30. Haced lo que os parezca bien,

mi lengua no os criticará.

¡El día de mañana ya manifestará

lo que podíais sacar de la noche!

31. No vais a crear Soles aunque hayáis escudriñado la noche.

El día de mañana ya manifestará

lo que podíais sacar de la noche... Amén».

32. Después de estas palabras Kuramech dejó a los tres donde estaban y, de toda prisa, se fue a su choza para ir a descansar. Los tres, mientras tanto, se sentaron en el suelo y continuaron haciéndose más preguntas para evitar el sueño.

33. Cuando Kuramech entró en su choza y encontró a su mujer y sus hijos llenos de admiración por tanta luz que en ella había, se acordó de las palabras del Forastero y empezó a adentrarse; y le quedó más y más claro que no se trataba de un hombre forastero sino del Uno que en todas partes está en casa...

34. Con lo que empezó a alabarle hasta cuando le sobrevino el sueño.


Capítulo 165. Abedam el Sublime y los cinco buscadores de Luz.

No la investigación, sino en amor lleva a la Vida

1. Al mismo tiempo los seis más Kaeam volvieron a la choza de Adán donde encontraron a los otros cinco llenos de expectación al lado de la madre Eva.

2. En seguida Abedam dijo a los cinco: «A ver, ¡decidme lo que habéis encontrado mientras nosotros estabamos afuera! ¿Cómo os ha formado mi Palabra? ¿Os ha renovado o os ha echado hacia atrás? ¡Decídmelo de todo corazón!».

3. Enós fue el primero que se explicó: «En mi interior vi una Luz muy poderosa. Quería saber de dónde vino, pero a eso la Luz se apagó y ya no vi mis entrañas.

4. En seguida pregunté a mi corazón dónde se ocultaba la Luz, pero el corazón se quedó callado. Se lo pregunté una segunda y una tercera vez, pero se ha callado hasta ahora.

5. Ves, esto es todo que he encontrado: la condición callada de mi corazón y su Luz apagada».

6. En seguida Abedam le respondió: «Si en vez de indagar mucho hubieras amado a Aquel que te ama ya desde eternidades, seguro que tu corazón no se habría callado, sino que tendrías Luz y Palabra en él. Pero tú no querías sino saber... Y ve, ¡precisamente el saber es para la Vida aquello que la vaharina de la putrefacción es para la Luz! Con esta vaharina sofocas la Vida, y junto con ella también su Luz en el corazón; en consecuencia, hubo oscuridad en tu interior y tu corazón se quedó mudo.

7. ¡Esto aún pasará a muchos en la Tierra! Todo aquel que haya llegado a lo mismo como tú, a él le resultará muy difícil el recuperar la Vida y su Luz...

8. De modo que si quieres vivir, ¡deja de indagar sino llena tu corazón con amor! De esta manera, al recuperar la Vida, también recibirás la Luz en medida justa.

9. Si todos los hombres juntaran su saber, ¿acaso reconocerían a Dios por un solo pelo mejor?

10. ¿Qué diferencia hay entre uno que estudia las leyes y uno que cumple con ellas?

11. ¿No es así que el que estudia las leyes se ahoga por su enorme diversidad, mientras que aquel que actúa conforme a las leyes se vuelve vivo por ellas?

12. Me vas a decir: “¡Pero para poder actuar conforme a la ley, antes se tendrá que incluirla en su saber!”.

13. Hasta cierto punto tienes razón; pero para llevarte a la verdadera Luz voy a presentarte una parábola que luego puedes aplicar a ti mismo:

14. Suponemos que tienes dos sirvientes: el uno, si para un trabajo le das ciertas explicaciones, se rompe la cabeza indagando científicamente en tu mandamiento y todo el día no hace sino estudiarlo para ser seguro que lo ha comprendido bien en todos los detalles y si no le ha escapado algo de escondido.

15. Pero el otro sirviente no reflexiona mucho, sino por amor a ti en seguida se pone a la obra para cumplir con tu voluntad.

16. Dime, ¿con cuál de los dos te quedarás y le introducirás en muchos de tus secretos y deseos de tu corazón?

17. ¡Seguro que no será aquel que sólo indaga en tu voluntad sino el otro que siempre cumple con ella!

18. ¿Acaso te imaginas que en el caso de Dios podría diferente? ¡Que no lo creas!, porque Él no mira a uno que solamente cavila, sino siempre considera únicamente a un espíritu que actúa en el amor.

19. Tú, ¡haz lo mismo, y vivirás! Y dentro de un solo minuto sabrás más del gran Señor y Padre que con todo tu afán de saber dentro de miles de años.

20. ¡Esto, asimílalo en tu corazón y actúa conforme a ello! Amén».

21. Luego Abedam se dirigió a Cainán: «También tú, ¡muéstrame tu corazón! ¿Qué es lo que encontraste?».

22. Y Cainán le respondió: «En realidad, ¡no tuve más suerte que el padre Enós! También ante mis ojos pasaron volando cosas que se parecían a rayos deslumbrantes, pero no les podía seguir, porque demasiado rápidamente se hundieron detrás del horizonte lejano; y en seguida una oscuridad densa cubrió al globo terráqueo. De esta manera, con gran temor, tenía que apercibirme de lo deficientes que son las fuerzas humanas y lo horriblemente despacio que son para seguir tan sólo a una luz que pasa volando.

23. Pero eso de preguntar a mi corazón sería como preguntar una piedra... ¿Quién podría saber lo que en él pudiera estar escondido? ¡A mí no me dio respuesta alguna!

24. También yo estaba presente cuando Emanuel Abba nos bendijo... pero debe ser que su Bendición pasó de largo de mí, como aquella Luz en mi visión que apenas había tocado mis ojos...».

25. Y Abedam le respondió: «Vendrá el día en que lo mismo que te está pasando a ti aún pasará a muchos –– y eso durante mucho tiempo, porque también ellos en su sabiduría mundana sufrirán la muerte. Sus corazones se volverán piedras. La consecuencia será la codicia que acarreará la envidia, la avaricia y el crimen. Y al roñoso, a causa de su mezquindad siempre llevada por el egoísmo, se le llamará un hombre muy virtuoso. Entonces habrá una gran pobreza y la muerte hará una gran cosecha.

26. ¡Pero si quieres vivir, haz lo mismo que aconsejé a Enós! Amén».

27. Después Abedam se dirigió a Malaleel: «Y tú, ¿qué has encontrado en tu interior? ¡Dímelo!».

28. «De veras, yo tuve aún menos suerte que mis padres... Ellos por lo menos aún habían visto algo de una Luz, ¡mientras que yo por todas partes no vi sino noche y más noche!

29. A mí mismo me encontré desierto del todo; y donde sea que me tanteaba, todo sonó hueco y vacío. Y cuando alcé la vista hacia el cielo, me fijé que este era de mineral, con lo que no dejaba pasar el menor rayo de esperanza para una Vida algo lucida.

30. La gran pobreza de mi corazón me hizo llorar; pero incluso mis lágrimas se perdieron en la arena ardiente de mi desierto. De modo que ya no puedo llorar, con lo que ahora me parezco a una auténtica piedra...

31. Ves, eso es lo que encontré y todavía estoy experimentando, aunque ahora en tu presencia siento cierto alivio...».

32. «Lo mismo que ahora te pasa a ti, en los tiempos finales pasará a muchos.

33. Pero tú eres afortunado porque reconoces la gran pobreza en tu interior; y tal reconocimiento ya es una gran Luz. Pero aquellos no estarán conscientes de que andan un camino hacia la muerte porque, parecido al tronco de un árbol muerto, serán roídos por su gusano interior, con lo que de ellos no quedará más que un polvo eternamente dispersado.

34. Sacarán minerales de las montañas en tantas cantidades que con ellos van a construir caminos metálicos, pero entre los que andarán sobre estos caminos sólidos y rectos habrá muy pocos que son como tú ahora. Y si aún hubiere algún vivo entre los muchos miles de muertos, le costará mucho el persistir entre ellos –– en el poco tiempo que les quedará...

35. Aquellos que serán como tú ahora, van a reconocer a los vivos sólo en la medida en que tú ahora me reconoces a Mí. Pero entonces muchas palabras de la Vida no surtirán tanto efecto como ahora una sola Palabra surte en ti.

36. De los primeros tres que hablasteis, dentro de tu falta de Luz eres aún el más afortunado porque pronto te llegará una buena nueva.

37. Pero también tú, actúa como se lo he aconsejado a Enós, ¡y vivirás y tendrás Luz en plenitud! Amén».


Capítulo 166. Las características del verdadero amor a Dios

1. Después Abedam preguntó a Jared: «Jared, ¿quieres también tú ––como los padres–– comunicarme lo que encontraste en tu interior mientras nosotros estabamos ausentes?».

2. «Mira, yo sabía que había poca cosa o nada para encontrar. Por eso tampoco busqué, sino antes como después del miedo que pasamos por la tormenta me entregué a sueños... Por ejemplo estaba soñando con el estado sumamente placentero si Asmahael hubiera quedado con nosotros y si hubiera habitado en mi choza. Oh, ¡qué bienaventurado me habría sentido!

3. Y también soñé: Si Él después ––como Emanuel Abba–– se hubiera quedado con nosotros tan sólo hasta el fin de la tormenta, ¡la habríamos recibido con gran júbilo!

4. Después soñé: ¿Qué, si Emanuel Abba nos hubiera mandado esta tormenta para poner a prueba nuestro amor y nuestra confianza en Él –– y esto por nuestra causa? Luego soné: ¿Quién sabe si en esta tormenta Emanuel se encuentra entre nosotros o, tal vez, Él mismo está en la tormenta?

5. De esta manera tuve sueño tras sueño... No se me quería encender Luz alguna, sin embargo, sentía un alivio en mi corazón.

6. Porque me pensaba: Si tan sólo puedo soñar con Aquel al que mi corazón ha agarrado con un amor ardiente ––como un joven pretendiente sueña con su novia recientemente elegida––, ¡entonces esto ya es una Gracia que no merezco siquiera!

7. Ves, de esta manera me creé una bienaventuranza tras otra, pues, soñando entré de un estado sumamente feliz en otro... ¡He aquí todo lo que he encontrado! ¿Qué más habría debido buscar y encontrar si no aquello que me dio el amado de mi amor? Te digo que no deseo siquiera buscar ni encontrar otra cosa...

Además, estoy profundamente convencido de que el día en que conforme a la Enseñanza de Emanuel tenga que dejar esta Tierra detrás, con estos hallazgos que siempre me proporcionaban una gran bienaventuranza, no se negará en recibirme...

8. ¡De modo que siempre me complaceré de mi Dios, mi Emanuel, de mi Abba tan lleno de Amor!

9. Ves, querido “forastero”, ¡este es mi hallazgo imperecedero!».

10. Ante esta confesión Abedam se cubrió los ojos con la mano ocultando una lágrima ante Jared. Tras un corto silencio quitó la mano y, finalmente, le dijo:

11. «Jared, ¡levántate y ven a Mí, porque en adelante ya no habrás de soñar con Emanuel al que amas tanto y siempre le amaste –– motivo por el cual Asmahael decidió tomar morada en tu choza, haciendo que los padres lo organizaran así! Pues sí, ¡ya no tendrás que soñar con Él sino siempre le tendrás vivamente debajo del techo de tu hogar!

12. ¡Ven aquí, Jared, y no vaciles! Porque ve: ¡Tu Emanuel, tu Abba te está extendiendo sus brazos!

13. Mira, Yo quiero erigir un Cielo que será el supremo de todos los Cielos; pero en él no entrará nadie a no ser que viniere con el mismo hallazgo como tú –– un hallazgo con el que dentro del silencio interior siempre viniste a mi encuentro, igual que ahora...

14. Oh Jared Mío, Enoc, Matusalén y Lamec, que todos vivís debajo el mismo techo: el Amor os mantiene unidos, y por eso también Yo estoy unido con vosotros... así me quedaré con vosotros y también con todos vuestros descendientes...

En esto, Jared, hasta el fin de los tiempos, se reconocerá a los descendientes de tu linaje, porque siempre vendré a ellos.

15. Sabed todos que las características del verdadero amor son las siguientes: El amor es tolerante –– con toda calma, y no busca sino el “objeto” al que ama el corazón... Una vez que el corazón lo haya encontrado, entonces será sumamente feliz. Aunque el amado no esté visible para los ojos, tanto más lo será en el interior para el corazón...

16. El amado reconoce la añoranza tolerante del amante que, por suma humildad, casi no se atreve a alzarle la vista... En verdad, el amor del amante equivale al Amor de Aquel al que ama –– de Aquel que ya le amaba antes de su existencia...

17. Aquel que actúa conforme a lo que Yo aconsejaba a Enós, él vivirá; pero mi morada la estableceré exclusivamente en los hogares de Jared... Amén».

18. Finalmente, Abedam se dirigió aún a Matusalén y le dijo: «Matusalén, ahora ya sabes Quien está hablando contigo; pero aun así no vaciles en descubrirme tu hallazgo –– si esto te parece bien».

19. Y Matusalén, penetrado de un respeto profundo, al fin dijo en voz trémula: «Oh Señor y Padre, Tú que puedes mirar en nuestros corazones y examinar nuestras entrañas, ¿cómo es que me preguntes algo, dado que no soy sino una nada ante Ti?

20. Mira: yo no me conozco, ¡pero Tú me conoces a fondo! Si yo, que soy un ignorante, ahora me pusiera a hablar ante Ti, demasiado fácilmente me podría escapar una imprudencia.

21. Entonces, ¿cómo me quedaría ante Ti, oh Padre santo? Por eso júzgame tal como me encontraste, ¡pero sigue teniendo Misericordia y Piedad de mí!».

22. «Matusalén, lo que pronunciaste, también lo hallaste; pues, tu hallazgo se encuentra delante de ti. Te digo que también tú habitarás en la choza de Jared, debajo el mismo techo que Yo.

23. ¡Que todos busquen así!... debajo del techo... y hallarán igual que tú...

24. Como también me llamaste un juez, haré que vivirás más tiempo en esta Tierra que nadie. Pues sí, soy un juez para todas las criaturas... ¡Pero que los hijos no llamen al Padre un juez!

En adelante todos los que llamen al Padre de juez serán juzgados. En este sentido tu larga vida terrenal sea un don por parte del juez, para que tengas tiempo suficiente para volver a reconocer al juez como Padre. Amén.

25. Ahora, hijos, falta poco para la medianoche. Como vuestro cuerpo físico precisa del descanso, vamos a acostarnos.

26. Tú, mi querido Jared, puedes elegir si quieres quedarte aquí conmigo, o si los dos vamos a tu choza y me quedo allí contigo».

27. «Oh querido Padre, ¡que ahora y siempre se cumpla tu santa Voluntad!

28. A tu lado siempre estaré bien, sea donde fuere, porque mi choza se encuentra allí donde Tú estás. Sólo no quiero que por mí alguien salga perdiendo. –– ¡Pero que se haga tu santa Voluntad!».

29. «Hablaste bien. De modo que te quedas conmigo. Amén».

30. Acto seguido todos se acostaron con el corazón lleno de amor y de gratitud.


Capítulo 167. La verdadera oración. La Divinidad que juzga y el Padre lleno de Amor en el Señor

1. De modo que todos descansaron hasta una hora antes de la salida del Sol –– menos el Uno que no descansó por ser Él mismo el sumo sosiego y, a la vez, la máxima actividad.

2. El Uno ––aquí llamado Abedam el Sublime–– fue el primero que estaba de pie y despertó a todos los hijos, es decir, en lo que se refiere al cuerpo físico. Con una sola llamada: “¡Despertad y levantaos!”, todos se despertaron y levantaron a la vez. En seguida salieron de la choza y se lavaron los pies y las manos, luego los órganos genitales, después el pecho y finalmente la cara, porque así fue la costumbre diaria desde siempre.

3. Cuando todos se hubieron lavado ––menos Eva, porque las mujeres se lavaban después de los hombres, y eso en otra fuente–– entonces se sirvieron de aceite para ungir la cabeza. Después entonaron un cántico de alabanza dirigido al Abedam el Sublime presente:

4. «Oh Padre santo tan lleno de Amor, te damos las gracias, te amamos y te alabamos. Eres sumamente bueno; para Ti sea toda honra, toda alabanza, toda gratitud, todo amor y toda adoración.

5. A nosotros que somos tus hijos, a pesar de que todos somos pecadores, no nos prives de tu Misericordia, tu santo Amor y tu santa Gracia. Bendice y guíanos, aguce nuestros sentidos y ablandece nuestros corazones duros, para que se vuelvan blandos como la miel y la cera; y ensancha nuestros pechos estrechos para que puedan acoger cada vez más del verdadero Amor procedente de Ti, oh Padre santo.

6. Danos tu Bendición para que hoy podamos celebrar el santo sábado de una manera que sea de tu agrado. Y si aún descubres muchos defectos en nosotros ––a no ser que ya los hayas descubierto hace eternidades–– entonces castíganos dentro de tu Amor, tu Misericordia y tu Gracia, para que podamos llamarte más dignamente Padre, amarte con un corazón más puro y alabarte con una lengua más pura.

7. Sé siempre el mismo Padre santo para nosotros, bueno y lleno de Amor, como lo fuiste desde eternidades; pero no solamente para nosotros los que estamos aquí presentes, sino también para todos nuestros hijos y descendientes. ¡Que se cumpla tu santa Voluntad!».

8. Y el sublime Abedam añadió: «También Yo digo amén; un amén conforme al amor en vuestros corazones y vuestra actividad correspondiente. Porque en ninguna parte digo amén a no ser dentro del verdadero Amor...

9. Pero no recéis a Dios que es santo, santo, santo, sino rezad únicamente entregándoos al Amor del Padre; porque para Dios todos los hombres son un tropiezo, mientras que únicamente para el Padre son hijos...

10. La Santidad de Dios es intocable, mientras que el Amor del Padre desciende a los hijos...

11. La ira de Dios orienta todas las cosas hacia el eterno exterminio, mientras que la Misericordia del Padre no deja perecer ni un solo sueño...

12. De parte de Dios todo tiene que morir... pero es precisamente ahí donde la Vida del Padre se transmite a los muertos. Aquel que busca a Dios, le perderá, y perderá su vida. Porque Dios es intangible. A Él la sabiduría humana que le busca le resulta una insensatez asquerosa, inevitablemente mortal para el buscador. Porque a través de la sabiduría está tocando a Dios al que ningún ser creado puede acercarse con el sentido que fuera, y mantener la vida.

13. Dios es un fuego eterno, absolutamente puro pero a la vez infinitamente violento que nunca se apagará; y si el Padre no lo calmara, pronto devoraría todo, para siempre. Por eso, que cada uno tema a Dios sobre todo –– pero que al Padre le ame sobre todo, porque el Padre es el mero extremo opuesto de Dios.

14. Y aun así, Dios no sería Dios sin el Padre que es el eterno Amor en Dios; y el Padre no sería Padre sin Dios...

15. Así como el Padre es toda la Vida en Dios, también Dios es toda la Fuerza y todo el Poder en el Padre. Sin el Padre Dios no podría comunicarse, porque toda Palabra en Él es el Padre. Y el Padre nunca sería Padre sin Dios... ¡de modo que Dios y el Padre son Uno!

16. Por eso aquel que mediante el amor conmueve al Padre también conmueve a Dios. Pero aquel que se olvida del Padre y que mediante su sabiduría sólo quiere conmover a la Divinidad, a él el Padre no le considerará; y el fuego de la Divinidad le alcanzará y le destruirá, dispersando sus elementos en la infinitud. Y es poco probable que el Padre rebusque sus elementos para volver a juntarlos y darle una nueva existencia.

17. Donde está el Padre, allí también está Dios. Pero únicamente el Padre se revela a los hijos. Dios, de por Sí, no puede revelarse a nadie... lo puede únicamente mediante el Padre. Entonces, como ahora, el Padre revela la Divinidad. De modo que aquel que me oye, ve y ama a Mí, también oye, ve y ama a Dios. El que está acogido por el Padre, también será acogido por Dios.

18. El indigno al que el Padre no acoge, caerá en las manos de la Divinidad que juzga y aniquila, donde no habrá Amor, ni Misericordia ni tampoco Gracia.

19. ¡Por eso temed a la Divinidad, porque es un horror el caer en sus manos!

20. Pero al Padre, ¡amadle y arrimaos firmemente a su Amor! Permitid que el Amor del Padre siempre os conmueva y guíe; así nunca palparéis la muerte, a no ser la separación del cuerpo que es una maldición de parte de la Divinidad –– una maldición en la que la Vida procedente del Padre por medio de su Amor amparador está protegida de la ira de la Divinidad.

21. De la mano de Dios recibes la maldición, mientras que de la mano del Padre recibes la Bendición del Amor y toda Vida que resulta de él. Por eso, tente eternamente al amor y vivirás dentro del Amor... ¡Pero si te atienes a la sabiduría, perecerás para siempre, dispersado por el Espíritu de la Divinidad!

22. Lo dicho sea para vosotros una gran dádiva por parte del Padre cuyos hijos sois, por lo que os ama más que todo que existe en toda la amplia infinitud. Esto, tenedlo en consideración en vuestro corazón y actuad conforme a ello, ¡así viviréis y nunca caeréis en las manos de la Divinidad!

23. Ahora, Set, sal afuera porque el Sol ya ha salido, y prepara un desayuno abundante. Porque mira: ¡Cuando el espíritu ha recibido lo suyo, que entonces también cuide debidamente del cuerpo!

Pero invita ya a los tres que están cantando afuera; son de la región de la medianoche y se llaman Yura, Bhusín y Ohorión. Amén».


Capítulo 168. Una mirada retrospectiva a la noche de tormenta. El amor dispersa al miedo

1. Set le agradeció este encargo de todo corazón y salió de prisa para cumplir con la Voluntad del Señor.

2. Nada más salir de la choza, ya vio a los tres de la medianoche que estaban parados en poca distancia. Los llamó de su nombre y en seguida se le acercaron.

3. Cuando se encontraron a su lado, Set les dijo: «Oíd, hay Uno en la choza que quiere que también vosotros entréis, porque Él ya ha oído vuestro cántico desde lejos.

4. Por eso, ¡entrad en la choza porque os está esperando una Bendición incalculable!».

5. Enseguida Yura preguntó a Set: «Hermano Set, ¿cómo debemos comprender esto? ¿Es posible que en esta noche de horrores el sublime Emanuel tan sumamente poderoso haya venido a vosotros? Porque mira, ¡algo así nos estábamos pensando todos cuando esta tormenta apocalíptica se paró tan repentinamente!

6. Todos habíamos rogado a Emanuel por nuestra salvación; y como esta se dio tan milagrosamente súbito, en seguida nos pusimos a darle las gracias. Por eso, ¡dinos si así fue!».

7. «Queridos hermanos, ¡esto os será revelado en la choza! Yo, de momento, tengo mucha prisa porque tengo que preparar un buen desayuno; de modo que no puedo ni debo dedicarme más a vosotros».

8. Los tres estaban satisfechos con esta información y, con un respeto profundo, entraron en la choza, donde ante Adán y los demás se echaron al suelo.

9. Pero Adán les dijo que se levantaran y continuó: «Hijos míos, me alegro mucho veros sanos y salvos en mi choza.

10. Esta noche estaba muy preocupado por todos vosotros a causa de los elementos que se habían desencadenado. Pero aún mayor fue mi confianza en el Señor que iba a mandarnos ayuda y salvación; pues, también nosotros fuimos expuestos a una gran tentación y tuvimos que pasar una auténtica prueba de fuego...

Incluso esta choza se había vuelto un escenario de las bestias más salvajes: Había serpientes, hienas, tigres, leones, lobos, osos y otras bestias que llenaron este hogar. Además, había columnas de fuego que salieron del suelo...

Aun así nuestra confianza no debía vacilar... ¡y pronto experimentamos el efecto maravilloso de la Bendición protectora de Emanuel!

11. Pero ahora acercaos a aquel hombre que todavía os resulta desconocido que también se llama Abedam; Él os dará las explicaciones convenientes».

12. Los tres se inclinaron ante Adán y se dirigieron al hombre desconocido para ellos.

13. Yura, como era el mayor entre los tres, dijo a Abedam: «Te saludamos de todo corazón, Abedam. El patriarca Adán nos ha remitido a ti para que tú nos des las informaciones convenientes sobre esa noche de tormenta inaudita. Porque mira: los tres somos hijos de Adán y ya hace más de ochocientos años que pisamos el suelo de esta Tierra. Estuvimos presentes en la huida del paraíso, y después de aquellos tiempos hemos presenciado muchas cosas tristes y horrorosas, ¡pero algo parecido a esta noche nunca lo hemos visto!

14. No pienso hablar de los incendios ni de las montañas envueltas en llamas y humo... no de los continuos temblores del suelo ni de los incontables rayos... no de las nubes ni de los bosques encendidos... Porque los truenos se parecen a los de los años anteriores, igual que otras apariciones que nos infunden miedo y que se nos presentan en la lucha entre los elementos que no son menos horrorosos...

Pero oye, buen hombre, cuando el enorme mar embravecido salió de sus contornos, levantando y encrespándose cada vez más... cuando empezó a tragarse una montaña tras otra... y cuando a todos nosotros que somos habitantes de la medianoche nos obligó a abandonar nuestros hogares por los animales que nos siguieron huyendo de la olas... cuando se presentaron monstruos que tal vez viven en las aguas... Ve, ¡esto es algo que seguramente nunca olvidaremos!

15. Pero frente a ello lo más sorprendente fue que, cuando esos horrores evidentemente hubieron llegado a su punto culminante, de repente todo se calmó como si estas escenas nunca se hubieran presentado. Incluso el mar de repente se retiró no solo a sus confines anteriores sino se perdió del todo y sin dejar rastro, a no ser el suelo de barro de su cama original.

16. Si puedes y si estás dispuesto para ello, ¿nos das una explicación acerca de estos acontecimientos inauditos?».

17. «Amigos, se comprende que en acontecimientos como éstos todos que están durmiendo en el espíritu lo pasan mal, ¡pero tanto mejor lo pasan los que en el espíritu están despertados!

18. Decidme, ¿qué espíritu verdaderamente despertado y unido con el Amor del eterno Padre santo podría tener el miedo metido en el cuerpo, aun si toda la Tierra fuera destrozada debajo de sus pies y un mar de fuego se tragara todos los fragmentos?

19. Si reventara ese minúsculo elemento que vosotros llamáis “Tierra” y “mundo”, ¿acaso pensáis que el Padre poderoso ––cuya Voluntad mantiene y controla incontables millones de astros y espíritus incomparablemente más grandes–– no sería capaz de proteger eficazmente a un hijo que le ama sobre todo, y al que Él por eso también le ama profundamente?

20. Ved, ¡esto debierais reconocerlo!

Entonces queda la pregunta: ¿Qué fue la causa de vuestro miedo tan desesperado?, o ¿por qué temen los hijos la noche?

21. ¡La causa es la debilidad del amor al Padre santo! Porque así como es el amor, así también es la confianza; pues, ¡la confianza deficiente es el padre de todo miedo!

22. Hay poca importancia en todo lo que me has contado, porque lo único que importa es la índole de vuestro corazón.

23. Si os descubriera todo, esto a lo sumo satisfaría vuestros oídos, ¡pero nunca os serviría para la comprensión del corazón! Por eso os conviene más que os adentréis tanto más profundamente en vuestro propio corazón y allí os digiráis a su amor a Dios, ¡y os digo que de esta manera dentro de algunos momentos os instruiréis más de lo que instrucciones mundanas os podrían aportar tras miles de años!

24. Pero quedaos aquí y tomad el desayuno junto con nosotros; Set y los suyos ya lo traen.

25. Tened calma en vuestro afán de saber, pero en el corazón sed tanto más activos para adquirir valores más sublimes... y vuestra noche tormentosa pronto se convertirá en un sábado lucido y calmo. Amén».


Capítulo 169. El desayuno de los patriarcas el día de sábado

1. Acto seguido Abedam dijo a los tres que le siguieran. Él tomó la delantera junto con Enoc y Lamec. Le siguió su tocayo con Jared a su derecha y Matusalén a la izquierda. A estos tres siguieron Enós, Cainán y Malaleel, seguidos por Kaeam, Yura, Bhusín y Ohorión.

2. Llegados a Adán, todos tomaron posición alrededor de Abedam en forma de un círculo abierto que se cerró con Adán y Eva.

3. Como todavía faltaba Set, Abedam señaló a los demás que hicieran sitio para él.

4. Así hubo dieciséis personas ––contando también al sublime Abedam–– que participaron en el desayuno que consistía en pan, miel y leche. Según la tradición se tomaba primero el pan con la miel, y después de haberlo consumido se tomaba la leche recién ordeñada.

5. De modo que también en aquella ocasión desayunaron conforme a esta costumbre.

6. Alguien podría preguntar por qué se nombra aquí este desayuno sabatino...

La razón resulta más que evidente si se toma en consideración que el Padre santo mismo participó en este desayuno, visiblemente entre los primeros hombres de esta Tierra, y que en esta ocasión sentó las bases para la primera iglesia reglamentada de la Tierra.

Antes Adán y Eva podían ser considerados simplemente como primera pareja de los seres humanos, pero desde entonces también puede ser considerada como origen de la primera fundación de la iglesia de Jehová, porque el judaísmo está conectado bastante íntimamente a esta iglesia y mantiene todavía bastantes detalles de ella.

En el interior de Asia, en las montañas cerca del Himalaya, existe todavía un pequeño pueblo aislado que vive rigurosamente conforme a los reglamentos de esta iglesia de Jehová. Más tarde, los hijos de Noé conservaron esta enseñanza en placas de piedra, en escritura ideográfica –– una escritura en símbolos e imágenes de la cual, más tarde, la escritura jeroglífica de los egipcios no fue sino una imitación degenerada.

7. De ninguna manera se debe tomar el así llamado sánscrito de los parsis56 y de los hindúes por idéntico a aquella escritura, porque el sánscrito es mucho más reciente y, parecido a los jeroglíficos egipcios, apenas una variante sombría y degenerada.

Pero junto con la escritura tan degenerada, también el contenido original de aquellas placas de piedra ––los reglamentos de esta primera iglesia de Jehová–– quedó totalmente alterado y lleno de errores, con lo que el “culto divino” de aquellos pueblos sigue siendo un paganismo horroroso.

8. Ved, es por eso que este desayuno está nombrado aquí –– un desayuno que en aquellos tiempos a la ocasión de la fundación de la iglesia original fue celebrado de una manera muy parecida que casi cuatro mil años después la Última Cena para la fundación de un nuevo Testamento que es una nueva iglesia de la Gracia y la Misericordia, llena de la Vida eterna y por eso completamente penetrada de Dios.

9. ¡Pero vale ya de datos históricos! Por eso volvamos a la choza de Adán para observar lo que allí pasó después del desayuno.

10. Nada más terminar el desayuno, con los corazones llenos de amor, todos agradecieron al Abedam Emanuel Abba. Este se levantó y dirigió las siguientes palabras a todos:

11. «¡Oídme, todos que estáis aquí y fuisteis testigos de esta noche y, excepto de Kaeam, también de casi todo el día de ayer!

Con el recuerdo de estos acontecimientos siempre os acordaréis Quién era, es y siempre será Aquel que vino a vosotros y os enseñó personalmente el camino del Amor y de la infinita Sabiduría que resulta de él. Pero ahí no se trata de una sabiduría mundana que es una carga para la cabeza y más aún para el corazón, sino de una verdadera Sabiduría en el Espíritu del Amor y de toda Verdad –– lo que en su conjunto es la verdadera Vida eterna, totalmente libre...

12. En adelante, antes de ofrendar al Padre un sacrificio sabatino, ¡siempre celebrad un desayuno como éste! En verdad os digo: Ningún sacrificio será considerado antes de que ––a la ocasión de un desayuno como éste–– en el corazón os hayáis bien reconocido como verdaderos hermanos y hermanas en mi Amor, y como hijos del mismo Padre...

13. Cada vez que celebréis esto en el verdadero amor vivo a Mí, también Yo me encontraré entre vosotros –– sea visible para aquellos cuyo corazón arde por Mí, o siempre invisible para los tibios.

14. Os digo que dentro mi Amor seréis capaces de todo, mientras que afuera de él no podéis nada.

Mi Amor es un campo muy fértil y vosotros estáis sembrados en él. El que no se deja arrancar por el enemigo crecerá con abundancia y dará muchos frutos maravillosos; pero aquel que en dicho campo fértil no ha echado las raíces de su amor suficientemente profundo y firme, os digo que a la ocasión de la frecuente tentación que siempre se volverá a producir cuando se presenta el enemigo del Amor que procurará arrancar los pequeños árboles todavía algo delicados, él lo pasará mal.

Seguro que el enemigo lo intentará con todos sin olvidarse ni de uno solo... Y si encuentra a uno débil, ¿acaso le va a respetar?

15. ¡Seguro que no! Porque le arrancará del suelo fértil junto con las raíces débiles y luego le dejará que se seque... porque las raíces ya no encuentran la humedad vital, con lo que el árbol joven empezará a secarse y pronto morirá. Y ¿quién de vosotros ha visto alguna vez un árbol que prospera en el aire?

16. Vais a decir que cada planta precisa también del aire para vivir. Pues sí, esto lo digo Yo también, pero antes de todo necesita un suelo fértil, porque sin este el aire no le sirve para nada.

17. El aire es como la Palabra divina y el amor de vuestro corazón es el campo en que está sembrado un espíritu vivo, envuelto en un alma viva.

18. Cuando esta semilla de la Vida eterna en vosotros ha brotado y ha echado raíces profundas y firmes en el campo del amor de vuestro corazón a Mí, solamente entonces puede aprovechar del Aire santo de la Enseñanza divina. Por eso, donde la semilla no ha llegado a echar raíces suficientemente fuertes, ¡juzgad vosotros mismos si el aire que normalmente vivifica las plantas, en estas condiciones no tiene que causar su muerte porque la seca!

19. Con lo que veis: Mi Palabra os sirve poco si vuestros corazones no están llenos de amor a Mí y a vuestros hermanos, con lo que luego la sabiduría vana de vuestro intelecto provoca la muerte de vuestro amor...

20. Vuestro amor debe servir de alimento para el espíritu. Pero una vez que vuestro amor esté muerto ––parecido al árbol joven arrancado del campo de mi Amor a vosotros, en cuyas raíces sólo queda pegado un poco de la tierra seca de vuestro amor a Mí–– ¿de dónde vuestra semilla o la planta débil arrancada va a conseguir el alimento vital?

21. Por eso este desayuno sea para vosotros una advertencia palpable para que siempre os dejéis llevar por el amor. Mientras actuéis así, tendréis la Vida con y dentro de vosotros –– y también a Mí, que soy la Fuente primaria de todo Amor, de toda Vida y de toda Sabiduría que surgen de Mí.

22. Tomad estas palabras muy a pecho y actuad siempre conforme a ellas, y seréis penetrados por la Vida. Entonces ya no hará falta que preguntéis: “¿Dónde está el Padre?”, ni tendréis que llamarle: “¡Ven!”... Porque entonces estará con y en vosotros como actualmente –– y también eternamente. Amén.

23. Ahora, Enoc, anda y prepara tu sacrificio, porque ya ha llegado la hora. Amén».


Capítulo 170. Un evangelio para el sacrificio

1. Acto seguido Enoc se levantó con el amor íntimo más profundo y, lleno de gratitud, preguntó a Abedam:

2. «Señor, Padre nuestro profundamente amado, si aquí en las alturas preparásemos un sacrificio igual que ayer en la tierra baja, ¿sería esto conforme a tu Voluntad? ¿O sería más de tu agrado si lo hiciéramos como acostumbraban celebrarlo Abel, Set y Enós? –– Oh Abba, ¡comunícame tu Voluntad!».

3. «Pero Enoc, ¡cómo es que me preguntes algo así, dado que tú sabes mejor que nadie en qué consiste el único sacrificio que es de mi agrado!

4. Cuando primero me está ofrecido el sacrificio íntimo de un corazón arrepentido, contrito y lleno de amor, esto ya santifica cualquier otro sacrificio sea de la manera de Abel, Set y Enós, o sea como él de ayer en las profundidades.

5. Pero en los corazones de todos vosotros veo un rincón vacío –– un rincón que habéis consagrado al amor a Dios, ¡pero por su vacío no sois conscientes a quién, realmente, estáis dedicando un sacrificio y por qué! Por eso comprended por una vez que el único sacrificio que es del agrado del Padre es él del corazón... y que el Padre, a la vez, también es el eterno Dios único sumamente santo y todopoderoso –– el único al que corresponde un sacrificio, tanto como al Padre corresponde el amor puro...

6. El sacrificio devora, destruye y mata cualquier ofrenda en el fuego que arde sobre el altar. Ahí se trata de un testimonio del hombre ante Dios que demuestra que él reconoce a Dios tal como es y que actúa como el fuego del sacrificio –– reconociendo a Dios o bien como manifiesto o solamente como presentimiento opaco en el corazón.

7. Pero si uno considera solamente el sacrificio sin ser llevado por su amor al Padre, finalmente el sacrificio ––teniendo características parecidas a Dios–– se apoderará de él y le devorará, destruirá y matará, porque no se humedeció antes con el Agua de la Vida que es el amor puro al Padre.

8. Os digo: Aquel que en el corazón hace un sacrificio al Padre, con esto al mismo tiempo ya ha hecho un sacrificio del agrado de Dios. Pero uno que solamente sobre el altar sacrifica a Dios y se imagina que de esta manera también complace al Padre, él está profundamente equivocado. Porque un holocausto no es del agrado del Padre, sino únicamente un sacrificio vivo del corazón.

9. ¿Acaso es imaginable que el Padre vivo de quien surge toda Vida pudiera complacerse en un holocausto muerto o en cualquier sacrificio que devora, destruye y finalmente mata cualquier dádiva?

10. Si antes, como ya os dije, primero en el corazón está ofrecido un sacrificio vivo del amor al Padre, entonces también el holocausto será tomado en consideración; de esta manera el hombre manifestará todo lo que ha encontrado en su corazón: que el Padre es santo, santo, santo y que Dios es todopoderoso desde todas eternidades.

Pero sin el cumplimiento con estas condiciones previas, actuales y posteriores, toda clase de holocausto es un horror para Mí.

11. En este sentido acordaos de Caín y de Abel: porque Caín sacrificó sin amor, mientras que Abel sacrificó con amor. Pregunto: ¿el sacrificio de cuál se levantó a las alturas y de cuál fue rechazado al suelo?

12. Como el sacrificio de Caín fue un horror ante el Padre, ¿qué puede haber sido la consecuencia de tal holocausto? –– ¡El sacrificio se apoderó de Caín mismo e hizo de él un fratricida!

13. En un futuro el sacrificio ciego exclusivo aún agarrará a muchos que luego procederán como Caín y matarán a incontables hermanos –– en el sentido espiritual tanto como en el natural...

14. Ya que estáis dispuestos a ofrecerme un sacrificio, hacedlo de la manera justa como ya os he indicado ampliamente.

15. Tal como lo hicisteis ayer en la tierra baja, hacedlo también aquí; pero no por la tarde sino por la mañana, para que los hijos que viven lejos de aquí puedan llegar a su patria antes de anochecer.

16. Y que no se presenten todas las familias enteras sino que de cada choza vengan dos hombres y una mujer. Pero que conste que para nadie hay ni la menor obligación de presentarse, porque el sacrificio no santificará a nadie, sino únicamente el amor al Padre.

17. Aquel que viene atraído por su amor al Padre, él santifica el sacrificio, y el sacrificio le edificará en su espíritu. Pero aquel que acude únicamente por miedo a la sanción de cualquier ley y no por el amor ––porque su corazón está disconforme–– él profana el sacrificio, y este le destruirá secándole en el corazón. Y lo que uno como éste luego me quiere ofrendar, esto parecerá a su corazón secado: una obra sin Vida... una dádiva muerta...

18. En lo que acabo de pronunciar no habrá cambios...

19. Y ahora, querido Enoc, ya puedes poner mano a tu obra. Los demás podéis salir para informar a todos los que vinieron de todas regiones para asistir al sacrificio, para que sepan cómo tienen que entender lo del sacrificio, pero todo callándose de Mí y de mi presencia corporal.

20. Hasta a la hora del sacrificio, solamente Jared, Abedam y Adán, vosotros podéis seguirme a la choza de Jared; y que los hijos de Set nos sigan después con Eva.

21. De modo que ahora todo suceda llevado por el Amor en la medida justa. Amén».


Capítulo 171. Enoc prepara el sacrificio

1. Acto seguido Enoc puso manos a la obra y, todo el tiempo rezando, colocó la madera más pura de cedro sobre el altar.

2. Como de esta manera estaba preparando el altar, había algunos procedentes de la región del mediodía que se acercaron a él para preguntarle cómo había que interpretar eso de que ya estaba colocando la madera, tan pronto, a pesar de que conforme a la costumbre había que hacerlo por la tarde avanzada.

3. Pero Enoc les contesto con otra pregunta: «¿Cómo es posible que os molestéis por eso? ¿Acaso os imagináis que lo que estoy haciendo, lo hago por cuenta propia?

4. ¿O, acaso, a vosotros mi actividad os resulta en una calumnia o mentira, dado que no la comprendéis?

5. Para ciegos, por supuesto, mucho de lo que se les dice les parece una mentira...

6. Al ciego, ¿para qué le sirve la luz radiante del Sol?... Siendo así, ¿para qué procurar hacerle comprensible lo de la luz?... Para qué “mentirle”, dado que para él el Sol resulta negro –– detalle al que él se atiene... Por la misma razón para él un Sol irradiante tiene que ser una mentira; porque si se junta algo de extraño a su concepto, algo incompatible, ¿en qué le podrá resultar? Pues, le resultará en nada más que en una mentira porque no corresponde al propio concepto, con lo que para él es como inexistente, dado que no presenta con evidencia las características propias de él mismo.

7. Por eso me estáis preguntando en vano, porque no estoy dispuesto a “mentiros” –– ¡y hoy menos que nunca! Porque para aquel que está penetrado por la Verdad, toda mentira ya se esfumó a la nada eterna, mientras que aquel cuyo corazón todavía está colmado de la mentira y la toma por verídica, ¿en qué le puede resultar la auténtica Verdad?... ¡En nada más que en mentira!

8. Aquel que busca la luz del mundo, ¿en qué le tiene que resultar la Luz íntima del espíritu?... ¡En nada más que en mentira y en una mera oscuridad! Porque donde alguien estira el brazo más lejos de lo que ve, ¿cómo va a encontrar ahí una Luz?

9. Por eso, ¡dejadme en paz!, porque aún no sois capaces de comprender los caminos del Señor, dado que vuestra noche ha cegado vuestros corazones; con lo que no sabéis que el verdadero amor a Dios no está sujeto a reglamento alguno, sino que está completamente libre –– tan libre como el sacrificio que el amor le ofrenda...

Ya que a vuestras mujeres las amáis libremente sin sujetaros a días o horas, ¿por qué aplicar medidas al amor a Dios?

10. Por eso, ¡id y cambiad de opinión para mejorar vuestro concepto! Amén».

11. Cuando Enoc de esta manera adecuada hubo despachado a estos curiosos procedentes de la región del mediodía, estos empezaron a refunfuñar entre ellos porque les disgustaba mucho que Enoc les hubiera dado una respuesta tan extraña a su pregunta que no estaba mal intencionada.

12. Uno de ellos dijo a los demás: «Oídme, hermanos, yo conozco al Enoc bastante bien. Por eso os digo que ayer, observado desde cierta distancia, tenía la impresión que los padres le han encargado toda la ceremonia del sacrificio. Además, como desde siempre ya fue un hombre muy peculiar en todas sus pláticas y acciones, se comprende que también lo será tratándose de esta ceremonia.

13. Aun así soy de la opinión que no se debiera tan fácilmente dejar la conservación de la antigua costumbre a cargo de uno solo, sino, si parecía conveniente introducir algún cambio, para esto habría faltado formar un consejo entre todos los hijos.

Porque si no fuera así, ¿cómo quedaríamos nosotros que somos hombres de la misma categoría?

14. Si el sacrificio debe ser considerado válido para todos, entonces también tiene que amparar parte de nuestro parecer para que también nosotros podamos considerarlo como válido. Pero tal como nos lo presentan, no ampara sino nuestro desacuerdo, con lo que tampoco lo aceptamos como válido para nosotros.

15. ¿Cómo vamos a callarnos ante algo así? Además antes, en asuntos puramente divinos, siempre nos habían consultado...

16. Por eso soy de la opinión de que el mayor y más experimentado de nosotros, una vez más, debiera dirigirse a Enoc y preguntarle con severidad por el porqué de la colocación tan prematura de la madera».

17. A estas palabras Setlahem, que también se encontraba entre estos consultantes, dijo al ofendido: «Para esto, por lo menos yo, no tengo ni las menores ganas, porque ayer conocí a Enoc en condiciones absolutamente fuera de lo normal:

18. Le vi dotado de un poder que aun ahora, sólo pensando en ello, hace estremecer todo mi ser.

19. Todos sabemos que la noche de la tormenta era horrorosa; pero a pesar del miedo que tuve, ¡todo esto no podía echar de mí corazón algo que vi, oí y descubrí ayer en Enoc!

20. Os acordaréis bien que, cuando algunos de nosotros tuvieron ganas de bajar a las profundidades, un tigre poderoso les cortó el camino y, ante la evidencia de un toro despedazado que vieron, enseguida tuvieron que poner pies en polvorosa...

21. Pero ahora oídme: El mismo tigre al que reconocí perfectamente, estaba ayer con Enoc, sumiso a él como un cordero y le hizo caso a cualquiera de sus señales. Pero no sólo esto, sino lo más inaudito era que la bestia tuvo que hablar frases muy sabias y bien inteligibles para todos nosotros...

22. De esto, por supuesto, no podíais enteraros porque os encontrasteis cerca de vuestras chozas, mientras que yo me encontraba en primera fila, con lo que pude observarlo perfectamente.

23. Os podéis imaginar que con esto Enoc me atrajo mucho, de modo que aproveché de la primera ocasión para acercarme a él.

24. Pero cuando empecé a hablar con él, indicándole que me gustaría incluso volverme discípulo suyo, a eso me dio una parábola sobre la contemplación de una montaña muy lejana. Me explicó la diferencia entre una descripción obtenida y lo que uno ha visto con sus propios ojos con tanta evidencia que yo, ante su explicación, con toda mi sabiduría me quedé como un niño recién nacido...

25. Además, me parecía que todos los padres, incluso Adán, le estaban sumisos en lo que decían y que solamente él llevaba la palabra para todos.

26. Ante esta situación os digo: Teniendo en cuenta la facilidad con la que despachó nuestra curiosidad inoportuna, si uno de vosotros aún tiene ganas de abordarle con una nueva pregunta aún más inoportuna, pues, ¡que se exponga!, ¡pero a mí dejadme en paz con ello!

27. Os advierto que también para vosotros sería una lucha grotesca –– como entre un ratón y un león; y no hace falta ser un gran profeta para presagiar quién, en luchas como éstas, será el ganador.

28. Si aun así tenéis ganas de dirigirle vuestra pregunta severa, pues, ¡os deseo buena suerte y buen tiempo!

Pero insisto: Con todos aquellos que tienen un vínculo seguro con Dios, no conviene venirles con bromas. Más bien nos conviene considerar lo que hacen, y sólo después hacerles preguntas sobre ello; porque los caminos del gran Dios son insondables y su parecer es inescrutable.

29. ¡Esto tomadlo bien a pecho antes de que os atreváis a dar un primer paso!».

30. Cuando lo enojados hubieron oído estas palabras de Setlahem, en seguida desistieron de su empresa y se sometieron a su sabio consejo.

31. Siguiendo a un impulso en su interior, Enoc llamó a Setlahem para que se le acercara y luego le dijo:

32. «Setlahem, te alabo porque ahora actuaste muy sabiamente. Ayudaste a levantar a estos débiles que sin tu ayuda habrían caído en un abismo profundo, dado que no ven la condición del suelo que están pisando...

33. En adelante ya no te apartes de mí hasta que también tú veas lo que tus ojos mortales aún no han visto y oigas lo que tus oídos mortales aún no han oído...

34. ¿No te ha llamado la atención que a esta noche de horrores ha seguido un día tan extraordinariamente espléndido y agradable?

35. Y tras haber observado la vehemencia de la tormenta que en un momento dado se paró tan súbitamente, dime, ¿acaso esto no te ha llamado la atención?».

36. «Oh Enoc, ¿a quién esto no le habrá llamado la atención? Pero a gente como yo, ¿qué nos sirve el hecho que todos estos fenómenos nos hayan saltado a la vista?

En fin, como no puedo interpretarlos, me tranquilizo diciéndome:

37. “¡El Señor Jehová ya sabrá perfectamente el porqué de lo uno y lo otro! Una interpretación mejor sabrán aquellos de los que Jehová se encuentra más cerca que de mí; pero aun así le estoy muy agradecido por haberme consentido cierta paz interior... Con esto ya estoy bastante bien atendido”.

38. Qué dices tú, querido Enoc, ¿no es así?».

39. «Setlahem, ¡te digo que tienes un buen suelo y en cuanto la semilla caiga en él, te producirá miles de buenos frutos!

40. Aún hoy, en nuestro medio, verás a un forastero; ¡dirígete a Él, y con una sola Palabra te dirá más de lo que yo podría decirte en milenios! –– Te digo que Él vivificará todo tu ser...

41. ¡Pero ahora voy a callarme porque veo que Él se está acercando!».


Capítulo 172. La cualidad de la intercesión

1. De modo que los dos se callaron, esperando la llegada del gran “Forastero”.

2. En menos de un abrir y cerrar los ojos Él ya había llegado, acompañado por Jared y Abedam el conocido. Mientras tanto Adán, acompañado por Eva y los hijos de Set, se había dirigido a la pequeña colina ya conocida, donde él y todos los que ya conocemos desde su choza estaban esperando al sublime Abedam.

3. En seguida el gran Abedam dijo a Enoc: «Querido Enoc, me ha llegado un refunfuño desde los corazones de algunos hijos del mediodía... Aunque Setlahem les haya echo callar la boca, ¡tanto más desesperadamente gritan ahora sus corazones que son llenos de maldad!

4. Según tu criterio, ¿qué debiéramos hacer con ellos?».

5. «Oh Abba, Tú mismo me lo estás diciendo en mi corazón... ¡Que con ellos se cumpla tu Voluntad, porque para ellos sería la mejor solución!».

6. «Ve, Enoc, es solamente por ellos que esa tormenta nocturna fue consentida: para que sus corazones soberbios se humillasen... ¡Pero tú mismo has visto y oído el pobre efecto que les ha surtido!

7. ¿No sería más conveniente si pendencieros como estos no existiesen?

8. ¿Tal vez sería mejor que la tierra se los tragara, para que en adelante su hálito ya no pueda contaminar este lugar sagrado?

9. Qué te parece, ¿sería bien hecho si se procediera con ellos conforme a lo que valen sus corazones?».

10. «Señor, Tú que eres lleno de Amor y Misericordia... Tú, cuya Voluntad es santa y Misericordia es infinita... Tú no necesitas que alguien te implore por Misericordia», respondió Enoc a Abedam. «Pero Tú nos proporcionas ocasiones adecuadas para que en ellas podamos examinar nuestros propios corazones, cuánto amor al prójimo hay en ellos y hasta qué punto nuestra misericordia se ha vuelto parecida a la Tuya.

11. Como gracias a tu infinita Gracia y Misericordia reconozco que la misericordia y el amor al prójimo que llevo en mi interior no son sino meramente tu Misericordia y tu Amor ––una chispa del Fuego santo e infinito de tu Amor––, ahora me dirijo a Ti dentro de mi misericordia que sólo aparentemente es la mía, reconociendo que no hay nada que sea mío sino que todo es Tuyo: mi amor es tu Amor en mí, y mi misericordia es tu Misericordia en mí...

Por eso, Abba, ¡tuyas sean toda mi gratitud y alabanza, eternamente!

12. ¡Oh Abba, cuando yo en mi corazón siento misericordia de alguien, a la vez estoy consciente del gran retraso que demuestro en comparación contigo!

13. ¡Hasta dónde habría llegado un pobre ciego hasta que yo, llevado por mi misericordia, habría llagado para socorrerle, si Tú no hubieras tenido Compasión de él infinitamente antes ya!

14. Pero lo que sí puedo hacer es rogarte que tengas Misericordia de los débiles y de los ciegos –– no para instarte que hagas algo para ellos sino que, cuando mi corazón de tu propio tesoro te ofrenda un pequeño sacrificio a los hermanos, lo mires con indulgencia.

15. Por eso digo aquí, en todas partes y para siempre: Oh Abba, ¡que se cumpla tu santa Voluntad! Y lo que mi corazón te ofrece en amor y misericordia para los hermanos ––un sacrificio minúsculo comparado con tu Amor y Misericordia infinitos–– ¡acéptalo con Clemencia como si tuviera monta para Ti! Entonces ––cuando ya te has compadecido completamente de alguno de una manera manifiesta incluso para nosotros que somos unos ciegos–– también yo podré alegrarme, junto con aquellos a los que se dirigió tu Misericordia manifiesta.

16. Oh Abba, ¡acepta mi confesión con indulgencia y ten paciencia con mi insensatez... ¡Que se haga tu Voluntad, ahora y eternamente! Amén».

17. Abedam le miró con suma amabilidad y le respondió: «Querido Enoc, tu plática fue perfecta porque demostraba en qué condiciones se encuentra tu corazón y cuánta sabiduría ––que es una consecuencia del amor–– mora en él.

18. Pero para que también puedas volverte perfectamente consciente cómo, dentro del Orden eterno, tiene que ser concebida toda intercesión, te digo:

19. Cuando ves que algún hermano o alguna hermana de la condición que fuera o físicamente pobre por su debilidad o incluso deficiencia total de uno de sus sentidos... o pobre de corazón, de amor, o de dinamismo... pobre de voluntad o de comprensión... o mentalmente retrasado en todo lo que se refiere al espíritu... pero tú te compadeces de él por amor a Mí, y tras este al hermano o a la hermana, ve, entonces tu misericordia ya es perfecta, porque ya se trata de mi gran Misericordia acogida en tu corazón.

Compáralo con el viento que pasa por el bosque y roza las hojas de todos árboles de manera que todas están abanicando, produciendo de esta manera una mínima propia ventilación que el gran viento absorbe como si con relación a él realmente tuviera algo de monta.

20. Ya habrás observado frecuentemente que el viento cuando sopla también se lleva las hojas secas, porque así de secas, tiesas y muertas, no pueden resistir a la corriente del aire. De modo que pronto se sueltan de las ramas y, muertas, revolotean al suelo muerto. Aunque el gran viento todavía las arrastre algún rato con él, revolotearán bajando hacia donde las espera la putrefacción.

21. Este es el destino de la hoja del árbol, ¡pero ni mucho menos él del hombre! ¡Porque ay del hombre si en el árbol de la Vida se ha quedado seco, porque no se escapará de su putrefacción!

22. De esta parábola se deduce que únicamente el vivo puede ser motivado para una misericordia viva –– mediante mi gran Misericordia; de modo que su misericordia es absorbida por la Mía como si tuviera monta.

Igual que el viento absorbe la minúscula ventilación de la hoja y la lleva consigo, bañando en ella las hojas compañeras, igual la misericordia del hombre se transmite a su semejante. Por eso, que cada uno a partir de su amor vivo por Mí vivificado haga a su hermano tanto bien como pueda, ¡y Yo consideraré sus acciones y ruegos de intercesión como si tuvieran monta ante Mí!

23. Ve, si el viento sopla de esta manera, entonces también se lleva tu hálito con él –– como si tuviera monta... ¿Pero no pensarás que tu hálito pudiera intensificar al viento o darle otro rumbo?

24. ¡Esto, por supuesto, no lo puede ni el hálito del conjunto de todos los hombres vivos! Ningún mortal sabe de dónde viene el viento poderoso y cuál es su rumbo. Sólo te manifiesta su trayecto ordenado por su corriente actual...

Si soplas en la misma dirección, entonces el viento acepta tu hálito y se lo lleva con él; pero si arbitrariamente soplas en contra de la corriente, esta rechazará tu hálito que se romperá en tu propia boca –– lo que podría incluso perjudicar a tu propia vida...

25. Si te encuentras al lado de un río y lloras lágrimas de compasión, y si las dejas caer en el agua de modo que se confunden con la corriente, te digo que también ellas serán llevadas al mar de la Misericordia... Pero si otro que también se encuentra en la ribera dejara caer sus lágrimas en la arena, ¡poco llegarían al mar!

26. Aquel que se imagina que mediante su intercesión puede motivarme para que también Yo tenga Misericordia, él es más insensato que uno que está convencido de que dondequiera que había llorado una lágrima, iba a acudir el mar para acogerla –– sin considerar qué es el mar...

27. Pero la misericordia de aquel que se deja motivar por Mí está dentro del Orden, y sus lágrimas caen directamente en el Mar...

28. ¿Qué pensáis quién habrá intercedido para motivarme que os creara, dado que fuera de Mí no existía nada? ¿O pensáis que después me haya vuelto más duro y carente de Amor, de modo que mis criaturas tengan que sensibilizarme para hacer algo?

29. ¡Te digo que nada de eso! Sin embargo, es muy preciso que mis hijos en sus corazones se dejen motivar de Mí, para que me acojan en el ámbito del amor puro y después se fijen en la orientación de mi gran Misericordia, para que se vuelvan igual de misericordiosos... ¡He aquí mi Voluntad te está manifiesta!

30. Cuando antes te pregunté qué se debiera hacer con estos obstinados, tu respuesta fue correcta, porque permitiste que Yo te acogiera y estimulara. Y también en adelante debiera ser así, cuando se trata de la misericordia justa con cualquier miserable, porque en el ámbito de mi Amor cada uno es hermano del otro...

Hablando de estos obstinados: Cuando Yo quiero despertar a muertos, ¿quién iba a venir para rogarme que no lo hiciera?

31. Ves, Enoc, ¡no comprendiste mi pregunta en todo su alcance, porque también a estos refunfuñadores antes de que puedan volverse vivos se los tiene que tragar el suelo de la verdadera humildad!

32. Es por eso que acabo de darte esta enseñanza... ¡Pero ahora haced que estos obstinados se acerquen! Amén».


Capítulo 173. Los siete refunfuñadores del mediodía se burlan de Setlahem

1. Cuando Setlahem había oído estas palabras del gran Abedam, empezó a presentir algo de muy sublime. Su corazón empezó a arder y una voz interior le dijo: «¡Así como habla este forastero no es posible que pueda hablar hombre alguno, de modo que detrás de él debe haber algo de extraordinario!».

2. Impresionado por este juicio interior, Setlahem se dirigió en suma humildad al sublime Abedam y le preguntó:

3. «Sublime forastero lleno de toda Sabiduría divina y, como parece, también de todo Poder divino, te ruego que aceptes de mí un pequeño servicio; pues, quisiera ir a buscar y luego presentarte a aquellos que refunfuñan contra las disposiciones de Jehová y que no permiten siquiera que se les señale que todo lo que sucedió, sucede y sucederá, seguramente ya habrá sido previsto por el eterno Dios santo, desde eternidades, aun tratándose del hombre absolutamente libre...

4. A juzgar por lo que Enoc ya me contó de ti y lo que ahora oí de ti mismo tras la conversación que mantuviste con él, consta que una sola palabra tuya surtirá más efecto sobre estos obstinados que miles de las mías.

5. ¡Te digo que estos obstinados son los más inflexibles de toda la región del mediodía!

6. Que no les pase nada de malo, pero que sean mejorados –– ¡eso que sí!

7. De modo que si eres de acuerdo, me iré ahora mismo a buscarlos».

8. «Setlahem», le respondió el sublime Abedam, «si tú comprendieras mi Palabra, también te quedaría claro que Yo puedo prescindir de tu servicio.

9. Pero como para ti soy forastero del todo, ¡ve pues y haz lo que tanto deseas hacer!

10. Y por si acaso tus siete refunfuñadores no quieren seguirte, vuelve solo aunque sea sin haber logrado nada».

11. Acto seguido Setlahem se dirigió hacia los siete que se encontraban en una distancia algunos cincuenta pasos.

12. Nada más haber llegado allí, uno de ellos ya le recibió haciendo burla de él: «Bueno, ¿por cuántos puñados de piedras te has vuelto más sabio?

13. ¿Acaso el Enoc te ha dado luz a la parábola picada de las montañas lejanas? ¿O te ha presentado otro tigre charlatán?

14. Pues sí, para gente de tu especie siempre habrá que servirse de una bestia locutora para predicar la sabiduría, porque palabras de las nuestras de por sí ya no son tomadas en consideración.

15. Oh Setlahem... tan original que es, ¡lástima que Enoc no estaba durante toda la noche de tormenta en tu alrededor, porque había centenares de tigres y otras bestias que nos honraron con su visita! ¡Lo que habrías podido aprender de estos sabios de rabo largo de los bosques si Enoc hubiera hecho que hablen!

16. ¡Un tigre que habla...! De veras, ¡ahí la estupidez ya pasa de la raya!

17. Si esto continúa así, en menos de un año también los árboles y las hierbas empezarán a hablar y, tal vez, también las piedras, los ríos y finalmente el mar...

18. Se supone que el tercer año ––y sólo hará falta que lo creas firmemente, dado que este es tu lema–– cada gota de lluvia que cae del cielo te saludará: “Buenos días, sabio Setlahem, ¿cómo has descansado?”.

19. Tal vez entonces te quedarás boquiabierto ––más que las fauces de un tigre–– y con cara de suma admiración dirás: “¿Que –– es –– esto...?”.

20. Setlahem, ¿acaso aún no te das cuenta de la necedad de tus fantasías?

21. Mira, si conforme a la declaración de Adán hubo antiguas costumbres piadosas, ¿para qué serviría cambiar alguna de ellas, además, teniendo en cuenta de que para los verdaderamente sabios de todos modos carecen de fundamento –– a no ser por su solemnidad? Si ahora incluso esto será omitido, ¿qué clase de valor podrá mantener esta niñería de sacrificios para hombres racionales?

22. ¿Puedes tú, a título de sabio, afirmar que a Dios el infinito le podemos hacer una alegría si en su honor le encendemos algunas leñas de madera y luego, sin pestañear, miramos la llama mate que devora un cordero sacrificado con una mirada más estúpida que la del cordero mismo?

23. En verdad, semejantes ideas más que estúpidas sobre la Divinidad honran poco al espíritu humano... mientras que en el honor de la Divinidad están encendidos incontables estrelles y Soles –– como sacrificio eterno.

24. Ahora, Setlahem, si tienes tan sólo una chispa de un raciocinio sano, dinos si es así o no... así como inevitablemente también tú lo debieras ver, ¡a no ser que alguna de esas fieras sabias del bosque te haya enseñado algo mejor!

25. Ahora habla, si quieres y si puedes. ¿O acaso, aún no has digerido lo de las montañas lejanas? ¿No se te habrá atascado tu boca?

26. Ve, nuestros oídos no precisan de un estímulo como él del rugido de los tigres para percibir tu nueva y fina sabiduría enoquita, porque para nuestros oídos humanos la voz humana normal es suficiente. Por eso, ¡anímate y abre tu boca sabia!».

27. Consta que esta plática aguda al pobre Setlahem le dio poca gracia, sobre todo porque en realidad había pensado de aprovechar de esta ocasión para relucir un poco... Al otro lado estaba tan penetrado de las pláticas del Forastero y de Enoc, que ya estaba observando el suelo, a ver si ya se estaba rajando para tragarse a esos blasfemos inauditos.

28. Por esta razón se quedó sin palabras y, bastante humillado, volvió corriendo a Enoc y al Forastero.


Capítulo 174. Un evangelio para ofendidos

1. Cuando Setlahem de nuevo estaba cerca del altar en el medio de Abedam, Enoc, Jared y Abedam el conocido, respiró hondamente y ya quería desahogarse por las insultas sufridas, formulando una acusación detallada contra los siete.

2. Pero el sublima Abedam se le adelantó y le preguntó: «Setlahem, ¿dónde están los siete?

3. Sólo te veo a ti... ¿Cómo es posible que no cumpliste con el servicio que querías hacer?

4. De modo que en vez de traer a los siete vienes solo, además, con el corazón ofendido y lleno de quejas amargas...

5. ¿Qué voy a hacer de ti?

Te digo que si deseas vengarte en tus siete hermanos, ¡más te vale que escribas su culpa en la arena! Y si alguien te desea mal en su corazón, ¡bendícele como si fuera tu hijo primogénito! De esta manera serás un verdadero hijo del eterno Amor, inmortal, lleno de Gracia, de Amor y de toda Sabiduría que surge de él.

6. Mira, ¿qué te sirve un espíritu racional si careces de amor? Te digo que así siempre andarás en la oscuridad, a tientas... Aunque durante miles de años mirases aquellas montañas lejanas sin parpadear, ya desgastando las piedras con tus reflexiones, ¿acaso crees que de esta manera te entraría más claridad sobre la naturaleza de aquellas regiones azuladas?

7. ¡Yo diría que no! Pero si en vez de tanta cavilación encendieras tu corazón para estas lejanías azuladas, y junto con algunos simpatizantes te pusieras en camino para visitarlas, ¿piensas que una vez llegado allí encontrarás todo así como cientos de miles de tus pensamientos ciegos te lo habían hecho creer?

8. ¿No es así que allí cualquier mirada superficial te revelará más que aquí en mil años los pensamientos más agudos?

9. ¡Con lo que ves la gran ventaja que el amor lleva a toda sabiduría de los pensamientos!

10. Aquel que tiene el amor, es decir, el amor puro a Dios el Padre de todos los hombres y el Creador de todas las cosas, y en el ámbito de este amor ama a todos sus hermanos y en la medida justa también a sus hermanas, ¡él ya tiene todo! Porque él tiene la Vida eterna y toda Sabiduría palpable y sagrada –– y no esa sabiduría mundana oscura que no sirve para nada, a no ser para llevar a los hombres vivos poco a poco hacia la muerte...

11. Pero si mediante el amor quieres llegar a la verdadera Sabiduría viva, te digo que antes tienes que rechazar de tu corazón toda queja de tus hermanos, y junto con ella toda sabiduría intelectual. Mientras no hagas esto, seguirás siempre andando en la oscuridad, a tientas... de manera que ni siquiera sabrás distinguir a quién tienes delante de ti, si es un hombre común o un eterno Dios todopoderoso –– lo que ya se da en tu caso.

12. Por eso, antes de todo, ¡asesórate con tu corazón! ¡Perdona a tus hermanos por muy groseros que se hayan comportado contigo, y también Yo te perdonaré tu insensatez y te curaré para la Vida eterna!

13. Si te molestas por tus hermanos porque ellos piensan y actúan de manera diferente que tú, ¿por qué no tienes en cuenta que con tus pensamientos distintos en el caso de ellos provocas a siete corazones, mientras que a los siete solamente tú estás causando escándalo?

14. Un golpe por otro... ¿cuándo podrá ahí resultar algo de beneficioso?

Pero si tenéis un sentido común que hospeda al amor,

¡todo beneficio ya es vuestro!

Aunque en tal sentido común todavía carezca la Verdad,

tanto más cerca estaré Yo mismo de vosotros,

¿acaso esto no es un beneficio?

15. Por eso ve una vez más a tus hermanos, pídeles perdón y gana sus corazones; y ya te resultará más fácil el traerlos aquí para ganarlos para la verdadera Vida eterna.

16. Al obstinado nunca le ganarás con más obstinación, ¡ni si se tratara de tu propio hijo!

En el ámbito de tu sabiduría tú mismo llegaste a la conclusión que dos fuerzas idénticas nunca podrán unirse, sino que siempre la una se acerca a la otra y procura a aniquilarla. Por esta misma razón dos piedras no pueden ocupar el sitio de una sola.

17. ¿No defiendes tú mismo este concepto? ¡Y Yo te confirmo que tu enseñanza es correcta y totalmente verídica!

18. ¿Nunca has observado que la piedra más débil cede a la más fuerte? Ahora pregunto: ¿Cuál de las dos piedras es la que hace caso a la otra, y cuál es la que guía a la otra?

19. Seguro que no es la más fuerte, la que desplazó a la más débil, sino que es la más débil, la que cedió a la más fuerte... ¡ella es la guía! Ves, esto también es sabiduría...

20. Por eso, vuelve ahora a tus hermanos y actúa de esta manera; y te volverás su guía y maestro, del agrado de tu corazón. Amén».


Capítulo 175. Setlahem y los siete refunfuñadores

1. En seguida Setlahem hizo cara de poner otra pregunta, pero también esta vez Abedam se le adelantó y le dijo:

2. «Abedam, aún no eres puro, porque veo que hay una pregunta llevada por tus dudas que aprietan tu corazón y que te ofuscan –– con lo que no puedes comprender mis palabras.

3. ¿Qué importa si lo que tus hermanos suponen es erróneo o no? Porque hasta ahora tampoco tú tienes nada que podría garantizar la veracidad del tesoro de tu propia sabiduría.

4. Y qué vale más, ¿el intento de combatir un error mediante otro o reconocer en su interior la vanidad de lo propio erróneo y desistir de oponerse a lo erróneo de su hermano? Porque si recibes una verdadera Luz, el hermano que te quiere te seguirá voluntario...

5. Si con tu concepto erróneo te opones tenazmente al concepto erróneo de tu hermano de manera que este se vuelve furioso, ¿acaso te imaginas que él te seguirá, una vez que se te haya encendido una verdadera Luz?

6. Te digo que el amor es el principio de toda sabiduría y la humildad es el brazo prolongado tanto del amor como también de la sabiduría. Si eres humilde, nadie te agobiará. Porque donde el combativo no da con resistencia, pronto soltará la porra. ¡De modo que nadie te disputará lo que tienes en tu interior! La humildad es el mejor defensor de toda sabiduría, y a la vez es la mejor escuela para toda Sabiduría que surge del Amor.

7. De todo ello la soberbia es el extremo opuesto, lo que tu propia experiencia hace tiempos ya te ha enseñado palpablemente.

8. Por eso, ante todo, ve y reconcíliate con tus hermanos. Luego tráelos aquí y ya veremos quién de vosotros es el que alimenta más absurdidades. Amén».

9. A eso en Setlahem empezó a encenderse una Luz poderosa, con lo que ya no se atrevía a hacer más preguntas; sino se inclinó profundamente ante Abedam y en seguida se fue para juntarse con los siete hermanos.

10. Llegado allí, le habría gustado empezar a hablar sin rodeos, pero estaba tan conmovido que no pudo desplegar la boca; pues, poco le faltaba para reconocer a Aquel que le había dado semejantes enseñanzas.

11. Como ya se encontraba un buen rato entre los siete, todavía sin soltar palabra alguna, estos empezaron a preocuparse por él; pues tenían su sabiduría en gran aprecio. Sólo que no debía presentarles nada de nuevo sino siempre atenerse rígidamente a la tradición; entonces les resultaba bienvenido y siempre le prestaban toda su atención. De lo contrario, si quería hacerles creer algo nuevo, en seguida se apartaron de él e hicieron que se callara.

12. Tras su silencio extenso, y si de ninguna manera ya quería limitarse a lo tradicional y sagrado, por primera vez estaban dispuestos a permitirle que presentara algo de nuevo. Además, el orador sutil le confesó que sentía mucho haberle hablado antes de lengua tan mordaz.

13. A eso el corazón de Setlahem empezó a relajarse y sus pulmones empezaron a recuperar el aliento.

14. Recuperada su elocuencia, Setlahem tomó la palabra: «Queridos hermanos, ¡sólo por esta vez permitidme que hable!

De ninguna manera mi intención es meteros algo en la cabeza; de modo que con todo lo que voy a deciros cada uno puede quedarse con su propio concepto. Sólo que por esta vez os ruego que me escuchéis desde la primera palabra hasta la última, y una vez que me hayáis oído, ¡juzgad vosotros mismos! –– De modo que oídme:

15. Todos estamos apegados a la tradición porque es antigua, sin tener en cuenta que en la actualidad lo antiguo no existe. Si observamos una cosa que ante nuestra vista ha existido y envejecido, entonces, por supuesto, podemos decir: “Esta cosa es vieja porque envejeció junto con nosotros”.

16. Pero aun si razonamos de esta manera estamos profundamente equivocados, porque si realmente fuéramos antiguos, tendríamos que tener el mismo aspecto de entonces –– hace quinientos años...

17. Sin embargo, ¡lo mucho que nuestro aspecto ha cambiado en el transcurso de los años! ¿Cómo es posible designar vieja alguna cosa que de lo verdaderamente antiguo ya no tiene rastro alguno?

18. ¡Cómo hemos cambiado! –– ¿Dónde se han quedado nuestros cabellos y la mayoría de nuestros dientes? ¿Cuántas veces ya se ha pelado nuestra piel? Con lo que pregunto: ¿Por dónde se ha quedado nuestro cuerpo tan vigoroso y fuerte?

19. ¿Dónde se han quedado los árboles de cuyos frutos nos alimentábamos en nuestra tierna edad, dónde las ovejas, las cabras y las vacas que nos dieron la leche?

20. Ahora comemos los frutos de nuevos árboles y bebemos leche de nuevos animales, y estamos conformes porque el Orden de Dios lo ha arreglado de esta manera.

21. ¡Fijémonos en una fuente! ¿Quién de todos nosotros podría disputar que cada gota es una nueva? Y esta agua continuamente renovada nos gusta sobremanera...

22. ¿Acaso alguno de nosotros ya ha descubierto alguna vez una gota de lluvia vieja?

23. Cada vez cuando llueve nos alegramos por la causa de nuestras tierras.

24. El grano nuevo nos gusta más que el viejo seco, y siempre tenemos ganas de frutos de nuevas cosechas. Los hombres y las mujeres jóvenes siempre nos resultan más agradables que los viejos.

25. ¿A quién el sol naciente no le gusta más que el poniente aunque sea el mismo, sólo que él del poniente ya es un día más viejo que él del saliente?... ¿Y a quién la primavera no le gusta más que el invierno frío?

26. Ved, queridos hermanos, ante el hecho que en todo lo que miramos nos agrada más lo nuevo o lo continuamente renovado lo que, además, nos sirve mejor que lo viejo que hace tiempos ya caducó... ante el hecho que todos sentimos una predilección por lo nuevo... y ante el hecho que el Señor Jehová Sebaot continuamente renueva todo ante nuestros ojos, ¿cómo vamos a desaprobarlo refunfuñando si a la ocasión del sábado, conforme a la Voluntad de Él, se introduce una pequeña modificación?

27. No quiero sino tranquilizaros, salvando todos los respetos, porque también vosotros podéis tener opiniones contrarias muy ponderables, las que nunca os quisiera disputar, porque frecuentemente ya me demostrasteis la agudeza de vuestro intelecto.

28. Para terminar, quiero pediros únicamente que volváis conmigo al altar para que me ayudéis a reconocer a este Forastero que allí os está esperando, y que me deis vuestro criterio agudo sobre Él.

¡Os digo que sus palabras me fascinan de una manera que estoy a punto de tomarle por Jehová mismo!

29. Veo que esto os parece ridículo... Pero os digo que no os riáis con antelación, porque conviene que antes examinéis aquello de lo que os queréis reír; de lo contrario os arriesgáis que se confirmará en vosotros mi antiguo proverbio: ¡Quien ríe el último, ríe mejor...!

30. ¿Qué vais a pensar de un hombre que os reprocha vuestros pensamientos más íntimos y habla de cosas divinas como si le incumbiesen?

31. A vuestros hijos y todos sus descendientes, desde siempre, les demostrasteis palpablemente que los pensamientos más íntimos sólo pueden ser conocidos a Dios, porque para un ser humano esto resultaría imposible.

32. En este punto nunca os contradije porque siempre reconocí la veracidad de vuestro testimonio.

33. ¡De modo que venid conmigo y convenceos vosotros mismos! Y acaso que no le encontráis tal como os dije, entonces, ¡burlaos de mí ante todo el pueblo, y no os lo tomaré a mal!

34. Si estáis de acuerdo, ¡vámonos ahora mismo!».

35. Los siete se miraron arqueando las cejas, y no sabían cómo reaccionar a estas palabras.

36. Finalmente el orador mordaz tomó la palabra: «¿Qué más da? En repetidas ocasiones Setlahem ya nos había indicado muchas cosas, entre las cuales había muchas estupideces pero también había cosas realmente sabias. Acostumbrados a esto, también esta vez le podemos hacer esta alegría.

37. Pero te digo, Setlahem, si otra vez nos haces una trastada, ¡alégrate ya, porque te haré llegar una amonestación de padre y muy señor mío!».

38. A eso Setlahem le respondió: «Hermano Kisehel, ¡esto no tiene importancia, porque estoy convencido de que tu fe será aún mucho mayor que la de todos nosotros! –– ¡Vamos, pues!».


Capítulo 176. La impertinencia de Kisehel y su humillación

1. De modo que los siete se pusieron en marcha y en seguida estaban al lado del altar. Nada más llegar, el Kisehel resuelto se puso delante de Abedam el sublime y le miraba minuciosamente de arriba abajo. Como no pudo descubrir nada de extraordinario ––a no ser un carácter serio pero amable––, en seguida tuvo valor suficiente para entablar una conversación escrutadora con Aquel que para él todavía era un desconocido:

2. «Querido forastero, mira, todos queremos a nuestro hermano Setlahem. Con la bondad de su corazón y con su sabiduría, frecuentemente nos ha resultado muy útil y, dejando aparte sus percepciones a veces algo exageradas, siempre nos servía de un ejemplo lúcido. Sólo por esta vez, con su credulidad, está pasando la raya... Pues, estamos muy preocupados por él porque a pesar de toda su sabiduría, en su imaginación demasiado viva te toma por Jehová mismo...

3. Ves, si realmente eres un sabio, vas a confirmar que este disparate ya es gordo...

4. Si aparte de tu gran sabiduría en la que no dudo también tienes algo de amor, ¡entonces te rogamos que al pobre Setlahem le disuadas de esta insensatez de su corazón y su ánimo!

5. Pues, se supone que entre tú y Jehová habrá una diferencia como entre un punto y la eterna infinitud...

6. Por eso, en el nombre de todos mis hermanos, te ruego que a nuestro hermano le hagas sentar la cabeza y el corazón».

7. «Kisehel, he examinado tu corazón a fondo y he descubierto que la mitad de él está llena de amor al prójimo, pero que la otra mitad está llena de alegría del mal ajeno que es una variante del amor propio...

8. Pero a pesar de tu opinión en parte en favor de tu hermano te habías propuesto que, si su descripción no se confirmase, ibas a machacarle con tu lengua mordaz y luego reírte de él a más no poder.

9. Como acabas de valerte de mi Amor al prójimo, ahora quisiera aprender de ti de qué daño quisieras que le protegiera antes de todo, ¿de un daño del intelecto o uno del corazón?

10. A Mí, por mi parte, me preocupa más su corazón, mientras que tú te refieres más bien a su cabeza. Pero ya que se trata de salvarle, a Mí me gustaría más salvarle del todo, y no solamente la mitad. Por eso explícame cómo habría que proceder».

11. Sin pensarlo mucho, Kisehel le respondió: «Oh amigo, tu sabiduría pasa todo lo que me podía imaginar. Pero que ante su evidencia aún puedas hacerme preguntas, ¡esto es algo totalmente nuevo para mí! Porque sabios de tu categoría ––de los cuales ni siquiera los corazones de los hermanos están a salvo–– normalmente dejan de hacer preguntas y no hacen sino enseñar...

12. De modo que por esta vez tendrás que conformarte si no te contesto tu pregunta.

13. Aunque una vez que le hayas hecho sentar la cabeza, ¿qué va a cambiar?

No se hundirá el mundo si me abstengo de mi amenaza que sólo estaba pensada en su bien...

14. En realidad, no fue mas que una broma sin malas intenciones.

15. Ya te dije antes con toda claridad que todos amamos a Setlahem. Entonces, ¿cómo es posible que nos preguntes por algo que no honra en absoluto tu sabiduría que penetra en los corazones?

16. ¡Una sabiduría con flaquezas está todavía muy lejos de una sabiduría lógica!

17. Por eso, antes de todo, corrige esta deficiencia y después ya te contestaré...».

18. Y, dirigiéndose a Setlahem, continuó: «Ves, hermano Setlahem, ¡ahí aun no sale nada de un Jehová! ¡Supongo que en seguida sacaremos todo el asunto en claro!».

19. A eso Abedam miró a Kisehel con seriedad y le dijo: «En verdad, si tú continúas así, ¡incluso Jehová aún tendrá que ir a tu escuela para aprender la verdadera sabiduría de ti!

20. Pero para que veas que la Sabiduría de Jehová no tiene deficiencias, ¡mira allí en dirección de la mañana! ¿Ves aquel montón de piedras dispersadas que la Sabiduría ilimitada de Jehová en esta noche ha preparado precisamente para ti, derrumbando la gruta de Adán?

21. ¿Acaso percibes esta Sabiduría? Ahora, con toda tu sabiduría lógica, ¿puedes reconstruir esta gruta exactamente como estaba antes?

22. Ves, en tu corazón lo estás negando y te preguntas si Yo soy capaz de ello.

23. Pero tampoco Yo voy a darte una respuesta, sino que simplemente diré a la gruta: “¡Levántate!”.

24. Y ves, la gruta ya está levantada, perfectamente como estaba antes...

25. Si acaso tu fe es demasiado débil, ¡ve allí para convencerte desde fuera y desde su interior, y verás que incluso cada grano de arena se encuentra en el mismo lugar donde estaba antes!

26. Pero tú mismo, con toda convicción, en tu corazón me respondes que aquel que es capaz de reconstruir el exterior tal como estaba antes, también puede reconstruir su interior perfectamente, con la misma facilidad.

27. Ya que me confirmas esto a base de tu sabiduría lógica, ¡ahora dime cuántas deficiencias todavía descubres en mi Sabiduría!».

28. Con excepción de Enoc que estaba bien al tanto del Poder del Señor, todos quedaron como petrificados y un gran miedo se apoderó de ellos; de modo que nadie se atrevía a soltar una sola palabra.

29. De modo que Abedam volvió a preguntar: «Kisehel, de nuevo me debes una respuesta, ¿por qué también esta vez?

30. Mira, al hacerte esta pregunta, ¿tal vez te he descubierto otra deficiencia de mi Sabiduría? Si me consideras alumno tuyo, ¿cómo es que te callas ante mi deficiencia y no me reprendes?».

31. Ahí Kisehel se echó a los pies de Abedam y dijo llorando: «¡Oh Señor del Cielo y de la Tierra, no me castigues demasiado severamente, pues, ante Ti no soy sino un pobre gusano en el suelo!

¡Ahora reconozco mi eterna culpa ante Ti...! Tú, que podías levantar la antigua gruta de Adán, algún día tendrás piedad del pobre gusano sin guardarme mucho rencor debido a mi gran ceguera que no reconocía al Sol... ¡Que se cumpla eternamente tu santa Voluntad! Amén».

32. «Levantaos y volved al lugar donde estabais antes», respondió Abedam. «Allí introvertíos y procurad reconocerme en vuestros corazones. Porque vuestra comprensión actual debida a la reconstrucción instantánea de la gruta, para vuestro espíritu resulta en un juicio para la muerte. Sin embargo, en cuanto me hayáis reconocido en el ámbito del amor de vuestros corazones, entonces el haberme reconocido os servirá para la Vida...

33. Sólo cuando vuestro corazón os anuncia mi nombre, ¡entonces volved aquí para que os arranque de la tierra que, con excepción de Setlahem, ya se os ha tragado a todos!

34. ¡Ahora id y cumplid con lo que os dije, sólo tú, Setlahem, quédate aquí! Amén».


Capítulo 177. La confesión de Kisehel

1. Llenos de arrepentimiento y con toda sumisión en su Voluntad, los siete agradecieron a Abedam y volvieron al lugar indicado.

2. Una vez allí, sus mujeres e hijos ––que ya no eran jóvenes sino ancianos de algunos cientos de años–– se acercaron a ellos porque se dieron cuenta que sus padres normalmente alegres estaban tristes.

3. Por eso los familiares les preguntaron por la causa de su tristeza.

4. En seguida Kisehel les respondió: «Hijos, ¡no preguntéis mucho por qué por primera vez tenemos motivos fundados para ser tristes, sino fijaos en la gruta de Adán que de nuevo está allí en su gran esplendor! Y eso a pesar de que aún esta mañana todos expresamos nuestro pésame por verla derrumbada en un montón de piedras...

5. ¿Qué decís ahora? Por eso, ¡introvertíos y reflexionad!

6. ¡Sólo os señalo que allí al lado del altar y de Enoc está Uno...! Por eso, ¡introvertíos en vuestros corazones...! Y más: ¡entregaos a Jehová Sebaot y en el amor de vuestros corazones buscad al santo Padre! Así preparados, ¡dirigíos respetuosamente al altar donde encontraréis lo que estáis buscando!

7. Ahora retiraos y hacedme caso; y os volveréis felices –– ¡increíblemente felices!».

8. Nada más haber oído estas palabras, las mujeres y los hijos volvieron a sus lugares y, por profundo respeto, no se atrevían siquiera a mirar la gruta por su esplendor resplandeciente. Todos se echaron al suelo, alabando la Bondad, el Poder y la Magnificencia de Dios; y de esta manera sus corazones se llenaron más y más de amor a Jehová.

9. Y dirigiéndose a sus hermanos, Kisehel les preguntó: «Hermanos, ¿qué os dice vuestro corazón, y qué sentís en él?

10. ¡Os digo que el mío está a punto de reventar por amor a Él! ¡Hay una fuerza increíble que me atrae hacia el altar! Y si no me hubiera caído tan profundamente, no habría fuego alguno que podría impedir que me acercara a Él... a Él... a Él...

11. ¡Pero mi gran culpa ante Él, ante el sumo Santo, me está paralizando los pies! Mi alma está agitada y donde piso la Tierra, esta está temblando –– con lo que no puedo acercarme a Él...

12. ¡Pero a Aquel al que ahora amo sobre todo, también le temo sobre todo!

No temo su eterno Poder que fácilmente podría acabar conmigo... tampoco temo su ira que podría aniquilarme eternamente... ni tampoco su furor que podría matar y condenarme eternamente, ¡sino temo que no le amo suficientemente!

13. Oh, ¿por qué no soy puro amor? Todos mis huesos, ¿por que no son amor?, y todo mi cuerpo ¿por qué no puro amor?

14. Oh hermanos, ¡que el fuego de mi corazón penetre en todos mis huesos y que en su amor devore todo el cuerpo, porque antes no podré acercarme a Él –– y vosotros tampoco! El Justo es puro porque no conoce el pecado, dado que ya le rehuyó desde que había mamado del pecho maternal... Nosotros, mientras tanto, nos complacimos en el pecado de una manera que finalmente ya nos parecía como si fuera un auténtico derecho ante Dios...

15. El pecado nos ha endurecido de una manera que ya no somos capaces de convertirnos completamente en amor –– pero aun así hay que realizarlo, nuevo, y totalmente a partir del corazón...

16. La Llama del Amor en nuestro corazón debe volverse tan poderosa que devora nuestro cuerpo pecaminoso, para que de las cenizas del cuerpo devorado pueda formarse un cuerpo nuevo, un cuerpo apto para amar, porque únicamente con tal cuerpo podremos acercarnos a Él.

17. Así es, hermanos. ¡Imposible que antes de ello podría acercarme a Él –– al santo Padre tan lleno de Amor... al eterno Dios infinito! Porque ahora, entre todos los sacrilegios pecaminosos, el mayor me parece ser él de no amarle suficientemente y el acercarse a Él en semejante amor imperfecto.

18. Oh Hermanos, ¡comprendedlo bien, porque juntos conmigo habéis experimentado qué significa el acercarse a Él indignamente!

19. Por eso, ¡considerad estas palabras! ¡Os digo que ni siquiera eternidades podrán borrar de mi mente esta sensación tan fatal que experimenté cuando yo, un pecador, me encontraba delante de Dios!

20. Oh Tierra, ¡sé consciente de que ahora estás portando a Dios!

21. Mi lengua débil está balbuciendo, la Tierra está temblando y los Soles lo irradian: ninguno percibe realmente a Dios... ¡Aquel al que estáis alabando es un Dios!, ¡es un santo Padre...!

22. Oh Tierra, ¡qué santa te has vuelto, ahora que el pie de tu Creador todopoderoso te está pisando!

23. Oh brillo precioso del Sol, ¡lo santo que también tú te has vuelto! Junto con mi nulidad, ¡sé consciente de Quién es Aquel que permite que hoy le toques con tus rayos!

24. Oh Padre, santo Padre... Viniste a nosotros que somos unos pecadores indignos... a nosotros que ya pecamos tanto en considerarnos hijos tuyos...

25. ¿Quién puede percibir tu Misericordia infinita, quién la grandeza de tu Amor?

26. Oh, ¡ayudadme todos a alabar a Aquel que vino a nosotros que somos pecadores! Todos mis hermanos, todos los hijos, la Tierra, el Sol, y también tú mi cuerpo duro pecaminoso, todas las criaturas y todos los ángeles, ¡ayudadme a alabarle! Porque únicamente Él es bueno, santo y lleno de sumo Amor, de Poder y de Fuerza.

27. Únicamente a Él le corresponden toda honra y todo loor, y todo nuestro amor, ahora y eternamente. Amén».

28. Después de estas palabras se calló y, llorando, se echó al suelo; y todos sus hermanos siguieron su ejemplo.

29. Entonces Abedam dijo a Enoc: «Ves, ¡hasta ahora nunca nadie me encontró como éste! Aunque en su ceguera había pecado, pero una vez que me había reconocido, se volvió más grande que todos los que se encuentran aquí. Porque mira: ¡El se considera el más ínfimo e indigno de todos! Por eso vayamos a él y a sus hermanos para ayudarles que se levanten. En verdad, hoy el Kisehel me ha encendido el sacrificio más maravilloso de todos; porque como él quería que se volviera mero amor, permitió que el fuego de su amor le consumiera del todo. Y os digo que realmente lo ha conseguido: se ha vuelto puro Amor...

30. Por eso vayamos ya para ayudarle que se levante; y vais a ver y oír cosas que hasta ahora aun no han pasado por vuestra mente. ¡Vámonos, pues! Amén».


Capítulo 178. La oración de arrepentimiento de Kisehel

1. De modo que los dos se dirigieron allí donde los siete todavía estaban echados al suelo. Pero conforme la Voluntad de Abedam se detuvieron my cerca de ellos desde donde podían oír a Kisehel que, todavía en el polvo, estaba rezando en forma de un monólogo:

2. «¡Oh ínfimo y mísero pecador que soy –– y lo que he hecho! En mi infinita insensatez he presumido ante Dios porque la tomaba por una sabiduría lógica a la que casi adoraba en mí mismo...

3. Pero su Misericordia me presentó una chispa de su Sabiduría infinita que en los tiempos primordiales hubo ordenado el cielo y la Tierra, y que también a mí ––un gusano lleno de ingratitud y de desobediencia–– me ha dado una existencia milagrosa.

He aquí, ¡ahora me tenéis en el polvo, totalmente impotente!

4. ¿Qué habría resultado de mí, si Él me hubiera presentado algo más que una sola chispa de su infinita y eterna Sabiduría inescrutable?

5. ¡Me habría quedado aniquilado instantáneamente como si nunca hubiera existido!

6. Pero su Bondad inconmensurable, su Amor infinito y su Misericordia ilimitada me perdonaron mi descaro increíble. En vez del aniquilamiento instantáneo que durante toda mi vida he merecido cien veces por cada momento de mi existencia, Él me perdonó mi culpa indecible y me mandó aquí, para que le buscara y reconociera en mi interior, y que después volviera a Él...

7. Pero yo, el pecador más indigno –– ¿y volver a Él?

Oh Tierra, ¡vale más que te abres y me tragues! Aunque tenga la sensación que ya me he vuelto mero amor a Él, ¿será posible que eternidades puedan borrar mi pecado como si nunca lo hubiera cometido ante Él?

8. Oh santo Padre de hijos buenos, ¡esto no puede ni debe ser! Porque Tú, buen Padre, eres santo... ¿Cómo, entonces, podría pecar otra vez ante Ti, y de manera mucho peor?

9. Ya vale una vez para siempre si en mi ceguera en que no te podía reconocer he pecado ante Ti... ¡Pero de menuda categoría sería mi pecado si ahora que te he reconocido y me he vuelto consciente de ser un pecador, de nuevo me presentara ante tu santo Semblante!

10. ¡Oh no, oh no! Oh santo Padre que eres tan sumamente bueno, ¿no vas a castigarme tan duramente?

11. Consta que habría merecido el castigo más severo... pero teniendo en cuenta lo mucho que ahora le amo –– de una manera que incluso en cada cabello siento amor a Él, como si en cada uno hubiera cien corazones, todos encendidos por amor, ¡esto debería compensar el castigo merecido, porque en este caso no haría sino seguir al impulso poderoso de mi corazón!

Por eso, aquí mismo, voy a llorar mi gran insensatez. Conforme sepa, nunca he servido en nada a la Tierra; de modo ahora por lo menos mis lágrimas remojen su suelo... ¿Quién sabe si no pudiera haber unas raíces que se podrían confortar con ellas? ¿A no ser que podrían morir por la dureza de las lágrimas de un gran pecador?

12. Pues sí, raíces puras, mi lágrima de arrepentimiento cargada de mi pecado no puede traerte bendición alguna porque procede del mar de mi culpa, con lo que sólo podrá ahogarte... ¡Por eso haré que mis lágrimas caigan sobre la arena seca, que quema, y no me levantaré antes de que se hayan agotado o que el Padre y Dios justo me haya mandado un mensajero con mi sentencia merecida!

13. Pues sí, en el lugar más remoto de la Tierra en el castigo del destierro eterno me encontraré mejor que aquí en este lugar sagrado donde siento demasiado mi indignidad...

14. Oh soledad discreta, ¿dónde puedo encontrarte para que en ti ––sin testigos de mi gran aflicción y sin ser compadecido–– pueda morirme por mi pecado, para siempre?

15. ¡He aquí que acabo de dar en el blanco, porque la única forma de expiar mi pecado ante Dios es la muerte, la eterna inexistencia! Porque cuando el delincuente ha dejado de existir, con él también el pecado ha perdido su monta... De modo que para aquel que ya no existe, junto con él todo se acabó...

16. ¿Pero qué, si ante Dios una aniquilación no existe –– qué entonces? ¿Podría Dios jamás olvidar algo?

17. Algo que permanece en la memoria eterna e indestructible de Dios, ¿acaso esto puede jamás desvanecerse?

18. Nosotros mismos, ¿acaso somos otra cosa que productos de su memoria incesante y proyectados en una existencia libre delante de su Semblante?

19. ¿Pero quién podría jamás borrarse de esta memoria eternamente insondable de Dios?

20. Oh Dios, santo Padre... Sólo ahora veo la nulidad de todos los hombres y de todos los seres ante Ti, ¡porque únicamente Tú eres Todo!

21. Ahora también reconozco que los seres humanos ––los justos tanto como los pecadores–– todos somos impotentes ante Ti; pues, ¡Tú eres Todo!

22. Aquel que es justo ante Ti, oh santo Padre, ¿qué mérito tiene? ¡Ninguno, porque tu gran Misericordia es Todo!

23. Aquel que es un pecador ante Ti, ¿qué es? –– ¡Nada más que una nada miserable ante Ti! Pues, quiere presumir algo ante tu Semblante, sin tener en cuenta de que es una nada ante Ti...

24. Entonces, ¿qué diferencia hay entre un pecador y un justo? –– Ya lo veo: El pecador es un insensato porque se imagina y actúa como si representara algo ante Dios, por propio mérito; mientras que el justo reconoce su nulidad y que todo lo que figura es pura Misericordia de Dios, el santo Padre...

25. Esta es la Luz del justo, mientras que la noche del pecador es su gran ilusión.

26. Oh santo Padre, ¡ahora me queda claro que ante Ti no me puedo ocultar en ninguna parte, porque en toda parte Tú eres Todo!

¡Pero también me queda claro que tu Misericordia es infinita!

Oh, ¡no me guardes rencor en tu gran Santidad, sino en tu infinita ternura de Padre ten piedad de mí que no soy sino un pobre pecador ciego! En cuanto te parezca bien, actúa conmigo conforme a tu santa Voluntad... Y a mí, si te parece bien, ¡déjame que sea el más ínfimo entre todos aquellos a los que agraciaste con tu Misericordia! Oh santo Padre, ¡que se cumpla tu Voluntad! Amén».

27. A eso dejó de hablar y empezó a llorar en voz alta; y sus hermanos lloraron junto con él.

28. Setlahem y todos los demás, incluso Enoc, estaban tan emocionados que también empezaron a llorar; pues, las palabras de Kisehel les habían encendido una Luz inesperada.

29. Y Abedam les dio a entender que ahí había más que diez mil altares con los sacrificios encendidos en grandes llamas...

30. Sufriendo por Kisehel, Setlahem se dijo en su corazón: «¡Pobre hermano! ¡Y únicamente yo soy el culpable de tu gran aflicción! ¡Si lo hubiera sabido antes, habría preferido que me machacaras con palabras, en vez de permitir que te sucediera algo así!

31. Oh Abedam, Padre lleno de Amor, ¡ten piedad de él!».

32. Pero Abedam le respondió: «¡No te preocupes de tu hermano sino procura que te vuelvas como él! Porque el que no se vuelve como tu hermano, en la Vida eterna quedará muy detrás de él...

33. ¡Compréndelo y ya no te preocupes por aquel que ya está vivo! Amén».


Capítulo 179. La naturaleza del pecado y su superación

1. Después de esta advertencia Abedam el sublime esperó aún algunos momentos y después se dirigió al Kisehel que todavía se encontraba en el polvo. Le tocó y le dijo:

2. «Kisehel, ¡entra en la Vida eterna, porque ya la has encontrado!

3. Yo, Abedam Jehová el eterno –– Yo, tu santo Padre, vine personalmente para levantarte... Por eso, renuévate sin temor porque mira: Yo he abolido tu pecado para siempre porque me agarraste con tu amor de una manera como hasta ahora ni uno solo de todos mis hijos en la Tierra lo ha hecho!

Por eso, ¡renuévate también de una manera como hasta ahora nadie se ha renovado! Renuévate dotado de una gran sabiduría que surge de tu amor... y dotado de un gran poder que también surge de tu amor al que todas las cosas animadas y inanimadas están sumisas. Además, estás dotado de la Vida eterna; con lo que te digo que nunca sentirás ni palparás la muerte, porque mediante tu amor a Mí ya mataste toda tu carne.

4. Aquel que muere como tú acabas de morir ––tras el amor a Mí–– y al que Yo me acerco para despertarle, te digo que él no está despertado para una vida pasajera sino para la Vida eterna...

5. Y te digo que aquel que no gana la Vida eterna como tú, en el Más Allá aún tendrá que esperar mucho hasta que llegue el gran día de la redención para los muertos.

6. ¡Levántate, pues! Levanta también a tus hermanos e hijos, y sígueme... Amén».

7. Cuando Kisehel oyó la voz y las palabras del Señor, suspiró profundamente y se levantó, medio embriagado por alegría desbordante. Temblando de todo el cuerpo, no pudo pronunciar ni una sola palabra.

8. A eso Abedam se acercó aún más a él, le tocó otra vez y le dijo:

9. «Te digo que estés firme y que todo tu temor sea eliminado para siempre –– incluso el miedo de que pudieras caer de nuevo en la tentación. Porque todo lo que harás en el futuro lo harás en mi nombre y en mi Amor. Ahora, aquel que en todo lo que dice y hace actúa en mi nombre, ¿cómo podría ahí salir un pecado?

10. Os voy a explicar qué es el pecado y cómo alguien puede pecar –– y también cómo alguien puede dejar de pecar...

11. He aquí lo que es el pecado: Cuando alguien en su interior nota un impulso y se da cuenta del provecho que puede sacar de él, y le abraza y le agarra con avidez, entonces le transforma en propiedad suya, actuando con la intención de aprovecharse de él.

Al apropiarse el amor propio de tal impulso, se forma un espíritu maligno que penetra en todo el hombre y le ofusca, de modo que este ya no sabrá distinguir entre lo verdadero y lo falso, y entre lo bueno y lo malo.

12. Puede haber alguien que en su interior siente un impulso que fuera, pero en seguida se dice: “Oh Señor, ¡reconozco que me has tocado porque este impulso me lo mandaste Tú, oh Padre! Tu infinita Bondad tiene Misericordia de mí ––que soy un indigno–– y quiere que me consolide en la verdadera humildad y en el verdadero amor a Ti. Oh Padre, ¡no soy digno de actuar así como mediante el impulso tentador me lo señalaste! Porque tuyo es todo Poder, tuya es toda Fuerza y únicamente Tú eres el Señor del Cielo y de toda la Tierra.

Por eso déjame que haga sólo aquello que ante Ti me corresponde: amarte con un amor infantil... Pero aquel impulso para actuar de manera más sublime, ¡líbrame de él con la misma indulgencia con que me lo diste –– porque es una Fuerza divina!

Si yo, un pobre ser todavía muy débil, actuara conforme este impulso, sería una criatura que en este detalle se arrogaría de ser semejante a Ti, porque actuaría con tu fuerza, lo que únicamente te corresponde a Ti... Por eso, Señor, ¡quítame este santuario de encima porque no lo merezco, pero déjame que permanezca en mi amor infantil a Ti, oh santo Padre!”.

13. Ved, si encuentro semejante humildad en un hombre, ¿acaso pensáis que volveré a quitarle el impulso de mi Fuerza?

14. ¡De ninguna manera! Porque le bendiciré en él, y tras este impulso bendecido despertaré al hombre para la Vida eterna...

De esta manera el hombre ––precisamente al haberse servido del mismo medio por el cual, aprovechando arbitrariamente de él, habría podido volverse un gran pecador–– queda eternamente en viva unión conmigo y podrá hacer lo mismo un millar de veces sin pecar con ello, porque todo lo que hace ya no lo hace de por sí sino de por Mí...

15. ¿Acaso os imagináis que el pecador hace otra cosa que cumplir con mi Voluntad? ¡Entonces estáis muy equivocados porque nadie puede tocar ni un solo cabello suyo sin que esto sea conforme a mi Voluntad!

16. Ahora reflexionad: ¿Cómo puede pecar aquel que actúa conforme a mi Voluntad?

17. Ya os expliqué antes cuál es la naturaleza del pecado, pero aún os voy a dar un ejemplo muy acertado para que lo comprendáis mejor:

18. El A está haciendo algo que al B le ofende tanto que el B quiere matar a su hermano A, parecido a un Caín; pero el B en seguida reconoce de dónde le vino este impulso.

Pero el simple hecho de haber reconocido de dónde le vino este impulso ajeno no es todo, porque el humilde reconocimiento del poderoso impulso mismo en seguida le hará reconocer que únicamente Yo soy el Señor de horca y cuchillo... y al reconocer esto, el que fue tocado por mi Fuerza, se desplomará ante mi Santidad que tanto se ha acercado a él, y de corazón sumamente grato me restituirá lo Mío.

19. Una vez que mi Fuerza le ha agarrado ya no se la retiraré, sino con ella misma le bendiciré y le despertaré para la Vida eterna.

20. Después el B irá también a su hermano y le convertirá, es decir, por lo que atañe al mundo, le matará y con la plenitud de mi Fuerza que reina en él le vivificará para la Vida eterna.

21. Entonces, ¿quién aún podría afirmar que el B hubiera pecado contra su hermano?

22. Pero aquel que tras haber reconocido el impulso ajeno actúa arbitrariamente ––aunque fuera conforme mi Fuerza se lo permite–– ¿no sería un vil pecador parecido a Caín que en su interior había tergiversado mi Fuerza, con lo que se volvió malvado y mató a su hermano a golpes?

23. Sin embargo, cada pecador que a tiempo reconoce su insensatez y lleno de arrepentimiento y amor en toda humildad vuelve a Mí, y me devuelve todo lo que me quitó, él será como uno que fue justo desde su nacimiento. Y os digo que le serán redimidos todos sus pecados aunque las hubiera como arena en el mar. Como no se le será quitado nada, va a crecer conforme su arrepentimiento, su humildad y su amor.

24. ¡Pero tanto más ay de los obstinados!

Kisehel, todo tu pecado ha quedado anulado como si nunca hubieras pecado; pues, reconociste lo Mío en ti...

25. Por eso vuélvete firme y, junto con tus hermanos, sígueme a tus hijos. Amén».


Capítulo 180. Las cinco hijas de Zuriel

1. Acto seguido se dirigieron a los hijos de Kisehel que también se encontraban en el polvo, en un arrebato de suma veneración, rezando verdaderamente y alabándome en el corazón.

2. Nada más llegar allí, el sublime Abedam les dijo:

3. «Todos los hijos de Kisehel, los de sus hermanos y todas las madres, ¡levantaos! Porque Yo ––Aquel ante quien os habéis echado en el polvo–– he venido personalmente a vosotros, en forma humana, porque quiero que os renovéis para la Vida en el ámbito del Amor que surge de Mí...

4. Os digo que en cuanto Yo ahora os llame, todos los que se levantan entrarán en la Vida eterna y nunca sentirán ni palparán la muerte.

5. Pero los que no hacen caso a mi llamada, ellos continuarán en el suelo. Por eso, libremente, ¡levantaos llenos de alegría! Amén».

6. Acto seguido todos se levantaron, llorando de alegría. Porque enseguida reconocieron a Aquel que les dio una nueva existencia.

7. Entre ellos también había cinco mujeres jóvenes, bisnietas de Kisehel. Eran extraordinariamente hermosas, todas de una edad entre treinta y cuarenta años, y a pesar de ello, ninguna de ellas tenía un marido –– pero sí, tenían muchos pretendientes.

Pues, su padre que era muy devoto y sencillo, desde siempre les había enseñado que me busquen y amen únicamente a Mí, y que si lo hicieran así, el día adecuado Jehová ya les iba a dar maridos selectos con los que iban a tener una gran alegría –– y que igual iban a ser hijos del linaje directo de Adán,

8. lo que entonces para los de los demás linajes era un distintivo como hoy día ser un príncipe.

9. Guiadas por una enseñanza tan buena, estas cinco amaban a Jehová cada vez más –– y eso a pesar de su juventud que, para los tiempos primordiales, figuraba de ser muy tierna.

10. Por eso, de vez en cuando, hice que pudieran saborear mi Amor profundamente; y aunque para ellas era invisible, estaban verdaderamente enamoradas de su Jehová; de modo que ya no podían apartar sus corazones de Mí, sino la gran añoranza que tenían de Mí aumentaba de día en día, y frecuentemente incluso de hora en hora.

11. También entre ellas se amaban mútuamente y eran casi inseparables. Lo que la una hacía también las otras lo hacían.

12. Todo lo que miraban las encantaba; porque en todo veían un recuerdo valioso de su exclusivamente amado.

13. Cuando alguna vez encontraron una flor excepcional, ¡seguro que esta estaba destinada a ellas!, y la cogieron para llevarla a su padre para mostrarle la preciosidad que su amado les había regalado...

Esto también era una gran alegría para su padre que, en su corazón, siempre me agradecía profundamente que a sus queridas hijas siempre las había protegido de persecuciones de la lascivia masculina.

14. De esta manera las cinco jóvenes prosperaron en el Ambito de mi Amor, con lo que se volvieron cada vez más hermosas, tiernas y atractivas –– en el sentido físico tanto como en el espiritual. Por eso todos las llamaron “Aluraheli” (las hijas bellas del Amor).

15. Conociendo este historial, cada uno podrá hacerse una idea cómo se sentían las cinco cuando en Abedam vieron a su Jehová tan profundamente amado.

16. Si su padre no las hubiera parado, con su amor encendido se habrían echado encima de Él.

17. Como Abedam desde siempre estaba consciente de este amor, se dirigió al padre de las jóvenes y le dijo:

18. «Oye, Zuriel, a las que quieren venir a Mí, ¡no las pares! ¿Acaso no fuiste tú mismo quien enseñaba a tus hijas que me amen únicamente a Mí? ¡Entonces déjalas que vengan y no las detengas!».

19. Acto seguido el Zuriel devoto condujo a sus hijas a Abedam, se arrodilló ante Él (lo que era su postura acostumbrada cuando me rezaba) y le dijo:

20. «Oh Jehová, santo Padre de todos los hombres y creador de todas las cosas, ¡mírame con clemencia y oye el balbuceo de mi boca...!

21. Mira, aquí están mis hijas a las que ya desde su infancia te he consagrado a Ti, y a cuyos corazones mediante tu Gracia siempre he guiado hacia Ti... Estas hijas con las que Tú me obsequiaste, oh Jehová, ahora te las devuelvo –– ¡un sacrificio que ya tiene cierta pureza! Te las devuelvo con la gratitud más ferviente por haberme considerado digno de confiarme este obsequio tan maravilloso, a mí, que soy el más indigno...

22. ¡A que este sacrificio que acabo de hacerte sea de tu agrado!

23. Oh Jehová, que soy un pobre pecador ante Ti, ¡ten piedad de mí!

¡Que siempre se cumpla tu Voluntad!».

24. A estas palabras el sublime Abedam respondió: «Oye, Zuriel, ciego y mundano fue este obsequio cuando de mi mano fue colocado en el regazo de tu mujer, e impuro y sucio fue cuando vio por primera vez la luz de la Tierra. Pero tú lo purificaste conforme a mi Voluntad, y con toda diligencia de tu corazón cultivaste para Mí cinco arbolitos preciosos de la Vida que en mi jardín pronto producirán los frutos más preciosos. ¡De esto puedes estar seguro!

25. A la más joven la voy a bendecir para toda la Tierra, y sus descendientes verán el gran fin de todas las cosas. Tras las demás cuatro será bendecida la actividad artística del espíritu, porque vendrán tiempos en que precisaréis de las artes que serán una bendición para todos aquellos que se servirán de ellas de una manera sabia. Al otro lado, los que se servirán de una manera egoísta de las artes, para estos resultarán en un juicio...

26. Tú, Zuriel, nunca palparás la muerte; porque mira: ahora he liberado tu espíritu de la carne, para que él sea el señor en su casa hecha de carne y que pueda entrar y salir de ella conforme le parece bien. Pero no abandones definitivamente esta tu casa antes de que Yo haga que te llamen.

27. Te digo que un día venidero en el Reino de la Luz del Amor habitarás con los tuyos en un hogar sumamente precioso... realmente, más precioso que todos los cielos visibles y también mucho más grande que ellos... ¡Pero por ahora, quédate conmigo, junto con los tuyos! Amén».

28. Luego Abedam dirigió algunas palabras a las tres amantes y las preguntó: «Aluraheli, ¿cómo me encontráis? ¿Estáis contentas conmigo? ¿Me os habéis imaginado así cuando en las praderas buscasteis recuerdos de Mí?».

29. Las cinco casi no se atrevían a mirarme, y me respondieron de voz trémula pero suave y dulce: «Oh, único objeto de nuestro amor, ya lo ves en nuestros corazones... pues, somos totalmente indignos de esta Gracia tuya...

30. Oh Jehová, ¡únicamente Tú eres nuestro gran anhelo, y únicamente Tú eres el amado de nuestros corazones!

31. ¿Con qué hemos merecido la Gracia que nos hayas permitido que te amemos? ¡Reconocemos con gran humildad que esto para nosotras ya es la mayor Bendición!

32. Oh Jehová, ¡si tan sólo nos permitieras que podamos tocarte o que por lo menos podamos tomar tu mano y apretarla contra nuestro corazón!».

33. A eso Abedam hizo que se aceraran y le abrazaran, y les dijo:

34. «Después de Eva sois las primeras a las que está permitido que me toquen. Y ya que me tenéis agarradas, también Yo voy a agarraros con la misma mano que antaño creó al cielo y a la Tierra, y voy a besaros con la misma boca que antaño pronunció el gran “¡Hágase!” –– y entraréis en la Vida eterna.

35. Por eso, también vosotras, ¡quedaos conmigo y seguidme a la pequeña colina para juntarnos allí con Adán! Amén».


Capítulo 181. La preocupación de Zuriel devoto

1. Y las cinco hijas se arrimaron a su Amado y le abrazaron de una manera que le habría resultado imposible seguir andando de manera natural, a no ser que las hubiese arrastrado.

2. Zuriel estaba preocupado que este comportamiento de sus hijas pudiera resultar molesto para Abedam Jehová. Por eso, todavía de rodillas, le preguntó con todo respeto:

3. «¿Te parece bien si las llamo al orden? Porque como quieres subir a la colina de Adán, supongo que ellas te molestarán...».

4. «Pero Zuriel, ¡estas pensando de manera mundana de Mí!», le respondió Abedam. «¿Quién podría resultar molesto para Mí? ¿Cuál astro podría ser un estorbo para mis pies?

5. Si el comportamiento de tus hijas me resultara molesto, ¿acaso te imaginas que Yo no podría quitármelas de encima? ¡Te digo que en tu ojo derecho estás todavía muy ciego!

6. Mira: Para que cada grano de arena que se ha pegado a tus pies pueda subsistir como tal, Yo tengo que agarrarlo con la Fuerza de mi Amor, y eso mucho más intensivamente de lo que ahora tus hijas están agarrando mis pies. Y aun así tú puedes llevarlo libremente contigo, a pesar de que tampoco eres más que una criatura Mía, y a pesar de que Yo tengo que agarrarte también a ti y eso infinitamente más intensivamente, para que tú puedas existir, vivir, pensar, sentir y ser consciente de ti mismo –– sin que Yo te impida que te muevas libremente.

7. Fíjate en la Tierra, la Luna, el Sol y las incontables estrellas que todos se mueven libremente: todos son mundos como esta Tierra y Soles como este Sol, aunque todos sean formados de una manera totalmente distinta. Hay los que son incomparablemente mayores, aunque también hay algunos que son más pequeños.

8. Y Yo tengo que agarrarlos continuamente, a todos, desde el átomo inferior hasta el Sol central mayor cuyo tamaño tiene la misma relación con el conjunto de la Tierra y del Sol como la misma Tierra con un átomo... Si no los agarrara continuamente a todos, ¡instantáneamente dejarían de existir! Y ves, ¡aun así todo puede moverse libremente!

9. ¿Te enteras ahora de tu ceguera? ¿Cómo es posible que podías imaginarte que tus hijas tan cariñosas podrían ser un estorbo para mis pies?

10. Y ves, ¡todavía hay muchos entre vosotros que tienen un concepto insensato como tú!

11. Lo que tus hijas hacen conmigo no es ni mucho menos molesto para Mí sino, al contrario, me gusta mucho. ¿Por qué no iba a apreciar amantes en mi alrededor? Si no los amantes, ¿quiénes, entonces, debieran poder acercarse a Mí?

12. Os digo a todos: La mujer que no me agarre y abrace como estas queridas hijas Mías, nunca verá mi semblante...

13. Zuriel, ¡a ver si comprendes el sentido de estas palabras!».

14. «Oh Jehová, ¡perdóname –– que soy un pobre insensato!», dijo Zuriel. «Y esto es todo que puedo responder a tus palabras. De modo que tengas paciencia y seas indulgente conmigo... ¡Oh, ahora quisiera esconderme ante Ti, porque esto nunca me lo podré perdonar!

15. Cuanto más pienso sobre ello, tanto más claramente veo la estupidez de mi pregunta que te hice. ¡Oh Jehová, sálvame, porque de lo contrario la vergüenza de mi gran insensatez me consumirá! –– ¡Que se haga tu Voluntad!».

16. En seguida Abedam extendió la mano hacia él y le dijo: «Zuriel, tranquiliza tu corazón, porque tu error fue una consecuencia de tu amor ciego a Mí. Por esta razón acabo de darte una Luz para que en adelante ya no estés tan ciego como hasta ahora y para que continúes amándome con los dos ojos abiertos.

Y te digo más: ¡Aquel que no empieza a amarme en su ceguera y no está preocupado sobre todo por Mí como tú, a él difícilmente le llegará una Luz más sublime desde mi Amor!

17. Como tu visión ahora se ha vuelto clara, también verás claramente y sin que esto te perjudique, lo poco que estas jóvenes pueden refrenar mis pasos aun agarrándose en mis pies.

18. Mira alrededor de ti y fíjate dónde estamos actualmente, y te quedará aún más claro que tu preocupación anterior ha sido vana.

19. ¿Cómo te parece el alrededor? ¿Acaso nos encontramos todavía en el lugar donde me junté a vosotros? Y, acaso, ¿alguien de vosotros ha quedado atrás?».

20. En este momento Zuriel se quedó mudo de admiración porque sólo en este momento se enteró de que todos ya se encontraban en la colina de Adán, lo que normalmente les habría costado media hora para llegar allí.

21. «Oye, Zuriel, ¿por qué te has quedado mudo?», preguntó Abedam a Zuriel. «¿Acaso no está bien hecho que ya nos encontramos en el destino, en vez de andar un camino penoso que aún nos habría costado mucho tiempo?».

22. Apenas serenándose, Zuriel le respondió: «Oh Jehová, si a nosotros algo nos parece bien o no, lo que Tú haces siempre estará bien hecho... Pero... aún no sé si estoy soñando o no... ¿es que realmente ya hemos llegado?

23. ¿Cómo podía realizarse esto tan increíblemente rápido, además, sin haber notado ni el menor movimiento? Pues, ¡estaba todo el tiempo de rodillas y todavía estoy arrodillado!

24. Oh Jehová, ¡que milagroso es tu santo Poder eterno! ¿Quién no iba a amarte dado que Tú mismo eres el sumo Amor, aunque sólo te haya reconocido en su ceguera?

25. Y otra vez sería insensato si te preguntara cómo esto es posible... ¡Pues no voy a preguntarlo!, porque a Ti, oh Jehová, ¿qué podría resultarte imposible?

26. Ya ves que estoy hablando como una anciana en sueños, ¡qué vergüenza me da!

27. Ten paciencia conmigo y permíteme que me aclare y concentre, porque para un impuro como yo, todo esto es demasiado a la vez...

28. Os santo Padre, te agradezco tu Gracia infinita, pues, no la merezco en absoluto...

29. Aun así, santo Padre, nos la concediste a todos... ¡Aquí tienes nuestros corazones, todo contritos!».

30. «Mira, Zuriel, estás estupefacto que ahora junto con todos los demás de repente te encuentras aquí... Aun así te digo que cada respiración, cada latido de tu corazón y todo lo demás que forma parte de tu ser es un milagro mucho mayor de lo que acaba de suceder –– lo que solamente hice para que veas tanto mejor lo vana que era tu preocupación por el libre movimiento de mis pies.

31. Pero como tienes un corazón sumamente sincero y eres un hombre justo y vivo, sé también tú un habitante libre de tu casa. Amén».

32. A continuación también Adán se acercó y alabó a Abedam por haber demostrado tanta Indulgencia y Misericordia con el género femenino.

33. A eso Abedam le respondió: «Oye, Adán, ¿acaso la Eva no ha surgido de mi mano? ¿Por qué iba a dejar a la mujer atrás en mi Amor?

34. Te digo que si un día en el futuro erigiré un nuevo Cielo, voy a empezarlo con una mujer y de ninguna manera con un hombre...

35. ¡Pero no me preguntéis por el porqué, porque antes aún sucederán cosas muy importantes! Amén».


Capítulo 182. El Señor y Yemila

1. Las cinco jóvenes todavía agarradas al Abedam el sublime estaban tan absortas en su arrebato del amor de sus corazones que no se enteraron de todo lo que estaba sucediendo en su alrededor.

2. Como Abedam se complacía de la entrega íntegra de sus corazones totalmente puros, de nuevo las tocó y las llamó con la voz más suave para decirles:

3. «Aluraheli, mis queridas hijas y novias de mi Amor para con vosotras, ¡despertaos ahora de vuestro puro amor para entrar en la Luz de mi Gracia igual de pura, y fijaos del lugar en que nos encontramos! Decidme también cómo este lugar os parece y qué impresión os da...».

4. En seguida las jóvenes se levantaron y, algo tímidas, empezaron a mirar alrededor de ellas. Sólo tras un rato de concentración se dieron cuenta de que se encontraban en la colina de Adán.

5. A eso se entusiasmaron y a cada una de ellas habría gustado empezar a hablar y poner muchas preguntas al sublime Abedam. Sólo que ninguna sabía cómo empezarlo decentemente.

Como Abedam vio su timidez totalmente natural, en seguida las sacó de su apuro y dijo a la más joven de ellas:

6. «Tú y tus cuatro hermanas estáis sorprendidas de encontraros aquí, sin saber cómo habéis llegado.

7. Pero si tan sólo pensáis en la tormenta de anoche que se paró tan súbitamente... y que después todo tuvo que volver a su antiguo orden, de modo que incluso el mar tuvo que retirarse para dejaros un suelo fructífero al que pronto vais a necesitar en cuanto se multiplique vuestro número... si pensáis en las montañas lejanas que todavía están encendidas para que la Tierra en su interior pueda aumentar sus cavidades y estas puedan dar sitio al mar retirado y servir de morada para aquellos seres que me odian y rehuyen, para que allí puedan crujir los dientes junto con el mayor monstruo del mar, el “Leviatán”, al que la ira de Dios había exiliado allí...

8. Ved, ¡todo esto existe indemne como existía desde hace muchos tiempos!

9. Dado que incluso Set, reforzado por mi Voluntad, pudo parar la tormenta, ¡cuántas más cosas me tienen que resultar posibles a Mí mismo!

10. Pero no hice que esto sucediera por vosotras sino únicamente por vuestro padre tan devoto a Mí, porque él tenía el miedo vano que vuestro amor a Mí podría ser un estorbo para mis pies...

11. Yo no hice más que extender mi mano hacia vosotros y así os traje a todos aquí. Y sólo cuando vuestro padre vio que ya nos encontrábamos en el destino, le quedaba claro que nada me puede ser un estorbo en mis caminos.

12. A vosotras, mis queridas novias e hijas, os descubro la razón de estos acontecimientos para que se os encienda una Luz y, para que despertándoos definitivamente de vuestro ensueño, reconozcáis que también la mujer fue creada por Mí para el Amor y la Luz –– pero ni mucho menos para el amor mundano y la oscuridad... ¿Entiendes mis palabras?».

13. Esta pregunta estaba dirigida a la más joven de ellas, y esta respondió: «Oh Jehová, ¿cómo podría agradecértelo? Ve, ¡ahora en mi interior todo se ha vuelto Luz! Comprendo tu santa Palabra... ¡Y yo misma me transparento del todo y tengo la sensación de haberme vuelto muy ligera!

14. Ay, ¡qué bien me siento! Oh Jehová, ¡qué bueno eres!

15. Pero dime si mis hermanas se encuentran igual de bien como yo y si también a ellas su cuerpo les transparenta en la Luz de tu Gracia...».

16. «Míralas bien», le respondió Abedam, «y enseguida te enterarás que en mi cuidado no quedan atrás.

17. Quien se encuentra tan cerca de Mí como vosotras ahora, ¡él ya está atendido con todo!

18. Mira, mi querida Yemila, te amo tanto como si aparte de ti en la inmensa infinitud no hubiera a nadie más al que Yo podría amar... ¡Pero así no es! Porque en la infinitud hay incontables seres que me aman como tú, y a los que Yo amo como a ti; y cada uno que recibe de Mí, en la abundancia de lo recibido tiene suficiente para todas las eternidades.

19. Tan contenta y bienaventurada como tú eres dentro de tu amor a Mí, tan contentos y bienaventurados serán también todos aquellos que me aman únicamente a Mí, y que a través de Mí también aman a todos sus hermanos y hermanas –– perfectamente, como Yo...

20. Para que tú, Yemila, puedas apreciar una mínima parte de todo lo que se complace de mi Amor, ¡coge esta pequeña flor que te está llamando la atención, justamente al lado de tus pies!».

21. En seguida ella cogió la flor del tallo y la mostró a Abedam. Este la tocó, echó vaho a los ojos de Yemila y le dijo:

22. «Lo que ahora ves, ¡comunícanoslo a todos con palabras sencillas!

23. ¿Qué, pues, es lo que ves en tu flor?

No tengas miedo de contárnoslo, porque tú eres eternamente Mía y nunca perderás mi gran Amor a ti. –– ¿Qué ves, pues?».

24. Llevada por su amor, todavía un poco tímida, Yemila empezó a hablar: «Oh gran Jehová sumamente santo y maravilloso, ¿qué es todo esto? –– Milagros y más milagros, ¡no es una flor sino son mundos de dimensiones incalculables!

25. ¿Quién podría contar su multitud infinita? ¡La una sobrepasa a la otra en magnificencias inesperadas! ¡Y el esplendor en que se están bañando!

26. Oh Jehová, Padre indeciblemente santo, ¡también veo un número infinito de seres de toda especie! Y veo enormes mares en estos mundos milagrosos en que hay toda clase de vida... Y ve, incontables seres salen continuamente de estos mundos y otros incontables vuelven a ellos, llenos de brillo...

27. Oh Jehová, ¡ya no puedo hablar, porque cada vez hay más y mayores milagros! Oh Jehová, ¡lo santo y bueno que debes ser –– oh Jehová mío!».

28. Ahí no pudo proseguir porque los milagros cada vez mayores le embargaron la voz, y casi desmayada cayó en los brazos de Abedam.

29. Pero Él, teniéndola en los brazos, en seguida la despertó y le dijo: «Yemila, ¿esto no lo habrías esperado de esta flor?

30. Pero ve, ¡así es!, y dentro de mi ámbito todo esto es aún infinitamente más diverso... Una vez que estés en mi Reino, lo verás aún mucho mejor y disfrutarás aún mucho más de todo ello...

31. Ya ves lo mucho que tengo que cuidar tratándose de una sola flor... ¡Y ahora ten en cuenta que tengo que cuidar del mundo físico y del espiritual que son infinitos!

32. Y aun así te quiero tanto como si no tuviera más que únicamente a ti...

33. ¿Vas comprendiéndome mejor? Oh, te digo que vas a conocer y comprender a tu Amado cada vez más. Amén».


Capítulo 183. Una ojeada a las profundidades de la Creación

1. Como las cinco jóvenes en su interior experimentaron la Bondad y el Amor de Jehová y cuando les quedaba claro que podían confiarse completamente a Él, se volvieron más y más confiadas –– sobre todo Yemila.

2. De modo que ella empezó a hacerle preguntas poco corrientes, tal como estas le salieron de su corazón y de su boca.

3. «Mi Jehová profundamente amado, como tu Gracia y tu Amor indecibles me permitieron ver el milagro infinito de una flor ––a la que guardaré como eterno recuerdo apreciado a estos días–– te digo que muchas veces ya observé con añoranza las preciosas estrellas en el cielo nocturno, y siempre me preguntaba qué deben ser... Pero siempre tenía que conformarme con mis pensamientos porque más allá de estos, por supuesto, nunca podía tener certeza alguna...

4. Frecuentemente me pensaba que, visto de cerca, las estrellas deben ser aún mucho más bonitas que las flores porque ya desde su enorme distancia son tan preciosas.

5. Una vez, con nuestro padre, nos fuimos muy lejos en la dirección donde siempre salían, con la esperanza que allí las podríamos ver desde cerca. Pero las estrellas se alejaron de nosotros, y salían en lugares extraños que no conocíamos –– demasiado lejos para habernos atrevido a emprender otro viaje aún más largo.

6. Además, nuestro padre ya nos había tranquilizado; pues, nos había dicho que no nos preocupásemos de ello: Seguro que por tu causa las estrellas serían demasiado sagradas... y que por eso siempre se apartarían de la vista sacrílega de los hombres.

De manera que habrá que agradecértelo mucho si se puede observar semejantes santuarios desde lejos y sin correr el riesgo de un castigo.

7. Y ves, de esta manera nos quedamos totalmente tranquilizadas, con lo que te alabamos con todo el amor de nuestros corazones.

8. Pero ahora, mi Jehová querido sobre todo, después de haber visto la flor... ahora, realmente, ya no me atrevo... Oh Jehová, ¿no me lo tomarás en mal?».

9. «¡Pregunta, Yemila, pregunta!», le dijo Abedam, tranquilizándola, «y en el nombre de tu amor y en el Mío, sé segura que nunca te tomaré nada en mal ni nunca te voy a dejar sin respuesta, sino que siempre te concederé lo que tu amor puro me pide...

10. ¡Pero ya veo que otra vez tendré que sacarte de tus apuros!

¿No es verdad que te gustaría ver las flores brillantes del cielo desde una distancia más asequible?».

11. Con una sonrisa llena de delicia Yemila asintió con la cabeza.

12. «Bueno, entonces extiéndeme tu mano derecha», le dijo Abedam, «y la izquierda dala a tu padre y a tus hermanas, para que también ellos puedan ver todo lo que tu ahora verás».

13. Después de estas palabras Él les echó vaho a todos, y todos ellos podían ver la profundidad de la Creación.

14. Pero no tardó mucho y Yemila soltó un grito pidiendo auxilio:

15. «¡Oh Jehová, ¡sálvanos, porque la grandiosidad de tu Creación nos está tragando y va a acabar con nosotros! ¡Algo así nadie puede verlo y seguir viviendo! Por eso, santo Padre, ¡sálvanos!».

16. Pero Abedam volvió a llamarlos a la actualidad y la visión desapareció. Despiertos, todos se echaron a sus pies y empezaron a adorarle porque un gran miedo se había apoderado de ellos.

17. Otra vez Abedam los tocó, y en voz muy suave les dijo que cobren valor y que se levanten.

18. Y dirigiéndose a Yemila, le dijo: «Pero Yemila, ¡parece que las estrellas no te han gustado tanto como antes la flor!

19. ¿Cómo es que todavía estés temblando? ¡Cobra valor y cuéntanos algo de ello! Mira, ya estás de nuevo a mi lado donde no tienes que temer nada. Dinos, pues, con qué te has encontrado durante estos tres momentos...

20. Ven a Mí y apóyete un poco a mi pecho, ¡y ya cobrarás valor!».

21. En un arrebato de amor se tiró sobre Abedam, y sólo después de haber descansado un rato en este pecho sumamente santo ella volvió en sí, se levantó y empezó a hablar en voz todavía algo tímida:

22. «Oh Jehová todopoderoso, ¿dónde está la boca que podría hablar dignamente algo sobre tus dimensiones y de tu Poder infinitos?

23. No vi sino incontables mundos infinitamente grandes e indescriptiblemente brillantes –– mundos llameantes que dentro de la infinitud se movían como rayos... y el uno sobrepasaba al otro infinitamente en magnitud, luz y esplendor...

24. Ya asustada, dirigí mi visión en profundidades más hondas donde vi un mundo infinito de llamas. Y me asusté aún más cuando dentro de estas llamas de un brillo insoportable vi figuras humanas increíblemente enormes que tenían un aspecto horroroso y que se movían con una gran rapidez.

25. Me imaginaba sus dolores... y vi un abismo infinitamente profundo que se abrió y tragó todo este mundo llameante, evidentemente con todas estas figuras humanas miserables.

26. Me parecía que este abismo horrible iba a tragarme también a mí, por lo que grité pidiéndote auxilio... ¡Te agradeceré eternamente que en seguida acudiste y me llamaste!

27. Mira, esto es todo lo que puedo decir... Oh, ¡ten paciencia conmigo –– con la que únicamente te ama a Ti!

Entonces, Jehová, ¿estas son las estrellas que tantas veces me han emocionado?

28. ¿No me vas a tomar en mal si te confieso francamente que me gustan más las flores que las estrellas que dan una impresión tan horrorosa?

29. Pero si me permites, voy a hacerte aún otra pregunta».

30. «Ya te lo dije, Yemila, que puedes preguntar lo que quieras y te contestaré», le respondió Abedam, «sólo que ya no me preguntes por las estrellas que son demasiado grandes para ti».


Capítulo 184. Las características del tiempo y de la eternidad

1. Esta promesa hizo que Yemila recuperara su valor y la calma de su corazón. Su pecho volvió a respirar con tranquilidad y en seguida presentó otra pregunta, también poco corriente:

2. «Mi querido Jehová, ya que te inclinas tan profundamente a nosotros que no somos sino pecadores y pecadoras, y me permites hacer preguntas, me gustaría mucho si me ayudaras a salir de un hoyo en que me encuentro por mi necedad...

3. Mira: Cientos o miles de veces ya he oído y yo misma he pronunciado las palabras “eterno” y “eternidad”, pero en realidad, su alcance nunca me ha quedado verdaderamente claro...

4. Oh mi Jehová, si así fuera tu Voluntad, ya me gustaría saberlo».

5. Abedam le respondió de manera comprensible para todos:

6. «Bueno, mi querida Yemila... Lo que es la eternidad dentro de mi ámbito, esto nunca lo podrías asimilar y seguir viviendo; por este motivo es imposible demostrártelo de manera perceptible. Pero seguramente comprenderéis lo siguiente: La eternidad es para el espíritu lo que el tiempo es para el cuerpo –– con la única diferencia que el tiempo acaba con todo que forma parte de su ámbito, mientras que la eternidad no acaba ni con un solo átomo.

7. El tiempo se manifiesta en un movimiento continuo de toda clase de cuerpos creados; porque si estos no se movieran ––por ejemplo, los astros en sus órbitas–– se atraerían por su fuerza de atracción, con lo que Soles, Tierras, Lunas y toda clase de seres vivos pronto irían a formar un montón infinito caótico... Con el resultado que este por su compresión infinitamente elevada finalmente se encendería y se destruiría...

8. Pero como para la conservación de todo, entre lo ínfimo y lo más grande, todo tiene que moverse en distancias adecuadas bien definidas, los ciclos que continuamente se repiten siguiendo a las mismas leyes pueden ser contados.

La consecuencia de la continuidad del movimiento ––que es el desgaste de las partes que se rozan y que de esta manera más o menos lentamente se consumen–– ya caracteriza el tiempo que devora todo...

Por eso, todo lo que es temporal también es perecedero, porque las unas cosas perecen y las otras tomarán su lugar –– con lo que la medida del tiempo está determinada conforme la desaparición las cosas y la vuelta de ellas.

9. ¡Pero tratándose de la eternidad el caso es el extremo opuesto! Porque todo movimiento es aparente, dado que en el fondo en todas las cosas reina un sosiego perfecto.

10. En el ámbito del tiempo el sosiego es aparente.

11. Pero aun así la piedra más dura, en sus elementos incontables, está en continuo movimiento, porque no hay nada que realmente esté en sosiego.

12. Para ilustrártelo, voy a darte un ejemplo muy acertado:

13. Si quisieras ir de aquí a aquel volcán lejano, tendrías que ponerte en movimiento y, paso a paso continuar andando hasta que tal vez después de tres días hayas llegado.

14. En la eternidad cada uno puede prescindir de ir caminos, porque puede quedarse en el mismo sitio y con sus pensamientos irse de viaje a lugares increíblemente lejanos, para que allí con plena consciencia pueda observar todo, mientras que su personaje no se mueve ni un palmo de aquel lugar en que todavía se encuentra en su sosiego dulce y continuo –– eso, por supuesto, observado desde mi ámbito.

15. Imagínatelo así, como si estuvieras descansando en un lecho cómodo, soñando que estabas corriendo y bailando de alegría porque ibas a hacer un viaje de placer.

16. Ahora comprende: Aun con todos los movimientos en tu sueño no habrás hecho ni el menor desplazamiento de tu persona...

17. Así está concebida la eternidad, pero de una manera todavía inconcebiblemente más perfecta de lo que tú ahora puedes imaginártela. Porque ve: Tras el movimiento se marcan el tiempo, la destrucción, el carácter transitorio y finalmente la muerte de todas las cosas, mientras que el sosiego causa la conservación, la inmortalidad y la Vida eterna más perfecta ––totalmente parecida a la Mía–– de todos los seres que en el amor y en su espíritu vivo me parecen perfectamente.

18. Igual que Yo no tengo que hacer viajes para llegar de una eternidad a otra, tampoco mis queridos necesitan desplacerse personalmente para poder contemplar todos los infinitos milagros sino, igual que Yo, disfrutarán de la Vida eterna en un sosiego eterno –– aunque nunca estén conscientes de este sosiego, sino de una eterna actividad sumamente bienaventurada, a pesar de que esta está mantenida precisamente por ese eterno sosiego espiritual––personal.

19. De modo que ves, mi querida Yemila, que así es la eternidad, y aquí tienes la diferencia entre ella y el tiempo mortal...

20. En lo que en la eternidad se refiere al curso de los acontecimientos, este es comparable con él del tiempo; con lo que puede haber eternidades igual que tiempos... sólo que la duración de la eternidad pasa más bien desapercibida –– al contrario de la del tiempo, porque el tiempo nunca reproduce lo pasado, mientras que la eternidad mantiene lo pasado y lo futuro permanentemente en el presente...

¿Lo entiendes?».

21. «Oh Jehová, hasta al punto que Tú quieras que lo entienda, ya lo entiendo por tu Gracia. Pero lo que aún no comprendo es cómo dentro de un sosiego total y continuo todavía pueda haber movimiento... Esto ya me gustaría saberlo –– si así fuera tu Voluntad...».

22. A eso Abedam le respondió: «Esto, querida Yemila, no lo podrás comprender mientras todavía portes un cuerpo físico. ¡Pero ya vendrá el día en que lo comprenderás perfectamente!

23. Por eso vale más que preguntes por otra cosa, y por mi Amor a ti ya te contestaré todo. Amén».


Capítulo 185. La naturaleza de la vida. Las promesas del Señor a Yemila

1. Con esta información Yemila se quedó totalmente satisfecha y tranquilizada, con lo que en seguida tuvo otra pregunta preparada:

2. «Querido Jehová, ya que hemos encontrado tanta Gracia ante Ti, desde el amor más profundo de mi corazón me atrevo a presentarte otra pregunta... Estoy bien consciente de que con cada palabra que te hablo, en realidad te estoy profanando, por lo que siempre me vuelvo tan tímida cuando abro la boca; pero cuando luego tengo en cuenta que eres tan indeciblemente bueno y misericordioso, en seguida me vuelve el valor de hacer uso de tu permiso.

3. Con lo que otra vez tengo la desfachatez de pedirte que a todos nosotros que aún no lo sabemos nos ilumines nuestra necedad y nos expliques qué, en realidad, es la vida como tal, cómo es que somos conscientes de nuestra existencia y cómo es posible que podemos hacer libremente todo lo que queramos...

4. Ya lo sé que estoy repleta de toda clase de necedades y seguro que con esta pregunta ante tu Semblante otra vez he pasado la raya.

5. Ya te lo noto en la cara que otra vez he hecho una pregunta inconveniente... ¡Oh, si tan sólo se me ocurriera otra pregunta, a toda prisa!

6. ¿No te vas a enfadar conmigo por mi estupidez? Porque entonces, para mi gran vergüenza, prefiero esconderme en el abismo más profundo de la Tierra, y en la más densa oscuridad llorar mi estupidez durante toda mi vida...

7. Oh Jehová, el único al que amo sobre todo, no te exijo ni mucho menos una Luz, sino sólo te ruego que aceptes esta pregunta como un ruego humilde de mi parte. Que tu Voluntad sumamente santa haga únicamente aquello que la parezca bien; y Yo, en la profundidad de mi corazón, reconoceré con gratitud tu gran Misericordia y tu sumo Amor paternal.

8. ¡Oh perdóname, Tú, a cuyo nombre mi corazón encendido de amor a Ti ya no se atreve a pronunciar!».

9. Ante estas palabras de Yemila Abedam se emocionó y dijo en voz alta:

10. «En verdad, ¡nunca he encontrado tanta humildad en nadie de vosotros!».

11. Y de nuevo dirigido a Yemila, la preguntó: «Dime, Yemila, ¿me amas realmente tanto, sobre todo y únicamente a Mí?».

12. Entonces Yemila empezó a llorar, y sollozando respondió a Abedam: «Oh ardientemente amado, Tú, el eterno Amor mismo, ¿cómo me preguntas esto, siendo Tú Aquel que me creó y que me dio un corazón así –– un corazón que no puede amar sino a Ti?

13. Si fuera posible, y si no hubiera otra manera para demostrarte que te amo únicamente a Ti sobre todo ––realmente sobre todo–– no me importaría sufrir mil veces la muerte por amor a Ti...

¿Pero qué estoy diciendo dado que Tú ves mi corazón?».

14. Abedam se agachó para levantar a la Yemila que se había echado en el polvo, la subió a su brazo derecho y la apretó con fervor visible contra su pecho.

15. Luego Él le dijo: «Oh dulce perla más maravillosa de mi Amor y Misericordia, de veras, ¡tu corazón juvenil abarca más Amor y Vida que toda la Tierra!

¡Lo que ahora te sucede, esto aún no ha sucedido ni al ángel más puro y más sabio!

16. ¡Voy a bendecirte para todos los tiempos! Oh maravillosa Yemila, así como Yo, tu Creador y eterno santo Padre ahora te porto apretada contra mi Corazón ––que es el único Fundamento de toda Vida y toda existencia en toda la infinitud–– así algún día una hija de tu sangre y del todo parecida a ti... ¡ahora oye!... ¡me portará a Mí mismo debajo de su corazón!... a Mí, al eterno Dios infinito, a la Vida eterna, al Creador todopoderoso de toda criatura desde el átomo hasta el espíritu angélico más sublime... a Mí, el único Señor de todo Poder y de toda Fuerza...

17. A ti misma pronto te daré un hijo con mi Lamec, al que vas a llamar Noé y que será un salvador de tu pueblo.

18. Cómo y cuándo esto se dará, a la hora conveniente tu futuro hijo lo sabrá por Mí mismo, directamente –– como tú ahora recibiste esta promesa de mi Misericordia. Considera esto y pronto percibirás en la medida conveniente qué es la Vida, cómo el hombre se vuelve consciente de ella y cómo puede ser que él pueda hacer libremente lo que quiera.

19. Pero para que por el momento y antes de que tus pies vuelvan a tocar el suelo no te quedes sin respuesta, ¡oye, pues!:

Lo que es la Vida en mi ámbito y en Mí mismo, esto nunca lo podrás comprender, porque como Yo mismo soy la verdadera Vida eterna e infinita, esto nunca lo comprenderá ni el querubín más sagaz.

La vida que te anima no es otra cosa que mi Hálito en ti o mi viva imagen perfecta en cada hombre. Tal como Yo me encuentro eternamente en la consciencia más clara de mi muy propia Vida completamente perfecta, también cada criatura lleva en ella una ínfima parte de esta mi Vida que la aviva perfectamente conforme sus necesidades.

20. Toda vida está concebida de una manera que continuamente puede multiplicarse, aumentando por mi influjo continuo; de modo que cuanto más evolucionada está, tanto más perfeccionada se presenta.

21. Pero para que la vida se vuelva consciente de sí misma, hace falta que a la chispa de la Vida se junte una chispa de la Gracia de Dios, porque sólo en esta Luz la vida concedida se reconoce y se vuelve consciente de sí misma.

22. Cuando esta vida consciente de sí misma también se vuelve consciente de su santo origen eterno y le está agradecido, le honra y le ama reconociendo a la Voluntad de Aquel que la ha creado, sólo entonces se vuelve completamente libre... y únicamente tras este reconocimiento de su origen se vuelve un hijo del eterno Amor y de la Vida eterna –– Vida en que llegará a la consciencia más clara de sí misma y a la consciencia viva de Aquel que ahora te porta en los brazos...

23. ¿Piensas que has comprendido todo, mi Yemila?».

24. Y Yemila, celestialmente encantada, respondió a Abedam:

25. «Oh mi santo Padre, mi supremo amor, ¿quién no iba a comprender tus palabras, sobre todo cuando a una le está concedida la indecible Gracia de estar portada en tus brazos?

26. Así, por supuesto, también tu Yemila tiene que comprender lo que tu Amor paternal le aclaró –– algo que no puedo agradecerte con mi boca, pero tanto más con mi corazón se enciende cada vez más para Ti...

27. Pero oye, mi querido Jehová, ahora se me acaba de ocurrir una pregunta más que triste...».

28. En seguida, y aparentemente sorprendido, Abedam la preguntó: «¿Qué pasa, mi querida Yemila? ¿Qué de triste puede ocurrirte tan repentinamente, todavía estando en mis brazos?

29. ¡Dímelo de prisa!, porque tal vez aún encontraré un consuelo para tu corazón espiritualmente tan delicado».

30. Yemila sonrió, jugando con los rizos abundantes de Abedam, pero no se atrevía a sacar su pregunta a la luz.

31. Después de un rato, como Abedam de nuevo la animó, en voz algo trémula finalmente soltó su pregunta triste:

32. «Mira, Jehová, de muchas de tus santas palabras he deducido que pronto volverás a abandonarnos... Y ves, como mi corazón te ama tan profundamente, no sé cómo lo pasaré cuando ––pobre de mí–– ya no podré verte como ahora y cuando ya no te tendré cerca de mí...».

33. «Mi querida Yemila, tu preocupación no carece de fundamento; pero te digo que si me quedara, esto no sería bien para nadie. Porque si me quedara con vosotros, nadie podría alcanzar la verdadera Vida libre y autónoma.

Ve, el pecado ya había una vez esclavizado el mundo muy duramente, con la consecuencia que por ello todavía quedan presión y obligación en gran escala en el mundo.

Si Yo ––el máximo Poder primario–– ahora me quedara continua y visiblemente entre vosotros, estaríais expuestos a un segundo género de presión y obligación en el mundo, de modo que nadie ya podría moverse con la más mínima libertad.

34. Aunque Yo me quede alejado de vuestra vista, si alguien quiere que tanto más cercano y familiar me quede en su corazón ––como en tu caso–– entonces, a pesar del yugo duro del pecado, sigue siendo totalmente libre.

Él puede pisotear el yugo del pecado con desprecio, buscándome en el ámbito del amor de su corazón y agarrándome con toda libertad. Allí, conforme a la dimensión de su amor, en seguida le acojo, con lo que obtiene la Vida eterna...

35. Imagínate ahora quién se atrevería a hacer algo si durante toda su vida me viera a Mí a su lado...

36. Observa a todos que saben que Yo me encuentro visiblemente entre ellos. ¿Qué están haciendo?

37. Nadie de ellos se atreve siquiera a respirar libremente, y menos aun a emprender cualquier cosa –– sea buena o mala... En cambio, ahora observa la multitud que nos rodea y que no tiene ni la menor idea de que Yo me encuentro visiblemente entre vosotros... ¡Mira lo animados que se mueven!

38. Muchos de ellos están convencidos de que me encuentro por encima de las estrellas. Otros suponen que me encuentro en el viento que sopla. Y otros tienen miles de ideas distintas que todas me suponen lejos de ellos.

39. Ves, todos ellos no están expuestos a una obligación por mi parte, con lo que se sienten totalmente libres –– lo que no es el caso con vosotros. Aunque estando a mi lado no estéis expuestos al pecado, tanto más estáis atraídos por mi Amor. Siendo así, no podéis menos de amarme sobre todo, lo que a pesar del sagrado derecho de este amor sigue siendo una coacción, porque ante mi Semblante no podéis actuar diferentemente sino amarme profundamente.

40. De modo que si me encuentro visiblemente entre vosotros, el amor actual de nadie puede ser tomado en consideración para que pueda obtener la Vida eterna... eso únicamente después, cuando ya no me encuentre visiblemente entre vosotros, y aun así solamente en la medida en que ya me ha amado antes de mi aparición visible...

41. Ve, mi querida Yemila, también tu amor actual a Mí no tendría ni el menor valor si no me hubieras amado antes ya –– y eso incluso más intensivamente que ahora... Porque lo que te está pasando ahora, en realidad, no es que estés amando, sino Yo por mi parte te estoy saciando con mi Amor para tu Vida eterna.

42. A pesar de todo esto puedes escribir tu pregunta triste en la arena suelta, porque tu amor desde siempre ha hecho todo totalmente libremente. Sé muy bien que tenías que luchar mucho contra el mundo por mi Causa –– con la consecuencia que te volviste tan hermosa como ninguna antes de ti.

43. Tras esta constante lucha tuya desactivaste incluso las consecuencias que mi visibilidad y el contacto físico conmigo podían producir, de manera que únicamente a ti pude mostrarte cosas cuya vista habría matado a los que no habían antes ya logrado la victoria del Amor.

44. Cuando frecuentemente te resultaré visible, también esta visibilidad te resultará eternamente inofensiva, porque ya eres vinculada conmigo. Y así como ahora te estoy portando visiblemente en mis brazos, así también te portaré invisiblemente en los brazos de mi Amor; y dondequiera que Yo me muestre a ti, siempre me verás portándote de esta manera.

Por eso, ¡alégrate en tu corazón, porque desde ahora nunca ya tendrás que echarme de menos!

45. Mi querida Yemila, ¿acaso te imaginas que Yo no te habría echado de menos?

46. Te digo, Yemila: Para mi Corazón te has vuelto igual de indispensable como Yo para el tuyo; de modo que puedes quedar totalmente tranquila porque no te abandonaré nunca.

47. De modo que como ya te dije antes, a tu pregunta triste la puedes escribir en la arena. Amén».


Capítulo 186. Inocencia y pudor. Vuelta y recibimiento de los mensajeros

1. Al oír semejantes palabras consoladoras de Abedam, Yemila se volvió sobremanera alegre, casi traviesa. Todavía en los brazos de Abedam, empezó a bailotear de una manera que en su transporte de alegría se olvidó totalmente de cualquier pudor, hasta que su padre Zuriel la advirtió que no se propasara y que tuviera en cuenta Quién es Aquel que la estaba portando en los brazos.

2. Pero Abedam reprendió a Zuriel esta advertencia inoportuna y le dijo: «Dado que me has reconocido, ¿de qué te estás preocupando?

3. Y si acaso aún no me hubieras reconocido, ¡entonces convendría más que tus hijas te reprendiesen a ti para que también tú me reconozcas como ellas me han reconocido!

4. ¿No será que a tus hijas totalmente inocentes les quieras llamar la atención sobre la serpiente de la impudicia para cambiar su conciencia inocente contra una con remordimientos?

5. ¡Ve lo insensato que eres! ¿Quién, encontrándose en mis brazos, podría comportarse indebidamente?

6. Por eso, en adelante ¡sé más prudente!

Y tú, Yemila, no te dejes molestar en tu felicidad, porque esta demuestra la plenitud de la Vida eterna en ti –– la Vida eterna procedente de Mí... a la que hasta ahora ni el ángel más puro ha experimentado como tú la estás experimentando. Por eso, ¡brinca y salta!, porque en mis brazos brincar y saltar es un sumo placer...».

7. Durante un buen rato Abedam siguió acariciándola, hasta que le dijo: «Mira, Yemila, mi amada sumamente pura, como esta mañana mandé mensajeros iluminados en todas direcciones, ahora mismo empieza a acudir la gente. Dado que ellos no me conocen como tú y los demás presentes, para que no despertemos su envidia ni les demos motivos para que en secreto se disgusten, voy a dejarte ahora visiblemente en el suelo.

Pero, invisible para ojos físicos ––es decir, en el espíritu y en toda Verdad–– continuarás en los brazos de mi eterno Amor. Amén».

8. Con estas palabras Abedam la apretó una vez más contra su Corazón y la dejó cuidadosamente en el suelo, justamente al lado de sus pies.

Poco después ya se acercaron los mensajeros que habían anunciado el holocausto, y en seguida se echaron en el polvo ante Abedam. Le adoraron en la profundidad de sus corazones y multitudes detrás de ellos siguieron su buen ejemplo.

9. Después de un rato Abedam les señaló que se levanten y les dijo: «Habéis trabajado bien y fielmente, porque los frutos de vuestra actividad os están siguiendo. Me habéis hecho una gran alegría, y por eso decidme qué recompensa os gustaría y esta en seguida os será concedida. ¡Que hablen vuestros corazones!».

10. Pero en voz alta, todos protestaron: «Señor, santo Dios, nuestro Padre tan lleno de Amor, nuestro Emanuel Abedam, ¿qué vamos aún a pedir de Ti, teniéndote a Ti mismo, Tú, que eres el eterno Amor y nuestro santo Creador y Padre?

11. ¿Qué podría imaginarse el extremo amor egoísta y que fuera más que Tú?

12. En Ti ya hemos recibido la mayor recompensa para nuestros corazones que te aman sobre todo –– una recompensa sumamente santa a la que hemos recibido en una plenitud tan inimaginable que no merecemos ni la menor parte de ella, aun sirviéndote durante eternidades como te hemos servido hoy.

E incluso tal servicio durante eternidades sería una nada vana comparado con la inmensa grandeza de tu recompensa anticipada –– el hecho de que Tú mismo, oh santo Padre, te hayas decidido a bajar a nosotros gusanos en el polvo de la Tierra y de llenarnos a todos con tu Amor y la Luz sumamente santa de tu Gracia... a nosotros, que no somos ni mucho menos dignos de ello...

13. ¡Que la tierra nos trague si aparte de Ti mismo aún tuviéramos cualquier otro deseo lo más ínfimo que fuera! Aun así, oh Emanuel, te estamos profundamente reconocidos por habernos animado a expresar cualquier deseo...

14. ¿Qué, además, podríamos pedirte –– nosotros que no sabemos siquiera lo que nos conviene y lo que no?

15. Ahora lo sabemos por tu Gracia que únicamente Tú eres imprescindible para nosotros todos. ¡Y ahora ya te tenemos!

16. Entonces, ¿el qué aún te podríamos pedir? –– Sí, ¡podríamos pedirte que nunca nos abandonaras! Una vez que este ruego esté atendido, entonces ya tenemos infinitamente más de lo que nuestros corazones más encendidos podrían inventar e imaginarse. De modo que sólo te pedimos que nunca nos abandones –– pero ni mucho menos como recompensa por nuestro mérito nulo sino únicamente por tu Misericordia y tu Amor paternal...

17. Oh Emanuel, ¡perdónanos incluso este ruego, porque ante Ti todos somos ciegos y no sabemos lo que estamos haciendo! Lo único que puede ser de tu agrado es tu santa Voluntad, de modo que ahora y siempre se cumpla tu Voluntad que es santa, santa, santa... Amén».


Apéndice

Explicación de las diez letras en el cap. 3,12

“Voy a nombrarte a todos tus amigos y hermanos: Son I1, P, R1, T, E, A, V, A, S, P...”

Referente a estas letras desde el principio aún no comprendidas: De ello no depende el bien del Sol ni él de la Luna. Y también ante la falta de la comprensión de estas diez letras las estrellas continúan su camino sin vacilar.

Pero cada uno de vosotros ya sabe que para la Vida eterna hace falta una sola cosa elemental... El que la anhela ya ha elegido la mejor parte para su espíritu y todo lo demás le llegará en su tiempo debido, como suplemento gratuito. De modo que cada uno de vosotros ya habría podido revelar este secreto mediante su comprensión espiritual, si tan sólo se hubiera dirigido a Mí, en su corazón, preguntándome por ello.

No obstante, ya habréis cavilado frecuentemente por ello, pero eso más bien con la mente que con el corazón, con la consecuencia que aún no comprendéis este secreto tan fácil... pues, cosas como estas no están dadas para el intelecto sino únicamente para el corazón y el espíritu.

Pero para que vuestro corazón con su entendimiento todavía muy deficiente de cosas puramente espirituales ya no se sirva del fastidioso intelecto para explorar el campo secreto del espíritu ––como un cazador ciego que poco va a atrapar una caza mayor–– os daré a conocer esos amigos simbólicos qué hay que comprender por estas diez letras. ¡A ver, si lo comprendéis!:

I1 señala el infierno como propiedad carnal del alma; donde la cifra 1 señala la soberbia y el despotismo infernal en cada hombre –– ¡de modo que también en vosotros! El infierno es el amigo más íntimo de cada hombre mundano, porque le facilita todo lo que complace a su naturaleza, a la que provee con los más diversos estímulos carnales.

Si quiero acoger a un hombre en mi Reino y educarle para la Vida eterna, entonces también tengo que acoger a su amistad de la cual el hombre ––en tiempos de vida en la Tierra–– nunca logra separarse completamente; por eso ante mis ojos el pecado que es una propiedad de este amigo tiene que ser completamente borrado. Porque de lo contrario una educación subsiguiente de vuestro espíritu sería irrealizable.

Con otras palabras: Si quiero cuidar de vosotros, entonces, junto con vosotros, tengo que abrazar también a vuestro infierno particular... De modo que cuando con mis santos brazos paternales os elevo a mi regazo, a la vez tengo que elevar también a vuestro amigo todavía muy íntimo... –– Ahí tenéis explicada la primera letra cuyo significado, hasta ahora, os he silenciado por razones muy fundadas.

La letra P que sigue señala toda clase de pasiones que surgen precisamente de I. Cuando se trata de conseguir que el espíritu del hombre se purifique y madure para la Vida eterna, se comprende por sí mismo que también tengo que agarrar a las pasiones que, en lo que se refiere a su naturaleza mundana, también son amigos de los hombres, y tengo que elevar y convertirlas en algo bueno...

La letra R1 representa la razón pareada con el intelecto, tal como el mundo o el infierno lo facilita al hombre natural. No hará falta ni mencionar que esta pareja que domina al mundo y el infierno gozan de las mayores simpatías de los hombres que de nada se desprenden tan difícilmente como de estos amigos particulares más íntimos. Aunque el hombre alguna vez no esté realmente contento con alguna de sus amistades de esta especie, contra estas dos nunca o sólo muy raras veces tiene que objetar algo.

Pero cuando quiero elevar a un hombre hacia Mí, no me queda otro remedio que también a estos amigos más íntimos de él les dé plena amnistía.

Supongo que esto a cada uno de vosotros es obvio, dado que también vosotros estimáis en mucho a estos antiguos amigos particulares, aunque ya os habrá quedado claro lo poco que adelantáis con ellos en el campo del espíritu.

La T señala el talento que se desarrolla junto con la razón. Mediante él el hombre puede llegar a diversos prestigios en que moran el egoísmo E y, junto con este, la alegría del mal ajeno A –– todos amigos particulares del hombre mundano a los que también tengo que acoger si quiero salvar al espíritu del hombre...

De todos estos surgen V, la vanidad, y A, la avidez de subir cada vez más alto en el crédito mundano con las ventajas que este produce, como también el afán de erigirse sobre sus semejantes, cuanto más mejor... para lo cual su amigo T ya le ha allanado el camino.

Y otra vez se entiende por sí mismo que, al aceptar al hombre por su madurez espiritual, sus dos amigos V y A no pueden quedar atrás, con lo que hay que aceptarlos igualmente para su verdadera purificación espiritual. Por eso, si todos los demás ya están acogidos, tampoco pueden quedar atrás los dos últimos amigos que son S, la sensualidad cuyas dimensiones en cada hombre son descomunales, y finalmente P, la propensión a la así llamada moral y las costumbres como la moda, cumplidos, etcétera.

Ved, estos son los amigos y hermanos en vuestro interior, citados en la obra principal57. A estos les debéis comunicar con énfasis que Yo les he extendido mis brazos, que les he purificado su mal, les he quitado su pecado y los he armonizado con los verdaderos intereses de vuestro espíritu para que ahora, si queréis, podáis continuar vuestro camino hacia la Luz y la Vida, sin contratiempo alguno.

Si preferís quedaros más fieles a vuestros antiguos amigos que a Mí, a pesar de que sin la menor contribución vuestra os consentí esta gran Gracia, estáis totalmente libres en hacerlo; de ello no depende el bien del Sol ni él de la Luna, y las estrellas tampoco perderán su camino.

Desde hace mucho tiempo ya sabéis que, por mi parte, para el espíritu no existe ni la más mínima coacción... Aun así diría Yo: Con lo mucho que ya he hecho para vosotros, ahora vosotros podríais muy bien hacer lo poco que queda: amarme cada vez más, y eso sin dejar a vuestros amigos desatendidos...

Consta que hace tiempos ya habría podido explicaros los diez amigos de vuestra vida en la carne –– si esto hubiera sido salubre para vosotros. Pero lo he aplazado hasta ahora porque Yo sabía muy bien que si os los hubiera descubierto antes del tiempo, vuestros antiguos amigos habrían hecho un gran alboroto en vuestro interior –– ya en el personaje del escribiente58.

Como ahora estáis al tanto, es cosa vuestra reflexionar profundamente y, en la medida en que lo logréis, cumplir con el encargo que os fue dado en la obra principal59 y arreglaros con lo de estas diez letras... Porque mientras no conocíais su significado, Yo hice para vosotros todo aquello que exigí y exijo de cada uno de vosotros.

Ahora, como el secreto está descubierto, vosotros mismos sois obligados a cumplir con este encargo en vosotros, porque de lo contrario no seréis aptos para mi Reino donde siempre hay que poner la mano a la obra, y eso sin mirar atrás...

Aun así siempre os he mostrado en muchas otras ocasiones lo que mora en la naturaleza del hombre, y lo que él debe hacer para que poco a poco pueda convertir al hombre natural en el espiritual. Por eso podíais bien prescindir de esta explicación actual sin perder nada, y podíais continuar el camino correcto sin más, lo que también en adelante será el caso si consideráis fielmente todo lo que os muestro para que lo consideréis...

¡Ante todo ateneos al Amor que nunca os abandonará! Todo puede perecer, únicamente el Amor es eterno. Donde está el Amor, allí está todo. Por eso no sed apocados, tristes, malhumorados o afligidos, sino sed resueltos y alegres en todo. Y si tenéis el corazón y el espíritu atentos, andaréis un camino agradable y encontraréis los portales de mi Reino abiertos de par en par. De esta manera os resultará fácil introducir vuestros amigos mundanos en mi Reino, preparados y en parte ya purificados –– lo que es la Voluntad amorosa de Aquel que aquí, mediante el escribiente, os concede esta gran Gracia. Amén.

— Fin del tomo 1 —


Índice global

Capítulo — Capítulo: Descripción

1 — 10: Una advertencia del Padre celestial a sus hijos. Los mandamientos del Señor para los hombres. El Señor como Padre de sus hijos. La verdadera Iglesia. El secreto de la Creación. La correspondencia de las estrellas. Los tiempos primarios de la Tierra y de la Luna. La Creación de Adán y Eva. La caída del primer hombre. El juicio del Señor. La reconciliación del Señor.

11 — 20: El nacimiento de Caín y Abel. La Promisión del Señor. La expulsión del paraíso. La comprensión y el arrepentimiento de Adán. La confesión de Caín. El encargo del Señor a Abel. El nuevo orden del servicio a Dios y el nuevo orden de la organización de la vida. Las ofrendas de Caín y de Abel. Caín asesina a Abel. La maldición de Caín y su huida.

21 — 30: El convenio del Señor con Caín. Hanoc, el hijo de Caín, como legislador. Las órdenes de Hanoc como tirano. La huida de Caín hacia la mar. La evolución del linaje de Caín. El gobierno ateo de Hanoc. La política de los concejales de Hanoc. La deliberación de los diez soberanos. Los sucesores de Hanoc. Lamek se vuelve rey.

31 — 40: La emigración con Meduhed como guía. El Cantar de los Cantares de Meduhed. La salida de los meduheditas. La llegada de los meduheditas en el Japón. Una exhortación a la penitencia por parte de los animales. Recuerdo de la desobediencia de Adán y la Gracia de Dios. La historia de la China primitiva. La familia de Lamek. El principio y la causa de la decaída de los hijos de lo Alto. Adán habla sobre su caída.

41 — 50: La convocación de Enoc como predicador. El cantar de las diez columnas. Enoc explica las pláticas de Adán y de Cainán. Adán explica su debilidad. La bendición de Adán sobre sus hijos. La venida del Señor. La grandeza y la profundidad de la Palabra de Dios. La Bendición divina sobre la Tierra. La oración matutina de Adán y Enoc. Enoc observa al cielo estrellado.

51 — 60: Entusiasmo de Jared por su hijo Enoc. Cántico matutino de Enoc. Sorpresa de Adán por la sabiduría de Enoc. Plática de Enoc sobre la verdadera forma de pensar y alabar. Profesión de Cainán. En la gruta de Adán. Confesión voluntaria de Adán. El forastero Asmahael. Sobre la humildad. El silencio justo de Enoc.

61 — 70: Sobre la Palabra divina en el corazón del hombre. El discurso de Enoc y la comprensión de los patriarcas. Plática de Asmahael sobre la Palabra divina. Plática de Enoc sobre la naturaleza de la Palabra. Mirada retrospectiva de Adán a su vida. Asmahael y el tigre. Visita de los padres a los hijos del mediodía. El discurso de Adán a los suyos y a los hijos del mediodía. Discurso de consuelo de Set. Prédica de Enoc sobre el Amor.

71 — 80: Las ganas de Setlahem de más sabiduría. La sabiduría de Setlahem y de Asmahael. El tigre hambriento. La naturaleza de la Verdad y del Amor. La causa del miedo. La alegría de los patriarcas a causa del Señor. La salida de los patriarcas para visitar a los hijos de la tarde. La plática de gratitud de Asmahael. La flojedad de Adán. La regla áurea de las escuelas de profetas.

81 — 90: Los patriarcas visitando a los hijos de la tarde. Set reprende a Enoc la Palabra de la Verdad. La plática de Enoc sobre el error de Set. Las palabras sabias de Adán a Set. La plática de Asmahael sobre la ley. Los pensamientos de los patriarcas sobre la plática de Asmahael. Eva reprime a Set. Enoc explica la plática de Asmahael. Obras de la sabiduría y obras del amor. El poder redentor del amor.

91 — 100: Set reconoce al forastero Asmahael. El testimonio de Asmahael. La curiosidad de Adán. Los ruegos de Adán a Enoc. Enoc reprende a Adán. Plática de Asmahael sobre la Palabra de Dios. Confesión de Adán. El silencio del amor. Leyes divinas y leyes humanas. Los pensamientos de Jared sobre la naturaleza de Asmahael.

101 — 110: Conversación de Enoc y Jared sobre Asmahael. Diferencias entre Dios y los hombres. Aviso de Asmahael para continuar el viaje. Asmahael designa a Abedam como compañero de viaje. Las preguntas de Jared sobre la naturaleza de Asmahael. La relación entre Cainán y Malaleel. Sobre la astucia. Situación embarazosa de Set a causa de que Enós le ha devuelto la pregunta. El descanso de los padres debajo del árbol del pan. El Poder milagroso de Asmahael.

111 — 120: Asmahael trae a Matusalén y Lamec a la asamblea. Discusión entre Lamec y Matusalén sobre el forastero. La plática de Enoc a Matusalén y Lamec. La impaciencia de Lamec. La respuesta de Matusalén. La serpiente en el árbol. La plática de Asmahael sobre el Poder de Dios en el hombre. La pregunta de Adán a Asmahael. La vida en la Tierra y su objetivo. Jared está preocupado por los alimentos que convienen a Asmahael. Conversación entre los patriarcas sobre Asmahael.

121 — 130: Lamec y Matusalén discuten sobre el forastero Asmahael. Asmahael cuenta una parábola. Delante “la mano atrofiada de la Tierra”. La pregunta de Adán por los hijos de la medianoche. Adán hace que busquen a los hijos de la medianoche. Asmahael envía a Enoc. Tres hijos de Adán hacen caso a la llamada de Enoc. La alegría de Adán por sus hijos Yura, Bhusín y Ohorión. Palestra de Asmahael sobre la identidad de Jehová. La llamada eficaz de Asmahael por los hijos de la medianoche.

131 — 140: La alegría y gratitud de Adán. La pregunta de Yura curioso a Asmahael. La comida. Los cuatro que ayunan por profundo respeto y modestia. El amor de Enoc a Asmahael. La verdadera oración. Asmahael anuncia a Enoc la Promisión. Asmahael presenta una parábola sobre el amor. Réplica insensata de Adán. Asmahael reprende a Adán. La conversión de Adán y su plática de confesión. La plática de Emanuel sobre su Venida a los hombres. El amor rebosante de Lamec a Emanuel. Emanuel critica la gratitud fingida de Matusalén.

141 — 150: Enoc anima a los padres al amor a Emanuel. Sobre la libertad del hombre. El proceso del sacrificio. El discurso de advertencia de Lamec. Las palabras de despedida de Emanuel. La predicción referente el Gólgota. Disposiciones de Adán en vista del sábado próximo. El encuentro de Abedam con el forastero. La conversación de Abedam (hermano de Enós) con Abedam el forastero. La llegada de Abedam el forastero a los padres. La pregunta de Abedam el Forastero. Un evangelio del amor.

151 — 160: Set busca la Luz en la luz. Sobre la ingenuidad. El milagro del Amor de Dios. La verdadera fraternidad entre Enoc y Abedam hermano de Enós. El verdadero amor al prójimo. La pregunta de Lamec por la personalidad de Abedam el Forastero. Sobre el amor. El temor a Dios y el amor a Dios. Adán y Set se encuentran en un aprieto. La Ayuda de Dios y la preocupación del hombre.

161 — 170: La plática de gratitud de Set. El sublime Abedam entre sus hijos bienaventurados. El fin de la tormenta. El poder milagroso de Set para la tormenta. El presentimiento de Kaeam y su amor al sublime Abedam. El consuelo de Kaeam. Abedam el Sublime y los cinco buscadores de Luz. No la investigación, sino en amor lleva a la Vida. Las características del verdadero amor a Dios. La verdadera oración. La Divinidad que juzga y el Padre lleno de Amor en el Señor. Una mirada retrospectiva a la noche de tormenta. El amor dispersa al miedo. El desayuno de los patriarcas el día de sábado. Un evangelio para el sacrificio. Enoc prepara el sacrificio.

171 — 180: Enoc prepara el sacrificio. La cualidad de la intercesión. Los siete refunfuñadores del mediodía se burlan de Setlahem. Un evangelio para ofendidos. Setlahem y los siete refunfuñadores. La impertinencia de Kisehel y su humillación. La confesión de Kisehel. La oración de arrepentimiento de Kisehel. La naturaleza del pecado y su superación. Las cinco hijas de Zuriel.

181 — 186: La preocupación de Zuriel devoto. El Señor y Yemila. Una ojeada a las profundidades de la Creación. Las características del tiempo y de la eternidad. La naturaleza de la vida. Las promesas del Señor a Yemila. Inocencia y pudor. Vuelta y recibimiento de los mensajeros.

Información

El Gobierno de Dios — Tomo 1>
Título original: Die Haushaltung Gottes, Band 1
Traducción del alemán: Meinhard Füssel
Audiolibro © by LMC — Edición: 16.03.2020

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